Ir al contenido principal

La cinta:

¿Quién ve? El que quiere o el que no puede zafar, yo digo que apostemos a la segunda. Muchas veces y esto lo tenemos por seguro, el hombre es el ser que ama engañarse. De hecho podemos decir que hay un intento por parte del hombre de engañarse a toda costa, el rema y rema contra la corriente pensando que lo que hace esta en cierto sentido unido a un destino o quien sabe qué. Esa manera de interpretar los hechos hace que las cosas sean más claras para nosotros los que tenemos la penosa tarea de ir hilando una y otra vez. De entre todas las personas, las tímidas son las que se mienten con más fuerza porque primero se mienten a sí mismas; se presuponen y luego mienten a todos los demás. Su manera de atarse voluntariamente llama la atención. La fama que no existe parece ser el fantasma que los agobia. La secretaria esta demasiado comprometida con ese pasado de frustración para darse cuenta que jamás podrá suplir lo que ella no hace. No caigamos en el cuento de la autoayuda, sino que por el contrario tratemos de ser lúcidos si es que llegamos a serlo. Primero, uno no es eso que pretende, uno sabe quien es realmente, como trama como egoísmo como error. Es decir no quiere superarse, sólo quiere complacerse, la dimensión hedonista de nuestra vida es muy grande. Tan grande somos a la hora de desear  poco nos importa que pretendemos ser, el rey es rey, no quiere saber por qué llego a ser rey. Lo irracional sólo nos asusta cuando es una amenaza. Sino estamos dispuestos a toda una serie de alteraciones de la realidad, después de todo, la humanidad inventó la esclavitud, inventó a los aristócratas. Invento cosas que no existen. El hecho de los valores que se crean sólo descansa en una pose, en un perfumarse el culo.
La secretaria estaba en medio de esas personas las cuales estaban bastante desquiciadas para lo que ella era. Pero de hecho somos eso que hacemos cuando realmente pensamos poco, el resto del tiempo lo que somos es gente que piensa y que hace poco. El pensamiento pese a ser hedónico muchas veces, es decir estar lleno del elemento fantástico no puede ser igual a la acción. Pensar el sol no es sentir el sol. Eso sería aberrante. Nosotros tenemos la suerte de usar las palabras como armaduras, cosas que nos protegen de todo eso que no puede ser dicho. El ruido de la conversación inútil, el chiste y la burla todo eso forma parte de lo que somos. No nos pongamos especiales. La secretaria pasaba sus días entre el trabajo y el sueño, soñar mientra se trabaja es muy útil ya que quita la idea del trabajo, ya que quita al trabajo en sí de nuestra mente. Un parte de la mente prefiere fugarse, una parte prefiere hacer lo que se de la gana. Por medio de ella, los caprichos de la secretaria afloraban. ¿Ella un día podría aprender algo de Pablo? No lo sabía, ella se veía en lugar del autor, ella y sólo ella. Un deseo por demás devorador aunque a la hora de la verdad, era más la forma y no el contenido lo que deseaba. No sabía que pintar sólo tenía ganas que la vieran como la artista, ese deseo era el verdadero placer, pensarse única complicada, difícil, casi incomprensible. No como se la veía hasta ahora, predecible, sencilla, un pedazo de carne interesante con una cabeza para amueblar. Eso era una molestia, tendría que dejar ese trabajo de secretaria y lanzarse al “misterio”. Aunque; cada día pasaba y ella seguía fija frente a esa computadora sin dudar un segundo, las teclas se movían, atendía los teléfonos, hacía eso, ser secretaria.
La única manera de ver las cosas distintas es cuando aparecía Pablo con los dibujos. Ese momento era una suspensión ahí ella creía estar frente al mundo que ella merecía. Claro que esto volvía recién ahora. Esto es importante, recuerda lo caprichoso que puede ser por cierto uno mismo. La idea del capricho siempre triunfa. No importa cuanta alharaca se quiera hacer. Ella misma quería ser parte de una idea nueva quería rehacerse. La idea era hacerlo de dentro hacia fuera, sin esperar, había que apostar, la idea era en donde. La circunstancia moral y la idea de la desintegración. Por que los comentarios siempre florecen al final. 
Pablo estaba en su oficina, ya bastante harto. ¿Qué hace un artista en una oficina? ¿Cuál es la idea? Conseguir más dinero aunque luego vendría la fama eso era obvio, muy obvio. La fama eso que sería la más grande de sus mentiras, eso que lo haría ser el gran mentiroso. Si su manera de ser, lo tineta una y otra vez a improvisar, es su manera más autentica. Claro que esto no es parte de lo que el público entiende, todo publico es juez, todo juez es publico, pasados los juicios esta la poesía o el desastre. Pero ya no como verdad sino como visión. Pablo estaba al mando de su propia gran invención. Vio los dibujos, reconoció a número uno. La vio supo que era ella por el color, tal vez el dibujo no era muy exacto y tal vez eso era todavía mejor. Ramiro estaba comiendo toneladas de maní y tomando coca-cola a ese paso se haría león marino en poco tiempo. Ramiro era carcomido por la ansiedad no entendía nada de este juego que Pablo dirigía. 
