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Froilán y Sotelo, Primera Cita

Froilán Sotelo y María de los Ángeles Escalera

Froilán camina tranquilo sin mirar más que el piso.

Froilán: Una baldosa floja, ¿Qué habrá ahí?
María de los Ángeles: Supongo que nada, o en su defecto un mundo paralelo.
Froilán: Puede ser, quizá haya un mundo paralelo debajo de esta baldosa y nunca nos hemos detenido a pensar en ello.
María de los Ángeles: Estaba siendo irónica.
Froilán: La ironía es algo que hay que aprovechar de una mujer, a veces puede desmantelar grandes verdades.
María de los Ángeles: Todo lo que dije fue en sentido figurado.
Froilán: ¿Está siendo usted irónica ahora también?
María de los Ángeles: Por supuesto que no.
Froilán: Porque quizá el sentido de lo figurado no esté debajo de esa baldosa, sino que tal vez allí abajo haya una gran literalidad.
María de los Ángeles: Claro, creo que he perdido todo el interés por usted, y recién esto es una primera cita.
Froilán: ¡Qué bien que estamos empezando! Me encanta su mirada astrológica de la realidad.
María de los Ángeles: Nunca fui astrológica, simplemente creo que me gustaría estar más lejos de usted de lo que está la tierra del sol.
Froilán: Eso no es astrología, es astronomía.
María de los Ángeles: Yo pensé que era gastronomía.
Froilán: ¿Qué es la gastronomía?
María de los Ángeles: Todo aquello que genera gastroenteritis.
Froilán: ¿Y la gastroenteritis qué es?
María de los Ángeles: Todo aquello que no tienen los gastrónomos.
Froilán: ¿Y quiénes son los gastrónomos?
María de los Ángeles: Los que estudiaron gastronomía creyendo que era astronomía y se recibieron.
Froilán: ¿Y la astronomía?
María de los Ángeles: Lo que alguna vez creímos que era la gastronomía.
Froilán: O sea, ¿La astronomía también también da gases?
María de los Ángeles: Sí, pero otro tipo de gases.
Froilán: Perdón, María, ¿Qué es un gas?
María de los Ángeles: La gastronomía.
Froilán: Si la gastronomía es un gas, ¿Cómo hace para generar otro tipo de gases?
María de los Ángeles: Se complementa con la astronomía.
Froilán: Pero la astronomía también es un gas…
María de los Ángeles: Bueno, para eso está la astrología: para explicarnos todo aquello que nadie racionalmente puede explicar.
Froilán: ¿La astrología es una conjunción de gases?
María de los Ángeles: No tan así, pero podríamos decir que es una vasectomía.
Froilán: ¿La astrología me impide tener hijos?
María de los Ángeles: No, pero tanta astrología nos hace olvidar que el pene y el sémen sirven para algo.
Froilán: Por supuesto, para reproducir a la especie.
María de los Ángeles: No, para seguir hablando de astrología.
Froilán: Disculpe, pero si esto es una proposición indecente, le replico que desde ya, acepto.
María de los Ángeles: No sé qué concepto tendrá usted de indecencia.
Froilán: Bueno, para mí la indecencia es… ¿Qué era la indecencia? Me he olvidado…
María de los Ángeles: La indecencia es el arte de lo burdo abrumadoramente excesivo.
Froilán: Yo creo que usted es una mujer muy fina.
María de los Ángeles: Y yo creo que usted es un gastroenterólogo.
Froilán: ¿Por qué?
María de los Ángeles: Porque aspiró por la nariz tanta gastroenteritis que ya creo que es experto en esos temas.
Froilán: Disculpe, tengo una confusión, ¿La gastroenteritis era producto de la gastronomía?
María de los Ángeles: Al revés, la gastronomía es producto de la gastroenteritis.
Froilán: Yo lo que aspiré por la nariz simplemente fue oxígeno…
María de los Ángeles: Con mucho dióxido de carbono.
Froilán: ¡Mire! ¡La baldosa se mueve!
María de los Ángeles: El mundo paralelo del que usted hablaba, tan oculto y tan presente.
Froilán: ¡La baldosa camina!
María de los Ángeles: Oh, el misticismo de la baldosa entrometiéndose otra vez en la ciencia de la estupidez.
Froilán: ¿Qué tal si luego de este descubrimiento, María, tenemos sexo?
María de los Ángeles: Prefiero tocarme los genitales pensando en un pastel de bodas.
Froilán: En mi casa todavía sobra un pastel que quedó de mi boda, ¿Quiere venir a verlo?
María de los Ángeles: ¿Está usted casado?
Froilán: ¡Oh, por supuesto que no! Sino no estaría saliendo con usted. Soy viudo, la maté a tiros ayer.
María de los Ángeles: ¿A tiros? ¿A quién?
Froilán: A mi mujer. Era muy fea la pobre.
María de los Ángeles: ¿Y por qué se casó con ella si era tan fea?
Froilán: Nunca le había visto la cara hasta que le levanté el velo de su rostro.
María de los Ángeles: ¿La conoció con el velo puesto?
Froilán: Sí.
María de los Ángeles: ¿Y nunca intentó sacárselo?
Froilán: Oh, no, eso hubiese sido una descortesía de mi parte.
María de los Ángeles: ¿Matarla a tiros no fue una descortesía?
Froilán: No, ella me habrá dado las gracias, con la cara destrozada a balazos era más linda.
María de los Ángeles: ¿Dónde la conoció?
Froilán: En otra boda, de un amigo.
María de los Ángeles: ¿Quién se casaba?
Froilán: La fea con mi mejor amigo.
María de los Ángeles: No entiendo.
Froilán: Mi amigo le levantó el velo del rostro a ella y se suicidó en el momento, delante de todos, dándose un balazo en la cabeza. Ella se fue corriendo, tiritando de miedo, sollozando y cuando se cruzó en mi camino la abracé. Dije al cura “Padre, cásenos”, como para no frustrar la boda. Nos acercamos al púlpito, y cuando dije que sí y ella también, le levanté el velo para besarla y cuando le vi la cara y me dí cuenta que era más fea que mordedura de caníbal, saqué el arma y en vez de pegarme un tiro, se los pegué todos a ella.
María de los Ángeles: ¿Y cómo tu amigo nunca se dio cuenta que ella era fea?
Froilán: Porque ella vivía en esa iglesia, y desde hacía años estaba tratando de casarse con alguien, esa ceremonia se estaba celebrando desde muchos años atrás, siempre surgía algún hombre falto de amor que se ofrecía para casarse con ella. Si yo no la mataba, quizá hoy seguirían tratando de casar a la fea. Cuando la maté todos me aplaudieron.
María de los Ángeles: ¡Qué hombre tan…
Froilán: ¿Valiente?
María de los Ángeles: No sé qué concepto tendrá usted de valentía, pero yo creo que matar a una fea, para algunos, puede ser un acto de justicia.
Froilán: ¿Y la justicia qué tiene que ver con la valentía?
María de los Ángeles: Que para ser justo hay que ser valiente.
Froilán: Y para ser valiente no hace falta ser justo.
María de los Ángeles: No sé, quizá.
Froilán: Esta baldosa habría que llevarla al Ministerio de Misterios Irresolutos.
María de los Ángeles: ¡Oh, no se lo recomiendo, la burocracia lo llevará al suicidio! El otro día llevé una rata con cara de ballena al Ministerio y me derivaron al Ministerio de Asuntos Animales. Una vez allí examinaron la rata y me trasladaron al Ministerio de Ratas Raras. Cuando llegué me dijeron que ésta no era una rata tan rara como para el Ministerio de Ratas Raras. Delegaron el trabajo a una empresa especializada en estudiar asuntos de poca importancia. Pero como la rata con cara de ballena era de menor importancia que la poca importancia que ellos estudian, tercerizaron el estudio de la rata con cara de ballena al Ministerio de Misterios Irresolutos. Y mi rata con cara de ballena quedó calificada como un misterio irresoluto, no tanto por su naturaleza extraña y su origen difícil de comprobar, sino porque al Ministerio de Misterios Irresolutos le envían aquellos casos que nadie tiene ganas de resolver, ni siquiera ellos mismos. Un gran círculo vicioso que me hizo entender porqué el Ministerio de Misterios Irresolutos se llama así.
Froilán: Oh, usted es demasiado escéptica.
María de los Ángeles: Aunque no me crea, también asistí al Ministerio de Escepticismo. Al llegar me derivaron a Asuntos Religiosos. Una vez allí me llevaron a Expertos en Dios. En ese lugar delegaron su trabajo a una empresa dedicada a la atención al cliente; ya sea para atender clientes con inquietudes sobre el kilo de papas que compraron, como para interiorizar en asuntos místicos a escépticas como yo. Una vez hecha toda la fila, me hicieron llenar un formulario. Me atendió un joven que me dijo: “Soy Rodolfo, ¿En qué lo puedo ayudar?”. Yo le expliqué mi inquietud al muchacho, pero él no era lo demasiado experto en conocimientos religiosos y terminó dándome una explicación empresarial sobre lo que quizá es Dios.
Froilán: ¿Y qué es Dios?
María de los Ángeles: Un administrador de empresas, con grandes conocimientos en Recursos Humanos.
Froilán: ¿Entonces tendré que privatizar el estudio de la baldosa?
María de los Ángeles: Oh, no se lo recomiendo, le van a cobrar muy caro para sólo darle la mitad de la información que ofrece esta valiosa baldosa.
Froilán: ¿Y qué me conviene hacer?
María de los Ángeles: Discutir con los de su talla qué hacer en estos casos, a pesar de la falta de medios para hacer algo útil.
Froilán: ¿Y la pistola servirá para algo?
María de los Ángeles: Sí, para destruir la baldosa.
Froilán (Pega tres tiros a la baldosa y la destruye): ¡Mujer sabia! ¡Ya no tengo de qué preocuparme!
María de los Ángeles: Eso es imposible, ahora no sufre por la baldosa pero pronto sufrirá por lo que hay debajo de ella.
Froilán: ¡El mundo paralelo!

Los protagonistas llevan pedazos de la baldosa al ministerio de misterios irresolutos, descubren que el mundo paralelo es aquella burocracia que los deriva de sector a sector. Uno de los que atiende el ministerio le dice a María de los Ángeles “Ah, usted, la de la rata con cara de ballena” y desaparece.

Los protagonistas llegan al ministerio de misterios irresolutos.

