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Precariedad Democrática:

¿Puede existir una democracia donde no se dan garantías para la supervivencia?

1-Una de las cuestiones a discutir es la verdadera naturaleza de las democracias en cuanto a mecanismos que efectivamente solucionen problemas. Problemas de índole democrática, es decir, problemas de interés general. Parte de la democracia hoy es un simple experimento que tiene por fin lo inevitable cambios de posturas que no atacan los problemas sistémicos sino que perjudican a las sociedades y no hacen valer al proceso político como tal.

¿Qué es lo que hace a una democracia ser lo que es? Este es uno de los temas más controversiales en la supuesta convención sobre la idoneidad del sistema democrático mientras que algunos piensan que es la mejor manera para que las mayorías sean representadas. Otros opinan que es un excelente mecanismo para tenerlas maniatadas. La propuesta entonces es que la discusión propiamente democrática no se da por el simple mecanismo de la democracia. Es necesario poder tener partidos y discusiones que descansen sobre garantías mínimas que no sólo protejan al individuo sino a la sociedad toda. Si la sociedad toda es la que toma forma en un pretendido bien común en la democracia, no puede ser tolerado una lógica de darwinismo electoral que actué impunemente sobre los derechos de las mayorías. Sí esto es así sólo se presciencia de una de las deformaciones más comunes de las democracias liberales, la plutocracia. El gobierno de los ricos se da efectivamente cuando el sistema electoral es la única cosa con la cual se dice legitimar el proceso democrático. Esto hace que la democracia se vuelva inevitablemente inexistente y no de debería sorprender que su contrapeso sea el mal llamado populismo en el cual la mayorías se unen como un bloque compacto para reclamar su participación en la vida económica y social que un proceso electoral les relega.

Por eso hay que escapar del simple mecanismo estéril del electoralismo, las democracias dan las posibilidades a los cambios pero sin embargo esto sirven de poco si no se ve una mínima línea de continuidad. Es decir la democracia no puede ser entendida como una caja de sorpresas sino que por el contrario debe tenerse como un mecanismo que técnicamente puede salvaguardar los intereses de los ciudadanos en cuanto a que el proyecto político tiene que se revalidado cada una cantidad de tiempo es decir que su aprobación esta siendo probada constantemente. Si se entiende otra cosa, el sistema se va desvirtuando y la improvisación que debería estar puesta en la resolución de problemas se enfoca a las elecciones simple y llanamente. No es raro que la gobernabilidad se coma gran parte de los esfuerzos de los gobiernos de turno. Esto es parte de una concepción empresarial y liberal de la política la cual esta al servicio de los partidos tal cual si estos fueran asociaciones de particulares que necesita del Estado para hacer alguna cosa coyunturalmente. Se pretende forzar al estado para asumir tal o cual clima que permita el desarrollo de alguna actividad económica particular.

El desafío para lo proyectos ambiciosos del futuro es proponer una verdadera continuidad en un mismo partido si es que este puede mantener un proyecto. Es decir poder disponer de varios candidatos que sean capaces de resistir y poder continuar los proyectos de sus predecesores. Esta será la manera en que el desgaste mismo de la actividad política no deje espacios vacíos donde nuevamente la discontinuidad promueva una suerte de interferencia entre lo que se puede hacer y lo que realmente se hace. Es más hábil un sistema que sabe organizarse para resolver sus ideas que uno que sólo intenta modificar escenarios cotidianos con el fin de apelar a la necesidad o crisis para intentar mantenerse en el poder. La crisis permanente debería ser justamente el rasgo menor en las democracias si los electorados reaccionaran oportunamente ante los errores de los partidos y se pudieran establecer puntos generales en la administración de los países.

2- ¿Existe una verdadera garantía legal de que estas ocurran así?

Una de las preguntas de la democracia es si es un medio para que las sociedades progresen o si simplemente es un medio para medir fuerzas. Bueno aquí es donde debemos ver nuestras leyes y constitución, una constitución que no tenga elementos que garanticen la vida social no es capaz de ayudar a la existencia de un sistema democrático donde pueda ser posible una discusión sobre la verdadera coyuntura social. Si las leyes sólo protegen la actividad económica y los derechos individuales muy difícilmente puedan hacer algo en ayuda de la democracia  más que dejar libertad para la asociación de los individuos en partidos según la circunstancia lo requiera.