Cuando vio los dibujos pensó  que era ideal, era un artista muy amplio, eran muy extraño, era figurativo y abstracto. Era ideal para decir que él entendía la academia. No era sólo un desquiciado con energía. Se proponía como conocedor. Su manera de ser, su manera de existir era aquella. ¿Por qué? No se sabe. La idea es que todos los días nos vamos reformando. Llevó los dibujos a la secretaria. La secretaria los vio, le parecieron un poco pornográficos. ¿Acaso tenía sentido cuestionar? No era el caso, si cuestionaba sólo lograba seguir en la mentira como tal. El arte es eso que se ve, no eso que se pretende ver. Si se pretende otra cosa hay que hacerla. La secretaria se preguntaba si la noche esa en que estuvo ausente se dedico a buscarse una pelirroja que hiciera esas cosas. Con su miedo de perder importancia, quizá en forma patológica se ofreció como modelo. ¿Era ella conciente? ¿Quería ser exhibida? Tal vez, no. Pero sabía que era la manera de estar en la escena, esa cosa que vale tanto en este mundo, la atención, el caudal de ojos. Pablo como siempre pensaba en como iba salir de ese lío. Pero era sencillo, esta vez, todo sería hecho con una cinta. Una cinta que cubriera sus ojos tal vez para que no viera lo accesorio del artista frente a la obra que iba a hacer otro. 
Pablo se fue como siempre antes de que le hicieran más preguntas. De esa manera podría cortar la suerte de cuestionamiento que una y otra vez se hacía. Si era esa suerte, una manera de darse como sobreentendido no era que era un plan se hacía, era un hecho, había que elegir no deliberar. Esta forma de entender, esa forma de hacer era lo que mantenía a la maquina funcionando. Ramiro en sus ataque de ansiedad, le fue informada la misión del día. Tenía que hacer un dibujo en vivo en lugar de su “representante” de esa manera estaba otra vez a manos de las ideas de Pablo pero las ideas de Pablo eran las que le ponían el sabor a la existencia. Ramiro muchas veces pensó que la mente de Pablo era simplemente retorcida, podría vivir más simple. ¿Por qué escapar a las convenciones? Era necesario vivir inventando y chamuyando hasta el final. ¿Si un día salía mal? No podría salir mal porque nadie esperaba que saliera bien. Si se espera algo demasiado puede que justamente no pase. Esa era la verdad o el camino que Pablo iba proponiendo día a día. Ese era su arte, era un “representador”, idea de que Ramiro creo, idea que le era muy útil. Ramiro usaba a las ideas como grandes y poderosas muletas, si podría ser pensado podría ser soportado. Esa manera de hacer las cosas era la manera justa que le calzaba a Pablo porque de esta manera todos los iban siguiendo sin poner tantos obstáculos. Si no era la gran manera, no era un acontecimiento muy grande.
Esa forma de entender, esa manera en que las cosas se iban construyendo era la peor. Pero después de todo hay que sobrevivir al delirio personal. Mientras las horas pasaban Ramiro y la secretaria estaban ansiosos, Pablo estaba pensando en la gran vida posible si esto del “arte” funcionaba. Nunca se pensó famoso, una firma, una linda firma. Una cosa que daba plata por sí misma. Él sería una tarjeta de crédito gigante. Claro que esa era su manera de compensar su vida pasada. Siempre estamos tratando de tener revanchas, esa es la manera en que nos hacemos justicia. Mientras tanto el debate seguirá. La única manera de entender esto es justificando el movimiento. 
Por fin la hora de los ángeles, la siete de la tarde. Huir, al fin. Todos huían. Cada cual con sus pendientes, Ramiro recibió instrucciones. Primero los iba a seguir a unos metros de distancia y así pegado pero sin ser visto tenía que llegar hasta la casa, igual Pablo le había dado la dirección. Cosa que si por casualidad algo los distanciaba no pasase mucho antes de que pudiese llegar. Siempre la infamia tiene esa suerte de virtud, no se sabe el valor de las cosas hasta que pasa un largo tiempo. Allí mil cosas conspiran contra los agentes hasta hacen olvidar el porque de sus acciones. Perdidos, arruinan sus propias obras, se sienten así desorientados, solos. Pablo salió con la secretaria la llevaba bien apretada contra él cosa que no ándase distraída mirando cosas que no convenían. Ramiro en su tembloroso andar del día iba a unos veinte metros, desde lejos, mirando. Esperando; siguiendo al fin. Siempre se puede pecar de populachero, cuando eso pasa el que hace una especie de arte es señalado como vulgar y la gente que lo sigue esa de la que se nutre también es vista como una cosa horrible como masa. Esa manera de pensar al público como la base o pedestal es una manera en que la crítica va cortando entre la selva de obras las plantas que prefieren. Por algo existen personajes molestos en medio de la selva de cemento. No se trata de gloria que tengan sino simplemente de su manera de ser. Son así, el monumento de los pueblos, a sus seres más afines. Los cuales son el horror de la burguesía. Creo que igual es desviarse.
