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Mr. Oso: (1)

La secuencia de eventos es sorprendente. Uno oso un animal que supuestamente está en el bosque y no es amigo de la civilización llega entre los presentes habitantes de Buenos Aires. Llega de traje y corbata, muy limpio, llega con una expresión seria y solemne. Este oso no es un oso común, sabe hablar y además habla más de un idioma. Muchas veces en su vida lo han discriminado por el asunto de ser oso, ciertamente él es un misterio de la ciencia todo esta patas para arriba. Tuvo suerte siempre, se salvó para que no lo mataran y hurgarán en su cerebro las extrañas razones de sus capacidades. Mr Oso Smith estaba muy tranquilo, el había nacido de una osa común en Canadá. Luego ambos fueron llevados a un parque nacional, supuestamente para proteger su especie ahí empezó el contacto con los humanos. De ahí que pudo oír y entender lo que estos hablaban y el puente ya estaba hecho. El osezno pudo hablar a los dos años, eso sorprendió a todos. Al principio dudaron del tipo que supuestamente había escuchado estas cosas, luego mandaron más gente. Con el tiempo el osezno conversaba con facilidad, contaba cosas del bosque, hablaba de cosas comunes, si llovía o no. Cosas que podría hablar uno si fuera un animal salvaje sin una agenda estipulada. No obstante Mr Oso, podía comunicarse con su madre, ella no lo veía como un “no oso”. Por ello, los guardianes tuvieron que elegir, se llevaban a ese oso a la civilización o lo dejaban allí como un “milagro canadiense” que saldría en un noticiero local sin pena ni gloria.

Una mujer decidió que el oso tenía una cosa demasiado humana, el lenguaje, era hora de que otro tipo de mamífero tuviera la posibilidad de dar con nosotros demostrando como la cultura se erguía sobre la naturaleza. Esta era una joya que volvía locos algunos científicos. Mr Oso, al tiempo comía con la gente se vestía con sus limitaciones porque rompía las rompas convencionales, pero las holgadas le iban bien. El Oso era una muestra más de cómo el universo era misterioso. El señor Oso fue bien recibido en una universidad canadiense la cual no quiso dar su nombre, en ella le enseñaron a leer y escribir con éxito. Los gustos literarios del oso eran bastante extensos y al tiempo se mandaba sus críticas. No esperaba estar a la par de todo el mundo ya que muchos, lo veían como eso que decían sus ojos, un oso. No obstante el oso se fue haciendo ingenioso e irónico. Parte de su vida lo paso con la mujer que lo sacó del bosque. Una vida tranquila, pese al terror de los vecinos sobre el hecho de que en el barrio había un oso y además hablaba. El oso pudo hacer el primario y el secundario a una velocidad bastante rápida, poniendo en tela de juicio la dificultad intrínseca de nuestra manera de aprender. El oso era diligente y bastante amable pese a la tosquedad natural que le dio su estado adulto en la cual una cama apenas podría soportarlo, lo mismo una bañera. Muchas veces se terminó bañando en el fondo de la casa de su protectora con una manguera mientras cantaba, esto era un espectáculo único que nunca termino de sorprender a sus vecinos.

Mr Oso fue un personaje ilustre en aquella universidad donde era la mascota y la gente que lo quería tampoco se definía si apreciarlo por su calidad de oso o por el hecho de que contestaba y era como una persona más allí dentro. Todo lo que hacía estaba impregnado de una solemnidad que se les suele escapar a los humanos. El oso generaba envidias. Nunca tuvo por amigos a varios de los decanos de la facultad de antropología que no entendían como se había convertido su templo del saber en un circo. El oso sin embargo estuvo allí por un buen tiempo y se puso en contacto con el pensamiento occidental, leyendo la filosofía, esa actividad que era propiamente humana pero que también ahora se llama en garras o manos (si se permiten la licencia de los osos). El oso era un señor, un señor de sí mismo y si es cierto que el destino del hombre es la soledad en cuanto a que tiene que elegir, el destino de un oso que habla es el mismo. Muchas veces le fue quitado el lugar que merecía, intentó participar en concursos donde se lo quitaba inmediatamente porque no se podría ser serio si un oso estaba entre ellos. El oso sin embargo nunca se deprimió demasiado, entendió casi inmediatamente que su carácter era excepcional y por lo tanto viviría una vida como paria o como un ser excepcional. Lo mediano no podría estar en su mente.

Un día el oso, leía en el diario de esa universidad que existían las posibilidades de viajar como estudiante de intercambio a Argentina. La idea le parecía buena, recorrer el mundo era interesante. Si el era un Oso un poco difícil; Sudamérica era una cosa bastante misteriosa para mucha gente incluso para él, la veía como una región periférica. Quería ir en busca de ese exotismo, aunque primero tendría que ir a aprender a hablar en castellano. Su profesora particular de castellano se asustó mucho pero después se hicieron grandes amigos. Mr Oso era un animal bastante integro por lo que la gente lo valoraba al tiempo. Nuestro oso aprendió a leer y hablar correctamente. Su protectora estaba orgullosa de él, lo defendió hasta el día que murió de un ataque cerebral. En ese momento, lamentablemente perdió su casa y sus posesiones, el estado canadiense no aceptó que pudiese heredar un oso. El oso se dio cuenta que nuevamente su vida iba estar surcada por dificultades serias.