María de los Ángeles: ¡Por los pelos de la entrepierna de Palas Atenea! ¡Esto no es una burocracia, esto es una manada de automatas disconformes! ¡Véanlos! Hacen diez paros distintos y son nueve empleados.
Froilán: Extraña puede ser la vida de una baldosa después de la vida…
María de los Ángeles: ¿Entonces la baldosa murió?
Froilán: Ella, por lo menos no se dice viva. Lo cual me hace pensar muy a pesar, que haya dejado esta vida para ser algo distinto a una baldosa común o a una baldosa bonapartista que ayuda a que los burgueses pisen seguros por las calles.
María de los Ángeles: ¡Stop!
Froilán: ¿Qué pasa?
María de los Ángeles: Su nombre es poco cool, ¿Sabe? Por lo tanto ¡Por qué no se va un poco al carajo? Ahora se tiene que llamar Tiago…o Cuchu.
Froilán: Pero… ¡Mi nombre es mi identidad!
María de los Ángeles: No sea idiota, aquí hay otro mundo, aquí puede tener un nombre decente. Por lo menos finja ante este nuevo mundo que su nombre es Tiago.
Froilán: Pero eso es un error. Pensé que por lo menos iba a haber sexo.
María de los Ángeles: ¿Usted está seguro de lo que dice? ¿Usted quiere una mujer o una concha?
Froilán: ¿No es un poco indiscreto hablar estas cosas… (Observando despectivamente) ante esta gente?
María de los Ángeles: Por el Código Civil que no, que son autómatas y además están de paro, es decir, no se moverán.
Froilán: Yo busco sexo.
María de los Ángeles: Pero usted sabe que coger es de a dos. ¿No?
Froilán: Nunca estuve seguro pero asumo que según lo que entiendo es así.
María de los Ángeles: Sí, es así, usted debería además de pedir sexo… ofrecer sexo.
Froilán: Claro está, pero cuando pido sexo, no ofrezco sexo.
María de los Ángeles: Si así piensa como es el mundo está muy mal. Si me hubiese tenido que casar con usted, yo le metía el tiro, ¿me entiende?
Froilán: Pensé que sólo éramos los hombres los que debíamos rechazar.
María de los Ángeles: Usted cree que su poronga es un imán y que mi cabeza está imantada a su poronga. Pero esto es parte de esa manera absurda en la que usted se debe pajear cuando no coge. Vea la realidad. Míreme, no le estoy manoteando el bulto. ¿Entiende?
Froilán: Entiendo; ¿Entonces le meto un tiro?
María de los Ángeles: En su horóscopo su poronga le reclamaría que gracias a esto usted no la volvería a poner. ¿Sabe lo que pensaría cualquier mujer a la que le contase lo que me cuenta a mí? La verdad, le diría que usted es incapaz de cogerse a un hombre, a una mujer, a un feo o una fea. Piense mejor otra cosa.
Froilán: ¿Otra cosa?
María de los Ángeles: No sea infeliz, piense que mis pezones pueden ser capiteles de la suprema corte. No sea cuadrado. No lo sea.
Froilán: Pero… ¿Tiene que ver con algo?
María de los Ángeles: Sí tiene que ver. Usted no tiene nada más que chamuyo, y su chamuyo sobre gases tenía más olor que otra cosa.
Froilán: ¿A usted le gusta la poronga?
María de los Ángeles: Mire, repasemos, si le digo “quizás” ya con eso esté excluyendo lo que podría ser su poronga desastrosa. ¿Entiende?
Froilán: Cuesta entender, yo pensé que necesitaban que les dijeran las cosas así.
María de los Ángeles: Si yo no hubiese tratado con tantas porongas, tal vez se lo aceptaría. Pero sepa que no es el caso.
Froilán: Asi que yo soy el que no sabe gerenciar su poronga.
María de los Ángeles: Supongo que sí. Creo que es más, su flacidez, ahora que le digo planteos sobre la vida de la poronga, los dicute con menos gracia que sus planteos nihilistas. Sabe, yo trabajé en el dapartamento de Best Sellers. Veía estas cosas todo el tiempo.
Froilán: ¿En serio?
María de los Ángeles: Le juro que sí. Si usted se da cuenta. Su problema es muy común, usted cree que su poronga es algo distinto de usted. Si tuviese éxito seguido podría dominar a su poronga. Entienda, es su poronga y de nadie más, deben laburar juntos para beneficiarse ambos.
Froilán: Así que tengo que hablar con mi poronga.
María de los Ángeles: Por el amor del más grande empresario de recursos humanos del mundo (Dios), obvio que no. Haga un soliloquio en voz alta.
Froilán: Bueno, hola poronga, acá andamos, la mina esta nos dice que somos unos forros de mierda. Y que así vos no acabás nunca y yo acabo muerto. Así que ponete las pilas, nada de cuestionarme a mí. Yo soy el que mando, vos la adjunta en esta catedra de sexo.
Froilán: ¿Qué decis perejil? Yo te dí indentidad, cuando no sabías que hacer con tu vida te pajeabas, ¿entendes? Soy tu poronga, estás conmigo, no, yo no hablo, yo me meto en cualquier parte menos en una prensa o en un saca puntas. Cuando vos, acá, no dejas laburar a la madre de todas tus felicidades, vos sos el palo en la rueda.
María de los Ángeles: Que poronga discutidora, si usted tuviera más huevos, su poronga sería senadora.
Froilán: ¿Usted cree?
María de los Ángeles: Pero es muy claro, si su poronga sabe de algo es de no ponerse de acuerdo con alguien, su poronga negocia. Pero no debería porqué hacerlo. Pero se impone.
Froilán: O sea, que usted está más de acuerdo con mi poronga que conmigo.
María de los Ángeles: Por supuesto que sí, la poronga quedó menos en rídiculo que usted. Es hora de que se de cuenta. Lo penoso que es andar pensando en los dramas de su poronga cuando su poronga pide su derecho a trabajar. Esto es casi sindical. ¡Deje a su poronga trabajar!
Froilán: Es decir que yo, desde mi burguesía, retraso el progreso de mi poronga en la sociedad.
María de los Ángeles: Por supuesto que sí. Aprenda a saber que la poronga es algo complicado. Si usted es un burgués pero su poronga es proletaria, su poronga va estar en contradicción con usted. ¿Ve? Usted es uno de los miles que no conoce a su poronga y la explota de pura paja. ¿Cuándo se preocupó por su poronga? ¡Nunca! Sólo está feliz con la gerencia del cerebro, que demanda cantidades X de seratonina por cada eyaculacion que realiza. Imbécil.
Froilán: Así que yo tengo… ¿Una supravaloración de mi persona de acuerdo a mi potencial sexual?
María de los Ángeles: Por supuesto que sí. Mire, su poronga es la que genera aquella plusvalía de placer que usted va a vender en el mercado. O sea, tengo todo eso que usted quiere tener además de su eyaculación que ya tiene. Porque para eso, usted sabe, está la paja. ¿Entiende? La mujer es parte de su sexo, porque usted no es usted, sino que es usted y su poronga asociadas en una lucha productiva, donde yo cotizaré su desempeño premiando a usted y a su poronga. Menos mal que no me puse en pelotas.
Froilán: ¿Usted cree lo que dice o es para asustarme?
María de los Ángeles: No sea necio. A ver: mire, supongamos que usted y yo cogemos. Supongamos que usted es un ineficiente porque en sus relaciones de producción usted es incapaz que las fuerzas productivas entren en acción, yo me perjudico. Y yo no vengo a perder el tiempo aunque sea la primera cita. Espero que después de esta explicación, su sexo sea excelente o que se pegó un tiro en la cara, como usted hizo con la pobre mujer fea. Porque si usted es incapaz de cogerse una linda, una fea, una gorda, una santa, una psicopata… con qué derecho juzga que esa mujer fea no podría ser lo que usted merece. Usted se piensa superior. Usted no es dueño de nada, usted ha enajenado a su poronga en su función primaria que es coger. Su bonapartismo hace que su poronga, esté estresada, esperando encontrar una cavidad para saciarse.
Froilán: Usted con su vagina, ¿cómo se maneja?
María de los Ángeles: Bueno mire, acá la cosa es compensar buenas y malas gestiones. Hay días que reclama demasiado, por falta o por exceso, y así vamos buscando remarla. Por eso, hemos tenido mucho sexo, bueno, malo y regular. Aunque recurrimos a todas las estimulaciones pero nunca una explota a la otra, lo nuestro es una alianza en pos del placer.
Froilán: Me dice entonces que mientras usted esperaba todas mis disquiciones que revelaban los conflictos que tenía con mi poronga, usted, llevaba a cabo un balance de situación con su vagina. Esto es realmente un rasgo muy fuerte. Mucho carácter.
María de los Ángeles: Mire, como mucho le doy cinco minutos desde ahora, para que su mente piense que su poronga hace una cosa, usted otra… y trate de ser creativo. Sino deje que los tres, su poronga, mi vagina y yo la pasemos regular, pero tortúrese por su incopetencia. Porque como usted dijo desde el principio, yo ya estuve resuelta a coger porque me tienen harta todas las burocracias del sexo que existen acá, como existe burocracia para todo. Como para esta rata con cara de ballena o ballena con cara de rata.
Froilán: Así que yo me quedo afuera.
María de los Ángeles: Sí usted, y no sabe cuántos hombres se quedan afuera. Yo podría hacerle creer a usted que es un dios del sexo, y sin embargo su poronga está forzada a un pobre desempeño por usted. Le digo esto porque sé que usted pensó que era una mujer confundida que con juegos de palabras abriría las piernas.
Froilán: ¿Usted es feminista?
María de los Ángeles: Yo soy realista. Mire, se lo digo bien. Esta es la única vez que a un infeliz como a usted le van a dar el lujo de entender esto. Usted, tiene baja autoestima, entonces piensa que va coger por una eventualidad, ¡cuánto se equivoca! Usted piensa que el fatalismo de la sociedad le va a llenar el oído de gemidos de mujeres. Está muy errado, muy errado. Lo que va a pasar es que usted no la va a ver ni de colores. Sépalo, usted tiene que producir placer para tratar de recibirlo. Entienda, es el capitalismo, es el capitalismo sexual.
Froilán: Entonces si yo no invierto en mi propio sexo, éste no se multiplica.
María de los Ángeles: ¿Usted conoce capital que se multiplique sin inversión?
Froilán: Bueno, no sé, no sé qué decir.
María de los Ángeles: Basta de excusas que matan la pasión.
Froilán: Un momento, ¿Voy a poder coger?
María de los Ángeles: Eso era obvio desde la primera línea que hablamos.
Froilán: Es decir que usted se iba a aprovechar de mi poronga sin que yo me aprovechase de ella.
María de los Ángeles: Por supuesto que sí. Esto es parte de la manipulación de la sociedad. Pero no le echo la culpa. Usted intentó lo mismo conmigo, pensó que era muy mansa, que iba a dejarme coger así como así, como si fuese una muñeca inflable. Pero quise decirle que esto lo tenía fácil gracias a mí, por más que terminemos haciéndolo acá, en medio de esta oficina… burocratica.
Froilán: ¡La puta madre! Tantos libros al pedo. Tanta vida al pedo, siempre la vida nos escupe en la cara, al que no sabe porque no sabe y no sabiendo la vida pasa. Pensando que no entiendo su vida, es sencilla y además siempre muerde las mismas piedras, y yo un nihilista, apenas pude con mi poronga para que por beneficencia, después de haber matado a un bagallo, una mina con un sentido del consumo atroz me expropie la poronga.
María de los Ángeles: Entienda, querido amigo, usted es uno más. Como yo soy una más. Si no esto no sería coger, ¿entiende? Hay que ser realistas, las pajas platónicas se las deja a las personas púberes. Hágame el favor, las cosas salen mal porque ahora he visto cómo ha hecho una catársis desde el pene hasta su corteza cerebral, lo dejaré ir, váyase. En paz.
Froilán: El perdón de una mujer hacia una vida de maltrato hacia mi poronga, redención, gran rendención, luz, magnificiencia, postmodernismo, soy un sujeto atravesado por una dialéctica del vacío que ha salido del existencialismo para asumir que no me puedo levantar ni a la mañana, ni a la noche, ni nunca. Podría ser este destino más cruel, si entonces, me hubiese arrancado el autoestima, después del acto. Terrible hubiese sido porque mis lágrimas hubiesen caído sobre mi propia poronga, malograda y explotada. Pero he apendido, lo sé.
María de los Ángeles: Mire que será idiota.
Froilán: Me siento como un monje, mi poronga y yo debemos ser otros. Es así.
María de los Ángeles: Primero, deje la maldita baldosa esa.

Froilán deja la baldosa.

Froilán: Sepa que esto es una revelación en un mundo de mundos paralelos.
María de los Ángeles: Así tiene que ser, ¡A ver si abandona el concepto de cita, y empieza a pensar que esto también es una responsabilidad social, una responsabilidad corporativa!
Froilán: Sin duda que debería creerlo. Pero estas diferecias que usted ha planteado son muy interesantes. Porque siempre se puede ver cómo el hombre a lo largo de la historia busca maneras de dominación. Y entre ellas, una que se ha mantenido siempre oculta es quién tiene la manija o la poronga, cuando en realidad, ya estaríamos viendo una serie de enajenaciones sucesivas sobre esta que modifica la superestructura. Pero me puse demasiado intelectual. ¿Usted tiene una hermana?
María de los Ángeles: Sí, una Monja.
Froilán: ¿Pero es muy mojigata o se dedica al culto del más grande empresario en recursos humanos?
María de los Ángeles: La historia es más simple y por eso peor, ella es más bien un jamón y por eso le decimos monja.
Froilán: Su hermana es un jamón.
María de los Ángeles: Sí.
Froilán: ¿Muy crudo y español?
María de los Ángeles: Muy crudo y español, satisface a los burgueses con grasa y seducción.
Froilán: Pensé que era una persona.
María de los Ángeles: Es una persona en realidad,  por eso es mi hermana.
Froilán: Pensé que entendía estos juegos de palabras.
María de los Ángeles: Yo tampoco los entendía pero lo importante, es que a ella, si a ella le decían jamón es porque los hombres siempre le mordían la cara interna de los muslos. De esa manera, sus muslos parecían jamones sangrantes y mordisqueados a medio terminar.
Frolián: ¡Revelación!
María de los Ángeles: Fotografía. Dése cuenta que esto no es más que fotografía, pura y llana fotografía. No tengo otra idea que decirle. Mire, mejor, mejor, ponga su remonga en remojo.
Froilán: ¿Para qué?
María de los Ángeles: ¿No vio que el refrán dice que cuando a alguien le van a cortar la barba su vecino debe poner a remojar la suya?
Froilán: Lo sé y es bien sabido.
María de los Ángeles: Entonces sepa, que usted como siga así le van a cortar la poronga. O una especie de Circe, le va achicar la poronga tanto que nadie va creer que usted alguna vez la tuvo.
Froilán: ¿Usted es bruja?
María de los Ángeles: Yo estudié letras, ya le dije.
Froilán: Pero nunca entendía, pensé que como mínimo era socióloga o antropóloga. Por todo lo que dice y hace decir, ha hecho después de todo hablar a las porongas. Casi como unos de esos flautistas que manejan cobras.
María de los Ángeles: Ese es un prodigio menor. Mire, en la tienda, Dante de desgracias post religiosas, se vende la cabeza sedienta que muchos perversos la usan de la peor manera.
Froilán: ¿De qué demonios habla?
María de los Ángeles: No se haga el idiota, ¿Vio el puerto? Bueno, si sigue las vías del ferrocarril está el callejón locura, donde se fuma mucha sustancia. Pero allí no sólo se vende droga, se vende además cosas muy originales.
Froilán: Me pregunto sólo para qué es la cabeza sedienta.
María de los Ángeles: Le aviso que no es un glande. Es decir, no se ilusione con alguna fantasía fálica delirante. Esto es serio, usted mató a una baldosa, usted es un epistemólogo y tiene un conflicto de clases entre su poronga y usted. Yo creo que debería medir sus palabras. Si es que tiene alguna regla para ellas.
Froilán: ¡Caca!
María de los Ángeles: Mire, la pasión por la mierda. No lo va a salvar. Esto es serio, las cosas que se explican acá son parte de este mundo que parece paralelo pero que es muy real, porque un mundo paralelo no contradice al mundo real,  sino que lo acompaña, como una melodía, como una melodía armónica.
Froilán: ¡Cuántos conocimientos atroces y terribles!

En ese momento un automata salió a decir que la Baldosa era una especie protegida y todos guardaron silencio.

(Silencio)

El automáta se tira un pedo.

