Ir al contenido principal

Yo no te voy a decir ¡Adiós!:

Así fue como una persona como Pablo pudo redescubrir la mañana. De repente tuvo que sentirse amigo del sol. No porque él quisiera sino que tenía que ir a buscar otro trabajo y otra vez calzarse un traje y otra vez también mentir bastante. Por supuesto que otra vez se las ingeniaría para encontrar aquella oficina donde todo fuera irreal. Porque tal por eso él es ficción, el nunca puede ser realidad. Puede ir paralelo a la realidad puede imitarla pero jamás puede tocarla, sus calles no son las nuestras. 
Porque todo relato apela a una calle inexistente. Justamente en ese momento, ya estaba el arte del que vive. Un arte no muy popular. Porque quien no pensaría lo contrario que el arte es la vida y todo lo lindo que eso propone. Difícil despertar al final. Aunque muchas veces nuestro fracaso más fuerte es creer que despertamos, es decir pretendernos auténticos. Pablo simplemente se había ido pero aún estaba bajo los influjos de número dos, al final la misma persistente debilidad lo haría volver. Puede que estuviese encadenado a este final en una suerte de paradoja en el mismo síndrome que Carlos tenía. Sólo que Carlos lo vivó como la plena fatalidad de la vida, tal cual si fuese la mezcla de un romeo y un cruzado. Tiempo no se pierde indagando en aquel misterioso destino que se dio a si mismo. Cada cual a su manera va pautando todo aquello que le van diciendo. No sería en una pecera de Ámsterdam, no sería en otro lugar. No podría ser en otro lugar porque estas letras son así, y al epíteto de puto o de hijo de puta, casi quedan como títulos de nobleza. La poesía tiene eso, la puteada la oposición, por que una historia tiene que representar a alguien. Tal cual la imagen de ver dos hermanas muy sexys pero ligeramente diferentes y no sabiendo con cual quedarse llegar a la conclusión de que son la misma cosa. Como un bis divino, repetir dos veces el buen gusto. Pablo era bastante cretino, no tenía la plaza ideal. Pablo estaba prendado en parte de sus pecados corrientes, y vio una mujer excepcional por la misma calle en un día de lluvia. Lluvia de mierda, lluvia y mañana combinación atroz, el sueño y la cara mojada se unen. Oscar Wilde lo habría expresado mejor, me conformo con contar, lo que Pablo hacía. Pablito, entonces en una calle apenas vio ese pelo recordó que antes lo había visto en la cara de una mujer muy simpática. De rasgos muy simples y austeros, contradicción general a todas sus anteriores conquistas y pajas, y todo su imaginario corriente. Lo importante es que le calentó igual. Lo que hace el fetiche en las personas, el amor es una cosa, el sexo otra y el fetiche es la pimienta de la vida. El capricho más elemental. Caprichos como esos son los que quitan el sueño a los humanos. Una suerte de lugar para poner las pelotas marchitas después de tanto jaleo. Se supone que lo terrible vende, lo bizarro, lo absurdo, la cara de una rubia adolescente llena de semen. No lo digo por el hecho de llamar la atención simplemente. Este mundo tiene miedo a la decepción como si al final si la rubia fuese teñida el final no tendría el mismo efecto.     
Bueno en esto estaba Pablo, contando las ovejas en medio de las avenidas y esperando que estas no mueran a manos de los colectivos. En parte las personas inocentes en la ciudad sobreviven porque la ciudad es vaga no persigue hasta el final. Por eso hay sabuesos hijos de puta como Pablo que buscan todo lo que pueden. Huelen la sangre a kilómetros aunque ellos muchas veces pierdan al final, por eso son perros y no lobos, son ilusos idiotas, buscan una aman que los acicale y los acaricie al final. Esta es la novela de la burguesía que se mira el ombligo y ve pelusas. O sea que no sabemos si esta es o no termina de ser una crítica al mundo. Es una mezcla una mezcla que cuenta lo que es un mundo sin sentido en un sistema estancado donde la economía no cambia, por lo que al final la gente busca ponerla y quedarse dormido por algún lugar. Esto a veces causa algo de horror y otras no. La multiplicidad, la soberbia multiplicidad te pone en el foco de la discusión. Mil libros y ninguna flor. A ver-ga, coloquio de palabra gastada que pretende un falo. Puede que sea así, tiene que serlo.  Nunca sueñes con ser banquero a menos que ames las putas, el champagne y luego no sueñes con el amor de las historias complicadas. Los banqueros llevan los estigmas del dinero. Ahora es cuando un lector dice: “Zurdo de mierda de índole extranjerizante”. A lo que yo le digo: “A mi no me vengas con tu apolitismo, puede que hayas llegado a conclusiones similares”.
