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80- Guillotina:

Contar el final es contar el principio. Tal vez por eso no podemos contenernos. La velocidad es la manera en que tropiezan nuestros caballos, y así vemos que el desastre se nos presenta en parte por el accidente y no porque haya algo planeado.

La guillotina es una maquina genial para editar imágenes; puede lograr lo imposible. Puede hacer que las cosas no tengan que ver, logra un efecto único. El condenado a la guillotina solo puede intentar ser, pero no será otra cosa que lo que le dejen. Es el azar que le pisa los talones. Por algo, si es que puedan, están como están. El relato los ha dejado presos en la incoherencia, un momento son las cuatro A.m., al siguiente la una del mediodía, luego vuelven a ser las cinco A.m. La conciencia se resiste y sufre, sabe que no puede saber lo que va a pasar con certeza. Esta es la manera en que se esta en cero. No puede decir nada que se le pueda escapar, la vida cambia segundo a segundo y lo peor no se puede tener la seguridad que las consecuencias tengan algún sentido. Volver al principio de la vida y luego agonizar, modificando una y otra vez las cosas de acuerdo a pequeñas impresiones que cada vez son más y más contradictorias.
¿Qué nos molesta? No lo sé ¿Será la presión? Algunos lo llaman locura, una suerte de distorsión espacio temporal. Yo digo, ¡Adiós cuadricula!, tomo la misma foto. Los caballos a esos que aposte todo mi dinero, los cuales tienen que ganar, porque no tengo otra salida. ¿Jodido? No, un accidente, un simple accidente. Casi tan normal como cortarse un pie con una motosierra. Lo importante es que la guillotina seguirá con su trabajo para eso está activa. Las escenas, una de ellas, la puesta en escena de esos caballos que corren es parte fundamental de la vida. Difícil de leer, muy cierto, es parte de la maldición. Un estado mental alterado, una suerte de imagen que se nos fuga. Lo que se, es lo siguiente, escuchen, llegué a las 10 A.m. Sabía de una carrera a las catorce horas. Eso no importaba tenía que esperar. Eso no fue bueno, no sabía si iba a estar ahí para las catorce horas, tenía que pedir el favor de que alguien apostará por mí. Lo hice, un amigo, una persona muy simple. Sabía que el no podría saber que podría pasar, estábamos bajo ese poder, yo podría matarlo incluso antes de que cumpliese los quince. Porque yo vería si no apostó. Esto era bastante paranoico, tampoco podría saber si llegaría el momento en que me enteraría si apostase o no. Pero el jugaba con su vida, yo con el tiempo. No había otra que pensar, reloj versus sangre. Saltar de un lugar a otro en una especie de película es profundamente desquiciante.

Tengo una ventaja porto una botella de vodka, con ella me ayudó a pasar de instantánea. Siempre necesito un trago en esa forma todo lo demás es normal. Vivís pero no podes decir que eso valga algo, no podes suponer. En algo las cosas tienen una forma demasiado particular, una forma extraña. Sí de eso se trata de pensar de la manera no acostumbrada para poder intentar algo descabellado. Seré rico para el día siguiente a mi apuesta, podré encontrar a la mujer la cual me cruzó en la mayoría de los segmentos y darle el dinero de esa manera ella será feliz, yo en medio de la espiral, llegaré a morir de repente después de haber ido al baño o subido a un colectivo. Uno nunca sabe. La escena puede saltar en cualquier momento. Por ello, tengo las ganas de pensar en algo. Escuchen, voy espero a dos cambios de escenas. Lo importante es que sólo en algún momento podré ver el futuro lejano. Justo entonces podré tener noción del plan.

