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Liz:

“Digamos que lo peor de lo mejor es no tener idea. De los vicios, de las tradiciones de la cocaína, de la paranoia. Del calor que asfixia. Del miedo en general, de las premoniciones, de los mal hablados, de la mujer que dice que es diez mujeres. De sus presagios, de los virus que atacaron al francés que era experto de las cárceles. De los textos de Cortazar que acaban de llegar. En nombre del ajedrez, de los fantasmas, consagrados por medio de pornografía. En un santo rapto de infidelidad, la locura del grafómano, en su sueño en vela que nunca se derrite. La locura, siempre, siempre queda en letras.” Algunas consideraciones poco (pata-físicas) sobre Liz Loewensohn.

Escribir a la madrugada es parte de una vida de inutilidad (cosa de la que es casi imposible redimirse en la cual la vida de la creación es la vida y lo otro, esa otra vida tan honesta de la subsistencia apenas parece chiste, aunque sea la realidad. De una vida entonces que se arruina seguido. La culpa que se asume a medias, el no tener una imagen desdichada para simplemente contar. La presencia de mosquitos por tener mosquitos cerca. La presencia de un árbol azul, el recordatorio de ella por no poder pensar demasiado por eso la condena irredenta de la conciencia. Jugaremos de forma indecente con la ruleta de los rusos, una vez que una vez que este cerebro fue descartado de antemano (podría ser de psicópata o de loco particular). Lo imposible de lo real. Lo terriblemente injusto de lo inabarcable. La infidelidad infinita a uno mismo (con ese yo y esos otros), el disco de pasta destrozado por la erosión.
Labios- tan necesarios, la primera de todas, dijo que la facilidad era de la palabra, la última decía que era locura de la emergencia de los resortes; la que llegó odiarme a medias, pero por lo menos no olvido tan rápido como lo innecesario.
 Pero en ese odio infinito que saben conquistar las cosas que no tienen buen origen, apenas pueden hablar de lo que somos en realidad. Por eso cuesta imaginar como muchas veces se ha hecho en la historia a las personas en la distancia. De hecho esta distancia de por sí es un hecho narrativo y con su contradicción hace a la cosa, sin piedad y sin predilección. La sátira más justa es para con nuestras miserias, pero en la distancia son imposibles de ver. Por esta razón la complicada ciencia del cazador de faros. Pero sin duda que nada peor. Sin duda que nada mejor. Porque tal vez en esa duda tan poco metódica, en este exilio reciente. Encuentre quien sepa olvidarse novedades en personas, tan escuetas como todas las personas. Pero que si nos encaprichamos en mirar tienen eternas texturas por resolver.
 Por eso con la verdadera molestia de la luz de los hechos podría pensar que sus pasión tiene carga de muerte como la de tantas mujeres, bellas, porque Belleza es Muerte, muerte para todo que lo hay. Como nos daría entender Boris, “… de las feas poco se puede decir, si apenas existen y con eso; bastan.” Impongo como razón que tiene que ser la razón maldita pero no enfermiza. No crean que les privo del placer de perderse en lo que quieran. Usen su imaginación, clavémonos finamente en su espalda. Tal cual nuestros ojos fueran el horizonte y a la vez un alfiler. No somos rudos, no buscamos una presión, ni la pantomima de la perra, sino la locura de los leones. Pasto amarillo. Calor abrazador, negación de las epifanías fantásticas de la pornografía en trazo simple, de esa humorada carnavalesca que no termina por ser crueldad, sino burla.
Nuevamente, si esto se trata de pensarlo no quiero jugar al loco, serían esos dientes destrozadores de caras, una mujer para ser útil para ser efectivamente bella, tiene que ser forzadamente mortal(esto se dice no por miedo sino por la misma idea de huída, de locura que se pierde, la sensación más propia del humo. Tal cual se pierde en un atardecer ya capitulando).
 Podrían sus dientes ser más mortales que otros, podrían ser sus uñas más terribles. Ahora tan arbolado, tan perdido y tan tatuado, quiero que sepan que cada persona es un universo con sus estelas de gas. Cada persona cuando nos arranca de algún lugar es así. Sería un acto de cobardía no pedirle que nos arranque un pedazo de todo eso porque por estas razones tan desgraciadas el paso del tiempo mortal, es aún acentuado por la dinamita de la intensidad de la existencia.
 Debería pedirte que con rigor me arranques dudas Liz, necesitamos de este objeto ¿serás cierta? O serás magia, magia que otros compran y ven como polvo dorado y rojo. Mezclado, y perdido, como polvo molido finamente. ¿Sería cierto decir que el escribe esto es cultor de la porquería? Sería cierto, decir que lo es, pero que no siempre se topa con ella.  Pero a la vez como substancia que no llega a ser pornográfica dicta un presente, todo lo que falta se siente como deseo puro, y es así abstracto y bello, sin tener correcta razón de ser, tan propio de nuestros egos fantasiosos.
 Voluntad etérea de que nos lleves al infierno; para que no podamos ir más abajo. Tendrías que ponernos la mirada más enfurecida con el beso más suave y las manos más pegajosas. ¿Harías el favor de hacer pedazos la vida ajena con armas puras y simples? ¿Harías de tus pestañas flechas? ¿Harían de tu sin razón una horca? Harás con las puntas de tus uñas, pájaros, inverosímiles. Evitarás con gongorismo una espera eterna, me regalarías arenas de la otra parte del mundo. Darías a este inútil, la pasión de un mapa sin historia y sin referencia.
Me gustaría pensarte con el gusto del café más cínico y lleno de parodia, en esto que se llama irresponsabilidad genuina. Me parece que decirte que sos lo que no puedo ver es esa clase de cosa que debería fascinar. La fuerza de una determinación tal. La presencia de esa instancia, de esa manera de ir quitando capa a capa. Lo extraño, sin ya pretender una historia, simple y llana descripción. Que sea paralela al reflejo de tu pelo, y que no pida otra cosa. Parodia, y placer, dientes que tengan fuerza de tornillos, con una lengua justa, una lengua que diga en el acento más perfecto, las palabras más corruptas y llenas de valor. Verdadera conciencia que desgarra las conciencias. Con suerte y para la suerte, estos erizos quieren la inmortalidad. Por eso, con gesto y no evitando nada. No iré a la idea de una abyección de un cuerpo. Pido un capricho que sea serenata. Si son las teclas, de este piano de grafismos, las que te acarician. Sean ellas que sin excusas te liberen de corresponder. Porque corresponder nada vale en el mundo de las cosas ya escritas. Por el contrario es el peso de vencer al reloj de una vez. De dar vueltas a mayor velocidad y así perder todo el destino de una vez.