Por eso Pablo esta en medio de aquellos bailes. Aquellos bailes sin sentido. Por eso porta su insignia sin temor. Nuestro amigo representa al oportunista. Un tipo que no duda en hacerse con lo suyo. Un personaje que abunda en su propia dramatización vital. Este tipo no es un progre, deber ser en todo caso un poco machista con esa índole de portar la verga como si fuera un arma reglamentaria. Si no le pudieran decir ¿Tan rápido para algo tan corto? No es locura sino tristeza lo que te agobia. Más la mujercita de pelo zanahoria era un poema un verdadero poema con una voz que se atragantaba con su alma. Era una suerte de bondad involuntaria como si pudiera meterte un tiro con tranquilidad. Mochillas y letras redondas, letras muy coherentes. Muy normales, letras de mujer que no se ha vuelto sobre sí misma. La firma de la otra, de la independiente se apresa en su desparpajo. Sustitución de un mundo que no llega. Lo nuestro es un poema a esa manera de revolver basura tan contemporánea. La tinta como siempre les dije se escapa por los poros, yo no pinto irrealidades por ocio. Pablo tiene que tener una vida, no será de un profundo lector de Heidegger ni la de una mina que dice que sus pocas tetas la hacen racional. No es la de una mujer de piloto amarillo. Con esto hablo del delirio de Pablo por una mujer antigua que gustaba de color rojo de pelo, pero en un  tono más oscuro, un tono a lo canosa. Yo por algo podría proponer que si esto tiene sentido, lo tiene en su sentido profundo. La chica era una poesía que se iba en contra de la violencia, y en contra de luces rojas que terminan con setenta y cinco pesos. Toda inocencia es un poco de azúcar en las heridas. No este el caso de los soldados del nihilismo no es el caso de la perversión de las personas, de sus locuras, no es el caso de lo que dudan de ser putos siendo hombres, y los que dudan de ser lesbianas siendo hombres. No es el caso del peluquero, no es el caso del artista, no es caso de casi nadie. Ser o parecer inocente es un juicio imbécil de quien mira que ya piensa en esta persona desnuda y con cara de “no sé que va a pasar”. El mundo se sostiene en parte por los culos y tetas, esto es parte de nuestra manera nihilista de ver. Pablo un día, en un bar captó esto, Pablo tiene amigas pocas amigas, eso es un problema. No creo que lo fuese aquella otra oportunidad, un día vio a su amiga como si no lo fuese cosa común pero no tanto cuando uno quita de repente la intencionalidad. Se dijo: “La puta madre”. Menos mal que cada tanto nuestro ojo se hace salvaje y vemos que además de buena persona tenemos tremendo bombonazo enfrente de nuestras narices. El mundo de los hombre es así, la poesía humana esta entre la estupidez y las mujeres, y se quita la estupidez que se ha dicho para agradar a las mujeres sólo quedan los tributos más escuetos que la suben a los estandartes. Esto no quiere decir que la otra estupidez o inspiración no valgo sino que no increpa a Pablo a vivir, Pablo vive para Florencia, una manera de plantearse una ciudad y una mujer al mismo tiempo. Tal vez ser un insatisfecho sexual permanente un anorgásmico, puede que esta sea la literatura de la histeria. Otra manera de ver esta serie de desenfrenos. Otra selección depurada y pura sangre. ¿Seremos un poco degenerados?
Vos no leerías esto a tu novia. Una que debería tener unos ojos celestes en los cuales te puedas ahogar, unos labios que te arranquen la cara y un ojete que sea un altar. Fijación y repetición sistematizan esta clase de conocimientos. Pobres somos al no luchar por nuestros hermanos, somos seducidos en cambio por nuestras mujeres, en eterna disputa en la aldea. Uno sueña con ser un hijo de puta virtuoso, un tipo envidiable y odiable, alguien de que se hable bien a regañadientes. Tenemos esa tendencia, enfermiza sin dudas. Pablo tenia que dejar a número dos, nunca ella le iba dar un lugar relevante en el mundo, ella era el control de todo aunque cada tanto lo amaba, no era suficiente, la adicción no era compartida. 
La chica de pelos color zanahoria no le iba a dar pelota se quedaría impresionada por la gente como Pablo acechándola. Una noche es una vida con la persona indicada, porque imposible es posible pero difícil, que no te crean los otros te bastan para esbozar una sonrisa si lo lograste. Mito de campeón que descansa en la eterna competencia por ver quien la tiene más grande. La gente de la teorías serías no es así, ellos consideran estas cosas más accidentalmente. ¿Qué decir? 
