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Esa dosis que necesitas al final del juego. El circo:

Esto nadie lo va  leer ¡que miedo que me da!, podría ser la frase que caracterizaría la típica y falsa modestia del que escribe. No tengo que tomar prestado la vida un experto en el lenguaje. Impongo la idea más caótica. El lenguaje es cualquier cosa, si yo digo que las nubes sirven de profiláctico frente al vacío de las estrellas, simplemente deliro. Uno funda su estilo, el estilo nuestro, el del que no tiene el gusto de la academia es el de ser mediocre. O el del genio que es monstruo y es excluido siendo después de muerto, ensalzado como héroe por el hecho de que pudo continuar pese a todo. 
Cuanto mediocre suelto, uno sólo tiene una idea y la escribe como hacían los antiguos, los antiguos ricos que tenían tiempo libre y entonces deliraban y entre copa y copa, al final de las orgías. De lo que recordaban salían leyendas. ¿Por qué tanta molestia? Al fin y al cabo es cuestión de gusto. Gusto que se da en el paladeo de lo que venga. Lo mío es una cuestión casi social, poco tengo de poeta. Mi visión porta ese desprecio que se tiene por los diferentes, ya que se los ve propios de la muerte. Homero gran poeta, puso en Hefesto a las personas como nosotros. El circo estaba ya armado, Pablo ya tenía sus obras, obras que mucho no le decían pero eso era como siempre lo menos relevante. Las personas como Pablo hacen obra porque convencen hasta lo expertos por desafiarles todas las normas. Esa falta de respeto está llena de laureles al final. No le teman a Paul Auster él no nos va a mirar, no somos de su clase. Somos verdaderos amateurs, somos sudacas. Nuestras historias no son sensibles, se nos mira como si fuéramos el mundo de los resentidos, se nos etiqueta. Siempre que Pablo puede extraña a número dos, ella en el fondo nunca le va ser fiel del todo, algunas veces le ha dicho hasta que lo admira, en parte lo necesita pero sin embargo siempre lo termina despreciado. Prefiere una de movimiento y aventuras totales, prefiere tener donde dormir. Acá no se hablan de valores universales, ni de cultura, tampoco de gruesos libros. Lo único que se pretende es rescatar lo rojo de unos labios. Principio surrealista, besitos en servilletas que se prenden fuego.
Número dos es la santa patrona, hay un cuadro que es demasiado manchado para ser una persona que se llama igual, “Número dos” y es bastante grande. Mientras la burguesía no sabe si amarlo u odiarlo, Pablo vive, no tiene otra que hacer. Su vida es y será eso. Un poco de la decepción que deja en todos los que conoce. ¿Si eso no pasase que sería? No tenemos puta idea. La puteada es algo que esta en la calle y en todas partes ¿por qué habría de faltar en los libros? 
Muchas veces, el pajero, el loco y el perdido, se cuestionan por el hecho de su soledad. No tiene respuesta alguna. Pablo y Número dos vive en un agujero de ratas, donde la basura perfuma la casa, por eso dejan la ventana abierta y cada tanto la basura vuela hasta que llega al primer piso. Al rato una vieja putea, ellos dos ríen. Es lo que pasa. Pablo tuvo un delirio un día recordó las épocas que decía que iba ser abogado, la abogacía no le venía la mal, el consagró la vida entera al chamuyo. Sin embargo no tenía disciplina y así no se puede vivir. Todos pensamos en la vida, en lo necesario en que uno termina perdiendo la ilusión y necesita su dosis de circo. Más bien por despecho, no por tener la credencial de escritor. Uno vive para hacer su arte, es como rascarse el culo. Porque a todo se dice: ¡Qué asco! ¿Por qué no se atreven a ser diferentes? Muchos lo toman a pose, yo no soy así, pero podría ser tan interesante si lo fuera. Puede que uno no tenga ni media cara de gil ni sea lindo, puede que los ojos azules se los haya dejado en el placard. También puede que te pase como Pablo sigas con la nariz olfateando las mejores mujeres. No renunciando vas fundando el mito. Nada detiene estas causas inútiles. Las arena, la harina, los panes, pirámides. Al fin, mundo de comida, de muertos, mundo y más mundo. Cotidiano, la vida de los seres puede ser una discontinuidad. La gente puede vivir como Ramiro lleno de locura, puede ser como Carlos, un melancólico irrecuperable.