Así fue como luego de bajar del subte, estaban en la casa de la secretaria. Primero había que meter a la mujer a su propia casa, luego vendarla, y luego hacer entrar a Ramiro, este no podría tocar el timbre. No era el momento de que supieran de su presencia eso arruinaría el asunto. Pero sí tenía que ser así, Ramiro era el que cargaba el equipo, todo lo necesario para los dibujos. El misterio sería la venda. La secretaria estaba intranquila, Pablo siempre se comporta de una manera nueva, un día parece ser una persona sensible, después parece no estar donde tiene que, otras veces (las menos) parece concentrado en salirse con la suya. Ese era uno de los casos. Una manera en que la vida se hacía presente. Igual siempre desde lo pequeño; desde la gente. Lo que no es iluminado, ahí las cosas son tan sencillas porque fundamentalmente se olvidan. Eso es lo bueno; se puede aún preservar secretos urbanos, historias sin todos los clichés. No pretendemos moralizar en ese punto. Lo queda bajo nuestros pies es eso. Nuestra convicción de que se vive así. Siempre se puede juzgar a la gente es lo que pasamos haciendo en la mayor parte del tiempo. Pero eso no es lo único que puede hacer el arte. O esa manera loca de contar las cosas. Hay otras cosas que podemos ver, una suerte de llamados. 
Todos ellos no podrían salir del lugar que les tocaba estar. Por eso se la pasaban como se la pasaban sin excusas. De alguna manera Pablo los mantenía esperando. Eran unos viciosos sin duda. Cada uno de sus cosas, siempre existe el que critique y se canse de todo eso. Parece que la antipatía esta bien narrada. Algunos se molestan otros no. Ramiro puede que sea un felpudo servicial pero hace bien su función, es una extensión más de Pablo y va heredando una a una sus facultades. Ramiro va aprendiendo que las cosas no siempre son lo que se parecen. Su manera de ser introvertida, su manera de entender las cosas signadas de esa manera es una fuerza arrolladora. Acá lo que pasa es justamente eso, no se revindica nada. No puedo decir que hay una pureza estilística, un relato limpio perfectito. Uno que a Bolaño le gustaría. Acá hay una historia a medio cocinar, de ahí su gusto por contarla. Justamente Pablo lleva a Ramiro un pobre tipo que se la pasó medio asfixiado en su vida a hacer cosas que si no jamás haría. Lo libera, lo libera de su propia pequeña miseria. De tener las bolas casi resecas. Podríamos pensar que siempre caemos en lo mismo. Puede ser porque esta es la historia de gente bastante común en muchos aspectos, gente que no va a cambiar el mundo. Gente que aspira por fin una cosa concreta. Justamente es entonces cuando la secretaria se entera de la trama de la venda, ella tenía que esta quieta allí para ser dibujada en esa forma exótica. Pablo dispondría su pose y el resto sería cuestión de esperar. Así era como Pablo lo había pensando y le parecía suficientemente bueno. De alguna manera todo estaba dicho. Su contenido estaba pre-dictado desde le principio. La secretaria no estaba segura estuvo a punto de resistirse pero al final accedió, su miedo a perder a Pablo era atroz. Era irracional no tendría una mínima explicación dentro de lo que nosotros llamaríamos normalidad. Así que la desnudó, la vendó y se fue. Mientras bajaba, el silencio desesperó bastante a la secretaria, la mujer amago a espiar. No había nadie, tal vez estaba en el baño o buscando algo. Ella se quedaba quieta en la cama sin chistar, pero pensando. La venda le planteaba una incógnita seria, esa barrera era una realidad concreta no era como otras cosas. Abajo un tenso Ramiro al fin vio que la puerta se abría Pablo apurándolo lo metió en el ascensor. Al poco tiempo estaban en la casa, este lugar si que era impecable en comparación a los otros en los que se solía manejar. Ramiro era una persona muy escrupulosa, se pasaba un buen tiempo mirando esas cosas. Así entró hasta el cuarto donde estaba su compañera de oficina en pelotas. Sí tal cual fuese un sueño porno barato, una historia simple, una paja medio guionada. Pero justamente por ser así tenía un cierto grado de realidad. No era algo que a nadie se le pudiese haber ocurrido. No obstante Ramiro era así, una persona que se sorprendía de las cosas.