Pablo seguirá con el juego del amo aunque sea el esclavo, no es otra cosa que el consumo y sus maneras, no es otra cosa que el pensamiento de tarjeta de crédito el que lo lleva a eso. El fin nuestro lo que nos haría más respetables sería decir adiós como corresponda y poder mantener esas palabras. Por lo tanto no nos sirve esta gran politiquería, es fácil desde el sillón con los libros pensar la revolución. Es decir, la falsedad de aquella el mero simulacro, la paja. La paja que siempre es tan denigrada en nuestros días en esta especie de idealismo pornográfico. Cuando se piensa en el artista se ve la revolución de la superestructura la que se ve que por lo menos es más accesible. Las otras están vedadas. Más ya nadie tiene claro cual es ese destino de los pueblos a ciencia cierta. Una parte de la derecha gano, la derecha irracionalista, puso el sexo en todas partes (gracias, por lo menos tuvieron ojo) y así sobrevivieron. Nada más sugerente para el individuo, el circo tiene que tener culos y tetas. El sexo y el amor están demasiado enlazados hoy en día. Y por esto la amistad, y la afinidad pueden ser cosas muy lejanas al amor, esta debe ser la noción que ilumina a la gente y más a los incontinentes como Pablo. Pablo como irresponsable y amante de una mina de vida fácil (más allá de lo que esto signifique), no puede ni debe zafar. La vida es sólo un sin sentido si no se quiere consumir en eso se basa toda nuestra educación y lo peor es que a los hombres de pie se les enseña que eso es poder. Trabajar y trabajar, llenarte de guita si es posible para poder coger lo mejor que se pueda encontrar, luego por error engendrar y llevar la carga (si es buen ciudadano de mantenerla). Esto no quiere decir que no haya gente que tenga buenas intenciones sino que a ellas las veo como las personas bien intencionadas y las condenadas a sufrir en el resto de los casos, puedo ver a egoísta maso menos acéticos (es decir masoquistas) o asquerosos hipócritas que se llenan la boca de algo que parecen no comprender. Estas serán las personas más obvias, ellas tienen criterio para todo y lo único que tiene ausente es cualquier otra versión de la historia que no sea la de ellas.
No por nada el artista como Pablo es un paria, no pienso llamar a esto humanismo, no pienso decir que es una cruzada sobre el hombre porque el hombre de este tiempo se ha llegado a odiar a sí mismo. Pablo lo sabe, el único hombre que se quiere es el que tiene satisfacción constante. No por algo pese al relativismo muchas veces todos terminamos en las acciones más mediocres que podemos. Pululando, pensando que la nuestra es la verdad, la verdad de conocer gente que nos da la razón. Esto es parte de nuestro delirio, nuestro delirio más fuerte.
El arte puede que viva después de la muerte del humano si es que este tiene la delicadeza al extinguirse. Porque creo que la incompetencia nos mantiene a salvo, y por otro lado conozco de buena fuente que el egoísta quiere al mundo para sí y por lo tanto no lo quiere arruinar del todo. Puedo decirles, lo que Pablo como cualquier otro tiene en el cerebro. Él no sabe y no puede saber como nadie puede saber, la causa fáustica de nuestro esfuerzo capitalista. Nueva expiación nuevo, fracaso,  parece que nos hemos condenado como si fuéramos cristianos al capital. Algún día ocurrirá una revolución que amará demasiado al hombre sea criminal este o no y lo liberará de esta lógica. Si esto no ocurre puede que el humano tenga fin, que sea una maquina de eyacular asistida por otras maquinas, que sea un administrador de satisfacciones preestablecidas.
Pablo se molesta cuando me pongo en la ciencia ficción y le desdibujo el mundo. El mundo de Pablo es el de las observaciones pertinentes. Donde él no tiene la mejor tajada, donde las rubias no lo miran siempre. Pobres mujeres en manos de los filósofos misóginos cuando las culpan de irrelevantes. ¿No sería la filosofía más que otra moda aparatosa? Si esta no tiene ninguna intención de transformar la realidad, podría ser vista esta como un simple adorno del pensamiento, como un buen pensar que por más místico que sea no contendrá otra cosa que eso. Intenciones a medias. Se dirá de este siglo muchas, cosas, se dirá que en ella las pendejas de catorce vieron más porno que conocer personas. Se dirá que la psicología puso a la gente loca, y se pretenderá suponer que este sistema debería aguantar de la manera opuesta a la que lo hace. La moral del macho es la que está en crisis, porque el consumo al final termina castrando. Lo bueno, el poder, esta en el objeto del placer. Pablo lo sabe, número dos manda. Si la mata al final a golpes, si la viola ¿qué podría conseguir? Al principio podría tener esa satisfacción criminal pero podría ir preso. También pondría en parte su ego en juego, ya que los violadores y pagadores eternos de putas, no son buen visto ni por la sociedad ni por las mujeres que rentan. Es decir al final tendrían que reconocer que dependen del objeto más que de sí mismos. Esta es la sociedad química. Pablo lo sabe, lo sabe cada vez que extraña el olor a faso. No jodan, dice, en medio de la calle con ganas de fumarse uno. Cada cual hará lo que pueda, esta es la premisa y no otra. Los pelotudos o ingenuos puede que si se escabullen que sobrevivan a la hecatombe. Porque les recuerdo a todos estos dionisiacos, que fueron los pequeños mamíferos, es decir los miserables los que al final conquistaron la tierra de seres más pequeños y pensantes. Tal vez la profecía se vuelva a repetir.
