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¿Quién es Pablo?

Pablo es un personaje. Como tal es un ser que no existe si no vive tal cual el escritor dice que tiene que vivir. Pablo es eso. Una marioneta que sirve para compensar las ansias de otra vida por parte del autor o tal vez si este es muy esquizofrénico, una de sus personalidades.
Pablo tiene dos novias, si dos. No una, “una” sería un absurdo; esto es una historia por lo que tiene dos. Cada una es parte de su vida aunque estas dos no se pueden conocer por razones obvias. No voy a justificar esta actitud; aprenderemos a ver que este es un personaje caprichoso e irritable y sobre todo muy irresponsable. Parte de una manera en la que se vive en este siglo cuando se ve con los ojos abiertos este maravilloso espectáculo. Pablo no quiere revoluciones, quiere ventajas, acomodos y escaleras. Necesita así vivir simple y llanamente para su propio beneficio. La vida por la cual algunos dicen que el mundo no tiene sentido. Te acusan de no portar moral y por eso estar mal. ¿Pueden ver la carga de cinismo? Los favorecidos los que vieron la puerta y la usaron piden a los gritos que no se los siga. Pablo no tiene esas medias tintas, es un personaje ficcional por lo tanto recrea a su manera la forma actual de la vida y su estado de cosas. No escapar de la realidad, no llenarla de maquillaje es una manera de percibir las cosas. No hay espacio para las depresiones o las luchas heroicas por una dignidad que ni tiene precio para quien dice ostentarla. El discurso moral es la gran moneda gastas de occidente. Más allá de la carga ideológica del autor, Pablo vive sin esos traumas. Él quiere ganar dinero y en grande, no quiere misericordia. No necesita de la caridad. Tiene determinaciones cree ser un futuro pez gordo.
Claro para mucho público esto no merece aplauso, se necesita del héroe. Aunque en verdad la lupa nos dice que las historias densas son las de los hombres pequeños en mentes más pequeñas. Dicen que esa clase de ironías no tienen sentido que son la muleta intelectual. Puede que todo esto sea cierto, la verdad es que poco importa. Ya hemos alcanzado un punto donde tenemos que ver las cosas como son y compararlas con lo que quisimos que fueran. Los sueños, no rotos constatados en su inexistencia son parte de la manera en como hemos de encarar los hechos. 
Por eso Pablo siempre fue adaptable, sus anécdotas que se concatenan revelan la única forma de hacer en el mundo, el hombre de acción es el que existe. El hombre de los sueños es el que deja que otros existan. En fin consecuencias de la propia vida, Pablo consume muchos cigarrillos que le ayudan a digerir el smog, una suerte de pasantía gracias al cáncer de pulmón. Nadie le importa aquello, los que se lo dijeron ya cumplieron con su meta, los que no le importan no sienten remordimientos.
La historia de la necesidad de la propia vida vale mucho más que cualquier otro intento compensatorio. Todo pasa porque tiene que pasar, no pasa más que como se respira. En medio de una ciudad que le hace de telón donde la buena conciencia siempre duerme cuando terminan los noticieros. Un hombre gris que no quiere salvar a nadie, sólo quiere a sus mujeres, sus vicios y sus propiedades. Un ejemplo a seguir, casi, casi.
Pablo tiene una mujer de veintiséis años por novia primera, la única que puede ser la más interesante entre todas. Igual con sus locuras y neurosis, las que se suman amenazas de suicidios y homicidios reiteradas. Cada tanto con experiencias esquizoide, lo cual siempre tiene por valor que es muy linda. Preciosa, parece inteligente pese a ser tan complicada, sobrevalora cosas que nadie presta atención y por eso termina por aburrir. Su afecto es raro aunque un poco impotente, ambos están trenzados por circunstancias que no se definen. Comparten una suerte de fatalismo, una suerte de necesidad, se buscan para tener malos ratos quizá es su manera de quererse. Uno de sus rasgos es el pelo rojo, un pelo que le da una gran presencia y que ayuda a ser creíbles sus paranoias. Tal vez esa manera de existir es parte de su mejor manera de ser, es una mujer que vale por muchas otras es verdadera letra de cambio aunque no sepamos bien en que reside su valor. Se ven casi tres veces por semana. Suelen ser los: lunes, miércoles y viernes. El sábado Pablo se levanta y desaparece por todo el fin de semana no teniendo en cuenta ningún reclamo que se le pueda hacer. Simplemente es así, tres días a la semana sin omisiones ni distracciones. No sabemos si es tiempo de calidad, es su manera de ser, su concreción, sabremos tal vez que es lo máximo que llegan a soportarse.