El silencio era la clave por lo menos era lo que el suponía, era la manera en que trabajaba, con la lengua pegada a su cara y con todo su esfuerzo trataba de sacar a la mujer tirada. Trataba de no pensar en la mujer en sí, trataba de no excitarse. Le digo yo que Ramiro es una cosa llena de escrúpulos en el fondo de su ser. Estos escrúpulos involuntarios estaban a prueba hoy. Era evidente que lo tenía enfrente era un minón. Una cosa que podría rivalizar fácilmente con número uno. Pese a ser no ser pelirroja pero todos aprendemos a resignar llegado el momento. Si su manera de pensar la realidad era media rara, una especie de cura que cargaba una mochilla gigantesca. Pero bueno era su manera de ser. En ese mundo le tocó vivir, su padre le dijo muchas veces que su vida iba a ser justamente un infierno por su egoísmo por su manera de pensar tan individualista. Podría ser cierto pero bueno era su condena personal. La manera en que fue aceptando la realidad. Si por algo tendría que sentirse orgulloso era por aquello. Su propio desprecio lo había puesto al mando de un desquiciado. Pablo le iba diciendo cosas a la secretaria, algunas bellas, otras cochinadas que iban poniendo picante el ambiente. De alguna manera estaban todos en lo suyo, Ramiro se concentraba entre el movimiento de la piernas de la secretaria e iba haciendo todos los dibujos que necesitaba. Así saco varios, Pablo mientras, iba mirando el progreso. Se dio cuenta que su compañero de trabajo dibujaba bastante bien, todo era cuestión de práctica y eso no sería un gran problema. Aunque nunca se sabe.
En esos momentos Ramiro cometió  un acto de torpeza, se puso a hablar, dijo dos o tres estupideces, la secretaria pregunto quien estaba. Pablo con la serenidad de siempre, frío dijo: “Un crítico de arte, un amigo. Está desde el principio, vos tranquila.” La secretaria no decía nada estaba con su cara completamente roja, se sentía ultrajada y engañada pero bueno no podía desistir. Esa era una idea que tenía fija en su cabeza e iba a seguir a cualquier costo. La secretaria en este punto estaba recibiendo lo que quería, una experiencia “diferente”; algo que la hiciera distinta. Por lo menos eso estaba pensando quizá era su manera de sentirse menos idiota quien sabe. Lo cierto era lo que pasaba allí, Ramiro había llegado ya a los diez dibujos. Entonces Pablo lleno de quien sabe que pomposita, le dice a la mujer: “Diez dibujos en menos de una hora… ¿una maquina no?”. Obviamente que la secretaria estaba ofendida o por lo menos pretendía estar ofendida. No contestaba, puede que esto suena novelero, pero era lo que había. Una de las serias personas que no terminaron de leer esta historia dicen que la vida es así. Supongo que su vista de águila no puede engañarnos. Somos tediosos frente a encantadores, es el triste destino del género humano. De hecho así Pablo se manejo se acerco, le acaricio una teta, mientras decía, “la verdad linda ¿no?”, Ramiro decía monosílabos, y así iban recorriendo todo el cuerpo de la modelo. Cada observación de Pablo hacía ver que el podría haberla dibujado tranquilamente. Aunque eso por cierto nunca pasó. Esta era la manera en que los sucesos se habían dado. Por un medio u otro llegaba al mismo punto, la mujer era lo único que no podría faltar a la escena. La secretaria se rebanaba el cerebro tratando de saber quien era esa persona que hablaba, podidamente familiar, pero no sabía quien era. Sería de la oficina, sería de la propia oficina que bochorno. Tal vez le había tomado el pelo todo ese tiempo. ¿Podría ser una broma? Si lo era ya era demasiado tarde. La obviedad del asunto la molestaba y seguía roja, ahora si estaba en aprietos. No sabía que hacer, ¿cambiaría su actitud de repente? Estaba bastante congelada. Pablo se divertía mucho con las que pasaba, de alguna manera estaba todo bajo su poder y era por medio de su invención que todos jugaban. Se puede decir que para Pablo no había problemas tenía una forma de pensar bastante extraña. No era muy adicto a la fidelidad de las personas. De alguna manera estaba pervirtiendo esa imagen con la que suponía a esta mujer. No sería ya la mujer completamente predecible que el suponía esa que sería comprensiva y discreta. Él la estaba transformando, era todo su capricho. Eso era lo mejor. Era su manera de pensar las cosas, su manera de pararse ante las situaciones. El poder es una sensación maravillosa, si era bastante perverso. Su perversión sería esa, hacer de dos personas que no se creen capaces de nada otras personas. Número dos habría hecho todo este jueguito en un santiamén. Pero ella no soportaría demasiado a Ramiro, tipo muy lento, muy lento. Se aburriría a menos claro que pagara. Lo importante era ahora otra cosa. 