Uno piensa y re piensa este mundo. Pablo lo hace, estamos forzados en la cultura de la novedad a cambiar de opinión pero de repente la vida se nos presenta como tal como incuestionable. El no pensar tan sabio de esta era ata a eso. No pensar significa jugar con la seriedad y estar dispuestos a crear en el mundo, ya sea como señor, o imitar ya sea como esclavo. Hasta el crimen palidece ante esta perspectiva, el odio a la locura, es la maldad misma, es decir, afanar a un país entero para vivir como rey no esta mal, solo que no queda bien visto. Pablo se sabe burgués y consumista si no fuera las dos cosas sería un suicida. Carlos el que quiso la vida bien derechita se arruino y la muerte lo encontró en esa forma tan absurda y cruel. Pablo recuerda el efecto del olor al faso, recuerda la pedantería de la superación de muchos que creen tener muchas respuestas. Una de estas personas aún lo acosa con la sincera confesión de que vivía una ficción. Lo malo es que a diferencia de Pablo esta persona si era de carne y hueso. Esta vida que nos lleva a la arcada y que nos pone los dedos amarillos trabaja así. Escribir es liberar la mente, es dejar el culo sangrante, es jactarse como Sade. Lo malo es que esta agresividad de alguna manera está en todas partes, esta manera de escribir es completamente neutra. Sólo que el autor es una terminal demasiado conciente, su descaro es un dispositivo. Las historias que el haga son entrenamiento. Como me gustaría que eso se te metiera en medio de las piernas y te molestará, cual si fuera un virus entre urticante y placentero. El artista trata de volver sensible al burgués trata de enfermarlo quiere herirle la vista con el envase. De eso se trata todo. Su manera de escribir es esa, no se trata ya de la libertad de escribir. Estos son modestos ejercicios de ingeniería militar. Escribir no es sólo pensar sino pensar con intención. ¡Vivan los cobardes! Los valientes están demasiado metidos en el mundo para una reflexión más pausada. Los censores del humor hiriente no nos llegan a oler los pedos, pedimos por su muerte como ellos la piden por la nuestra. Son también ellos burgueses aunque traten de ser montoneros. No hay que dudar, las intenciones a medias abundan. La pelea por un mundo distinto comienza y termina en la palma de la mano eso es escribir. Pablo casi piensa barrabasadas. Pablo debería tener el psicólogo como ese que adiestra al perro para que no muerda. 
Pensar que todo es parte de la misma sensación de la caricia impúdica hacia la pelirroja. Como una vez me dijeron y con razón; “si a mi no me gusta, no te voy a decir que si, no te voy a decir que eso es bueno, eso sería mentirte y yo no soy careta”. Esa resolución de principios no si demostraba mi torpeza o su desgano y sinceridad. Lo bueno de no ser leído es justamente eso. La literatura siempre es un océano donde la gente prefiere una poca variedad de peces. Esperemos que Pablito un día pueda son su proxenetismo estar a la altura del quijote. Lo digo con el descaro que quiero para literatura con sus nuevos mitos. No puedo pretender una obra que no sea vida, arte y política. Es decir no puedo decir que nada de lo que hago es libre de consecuencias. Pablo vive en medio de una batalla por la cultura. La verdad, la Vera, la vera y lo vuelvo decir la versión, la versión de la vera. Esta muerta. Muere con nosotros cualquier intención de excitarnos en la forma convencional, muere con nosotros una pretensión de evitar ser cornudos, somos ciervos con hemorroides. Las cartas a los poderes, escritas una y otra vez no serán leídas. El que escribe se enemista con el pasado para que con suerte el futuro se enemiste con él. Por eso escapo a la burguesía, pero no porque no amaría ser el burgués que se puede tirar a todo lo quisiese, pretensión que Pablo hace a medias. No porque cada agujero no sea una oportunidad, o porque eso no debería ser otra cosa que el reflejo de lo bueno de la televisión. Nuestro arte conflictivo descansa en los problemas de la era, esa insatisfacción corporal constante, y un cuerpo incapaz de estar drogado todo el tiempo. Decadencia y locura son los rastros que se dejan. Ni que se dude un instante.
Pablo estaba así quedado a medio llorar y reír. No se trata de un circulo de burgueses que fuman cigarrillos sin para, sino de humor que se reproduce en círculos de la burguesía. Ese amor de chimenea es genial. Nicotina, como te amamos. La verdad es que ella tiene mucho bueno por el hombre lo acelera y quiere que las cosas se repitan es parte de aquella cosa que nos hace vislumbrar. Lo nuevo y lo difícil. El grande es grande pese a todo, el crimen necesario como si se cagase en el medio del suelo de un gran teatro y la gente no viera sólo con horror el sorete sino que percibiese el más aborrecible olor. 
El artista es su obra, y el hombre es el arte. No por nada Pablo existe, no por nada Pablo se calienta con las minas pelirrojas. Más precisamente por la de pelo color zanahoria. Puede que este escritor, y su personaje estén locos. Puede que esto de la burguesía y el consumo sea bazofia. Ojala que lo sea. Desearíamos mucho no tener que decir adiós. Desearíamos un día ver a número dos para quererla menos y verla más moral, a la vez de quererla menos. Desearíamos. Pablo lo desea, él llama por teléfono para oír la voz corrosiva de número dos, la cual mezcla el acido sulfúrico con el azúcar y hasta las moscas que nos quieren devorar se consumen.