Froilán: Comprar una mujer es algo que nadie debe dejar de hacer, bah, sólo las mujeres heterosexuales.
María de los Ángeles: Ése es el problema, pensar en esos términos de heterosexualidad. Busque otro método para pensar. Deje de instaurar esa temática heterosexual, para poder lograr finalmente pensar en un mundo más puto.
Froilán: Yo no entiendo.
María de los Ángeles: Hay que instalar un mecanismo en el cual sea obligatorio ser homosexual, de esta manera todo sería más justo.
Froilán: No me venga con pavadas. Yo propongo embarazo obligatorio para todas las mujeres mayores de 15 años y así estimular la fertilización in vitro para lograr poblar de manera más rápida el país. Toda mujer que no cumpla la ley, será secuestrada, violada hasta quedar embarazada.
María de los Ángeles: No sólo es un misógino, creo también que usted es un misántropo.
Froilán: Deje de rebajarme, ya he hablado con mi poronga, he hecho todos los rebajamientos posibles para poder penetrarle mi chota en su vagina. Y sólo he recibido con vehemencia beligerante insultos e incluso pensamientos tan intelectuales que siento que mi poronga no puede resolver tal enigma.
María de los Ángeles: Usted tiene pensamientos dictatoriales que son impartidos y articulados desde su poronga. No se olvide que todas las porongas son fascistas, ninguna es igual ante la ley.
Froilán: Algunas son más iguales que otras ante la ley, por eso es interesante que todas las mujeres se embaracen, para coger más, para satisfacernos más, para coger en la calle, en la plaza, en el auto, en fin… ¡En la vía pública! Pero para lograr todo aquello necesito toda una aparatología indispensable… muchas porongas. No sólo eso, lo bueno de mi ley es que favorecería a muchos laboratorios. Además la edad de imputabilidad por cogerse a una menor bajaría. Piénselo bien. El horario de protección al menor sería pervertido por nuestras costumbres y el sexo estaría menos inmoralizado.
María de los Ángeles: El problema suyo es que no puede dejar de escatologizar el acto sexual. Quiere no sólo sexo, también caca, caca y flujos intestinales en el acto sexual.
Froilán: No le entiendo, ¿Yo escatológico? Ayer cagué el sorete más grande que ningún hombre en la historia de la humanidad haya visto y nadie dijo eso de mí. No se lo hice comer a nadie y sin embargo pienso utilizarlo como el principal símbolo y bastión de mi dictadura antipopular, a favor de grandes litros de eyaculación. Y otro decreto será prohibir los anticonceptivos para tener a la Iglesia a mi favor.
María de los Ángeles: ¿Y qué hizo usted con el sorete?
Froilán: Lo agarré, lo puse en una olla y lo puse en la heladera. Pienso mostrarlo por televisión y hacerme famoso por haber cagado el sorete más grande de la historia, luego postularme para presidente o como dictador y gracias a los medios de comunicación, la publicidad, y mediante un gran fraude, ganar las elecciones. Y si eso no se puede hacer… buscaré oligarcas con ametralladoras.
Autómata: Disculpen, queridos clientes, que insista, pero deben retirarse, estamos estudiando la baldosa y ahora, en este mismísimo instante están expuestos a grandes niveles de radioactividad, pueden quedar infértiles e impotentes.
Froilán: Esto es una dictadura burocrática. Prefiero una dictadura sexual, es más eficiente a la hora de los trámites.
María de los Ángeles: Creo que fue un error haberle hablado a usted de su poronga y de su obsoleta forma de ver la vida sexual de los seres humanos, he creado un monstruo.
Autómata: Deben retirarse y volver en cinco años, ese día tendremos todos los resultados.
María de los Ángeles: ¿Por qué tanto tiempo?
Autómata: Debemos llevarle al camarada Stalin la baldosa para que la revise. Él se encuentra en los confines de un mundo sub-sub-sub-subterráneo. O sea, está todavía más abajo que el infierno. Lleva tiempo entregarle a nuestro líder una baldosa que parece ser la huella de un mundo paralelo que ha entrado en revolución. Son los primeros rastros de la rebelión, del hipotético mundo paralelo, que han llegado a este mundo: el mundo real. Y ustedes, enviados por vaya a saber quién, de vaya a saberse dónde, nos han traído hasta aquí estos hallazgos de aquel mundo paralelo.
María de los Ángeles: O sea, que tanto paralelismo también nos muestra que entre los mundos también hay burocracia, es infinitamente burocrática la relación que tienen los mundos entre sí.
Froilán: Hay que imponer una dictadura en donde todos los humanos de la tierra sean paralíticos, allí se acabará la burocracia. Que al nacer les corten o les inmovilicen las piernas a todos. Todo esto para favorecer a una fábrica de sillas de ruedas, la que finalmente salvará la industria nacional. Lo tengo todo pensado, yo seré el líder, el único que caminará, todos me adorarán por esa razón. Cuando esté por morir buscaré un heredero al que no le inmovilizaré las piernas y todos creerán que es mi reencarnación y así el reinado continuará milenios.
María de los Ángeles: Cada hora que pasa usted me parece más revulsivo. Yo creía que quizá una ventanita hacia el sexo podría abrirle, pero ahora que escucho lo que dice creo que es imposible.
Froilán: Usted no tenga escalosfríos. Hasta creo que si en el mundo existe el cáncer es porque conviene. Mientras algunos mueren rápido, otros disfrutan de la plata que gastan los enfermos en medicamentos. No sirve curar a esos enfermos, son grandes dadores de dinero.
Autómata: El camarada Stalin los recibirá en cinco años a esta hora. Les pido que sean puntuales.
Froilán: ¿Y más abajo de Stalin qué hay?
Autómata: Bueno, muchas cosas, un gran supermercado, con góndolas infinitas, el sueño de todo capitalista con hambre y plata.
María de los Ángeles: Disculpe, ¿Usted no era un autómata?
Autómata: Sólo en horas laborales.
María de los Ángeles: ¿Y ahora qué está haciendo?
Autómata: Horas extras.
Froilán: ¿Cuántas?
Autómata: Dieciséis.
María de los Ángeles: ¿Cuántas horas trabaja?
Autómata: Ocho.
María de los Ángeles: ¿Y cuándo duerme?
Autómata: Ah, duermo mucho, muy bien.
Froilán: ¿Los días cuántas horas tienen?
Autómata: Los días tienen treinta y dos horas. Se ha agrandado la franja horaria del día para optimizar nuestro trabajo.
Froilán: ¿Y Stalin qué tiene que ver con todo esto?
Autómata: No se preocupe, no es el verdadero Stalin. Le dicen así porque su apellido es Stallone y como él se considera comunista, buscamos una derivación y lo más parecido fue Stalin.
Froilán: ¿Era actor su líder?
Autómata: Sí, trabajó en algunas películas. Ahora está un poco gordo. Les pido que se vayan.

Se van por unas escaleras pero se pierden. Ingresan en un tunel cilíndrico vertical que los lleva hacia arriba, suben mediante escaleras de espiral.

María de los Ángeles: Yo no sé si a usted le ha agarrado un ataque de fachismo o definitivamente ha mostrado la hilacha.

Llegan a un lugar donde hay un sillón, un sofá y una cama. Pero está dividido en cuartos de secuencias demenciales en donde cada uno de los implicados puede elegir si ver o no, según lo que desea, lo que hacen los otros. Esto lejos de ser el cielo es el limbo de la clase metafísica dominante, una especie de divina comedia negra. Como un vómito lleno de sangre.

Froilán: Puedo decirle, señora, que podríamos estar hablando de tantas cosas. El ano por ejemplo, esa máquina de cortar soretes, metáfora del mundo económico, es una epopeya brutal de cómo el humano siente placer en arruinar a sus semejantes.
María de los Ángeles: Acá hay que hacer mucho, si Lenin por lo menos hubiese podido ser Dios… pero no pudo serlo. La ideología dominante no es más que eso, la cantidad de mierda que se vierte por las orejas de los oyentes. Huele a religión pero ni siquiera a religión consentida, sino a la violación de las conciencias con la noción de pecado. Entonces usted si saca su pene afuera naturalmente se excita, se siente necesitado de demostrar su poder. Si su pene estuviese así flácido en medio de la intemperie, estaría en la soberana inocencia. Si usted cree que esto es imposible pruebe por la negativa.
Froilán: ¿Cuál negativa? ¡Déjeme con eso! Yo pienso que abriéndole las piernas y violándola brutalmente usted podría entender las razones “políticas” que le expongo. ¿No cree? No crea, no crea. Yo quiero que usted se ahogue, pero no por el hecho de que mi pene sea grande o pequeño sino por el hecho de conmocionarse de la regularidad de sus acciones, de su falta de necesidad de hacerlas. No piense que este garche será bueno, está demasiado pautado, demasiado explicitado. Este placer por no decir nada, esta manera de cuestionarlo todo, será maravilloso. Mis pelotas sentirán que vuelan como si estuviesen envueltas en billetes de cien doláres. Pero no se fije.
María de los Ángeles: Disfrute de pensar que con mis uñas no le arrancaría las pelotas, esto es la anti academia. El sentimiento de lo Gore…  (Se queda pensativa, prosigue) Sólo por iconoclasta… (Sonríe perversamente) Le arrancaría las pelotas para masticarlas, disfrutando del sabor de la sangre y del semen como si su vida (no la mía) dependiese de mi piedad. Pero sepa en ese momento que usted me podría haber violado pero yo lo habré castrado.
Froilán: Está dispuesta a todo para reducir mis posiciones. Para atarme a un esquema, yo sólo veo caos. Veo su cara, golpeada por una barra de acero y usted, cae, una y otra vez cae. Con un aspecto cada vez menos humano. Pero entienda, querida, que esto es tan brutal que incluso a mí me parece una verdad revelada.
María de los Ángeles: Por favor, por el amor de todos los pelos de mis piernas. Su manera de limitar a otros hombres, es la manera en que usted efectivamente se ve cornudo. Es como si una yegua cualquiera le arrancase los labios y las tetas a todas las mujeres y se consagrase la modelo por antonomasia. Lo que a usted le pasa, es que cuando bombea no se realiza, deje de pensar que su paja y usted están en contradicción. Objetívese más en ese acto de garchar, sino seguiremos en las riendas del mundo del pecado. Donde en realidad, la gente por querer tener la propiedad, el deseo de obtener todo beneficio unido, termina siempre insatisfecho.
Froilán: Demasiada filosofía. Imagine un mundo común. ¿Qué ve en él? O qué vemos aquí sino mesas, sofás y camas.
María de los Ángeles: Intimidad, apenas intimidad.
Frolilán: ¡Por Salvador Dalí! Imagine un lápiz de labios para las vaginas, en este caso, los que creen que cogen de manera extrema, los que se meten celulares, botellas, incluso cigarrillos usados en sus orificios entrarían en una obviedad que los enloquecería.
María de los Ángeles: Creo que usted se jacta, se jacta y apenas lo logra. Mire de una vez, esto es un interior burgués y una casita resume las acciones del burgués; aparte de la nutrición, la ociosidad y la reproducción.
Froilán: ¿Pero alguien tendría la valentía de decirlo?
María de los Ángeles: Sí, yo, y se lo afirmo. Entienda, mientras muchos se animan a destruir a los otros, a hacerse mierda en nombres de etnias y esas cosas para conseguir una moneda, nuestra ambición es grande, vamos por el carnero. Sépalo.
Froilán: Pero este pasillo es interminable y todos son iguales. Todos son iguales. Todos, cada uno de ellos es igual al resto, por lo que se entiende que son las mismas funciones, y las variaciones morfológicas son muy abundantes. ¿Entiende?
María de los Ángeles: Entremos a uno de ellos. Entremos a uno de ellos mientras los demás; los escandalizados, los imbéciles y los puristas reclaman la injusticia. Por favor trate de pensar, e incluso cuando sienta que la punta de su poronga lo traiciona o que no puede hacer otra cosa que eyacular, bueno… autodomínese, estamos yendo demasiado lejos para fracasar.
Froilán: ¿Cómo?
María de los Ángeles: Nada. Nada de nada.
Froilán: Tres nada y ninguna flor.
María de los Ángeles: Mire, usted en el fondo cree que lo Hardcore ha hecho algo por usted por encima de lo Softcore y al fin, podría editar su orgía.
Froilán: ¿Una orgía? ¿Qué carajo es hardcore, softcore, software? No me venga con términos sacados de la boca de Bill Gates.
María de los Ángeles: Sí, una orgía. Usted es facho, necio y encima cree ser antiimperialista. ¡Qué manera tiene usted de ver la socialidad a pleno; pijas, conchas, homosexuales, bisexuales y heterosexuales, unidos en alguna terminal, humanos encadenados! Unidos en una forma general imperceptiblemente violenta.
Froilán: ¿Violenta?
María de los Ángeles: Sí. Hagamos la prueba correspondiente. Primero: la gula o el ansia de ganacia; ¿Mierda o pasta para cenar?
Froilán: Pasta.
María de los Ángeles: Seguramente que duda, vuelvo a preguntar ¿Mierda o Pasta?
Froilán: Pasta.
María de los Ángeles: Creo que aún debo preguntar nuevamente porque algo me induce a pensar que tal vez su moralidad interfiere con su deseo. ¿Pasta o Mierda?
Froilán: Pasta.
María de los Ángeles: Asumo entonces que usted, de manera libre, ama la pasta y detesta la mierda, o por lo menos asume la convención de que la pasta es deseable y que la mierda es aborrecible.
Froilán: ¿Usted se cree Platón?
María de los Ángeles: No podría contestárselo.
Froilán: Por fin un acuerdo.

En una mesa negra que está allí se encuentra una gran cantidad de pasta, que en abundancia puede ser asqueante.

María de los Ángeles: Podría empezar, ¿No cree?

Froilán se dirige vorazmente hacia aquella comida.

María de los Ángeles: No quiero importunarlo, tiene todo el tiempo del mundo, así que vea si se puede apurar más y más, ¡vamos cerdo, inmundo! ¡ser humano asqueroso, objeto reversible, siga comiendo, coma y coma más, más que nunca! ¡Coma a la fuerza, si no puede pero quiere, insista! ¡yo con mi manos no lo ahogaré de pasta! ¡Usted lo hará por sus propios medios!

Froilán sigue comiendo pero en un momento se tira contra el espaldo de la silla y cae. Por suerte hay una almohada.