Pese a que estas condiciones parezcan amables en un primer vistazo nuevamente dejan a al sistema de elecciones como un medio de competencia simple. El político gasta más esfuerzo en conservar su partido que en la sociedad la que en algún caso representa. Esta es una de las ficciones de las democracias liberales cuando proponen que los extremos sean incluidos sin otra garantía que la de la simple participación. Esta supuesta pluralidad impide verdaderas negociaciones generales. Partidos pequeños o de muy escasa representación llegan a obtener legitimidad mediante el éxito de sus gobiernos. Nuevamente el mecanismo de elección en el peor de los casos es el que debe reafirmar el éxito o fracaso de una política. Esto no hace posible una discusión seria sobre el país en sí, no deben ser los partidos sino la coyuntura la que debería presionar sobre  los primeros. Los partidos deben tener mérito en el sistema democrático, presentándose no como las opciones electorales, no como las posibilidades simples y llanas, carentes de discurso y contenido. Sino que por el contrario deben contar sus éxitos como parte de su verdadera legitimidad. La ruina de un espacio político debería ser reemplazada por uno más apto y no por uno producto de los restos anteriores.

Es decir la polarización electoral nos ha probado no ser suficiente para la resolución de problemas. La verdadera necesidad de resolver problemas sistémicos no puede ser discutida de una manera simplemente ideológica, hay que poder establecer prioridades que lleven a la supervivencia de las sociedades a las cuales representan. No debería existir un sistema que pueda hacer de las clases políticas un grupo capaz de actuar autónomamente por el simple uso de aparatos electorales. Se supone que entonces hay que limitar la actividad de los partidos e inclusos sus actividades, la política debe orientarse a su sentido más democrático el de la negociación. Lo que no debería ser posible es la idea de que la simple popularidad momentánea pueda poner en riesgo las políticas generales del estado por una simple manipulación.

La precariedad democrática ocurre cuando se sobrevalora los cambios en las figuras pero no se pueden saber si tienen sentido ya que estas no pueden desarrollar políticas en algunos casos por que son una mera apuesta del establishment para detener algún proyecto político en particular en otros porque no han pasado por el requisito mínimo de poder tener un proyecto político que no dependa de la ocasional crisis del adversario. Más precario es un sistema mientras más necesitado está de crisis profundas para poder rever sus políticas. No todo planteo tiene que ser una seria modificación, no todo enfoque estará errado si el arco político es capaz de concretar políticas y con ese capital sostenido lanzarse hacia al cambio.

La completa libertad de acción no hace posible que la democracia pueda ser tomada seriamente como un proyecto. Hay una deuda que todos los partidos le deben al sistema democrático que es la de cumplir las obligaciones que contrajeron con el sistema democrático y una de ellas es evitar las crisis. Si esto no es así, no podemos decir que este orden político pretenda ser el mejor ni el más representativo. Lo que único que prueba es que la gobernabilidad está más unida a los humores de la opinión publica que como conoce el carácter exitista de toda política quitará su apoyo a todo proyecto que supere el periodo de una gestión presidencial.

Los síntomas más graves de esto quedan ejemplificados en un sistema donde las encuestas y publicidades pueden más que la simple y llana discusión de los asuntos de una agenda maso menos coherente. Simplemente ambos partidos mayoritarios en la mayoría de los casos hablarán como si se trata de actos fundacionales dejando de lado la propia necesidad de proyecciones serias y predecibles a corto y mediano plazo. Estas son justamente las políticas sobre las que el Estado termina carente de respuestas, ya que a diferencia de las tasas impositivas o medidas monetarias, los proyectos en salud y educación pueden llevar más que el periodo de un gobierno para que cobren realidad.

Nuevamente siempre que la economía u otro factor estrangulen la normalidad del sistema democrático este parecerá una simple pantalla porque esto es justamente lo que está ocurriendo. La economía y la coyuntura no pueden ni deben superar el orden de las instituciones. Sólo así es posible perdiendo en parte del romanticismo dejar de ser una democracia electoralista para ser una democracia con intereses concretos que no pueden ser rebatidos por la simple circunstancia económica. Es decir que el retraso de las medidas debería ser parte de una dificultad material y no de una dificultad política. La prueba de esto se verá en la fortaleza de las democracias en cuanto a estados que sean coherentes con las sociedades en las que existen. La sociedad no debe ser la que se adapte al proyecto de turno a menos que sea por motivos pura y estrictamente estratégicos. Ningún proyecto político puede tener por fin el fin de la democracia como tampoco el fin de la negociación. Sólo así se podrá superar lo malo de un sistema que siempre está forazo al cambio, es decir sólo así se podrá evitar la precariedad democrática.          

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