No obstante la vida cotidiana de Pablo no es con la primera sino con la segunda. Una mujer potente dinámica y ansiosa de locuras. Una mujer no muy alta, robusta, voraz, borracha con una voz bastante aterciopelada. Pablo se pasa ahí el resto de la semana. Cuando cae a dormir claro esta. Tiene fuerte peleas con la segunda, no se llevan para nada bien. Es más se hacen cosas con mucha saña. La violencia de por medio es verbal y física. No hay otras cosas que contar. Aunque se necesitan químicamente de manera aberrante no saben tratarse bien. Se desprecian con fuerza, ambos por razones muy fuertes, ambos saben que no van a respetar ningún “compromiso” que hagan. Ahí todo vale, se buscan humillar entre ellos. Luego terminan cogiendo y la vida sigue, a veces mientras se ponen en pedo se reconcilian, esto puede pasar cualquier día. Algunas veces la número dos ha hecho muchos escándalos en público que eran parte de esa manera de divertirse. Las que cosas que no se le ha dicho a Pablo. La vida tiene que seguir, las cuentas maso menos se pagan. El resto de las cosas son bastante infernales pero humanas. Esa mujerzuela era parte de una vida sin resolver pero era la “parte divertida”, no como el resto del día lleno de tedio y toda es suerte de deberes que a nadie le importan.
Las cosas eran así, fáciles, gracias a dios. La última vez como pasadizo le dio unos zapatos negros, ahí se fingieron amar por casi cuatro días. Hoy en el día donde decidimos que la vida conciencia de Pablo empiece, el regalo ya ha perdido su valor. Otro le regalo a número dos un reloj, otro un anillo. Las cosas no van bien. El dinero siempre se desprecia con más dinero; así es la regla. Aunque de todos los pobres infelices con lo que la mujer se acuesta creo que es a Pablo a quien prefiere. Hay cosas aún por hacer, Pablo en su manera de pensar aún sueña con hacer un trío con sus novias oficiales haciendo creer que es un accidente. Ama esa clase de escándalos. Por suerte ahora esta con dos mujeres que son celosas ni le son fieles, sólo son interesantes cada una a su manera. Así es la vida.
La vida de Pablo comienza ocho A.m. sea donde sea. Desayuna lo que pinte, los días felices hasta toma café y come algo. Un cigarrillo, el primero del día y sale para el subte. Hay que ir a robarse el pan. Por lo menos intentarlo. La cosa se vuelve como siempre mecánica. Se sube, ve gente con las mismas ganas que él, es decir, gente que desierta estar en otro lugar; desde una isla del caribe hasta un féretro pero que seguro no desean estar allí. Es casi necesario decirlo dos veces, pero no es gratuito, ese es un no lugar. Un vagón de subte no nos dice nada relevante más cuando se hace todos los días como una herramienta más. No busca Pablo una apreciación de lo cotidiano, sabe que las cosas se repiten porque todo funciona como un reloj y es la única lógica que cabe.
Todo sobra, no se trata de que es gratuito sino de que es molesto. La gente no trata de vencer al sistema trata de zafar al sistema sabe que hay una vida de los “grandes” los que hacen sus estupideces sin que los corra nadie. Bueno es la vida que Pablo quiere, la vida del poderoso del que no se tiene que andar midiendo con nadie. Otro gran amigo de Pablo son las aspirinas dos o tres pueden ayudar a frenar el dolor de cabeza. Siempre hay que tener una herramienta, una forma de pensar. 
Los problemas se tienen que ir, un dinero, un botón, una sustancia, algo tiene que servir. Por fin luego de ver las mismas estaciones se baja, camina entre la gente que sale, imagen que muestra que el es parte de un ejercito de pobre gente que le arruinan la vida cada mañana. Es necesario supuestamente, Pablo piensa “A quien le importa”, después de todo, es necesario comer aunque no todos pueden. Camina por la calle una vez afuera del subterráneo. Mira con los cuatro ojos del Apocalipsis. Hay mañanas más jodidas que otras. Tiene todo resuelto al menos hasta que llega a la oficina. Allí las cosas se ponen mucho peor, tiene que trabajar y eso si que le choca, le choca y le chocará siempre. Pablo es un gran escapista del trabajo se comporta tal vez de forma infantil, creo que es la verdad, es la manera en que su evasión se vuelve a manifestar. Claro esta manera de ser es algo que suele rechazar la gente. La opinión esta divida, la primera parte la forman la gente que quieren progresar gente que quiere seguridad, ellos ven en Pablo un infeliz con suerte. La segunda piensa como Pablo, entienden esto del trabajo como algo para hacer dinero para salir del paso, la pasión de la vida no puede estar allí y por eso tratan todo lo que pasa allí como algo de segundo orden, una completa “baratija”.