Lo importante es que uno siempre se muestra al final, siempre desafina. Ahí te señalan, porque no es tu droga sino otra cosa que el bochorno. La calle no te va dar título y en el cajón, hay algo que no son ladrillos. No hay corazón, ese lo pones en un baso, lo quemas al rato en gasolina. Todo el mundo sabe que además de número dos están su amiga. Una loca, una linda mina para apretar. Dios nos salve. ¿Qué hemos dicho? La verdad…
Digo que fuma marihuana esta mujer no por que quería ser snob. Hoy la marihuana es como el Mac Donnald, y ya no es terror de la burguesía (gracias a Dios). Lo que pasa es que esta rubia se enamoró del faso. Es así, con faso todo se arregla. ¿Háceme juicio? Si nos vamos todos, un poco a donde deberíamos no andaríamos dando vueltas. El escritor de la era del blog es así, es simplemente un tipo que tira una línea. Pero el circo es el circo, la hermana que se encama mientras la otra labura, algunos lo hacen y otros afanan.
La costa, son sus nuevos personajes, con el tipo que se puede inventar una vida en un fin de semana. El circo. Como decía la mujer esta, la rubia, la cual hace acordar a un pato por la forma de la boca. Esa era una de las compañías de número dos. Conocidas de la escuela secundaria, número dos pensaba que en el fondo era una santurrona que nunca se terminaba de corregir, es decir en sus propios vocablos: “Nunca se la metían hasta el fondo”. El mundo de las letras es brutal, la gente se olvida, la gente se va. Quiero vender una historia de una loca que se salva y hacer un best-seller.
Patricio es el rey, los demás son escritores. Por eso uno siempre vuelve a los mismos temas, número dos disfruta mucho de las santas letras del indio. La verdad de Solari nadie la tiene, no existe lingüística que tenga la calle y la frula en la misma nariz. Se escribe con el instinto, con la misma lógica del tipo que busca levantar. Pero claro la vida de uno puede ser o no una represión pero lo difícil que sea las dos cosas. No hablemos entonces de la pija muerta. Pablo es el primero que quiere abandonar a número dos. Ya que después de todo se ve volando para otros lados. 
Número dos, un día se puso con su amiga a propasarse, una le daba a la otra lo que andaban necesitando. Un mutuo reconocimiento. Eso era todo, siempre una amistad muy loca se basa en pactos preexistentes. Yo no soy un premio Nóbel, sólo pretendo contar. Pablo tomaba demasiado, dormía mucho, muchas veces se la pasa días y días sin bañarse. La cosa era que ese lugar se llenaba de mugre. Era un circo, cuando llegaba algún dinero lo patinaban en azúcar, grasas y la sustancia que pudiesen conseguir.
Pablo delira que ve a una pelirroja, esta es de veintiséis años. Cree que ella lo odia e incluso lo engaña pese a no haber salido con él. No importa, la loca era preciosa, tanto más cuando se veía tan idiota cuando estaba con otra gente. A los artitas les gusta el escándalo pero al que más le gusta es al televidente. Por eso heredé el cansancio del obrero aunque no haga nada. Burguesía se llama y te llama, novelista burgués. Pero no soy eso, soy un pretendido loco. Pablo, Pablito él que la pone todos los días- eso dice él. Este es y no es, un tipo que necesita fajar a la mujer para que lo respete. Si eso pasa es por algo, al final ya le importa nada. ¿Por qué mierda se metió con una puta? Si la voz era tremenda, nada más lejos que un moco oxidado o seco en su defecto.
