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Una mosca, muy española (pero sin España):

Trajeron un sofá a la casa, un sofá muy viejo. Tan viejo que se pensó que habían traído basura. Una vieja que no le importaba nada porque no estaba allí, miró como por el pasillo entraba el sofá de color verde. Encima verde, molesto y tan molesto porque le recordaba su pasado en la oficina donde su jefe, era apasionado por el verde.

En la historia un engendro de la vida humana contemporánea. Un flaco, esmirriado, con cara de perverso, vivía en una casa, esa que nombramos en frente de lo de la vieja. Por suerte y para la suerte, el tipo tenía esa tendencia asquerosa hacia la vergüenza. La vieja no sabía si era puto, si era hippie o si era nazi, o tal vez si era anarquista, pero por lo veía no le gustaba. No le gustaba nada. El edificio se veía bien, por fuera, sólo unos grafitis típicos de nuestra amada urbe molestaban a la vieja. Claramente la vieja, tiene por función contarnos eso que llegaba, que era el sillón. Porque al recibir el sillón este hombre que ya parecía muerto desde los doce años, ponía esa expresión sin sentido. Puso el objeto voluminoso en un costado de la casa y no quiso convivir con él.

Pero el tiempo paso, y un día vio justamente que con el vivían extraordinarias moscas verdes, muy brillantes. Moscas extrañas, raras, lindas para ser moscas. Unas moscas que parecían esmeraldas que volaban. Unas moscas que ponían el techo, en todos los lugares pero que no sobrevolaban. El flaco las mataba al principio y veía que tenían un líquido verde que no se salía con nada. En una de sus excentricidades un día decidió comerse una de esas moscas, las cuales ya tenían el tamaño de un dedo pulgar y estaban más cerca de ser palomas que moscas. Lo primero que noto es que sin saber como era el gusto de las moscas reales, gozaban estas de un buen sabor. A la vez estas daban felicidad y excitación a raudales. Por un tiempo estuvo tirado en el piso ante el primer consumo, una mosca entera era demasiado. Su mente lo había dejado bloqueado y en el piso estaba babeante ante la indiferencia de las moscas gigantes. Ahora luego de eso, vio que sus sueños, eran profundamente eróticos. Su mente estaba muy conmocionada, estas drogas nuevas, estas drogas de las moscas. El era el dueño de una suma de oro. No entendía un pomo de química y menos de entomología, ese sillón que había comprado en Internet a un precio baratísimo; ahora tenía una sustancia milagrosa. Pero su maquiavelismo empezó a trabajar. Podría hacer dos cosas, una consumirse todo esto. La otra, vender una parte de ello, y ver si era posible encontrar la fuente de todo esto, es decir el origen de las moscas. Lo importante era que nadie supiera que las moscas venían del sillón. Había que ser discreto. Por eso, mandó el sillón para el armario y lo dejó allí dentro. Dejando todas las cosas tiradas por allí. Por ahora había muchas moscas verdes, y estas eran grandes muy grandes. Decidió matar a unas cuantas y molerlas; picarlas para que nadie supiera el origen de aquella graciosa sustancia. Había que envolverla en toda la corsetería.

Intento fumarla pero no caminaba, esta cosa había que comerla o tragarla como si fuera una píldora o en su defecto mezclarla con agua, dejando un juego muy liviano pero verde.

Era una negación y se sentía como el rey del mundo. Esta es una droga nueva o por lo menos poco común. Es más mientras más pensaba, decía que puede que fuese tal vez única. Tal vez existieran cosas similares pero no sabría decirse si rendirían como esta. Busco en la Internet, encontró algo relacionado con una “Mosca Española” la cual tenía un fuerte efecto afrodisíaco y que podía ser mortal. Ahora cuando vio el tamaño de los seres que tenía en su casa descarto la posibilidad tendrían que ser especies de diferentes. Estas moscas, eran raras, pero tal vez estaban emparentadas. Él no quería ganar un premio Nobel prefería hacer dinero. Entre sus aficiones además del dinero, el cigarrillo, y el alcohol, había una que le llamaba la atención. La afición a su vecina de abajo, una bohemia que andaba con un gran poronga local. Casi de una manera freudiana, el se veía en competencia desigual. Entonces siguió pensando en una miseria poco común. Dijo: “Si le doy de esto será mi esclava”. Pensamiento, bien de pajero miserable. Pero, por algo el destino, el cual según el no existe, le había traído un sillón de donde salían estas moscas. Dioses inmortales, Pólux, o quien sea. Era hora de preparar el brebaje.