Pablo entra a lo que es su oficina la cual esta en un séptimo piso. La luz de tubo ya molesta, la ventilación es la muerte. Mira a todos con cara de… “es lo que hay”. Siempre tiene tres notas mentales, se fija que esté la recepcionista, la única mina que es un diez entre todas esas. Luego se escabulle porque cae tarde, tratando de que su jefe jamás lo huela. Eso es algo que le suele salir bastante bien, no medita sobre la posibilidad de perder aquel trabajo. Lo interesante son las características que Pablo le dan a la secretaria del jefe, la ve como una mujer: discreta, simple, comprensiva y disciplinada. Sí Pablo fuera una persona más seria trataría de andar seriamente con una persona como esa. Pero como sabe que la vida no es eso para él sino que trata de otros asuntillos, es mejor dejar pasar las cosas. Igual los ojos claros versus el pelo oscuro (pese a que es teñido) están cargados de plena electricidad. No por nada las cosas pasan. Todo es cotidiano. No se anda haciendo auto-ayuda gratis. Pablo se pregunto muchas veces si la recepcionista es adicta a los tranquilizantes quizás ese perfil le haría entender lo demás. Misterios que algún día se resolverá con tiempo y mañas.
Pablo llega a su computadora, la mira con desprecio. Allí esta la gran mierda, la cadena en forma de pantalla. Su mente seguirá pequeñas imágenes por horas en vano sin tener una pizca de emoción sin nada que valga la pena. Es la suerte del oficinista y la odia con razón. Aceptando esta idea se conduce de manera bastante irregular, siempre busca la manera de hacer su trabajo de alguna manera rara o tratar de ir enchufándoselo a otros a cambio de favores muy raros. Sabe que así por lo menos la rutina es más sencilla. 
Uno de sus compañeros de trabajo se llama Ramiro. Este es una especie de socio necesario en la vida de Pablo. La personalidad invertida es la que calza justo en ese lugar. Ramiro es una persona solitaria, ingeniosa, escrupulosa (cuando lo miran). Ramiro sabe que la vida emocionante es la de Pablo y no la de él. Este hombre fue una promesa en el mundo estudiantil pero nunca termino de definirse del todo. Los proyectos por la mitad lo terminaron estacando en esa oficina en la que esta aproximadamente desde la misma época que Pablo. Ambos odian ese destino oficinesco, se conocen por la tendencia marca de Ramiro para maldecirlos a todos. Ramiro en parte es bastante antisocial, y también violento, la mayor parte de su violencia es mental sin embargo. Piensa con violencia todo el tiempo, no descansa maquina y no cesa de pensar las venganzas que tiene que hacer. En una época las llegó incluso a escribir pero luego se asustó de todo aquello y dejó las cosas como siempre.
Los dos conspiran contra el jefe. También salen los jueves después de la oficina a tomar, alcohol hasta hartarse, uno por la depresión crónica que tiene (Ramiro) y el otro simplemente porque es parte de la vida.  Pablo sabe de las cosas que mantienen a Ramiro leal y las cultiva. Una de ellas es su manera de no reconocer sus fracasos, Pablo lo vive justificando y de esa manera tiene esa suerte de necesidad de irlo a buscar cada tanto tiempo. Incluso, llegado el caso lo manda a resolver sus problemas no resueltos con número uno y número dos. Estas escenas eran bastante raras. Uno y otro están sentados en una pequeña mesa. Hombro a hombro, no hay mucho espacio. Cada uno con su conspiración. Ramiro suponemos que esta perdidamente obsesionado de número uno. No es por menos, es la clase de persona que no podría tolerar a un ser tan meticulosamente retorcido como Ramiro.