Número dos quiere hombres; hombres, tipos que vayan por atrás y la hagan cargarse de miedo. Pretende gente bien dotada este para el oficio de vez en cuando. Pero el alcohol la va terminar de perder, tomando como él culo; va terminar frita y calentita en medio de cualquier lugar. Pablo, sólo va tener sueño. La rubia, amiga de número dos, se armó uno y de puro vicio se lo quemo ella sola. Eso es mala leche pero pasa. La losa se suma a los olores de la casa. Pablo un día se da cuenta que un mono esta viviendo en la casa, siempre anduvo por ahí. Pero antes estaba en una jaula ahora se escapo. Todo hombre es un mono con pésima suerte. Pablo envidiaba al mono. La amiga de número dos no era una santa era una persona bastante rara debajo de una cubierta de simplicidad se hallaba una persona desesperada por el sexo y la locura. Suena bastante altisonante que sea así pero justamente es lo que pasaba. No lo tengo que andar contando de ninguna manera, siempre era la segunda con respecto a Número dos. Pero ella iba a los bollos, si el tipo agarraba viaje bien y sino que se jodiese. Es así, la gente es más que tango y futbol.
La gente puede ser empanada, puede ser un choque mortal, puede ser un bono incobrable puesto por parte del estado. La ausencia de delicadeza no se cura con educación, este es un arte que educa en el vicio porque acá la gente mala no le va mal. Acá dejamos de pensar que las putas están mal sino que todo amor necesita de amabilidad. Hay gente muy solitaria, no se trata de hablar de éxito o trabajo. Sucesión de pajas, se piensa en perspectivas. Los grandes odiarán este nombre, Pablo el converso. 
Si la gente pensará que el consumo te hace menos humano andaría mejor. Prenda fuego sus libros de autoayuda y viva de una vez. No se viene a existir en un tiempo compartido, la vida es demasiado concreta, sonsa y corta, trate de disfrutar de acuerdo a su perversión. Si por algo te ganas el odio de los escribas del pueblo y de sus sabios no será por otra cosa que pasarte la vida en autentica conformidad con vos mismo. Pablo vivía así, su vida era de alguna manera una farsa pero no podría cambiarla. Por eso su vida la cual no sirvió para empezar es la que vamos a seguir. La amiga de número dos entre sus consumo se dedicaba fundamentalmente a no parar, se dedicaba a pensar que el aburrimiento era la muerte y eso no podía ser. Pablo se la montó una que otra vez, porque las cosas estaban demasiado servidas para que las cosas fueran de otra manera.
La vida humana es un circo, la gente tiene algo de valor si es rara o si porta alguna gracia particular. Para las masas, no importa otra, lo demás es aburrido y digno de dejarse de lado. Por eso el pecadillo de hoy es seguir remando hacia un horizonte de estupidez. Pero esto no es una crítica pesada, ni absurda es la verdadera forma de ver la cáscara consumida. Pablo se pasa horas, tirado en una cama. Mira el techo, telas, muchas de ellas apiladas en la pared, mientras tanto número dos va de un lado a otro. No hay otra excusa. El tiempo se pierde, los sabelotodo como el relator se quedan sin tener otra excusa que desvariar. ¿Por qué se hacen esas cosas? No se saben son algo así como una perdida del sentido de la rectitud. Lo demás es una excusa terrible. No me hablen de ese amor que nadie cree ni que la rubia al final se va con el más amable, este es el reino de los hijos de puta. La ciudad, el lugar donde las moscas se reproducen metafísicamente. No me digan que soy violento cuando narro. No les cuento del olor a pedo que había en esa habitación, no les digo que deberían ser más limpios sólo por el sentido de la decencia. Pablo se la pasa sin bañarse. Este lugar se convierte en cualquier cosa, pero empiezan a vender cada tanto a algún que otro oficinista algo de lo que sobra de las compras de la amiga de número dos y eso da margen. La vida es esperar con al televisión prendida, abajo las ovejas. ¿Dónde estás Alex? ¡Ilumínanos!
