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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Nos habíamos divertido escribiendo obras de teatro:

Tal vez no lleguemos nunca a tener ese “don”, a qué me refiero con ese don. Bueno es complicado de explicar, tan complicado que tal vez nunca lo explique propiamente. Una parte de los malos escritores, de los de mierda. De los que pierden el tiempo en su escribir es ese, su no saber. Los que enervan a Duval, los que parecen mierda. Pero Duval no puede oler todo, Nietzsche no puede condenar hasta la gente que no lo ama porque no lo conoce. Sin caer en apostolados muy amigos de este tiempo quiero contar una mala experiencia. No es un robo ni violación ni asesinato, es la redacción de asquerosas y pésimas obras de teatro. Tal vez sean buenas, tan vez fuimos genios incomprendidos vadeados por el terrible romanticismo dudo un poco que sea así. ¿Importa acaso? No tiene que valer demasiado la pena. Lo que pasa es que el escribir es como el amor, pero no el amor en el amante experimentado sino en el cretino. Sí no queda otra forma de pensarlo. Sé que la hoguera es grande para que todos podamo

Maite:

Ya ha pasado demasiado tiempo, eso es lo bueno. El tiempo es algo tan vulgar pero tan útil que apenas podemos lidiar con él. Algunos personajes, profesores que vencen a la muerte, gente que chica sin olor. Gente especial vence al tiempo, no a la muerte, vence al tiempo y creo que parece que no se preocupa con él. Trata de llenarlo. Bien por ellos. ¿Qué más da? Para nosotros el tiempo es en parte, tal vez de forma ácida incluso la manera en que nos carcomemos el esófago. Seguramente cuando el mundo sea más impersonal cosa a la que vamos camino, mi viejo relato queda demasiado arbolado. Por eso a la manera más justa tendría que decir lo que todos sabíamos, tal vez más como una anécdota. Gran parte del atractivo de una persona es su exterior, nosotros los seres humanos somos así. Como no nos comunicamos sin palabras, no nos deslumbramos sin apariencias. Eso es genial, es lo primeramente genial del asunto. El consenso de eso es belleza, no objetiva pero si densa. Esa densa belleza que tod

The Trial (2)

II-           Hay algo que siempre me gustó y es la “injusticia”: “ Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo.”-Eva Perón. Fanáticos han sido todos. Fanáticos siempre, casi por fatalidad. Los soñadores de todas clases. Los que temen la mañana, los que no han apostado nunca. Los que cuando pierden inventan, los que quieren llegar cuando la pelea está terminada a esos les queda el sabor de creer que siempre saben algo. “Nuestro Mundo”, bella y sana utopía. ¡¿Qué divertida se me antoja esta creación?! Tal cual si no hubiera miseria en los perfectos morales, en los que nunca tiran ningún tiro, en los que nunca se equivocan. ¡Qué rápido escribiremos las lápidas! ¡Qué determinación tendremos! Escribir la “Historia” es escribir las lápidas. Obviamente que el ignorante soy yo. Y siempre creí  tener la razón, y qué bueno fue. Qué bueno tiene que ser, pensar así, qué feliz. Mientras tanto, exis

Ius Sanguinis:

Fascinados por un espíritu hedonístico la vida se pasa recortada. El pecado del egoísmo se acentúa con el tiempo. Lo particular se hace gigante, y las veredas se hacen finitas. Todas las existencias parecen estar regidas por principios mecánicos sin otra pena. A la vez somos como la basura, obvios, llenos de marcas, revueltos de adentro hacia fuera. Emanando aquello que no debería quedarnos bien. Una muerte imposible. La luz naranja, la comida llena de grasa, el ver a la cara sin otra cosa que decir. Creo que el mundo esta nadando en una especie de conversación. No hay pasado. No hay principio de causa. La idea de un teatro. Así dados a la caída, entregados en esta suerte de lo casual que hace que cuando se va de un lado para otro el tiempo importe poco. Feliz es no ver, feliz es no pensar y cuando el tiempo pasa ininterrumpidamente con relojes rotos. La vida es, y no se pasa. O quien sabe qué. El reverso de la melancolía es esa sensación casi de inmortalidad, cuando se está donde se

El lavaropas violador destroza un relato para cantar su canción:

“Cuando disfrutabas de buscar travestis, éramos los dos, los que tomando vino tinto con agua. Y vino blanco si ella, no esperábamos que se depilasen sino que por lo menos nos pagasen las cuentas”. Capitulo 1000 del 1: ¿Cuatro o cinco tragos?- a lo que se suma que hay un bar donde la peinan a fuera del baño. No se trata de una mujer pero sin muy blanca es su piel. Por eso, algunos esperan la parada del “ 975” y así le hacemos honor, orgasmo y suerte a Boris Vian. Un pibe que no es limitado con buena intención recoleta pobres canciones de amor. Lo desprecian le cambian el dial. La cocaína hace a la gente insoportable. Repetimos las cosas son aceite y esperamos que al final nos de un ataque al corazón. ¿Quién se iba a masturbar? La mujer con poco cabello así lo pretende, e increpa de maricón a los demás. La carita rosa pero la pija dura al tocar unas tetas. ¿No era la hora del Té? Sí lo era. Pero era también la historia de un lavarropas violador. Había un tal Ayala que en un ciclo l

Tinta:

¿Cuál es el riesgo cuando se hace literatura seria? Bueno hay dos, uno el primero, no estar suficientemente compungido. Por eso y en ese sentido; si esto es así, hay una fuerza que choca contra el lector que espera respuestas. No sabemos a qué, pero espera respuestas. Justamente oí una severa suerte de desazón sobre ese punto. La usaremos, “La literatura no sirve para la vida”, no puedo precisar a que altura de insomnio me dijeron estas tan repetidas palabras pero que eran deliciosas en ese momento porque uno siempre esta afectado por la circunstancias. Ahora, como una especie de digresión y espero no ofender, hay poco de calle a veces en lo que uno intenta escribir. Termina siendo la introspección en un monoambiente o un living, en un mundo convulsionado. Donde la luz eléctrica nos bendice y será San Edison el que nos libre de las tinieblas. El Bordeaux, es un gran color. Asistirse con el vino para la vida es bueno. Igual no lo considero, decadencia; no lo considero siquiera molestia.