Un esmirriado, arranco la etiqueta de una botella de vodka vacía. Y en una olla, lleno de varios pedacitos de mosca el agua. Pensó que si las hervía concentraría el efecto. Justamente esa era la idea, después de todo era lo que movía los mecanismos. Así que en la cocina de manera bastante sistemática dispuso los medios de su enfermizo hedonismo. Mato a las moscas, las puso en la mesada. Eran seis, supuso que seis serían más que suficientes. Con esto no quiso más que describir lo que ya venía pensando. Al rato disponía de un excelente caldo. Lleno la botella y salió de su casa para lo de su vecina. Como siempre con esa expresión de pancho, y así llegó frente a la puerta del “3H”. Entonces vio lo que quería ver, una mujer de color castaño de tetas no muy grandes y de un culo excelente. La fijación que tenía era tanto un efecto de una perturbada niñez como de una masturbada adolescencia. Pero eso no importaba, por que cada tanto había logrado pasar por allí con excusas de lo más estúpidas, en ese sentido, era obvio que en este caso no se trataba de otra cosa. El y una botella de una sustancia dudosa, versus los prejuicios de su vecina. Uno podría pensar que esto no es parte de la cultura, y no lo es, es la historia corriente de un tipo bastante pajero. ¿Por qué tanto cuento? Bueno por el asunto del sillón y lo de las moscas. Algunos dijeron tiempo después de todas estas acciones que el sillón estaba embrujado. La gente tiene esas cosas. Pero volvamos al flaco este, con su actitud por resolver. La mina lo miró con cara de escéptica, arqueo la ceja, pensando que al final no era otra cosa que la gesta de un pesado que no era; ni lindo si simpático. ¿Qué era? Un reverendo hijo de puta y un pajero. Eso era, un tipo de los que se consagran a la paja por la paja misma. Aunque claro que en nuestra sociedad y viendo el mundo desde una perspectiva artliana sería lo más normal. En ese sentido, el pajero luchaba entre sus pajas, sus erecciones; sus babas. Contra todo su ser, en una forma que pocas veces se ve con claridad. Era cuestión de verlo ahí en frente de la mujer para comprender lo que estaba pasando. Pero no obstante, la vecina sabía que en los vicios justamente era donde este malandra de segunda se destacaba y sin poder comprarse toda sustancia que existe, suponía que las habría probado todas. La verdad no estaba muy lejos de la realidad. Por eso cuando lo vio con la botella le dejó abierta la puerta para que pudiera hablar el tiempo suficiente. A duras penas se expresó en una forma un poco ambigua pero le pidió que le pasara un vaso que disfrutará de una receta casera que el mismo había elaborado. La mina saco el vaso pensando que si era asqueroso iba a tener el placer de escupirle la cara.

Cuando al fin, probó ese liquido tan raro, pidió más. Luego, le cerró la puerta en la cara si se tiro en el propio living extasiada. Recorriéndose con sus propias manos todo su cuerpo se arqueo cual si estuviese envenenada, al rato claramente estaba en un punto bastante lejano pero feliz. Reía, sola en su casa, luego de un par de horas recobró el uso de su conciencia. Ahora si se había dado cuenta que el imbécil ese disponía de algo que era genial no era otra que una bebida que podría algo así como la felicidad y no una cualquiera. Una felicidad profundamente erótica y un tanto alucinatoria, ese orgasmo químico era demasiado potente para ser desaprovechado. Ahora, no quería ir a pedir a su vecino nuevamente de esa cosa. No quería depender de él, después de todo era un mugriento degenerado. De alguna manera, había que pasar el rato así que esperaría que el tipo volviese con más cuando se diese cuenta que ella no se inmutaba pensando que no había servido su estrategia. Todo es cuestión de esperar.