María de los Ángeles: Hemos sabido conocer. Hemos pretendido decir que reconocemos, y hemos podido confirmar como usted casi muere ante un plato de pasta y no uno de mierda. Cuando cualquier hijo de mortal hubiese dicho y creído todo lo contrario. Porque si a usted le hubiesen dado un plato con mierda, usted no lo hubiera siquiera probado. Por eso, y sólo por eso, entiende que el dinero es la única cosa que usted puede usar para hacerse daño a usted y a los demás, pero nadie jamás, siendo incapaz de rechazarlo, pensaría que el dinero es malo. Porque el dinero no es malo, no es malo porque no implica nada, son los cerdos como usted los que hacen de la vida una mierda.
Froilán: No puedo creer lo que oigo. Es más, podría decir lo contrario, somos todos, incluidos usted y yo, los que hacemos de la vida una gran mierda, además cabamos un poco en esta fosa de lo que se dice “naturaleza humana”. Lo peor, los más intelectuales justifican los excesos por fatalidad.  (Pensativo) Si usted hubiese comido esa mierda, si la hubiese besado después… ¿No le hubiese repugnado? Ese sabor a mierda en mis encías. Es distinto y díficil pensar. Estamos todos entintados en la lógica del dinero. Desde el primero al último sin excepción.
María de los Ángeles: Pero… ¿Usted volvería a comer?
Froilán (Indiferente): Comería con gusto, sépalo bien. Esto es para los que fuimos hechos para consumir. Lo peor de nuestras risas es que ríen de lo imperfecto, de lo débil, de lo lánguido. Nos jactamos, la hipocresía nos hace babear. Nos hace jactarnos. Nos hace sentir mejor.
María de los Ángeles: Usted odia a esta sociedad, a estos burócratas, a esa baldosa, a ese Stalin subterráneo. Usted no quiere ley.
Froilán: La ley es imposible, si usted en el fondo se debate entre los fideos o la mierda, la ley es imposible. Piense. Piense de una puta vez. ¡Todo es sueño, esto es un sueño que me amenaza con desgarrarme el estómago! Es el nihilismo televisivo, es estar condenados a pasar. Pero es evitar el circo y sus luces. Es humillarse y dejar que el humano no sea.
María de los Ángeles: Lo peor… jamás copularemos como al principio.
Froilán: ¿Copulamos? A la especie no le importa esto. Hay que dejar de lado las instituciones, usted sabe. Hay un poco de escarnio y toda una clase de pobrezas. Una clase de necesidades, cada día más justas. Sin preguntar la vida pasa, pero molestando usted no hace nada. Finja el acuerdo, ábrase al diálogo.
María de los Ángeles: Hablemos menos de nosotros, y entonces callemos.
Froilán: Menos confusión al final, y hasta… carencia de liturgias.
María de los Ángeles: ¿No le excita la liturgia?
Froilán: Siempre, porque habla de prohibición. Y si habla de prohibición tiene que hablar de Tabú.
María de los Ángeles: ¿Cúal es la mejor cópula?
Froilán: En nuestra sociedad la que no respeta las clases, la que se pedorrea. ¿No es obvio?
María de los Ángeles: Nada es obvio entre nosotros. La condena sí pero viene desde afuera. La muerte y las imbecilidades, la obsesión por no estar más es la fuerza matriz. Ponga una religión al principio, quítele un final y no será religión. Será algo bizarro, una especie de collage imaginario y absurdo.
Froilán: ¿Qué acalla a los nervios?
María de los Ángeles: La satisfacción, sólo la satisfacción.
Froilán: ¿Qué haremos con ella?
María de los Ángeles: Nada, absolutamente nada, como usted no hace nada en su dialogo con su poronga. Sépalo de una vez. Entiéndalo de una vez. ¿Por qué seguir? ¿Vale la pena?
Froilán: Si hemos hablado de ellos, los nervios, era para excusarnos, cuántas veces no hemos supuesto libertad en la convención. La gente se hace demasiadas preguntas para ser feliz. Porque la felicidad tiene que venir con culpa, ser pasajera y nunca concretarse. Por eso se llama Estado como si no fuera un estado de la conciencia decir que se está vivo o que se tiene que morir. Mientras que las cadenas de las costumbres nos atan casi en nombre de la necesidad y no de la libertad. Lo demás sigue su curso sin temor. El híbrido es suficientemente fuerte.
María de los Ángeles: No me doy cuenta cómo llegamos hasta aquí. Pero sé que aquí hay poco de la burguesía. Esa molestia, esa irritación genital. Porque todo lo que es usado en su contra está a su favor y a fuerza de esto nunca terminamos de estar correctos. Triunfar es congraciarse con el régimen y no destruirlo.
Froilán: Sospeche que estamos enfermos, no se trata de irracionalidad. Sino de convenciones absurdas. Sediciosos, a sus orgasmos, María, los llamarán sediciosos, incluso si los inventa. Pero sepa que cuando triunfamos nosotros, ellos pierden. ¡Patria! Cuando son medallas, ¡Familia! Cuando son castraciones y ¡Propiedad! Cuando son orgullos de pobres ajenos. El cielo de ellos es un banco, el nuestro el de la fosa común. Somos la mierda, la mierda de la burguesía.
María de los Ángeles: Estas cosas tan retorcidas que dice cómo me excitan, usted debería ser más seguidor de Sade.
Froilán: Se hace lo que se puede, todos los libros no pueden pasar por las manos de los psiquiatras.
María de los Ángeles: ¿Cree usted que le arruinamos el picnic a Freud?
Froilán: Es casi seguro que sí.
María de los Ángeles: Usted cree que lo arruiné.
Froilán: No creo, no hay granadas en sus tetas. No creo que pueda reventar, las palabras no hacen nada.
María de los Ángeles: ¿Usted quisiera morir en medio de unas tetas con granadas?
Froilán: Quisiera que justamente eso, mi lóbulo frontal llegase a la pared blanca. Porque usted, sabe… somos la marea roja, llena de sangre. Resentidos, en el tiempo y en el espacio.
María de los Ángeles: No seremos esnobs.
Froilán: Por supuesto que sí, el costumbrismo débil es parte de lo que se llama “media”, usted está hecha para que se la meta un ser que no entiende la diferencia entre una lata y usted. Manga de locos. Pero sepa que usted no ha comido nada. ¿Se le fue el hambre?
María de los Ángeles: Nunca tuve.
Froilán: Casi me asusta.
María de los Ángeles: Debería usted pasar al sillón, a ver si encontramos algo. Quizá encontremos algo para tomar, tal vez alguna que otra botella de vino abierta.
Froilán: La intoxicación del cerebro produce genios, mediums, y toda esta serie de parafernalias.
María de los Ángeles: No son así los postmodernos pobres, no patinan sobre pisos meados.
Froilán: ¿Sabe? Un día un sabio se rompió el labio contra el borde del inodoro y no por eso fue menos sabio. Porque al final sin apenas ver, vomitó adentro de la urna. No sea maligna. La paz está en no pensar en existir. Ser puede ser justamente una basura. Un collage. Peligro, un poco de comedia.
María de los Ángeles: ¿Pero quiere vino?
Froilán: Todo el que se pueda conseguir.
María de los Ángeles- ¿Y si vomita?
Froilán: No será sobre usted. No se preocupe.
María de los Ángeles: Somos un poco asqueantes.
Froilán: Seguro que sí, a usted le cuesta pensar que el absurdo nos conmueve. Somos hijos de la tecnología. ¿No le pica algo, algo por la espalda?
Maria de los Ángeles: Sí, pero no sé que es.
Froilán: No se preocupe, es un nido de arañas, todas jovenes arañas que caminan por su espalda.
María de los Ángeles: Un horror, ¿Qué es esto de las arañas? Alucina. Mírelas, ahora bajan por mis tobillos, recorren mi cuerpo.
Froilán: ¡Ni que decirlo! Y llega la más grande a su cabeza. No creo que sea sano. Quítese la ropa. Pero cuidado con las arañas.

María de los Ángeles se quita la ropa llena de arañas.

María de los Ángeles: ¿De dónde mierda salieron estas arañas?
Froilán: De los fideos, mujer, de los fideos. ¿O no? Se da cuenta. Dése cuenta de una vez. De una puta vez. Dése cuenta.
María de los Ángeles: Usted es un machista, me toma de imbécil.
Froilán: Soy algo peor que un machista, soy un hombre con errores, errores que no se pueden cambiar.
María de los Ángeles: ¿Y el infierno?
Froilán: El infierno lo hubiese tenido usted en el caso de tener todas esas arañas entre las piernas. Sépalo apreciar. Sépalo tener en cuenta.
María de los Ángeles: Usted se desespera.
Froilán: No, ya no más. Quise tres caras y la Luna pero nunca tuve nada de eso.
María de los Ángeles: ¿Pero las caras?
Froilán: Se fueron hace tiempo.
María de los Ángeles: ¿Y la luna?
Froilán: Sigue impasible en su lugar.
María de los Ángeles: Yo creo que…
Froilán: ¡Perdón! La iterrumpo. ¿Sabe lo que falta acá? Olor a marihuana. Fume o no fume, siempre es halagador el olor a marihuana. Es como un “Buenos Días”.
María de los Ángeles: ¿Usted cree que la marihuana pueda ser un delito?
Froilán: No puedo entender cómo las convenciones banales no lo son. ¿Cómo podría entender si un consumo es un delito?
María de los Ángeles: ¿Estamos por fumar?
Froilán: Estamos fumados… no quiero que la marihuana sea como el celular, fume pero no para exihibirse, fume por fumar, fume porque sí. Fume sin motivo, fume cuando quiera, pero no se desespere. ¿Entiende? No siga al comercio en esta lucha. Sólo se trata de quemar.
María de los Ángeles: De quemar, ¿De quemar qúe?
Froilán: De quemar los años.
María de los Ángeles: ¿Podría ser más amable con el dicho?
Froilán: No, sin duda que no. No me quiero comprometer ni con el sexo ni con la marihuana ni con la libertad. Usted es libre si quiere, si coge o si no coge, si fuma o si no fuma. Pero es libre porque decide, o porque busca decidir. No pida otra cosa, predestinación es cosa de la burguesía, igualdad cuando se apela a los derechos termina por ser lo mismo… que desigualdad cuando no se apela al recuerdo de los mismos.
María de los Ángeles: ¿Y con las arañas? ¿Qué hago con las arañas?
Frolián: ¡Fúmeselas!.
María de los Ángeles: ¿Valdrá la pena?
Froilán: Puede que si.
María de los Ángeles: Creo que usted me toma por idiota.
Froilán: Es probable.
María de los Ángeles: ¿Por qué me falta el respeto?
Froilán: No le falto el respeto. Sólo le recuerdo que yo también soy idiota, no puedo evitarlo.
María de los Ángeles: Entonces su chamuyo, ¿cuál es?
Frolián: El no tener chamuyo. Parece que deseamos un sexo que nunca termina por venir. Pero haga el favor, y fumemos esas arañas.
María de los Ángeles: ¿Tiene usted papel?
Froilán: Para fumar cosas raras siempre hay papel.
María de los Ángeles: Ni piense que estoy diciendo algo que me vaya a cambiar la vida.
Froilán (Reflexivo): En el fondo nadie puede cambiar de vida.
María de los Ángeles: ¿Cuando llegue a la cama qué va hacer?
Froilán: Tal vez duerma.
María de los Ángeles: ¿Y yo?
Froilán: ¿Usted? Usted puede hacer lo que quiera…

En ese momento se hace un silencio. De repente María de los Angeles se tira un pedo.

Froilán- Qué elocuente…

Momentos después se encuentran en una cama, aunque no se ve porque está detrás de un paredón. Comienza a gritar cada uno por su cuenta… Gritos tales como:

María de los Ángeles (Gimiendo): ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Yo creía que usted era facho!
Froilán: Voy sondeando, cuando conviene lo soy, si no sirve ser facho cambio el discurso, y así es como logro ponerla a veces.

Salen de atrás del paredón, pocos gritos para ser sexo. Aparece un autómata.

Autómata: Señores, acompáñenme.
Froilán: Bueno.

De repente ingresan a un seudo sindicato de autómatas esquizoides que gritan y se mueven por estímulos eléctricos. Una maquinaria enorme hace mover miles y miles de hombres por debajo de la tierra.

