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No siempre se puede sumar:

Muchas veces las cosas que uno cuenta son en vano. Suele pasar. Muchas cosas que nosotros pretendemos importantes caen en el olvido de los otros. Esto nos muestra lo frágil de querer planear las cosas. La manera en que se habla de los otros, esos que siempre están ahí a lo largo de nuestra vida, esos que no podemos vencer. Un gran fantasma que le damos el nombre de humanidad pero que es de lo más heterogéneo. Todo temor que se relacione con ella con lo social y con lo bien visto parte de nuestra de nuestra educación y no tiene solución. 
Por lo menos en algunos casos, esto es algo bastante raro. Muchos desde el anonimato desde el no querer decir participan también. El autor es la neurosis moderna de occidente de eso no cabe duda. No hay excusas para ello. Después de todo queda en claro que después de mucho razonamiento no se puede huir de la crítica. Nunca sabremos porque estuvimos bien o mal del todo. Esta es una de las grandes reflexiones en la vida de Ramiro no poder saber nada a ciencia cierta; una cosa que siempre lo molestó. Más allá de la irrelevancia estamos todos sujetos a esta clase de destinos. Alguna gente siempre esta demasiado pendiente de lo que puede pasar pierde mucha vida pensando en eso. Es una gran cadena que Pablo no tiene. No le importa que lo maten en una esquina o en su propia casa. Siempre encuentra algo emocionante que hacer.
La luna llena, la pileta, las tetas. Todas esas cosas gratuitas para alguna gente son parte de eso que nos tiene que preocupar. Allí hay poesía. Una parte de nosotros tiene pensamientos sin sentido, cosas carentes de valor pero que hacen a la vida. Claro que la vida del pensar demasiado tampoco es capital de todos, alguna gente es simple en el sentido estricto de la palabra. Esta es la gente que hace soportable al mundo en muchas maneras ya que ellos no ponen ni comas ni puntos a las cosas sencillas. Sólo viven de los impulsos van reaccionando, van configurándose. Nada de eso esta mal.
Por parte de Ramiro estaba preocupado porque otro tuviera su texto en su poder. Era parte autentica de su paranoia. Una manera más de saber que quizás odiaría ser publicado pero que no lo reconoce. Cosa que debería ir a tratar con un profesional seriamente. Siempre existe entre nosotros el crítico despiadado de textos, ese que agarrara la obra ajena y la hace mierda para sentirse bien. Sabe que tiene a su favor la dependencia de un autor anónimo y el peso de la literatura. Hacer mierda un texto es relativamente sencillo, las críticas no tienen que ser profundas. Uno puede decir; “este texto es mierda” ya está. Cumplió el objetivo. Número uno disponía del texto, lo llamaría a él a la oficina para decirle lo que le había parecido. ¿Lo habría seguido leyendo? ¿Le habría importado algo?
Durante el día de trabajo pensaba en eso. Mientras tanto Pablo se la pasaba hablando con la secretaria, el jefe seguía de vacaciones en Bahamas. Las cosas eran tranquilas, el sorete había dejado traumado al radical por lo menos eso parecía. Ramiro pensó que quizás se había extralimitado pero esas cosas pasan. Confiaba que su enemigo se repondría llegado el momento. No tenía otra cosa que pensar. Llamó número dos a la oficina. La mujer estaba tranquila por primera vez oyó Ramiro la voz de la excéntrica mujer que hablaba a toda velocidad. Pablo se puso a hablar por teléfono en el escritorio justo allí. Ramiro se levanto y fue hasta donde estaba la secretaria, cuando justamente le preguntó por quien lo llamaba Ramiro dijo: “La hermana de Canadá dice que viene que viene en Agosto”. La secretaria se sorprendía de eso, Pablo no tenía fotos de la familia, nunca hablaba de esas cosas. Era raro en él. Ramiro le dijo que se podría sorprender mucho si supiera más cosas de la vida de Pablo, le aconsejó que no fuera tímida. Preguntar después de todo es gratis. Esa era la manera de crear el misterio, un día Pablo se iba a meter tal vez con la secretaria. Ramiro de alguna manera soñaba con que número uno fuera para él. No esperaba otra cosa sus artimañas siempre fueron muy elaboradas. Es más estaba haciendo cosas que usualmente no hacía como hablar con compañeros de trabajo. Todo era parte de esperar para saber lo que opinaba sobre el libro. La vida de la gente puede ser estúpida y básica de eso no queda ninguna duda. Claro que cuando se analiza esto seriamente es parte de una tortura y pierde todo lo entretenido. Una vez me dijeron que los burgueses aburridos eran grandes novelistas, Ramiro es bastante aburrido y patético puede que él como muchos que intentan escribir desee ser un gran novelista. 