El oso, tomo una decisión un poco alocada, irse de allí y vivir en Sudamérica. Miraba con nostalgia esa casa de donde hoy lo echaban. Miraba con toda esa serie de sentimientos encontrados, después de todo era un oso. No tenía excusas, Mr Oso se despidió no sabía si volvería alguna vez. Fue así como consiguió con extraños arreglos conseguir un taxi en el que apenas entró y llego al aeropuerto donde se metió en una caja de madera para viajar. Ese sería el viaje de su vida, lo único que lo podría atar con argentina era el idioma, esto era lo que después de todo lo hacía especial, era un oso parlante y nada más. Mr Oso es un drama en un animal, un animal que sabiendo hablar sufre. ¿La verdad lo hace libre? Sí para soñar con cosas que no pertenecen a su especie, Mr Oso tiene las cosas por resolver. Su viaje fue entonces fundamentalmente incomodo. Sí como oso pero como humano también era denigrante viajar en una caja, cada tanto el oso se molestaba por no tener derecho. Lo malo de su caso es su propia naturaleza, el oso no tenía una causa amiga, ese era el único oso que hablaba por lo tanto un oso casi imposible.

Llegó a Ezeiza, salió de repente de la caja tal vez en una forma violenta eso género estupor en el personal del aeropuerto. Lo bueno es que con la foto que tenía y la credencial del gobierno de Canadá lo dejó ir.

Esta es la esencia del Oso que sale con el traje, si con esa expresión seria y solemne. Es un oso con historia, lejos del circo más que muchos humanos que conoce. Si este oso aparentase ser otra cosa, seguiría siendo raro por lo que tiene que vivir con eso. ¿Dónde iba a vivir? Eso era toda una suerte de misterio. El Oso logró subir a otro taxi, gracias a que el taxista se estaba peleando con otro, y el segundo le decía que era poco hombre, irritado el primero dijo que se animaba a cualquier cosa. Justo ahí cayó Mr Oso, era ideal, el Oso, asustó a los dos hombres, pero el primero tenía más orgullo que susto. Decidió llevarlo.

Por suerte el Oso aún tenía dólares. El taxista le empezó a hablar de lo genial que era Canadá, según él: “un país avanzado puede hacer cualquier cosa, incluso logra hacer a osos hablar.” Igual el taxista dudaba, le decía que si venía de Norteamérica no había drama, el no era de los odiaba a los yanquis. El taxista decía que el turista siempre deja buena plata, ya sea oso o humano. Mr Oso estaba conforme, se dio cuenta que aquí el taxista era mucho más confianzudo que su par canadiense el cual se quedó duro todo el viaje. El oso estaba preocupado no sabía donde meterse, pero al ver que el taxista hablaba hasta por los codos le pregunto donde podría quedarse. El taxista le dijo que desde que había democracia, lo único que no pasaban a los hoteles eran los perros. Pero un oso, se puso a pensar mientras iba por la Nueve de Julio, ya sé. Se metió por las calles de lo que era San Telmo. Llego a una frente a una casa antigua colonial de color amarrillo demasiado fuerte. “Acá estamos” dijo el taxista, y se sentía muy bien de no tener que llevar mucho equipaje sólo una valija. Mr Oso recompensó generosamente al taxista, el cual se avivó y le dio su teléfono. Era obvio que si era el taxista del oso hasta se hacía famoso, ahora se volvía a Ezeiza para ver que pescaba.

Mr Oso estaba allí. Sólo menos solemne un poco más tranquilo, Buenos Aires y la gente cruzando de vereda al ver un oso en dos patas que debería medir casi dos metros con traje. Algo así no se ve todos lo días, pero el Oso sabe que eso es parte de una vida, trato entrar por la puerta pero era muy finita. Recordó lo que le contó el taxista: “Vos no seas gil, pregunta por marina, seguro que tiene lugar.” Mr Oso desconocía que era “Gil”, pero no se lo iba a poner a averiguar ahora. En medio de su pelea por pasar, apareció una mujer bastante atractiva, una morocha. Mr Oso no era de empezar conversaciones en situaciones embarazosas pero claramente se había atascado con la puerta. La clave era no parecer un estúpido. Trataba elegantemente de zafarse. La mujer era bastante diferentes a otras, no se inmutó por el hecho de que era uno oso, lo veía más bien como lo que tendría que ser un cliente. Un cliente grande.

Así abrieron las dos puertas y pudo subir hasta el primer piso. Ahí estaba al fin libre como un oso en un conventillo refaccionado. Era hora de hablar. Pero lo interrumpieron; le preguntaron qué quería. Mr Oso, dijo que quería un alojamiento para poder pasar sus días. La mujer lo miraba de reojo, le expresó: “¿Tenes guita?” El oso, no entendía pero sabía que si sacaba los dólares, todo andaría bien, aprendió eso desde que vio al taxista. Saco el fangote de billetes. La mujer se quedó con la boca abierta. ¿Un oso millonario? No lo sabía, por lo menos adinerado era. Mr Oso, sonreía, la sonrisa de un oso es una cosa rara porque nunca nos ponemos a fijarnos, si los osos pueden sonreír. Va, la mayoría.

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