Muchas gente se siente un poco en contra de esta forma de vivir tan urbana y ordenada. Casi la rechazan con todo el cuerpo, aunque la viven. La viven sin reservas, no me vengan que se haya la verdad en cómo se dice, la verdad tiene una sola forma de decirse y esa es como nos sale. Obviamente que esto puede ser la cínica mirada de un perverso resentido. No lo duden, no lo duden ni por un instante. A Platón le enfermaría este mundo, un mundo donde el animal reina, el supuesto de la corrupción total. Algunos de los compañeros de armas, dicen que cuando defiendo el delito o la decadencia me hago filosofo. Yo así también lo creo. ¿Después de todo? ¿Cuál es la peor tragedia? Después del silencio y no hablo de la vida real sino de la literatura. No hay más denuncia posible, como sigamos así será pose del denunciante. Prender fuego cubiertas para la televisión.
Pablo se para cada tanto se huele las axilas y piensa que dejar el trabajo no ha sido un gran aporte para su higiene, dejar de aparentar, lo ha convertido en un trastornado. Ahora vive con dos mujeres, duerme y despierta a cualquier hora, a veces como restos de cosas. Toma alcohol en lugar de agua. Y así tiene que arrastrarse sin otra meta que seguir y seguir. La teoría de lo flexible es algo que nos interesa que mejor socialismo que el de la vida comunal alejada de la dictadura de la decencia. No hay proponer ni la paz ni la guerra, sólo ver la serie de crímenes necesarios que nos consagran. La suerte de moralismo que pretendemos llevar es jodida. Hay que resistir pero más que nada por maldad. Por formas de conservación no por que eso nos haga mejores, ni lindos nenes y nenas. Somos bestias, Pablo es una bestia, número dos una vez soñó con prenderlo fuego. La historia de estas tragedias es esa. No hay otra ¿Si odiamos al que queremos? Si lo matamos, tragedia fugaz. ¿Se imaginan si nadie fuese a buscar los crímenes lo extraño, bello y fugaz de la vida? Lo relativo de vivir se convertiría en una pulsión. La competencia es un régimen tímido de esta clase de mundo. Pablo sueña con esa mierda de las grandes corporaciones donde la gente pelea por ser premiada en la producción de plusvalía. Por algo las cosas están como están, el arte no se hace cargo de la mierda humana. Si la refleja es por voluntad de quien pretende decirse artista y si la niega es por medio de aquello que vendría a ser un acto de buen gusto que trata de redimirnos a todos.
Ramiro es otro caso aunque Pablo puede superarlo con creces, Pablo no quiere otra cosa que esa vida, caos. Caos para todos, caos involuntario, miseria humana. No eso que se pretende, un mundo de esclavos que recoge las prendas de los predilectos. El mundo de lo bajo no tiene otra palabra que la de los locos, perdidos y errantes, para el resto simplemente es algo perecedero que se va y termina. Pero acaso este es un misticismo de la pobreza. Claro que no, el chorro, ese enemigo social tan temido es muchas veces el señor de la calle y busca más y más poder. Su vida su ascenso es una forma de ver las cosas tan opuesta a lo que se supone que hiela la sangre. 
Un momento antes u otro después las cosas se iban a ir de eje, Pablo cada tanto se iba muchas veces a caminar, lejos de ahí se iba el día entero. Algunas veces se juntaba con Ramiro. Ana miraba el actual espectáculo deplorable de lo que Pablo se había convertido. Una vez fue hasta lo de número uno incluso pero ella lo saco a patadas, ya había encontrado seguramente algo mejor o alguien que trajera dinero extra.