Sea tu imaginación la que luche contra todo incluso contar el texto, y que libre del objeto que busca, su impropiedad, la que no sepa ver lo humano en lo perverso, lo finito en lo sublime. La que no crea en ciencia alguna y la que termine asesinando, con fuerza demoledora la pared que se construye entre ese mundo de uno y el de los demás. Si este carácter existe, ojala que viva, y que sea la obra más genuina del desconcierto, que se conoce múltiple. Si conoces el laberinto, corta los hilos así no podremos regresar, y con esta fuerza de tener pocos por buenos y muchos por nefastos. Tu si sepas, meterte en las olas tan cretenses. Tan decadentes, tan impropias de mí pero tan justas en tu manera de mirar, porque nuestro sur, nuestras corrientes, se irán topando, entre tu voluntad de ir devorando, la espuma que lo separa, y la manera inconformista con la que pienso la distancia.           
 Algunos dicen que algunas pasiones no se cortan nunca pero esos mienten, o creen mentir, escribir, la desgraciada indecencia no se corta nunca. Rubia, potente de gesto firme ¡Te pido que me dejes escribir casi cualquier cosa! Y te pido que nunca impidas que el mundo conozca lo que tu estela podría dedicarle en su incontable necesidad de hipocresías medianas. Te pido que soportes, los demonios sobre tu oreja, te pido que me des las peores ideas, las peores de todas, que no tengas siquiera necesidad de pensarlo dos veces, que siembres las peores palabras. Porque estas imágenes, serían como los misiles más erráticos. Y con eso sin razón iremos cayendo, como si desbocarán caballos de las nubes.
Entre Dalí y Bukowski deberíamos pendular, entre el ácido y el alcohol. Con una pintura, por imagen, el porte, tiene acento que se dispara como artillería. A su recuerdo mi memoria y la injusticia de saber que no es otra. Única porque cada mujer es única; esta tiene el severo enfoque de la energía y a la vez la presencia del aire. ¿Su manera de ser viento? Trágicamente poco lineal su sintonía es la solución de un eterno dinamismo llevado por la normalidad. Así su existencia sin poder decir bien que es, tiene por rango una inteligencia veloz pero a la vez una necesidad de no andar esperando nada.
 Por eso su querer morir cayendo es la prosa que hemos visto crecer en todas partes pero es la poesía que pocos queremos seguir y cuando ella entendió esto. Evitó tomarlo como una capa para ver las estrellas sino que hizo el punto con decisión y así puso sus ojos en el infinito, y vio que esa cosa enorme y oscura podría ser sin duda la poesía de su voluntad. No perdamos entonces tiempo. Queda camino, siempre queda pero no espacio. Paso tiempo y este texto se puso rancio, molesto, un poco viejo. Pero métele tu mano y hundirte será complaciente, toma un baño en él. Escapa a lo terrible, de lo respetuoso de prestarle demasiada anterior. . 