No obstante la vida cotidiana es molesta. La gente te tilda de pajero, lo tildan de pajero a Ramiro y con razón. La gente prefiere hacer otras cosas, el ser humano no fue pensado para tratar ser novelista. La vida esta pensada a la manera de Pablo un tipo que vive la aventura sin tener que usar un medio extra. Se contiene así de ir enfermando a la gente con las interpretaciones banales. No obstante la paja mental puede ser un aliciente. No se trata de otra cosa. La gente tendría su manera de decirte lo que se le cante. Mientras más obvio un hombre más gloriosa su máscara; la gente termina insultando a la vanidad de esa persona y no a la persona en sí. La gloria de un artista es su inutilidad y esto occidente lo sabe. Los que saben de arte viven el orgasmo de lo inútil la gente que no puede hacer esta en cierto sentido castrada para hacer o para recibir arte. No importa cuanto lo intenten hay una gran barrera frente a ellos.
Algunas veces en esa oficina no pasa. Nada por primera vez en mucho tiempo Pablo se quedó colgado en el teléfono. Algunos cabos quedan por atarse cada tanto, uno tiene la idea de que la gente puede cambiar. Pablo se haría sedentario. La verdad era que no, se veía difícil siempre es jodido aceptar que las personas puedan cambiar. Siempre es jodido pensar que las personas son libres de hacer lo que quieran. Este es el siglo donde las cosas pueden pasar pero no pasan. Hay una obsesión con que nada es relevante. Esa manera de pensar burguesa dadaísta es una forma completa de ver el mundo con los ojos de huevo sin grandes motivos. Hay que tener igual las reservas sino el mundo del orden se hace un caos distinto llevando a las puntas más osadas y engañadas donde la gente no sabe si esta viva o si esta muerta.
Claro eso no importa, llegan las siete, la gente se va literalmente a la mierda. Huye cada uno a su “tiempo libre”. Toma entonces sentido, tiene que tomar sentido la rutina gastada de Ramiro. Pablo se va de nuevo a lo de número dos y por lo que se veía la incontinencia le ganaba. ¿Cómo estaría la loca de pelos rojos hoy? Habría terminado de enloquecer, eso es algo que nadie podría saber. Si lo supieran tampoco cambiaría, ya se había mandado Ramiro sin que nadie le dijera para allá. Casi no era un trabajo sino un placer, un placer de gente medio rara, una forma de congraciarse con su mala suerte. Mientras ambos se alejan ni se saludan no hay tiempo para la formalidad la vida esta pasando por allí no hay tiempo para las cosas pequeñas cuando se buscan cosas microscópicas. La gente en medio de un sueño profundo siempre comete estupideces, no hay dudas ya de eso. 
Llega a la casa, si la casa sin detalles, ustedes saben donde esta la loca. Bueno ahí, justo en ese lugar en vez de encontrar a un mar de lágrimas con una persona que grita estupideces, encuentra todas las hojas separadas llenas de tachones, líneas, comentarios, y papeles pegados sobre las hojas. Claramente lo estaban editando, terriblemente iban cambiando sus frases sin piedad. La sacaban paginas enteras, le escribían arriba, lo único que faltaba era que le escupieran arriba. Claro, la pelirroja no estaba. No aparecía por allí, ¿estaba vacío? Era la escena de una psicópata de escritores amateurs… o mejor dicho de ¿malos escritores amateurs? Era posible, siempre es posible que esas cosas pasen. Ramiro estaba como siempre con las bolas clavadas al piso. Quería putear pero no sabía que había pasado. Lo que el había hecho, no quedaba nada allí. Pero no tuvo un shock eso mostraba que alguien había estado leyendo demasiado su historia. Quizás eso no era bueno o tal vez si. No había nadie igual. Se sentó, miró televisión por dos horas mientras esperaba a alguien que quizás no volvía nunca. La gente esta bien loca últimamente. Eso era algo de lo que él no tenía ya dudas.