Pablo le dijo a Ramiro que hiciera lo que quisiese. El sin dudarlo se fue aproximando a la entrepierna de la secretaria, y se la puso a lamer. La mujer estaba bastante confundida ¿ahora que harían con ella? En su cabeza estaba la idea de resistirse aunque por otro lado, por un lado quizá más sucio quien sabe por qué no quería hacerlo. No le molestaba ella era diferente a lo que la gente pensaba, no era una idiota, una simple idiota aunque quizás si lo era. ¿Aparentaba eso? ¿Cómo saberlo? Ella no veía nada, estaba aislada. Sí tenía idea de que no estaba completamente a gusto. Pablo le había mentido de la forma más descarada pero la experiencia no era mala. Justamente era Pablo era el que veía satisfecho la escena. Todo estaba donde debía. 
Ramiro como siempre era herramienta de Pablo. Cuando se cansó de ver a Ramiro divirtiéndose se metió él. Justamente cuando la penetro, la cara de la secretaria se relajo completamente. Pablo estaba completamente lleno de felicidad, tenía una cosa por demás estimulante. Ramiro miraba todo eso bastante desquiciado. En su cabeza no aprobaba demasiado lo que estaba pasando pero lo dejaba pasar, era la manera en que iba viendo como eran las cosas. Después de todo aprovechaba la oportunidad. Sí se lo podría cuestionar por aquello pero eso se lo dejamos: a los censores, a los editores y a la gente que debe velar por la integridad física de quien sabe quien. Por algo no estamos en ningún momento alegando una victoria ni una violencia demasiado extrema. No interesa tanto el hecho de lo que se podría ver. Sino como va cambiando la mente de la secretaria momento a momento. Ella se estaba dejando llevar cosa que no solía hacer. No estaba pensando como siempre lo hacia en los mandatos y preconceptos. Gente así existe siempre, pese a que nos demos los aires de completos liberales, de mentes revolucionadas siempre hay gente con mucha idea con respecto a algunas cosas. Por eso estos relatos pueden tener un mediato sentido, sino serían una moneda completamente gastada, serian vanos. Aunque son vanos porque como se ha querido demostrar desde el principio, lo cotidiano lo que hacemos de nuestras vidas es lo que somos. No podemos ser otra cosa. Nos gustaría muchas veces, puede que sea nuestro sueño más oculto huir de nosotros para ir inventando episodios que nos interesen pero al final la gravedad nos tare siempre al mismo cuerpo, y allí quedamos atados.
Siempre estamos por hacer algo, puede que nos tilden de personajes quien sabe si estos que nos señalan, tal nos hayan sobrepasado. Pero señalar es un escudo genial, es una forma genial de estar en paz con uno mismo. Así se pasa la vida, muchas veces con esa clase de ideas. Este mundo chato llama a las cosas como las que las que se cuentan ahora, no se evoca a ninguna decadencia ya que hoy es imposible creerlo. Pablo entonces en medio de su estadía, le hace señas a Ramiro para que se una de una vez. Después de todo le veía la cara desesperada, Ramiro se mete por detrás, sin dudar mucho tiempo encuentra también su satisfacción. Pablo se ríe bastante. Los otros dos callan están demasiado duros para aceptar lo que esta pasando. Pero no por eso se detienen, Ramiro tiene una expresión bastante rara mientras garcha. La verdad es muy útil la venda. Ella permite que Ramiro este más tranquilo, ya que él se siente un criminal. La secretaria esta simplemente extasiada, no le interesa mucho más lo que le hagan. Ahora cualquier cosa era posible incluso que le saquen la venda. Empezó a gemir bastante fuerte, claramente (sin caer en la gráfica) le gustaba. Tal vez el lector se siente como si estuviera frente a un monitor en medio de un film pornográfico aquello no creo que sea la intención. Todo este comentario que metemos justamente va cortando con la imagen. No obstante la entrega de la mujer es total, se siente demasiado realizada un salto así llama la atención. ¿Se había creado algo nuevo? ¿Una nueva impulsividad? Tal vez era así. La secretaria ya se había olvidado de las cosas, estaba feliz, demasiado feliz. No era una cosa culposa, quería sacarse la bandita venda de una vez para conocer la realidad. ¿Quién era el otro? Ese misterio ya no lo podría aguantar. Pablo le impedía que hiciera esto; no sabía de lo que había generado en realidad. Pero la secretaria insistía hasta que al final Pablo más por diversión que por otra cosa se lo permitió hacer. 