 Ni al sol ni a la luna. Esta cuestión del retrato cuando se hace escrito es peor porque a la vez es tatuaje, así profetizo Sarduy. Por lo tanto no termina de rendir culto a nadie. Sin poder entonces creer, sabemos que lo insípido de la queja se cura con la piedra que en nuestra garganta queda cada vez que un nombre propio se fuga.
Creo que el acero en parte subsiste, cual si fuera bandera perdida en medio del desierto. Cuestión de huir, cuestión de que el GRUPO OCTUBRE se extinguió. Costumbre no ver París humeando, si es de Australia. Cuestión de tener por anécdota la existencia. Cuestión de no terminar de conocer a una persona que vive en la otra punta del mundo. Por eso, las cosas se fugan como suspiros de humo, sin importar sus precursores. Violencia que se estrangula en el camino. Nuevos continentes escritos podrían vivir en una espalda sin prejuicios porque no sabríamos quien debe mirar atrás. Si fuera la cuestión de pensador, el deseo que se mueve y que termina por ser inútil nos deja a medio camino. Sin amor pero entre cruzados en las expectativas de una piel extraordinaria. Sin ser original digo lo que hasta dijeron mujeres, que en un momento entre broma amarga dijeron; que su veneno, era ser bella y ser mujer, poniendo imagen perseverante a una pasión que persevera, y en esta forma predijeron por los cien signos su llegada, y esos celos eran eléctricos, y lo eran pero han pasado y por eso, con la voluntad. La hora del astro blanco que moviliza las mareas, oda a la desesperada necesidad decir, ¡Sea!
 Incluso jugaron en la broma el papel del asesino del asunto que escrito no podrían conservar. Y si el cambio en las palabras es poesía negativa, en el fondo de las cosas no se la puede olvidar. No es la imagen sublime, ni la sensible la que capta sino el devorar las cosas con el movimiento atroz. Será su vida misma sin vueltas ni arrincones, lo que dejaría en los rincones, quien conozca su pasión. Por eso complicado, y por perderse, sin poder tener otra cosa que la expectativa, buscamos hacer el punto. Jugamos en los tableros infinitos multiplicados arriba y abajo, hacemos la geometría infinita e infernal, prendemos al leerlos y olvidarlos, los infinitos libros.
Ella pedirá conocer la variación de la vorágine de nuestras tierras salvajes, donde la necesidad siempre esta vigente y latiendo. Y a la vez obtendrá como respuesta, aquella sintonía. Si es que al fin se convence, pero podría verlo y no saber que decir. Mas eso es lo que menos habría de importar, porque esta mezcla de carta con falsa declaración de principios. No puede incluir dudas sobre el destino, si apenas, hemos visto la periferia. Devorar, será en el final con suerte, un engaño, como la lógica de dos galaxias que se arrancan los brazos por azar.   
Sí, la alternativa destructiva es la premisa salvaje cuando alguien pide el caos, rompe la campana de cristal, este el mundo sin compromisos que devora el calendario y que nos pone de rodillas ante un tablero de ajedrez, porque la vida es una partida que se tiene que perder con el intento necesario de la jugada inmortal. No pido que entiendan, que este texto presenta una pasión contradictoria que apenas se puede entender, no se trata de agradar, sino más bien de ir desvistiendo las distancias que las atrocidades imponen. Sin otro fin que captar el olor más propio de lo que aún no se conoce, con el simple deseo de hacerlo. Terminando traicionando toda medida y con sentido.
Porque el conocimiento guarda principio de la paranoia, no es pobre de ideas, el que no puede parar de soñar. Mi sueño entonces pretende que inventa una idea lejana que dejar, si entonces, no hay gran paraíso para vender. Si hay cosas que prometer, se prometen casi todas las cosas que no queda bien prometer pero eso no es suficiente. Me gustaría entender aquella en vivo y en directo cosa que sería genial. Porque así ahorraría la crítica decidida de quien sea porque los detractores abundan. Y mi idiotez sin cura, esta más a salvo camino a la muerte que a la luna.
Pero de eso se trata de tejer, ir pensar que las cosas no son mentira, sino meras y puras construcciones de la mente. Dicen que nosotros, los locos permanecemos así para siempre. Inspirados. Injusto es pensar que las cosas sin embargo se pasan, todo es efímero como el fuego y el desierto. De alguna manera, entonces si se podría decir que lo poco visto puede que la belleza abunde como una veta justa.
Así por suerte, conoceríamos al final la extraña paradoja de la vida, en la que apenas pensamos a base de hacer, y por eso escribimos, con la mala leche de siempre, cargados de esa molestia de tener que pensar fijamente y como tullidos. Y como tullidos, decimos ¡Gracias! Por las nubes por lo extrañamente ingrato y lo que pudre.
Lo que ha dejado que las cosas puedan seguir siendo así. Infames como todo lo que pasa, en un mundo que hace las cosas extrañamente a su manera.   

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