Al fin luego de terminar de vomitar con el noticiero apareció número uno con las bolsas del supermercado. Era signo que tal vez no iba a ir a supermercado. ¿Alguien podría afirmar esto? No en verdad pero así era la vida. Una suerte de gran confusión donde la gente espera y espera que las cosas cambien. De hecho habían cambiado. Obviamente que saludar no lo saludo. Eso era claro, Ramiro era una especie de virus allí, aún no lo echaban, nada tenía asegurado. Pero con el tiempo el olorcito a comida lo llevó al punto donde la melancolía, el estomago y la miseria se hermanan. No quedan dudas, su vida era eso. Esperar. Mientras tanto, la luz de la cocina prendida, la puerta abierta. El olor que venías las piezas mutiladas en el piso. Todo por ahí había de sus hojas pedazos. Se puso a leer. Incluso había comentarios con puteadas y cosas demasiado confianzudas como “¡Estúpido! ¿Cómo podes pensar que una mujer llega a pensar esto?”, o cosas como: “Demasiada paja, acá se nota demasiada paja”. Ramiro miraba con cara incrédula, lo insultaban de todas las formas posibles. Había uno o dos con la inscripción- “esto zafa”. Lo demás había sido casi todo alterado. Todas sus apreciaciones sobre el mundo eran puestas en duda. Casi peor que un editor, este era una editor moral, iba preguntando por que tal cosa o por que tal otra. Así se paso un buen rato mirando y mirando se preguntaba si la mujer se había descargado todo el odio que tenía en ese texto ¿haría terapia con él? ¿Cómo saberlo? 
Pasó el tiempo, el hambre ganaba espacio en su mente, su cerebro decía: “Comida, comida, comida”. No estaba pensando con claridad. Lo que pasaba es que olía algo bastante mejor a lo que solía comer. Ya que el siempre comía lo mismo o casi lo mismo, frituras y fiambres cuando se quiera dar cuenta tendría una hemorroides del tamaño de la panamericana pero para que eso llegue aún falta. Ahora si todo era predecible quedaba comer y nada más. Le pusieron un plato en frente de la geta, así sin preguntarle mucho. Era lo que había para comer, eran unos fideos con una salsa que suponía que era de pescado, el olor la delataba. Estaba a punto de protestar como pendejo pero tuvo miedo, tuvo miedo que le dieran de sartenazos como hacía su vieja cuando se quejaba de la comida. Comió en paz, sin quejarse, tomando cortos sorbos de vino. Esta vez no había coca-cola. Por fin cuando terminó la comida pudieron hablar.
La mujer se tomó dos segundos. Al tiempo le dijo: “Escribís muy mal, sos apasionado pero muy ilegible. ¿Nunca lees lo que escribís? Pareciera que estuvieras cagando ¿te lo tomas en serio?” El pobre ego de Ramiro había recibido un electroshock importante, no podría haber otra manera de decirlo. La mujer esta se despachaba con crueldad hacia él mientras que lloraba por un tipo que no la iba a ver. Bueno así era la vida, no quedaba de otra. Su cabeza iba lentamente entre dos posibilidades, la primera, la mandaba a la mierda de una vez, la segunda buscaba la manera de no hacer eso sino de demostrar que tenía ingenio. Lo más probable es que ninguna de las dos se materialice. Balbuceo, mientras esperaba. Su contrincante estaba muy segura en su silla. Casi como la dama en el ajedrez. Trató de zafar. Entonces pregunto, “¿Vos estudiaste algo de esto?” La pelirroja dijo que no, dijo que había leído bastante. Ramiro dudaba en ese punto, no quería discutir, acepto con la cabeza. La miraba, le clavaba la vista, la mina era linda, jodida, jodida para él, no para otros. Pero bueno era su vida, los soliloquios en la cabeza de la gente tienen esa característica paranoica.