Ahí fue cuando lo vio a Ramiro. La verdad era que para ese momento poco le importaba ya que quien era, se sorprendido nomás que el tímido Ramiro estuviese allí, metido en ese trío. Pero era lo inevitable. Ahora no se preocupaba tanto por lo que pudiera o no pasar. Estaba en otra, simplemente concentrada en lo que allí pasaba. Esta era la verdad manera en que cambiaría su carácter de una forma definitiva. Quiso cambiar de pose y lo hizo se puso a mamar a Ramiro mientras le entregó su retaguardia a Pablo que continuó la obra de su socio. Todo iba sobre rieles, era una noche feliz, ideal para después de la oficina. La secretaria al final había resultado ser una excelente amante, eso era bueno, muy bueno para Pablo que no quería cosas complicadas. No quería historias demasiado complejas, cosas como las que había supuesto el día que cayó enfermo en esa casa. Para su manera de ver las cosas todo estaba perfecto, si todo era correcto no esperaba alcanzar otro estado. Ese era su momento de disfrute del día. Ramiro estaba como siempre sorprendido pero iba viendo lo malo que era recular ante las cosas nuevas cuando podrían dar beneficios. El pensamiento de la secretaria, cosa que no decía, ¿Qué tal sería con tres? Ese había sido el testamento de una persona parecía que otra ahora estaba entre Pablo y Ramiro. Eso estaba ahora ya supuesto y no le molestaba a nadie. Así estuvieron por bastante tiempo, probando las interesantes combinaciones. Luego se durmieron los tres uno a cada lado. 
Mientras tanto número uno recorría las paredes de su departamento sabiendo que ese día nadie iba a ir. ¿Qué estaba pasando con el idiota ese? No tenía idea. La pregunta era lo que más le molestaba. Ahora se debía creer artista el infeliz. Lo único que le faltaba. Era una pobre degenerado que ahora se daba aires. No obstante la pelirroja estaba sola. Eso no le gustaba para nada. Conocía una vecina bastante interesante. Pero no sabía que hacer, no sabría si accedería a algo por una sola noche, sería cuestión de probar. Siempre es bueno ir en búsqueda de cosas exóticas. 
En el mismo momento el radical estaba en el casino, buscar más dinero era su ambición en su delirio pensó que la ruleta haría todo por él. De hecho lo hizo, ganó, salió con más dinero, el destino quería que se gastase toda la guita en la puta esa. Recordaba a su mujer y pensaba como podría haber perdido tanto tiempo de su vida con una persona así. Era una justificación de una superación bastante dudosa, un duelo mal resuelto sin duda. Igual el radical, Carlos Negrín no tenía tiempo para el diván. Se iba y dormiría al fin pensando como hacer más dinero. “Todo es dinero”- así se repetía una y otra vez. Su manera de pensar las cosas, como se había olvidado del trabajo era admirable. La gente se estaba volviendo loca o por lo menos lamentaba lo que había hecho de su vida hasta ahora. Eso se notaba. Todo lo que había sido en vano, incluso su vida, actual su ya más pronta vejez le importaba cada vez menos. Se tiró sobre el colchón y cerrando los ojos se despidió un rato de su trampa.
Así llego la mañana del día siguiente. Ellos estaban en sus sitios menos Ramiro que se levantó bastante alterado. La secretaria ahora sabía que Pablo no era artista ni mucho menos, era un chanta pero uno lo suficientemente bueno para liberarla. Por lo menos ahora ya no se veía como la misma tarada de siempre. Ahora ella también jugaría su juego, la vida era demasiado corta eso lo había entendido. Pablo fue el último en abrir los ojos, estaba contento el día anterior la había pasado bien. Ahora todo estaba por hacerse tenía que hacerse el desayuno e irse para llegar a la oficina. 