Por primera vez el dueño del sillón estaba convencido de que su plan trabajaba y por lo tanto iba a esperar, justamente haciendo más líquido. Ahora busco entre las botellas, les arrancó las etiquetas y las fue llenado. Así se hacía de su producción. No obstante las moscas verdes seguían creciendo en su habitación por lo que, todo estaba ya dicho. Esperaba y pensaba que en el peor de los casos, en el cual a esta mujer no le hubiese afectado tendría si tiempo para poder acumular toda la sustancia. De última se la tomaría de manera que no necesitaría andar pensando en aquellas cosas. Esto sería producto de aquella sustancia tan extraordinaria la cual conquistaba cualquier cosa. Según su tesis. Las horas pasaban, mientras tanto el tipo usaba cigarrillos, cajas y cajas para calmar su ansiedad. El tiempo es esa clase de tirano que no perdona nunca. Por eso hay todo un muestrario maravilloso de aquellos premios. Era cuestión de medirlo en el tiempo y el espacio. Uno se hace celebre contando esas cosas que parecen increíbles bueno este no se si sería el caso. No una innovación tan fuerte. Preso de este peligro trato de contar la anécdota de la manera más despojada. Utilizó los medios más concretos, y de esa manera comenzó su gesta. Era la manera menos lucida, no sería una disertación sobre el juguete rabioso, sería cualquier otra cosa. Siempre se pone en duda el valor de escribir al tiempo de que se dice que no tiene sentido de que ocurra. Por algo la vida tiene esas cosas, esas cosas que cuestan explicar para los otros ya sean obra de la imaginación o el hecho de cagarse en los demás. Poco importa, no estamos poniendo en duda ya la necesidad de usar o no usar tal o cual palabra eso es lo de menos. En ese momento mientras terminaba de poner las botellas en su lugar, la vecina la pasaba mal. La abstinencia era muy fuerte, mucho más de lo que había pensado y de esa forma estaba casi loca. Sin sentido miraba para los cuatro costados, realmente incomoda. Así paso el tiempo suficiente hasta que sintió que se disecaba y que necesitaba de ello en una forma concreta, justa y apretada mientras el organismo le decía que no iba a aguantar. Salió de su casa y desesperada subió la escalera, así llego al “5B”. Ahí la misma puerta verde que le había cerrado antes al tipejo se mostraba inaccesible. Entonces desesperada, ella comenzó a golpearla y arañarla como si su vide dependiese de ello. Se dio cuenta que era jodido el asunto, casi se tira a llorar a las puertas de aquella mugrienta puerta. Pero mientras tanto la propia vieja que veía desde el picaporte, se preguntaba por esta mujer desplomada a las bases de aquella puerta. Supuso que era otra loca, toda la juventud siempre esta loca. Por lo que se fue a ver televisión. Entonces justamente fue cuando el tipejo abrió la puerta para ver a esa vecina derruida; entre la satisfacción y la sorpresa la hizo pasar. Dejando así un espacio para que ella se pudiera preguntar como matar a ese desgraciado y llevarse la botella si es que la había. ¿Cómo conseguiría más? eso sería otro tema. Siempre es complicado entender estas cosas, complicado también se presenta disponer de los medios para hacerse de ellas. Todo eso conlleva complicaciones, escribir tiene que ser visto como tal complicación a corto y largo plazo. Por eso, se vio la mujer obligada a fingir que le importaba algo de todo aquello. El tipo sabiendo lo que pasaba fue directamente a la cocina y trajo dos botellas de la potente sustancia. La mujer no podía aguantarse las ganas de bajarse una entera, apenas se la alcanzaron se la bajo a los pocos sorbos, y algo iba chorreando por sus labios llegando a su cuello.  No hay moral en este relato por lo menos no hay un deber ser, no se incrimina a la mujer por hacer lo que la necesidad le llamaba. De alguna manera el tipo hizo lo mismo pero especulando todo hasta la mitad de aquella botella. La mujer quedo tirada en medio de ese living con las patas abiertas, y completamente agitada, fuera de sí parecía que hablaba con otros mundos. El tipo por el contrario hacia un esfuerzo extraordinario por no claudicar y ver que ocurría. Aunque el mismo era afectado en igual forma por la sustancia, esto era lo genial del asunto.