La mujer se quedó pensando, después le dijo algo que quizás fue más ofensivo; “lo podes escribir de nuevo con ayuda, necesitas una especie de tutor, tu sentimiento y unos atentos que te nalgueen si es necesario”. Ramiro no sabía si le tomaban el pelo seriamente o simplemente era la venganza por oficiar como el forro que va en reemplazo de Pablo. Estas cosas que sorprenden a la gente son parte del misterio de vivir pensando ya que no somos privilegiados de ninguna clase. Todos somos iguales ante las incógnitas. Puso cara de pelotudo, no era un erudito era cierto pecaba de romanticismo y de unos intervalos nocturnos para escribir. Eso no se podría decir seriamente entonces, luego de dar vueltas entre ideas, aclaró: “Escribo lo que me gusta y punto. Soy un laburante. ”  La mujer se reía mucho, pensaba que el pobre tipo tenía demasiado encima. Ramiro no le gustó un carajo, es más la primera vez que veía reír a la mujer y de hecho se reía de él.
La suerte era mala por lo menos hablaban, así es lo domestico hoy, somos cada día más próximos. ¿Dónde esta lo sublime? En ninguna parte, sólo tratamos de ser humanos, ser personas, ser gente. Ramiro estaba entonces preso de su sorpresa, lo criticaban desde su texto apenas lo conocía. Se había roto el hielo de la peor manera, la pelirroja lo veía con esa suerte de condescendencia que se puede tener hacia los idiotas que nos sorprenden con su desfachatez. Sí lo simple, lo lánguido. No hay opciones; uno busca alternativas en medio de lugares que parecen no tener solución. Los pequeños espacios como ese living permiten esa sensación que no está siempre. La mediatización avanza demasiado nos vamos publicitando sin fin, creando olas y olas de novedades que pierden el sentido cada vez más rápido. La publicidad nos niega, la fama como se dice llega a borrarnos. La fama involuntaria, el ser infame. El texto en sí pierde el sentido. Ya no sabemos que podría pasar, la novedad es parte de un sensacionalismo de una ola. Un efecto que se replica. En parte Ramiro se queda sin nada, espera como si estuviera muerto. Claro que esto es parte de su manera de darse cuenta que el arte es una excusa hasta que se hace público. Cuando la gente puede señalarte las cosas suben un nivel. Tal vez esto es parte de la paranoia propia de quien se dice osado en lo privado. Muchos odian la fama cuando la tienen parece que el demonio es al final más grande de lo que pueden controlar. No es el caso de Ramiro, aunque es la primera vez que alguien le presta tanta atención a lo que escribe. Todo esto explica que por lo menos alguien lo va a acompañar. Eso es absurdo como todo lo que suele vivir. La soledad es la esencia de quien escribe en muchos casos. La locura también es buena consejera, sobre todo en este tiempo donde sabemos que las cosas sobran.
La mujer claramente es más capaz que él (por lo menos eso parece) Él no sabe que pensar. Lo que no entiende es ¿Por qué ella entonces no escribe nada? ¿Qué es lo que se lo impide? Tal vez es que entiende que no es necesario seguir talando árboles para escribir boludeces. Aunque todos los gritos humanos de la humanidad primigenia eran gratuitos como serían las pinturas rupestres. 
La mujer seguía mirándolo incrédula, se le ocurrió preguntar- “¿Por qué no te dedicaste a esto? Se ve que el resto de tu vida no te importa”. Ramiro entiende que le dicen la verdad, su vida es una pila de mierda. ¿Reconocerlo lo cambia? La verdad es que no, la vida seguirá siendo una mierda y uno necesita llegar con el sueldo a fin de mes. Muchas veces su familia le dijo que escribir o hacer arte era mierda, había que vender, lo importante es la guita. Son guita: sos basura, sos sucio; una reverenda piltrafa. No tenes futuro, nunca vas a salir de tu casa. Claro; esas cosas decirlas no tenía sentido, no se estaba psicoanalizando simplemente recibía los descargos de una mujer que parecía siempre alterada, menos hoy. Así era la vida, Ramiro no tuvo otras opciones y si las tuvo la tiro a la basura ¿Qué importaba eso ahora? Existe un discurso que lo salve. No existe. Sabe que llegó hasta ahí, tiene treinta años simplemente esta jodido. La familia nunca perdona cuando la gente realmente quiere hacer lo que quiere, uno tiene que estar en deuda. Ramiro un día se harto y lo dejó para que siguieran con sus vidas perfectas, llenas de basura. Las porquerías que se las guarden o que las usen como medallas. No sería el futuro eso. Sólo se olía decadencia de donde se fue. El mismo estilo de vida gastado lleno de inautenticidad, las mismas formas de corregir. Muchas veces la gente se aísla. Se va y eso es todo. La vida de Ramiro estaba pelada, no tenía otra cosa que pensar. Podría haberse ido. No obstante como siempre reino el silencio.