Pablo ha usado a Ramiro para cubrir alguno de sus baches. Los dos se tienen por necesarios. Los planes son pensados por ambas partes, pese a que la iniciativa la lleva Pablo. Lo bueno de Ramiro es que siempre encuentra la falla a tiempo. Tiene un tercer ojo incluso mientras duerme, de hecho duerme con un cuchillo bajo su almohada en su propia casa “por las dudas”. Ramiro también tiene un sueldo ligeramente más alto que su amigo por las horas que trabaja. Suele cuando no tiene nada que hacer usar ese tiempo en el trabajo con la esperanza de un día hacer el suficiente dinero. No siempre es así, hay veces que sueña con robar bancos o cosas por el estilo. Las fantasías de Ramiro suelen hacer reír a Pablo. Claramente la falta de imaginación de uno es compensada por el otro. Ambos sin embargo no son muy realistas con todo eso de la oficina, ambos piensan que el jefe es un idiota. Ambos creen que la jefa de su jefe es un camión.

Los dos se la pasan haciendo “bromas” al resto de la oficina, algunas de ellas pesadas aunque sin consecuencias fatales. Conocer un poco el límite pese a que no lo explotan. No es de ellos la idea un gran éxito en ese campo. Pablo muchas veces va al baño a perder el tiempo, sale a “caminar” y luego vuelve. Lo bueno de Pablo es que siempre puede saber si el jefe esta o no está o quien pretende cagarlo. Nuestro amigo es muy violento con quienes lo delatan y no es la primera vez que amenaza a muerte a alguno de sus compañeros de trabajo. No tiene miedo sabe que la mayoría cree en la amenaza por lo que no hay que ir a confirmarles nada.
Lo importante es ahora describir al enemigo, su nombre José. Una suerte de pedante que cree saber mucho pero en el fondo se queda en las mínimas, vende todo lo que puede para afuera. Por lo menos esta es la versión de Pablo y Ramiro. Si se puede decir que José es un tipo metódico. Lo que hace es tratar de hacer dinero, no piensa mucho en cómo. Sabe que Pablo es una lacra aunque lo usa para cuestiones especiales. Muchas veces es el que tiene que tapar los baches cuando por ejemplo cae la mujer de José preguntando por su marido el cual se ausenta para entretenerse de lo lindo con empleadas y no empleadas. Todo esto empezó el día que Pablo encontró a José en la salida de un prostíbulo al que solía concurrir. Claramente sabe Pablo que los celos de la mujer de José son muy grandes, casi se podría decir que le cortaría las bolas. La paranoia de la mujer es justamente tan grande que no llega a ver lo evidente. Cosas que en el fondo no son asunto de Pablo.
Tanto pasa y queda por pasar en esta extraña oficina. Nada queda en la baraja. Se juega todo lo que se puede Pablo quiere un día el lugar de José para hacer mucho menos y ganar mucho más. Ramiro aspira a ser por lo menos supervisor para tener más poder y vengarse mejor. Los dos están bastante desequilibrados. Uno de los hechos que lo demuestran es el consumo por parte de Ramiro de cantidades patológicas de maníes. Tiene por lo menos dos bolsas en el mueble donde trabajan y es probable que se las baje para el mediodía.
Ese día en el cual estamos narrando era bastante chato, no pasaba casi nada. José no estaba. Pablo fue a hablar con la secretaria, era parte de su manera de inventarse algo que hacer, siempre las boludeces conducían a una serie de halagos estériles. Ramiro le dijo varias veces que podría tener a esa mujer y engañarla por lo menos discretamente viviendo una vida más normal. Ramiro atiende a número dos, llama en medio de un gran griterío. Justamente le cuenta que Pablo tuvo que irse. (En realidad justamente esta hablando con la secretaria). Ramiro recibe una catarata de insultos donde se da a entender que es un mentiroso. Ramiro sabe que la desquiciada quiere desahogarse y de esa manera suple su carrera de psicología que dejó por la mitad. No creo yo que Ramiro hubiese sido un buen psicólogo, demasiado pasional con los otros para soportar todo el día de jornada. Supongo que escuchar a número dos le permite hablar con alguien que putea tanto como él. Casi lo ha hecho más tolerante. 