¿Cuál es el plan? Sencillo, mi amigo tiene un sobre. En ese sobre hay una dirección y una fecha. Una persona, la persona que les dije, la mujer que aparece en la mayoría de las escenas es la depositaria. Bueno, justamente, si ganó tiene que llenar ese sobre, puede tomar lo suyo, un diez por ciento pero tiene que seguir el plan. A menos que la escena de la muerte llegue antes de las catorce horas de él, yo podría tener por seguro que habrá hecho lo que supongo y podré verificarlo. Si esta escena llega antes no podría saberlo. Como calculo las escenas, bueno miren aquí el artificio llevo un reloj, si un reloj que nunca ajusto. Ese reloj es el cual cambio cuando quiero calcular alguna cosa. Siempre tengo que esperar, y nunca sé si calcule bien. En este caso serán un par de horas, como siempre la espera angustia más sino se sabe nada. ¿Puedo quejarme? Eso quisiera pero es vivir frente a muchos tableros complica la vida. Bueno me cuesta pensarlo, esa es nuestra manera de ver, escuchen. Digo, creo que saben que no estoy loco. Si lo estuviera, no podría decirles con la coherencia que me permite lo incoherente de la guillotina lo que esta pasando.

Aunque claro, la otra versión, si me pueden pensar mientras me pienso es la siguiente. Supongamos que ya viví supongamos que me pasé la vida haciendo apuestas de riesgos, supongamos que una de esas apuestas los caballos se caen. Justamente este accidente podría haber arruinado todo. Pero claro es una forma de verlo. Sé que desde la guillotina funciona las cosas no puede ser muy obvias. Sé que he vivido pero no lo que viviré es decir. Tendría sentido alguna de las cosas que estoy haciendo. La verdad es que no. Claro eso implica que ambos usted y yo no pensemos que algo malo va a pasar. Pero la escena de la muerte esta barajada, o quizás estemos a punto de encontrarla.

Intuición amigos, intuición. Dejemos de pensar, sí. Bueno, la idea es que puedo ver que alguna de las veces que he apostado, en una de ellas los caballos se caen, mi caballo pasa por el costado y gana. Es increíble pero es así. Juego mi dinero, el dinero que consigo, para este caso, a las de las diez de la mañana de ese día tenía una suma de veinte mil pesos en efectivo. Todo se va a ir a las carreras. Aunque no tiene fin. Por eso di la mitad del dinero a mi madre y me dije que sí, ese dinero tenía que ir para ella.

¿Mi madre? Una de las pocas cosas que se pueden recordar. La guillotina, la jodida guillotina no tiene fuerza al menos para alterar alguna cosa. La propia familia es difícil de seguir, la gente se relaciona suponiendo que las cosas tienen un orden pero cuando uno puede sentirse así, ¿Qué hace?

Simple espera cualquiera cosa, espera la distancia de las cosas. Sí una forma más. Alguna manera de sentirse, bueno es una especie de viaje extraño. Un fenómeno, una construcción. La forma, la idea. La locura, sí puede que halla una pizca de locura. Una fuerza de la violencia sobre la propia mente. La idea es incomoda. Pero es parte de la vida, de una historia. Sí esta es la manera en que las cosas ocurren. El final lo tuve en forma compulsiva. La guillotina, trabaja, no para, y ahora mismo estoy a las puertas de una alteridad. ¿Será la salvación? La pared, la propia pared, se hace débil.

La obsesión termina; cambió la guillotina sigue y selecciona. Pero por algo las cosas pueden pasar. Uno no tiene que temer el final más cuando puede llegar bajo cualquier formato. La tranquilidad, es parte de una sensación. Muchas veces lo peor es tratar de dormir. Porque del sueño a otra realidad el salto es grande. El cambio suele asustar aunque esta claro que no es cuestión de despertar sino de vivir conforme a lo que las reglas exigen. No queda otra opción. La humanidad ha tenido por condena milenaria un tiempo que no se detiene, ha tenido el peso de unas acciones que se encadenan  se ha sentido una especie de karma universal, una idea de un testigo. Bueno, este el fin del karma, hemos llegado al tiempo que no tiene porque medirse, hemos llegado al lugar donde no podemos jugar convencionalmente.

