Ojos de tinta, líquidos, presencia poética en una línea irregular. Rasgos que son inidentificables solo para quien dice haberla visto, ¿paradójico? ¿No? En parte sí. Algunas veces se nos presenta de la forma más menesterosa, auto creadora de costumbres, se ciñe a ellas con rigurosidad. La mejor manera de tomar entonces el recorrido es preguntando por las costumbres, es decir, pensando que Lucia es una propia construcción meditada. Como cuando se piensa en Malevich, no es por azar. Puede que haya muchos signos de escepticismo pero en el momento preciso se fueron tomando las decisiones. Todas ellas dan una cierta aura de pureza conceptual, la que quizás no esta abstenida de traumas pasados, ellos están en cada lugar por algo, eso sí esta claro que, la palabra, el gesto y la mirada van en la misma dirección.
Un continuo devenir sedimentario, un personaje que suele estar en contra de las convenciones que recojo a la hora de contar. Lejos esta de ese pensamiento de vendaval que en una forma u otra nos muestra el caos generalizado. Sino la fuerza contraria terrestre reconcentrada pone un sentido casi arqueológico a todo lo que pasa. Todas sus razones entonces se van encadenando, y esa fuerza puede que tenga sentido en parte de su función como ancla de otros como sostén involuntario. La idea de una tierra rica, negra y maleable donde todos podemos ser enterrados en alguna u otra forma para volver aparecer al tiempo. Nuevamente creo que esto no puede ser observado a primera vista, es una forma de envejecer muy buena e integrante, donde los elementos quedan inscriptos definitivamente en una forma cada más compuesta. A medida que los años pasan entonces el paisaje crece se humaniza se enriquece hasta quizás se hace barroco. Un pasado texturizado que se recarga porque puede sostenerse. Una elección entonces de los mejores materiales para la construcción de lo posible. La idea de los ladrillos, y las piedras sin revestimientos que nos presentan la solidez y el estoicismo económico, el cual tiene sentido como un contrapunto forma es decir, una forma que es poética por ser escueta aunque posea en cada uno de sus elemento toneladas de pensamiento. La diferencia entre sostener entre la impresión y la reflexión, solo en la forma meditada se puede ir sacando cada una de las ideas. Capa a capa, el constaste tiene sentido, en esa forma Lucía se ha hecho tanto resultado como causa de algunos de los fenómenos que tiene relacionados. Puedo tener en sus dichos en parte la noción de una serie de seguridades y de la carencia de la desesperación que a otros suele carcomer. Aunque nunca se sabe propiamente, le daría el titulo de persona sabia. Es así que la forma más antigua de arte, el arte de vivir parece que en ella no se ha perdido, convencida de que vive para terminar eso que se ha propuesto. Los objetivos surgen como las cosechas, los que la rondan están satisfechos que de en medio del misterio año a año, nuevas cosas siempre desafiante surjan rompiendo la idea pobre y monótona que se puede tener a primera vista.
La noche es la forma en que ella misma debería ser interpretada, lejos de toda luz artificial, la luna desde arriba en lo frío de su luz. Deja en claro, la idea. Paz, unos ojos contrastantes, la paz de los felinos señores místicos de la noche acostumbrados a la poca luz, a calcular todos los saltos, los seres en síntesis llenos de gracia en el movimiento. Persona como estoy contando tiene por finales lejos de las estrangulaciones, las plenas satisfacciones. No recomiendo querer chocar con ella ya que lo más probable es que en medio de desconcierto, traten de mirar a la misma luna, no teniendo otro punto de referencia aterrados fijen su mirada en lo conocido, en la supuesta Lucia encontrando por el contrario que sus motivos ya estaban previstos y el agresor quizá ni siquiera se halle donde ella se encuentra.
No por esto hay formas esquivas, sino una forma compacta y resumida. Es decir, algo quizás anti-postmoderno. Un monolito, una voluntad integradora que pone sobre todo a las fotografías, arte revelador de los caracteres en reposo, la gravedad de una observación decidida, que parpadee no significa que te deje de mirar. La quietud como dije parte de la gracia, de la economía de la intención meditada. Podría entonces sí con sinceridad como una persona que se haya en mis antípodas, lejos del consumo por el consumo y el derroche inconducente. Lejos de las ideas sobreestimadas, sobrecargadas de electricidad y neurosis. Casi hasta si me deja la licencia, una espíritu de lo más asiático que se pueda hallar. No es la forma occidental, la rueda, sino el cultivo, ese que rompe las piedras y crece con los años a las alturas. La forma en que esa confianza puede ser dada hacia ella, no reside en otra cosa, ella misma tiene autoconciencia de esa particularidad. No pudiendo negar que esos caminos profundos, subterráneos tienen por fin ninguna otra cosa que la plenitud. Ejemplo quizás de un tiempo lleno de forma escultórica, en un pensamiento del todo estético, una imagen podría haber sido de columna y hasta de arquitectura. Ya como se dice esta cargado de un carácter definitivo que la podría colocar con ojos de granito frente a un acantilado, mirando a hacia la inclemencia con la misma sinceridad y templanza como la que enfrenta a todas las personas. Es el interior y el exterior en forma indistinta la excusa para que sigámonos preguntando por ese caso tan bueno y atípico de nuestro tiempo, el cual solo recientemente cuando pensé en todo esto que he detallado he caído a cuenta. ¿Pueden sentir la gravedad del tiempo? La gravedad del tiempo tiene nombre, Lucía constituye una forma muy preciada de buen gusto en nuestros días contemporáneos. Donde lo que suele primar es la novedad sobre la esencia.
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