Me han dicho que algún que otro berlinés tiene gusto por los relatos de orgías y drogas, donde la heroína no es otra sino la droga. Nuestra pampa tiene a las sustancias como el coro, esa que inspira a los héroes a ser eso que soñamos. No hay resguardos, cuando me ponga viejo, temeré ya por el fin de la clase media. No es el momento. La verdadera esencia de las amigas es que eran amantes cada tanto y no por molestia sino que así se podrían poner al día, ya que sus peleas son demasiado frecuentes y violentas. Una no podría prescindir del todo de la otra. Nunca se puede dejar de lado lo que pensamos que tenemos asegurado y esta es la trampa de toda la estabilidad. La amistad ocupa el lugar que antes tenía el “amor”, porque esta cosa esta siendo cada vez moneda más corriente, el espacio de la convivencia lo tienen los amigos. Esa estructura mucho más social, mucho más laxa pero más franca. Es lo que vivimos, yo no creo que esta persona a la que la gente llama compañera de vida sea una amante en el sentido estricto de la palabra. Nosotros los humanos hemos sido ya demasiado sinceros con nosotros, mismos, todos nuestros amigos, lo saben Pablo y Ramiro, también Carlos. Por eso ahora queda pensar que se hará con lo ganado, seguiremos con estandartes vacíos o usaremos nuestra propia miseria como buena argamasa. Tendríamos que hacer eso, vencer el miedo de esta era a pretender que sabe todo. Es decir, vencer su prejuicio más idiota e intentar ir más lejos que nuestros asquerosos reflexionadores del lenguaje, los cuales no se confunden pero confunden a todos los demás. Claramente este relato es una puerta a la demagogia, dice: trabaja si querés, y si vas a trabajar hace lo que se te de la gana. Siempre existe incluso en el mejor de los mundos una contracultura. Esta es la que tenemos que vivir, esto es una nueva ola, otra de las olas que atentan contra la ciudad y la utopía. Pecado y crimen, toda la misma cosa. No hay consuelo, sólo diversión.
Pero algo hace que las gentes sigan corriendo de un lado para otro, llenas de ilusiones, herramientas y mochillas. Yo no sé que es pero pasa. La sinceridad siempre esta presente en algunos pasajes, el escritor bueno o malo nunca tendrá  la fama de un científico. Pablo no tiene la fama de ningún ente decente pero eso no le importa. Entiende que medallas y títulos vienen de los otros. 
Por algo al final adopta la posición mas correcta y se dice sufrido por no decirse indignado o molesto ya que al final con lo quede de los otros se hará lo que se quiera. Pero no por eso la vida no va seguir y son justamente los amantes del circo los que van a entrar en medio del horro (si ya no es que lo hacen), el día que los que aún se resisten se sumen. Porque derepente tendrán lo que han pedido ese caos tan divino, esos médicos que prenden fuego a los bebés y esos abortos con agujas de tejer, esos gatos crucificados en las esquinas, como también si tienen gracia atentados cada cuarenta y cinco minutos. Pero esto no va ser la culpa de los que están disconformes sino que será la culpa de los grandes entusiastas de la ganadería. La palabra liviana no tiene ese tintillo de agresividad y puede que sea portada por un pseudo defensor de la libertad que ya no le es propia. Por eso no tiene otra cosa que esperar. Si por freno, puede decir que ha logrado todo lo que quería. Escribir es vivir, muchas veces el escritor sólo se viste con sus letras y que fuerza es la de su vida que nunca se aburre o sufre o disfruta o cuenta y recuenta su vida. El escrito es un dios, un dios que se hace real cuando los otros lo alaban, lo leen y de repente como genio se hace incomprendido. De repente esa miseria del hombre en su limitación se hace misterio. ¡Divino Fin! Sano principio.