María de los Ángeles: ¿Y esto?
Autómata: Este es el verdadero sistema. Ese sistema que generalmente se suele criticar. “El sistema que nos corroe, sistema imposible de frenar…”. Bueno, esas son las frases a las que habitualmente se recurren.
Froilán: ¿Así que el “sistema” es movido por autómatas sindicalistas Stalinistas?
Autómata: Oh, usted se equivoca, acá el que mueve los hilos, por metaforizar sobre el sistema, es Stallone, por lo tanto no son Stalinistas sino Stallonistas.
María de los Ángeles: ¿Cuánto falta para que nos reciba Stalin?
Autómata: ¡Camarada Stalin! Faltan cinco años todavía. Pueden sentarse en el sillón a esperar si quieren, ¡El tiempo pasa rápido!
Froilán: ¿Y la baldosa?
Autómata: La están analizando los camaradas.
María de los Ángeles: ¿Y cómo la analizan?
Autómata: Bueno, no se hace mucho. La verdad que no sé cómo la analizan. El motivo de la tardanza son los relevos que debemos hacer de departamento a departamento hasta que la baldosa vuelve nuevamente y le inventamos un resultado.
Froilán: O sea, ¿La analizan?
Autómata: No, lo que se analiza es el sistema. Comprobamos si es perfecto. La baldosa no sufre ninguna metamorfosis.
Froilán: ¿Y por qué hacen eso?
Autómata: Ah, no sé. Cuanto más intensivo sea el análisis más capacidad de verticalidad tendremos dentro de nuestra organización. Lo primordial es la verticalidad.
María de los Ángeles: ¿Ustedes tienen sexo?
Autómata: Una vez por mes nos dan un cupón con crédito a gastar aproximado de cien pesos. Todos acudimos a las putas en nuestro día de franco.
Froilán: ¿Y cada cuánto tienen franco?
Autómata: Una vez cada cinco años.
María de los Ángeles: ¿Pasa rápido la jornada laboral?
Autómata: Por supuesto, trabajando el tiempo pasa, lo malo es el cansancio que lo curamos sentándonos en sillas de ruedas.
Froilán: ¿Sus trabajos son manuales?
Autómata: Sí, luego en el piso de abajo, que si quieren pueden venir, aunque dentro de poco ya será el momento de hablar con el líder, verán que están los conspiradores, los que piensan estrategias para hacer intentos falsos para destruir el sistema, así buscar formas más eficaces de fortalecer el sistema y repelir los intentos de destrucción. Que la revolución se haga o no se haga, no importa. Lo importante es mantener una creencia, una convención determinada en el mundo que se encuentra al aire libre. En el fondo le damos lugar a los revolucionarios para que crean que es posible una revolución, les damos pie, les damos armas, les damos fe, y cuando nos conviene les sacamos las esperanzas.
María de los Ángeles: ¿Y la baldosa? ¡Quiero la baldosa!
Autómata: No grite que desconcentra a los camaradas. No podemos darle la baldosa, ahora se encuentra en el Ministerio de Papeles Raramente Duros.
Froilán: ¿Y ustedes por qué trabajan y hacen todo esto debajo de la tierra?
Autómata: Porque sería imposible hacerlo arriba.

De repente llaman al autómata, se retira repentinamente sin saludar.

María de los Ángeles: Qué desengaño. Yo siempre creí en la libertad. Creía en los derechos constitucionales de los ciudadanos. No puedo creer lo que estoy viendo.
Froilán: ¿Son comunistas?
María de los ángeles: No, no son el tipo de comunistas que usted y yo conocemos desde la cuna. Utilizan los mismos colores, el rojo y el amarillo, pero no lo son. Es una gran burla a mis ideales. Quiere decir que toda esa charla anterior que tuvimos sobre sexo fue pautada por estos autómatas para que nosotros actuemos también inconscientemente como autómatas.
Froilán: ¡Claro! ¡Ellos eran los que querían que no tengamos sexo! Qué ingenuo fui, y yo que creí que era usted la que no me quería entregar el rosquete.
María de los Ángeles: Tiene usted razón. Antes nos acostamos y fingimos un orgasmo. Ahora es hora de cumplir nuestra misión revolucionaria.
Froilán: ¿Tener sexo?
María de los Ángeles: No, chuparle la pija a un autómata.
Froilán: ¿Y yo?
María de los Ángeles: Usted es libre de hacerse la paja. O de chuparle la pija a un automata no se sienta presionado de ninguna forma.
Froilán: ¿Esperaremos a Stalin?
María de los Ángeles: Obvio que sí.
Froilán: No puedo creer, yo siempre creí que las revoluciones eran las únicas capaces de frenar al “sistema”… Pero no.
María de los Ángeles: Pero no, Froilán, las revoluciones son armadas por ellos para que triunfen un tiempo y que luego fracasen. Así es como logran optimizar la burocracia y hacer más fuerte su telaraña de Ministerios. Se podría decir que ellos mismos, los neoliberales, burócratas, crearon al comunismo para tener algo con lo que confrontar. Así lograron hacer creer a toda una masa de gente que existía la libertad. Pero somos presos de hilos, hilos, hilos e hilos de trámites y de personas ya pautadas, estipuladas para hacernos creer que nuestro porvenir depende de nosotros.
Froilán: Ahora entiendo por qué existen tantas películas de Rocky, siendo que son tan malas.
María de los Ángeles: ¡Pero claro! ¡El mensaje es claro! ¡Lucha que lo conseguirás!
Froilán: Voluntarismo puro… ¡Tengamos sexo, María!
María de los Ángeles: Estaba reflexionando que entonces el acto que usted cometió de matar a su esposa, en su momento, fue impulsado por otras fuerzas. El infinito del capital concentrado.
Froilán: ¿El infinito del capital concentrado?
María de los Ángeles: Claro, es así…

Se acerca el Autómata.

Autómata: Parece que ustedes no se van más. El tiempo cuando están presentes ustedes se hace interminable.
Froilán (Al oído, en secreto, a María de los Ángeles): Si no podemos, esperemos, y si no tenemos paciencia, vayamos, y cuando vayamos, rompamos todo.
María de los Ángeles: ¿A dónde?
Froilán: Es nuestra oportunidad de hacer la revolución verdadera. Romper toda esta maquinaria.
María de los Ángeles: ¿Pero usted es tan necio de creer que esta es la única maquinaria del mundo?
Autómata: Es de mala educación hablar en secreto. ¿Quieren que les cuente una historia?
Froilán: Bueno, hágalo.
Autómata: Resulta que una vez existió una empresa aquí abajo, antes que nos instaláramos nosotros. Parece que allí vivía un hombre que hacía negocios muy grandes, con gran cantidad de capital, y generalmente sucedía que había algunos que no le pagaban. Este hombre exigió a aquellos que si no le pagaban que tomaría a sus hijos como parte de pago, y aquí estamos todos nosotros. Ese hombre para nosotros es Dios, y todos nosotros somos sus hijos. Al primero que compró Dios le puso como nombre Adán. Que fue expulsado por comer una manzana.
María de los Ángeles: ¿Alguna vez sufragiaron?
Autómata: Nunca. Sólo porque no creemos en aquello. Sólo votaríamos por elegir al Mesías de cada distrito. ¡Eureka!
Froilán: ¿Cuándo le toca su día de franco?
Autómata: No sé ya, ahora estoy haciendo horas extras.
Froilán: ¿Y en las horas extras qué se hace?
Autómata: Muchas cosas.

El Autómata nuevamente se va, repentinamente.

María de los Ángeles: Debemos huir.
Froilán: Yo no me voy. Quiero mi baldosa.
María de los Ángeles: ¿Para qué la quiere? ¿No ve que no significa nada? Sólo les sirve a ellos para reforzarse. Es como darle de comer a un insecto para que se haga gigante.
Froilán: Tácitamente siempre tuvimos un amo, prefiero quedarme aquí.
María de los Ángeles: ¡Pero aquí no corre aire!
Froilán: Yo me quedo, quiero conocer a Stalin.
Autómata (Desde atrás del decorado escucha y corrige): ¡Camarada Stalin!

Podemos observar de repente que todos los autómatas se ponen en fila, arman un círculo y empiezan a caminar en redondo. Gritan frases tales como “¡Larga vida al Ministerio! ¡Larga vida al Ministerio!”.

Autómata: Disculpen, (A Froilán y María de los Ángeles) que les diga que deben irse, es el momento del ritual… y es privado. Pueden ir al salón de al lado que tiene muchos sillones con mucha gente esperando.
María de los Ángeles (Al Autómata): ¿Y este qué ministerio es?
Autómata: Este es el Ministerio Mayor en donde desembocan todos los Ministerios.

Froilán y María de los Ángeles se van al salón de los sillones. Al entrar encuentran miles y miles de sillones llenos de gente, que por lo visto aguardaban alguna respuesta a algo. Se sientan los protagonistas al sillón.

María de los Ángeles: ¡A lindo lugar me trajiste en la primera cita!
Froilán: ¿Usted considera esto primera cita?
María de los Ángeles: Es lo más venturoso que me ocurrió en la vida, puede ser primera cita si es considerado de esa manera.

Se acerca un hombre de otro sillón a pedir cigarrillos.

Señor del otro sillón: Disculpen que los moleste, ¿Tienen un cigarrillo?
María de los Ángeles: ¡No! Pero… ¿Ustedes también esperan al líder como nosotros?
Señor del otro sillón: Sí.
Froilán: ¿Y por qué lo esperan?
Señor del otro sillón: Yo particularmente para que me devuelvan los resultados médicos de mi próstata.
Froilán: ¿Le funciona mal?
Señor del otro sillón: No es que me funcione mal, es que en la clínica privada a la que voy no tenían idea de lo qué era una próstata, son muy católicos para saber esas cosas. Y me enviaron aquí.
María de los Ángeles: ¿Y usted vino solo?
Señor del otro sillón: No, con mi novio.
Froilán: ¿Y por qué va a una clínica privada católica?
Señor del otro sillón: Ustedes por lo visto no se dieron cuenta, todo fue comprado por la iglesia, un gran monopolio.
Froilán: ¿Colonia?
Señor del otro sillón: No tan así, pongamos que sí, en otros países el monopolio es judío. Y en otros es musulmán. Por lo tanto nos van desplazando. Las enfermedades a curar son menos. Y así vamos muriendo de exclusión.
María de los Ángeles: Disculpe que le haya mentido, sí tengo cigarrillo, tome, váyase.

El señor se va.

Froilán: ¿Por qué lo hiciste ir?
María de los Ángeles: ¿Usted escuchó lo que dijo ese hombre? Hace menos de cinco horas el mundo no había sido comprado por la Iglesia.
Froilán: Tan rápido pasan las cosas… Tengamos sexo.

Llega el Autómata.

Autómata (A Froilán y María de los Ángeles): Señores, les traje un martillo y una hoz por si quieren trabajar la tierra.
Froilán: ¡Pero hombre! Aquí no hay tierra.
Autómata: Debajo de este piso hay tierra. Además mire, hay gente que ya está excavando. Hay que armar otro mundo subterráneo.

Se escuchan martillazos por todas partes.

Froilán: ¿Qué? ¡No le oigo!
Autómata: Los dejo, me voy, trabajen para que el líder los vea felices trabajando en sus horas de ocio.
María de los Ángeles: ¿Y yo qué hago?
Autómata (La mira sonriendo): Usted duerma.

El Autómata se va mientras todas las personas que estaban en los sillones martillan el piso y lo agujerean para armar otro submundo.

María de los Ángeles: ¿Habrá terminado el ritual en el Ministerio Mayor?
Froilán: No sé, si quiere en un rato vamos a ver (Se agacha), yo mientras tanto me pongo a martillar. ¡Qué persuasivo este autómata!
María los Ángeles: ¿Persuasivo? Ni siquiera le insistió. Parece que usted martilla por gusto.

Miles de martillazos se escuchan.

Froilán: Quizá en un mundo debajo de éste abunde el petróleo. Ahora le digo, puede que también encontremos la Selva de las Tangas. Según un mapa de un chino abajo del mundo está Stallone, pero antes del centro de la tierra.
María de los Ángeles: ¿Qué es eso de la Selva de las Tangas?
Froilán: Es la selva de donde surgieron primigeniamente las Amazonas más cultivadas del planeta que sólo son notorias en la superficie. Las Amazonas subterráneas afectadas por la diferencia de aire crecían lentas en comparación al reflujo creciente de las Amazonas terrestres, y la gente asoció las tangas exclusivamente a la prenda porque creyeron que todo ese acontecer de la naturaleza era metáfora de la relación de una prenda de ropa con una vagina peluda. Un caso muy triste, me lo dijo un antropólogo.
María de los Ángeles: ¿Un antropólogo? No entendí nada.

De adentro del sillón emerge un antropólogo.