Por fin retrucó- “Tu vida es la que no te importa, descubriste alguien a quien joder. Sos la misma enferma sólo que hoy te alimentas de las miserias ajenas. ¿Dónde mierda esta la forra depresiva que conozco? ¿Se la trago la tierra?, no veo tu éxito. Te veo corriendo atrás de gente que le importas. Ese es tu premio, ser una basura, un mueble que se cogen cada tanto. Tan fácil es llenarme de mierda. Pero nunca será fácil que vos te saques tu propia mierda. Ambos estamos acá al pedo sin alterar la tasa de suicidios o de homicidios. Los años van a pasar y cuando nos caguemos encima los dos no vamos a poder decir que hicimos algo medianamente interesante para recordar. ¿Eso es lo bueno? ¿No?” Número uno se dio cuenta que había dado en lo poco de orgullo que quedaba en el escritor frustrado. Casi espero no estar tan segura. Lo que él decía era cierto, ella soñaba con tener hijos, nunca lo decía pero era así. Seguía esperando a que las cosas cambiaran, conocía que en el fondo no iba a ser serio. Criaría a su hijo sola por capricho si es que lo conseguía. No sabía mucho más, esas eran sus ideas, sin ilusión sin colores. Era lo mismo que ver el mismo programa repetido un millón de veces. Era obvio que ese momento era una constatación de dos vidas que habían fracasado. No merecía otra excusa, este mundo siempre te vende las cáscaras.
Ramiro continuó-“A la mierda con todo. Eso debería decir alguna gente. Son o somos una especie de pacientes oncológicos, los cuales tienen la mala suerte de no estar exentos de nada. La moralina del otro cada día les suena más y más forra. Este es el estilo nuevo, el que no conquista Europa.” Ambos se callaron por un rato se vieron llenos de miserias, llenos de mentiras que se decían siempre. Sobre sí mismos, demasiadas expectativas para lo que tenían. Ramiro continuó martillando “El resto claro, sería la visión del éxito. Al arte no le importa el éxito, en los fracasos hace mártires.” La mujer preguntó- “¿Hace cuanto que no ves a tu familia?”. Ramiro dijo: “Mi familia no existe, yo no tengo familia, ellos y yo somos cosas que no importan”. Tal cual la vida de la pelirroja, sola y encerrada en medio del silencio del departamento. Aunque en su caso sus parientes habían muerto. Los dos estaban claramente solos, no sumaban entre los dos una historia feliz. Los unía si Pablo, un ser ajeno metido en sus propias cosas. Una persona que no tiene tiempo para pensar en aquellos asuntos, alguien que hace y no teme tanto hacer. Ramiro seguía con esa catarata de catarsis: “Da asco sentir esas cosas. La familia de uno existe en aquellos en quienes puede confiar, las dudas hacen cercos grandes. La gente puede abandonarte, ahí estas en la tuya, tu baile, tu consigna. La culpa sólo es un síntoma de algo que no se puede volver a recuperar. No vamos a dar brazo a torcer, o acaso el que vuelve el hijo pródigo ¿le debe algo al padre? Eso es basura, basura que hace pensar que los padres son dueños de sus hijos. Ya ha pasado mucha porquería bajo el puente para que se pueda creer en eso. Si las cosas caminan bien y si no cada uno por su lado.” 
Este fue el camino que tomo Ramiro, se fue. Un día dejó su casa, tal vez muy tarde, puede ser, claro fue. Para no volver, no pisó jamás, no llamó, ni se sintió mal de no hacerlo. Así tenía que ser, vivir el pasado eternamente era cosa que sólo le valía a los padres. Cada cual con su miseria, algunos ya hastiados de faltas prefieran errar por el mundo. Nada los ata a la casa donde sabe que no los esperan con buenos ojos. La compasión es un sentimiento horrible suele venir cuando la gente se ve tan aquejada de mierda como lo que ve, es la sensación por excelencia de la desgracia. La mujer podría tratar de abrazarlo, una especie de consuelo. Sería gratuito, toda esa escena ya congelada sólo mostraba lo poco que podrían valer el uno para el otro. No tenían nada. Estaban siendo una circunstancia, eran plena ficción. Ramiro al fin susurró- “Así es la vida querida. Estoy acá es lo que hay”. 