¿Existencial? Quizá peor, instantáneos, secos en la luz que nos hace ver lo posible. La gente no entiende nada de lo puedas o no hacer, para ellos estás loco, parecieras que vivieras en otros momentos y quizás sea esta mente y no el mundo el que haga la jugarreta. Pero desde esta terminal las cosas se ven así. Solipsismo profundo, con su desintegración, un solipsismo caníbal una manera de irse perdiendo. El amor y los caballos, ¿el carro de la fortuna? Creo que sí. Lo extraño, lo dificultoso es lo siguiente. Nunca sabre cuantas infinitas versiones de este papel se pueden hacer. Cuentas veces cortaré y cambiaré este escrito. Porque de hecho podría perderlo mientras lo escribo. La dimensión del azar, la muerte en cuanto a muerte fija, reina de las acciones humanas puede subsistir en un mundo que carece de razón. ¡Viva la muerte! Los fascistas, son pobres tipos, carecen de las razones para desesperarse pero se aferran a lo anticuado. Creo en parte que soy un fascista. Creía que las cosas tenían que ser de una manera, era un dogmático, pero ahora, entre imagen e imagen, mi ombligo es una nebulosa. Amar a la mujer que amo sólo que la amé antes de que esto fuera un juego, creo que me da a entender que sigo en él es porque no me suicido. Podría incluso perder esa meta, es decir, podría matarme (si ya no lo hice). Es complicado, es la sensación del suspenso.

Escribir un hecho es escribir una vida cuando todos los hechos que la atan se deshacen. He sido un hombre de un solo día. Tan literal es esto que apenas puedo terminar de escribir para saber que sé que lo escribí pero no sé quien lo va a leer. En su tiempo, en su tiempo tal cual es. La vida tiene un conjunto, un cardumen de avocaciones tan útiles. Esto allí sólo es un experimento. Si pueden  y ven a mi amigo, pueden decirle que me mate. Si es que esto aparece luego en otro lugar antes de todos estos hechos. Este común, así podría quedarse con el dinero, con la mujer y con mi vida. Por tal vez después de todo vivir en este caos no pueda ser camino a la felicidad. La duda vence, la maquina triunfa, soy un medio, una imagen, una distorsión, una serie de series de números. Soy una invención, un conjunto. El intento de orden, la vida sumamente postmoderna, el principio de todos los principios, el rizoma.

Soy una especie de evangelio, nadie es inmortal pero nadie es relevante. Vivir es ante todo sentir, experimentar la fuerza de la propia realidad, una observación que invita a los sentidos a perderse. Creo que al fin, la muerte del caballo en sus piernas, el caballo que debe perder, es mi suerte también. Creo que perder es ganar, ¡viva el orden! Soy el caos. Soy la idea de la diferencia en los diferentes, soy la teoría que sólo cuando se hace tiempo, discurso es verdad. Soy axioma, libre en mi propiedad, lo gratuito es necesario sólo para ser conquistado. Es decir, necesito ser privado, ser usado, ser descartable, morir. Esta suerte, la idea de que apuesto, y que no tengo otra que esperar.

Me aposté a mi mismo, compartí este padecer. Ahora será otro el que me tomé como excusa. Quiero ser mortal en la mente de un mortal porque a mí la vida podría ser el eterno infinito, soy un dios conciso, una irrisoria manera de ser postmoderno, multilateral. Desquiciante como la textura, como la mente en sus ideas que no puede dominar. El reino autentico de una manía metida en el fondo de la catatonia.

Soy la foto que se puede quemar, porque volvería aparecer, soy el reflejo sin narciso. Soy inmortal, serial. Pero son las dos, veo mi carrera, me veo ganar. Estoy ganando, no sé que más. Al fin, la vida de ella y de él, la del resto de la humanidad sigue por allí. Yo soy una vela, una cosa que sólo se entiende en cuanto a que se consume a sí misma. El aroma, el delirio.

Dejó un punto incierto. ¿Ven lo yo veo? El mundo sin tiempo, en el movimiento en todos los sentidos aunque encausados en una sola esperanza de final. Perdido al fin pretendo ver el barro de mis pies como si fuese yo, materia prima, misterio. Soy ese caballo, soy la imagen de un caballo. Soy el caballo. Perdido. Feliz, caballo, un caballo siempre tiene carrera que ganar, yo también. Mi carrera en esta extraña suerte, es poder llegar a decir, aquí estoy.    

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