Antropólogo: Perdón, mi apellido es Rodríguez Larrita y soy antropólogo.
María de los Ángeles: Pensé que usted arruinaba colegios secundarios en la superficie.
Antropólogo: No, hay un apellido muy parecido al mío, siempre tengo problemas con eso. Miren, justamente si ustedes quieren huir de este mundo debemos perdernos en el medio de la Selva de las Tangas, pero cuidado no será como Avatar, será real. Miles de nativos y sus guerras intestinas. El consumo de gases depara iluminación inútil, los nativos usan el petróleo de forma ceremonial y lo queman todo el día. En realidad Stallone quiere invadirlos para quitarles sus recursos, es un imperialismo que excava.
María de los Ángeles: Le bajaría un cargador en las pelotas pero creo que es demasiado. Necesitamos muchas cosas útiles para esta expedición. Primero: queso Mar del Plata, aceitunas y salame para vivir con picadas durantes meses.
Antropólogo: Hay veces que pienso que hay moscas liberales que nos seguirían más alla de la trayectoria del ser. Lleven forros por las dudas.
Froilán: ¡Así que el señor antropólogo anda con ganas de coger! Por lo que veo… No tiene ningún miramiento. Incluso en la salvaje Selva de las Tangas parece un poco salvaje lo que piensa.
Antropólogo (A Froilán): Jamás pasé meses en un sillón esperando y esperando la voz de una mujer. Le dí masa a una cabra mientras tanto, pero no es lo mismo. Espero que entiendan incluso los genios como usted que la timba no siempre se gana.
María de los Ángeles: ¡Por fin un poco de pragmatismo para el asunto este del sexo! ¡Cuidado! Hay quietismo, sin duda que es peligroso, ustedes lo saben. ¡No a la burocracia!
Froilán: ¡Mueva la Patria!
Antropólogo: ¡Cuidado, no incinere su glande creativo!
María de los Ángeles: ¡Por los bigotes de Bretón! Usted es de esa gente que usa las tetas como tensores de los puentes.
Antropólogo: Primero: Breton no tenía bigotes. Segundo: necesitamos puentes. Muchos puentes que unan palabras. Pero no iremos a la Selva de las Tangas. Paisaje peligroso.
María de los Ángeles: Me acostaré con todas las mujeres de esa tribu, se las sobaré tanto que se las doblegaré a una por una. Soy una profesional. ¡Soy una profesional!
Antropólogo: ¿Y Froilán?
María de los Ángeles: Froilán se hará la paja. Pero usted, don Antropólogo, buscará abortos y todas las cosas prohibidas y contrahechas del mundo natural. Hasta que al final no sepa qué pensar; arrancarse las pelotas o garcharse a una nativa.
Froilán: ¿Hay que huir del mundo para poder coger?
María de los Ángeles: Quién lo sabe. La realidad es que no. ¿Pero cómo puede ser que nuestras personalidades también en el sexo nos condicione? Como todo, pida piedad cuando acabe. Pero no a su Dios. Pida piedad a su sexo, al sexo de los otros, al sexo inventado, al cosquilleo de sus genitales, al chivo de su piel. A sus fantasías incofesadas. A las perversiones secretas, a las cámaras y a la industria del porno. Pida que no pase a mayores.
Froilán: Pienso que si estuviese en una pensión, usaría la sábana para ahorcarla y luego sus tetas, sus tetas serían un mapa, un mapa de la ciudad.
Antropólogo: Usted mínimo… es trisexual.
Froilán: Puede que tenga razón. ¿Borges? ¿Ustedes recuerdan si alguna vez pudo pergeniar a un trisexual? Porque él pensaba muchas cosas. El Fiord, ¿Ese libro podría pensar sobre un trisexual o era el aborto de Vandor? ¿Vandor?
Antropólogo: Me dicen que usted habló con su poronga. Sin embargo, dice estas cosas. Terribles, terribles. Terribles. Mire, no sea idiota. Decida, concha o pija, o tome ambas, o invente un reloj despertador que dispare semen. Haga lo que quiera. ¿Vandor?
María de los Ángeles: Vandor estudió mecánica en el ej´percito y después se fue a la Phillips. Le gustaba el pollo a la portuguesa.
Antropólogo (A María de los Ángeles): Usted debería llevar entonces una lencería de metal.
Froilán (Al Antropólogo y a María de los Ángeles): Imaginan un mundo tan pobre que conversaciones como las nuestras quedarían como los grandes relatos de la historia. Sería asesino. Muy asesino.
Antropólogo: Mire, hay un ascensor hacia la Selva de las Tangas. Así que dejemos de cavar. Eso acapara ingleses igualitarios. Los excavadores leamos a Hobbes para entender a Judas Priest. Tengamos miedo.
María de los Ángeles: Vayamos, dicen que la palabra Vandor es peligrosa.
Antropólogo: La palabra Vandor, la palabra Incesto, y la palabra extintor, tal vez la palabra reelección. Dicen que si se alemaniza es peor, se crea el sustantivo o los sustantivos; “Vandorincesto”, “extintorreelección”; por suerte esto no es un curso de alemán y no sabemos alemán.
María de los Ángeles: Por el Reich o por Alemania.
Froilán: Si seguimos a Castillo, por Alemania, seguimos nuestro instinto por el Reich.
Antropólogo: Las terceras partes o son malas o son peores.
María de los Ángeles: ¿Tendría que llamarme Guillermo? La gente se jacta de decir idioteces. Llámenme Guillermo.
Antropólogo: ¿Guillermo?
María de los Ángeles: ¡¿Qué?!
Antropólogo: Nada, quería ver si funcionaba nomás, era sólo eso. La vida es como el sol en medio de la cerveza, se apaga en un alcoholismo sin ton ni son.

Suben al ascensor, que va en dirección descendiente hacia más adentro de la tierra.

María de los Ángeles: ¿Qué es un machista?
Antropólogo: Un hombre con un prejuicio.
María de los Ángeles: No, el machista es un forro que cree que su pija todo lo puede. Que hace de ellas el uso que podría hacer con un cuchcillo. ¿Eyacular? Usted se espera a un Dios o se espera un orgasmo. La vida puede ser un orgasmo mortal. Por eso sufro. ¿Mi amante? ¿Froilán?
Froilán: Busco resfregar mi verga contra usted. Todo lo que puedo. Brutalmente. La libertad de los liberales nos deja decir esto. Un día mi pija irá a donde tenga que ir. Nuestra manera de excitar los años. Eso de esperar que ellos supuren para que exciten perros policias un día va a terminar.
Antropólogo: Enamórense de la luna.
María de los Ángeles: Sería genial, nos engañaríamos con el astro. Un cuerpo blanco, lleno de cráteres, y en cada una de ellos un armario para todos.
Antropólogo: Se me antoja un campanario también.
Froilán: Hay un artista contemporáneo que dice a todo que se la agarren, aparentemente es manco.
Antropólogo: ¿Por qué?
Froilán: Porque para mear, para apuntar, para mastubarse, necesita ayuda ajena. En realidad, otra posibilidad es que su mano sea muy brutal y busque otra para su poronga.
Antropólogo: Interesante. Pero debo decirles, ahora sí hemos llegado a la Selva de las Tangas.

Bajan en medio de las espesuras de la selva.

Antropólogo: ¿Saben? Esto es el paraíso perdido, aquí el plástico se da a nivel edafológico, es genial.
María de los Ángeles: Y… ¿Las tangas?
Antropólogo: Las tangas, nacen del árbol el Tango.
Froilán: ¿El tango?
Antropólogo: Por supuesto que sí, cuando a Borges le preguntaron en una entrevista sobre el árbol, él dijo que provenía de los pobres, de los dramas, de los crímenes, de los prostíbulos. Ahí claramente puede estar una tanga, ya sea sucia o limpia… da lo mismo.
María de los Ángeles: Pero si un gordito malcriado de la cultura primer mundista siente que es más excitante perseguir judíos, y hacer genocidios que buscar tangas. ¿Qué le decimos?
Antropólogo: Le podemos decir que ha sido muy diligente en tragarse toda la mierda del sistema. Usted sabe, hoy hasta revenden el premio nobel de literatura, un día a la especulación; al dia siguiente a la derecha, cada tanto a la poesía.
Froilán: ¿Puedo interrumpir?
Antropólogo: Sócratres esperaría que lo interrumpan, así que adelante.
Froilán: Sepan de una mujer a la que le dicen Verdad o Vera. Tiene una calle incluso, creo que por Dorrego, y una parrila o restaurant homónimo. Cerca de ella hay unos chinos, ellos decían: ¡Hijos de puta! En este país siempre son y serán unos hijos de puta.
Antropólogo: ¿Y? ¿A qué viene con esto?
Froilán: A que justamente permite pensar que ella, la mujer que está hace más de tres décadas siempre dice la verdad.
María de los Ángeles: Imposible. Nunca se puede decir siempre la verdad. Es como si los choripanes no engordasen.
Froilán: Pero yo les digo que hay que ser digno de la verdad, ella es digna de su verdad. Siempre la anda despachando, siempre en todas partes, tiempo y lugar. Pocas veces fallo.
María de los Ángeles: ¡Por los pelos de alguna deidad que erizarían los pendejos de algún neoyorkino que es Woody Allen!
Antropólogo: Ni Paul Auster…..
Froilán: Mire, cuando ella perdonaba a sus amantes, ahí no decía la verdad. Los perdonaba por idiota no por decir la verdad. La verdad se la metía en cualquier parte.
Antropólogo: ¡Por San Cerati! Es increíble.
María de los Ángeles: Dicen que en el infierno son todos foristas de Perfil.
Froilán: Menos mal que el infierno no existe.
María de los Ángeles: Le digo que existe, es una noticia sobre usted, donde miles de foristas, lo insultan y lo humillan, disputándose sus miserias.
Antropólogo: Miremos la foto.

Todos miran la foto.

Antropólogo: ¿Qué ven?
María de los Ángeles: Mire, veo arte… o tres soretes de distinto tamaño.
Antropólogo: ¿Usted, Froilán?
Froilán: Creo que son dos soretes y un dedo necrosado. Don, ¿qué ve usted?
Antropólogo: Yo nos veo a nosotros, la negación de la Trinidad. Nos van a odiar en la Iglesia, ya nos dicen herejes. Menos mal que no es una empresa de cable.
Froilán: Usted pese a todo, ¿Cree que existen los foristas de Perfil?
Antropólogo: Según la revelación, existen. Todos existimos. Incluso cuando somos una mierda. Incluso cuando Dalí dice que México es más surrealista que él.
María de los Ángeles: Su destino es un petardo en el orto de una angelical mujer rusa.
Froilán: Miren allá, un Tango.

Un enorme árbol del Tango aparece.

Antropólogo: Este es uno de la variedad de los Discépolo.
María de los Ángeles: Parece marchito, mala onda, y adicto a los burros.

Se acercan a otro árbol de otra especie, un árbol único en la selva, un árbol con forma de mujer.

Antropólogo: Miren este árbol, especie única en toda la selva. Un Beatrix. Un árbol con forma de mujer de culo enorme y sin tetas.
María de los Ángeles: ¡Qué interesante! Un árbol con medidas 60-90-60.
Antropólogo: En la corteza, el dispolinis terminales, es así por su corteza y en el fondo es peronista.
Froilán: Así que un tal Discépolo. ¿Cómo llegó hasta arriba?
Antropólogo: Si uno come del fruto del Discépolo, se puede convertir en Discepolin o en Arlt.
Froilán: ¿Arlt?
Antropólogo: Un mono más vivaz pero menos creativo que su compañero primate el Artaud.
María de los Ángeles: Los Artauds y los Artls se alimentan de… ¿Discépolos?
Antropólogo: Siempre que pueden sí. Siempre que pueden.
Froilán: Y… ¿El lunfardo?
Antropólogo: Es un ave cantora.

Se sientan en el suelo, en el pasto de la selva húmeda, rodeada por árboles Tango. De repente aparece Stallone, o como quieran llamarlo muchos; Stalin. Se acerca a Froilán, María de los Ángeles y al Antropólogo.

Stallone: ¡Tanto martillan y estoy acá esperándolos! ¡Quiero una VI Internacional Socialista subterránea! ¡Que venga la UCR!

A lo lejos lo escucha María de los Ángeles.

María de los Ángeles: ¡Escucho una voz!
Stallone (A los protagonistas): ¡Ustedes!
Froilán (Se da vuelta para ver quién grita): ¡Stallone!
Stallone: ¡Camarada Stalin!
Froilán: Perdón.
Stallone: Entre camaradas no se pide disculpas. Se pide permiso. Córrase que está sentado sobre el preciado petróleo.
Antropólogo: ¡Oiga! ¡Usted no es Rambo!
Stallone: ¡Yo soy el camarada Stalin! ¡Intrépidos! Los felicito, son los primeros en llegar. (Le da la mano afectuosamente a cada uno de ellos) Nadie hubiese pensado que por ascensor llegarían más rápido que martillando. Muy inteligente de su parte. Hay un problema conceptual en toda esta parafernalia. Todas mis órdenes siempre se tergiversan y terminan yendo las cosas para cualquier lado. Nunca pedí ningún tipo de martilleo. Lo que sucede que son tantos los que me siguen que a veces el boca en boca va deformando mi mensaje.
Froilán: ¿Usted se comunica con todos sus seguidores con mensajes transferidos de boca en boca?
Stallone: Por supuesto, en mi movimiento no aceptamos la tecnología.
María de los Ángeles: Tanta burocracia hace que se deforme el mensaje. Nosotros, Camarada Stalin, lo buscábamos porque encontramos una baldosa de otro planeta.
Stallone: Mi movimiento niega la existencia de otros planetas. Por lo tanto, esa baldosa es de este planeta.
Froilán: ¿Usted vive en la selva?
Stallone: Sí, vivo aquí escondido del mundo y de mis seguidores, los cuales están fanatizados con mi imagen. Casi diría que todo esto es un gran dogma. Temo ser asesinado por una horda de locos enamorados de mi imagen.
Antropólogo: Disculpe, Camarada Stalin, yo tengo un hijo que andaba fumando cigarrillos caros y el niño tiene sólo ocho años. Usted, como líder de un gran movimiento subterráneo, ¿Qué me recomienda que haga con él?
Stallone: Que su hijo haga lo que dicen las tabacaleras y nada más. Nada más.
María de los Ángeles: ¿Por qué su movimiento es tan estricto y riguroso con las órdenes que reciben?
Stallone: Ellos creen recibir órdenes mías. Yo sólo le digo a mi asesor lo que sería lindo. Utopías, sueños, deseos. Yo nunca pensé que mis pequeños sueños iban a transformarse en la maquinaria que es hoy todo esto.
Froilán: ¿Todo esta construcción, vida y mundo subterráneo era un sueño suyo?
Stallone: No tan así, el boca en boca lo fue deformando todo. Hasta quizá mi asesor personal haya tergiversado todo más allá de mí. Él es el que tiene contacto con el resto de las personas. Yo estoy aislado de todo. Yo le digo mis deseos de amar, y él me escucha durante horas y de eso formula una orden a imponer.
María de los Ángeles: O sea, que usted no es el líder. El líder es su asesor.
Stallone: Puede ser. Pobre Magnetto.
Froilán: ¿Quién es Magnetto?
Stallone: Mi asesor principal.
Froilán: ¿Lo podemos ver?
Stallone: No, está muy ocupado en su oficina pensando modos de cambiar el sentido común en una sociedad.
María de los Ángeles: ¿Y usted no lo interrumpe para nada como líder superior de estas masas absolutamente serviles a su pequeña voz?
Stallone: Oh, no puedo interrumpir a mi mentor mientras trabaja.
Froilán: ¿Usted se dio cuenta que Magnetto lo manipula al tenerlo aislado del mundo?
Stallone: Mentira, no me manipula, él hizo todo lo posible para que yo viva relajado en esta Selva. Él se encarga de todo lo difícil. Digamos del noventa y nueve coma nueve por ciento de las tareas. Me gusta relegar toda mi voluntad a un ser intachable como lo es mi amigo y asesor Magnetto.

Froilán, María de los Ángeles y el Antropólogo, que hasta ahora ha dicho muy poco, se alejan para conversar en secreto.