Sería otro día mas en al vida de todos ellos. Otro día donde el trabajo era lo que menos importaba, un día donde se podría inventar algo nuevo. La secretaria pensó en escribir una especie de diario sobre las nuevas cosas que hiciera. Pensaba en ponerse desafíos, pensaba en divertirse a costa de la gente. Toda esta trama se iba enmarañando nuevamente. Cada uno se fue a su puesto. Ramiro a comer la bendita bolsa de maníes, Pablo se iba a heladera buscar que había dejado la gente se día. La secretaria con una sonrisa de oreja a oreja se puso frente a la computadora, pensando en lo que había vivido el día anterior. De hecho aún no entendía como lo había hecho el hecho es que pasó y eso le bastaba. Ahora los iba a volver locos, a los dos, por estúpidos por pensar que era una completa idiota. Aunque en el fondo de se reía sola. Pobre Ramiro estaba siempre como a punto de morirse, un personaje divertido, él era el que dibujaba. Así que después de todo el verdadero artista era ese. Pese a que no era el del cuadro de la casa de Pablo quien había sido ese. No tenia idea, la verdad que no le importaba, seguro Pablo tendría su historia para contar. Le seguiría el juego hasta el final sólo para ver en que terminaría. Mientras tanto sonaban los teléfonos y no había mucho tiempo tampoco para seguir pensando. Ella estaba en una nueva vida. Ciertamente que lo estaba. Pensar que estuvo tanto tiempo esperando esa clase de locuras, ¿qué demonios tenía en el cerebro? en el fondo no lo sabía. Sólo esperaba estar a la altura del día de Pablo. Sacó su nuevo cuaderno y se puso a escribir. Nada nuevo bajo el sol, contó el episodio de la noche anterior. Eso era todo, había que hacer algo ese día. Ahora ella iba a tomar la iniciativa sino todo sería aburrido. Esta guerra estaba planteada directamente sobre la base de que todo era absurdo, el poder se conseguía por medio de sexo, eso era lo que había aprendido o por lo menos que se animaría a hacer. Era su nueva vida, su suerte, Ana estaba lista para dar todo lo que tenía. Había dejado todo atrás, era hora de jugar. 
Si la secretaria se llama Ana, porque ahora se metió en el juego plenamente la llamaremos por su nombre. Contaremos su historia también. Ana fue a un tradicional colegio católico. Durante su estadía fue bastante reservada pese a que tenía amigos, su paciencia era clave de su popularidad. Pese a todo termino y se dio cuenta que la mayoría eran hipócritas por lo que desdió cambiar de rumbo. Quiso ser artista, su familia se opuso del todo, lo mínimo que le dijeron fue drogadicta. Se fue de su casa por corto tiempo con su primer novio, un tipo común con plata pero no muy imaginativo, el novio tampoco quería que fuera artista. Al tiempo cuando se peleo con el novio volvió con sus padres que la convencieron para que estudiara abogacía. Por un tiempo aguantó un día se hartó repentinamente y se fue de derecho para siempre, pero se fue a trabajar, consiguió el puesto de secretaria rápido. También consiguió el alquiler de la casa, esto no fue hace tanto, unos pocos meses. El resto ya fue contado antes.
Ana quería quilombo, era tiempo de joder. Lo llamó a Ramiro. El tipo como siempre se sobresalto. ¿Qué quería con él? ¿Lo iba a putear? Se estaba preparando para recibir el escarmiento cuando de repente sólo le dijeron que fueran para la donde ella estaba en la oficina que lo necesitaba para algo. Otra vez Ramiro estaba en paz, Ramiro era un tipo muy enroscado pese a que buscaba evitarlo por todos los medios. Era un ser que no terminaba de entender la trama del mundo gris, pese a que escribía sus “novelas barricada” no era un soldado. Era un tipo muy meticuloso y con imaginación. Metido en su propia trama. Siempre se autoanalizaba, buscando y buscando encontraba cosas para no perdonarse y se deprimía. Pobre hombre, pobre hombre en un mundo donde la gente suele hacer lo quiere y lo que menos piensa es a quien afecta.
Ramiro fue con paso de plomo hasta la oficina de la mujer. Pablo mientras tanto deliraba y de hecho lo hacía era parte de su nueva manera de ser un “artista” pasaban los días y se lo creía. Número dos lo llamó, dijo que le compró una tela enorme para que pintara. Pablo estaba muy feliz, alguien que lo apoyaba… su esposa podría ser número dos si  refrenase un poco sus apetitos por dinero y hombres, sabía Pablo que eso era difícil. 
Esa oficina era realmente un espacio surrealista. No esperaba nadie hacer lo que debería. Todos estaban en su propio problema. Pablo era un artista y lo iba a lograr. Él y número dos le iban a demostrar al mundo lo que vale un “Kelpercamper”. Qué placer sería para el instalar su taller en la casa de número dos pasándose el día allá. O tal vez ya en pleno delirio, soñaba con su taller. Era ya todo un Renoir. Tenía que decir que estaba enfermo para poder pintar unos días. Esas cosas que se le pasaban por la cabeza sólo las toleraba él.