Nunca tendrá este siglo una limpieza conceptual profunda, nuestra entre caos y orden hace que todo este por la mitad. Estas hojas no se van a tirar sino que van a vivir y que tema Ulises en Irlanda. Tema mucho por ser griego. Tema mucho porque entonces te dirán escritor de la burguesía, cosa que te iban a decir apenas vendas un libro. Supongamos que esto de tratar de hacer cultura es una forrada. Yo por mi parte, en el sentido de Pablo por la suya, no tenemos señales de arrepentimiento.
Amaremos todo, desde Brasil hasta a África y nos perderemos también en ese placer por la raza negra. Por esa gente que se olvida una y otra vez de ser recordada. ¿Dónde estás los intestinos del hambre? ¿Podemos decirles adiós? No crean que se pueda, no crean que es posible. Lo que si se puede es cambiar de pagina, el diario, sigue. No se trata de otra cosa que las dudas sobre el humanitarismo. La burguesía es hija de puta. El escritor burgués más negro es hijo de puta, busca la mierda, la mierda con devoción. Es anti utópico. 
Todas las polleras deberían ser más cortas, todas las primas deberían ser más accesibles. Escribo desde la metáfora, más propia de los atrasados del tercer milenio. Esos que tienen que ir a rezar para que les tiren unos pesos, no como otros que se quedan con los videojuegos.
Igual Pablo no teme, no puede temer, su vida es si se quiere, la de un personaje. Vida es lo que le queda. Su vida es una construcción que no parece tan sólida. Tan sólida como el impulso de una frase hacia otra. ¿No te parece necesario? Pienso que esta suerte de felación indiscriminada no es sencilla. Por dos razones, este es el tiempo en que ya nos hemos despedido de los laberintos. Este es el tiempo donde ya no esperamos. El tercer mundo es ahora más violento, peruanos, brasileros, y todos los demás, país nativo incluidos no sentimos tocados por la violencia y no por la inseguridad. Ya que la inseguridad es relativa más la violencia absoluta. Todo principio de amor es pasional y es cristianismo circense, porque el sufre se siente especial. No confundan torcidos doctrinarios ¿no ven que los alabo?
Pablo se sentía tan imbécil que cuando abandonó la casa de número dos. Ya retomará  contacto eso es inevitable. Tanto más que el respirar. Estos son los tiempos de Epicuro. No se puede decir otra cosa. Nuestras concepciones son las de la buena regulación del placer. No por nada hemos conocido este periodo. Hasta el final, esfuerzo tras esfuerzo el hombre que se expone ante los demás termina por ser dañado en todo su pavoneo. ¿Importa algo ya el valor de ese hombre? La verdad es que no, la dictadura mediática llama a su criterio todas las cosas. No por nada el medio es el mensaje. Sólo que el medio en su entretenimiento no olvida ni esclarece, sino que yendo de confusión en confusión aparenta esa suerte de gran verdad. Por eso humanitarismo esta en los medios y no la humanidad, las buenas intenciones son sólo eso, y como todo gesto ha de tener su espacio televisivo.
Cotidiano es una obra que asalta el cielo. El cielo que tiene ser atacado con su contrapublicidad que no puede ser otra que una publicidad alterada, el libro panfleto es lo que hoy puede servir de antídoto al libro mercancía. Así  se funda tradición y no en la patraña de un hecho reflexionante inexistente. Esta esterilidad de historias que son kilómetros de intenciones sobre las vidas íntima y secreta de los hombres. No se trata de otra que devorar humano en beneficio de algún otro. Ese otro no es algo que no sepamos es el mercado, es la red social, es la muestra, es el comentario del anónimo que no es hombre. No porque no tenga huevo sino porque no tiene continuidad y es el temido fantasma de la multitud es decir, la multitud llena de cadenas que ha dejado las calles para poblar la Internet. Pablo en ese sentido es el personaje de este siglo entre este juego de apariencias y consumo. Su placer no es otra cosa que eso. Si su placer fuese la autenticidad en las cosas, sería por completo desgraciado. La intrínseca actividad de publicitar la propia vida redunda en eso. Pablo es eso donde existen los otros en la realidad. Los hombres son pequeños, cada día más. 
No es el amor, no es la circunstancia como si de repente una vida se cambiase por la otra. De nuevo en su casa, y sin dinero sobre todo sin dinero, nada más triste y reseco que un mundo sin dinero. Mundo de contrastes y de noche, polar, larga, agotadora, y que sólo nos demuestra que vivimos en un tren de vida del descartar todo lo que podamos. ¿Si la situación era esa porque los mensajes que llegan a los celulares son contradictorios? Un día te aman al otro te odian, menos mal que somos humanos es decir simples animales. Pero lo importante es que nos vamos desligando día a día de aquello que no podemos tolerar, tal cual si las diapositivas las tirásemos por la ventana.