Froilán: Oigan, esto del líder superior es una farsa absoluta. Magnetto es el verdadero líder. Tenemos que buscarlo.
María de los Ángeles: Sí.
Antropólogo: Yo me retiro porque escucho de muy cerca los martillazos, se acerca la horda de fanáticos Magnettistas Stalinistas.
Froilán: ¡Maricón!

Mientras tanto Stallone da vueltas solo alrededor de los árboles.

Stallone: ¡Qué divino es el mundo!
Froilán: Disculpe, ¿Usted sabía de la existencia de miles de millones de sillones con gente sentada esperándolo a usted?
Stallone: ¿Eso es en serio? Yo creía que eran sillones sentados arriba de las personas. Por lo visto, las cosas no van tan mal.
Froilán: Lo esperan por distintos tipos de reclamos, de sanaciones, consultas médicas. La Iglesia se ha decidido a comprar el mundo. Y los dueños anteriores del mundo se lo vendieron.
Stallone: Interesante.
Froilán: ¿Usted no piensa hacer nada para salvar esta apocalipsis?
Stallone: Todavía no se me ocurrió nada. Yo deseo, como le digo siempre a Magnetto, que todos sean muy felices, y relegué esa tarea a él. ¿Pero por qué vienen a hacerse consultas médicas si yo no soy médico?!
Froilán: Es que creen que algún médico en este mundo subterráneo los atenderá. Porque en el mundo de arriba la Iglesia compró todo y las enfermedades de la próstata los sanatorios católicos no las tratan.
Stallone: ¿Y acá abajo la Iglesia no compró nada?
Froilán: Por supuesto que no, todo lo compró Magnetto, que desde acá abajo maneja el mundo de arriba. Magnetto es el dueño de todo.
María de los Ángeles: ¡Usted es un pelotudo, Stallone!
Stallone: ¿Puedo hacer algo para cambiar esta realidad?
Froilán: Sí, con esos músculos que usted tiene puede meter sus grandes dedos en el culo de Magnetto.
Stallone: Pero Magnetto no tiene culo.
María de los Ángeles: ¿Qué tiene?
Stallone: Amor, mucho amor.
Froilán: ¿Amor?
Stallone: Es un gran liberal. Y ser liberal es amar.
María de los Ángeles: Amar el libre mercado.

El Antropólogo vuelve.

Antropólogo: Por lo que parece, dejaron de martillar.
María de los Ángeles: Hay veces que no sé si la vida es pornográfiica o si la pornografía es vida.
Froilán: ¡Por el amor de los excluidos! ¡Saben que no siempre es bueno pensar en los modelos totales de mundo! ¿Qué habrá pasado con el Ancient Regime?
María de los Ángeles (A Froilán): Por idiotas como usted es que la mujeres sufren.
Antropólogo: Menos mal que sólo por idiotas como él. En un momento pensé que esos idiotas deberían tener recibo de sueldo y mínimo un auto para que las mujeres sufran.
María de los Ángeles: ¿Usted dice que no tenemos alma?
Antropólogo: Sólo digo que donde esté su tesoro, el de usted, estará su corazón, el de usted, y la mayoría de las personas ya ha, por lo menos, hace tiempo hipotecado el corazón.
Froilán: ¿Y Magnetto?
María de los Ángeles: Magnetto es un ángel del señor que un día se convenció que la vida son pautas publicitarias y basura para las masas. Por eso cayó del cielo.
Antropólogo: Creo que deben saber la historia del Gran Hijo de Puta.
María de los Ángeles: ¿Quién es? Dicen algunos que es el cornudo que ve con el culo la realidad y que con la lengua se hace sandwiches de moscas.
Froilán: Si eso hace con la lengua teman lo que haga con su poronga.
Antropólogo: Hay que ser francés para que lo que digamos parezca refinado.
María de los Ángeles: Es muy cierto, en Español o Castellano suena como si fueramos buitres. Malignos buitres.
Froilán: Conozco el dolor y… a Dolores.
Antropólogo: Pero Dolores se está poniendo vieja, en cambio el dolor es eterno.
Froilán: Sepa que sufrimos por incompetentes, y sino nos evadimos como el camarada  Stallone.
Antropólogo: Sepa que al final cuando el diario me dice la verdad, me da más asco que cuando me miente. Ya no puede decirme la verdad, me molesta, incluso aunque dijera que hay que socializarlo todo. Pensaría que es una trampa.
María de los Ángeles: Dése cuenta, que todo empezá cuando Froilán quiso poner su verga en alguna parte. Todas estas terribles peripecias de ahí surgen. Esto es lo terrible. Nunca supo que iba a terminar sin respuestas de su piedra, ni que llegaría a la selva de las tangas. Ni que escucharía tantas cosas.
Froilán: Soy un genio abortado… pero genio al fin. Hasta diría que soy demasiado sensible para su belleza. ¡Por Bucowski que lo soy!
María de los Ángeles: Pero yo no lo masturbé. Yo no le tuve la verga como si fuese la cruz de la infidelidad infiel.
Froilán: Sin dudas que lo hizo. Entonces….
Antropólogo: Entiendo esto con perfección, pero usted meta también sus manos donde cabidad encuentre. Eyacule al mundo una portada de revista. Una venta de gran tirada, ¿entiende? ¡Que le tiren la tirada!
Froilán: Yo quiero que mi suplemente pornográfico venga tambien con diccionario de los desclasados, y que además incluya las poses que más excitan a los miembros del lúmpen proletariado.
María de los Ángeles: Mmmmmmm… ¡Lúmpen Proletariado! Lumpen proletariado a la parrilla.
Antropólogo: ¿Es una reacción canibal revolucionaria o una contradicción de clases sin resolver?
Froilán: Ave César, ¿Y Julio?
María de los Ángeles: ¿Cobos? Una especie de topo torpe que apenas puede decir “Sí” cuando dice “No” y “No” cuando dice “Sí”.
Antropólogo: ¡Por el amor de Dios!
María de los Ángeles: ¿Qué? ¿Dios ha muerto?
Antropólogo: La burguesía lo mató, a base cruces sobre indios y pueblos incendiados.
Froilán: Si los humilden creen es porque los ricos se metieron en las Iglesias.
Antropólogo: Buscan el frío.
Froilán: ¿Qué frío?
María de los Ángeles: El frío en medio del infierno de la gente que saca la basura, el infierno de la conciencia y del sometido. Usted sabe, idealismo, religión.
Froilán: Yo que usted temería.
María de los Ángeles: En este momento tendría que poder comprar un consolador. Pero por lo que parece, el mercado, el mercado aún no llega a todas partes.

A lo lejos, un grito.

Vendedor: ¡Consoladores! ¡Consoladores! ¡Sí! ¡Amigas y amigos, consoladores todos, de todas formas y colores!
María de los Ángeles: Una publicidad casi tan aberrante como la de un banco. ¡Estoy enamorada!
Froilán: ¡Esperen! ¡Detengan la obra!
Antropólogo: ¿Qué pasó?
Froilán: ¿Paramos de imprimirnos?
María de los Ángeles: Por supuesto que sí, ¿Pero qué ha pasado que ha cortado al tenor que vendía los consoladores?
Froilán: Nos llamó Beckett, sí, Beckett, el tal Samuel Beckett. Nos acusa de no poder ser absurdos.
María de los Ángeles: ¿En serio?
María de los Ángeles: No, perdón, creo que debo contestarme. ¿No será en broma?
Antropólogo: Pero si Perón no era Alfonsín.
Froilán: Dicen que se necesitan empanadas de tipo cero positivo.
María de los Ángeles: ¿Qué dijo el premio Nobel? Sepa informarnos.
Froilán: Estemm, estemm…. Creo que me olvidé lo que dijo.
Antropólogo: ¡Increíble!
María de los Ángeles: La inmaculada concepción es increible pero hablamos de cosas serias. Un escritor muerto llamó a una obra de teatro. Todos, todos, todos son tan esnobs.
Antropólogo: Increíble.
Froilán: ¿Treinta y dos?
María de los Ángeles: ¡Un oso polar, un oso polar… para mi consolador glacial!
Froilán: Terribles palabras diría Van der Koy.
Antropólogo: Hay una obra conocida en el Teatro Ópera Ciudad, pero que no es del Banco Ciudad sino que es una voz anglófila y es del Citybank.
Stallone: ¡No!
Froilán (A Stallone): ¡Mierda! ¿Qué demonios le pasa a usted? Queremos saber porque Beckett llamó a esta obra de teatro. Piense que lo único que quería yo era ponerla pero he perdido el juicio. Y ahora María de los Ángeles, no se decide entre osos polares con consoladores adosados o consoladores con osos polares adosados.
Stallone: ¡No!
Antropólogo: Creo que se tildó.
Magnetto: ¡Las conchas de sus madres! ¿Qué han hecho con Stallone?
María de los Ángeles: Podría por lo menos traer un consolador para compensar todos los problemas que ha generado su terrible burocracia mediática.
Magnetto: Temo por Borges.
Froilán: ¿Por qué?
Magnetto: Lo edité un millón de veces, la gente se está cansando.
María de los Ángeles: Su dictador funcional se atoró.
Magnetto: Arruinaron a mi amado dictador, el que siempre decía que tienía una gran moral para hacer todo el bien para el pueblo, lo expresaba con tan, tan, tan grandes palabras que iban a todos los diarios. ¡No tienen corazón!
Froilán: Según hemos aprendido, nos lo han hipotecado.
Magnetto: Pero es lo más cierto del mundo. Una cosa es vender el alma al diablo y otra peor es hipotecarla.
Antropólogo: ¿Por qué es peor la hipoteca?
Magnetto (A María de los Ángeles, Froilán y al Antropólogo): ¿Por qué se esfuerzan como idiotas por tener corazón? ¡No sean crédulos! ¡Dicen que se tocan los huevos ustedes! No veo el momento de que un espasmo de vangancia los mate de una puta vez. No los mato yo porque verdaderamente, tengo tanto poder que ni falta me hace matarlos. No pienso mover la maquinaria de imperio para asesinar a pequeños piojos como ustedes.
María de los Ángeles: ¡Por la espuma del semen de la cerveza que ha engendrado a una vedette! ¿Qué quiso decir con eso?
Magnetto: No lo sé, esto no es South Park.

Magnetto mira su reloj de Oro.

Magnetto: Lacan demanda a esta Obra por un Millón de lingotes de oro.
María de los Ángeles: Usted tiene dos líneas separadas.
Magnetto: ¡Pero sí, mi hija, una para cada agujero de la nariz! Pero yo no tengo corazón por lo eso la cocaína me funciona como el gas comprimido. Para seguir en la misma, remándola. Usted sabe.
María de los Ángeles: Yo no veo que usted necesite remar mucho. Debe tener miles de lacayos que le reman por coacción. ¿Para quién trabaja usted?
Magnetto: Se lo confieso si Froilán nos dice porqué llamó Beckett.
Froilán: Llamó por error, pensó que estaba en Esperando a Godot y que un hijo de puta había arruinado su obra. Estaba muy enojado. Casi más enojado que usted.
Magnetto: Díficil. Por suerte Lacan dice que lo que ustedes han dicho de las tesis sexuales es horrible. Pero algunos dicen que Lacan es una secta, y otros quieren que el Peronisno tenga un frente con Lacan.
María de los Ángeles: Para mí Lacan es gorila.
Antropólogo (Que hacía un tiempo largo observaba atentamente sin hablar con una mano en el mentón): Un tal Boris, un Boris algo, quiere pasar por acá. Dice que puede traer faso. Pero a condición de que le mostremos los árboles de la selva de las tangas.

Magnetto mira su reloj de Oro.

María de los Ángeles: Usted es un absurdo. Me da asco, casi tanto como ese pedófilo que por ser cura anda libre. Y algo peor es ser cura y creer que la pedofilia es una de las materias para recibirse finalmente de cura. Pero cuidado, una cosa es la pedofilia y otra el sacerdocio. Yo jamás pensé que cuando una persona estuviese en dos cosas tan siniestras sólo se disculpase por la primera y no dijese que peor es la segunda.
Froilán: Pero los pibes, los pibes… los necesitados no esperan a Dios.
María de los Ángeles: Esperan a Dios pero hallan una entrepierna. Es terrible.
Frolían: El Che era machista y homofóbico.
María de los Ángeles: Es probable pero por lo demás era casi tan bueno como usted y yo. Pero incluso más, dicen que era comunista.
Magnetto: ¿Qué es un comunista?
María de los Ángeles: Alguien que piensa que en el tiempo en que se hizo ese reloj de oro, que todo el esfuerzo de hacerlo podría haber sido usado para darle de comer a un pobre. Luego a través de muchos libros la cosa se complica pero se basa en eso.
Magnetto: Pero los pobres no comen oro.
María de los Ángeles: Pero los ricos no ven pasar el tiempo en la cara de los pobres.
Magnetto: ¡Ay! María… Si tan solo fueras filántropica como yo.
María de los Ángeles: ¿Usted cree ser filántropo?
Magnetto: Por supuesto, este mundo se hizo para que yo sea el gran manejador de voluntades y conciencias. ¿Qué mayor acto filantrópico que ese?
María de los Ángeles: Usted no es una buena persona. Por ende si es el hacedor de las acciones humanas, debo imaginar que lo suyo está más del lado de la misantropía que de la filantropía.
Magnetto: Usted no entiende, mi dictador está puesto para que yo me oculte, mi dictador es tan bueno que ningún editor de ningún diario se enojaría con él. Por lo tanto, viviremos eternamente enamorados de la bondad de nuestro dictador, y nunca nos entereramos de quién verdaderamente maneja el mundo. ¿Para qué saberlo? Si la burocracia, las corporaciones, la corrupción, todo eso nos hace infelices, mejor no saberlo y sentirse medianamente feliz. Ya sabemos, muere gente, hay gente pobre, pero lo importante es que un 12% de la población mundial sea feliz y que no sepa nada del sufrimiento del resto de la humanidad. Es así, a algunos les toca ser felices y a otros infelices. Que cada uno se arregle con lo que tiene y que no pida más. Si uno nació pobre, ¡Que se la aguante!
Froilán: ¡Señores, creo que esto está en el peor estudio de caso de audiencia. Somos superados otra vez por la novela mexicana! Siempre que desnuda la moral de un hijo de podreoso Ibope nos marca 0,3 de rating.
Magnetto: ¡Bien! Compremos acciones de la competencia.
Froilán: Pero usted, Magnetto, ¿está muerto?
Magnetto: Por ahí ando, indecentemente vivo. Sepa que la gente odia a todos por igual pero no puede amar por igual, en eso es muy torpe.
María de los Ángeles: Yo le digo que cuando usted conozca la marihuana, va a dejar de ser tan malo. Como si un León dejase de ser león para ser bandera.