El radical estaba en la oficina, pensando y pensando. Se metía a buscar más putas en la Internet, era su nuevo pasatiempo. Antes la política, ahora las putas. Tal vez por un tiempo era su manera de irse despidiendo de muchas cosas. Su manera de ir enterrándose. Podría volver a verse con sus hijos todo era cuestión de tiempo. Todo era cuestión de esperar. Carlos soñaba con dinero fácil y rápido. Si tan solo encontrase la veta de oro. Una gallina para desplumar. Era su preocupación, de repente lo mira a Pablo. Su mente conspiradora, piensa y piensa, ¿este boludo se creerá artista? A lo que luego siguió… ¿podré vender algo de lo que hace? Una buena comisión, un mercado como el del arte, sus márgenes exorbitantes. Sería mágico. Demasiado bueno para ser cierto. Sin embargo si la posibilidad existe es un deber aprovecharla. Mediante su poca ductilidad se fue acercando al “artista”, tenía que ver eso que andaba haciendo. Cuando lo vio su cara de indiferencia fue total. Supuso que eso era bueno, los peces gordos que pretenden tener arte aman estas cosas que son tan exclusivas tan “distintas”, el veía billetes y no otra cosa. Era cuestión de difundirlo. Carlos se acercaba elogiando la gran obra, diciendo que estaba llena de movimiento y de vida, que toda ella tenía una profundidad que casi lo hacía incomprensible. Pablo miraba con la mirada siempre incrédula de quien es alabado (sólo el paranoico o el estúpido creen de primera esas “buenas intenciones”). No obstante con eso se daba por conforme. Carlos decía que eso había exponerlo que se iba a echar a perder. Porque con el tiempo la misma cantidad de obras iba a terminar acarreando un costo involuntario por el cual tendría que correr por su cuenta.
Estas eran las ideas por las cuales Carlos trato de acercarse a Pablo de una manera medianamente amistosa. Esa era la manera en que el dinero quita las diferencias en una forma que nos sorprende a todos. ¿Quién dijo que el amor no está a la venta? Es una cuestión ¿A qué llamas amor? Y después…. ¿lo queres comprar? Carlos buscaba el amor de número dos. No esperaba otra cosa, quería dinero, tenía esa suerte de invalidez de quien quiere consumir. Estaba como ahogándose y la dignidad se le iba por el caño.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica a “Las 21 leyes irrefutables de liderazgo” de John C. Maxwell.

II- 1-Ley de tope: La capacidad de la organización está determinada por la capacidad de líder. El líder reclama la gente con más habilidad, y estos reclutan a la gente con la misma capacidad. Suponer este punto como una mera formalidad plantea muchos problemas. La capacidad de un líder puede variar de un momento a otro con formidable rapidez. No es lo mismo un líder de grupos pequeños que uno de grupos grandes. No es lo mismo una mesa chica a una plaza pública. Muchas veces un líder sólo cuenta con el apoyo indeterminado de adeptos que no termina por conocer. Esto es la clave en el espacio público. La potencia de un líder por fuera de una organización se mide por parámetros diferentes. Muchas veces no es la admiración, o la camaradería lo que lleva al poder. Muchas veces es el temor y el respeto, otras una devoción que no tiene mucha relación con quien la genera. Un líder es líder de los suyos y de su contrario. Un líder tiene que forzar a tener un enemigo necesario. El liderazgo sino

Praxis política, organizaciones y democracia:

No hay que ser superficiales. La cuestión de la actividad política tiene que ver con el sistema político en el que se vive, es decir en la democracia de carne y hueso. Hoy en día, Argentina tiene una interesante mezcla de armados políticos. ¿Cómo se hace política? La respuesta es un justo equilibrio entre movilizaciones e instituciones. En este proceso debemos interpretar que la acción es la política es la que puede dinamizar a la sociedad. Transformar a la sociedad depende de la política, los límites de la sociedad a lo largo de la historia tienen que ver con las propias organizaciones políticas. No con una sino con todas. Es decir que a partir de la organización se implementan políticas, con ellas se pueden materializar gran parte de los objetivos que se proponen. Por esto el esfuerzo, el trabajo en la política existe. No existe de por sí una relación que no sea política en todos los procesos de producción de un país, o territorio cualquiera.                                      

General Motors y Waymo disputan el automovil inteligente.

Una parte de las apuestas del futuro inmediato del transporte de pasajeros a nivel mundial tiene que ver con el hecho de que las personas no tengan cada una su automóvil, a la vez una solución más particular que simplemente el uso de transporte público, trenes y colectivos. Estas dos razones sumadas a que el segmento autos es uno de los que más paga impulsan el desarrollo de autos que no necesiten chofer para desplazarse. Justamente porque baja los costos y la manera en que las personas se relacionan con sus coches queda claro que el cambio social será muy importante. Muchos hablan de una cuarta revolución industrial dentro de la share economy. Esto puede que tenga un sentido siendo vista en el largo plazo. Muchas innovaciones ocurrieron y ya muestran que una parte del mercado de autos y de aviones, como otros bienes se manejan por medio de leasing y de los préstamos. Ya no es el ahorro y el ingreso lo que mueve a los que pueden a tener su propio coche, sino que con gastos de capita