Buen ejercicio pienso hacer ahora. Ciertamente que la gente se conoce, y como si fuera polen o humo a veces puede irritar un poco las fosas nasales como fundamento del recordatorio. Me gusta pensar que alguna gente tal vez nunca se vea, y que a la vez no cae en el platonismo.
Pero sin embargo jamás podré superar lo sanguinolento de la existencia tengo eso de cura loco y terrible que ando bendiciendo las cosas. Y he aquí que me topo: con una ciudad, con una mujer, con un gran punto. Lo hoja siempre tan blanca, la periferia, la irrelevancia. El hecho siempre de la carne, y la posibilidad de ver unas nalgas que podrían colgar de la ventana.
Ahora bien porque somos lo peor de lo que escribimos porque necesitamos ser más independientes que el aire y no dejarnos llevar por la pasión que todo arranca hasta el metal. Digna ciudad y lo peor terrible. Encalvada en la lejanía y metida en la fotografía, perdida ya hecha, conquista y bebida por otros soldados, saludada por otros muertos. Llena de caras bellas de risas que seguirán haciendo eco por la eternidad.
¿Quieren pasión? ¿Quieren juego? ¡¿Qué más quieren?!
Claro que esperan que seamos parte de su juego. Pero quiero decirte, que subas por la escalera de los peñascos, que veas la autosuficiencia del mundo que se auto-masturba, es decir que es un “acto de fe” dos veces. Ahí están, y mis ojos con tus ojos ven lo mismo. Nos hemos visto correr por aquí que es acá y es allá, demasiado cerca de nosotros, en nuestros pies tal cual fueran colonias de nuestros recuerdos. Sé que esos pensarán que son incorregibles descripciones pero entiendo que vos podes disfrutar con ese paladar las gárgaras de palabras. Ellos quieren dolor pero nosotros tenemos fiesta, también dolor, nos comen y devoran los callos articulados pero tenemos voluntad como un auto que va a gran velocidad.
Por eso no hablemos de belleza sino de viscosidad, tantas veces se reseca al teórico en sus palabras. Y lo peor, se cree que su verdad es el mundo, pero sabemos que las fronteras que apilan y se separan de las pieles, las piernas y los pelos no tienen ese sentido. Tal cual si al final el humo que todo lo trastoca fuese diluyendo segundo a segundo cada palabra que hemos dicho porque somos uno más de nuestras listas de multitudes.
Ese aliento húmedo que se hará neblina. Y este es un poema de prosa contraindicado, para vos, y para mí. Tiene lo de la carta amorosa pero finge no tener destinatario ni cariño tiene poco de testimonio y mucho de síntoma de perderse en el sin sentido.
Perderse en lo que sabemos que no será un burdo espectáculo estúpido para que piensen que hemos vivido. Eso huele a religión a niños pequeños robados que no son nuestros hijos. Pero a la vez, sabiendo que somos tan lejos, sabiendo que tan lejos nunca nos vemos. Entendemos que el almíbar de nuestras arañas borrachas que crujen no es más que eso. La pérdida del lenguaje, sin sentido. Ir y venir. Yo escribía sobre el cielo y sobre la atmósfera. Ahora veo la sangre que entra a la jeringa y puedo rebuznar en paz.
Somos como el ganado, el ganado que bala entre los barrotes. Y ¿Por qué no tirarse por la ventana? Como mujer que sos, podemos hacerlo. Podemos pisarnos las nucas, podemos arrancarnos los dientes para tener collares extraños. Podemos devorarnos en poco tiempo, podemos perdernos en la dimensión oscura y brillante de la cámara testigo. Porque hemos de pasar, cual la hoja de un libro. Yo sé que podes entenderlo, y por eso aburrimos cuando sonamos como la música siempre repetida. Pero si nuestras lenguas persiguieran a cada una de nuestras vértebras infinidad de veces. Ahí sí que no deberíamos estar citando a la historia. Por eso porque somos incultos, y tenemos las herramientas de tallar la tierra desconocida donde no pisamos pero nos hemos olido. Ahí donde todo es mecánico, ahí donde nuestras imágenes baratas brillan tanto que al final nuestro excesivo lenguaje directo olerá a escuela.
Siendo la monja, hemos compartido el mismo hábito. No hemos podido huir de nuestro deseo de estar allí esperando ser una sorpresa debajo de todo lo demás. Tocándonos los intestinos como si fueran mangas de crema. Nuestra empresa barroca es la vanidad vacía que desafía al vacío. Tenemos que decir que en esta noche casi medieval, nuestro “JESÜS” se nos ha puesto a fumar. Porque vos y yo, estamos dando vuelta por allí como animalejos. Y vos tenes eso de animal puramente extraordinario por la insolente curiosidad que podría disolverse en un segundo o durar años. Esta superficial manera de no darnos cuenta de las cosas. Este obviar y seguir obviando hasta que el terror y el odio se apodere de nosotros para terminar usando los dientes como cuchillos. Tantas cosas, podrías ser, si fueras, mujer, ciudad, puerto, y tantas cosas que le damos a un dios. Y todo seríamos pobres dioses, dioses ridículos, payasos, como el del Gran Libro con el que no quieren pegar por la cabeza para que nos portemos bien.
Si es cierto somos celosos. Y estamos locos, locos de celos y de voluntad de crear en un desembuchado tan romántico como cataléptico pasado de moda. Por eso en parte por nuestra idiotez, como he tratado de contarte por nuestro pobre destino lleno de olvido te pido que nos tengamos piedad que nos olvidemos inmediatamente. Pero antes claro esta, quiero que piensen que al igual que el sueño que es terriblemente desordenado, siempre se puede conservar un lugar donde la gente piensa que el caos, es como la bella sonrisa que nos estas destilando desde esa catarata verbal de la que hemos bebido. Y muchos creerán que no existen porque no han contado de un centímetro de tu estructura física, y por eso serás una especie de fantasma. Hija del descarte de la arcilla más pura que es la pasta del deseo de lo que no se termina de cerrar nunca. Mientras más distante y caprichoso es el sonido más desesperante es saber de qué se trata.
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