Suena el teléfono. El Antropólogo atiende, mira para todos los costados y grita.

Antropólogo: ¡Cancillería!
Magnetto: ¡Pase ese teléfono! ¡Mierda!
María de los Ángeles (Al Antropólogo): Miren, ahora sí es el empleado del mes.
Magnetto: ¡¡¡¡¡Sshhhhh!!!!!!
María de los Ángeles: ¿Saben qué huele peor que la represión?
Antropólogo: ¿Un represor?
María de los Ángeles: Pero tontito de mi corazón, es obvio que no. Lo que huele peor son los hijos de puta que lo avalan desde la distancia.
Antropólogo: Según estudios, el filósofo que maneje conocimientos sobre cómo armar el churro es el que tiene la posta, en Playas, Boliches, estacionamientos y universidades nacionales e internacionales.
Froilán: Volvamos al inicio de la obra.
Antropólogo: El génesis, entrópicamente delirante.
María de los Ángeles: Ya oyó Magnetto, váyase de una reverenda puta vez.
Magnetto (Mientras habla por teléfono, contesta): ¿Sí?
María de los Ángeles: Que se vaya, le digo, o le empezamos a hacer ADN para ver si es más dinosaurio que gorila o de qué se trata su existencia sombría.

Magnetto huye (Por decirlo de alguna manera, no huye, se va altaneramente silbando), acompañado de un par de Curas, un par de periodistas, un par de putas que corean su nombre y más fuerte el de Stalin, devenido en Stallone o viceversa.

María de los Ángeles (A Froilán): ¿Usted me ama? Esta primera cita lo tiene al jefe de los Multimedios.
Froilán: La amo más que a los multimedios y que al statu quo.
Antropólogo: Amar en suplementos “Mujer”, “Espectáculos” y “Cultura” es sufrir, pero la violación sólo llega con el de la Nación; “Política y Negocios”.
Froilán: Un grupo de zurdos hicieron un suplemento que se llama “La Voz del Puto”.
Antropólogo: Interpelan a los putos por la segunda persona. Son interesantes. Por lo menos quieren dialogar sincrónicamente.

María de los Ángeles pisa algo duro y largo en el piso, lo agarra y lo abraza.

María de los Ángeles: ¡Al fin! El consolador violeta.
Froilán: ¿Me ama pese a esa gigante pija de color violeta eternamente amorcillada por un calvario de sexo?
María de los Ángeles: ¿Quién podría decirlo con certeza?
Antropólogo: Vivir es sufrir, un día te dirán violador, al día siguiente ángel de los perdedores. La vida es sufrir.
María de los Ángeles: Pero a éste le pegó la depresión.
Froilán: ¿Sabe? Ahora que la veo, esa pija violeta resalta el color amarillo de sus ojos.
María de los Ángeles: Es la peor manera que se me podría ocurrir elogiar a alguien… pero tiene su estilo.
Antrpólogo: ¿Usted es una actriz?
María de los Ángeles: Creo que finjo el orgasmo cuando quiero creer que los otros valen la pena y lo tengo cuando creo que no hay nada que perder.
Antropólogo: Genial. Usted es la guillotina de la autoestima de cualquier hombre.
María de los Ángeles: En mi escuela llamaban a mi culo ¡Planta Carnivora!
Frolán: Si esta verga fuese flauta cantaría como la loca que finge. Para que le finjan no hay que esperar nada… Mi pija tendría miedo.
Antropólogo: ¡No le entendí una mierda, Froilán!
María de los Ángeles: Su pija tiene miedo, mucho miedo. Sépalo. Es hora de que lo sepa.
Antropólogo: Siempre que quiera ver una desgracia, sepa usted que está condenado a ser la misma mierda que pudiendo no ser, es. Usted es la causa no sólo de sus desgracias sino de todas las situaciones desgraciadas que sólo con usted pueden ser parte de un universo que es peor que una urna meada de un pariente.
María de los Ángeles: ¿Vera?
Froilán: ¿Y los Nihilistas?
María de los Ángeles: Antígona es deplazada por no llevar documentos. Pero sepan que Antígona se las operó y pudo volver a la ciudad, hizo lo mismo que Medea. Pero Medea planea la venganza.
Antropólogo: Medea, cruel mujer, tú si que conoces, entre los telos y cabarets del barrio, quién coge y quién no coge.
María de los Angeles: Tengo miedo.
Antropólogo: ¿De qué?
María de los Ángeles: De nada, simplemente quería encamarme con Medea y por eso la nombré.
Antropólogo: Está de moda la onda griega.
María de los Ángeles: Sí, obviamente, la crisis económica los pone de moda.
Froilán: Como a Sarmiento. Está de moda desde hace dos años.
Antropólogo: ¿Sarmiento?
Froilán: Sí, sí, la gente lo usa como imagen en sus remeras. Bandas de rock lo nombran en sus letras. Jóvenes de entre trece y diecisiete años tienen la imagen de Sarmiento en sus mochilas. Pegan calcomanías de Sarmiento en sus carpetas. Rockeros hacen shows y lo dedican a Domingo Faustino. Mujeres se masturban pensando en sarmiento. En las orgías de Sarmiento. Ponen cuadros de sarmiento en los colectivos, en los kioscos, en las escuelas, en las casas. Pegan afiches de Sarmiento en las calles. Se tatúan a Sarmiento. En una nalga se tatúan a Sarmiento y en la otra a Alberdi. Hacen tributo a Sarmiento bandas tributo a Pink Floyd. La gente en los recitales corea el nombre de "¡Sarmieeento, Sarmieeento!" y canta “¡El que no grita Sarmiento para qué carajo vino!”. Los niños al nacer son llamados Domingo Faustino. Madres fanáticas de Sarmiento. Sarmiento tiene el monopolio.
María de los Ángeles: No crea, Froilán, que Sarmiento tenga el monopolio, se utiliza a Sarmiento como imagen para establecer la verdadera moral que se tiene que tener para ser “civilizado”, y el que no esté al alcance de Sarmiento será un “bárbaro” que será excluido por todos los cofrades de la moral Sarmientina. Y quien sea excluido de la moral Sarmientina será excluido de la sociedad.

Magnetto vuelve al punto principal del escenario.
Un espectador de repente se para de su butaca y empieza a gritar desaforadamente, desesperado, traicionado, confuso, no entiende nada, se siente aturdido, ofuscado, sorprendido. Comienza a gritar. A sacudir los brazos. Sube al escenario.

Espectador: ¡Paren la obra, señores! ¡No se entiende un carajo! ¿Qué son? ¿No saben ir lineal? ¡Froilán, la puta que lo parió! ¡A veces finge usted progresismo! Y a veces finge ser un conservador pro fascismo corporativista, a veces creo que me cae bien… ¡pero después se va al carajo! ¡Así no se puede! ¡María de los Ángeles a veces parece virginal y a veces parece como si se hubiese comido todas las pijas del mundo! ¡Pónganse de acuerdo, muchachos! ¡No se entiende una goma! Ya no sé qué mierda están haciendo.
Froilán: ¿Señor, se puede bajar del escenario? ¿No ve que estamos interpretando una obra de teatro?
Espectador: ¿Tan importantes son ustedes que ponen las prioridades artísticas por encima de las prioridades sociales? Cuando hablo de prioridades sociales, hablo de que toda esta gente que vino a ver la obra está cansada, y por respeto a ustedes no se va.
María de los Ángeles: ¡Váyase, hágame el favor!
Espectador:¡No me voy nada! ¿Entendió? ¡Me tienen las pelotas llenas! Yo pago mis impuestos, señores, este es un país libre! ¡Nadie va a acallar mi voz! ¡Jamás seré censurado!
María de los Ángeles: ¡Usted es un pequeño burgués con caprichos de clase!
Espectador: ¿Por qué?
María los Ángeles: ¡Por los términos que utiliza para hablar! Mete dulzura en un discurso duro y cuasi combativo. Igualmente, señor, disculpe, pero no lo estamos censurando. Sólo queremos finalizar la obra. Trabajamos de esto. En todo caso vaya a recriminarle a los autores las falencias de la obra. No a nosotros. Nosotros no tenemos la culpa. Nosotros no escogemos nuestros trabajos, nuestros trabajos nos escogen a nosotros.
Magnetto (Sale de su papel actoral): Disculpen que salga de mi papel, queridos espectadores; señor, le pido que se tranquilice un poco… La obra ya mejorará, si no le gusta puede irse, le devolverán el dinero.
Espectador: ¡Espere! ¡Espere! Yo pago mis impuestos para estar aquí y para opinar lo que deseo.
María de los Ángeles: No lo estamos censurando.

Aparece el Antropólogo.

Antropólogo (Al Espectador, con un dedo en la mandíbula pensando cómo formular la pregunta): ¿Usted a qué hora llegó?
Espectador: Nueve y media.
Antropólogo: ¡Ahí está! ¡Por eso no entiende nada! ¡Vaya al escenario que se la actuamos rápido si quiere. La obra empezó a las nueve.

Se integran en sus posiciones. El Espectador vuelve al lugar en el que estaba, en su butaca. Comienzan. Froilán y María reinterpretarán tramos de la primera parte de la obra, actúan de una manera mecánica, como para hacerlo rápido y salir de este mal trago con el Espectador, al que no pueden lograr echar del escenario. El público murmura. Vuelven a realizar la primera parte con el público murmurante y con el Espectador sentado muy cómodo en su butaca, disfrutando este momento de tensión entre los actores.

Froilán: Una baldosa… (De repente olvida la letra) ¡floja?, ¿Qué habrá ahí?
María de los Ángeles: Supongo que… nada.
Froilán: Puede ser, quizá haya un mundo paralelo debajo de esta baldosa y nunca nos hemos detenido-a pensar-en-ello.
María de los Ángeles: Estabasiendoirónica.
Froilán: La ironía es algo que hay que aprovechar de una mujer, ¡Paremos acá, esto no da para más!
Espectador: ¡Continúen!
Froilán:… a veces puede desmantelar grandes verdades.
María de los Ángeles: Todo lo que dije fue en sentido…
Espectador (Grita): ¡Figurado?
Froilán: ¿Está siendo usted irónica ahora también?
Espectador (Al público): ¡Manga de inertes idiotas, se pueden callar!
María de los Ángeles: Por supuesto que no.
Froilán: Porque quizá el sentido de lo figurado no esté debajo de esa baldosa, sino que tal vez allí abajo haya una gran literalidad.
María de los Ángeles: Claro, creo que…

Antropólogo interrumpe.

Antropólogo (A sus compañeros): ¡Paren, paren, paren, paren! Esto así no va. Sigamos como estábamos antes, antes de que nos hayan interrumpido!

El Público sigue murmurando. Ahora levanta más la voz. Se siente molesto con los actores y con el Espectador.

Espectador: ¡Señores, tengo algo para decirles! Yo no soy un espectador simple. Soy el nuevo jefe de ustedes. El nuevo gerente de este teatro. Así que como no me gusta la obra, voy a despedirlos y a dar de baja esta obra en este mismo instante, delante de este excelente y amado público.

El público queda atónito.

Froilán: ¿Y quién es el dueño del teatro?
Espectador: Tengo órdenes explícitas por parte del CEO del medio de comunicación más importante del país, Clarín, de que ya no pertenezcan más al grupo artístico contratado por este teatro. Ni ustedes ni los autores. ¡Sépanlo, señores!
Magnetto, el actor: ¡Yo tengo que alimentar a mi familia!
Espectador, gerente: Lo hubiese pensado antes de interpretar el papel que hace en la obra.
Antropólogo: Disculpen, ¿Clarín puede ser un monopolio llamándose Clarín? Suena pequeñito y cariñoso. Algo claro y diminuto. Es como si a un Pablo le dijeran Pablín. Con razón se llama Clarín, claridad diminuta de la realidad.
Espectador, gerente: ¡Querido público! ¡Serán devueltas sus entradas al salir! ¡Pueden retirarse y sin hacer ruido! ¡Con tranquilidad!

El público murmulla, grita, no entiende nada. Seguramente habrá muchos en desacuerdo con ese despido abrupto y colectivo en público, pero nadie expresó su disenso. Sólo 678. En un programa especial en el que fueron invitados los actores despedidos, donde entre otras cosas hablaron de las difusas argumentaciones del despido que le dieron los directivos del oligopolio.
Los actores se quedaron sin hablar en el escenario cabizbajos durante varios minutos. Y el gerente se fue caminando solo pero tranquilo.

Pasa un rato, la obra ya había sido suspendida, estaba todo a oscuras.

Stallone (Silbando y cantando cruza el escenario a oscuras): (Silba) (Silba) (Silba) ¡Mi unicornio azul… se me ha perdido ayer… se fue!

Stallone se va, sigue su camino. Queda todo a oscuras mientras se siguen escuchando todavía los martillazos de los que quieren ingresar al mundo subterráneo…

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