Pablo es un constructor, es un vicio mental de un viciado. Es un proceso, es un trópico. Siempre habrá lugares para las fantasías irrisorias. La mujer cebra corre con las nalgas al viento, mira sobre los pastos, huye, a unirse con las otras. Cebras, miles de ellas, cebras en Buenos Aires. El libro puede ahorrarse a decir que es una mujer cebra, el libro lo puede dar a entender pero no decir nada. La palabra vacía puede obviar las preguntas impertinentes ya que el lector esta atado a la descripción. Por eso la caminata de Pablo puede hacer algunas preguntas, una de ellas sobre le destino de la misteriosa mujer que Carlos vio al borde la muerte. La otra ¿Qué hace número uno ahora? La última y muy banal ¿Qué hace la oficina sin ellos?  Algunas de estas cuestiones las resolveremos tal cual si fuésemos la telenovela barata de la tarde. No tendremos piedad en ir develando todos los misterios concernientes a esta clase de calamidades. Lo importante es que ya se ha abandonado ese lugar que parecía común pero que no se develaba del todo. La suerte ya esta dada en esos casos, uno puede parecer lo más tedioso sobre la tierra y con razón. Nada más tedioso que el escritor grafómano. Esta manía de escribirlo todo lo que pasa y sin vergüenza es aberrante. Carente de ironía y de sentido de la estética todo se iguala. Es como si la persona estuviese empeñada en ir al supermercado.
De una suerte de invocación, uno va pasando una mano a otra, sin buena guía, las hojas se salen de control. Por lo que al final, la gente; Pablo, todos los demás son presas de que cualquier cosa les ocurra. No es terrible la vida de la ficción, en la realidad siempre uno puede ser sorprendido, en cambio en el libro siempre se trata de un solo hilo que vaya por donde vaya será uno. Esta es la vertiente. Pablo camina por las calles todos estos días, parece que su caminar es un atestiguar.
¿No podría decirse que un libro es cualquier cosa que se reúne y se mezcla? Hasta podría decirse que si se tiene éxito un discurso posterior desarrollará la teoría que unirá los puntos finalmente. Pero si esto ocurre que se podría decir. Sólo que se ha tenido, el libro es la herramienta que por excelencia puede poner cualquier cosa en cualquier lugar. No tiene una deuda como la filosofía hacia la seriedad pero sin embargo puede exponer eso que nadie podría exponer de otra manera, la presencia indiscutible del caos. No importa mucho más, a Pablo le podrían salir alas. La marcha de los partillos va a parar en los yunques y estos pesados, dicen adiós a los rojos. Los rojos que quieren volver que pueden volver pero no pueden volver como farsa, no pueden ser una segunda vez, sino que será otros rojos. Tal cual se desangra un chancho pálido. Pablo es parte de esta burguesía nihilista, esta burguesía que desearía ver por los televisores, a los soldados fantasmales de revoluciones pasadas. Desearía ver que al fin al mundo le dan un sentido nuevamente. ¿O no son tantos los que dicen que no han sido vencidos aunque ya no lo intentan? Bueno ahí vive la discrepancia.
Viven entonces entre los hombres los absurdos de izquierda, tal cual si fueran los espejos. Porque ellos no deberían ser otra cosa. El bizco y sus maoístas tienen los diarios, por imprimir. Porque aún se dice que la historia no esta dicha y que mejor al fin pensar que los libros se van al poder. Se suben al poder, y Pablo es en sí un dispositivo. Un tipo que abandono en medio de sus falaces excusas la oficina y empezó ese viaje a ninguna parte. Esta ninguna parte es un elogio a la barbarie donde el escritor promedio no mete el pie. Sólo el bizarro con su piel de oveja, llena de sangre de sus ancestros podría decirse sabio. No estamos hablando que ese mismo paseo que se hace por la ciudad y la historia. No estamos diciendo otra cosa que la misma barbarie, ese modo de ser que nosotros somos. Ese modo que es Pablo esa forma de nihilismo particular. Esa manera de oler asado y ser feliz. No importa si comen los obreros o los terratenientes. Más este no es un delirio sobre la nación, sino un delirio sobre la historia. Puede el hombre tener la historia en la punta de los dedos. ¿Puede el hombre tener de nuevo la pluma? Y hará entonces uso siempre de esa violencia que lo caracteriza para hacer nuevas cúpulas. Pablo es un producto de eso donde camina, cuando ve las veredas y ve ese estilo francés y a la vez sabe que esos nacionalistas, no pueden oler, todavía entiende que la controversia sigue viva. No se trata que la civilización venza, sino que tapa, cosa que se hace bien con el discurso.
Más la vida del laburante que está en la cuerda floja, aún tiene en contra el título de vago, y ahora sus alambrados abundan como también las rejas. No se tratará del chauvinismo más imbécil propio de esa parte irracional que dicta justamente cosas que cualquiera puede ponerle en sus oídos. Se trata de que la ciudad ha cercenado la planicie, y vaya donde vaya, las torres crecen y el paso se lo enreja, la luz eléctrica, naranja remplaza la débil iluminación de luna. Ya Buenos Aires vive el eterno día, y los que nada tienen tampoco poseen las estrellas, ahora hay que crear muros, e irse al campo para poder disfrutar del cielo, mirando al cielo desde condominios. El resto, decir la basura de la civilización se apila en la calles. Pablo lo sabe porque siempre las camina y no le queda de otra. Si supiera de otra, se quedaría sin letra. Pero algo no dice lo que debería, la riqueza sigue cayendo pero el derrame no alcanza. La gente ya se fuga en avión, y lejos se puede bombardear las cunas. Nuestra animalización esa que nos pone en un gran mercado central donde nuestras vidas cotizan por y para la miseria, aún no tiene respuestas en la Avenida Santa Fe. No se puede entender del todo, esa gran nación que sólo quiere tener Louis Vuttons. Pero aún las preguntas pueden seguir.