La mujer seguía callada, no sabía que pasaba, pensaba que tal vez estaba a punto de estallar en medio de una ira reprimida que tenía de años. Pensó que su oponente era más dócil que simplemente estaba allí porque sí que se iba a achicar. Por lo que vio pudo encontrar un ventilador con mierda. Puro veneno en parte era como ella, sólo que ella esperara que la salvarán, el ya se había resignado. 
Ramiro seguía como en un rezo- “A veces conocemos lo que no queremos conocer. Es parte de nuestra vida, entender a las personas puede ser amargo cuando esperamos mucho de ellas, aunque a veces eso no cambia nuestros sentimientos hacia ellas. No es que somos mejores por aquellas verdades, estas sólo molestan, algún día serán mentira, algún día serán olvido. La consecución de mierdas y el manipular al otro para nuestros fines es sólo consecuencia de la manera en que pensamos que hay que vivir. No hay deber hacemos lo queremos, cada tanto alguno, termina mal.” La mujer entendió que ahora le devolvían las atenciones. Le decían en la cara que ella usaba a Pablo como su fetiche, esa era la cruz sobre la que había que apoyarse. El llanto era inútil Pablo la iba a dejar, de hecho ya la estaba dejando, allí solo estaba ese fantasma humano de mal carácter. Un ser pequeño casi sin vida, una excusa, no te veo pero este viene. Ese que no tenía el gusto de estar allí sabía que lo odiaban aunque ahora entendía que el estomago de su acompañante estaba hecho de acero. Justamente no le importaba nada. Muchas veces las semejanzas pueden asustar. Otras no. Esta mujer vio pasar sus años entre una serie de desilusiones no resueltas, su paz y su multiplicad no quitaban la desidia que recorría su biografía. Así era vivir para algunos en el siglo XXI, era obvio no eran los más ilustres. No eran los que valían la pena, era gente, frustrada, gente que termina engordando y trayendo hijos con menos ganas de vivir que ellos. Los errores se pagan.
Esta invasión mutua hizo que dos humanos pudieran hablar de sí después de mucho tiempo. Perdieron un poco su frivolidad pero sólo un poco. Siempre hay espacio para seguir ofendiéndose. Es cuestión de tiempo. La indignación puede hacer que la gente se pase la vida esperando ver sus furias agotadas, es una manera de existir resentida. No es sin embargo una negación de la vida. La puta burguesía otra vez, la mierda. La contracultura, o ¿la cultura que resta? Babear, dormir y pretender no saber, gastar el dinero en fantoches, eso sí es vivir. Bueno, la gente se va pudrir de sí misma. Por eso no se corre ya por nada. 
Ramiro no pudo vivir como su padre, no era su padre, si seguía así sería la falsificación de su padre. El era su fracaso puro, no era como Kafka que le temería hasta la tumba. No hay insecto peor que ser uno mismo. No hay excusa, soy este. ¿Qué me ven? ¿Quieren clavos? La mujer vio al fin a un tipo sin otra cosa que eso, sus ganas de escribir, no se conmovió mucho. Pensó que era un cretino que le ponía ingenioso empeño en pensar las cosas, quizá sin un talento genial. Pero bueno, justamente, era un cretino, su mérito era seguir. Esto no era la depresión, por fin tenía alguien a quien decírselo. No era una entrevista consagratoria, no era un auditorio que quería tener la quinta esencia. Sólo era una mujer, sus maneras, unos platos sucios. Una luz, las caras, sin sensibilidad. Por suerte esta vez obviaron a Pablo. Era justo, muchas veces Ramiro oficio de confesor, es justamente el papel de un forro entender a los otros. Gente que llegado el momento se va a ir. Eso era tal vez lo que termino de enfermar la cabeza de este mal escritor. La mujer podría pensar en algo. Lo malo de esta clase de personas que le agarran esas obsesiones concienzudas es que no aflojan nunca. No paran de decir estas cosas. Su acidez es molesta son inconvenientes. Es la clase de persona que causa rechazo siempre. Callaron ambos. El miró el reloj, se sentía por demás molesto que de costumbre. Agarró y se fue. Nunca se despedían y esta no era la excepción.

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