Los dos afectados, fueron perdiendo la idea de lo que pasaba, la alucinación era lo bastante fuerte para poder ser de una manera compleja y absolutamente necesaria. El tipo fue viendo como entre sueños o quien sabe que, la manera en que la mujer se levantaba y se dirigía hacia él lo besaba, y casi lo iba arañando. Esto era genial era lo que quería, el esmirriado asqueroso lo había logrado lástima que no estaba en el pleno uso de sus facultades. Por eso, tomó la idea justa de no especular. Dijo que lo mejor sería estar allí disfrutando de aquello que ocurría. A la vez se sentía afiebrado y no caliente, teniendo la sensación de que sangre brotaba de su cabeza. No podría decirlo, estaba mirando todo lo ocurría pero sin capacidad de respuesta. Sujeto como por un súcubo, un súcubo inventado por él. Podría uno pensar que estaría alcanzando el cielo, ese lugar inculcado en nuestra mente por esta fuerza que se llama religión pero nada de eso. Lo que pasaba era mucho más simple, creo que la presión arterial le estaba haciendo mierda el cerebro. No obstante tenía a la hembra encima, y esta le jalaba de la verga. Así, era, pero para su lamento, las cosas eran confusas, veía a esa mujer y a muchas otras. Todo era realmente confuso, la mente le estaba patinando ahora. Estaba hundiéndose en su propio verde, los labios de su vecina eran verdes, pero eso era lo de menos, era parte de la vida. Una vida que se iba. Una vida absurda porque veía a las moscas por todas partes de ese cuarto. Miles de ellas, millones de ellas, ¿Cómo podría haber tantas? Mientras tanto esta mujer lo iba mordiendo, sucesivamente, y el sentía que le iban arrancando los pedazos de una sola vez. Así estaba lleno de felicidad y de culpa en una manera que debería repugnar y no hace. ¿Por qué? ¿Quién podría saberlo? Nadie. La verdad se escapa, la mujer, estaba en encima ya no tiene idea si esta tirado en su propio cuarto, pero ahora nadie tiene ropa. La vecina no se preocupa nadie se preocupa, hay sudor, hay moscas. Terminaría convertido en un escarabajo lo duda, demasiado triple X para ser una metamorfosis, hay un delay. Se oye el ruido de una pava hervir, y eso es todo, acaba, se termina de liberar, y se va.

Eso fue, por un tiempo, según cuentan. La vieja a las puteadas, demasiado escandaloso por los gemidos el asunto, que según ella duró horas. Eran simplemente unos degenerados y nada más. Pero días mas tarde, el casero quería cobrar la guita que le debían. Porque esta vez, nadie siquiera salio a rogar que no le cobrasen, llamó a un cerrajero para abrir la puerta del departamento. Ahí fue la sorpresa, no hubo otra cosa que ver a la vecina que era propietaria, que el mismo vio una vez en el consorcio dura como un maniquí sobre el tipo que estaba casi completo menos por la cara que estaba carcomida por moscas. Moscas corrientes, no había sillón, no había restos de la bebida verde, no había moscas extrañas. Nunca se supo demasiado se especuló demasiado pero sin remedio por lo que quedó como siempre como un misterio. Pero nunca se supo que clase de misterio compró el hombre lo que se si sabe, es que hay cosas que mejor, no buscarlas, entre ellas las soluciones a todos los problemas o cosas demasiado baratas.  

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