La historia delirante se continua, podemos ver desde los depresivos atados a sus cargas hasta los deficientes que se pasan la tarde entera mirando hacia Libertador. Nadie los justifico. Claro que estas cosas son nimiedades en la vida cotidiana, son sólo gotas de alquitrán que van cambiando las fotos antiguas. Cada generación se hace una argentina diferente que el europeo dice llamar nuevo mundo. La verdad que Pablo ya tiene cuatrocientos años de historia. Y esto no es nada nuevo, ya esta pasado por las mil invasiones. A diferencia de la nueva Europa esa que tiene sólo cincuenta años y por algo, se extraña, de sus cristianos, de sus fundamentalistas y de sus inmigrantes.
El fin de lo moderno es la muerte de Europa, América latina se ha quedado en blanco, por lo menos la América que siempre se pensaba como esa Atlántida, alejada por mares y cataclismos de un pasado glorioso. Del tren yanqui, sólo queda la grasa (lo cual nos disgusta) pero no hay nada tan nuevo y tan grande para avergonzarse. Lo privado es lo falso, y esto que de dice publico y no se publicita esta deuda con todo lo que ha quedado como historia. Parece que por fin se queda en esa tierra de los grises, cuestiones que van desapareciendo. Pablo por eso no puede decir adiós, ni a lo relevante ni a lo irrelevante. Tiene esa tendencia a mezclar todas las cosas como si se tratase de un virus. Una especie de virus que todo pretende reemplazar. Una verdadera manía persecutoria que puede pecar de vanidad. Hechos que se resumen en restos podrían ser transformados en otra cosa. Pero Pablo es un hombre, y vive en medio de dispositivos y celulares, los cuales quieren decirle que es la globalización. Ahora hasta le dirigieren el tango, y le digieren todo lo quieren, porque el turista crea nuevamente la argentina fantasma. Como en todas las ciudades donde hay turistas, y esta presenta la ciudad para ver. Esa que Pablo no puede sentir sin la ciudad en la cual vive mucho más grande y potente, se quedan con la parrilla de locomotora, no pueden ver lo que se trae atrás. Pareciera que la población son las vacas, todas. Mugiendo, una y otra vez. No se trata de ley, el turista no tiene ley, viene con las leyes de afuera. Para el turista no hay código, ese ciudadano global no tiene sentido del todo, sus viaje es un consumo más. Las Américas son tantas, hoy, y seguirán siendo porque la civilización las quiere tapar.  Pablo es un prometeo literario, esta perdido en su manía, cruenta delincuencial y no salvadora. Tiene la torpe función de seguir a pie, mientras ve que el tráfico se atasca. Tiene la función de no estar en donde debería, tiene la cordura de ser un falso turista. El calendario pasa para Buenos Aires.
No importa lo que pongan los letrados de esta suerte de Alemania. No importa porque ellos no pueden ser Heidegger, y si intentan a lo sumo se acercará a Kusch. Nuestra Europa es nuestra, no tiene nada de Europa. Nuestras ideas sobre ellos son mitos, ni ellos pueden pensar con seriedad sobre lo que antes eran las colonias. Pero por algo estas cosas, pasan, el capitalismo, le cambió la cara a China y ahora va por Brasil. No será esta la patria de Cortazar, ni Borges, sino la de Peña, la de Petinatto, la de la cadena de televisión, la de Gasalla, la de Feinmann. No por nada, estos últimos años de democracia nos han alejado más de nuestros “extraños origines” que los anteriores ciento ochenta. Los intelectuales, ya tienen al fin buena dosis de peronchos, los radicales son ajenos a las universidades. El montonero, se hizo seña de una cosa que iguala ya al gaucho, ya que este fue el último signo de lo que se resistía al patrón. En el oficinista, no hay rasgos ni de montonero, ni de gaucho, la barra, la hinchada, puede que sea, sólo una vez por semana (para agrado del sistema), ese eco abrazador que cuenta lo que es ser habitante de esta zona.
Por eso, Pablo y los otros se piden el favor de seguir faltando el respeto, y de Football, se pasó  a Futbol. La antipatria es modelo Shopping, la patria es modelo justicialista y todo lo que es el medio, tiene sentido más grande que nunca. Gardel nos quiere a todos, padre de hombres y dioses, nos pone en sintonía con la nostalgia de la Buenos Aires a la que se vuelve por alivio o la fuerza, esa donde comunistas y liberales, marchaban para sacar, la continuidad de otras historias. Porque siempre que uno mire, seguirá pensando que todo se trata de un avión negro, una patas en la fuente, una mujer de rodete. 
