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Mostrando entradas de abril, 2016

Viajantes y Paseantes, la reflexión de un cura "Pecador":

Había un cura en el barrio de Devoto que era simplemente depravado y no tenía otra afición que lo que él creía que era la filosofía. Como hombre de la ciudad, es decir hombre en una sociedad y no una bestia, debía fingir respeto e incluso creer que su respeto superficial a la Ley era algo que hacía a la verdad. Mientras que algunos cantan odas al irrespeto a la Ley y algunos chorros hablan de sus robos en el colectivo, y otros ven escenas criminales pero no se atreven a hacer justicia si nadie da el primer paso, la inhibición de unos y otros pinta bien al ser humano sin concesiones. Por eso, incluso, veremos que esta “filosofía”, más que rebelde es irreverente. Cuando lo conocí lo ví como era, un hombre de apariencia normal y de forma de hablar muy cordial. Solamente cuando estaba seguro que su interlocutor nada parecería importarle lo que dijera, revelaba sua pasión por bestialismo, y sin pena contaba como le gustaba coger ovejas, perros, y lo que le viniera a la mano. Era el suy

Santa Teresa- la primera santa alocada y postmoderna. (I)

Para estas historias hay que estar bien relajados. Uno si es respetuoso se deja llevar por los relatos y los avala, si es un reaccionario, si es de aquellos que toma las ideas avanzadas sólo como una forma de preservarse no va a entender de qué se trata. Si hay en esta cultura un último cofre de la mujer como el depósito de todos los placeres, la madre de todas las fugas, el no estar ahí. Este relato a la manera de Occam se disocia fuertemente de ello. Este relato no es de una minita o un culo, con la resaca bukowskiana que muchas veces es paja y pura paja. Son los confines de la feminidad sin compresión, lo que decía Lovecraft el miedo a lo desconocido y a lo que se quiere desconocer, para ser inocentes y criminales. Escribir, escuchar y leer son ejercicios. Por eso es importante mantenerse activos. La historia de Santa Teresa es singular. Teresa es una chica menuda, tímida, pelirroja, muy alta, medio andrógina. Sus virtudes eran pocas, soñadora en extremo, imaginativa, poco út

La Judia Errante.

Este no es relato original porque este es el verdadero. Justamente por eso no ocurre en Praga ni en Budapest, sino que ocurrió en Almagro, un barrio de la ilustre Buenos Aires, el culo del mundo, donde el cristianismo llegó de la mano de hombres solos que buscaban mujeres, y de la muerte misma. Asunción fue el primer punto santo de esta búsqueda y Buenos Aires siempre fue un puerto criminal como todo puerto, moderno y capitalista sin pudor. Sentada estaba sobre una mesa de cemento en la plaza almagro tatuada con su mano, bien inscripta una estrella de David. Nunca parecía tener más de cuarenta años. Perpetua, pero siempre en movimiento. Sin la velocidad de quien hace ejercicio para sentirse bien, cuidar sus muslos o jovatear. Cuando se la veía tenía un pequeño abanico. Miraba a todas partes, y solía tener con ella, púberes de todas clases sociales, fumaba porro y miraba con desdén a la gente. Todo le era repetido, la naturaleza humana cansadora sin embargo, la eternidad da como al c

La monja heretica. (I)

De cuando uno tiene la suerte de pegar laburo, no se pregunta demasiado quién o qué es el jefe, cuando se labura para el Vaticano, Dios, es el Jefe, el Papa es una suerte de vice Ceo. Los demás son ovejas. El trabajo era sencillo, las herejes y los herejes que aún vivían del Estado Argentino pero que no estaban condenados al Borda o al Moyano, eran aquellos que nosotros, los que “de las ciencias sociales” como parte de los “Estudios de la Religión” íbamos a visitar. Con franqueza se ha de decir, una vez que se entra en esta burocracia hay que tener amor de novicio para con Obispo, un amor, contradictorio, pero por el púrpura en sí y no por los hombres, como los hombres y mujeres que fantasean con milicos, policìas y bomberos. En este caso con justicia, ir por los herejes es ser un divertido frente a tanta “Teología Política” y otras estupideces, seculares, “iluministas” e ignorantes como gran parte de los que pasan por la picadora de la Universidad de Buenos Aires y se pavonean de l