Por algo el hombre maldecido aprende a dejar de maldecir y el infeliz aprende a ser constantemente un escéptico. Es el cinismo que va llevar a todas partes de una sola vez, en una sola fracción. Ahora si me preguntan porque esta clase de personas existen yo no les puedo dar respuestas sólo se que lo desgraciados que sobreviven demasiado al suicidio empiezan a portar naturalezas demasiado molestas. Los otros que vivieron de otras maneras no los entienden y parece que ante ellos todo lo desprecian, y justamente es lo que hacen. Justamente se llenan la voz de granadas, y piensan misiles. Cuando de repente se los vuelve a ver no es están allí, sino que han dejado la puerta abierta y han huido. Pese a que su vulnerabilidad es la de vivir sin ley y sin destino no pueden temer a eso que la convención llama decencia. Dejan al final hasta el nombre y se pierden en esa marea que también puede ser denominada la ciudad.
Con eso se aseguró el destino final, el circo ya estaba armado. El circo se iba a mover pero Pablo los iba a dejar. Ellas tendrían que seguir su rumbo y no había odio con ello sino que todo lo contrario, todos respirarían más tranquilos. No tendrían ya que verse las caras ni fingirse simpatías como si rindiesen un culto al pasado. Bueno el hombre que lucha contra su naturaleza es esclavo de los demás y eso no tiene sentido. La verdad llena de gracia es esa. La vida humana en muchos casos no tiene solución entonces para que tener ese acto de consideración con esos que deberían tal vez ayudado o dado muerte. Nada de eso, corten amarras, el viento es el mejor consejero del desorientado.
Así fue como un día de repente las condiciones de posibilidad se dieron y lejos de la tragedia se dio el peso de la libertad. Lleno de virtud, es decir de fuerza, Pablo sabía que lo iban a terminar de ignorar entonces se fue y se fue ofendiendo para que por lo menos una vez se pudiera ir con un intento de molestia. Así fue que la casa quedó al fin con dos personas y dios (si es que no existe o se digna a existir) se apiade de ellos. Estos eran los pasos finales. Y terminó cual si uno oye un portazo pero no le pone preguntas.
Así fue la primera noche de Pablo en su antigua casa sin cuadros y sin ideas. Tan sucia y vacía como antes. Ya no le iba a volver a ver la cara más había elegido el camino del padre y los cigarrillos, todo estaba signado. Pudo como siempre regodearse en la simpleza de la libertad en cuanto a que es negación de cosas. Y no tuvo por objeto otra cosa que cerrar los ojos, y según el supone soñó esa profundidad de la misma noche. La genuina profundidad de la noche. Ese mundo sin imágenes y lleno de espectros, esa fantasmagoría, esa verdadera fantasmagoría. No tuvo otra, y eso era ser un hombre sin rostro en el espejo y esto no es un acto de felicidad. Porque la felicidad hoy debería ser el individuo y justamente esto es dañarlo porque de repente se le hace estallar su historia por pedazos. Nada ya se puede evitar, este es el premio final de una gesta mediocre. Un verdadero trago amargo por lo dulce, y tan dulce tuvo que ser que le saco a la lengua su razón. No existe ya la montaña sino la incomodidad de una cama vieja, y por eso el chiflete de la ventana es una caricia. No se trata ya de la locura de un perro que ladra a ver si las bohemias lo siguen. Se trata de la miseria en la miseria, ¡que lindo!
Se trata de la hipocresía genuina de quien pide la locura pero que después no la soporta se trata de eso, de la genuina sensación de interdependencia rota. Artistas piden pero no lo soportan no quieren otra cosa que sus libertades para hacer de ellos lo que quieran. Pues bien una patada al hígado para ellos les haría un bien fundamental. Así es la vida que no tiene otra función que la de fingir ese cuestionado asunto de ser humano. Uno puede pensar que la cortina rota deja entrar la luz. La luz entrante nos puede decir que la ciudad esta viva y que ella es la que hace que los individuos se engañen. No será entonces esta ciudad la que replica al individuo y esta ciudad de mentiras que engendra miserias no hará lo mismo con los hombres. No será que esa mala vibración puso de manifiesto todo lo injusto de la constitución anterior. 
Así fue que un día durmió  sin número dos y carente del mundo, el pulso se puso transparente. La vida se le puso irrelevante, y un globo reventó cerca de allí.                  

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