Mientras tanto Pablo va a la cocina. Busca algún Tupper apetitoso. Prueba alguna cosa y deja, hasta algunas veces cuando lo encuentra es muy bueno, va y se lo paga al dueño para que este se pueda comprar otra cosa. Esta clase de cosas son las que hacen ruido en el ámbito laboral. Pablo se las ingenia sin embargo para no terminar a las trompadas seguido en medio de la gente. Hubo una época que una cuarentona le andaba atrás. La mujer era conciente de todo ese procedimiento de Pablo, entonces llevaba comida que ella misma hacia. La cosa era que Pablo picaba una y otra vez, tenía que ir y pagar por sus fechorías astronómicas. Así la cosa se iba sofisticando. Ramiro le dio a entender que el milagro gastronómico era parte de la pasión de la mujer por él. Pablo no se inmuto demasiado. Por una época se la atendía cada diez días a cambio de comer de arriba todos los días. La manera en que Pablo traficaba sexo por beneficios con algunas de las mujeres de la oficina se hizo bastante “celebre”. Podríamos decir que era un segundo jefe, más popular que el verdadero pero menos creíble. Una especie de diablo que hacía más ameno la existencia en ese séptimo piso.
Ramiro no concebía mucho esas cosas, el estaba casi siempre pegado a su silla. Si todo estaba muerto, sacaba algún libro o cosa y leía. Otro de sus pasatiempos era putear a un radical que estaba al otro lado de la oficina. Muchas veces empezaban con papelitos en las pantallas ajenas, esto derivaba en una guerra fría. Ambos usaban todos los medios incluso los correos internos para putearse. Siempre había algo de que decir. Incluso en el espejo del baño. Sin dudas, era una guerra absurda pero se necesitaban nadie allí seguía los sucesos seriamente. Otro detalle absurdo de Ramiro era una pequeña calcomanía de Lenin que puso en el monitor. Al costado de la pantalla estaba el líder de la revolución soviética. Claramente ese día no pasaba nada. Era un bodrio, quizá porque era el día anterior a un feriado en Estados Unidos. Todos esperaban ese vacío.
La secretaria fue la primera que se fue. Las babas se secaron por parte de varios. Así se fueron yendo algunos. No esperaban que José volviese. Ramiro se quedaba hasta que el fin llegará. El deber era el deber. Pablo iba boludeando, alguna veces lo llamaban salía afuera viendo que iba a hacer esa noche buscando la manera de pasarla bien. Llegaron las siete de la tarde. La mayoría se fue, Ramiro fue uno de los últimos que despegó el culo de la silla. Todos se fueron, quedó así todo introducido. La vida laboral de Pablo era eso, relaciones públicas, la vida de Ramiro un delirio de persecución con lecturas eventuales de Lacan y Sartre, los cuales según él, “siempre son buenos para leer”. Ramiro algunas veces delira entre que es filosofo y escritor. Tiene un blog, donde sube toda una serie de disparates que poca gente lee. Sabe que ese es su destino la oficina.
Ese Lunes era un día donde se tenía que encontrar con número uno. Era una ocasión feliz, pasó por el supermercado compró un vino no muy caro. Se subió al subte y comenzó la vuelta a su casa. Sin pena ni gloria, el día se había pasado volando eso era bueno. Pero siempre hay un martes horrible o puede haberlo. Por lo que no hay que bajar la guardia. Ahora le toca enfrentar a la difícil y cambiante número uno, la cual no llamó; no dijo nada, puede que este feliz o que se haya colgado. Eso no se sabía hasta que se llegaba al departamento. Claro que pensándolo un poco mejor ojala que estuviese viva tenía hambre, la mujer cocinaba bastante bien, era linda cuando quería. Perderla justo un lunes sería una calamidad. Número dos no estaría de humor para recibirlo. Al tiempo Ramiro llega a su propia casa. La cual es un desmadre de libros, gaseosas a medio terminar. Algunas barras de chocolate amargo y toneladas de pornografía. Ambos vivían a contramano. No olvidemos que Ramiro consagraba su existencia al poder del café no pudiendo para nunca de tomarlo o quedar completamente dormido. Uno de sus romances más excéntricos era con una bella vecina japonesa. La cual no consideraba que ese lugar era Vietnam.
Toda noche es cruel cuando se esta sólo y al pedo. La gente se pone a pensar sobre cosas que no sirven o mira tele. Ambas cosas suelen ser nocivas con los años. Ese había sido un día sin pretensiones en la vida de Pablo. Número uno estaba feliz, casi no parecía ser ella misma. Pablo siempre creía que eso era por su entrañable simpatía, Ramiro le dijo más de cien veces que él opinaba que era el caso de una masoquista. Eso no importaba, la mujer había cocinado unas pastas geniales. Para Pablo ahora sólo quedaba tener sexo y dormir en paz esperando que el día martes no fuera un desastre y que no se pusiera nadie cargoso ni pesado. La meta era seguir así en ese viaje por el gran río de la irrelevancia. Parte de un mundo que no pide mucho pero tiene sus vueltas.

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