Pablo no lo sabe pero esa es su historia, y la porta como un tatuaje demasiado complicado sobre su espalda. No se trata de la burla enciclopédica de los barrios, sino de las pasiones, del robo de las camisetas, de las batidas. Por eso, morir al pie de la villa, con los muertos abiertos esos que llevaban capsulas. También es algo cotidiano. Porque el hombre del noticiero apenas ve la punta del iceberg, todavía los pies podrían ponerle en sobre aviso. La guerra no tiene que ver con otra cosa, la rosca, viene aplastar otras cosas. No se trata de otra que poner al fin de una vez por todas, a los gorilas en los zoológicos para que no pidan tanto por aluviones y aviones, policías y predadores.
Pablo es demasiado irresponsable para saber si hace o no hace historia. No se puede poner en ese plan, no puede en todo caso preocuparse. Será que su destino es el del tiempo de las multiplicidades. Cortocircuito.
Pablo se va de las calles como llega, ausente de ideas, con la suerte de mirar que veletas imaginarias carecen de movimiento. Las leyes y las contra leyes, los jueces que son de la reacción y que juzgan militares. La republica en peligro que no tiene leyes para sus ciudadanos, las propias angustias de los colectivos trabados. Pero eso no es lo que le pasa a Pablo, a pie, recorre caminos varias, veces se topa con extranjeros extrañados. Con bellos individuos o feos, según el caleidoscopio que se use. Ellos son en parte esas otras personas que nos dicen que somos únicos en nuestra manera. Esta pretensión, que hace que pusiéramos a Dios a jugar al futbol. Por algo estamos como estamos, Argentina tiende a separarse, y a fundirse sólo por medio de sus luchas. Estar aquí es estar listo para resistir, sea del lado que sea al cambio. El progreso siempre es el exterminio, y la revolución el renacimiento.
Pablo sólo puede unir esas cosas con su vida, con número dos, y con el pelo color zanahoria, con sus experiencias a medio hacer. ¿Dónde estará su otra mitad sino en el eterno eco de las voces incompletas que apenas conoce? No pretende vivir otra cosa que lo que se escribe, y así fatalmente camina, una y otra vez sobre sus pasos. ¿Este es en parte su arte camaleónico? Lo es, su manera de no ser, su manera de estar, su manera no pelear como los otros, su manera de pasar de largo. Sin decir adiós, no teniendo preocupación por los titulares.                        

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica a “Las 21 leyes irrefutables de liderazgo” de John C. Maxwell.

II- 1-Ley de tope: La capacidad de la organización está determinada por la capacidad de líder. El líder reclama la gente con más habilidad, y estos reclutan a la gente con la misma capacidad. Suponer este punto como una mera formalidad plantea muchos problemas. La capacidad de un líder puede variar de un momento a otro con formidable rapidez. No es lo mismo un líder de grupos pequeños que uno de grupos grandes. No es lo mismo una mesa chica a una plaza pública. Muchas veces un líder sólo cuenta con el apoyo indeterminado de adeptos que no termina por conocer. Esto es la clave en el espacio público. La potencia de un líder por fuera de una organización se mide por parámetros diferentes. Muchas veces no es la admiración, o la camaradería lo que lleva al poder. Muchas veces es el temor y el respeto, otras una devoción que no tiene mucha relación con quien la genera. Un líder es líder de los suyos y de su contrario. Un líder tiene que forzar a tener un enemigo necesario. El liderazgo sino

Praxis política, organizaciones y democracia:

No hay que ser superficiales. La cuestión de la actividad política tiene que ver con el sistema político en el que se vive, es decir en la democracia de carne y hueso. Hoy en día, Argentina tiene una interesante mezcla de armados políticos. ¿Cómo se hace política? La respuesta es un justo equilibrio entre movilizaciones e instituciones. En este proceso debemos interpretar que la acción es la política es la que puede dinamizar a la sociedad. Transformar a la sociedad depende de la política, los límites de la sociedad a lo largo de la historia tienen que ver con las propias organizaciones políticas. No con una sino con todas. Es decir que a partir de la organización se implementan políticas, con ellas se pueden materializar gran parte de los objetivos que se proponen. Por esto el esfuerzo, el trabajo en la política existe. No existe de por sí una relación que no sea política en todos los procesos de producción de un país, o territorio cualquiera.                                      

General Motors y Waymo disputan el automovil inteligente.

Una parte de las apuestas del futuro inmediato del transporte de pasajeros a nivel mundial tiene que ver con el hecho de que las personas no tengan cada una su automóvil, a la vez una solución más particular que simplemente el uso de transporte público, trenes y colectivos. Estas dos razones sumadas a que el segmento autos es uno de los que más paga impulsan el desarrollo de autos que no necesiten chofer para desplazarse. Justamente porque baja los costos y la manera en que las personas se relacionan con sus coches queda claro que el cambio social será muy importante. Muchos hablan de una cuarta revolución industrial dentro de la share economy. Esto puede que tenga un sentido siendo vista en el largo plazo. Muchas innovaciones ocurrieron y ya muestran que una parte del mercado de autos y de aviones, como otros bienes se manejan por medio de leasing y de los préstamos. Ya no es el ahorro y el ingreso lo que mueve a los que pueden a tener su propio coche, sino que con gastos de capita