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Sindicalismo, violencia, cuestiones de clase media y un mártir que ahora quieren usar en televisión:

Hay cosas que trascienden. Una de ellas la vida de las personas. Muchas veces, tenemos la idea, o la tergiversada idea de que la sociedad no está hecha de humanos. Cuando perdemos eso de vista cualquier cosa puede pasar. Esto ha sido parte de la historia del siglo pasado y podría decirse que fue su peor parte. Siempre se pone una excusa para obviar, el tema de la vida, razones “políticas”, razones “económicas” e incluso accidentes, demencia o lo que venga bien.

Lo lamentable es pensar que estas cosas entran en una lógica mediana. Una que dice que no podemos vivir ya en una sociedad, donde la única forma de muerte es el robo; el cual está tan en boga, sino que también se puede morir por el hecho positivo de buscar mejorar la sociedad. Algunas personas con poca lucidez, ya justifican cualquier cosa. Dentro de esto estamos asistiendo a un hecho de por si trágico como ha sido siempre la historia de nuestro país en la mayoría de las veces que se enfrentan, privilegios contra derechos. Ahora mismo, rectificamos aquella razón. Siempre en medio de la vorágine la novedad se come a las personas. ¿Dónde esta el valor de la vida?

La vida que ahora en este caso, no sólo tiene un fin propio. Es decir no es sólo la vida de un particular que le interrumpe la existencia sino que es la vida de un militante. Cosa que la sociedad no valora, porque ellos cuentan la muerte por cifras y es más la cuentan de acuerdo a lo que se puede parecer a ellos. Mientras da con el perfil para con quien este hecho el noticiero mejor sino es un ido, alguien que estaba metido en el lugar equivocado. La lástima es que la gente no se equivoca, más seguido y que además, nos parecemos poco a este pibe. Deberíamos parecernos más. Deberíamos pensar porque alguien hace lo que hace, en un mundo que siempre se jacta de una historia que ha terminado. Muchos dirían que esto es un “gran relato” que huele a religión. Puede que así sea. No hay que colgarse de los muertos, pero tampoco hay que naturalizar la muerte de la gente y dejarla pasar. Como si simplemente fuese un evento. Siempre la clase media, la gente indignada con la política reclama que la gente esté por convicción en lo que hacen. La pregunta sería, hoy mismo cuantos pueden decir que darían la vida así de un saque en un evento menor, simplemente porque se milita.

La convicción y la ética política hoy han sido mucho más empañadas que en casos de corrupción porque en este caso se llevaron a alguien que estaba allí por convicción y sin ningún otro móvil. Las visiones ácidas y tradicionales de un quietismo de clase media pueden poner mil excusas que salen de un perverso sentido común. Pero mientras la derecha hace la historia “oficial”, la izquierda tiene que hacer la memoria.

Nuestra memoria, se da con la idea que se busca. No es como dice Lanata que el “Hombre Nuevo” no existe, sino que cuando algunos se pasan de vereda y se vuelven a meter en la cosa les meten un tiro.  Por eso mientras algunos, han filmado o ha escrito toneladas, otros simplemente por poner el cuerpo están muertos. De esta manera se entiende qué es la política de verdad. Las cúpulas partidarias, incluidas las del gobierno deberían tomar estos casos como la verdadera, “vanguardia”. No como un hecho a lamentar, este es un hecho a imitar, irse de la casa y no saber si se vuelve en la vida de un pibe porque tenía 23 años es un hecho admirable. Él no fue a proteger ningún cargo. Sin embargo sufrió mucho más que alguien que pudo haber saqueado el país. Pero bueno; no dejemos que la esencia criminal y el hecho de la violencia organizada, doblegue nuestras mentes. Justamente así es como se hace historia y no memoria. Nuestra memoria tiene que estar dada por la lucha, la lucha que está dada y que se da. Por la lucha que no tiene rostros hasta que cobra victima. Esta es la clase de memoria que no puede estar en ningún papel. Una lucha que no puede ser saldada en ningún juicio. No es la moral lo que nos debe movilizar, sino las razones profundas de la vida. No es lo mismo morir por accidente, ni morir por una enfermedad terminal, ni morir en medio de un delito que morir por militar. Los que militan mueren o han vivido mejor dicho en muchos casos por el bienestar de la sociedad, o por lo que creen que es el bienestar de la sociedad. Su libertad, fue la libertad positiva esa que a los liberales aterra, esa que en nuestro país esta prohibida. La libertad de lo que combaten. No por nada nuestros tiempos de escepticismo.

Muchos se preguntan por el poder, pocos por el sacrificio. Sabemos que hay personas que prefieren el confort a la vida humana; entendemos también y con creces que llamen hipócritas cínicamente a las personas que quieren parar el carro y pensar sobre lo ocurrido. Ellos ven lo político y rajan; rajan como rajan de todo, rajan como cuando piden policía para las casas pero no ven en la muerte directa de este pibe; una victima de la inseguridad.

Los medios se dieron a la presa de lo que querían, usar al PO, como base para tergiversar las cosas. Para hundir la tarea del sindicato y de las militancias, para confundir a la gente para hacer ver a La VERDE, como la vida sindical. Para decir que un militante es lo mismo que un sicario. Esto es lastimoso, sabemos quienes son y porque lo dicen. No es por otra cosa que porque saben que nunca les va a pasar, muchos de lo que hacen noticieros jamás siquiera fueron a una sola marcha, ni pisaron asamblea alguna. Los trajes, no sangran. Nunca sangran cuando se trata de cuestiones sindicales, y más si son las bases, porque son; obreros, estudiantes y matones los que se encuentran, los medios como siempre desde lejos miran o llegan después. Nuestras opiniones hoy están tan vacías como lo están en las mayorías de los casos delictivos. Pero los que leen los diarios, toman como si fuera un exotismo. No, señores, despierten, no sólo las casas, los autos, se defienden; hay gente que defiende la libertad y la participación, y no le sacaron un peso y perdió la vida. No todo delito viene de la marginalidad, y de esos (excluidos) como nos venden los medios; también pueden ser asesinos lúcidos los que nos arranquen de este mundo.

Por eso hay que evitar el… “que bueno era”. Eso es para los curas y sus píldoras, religiosas, es para la paz de los cementerios. Cosa que a los militantes es lo que menos les importa por eso, caminan, marchan, gritan y se enfrentan a lo que creen que se tienen que enfrentar. Aunque no sean perfectos, aunque no sean santos. Aunque sean como todos los demás, ellos sí dan más. Ellos se suman a la política, y se suman muchas veces teniendo trabajos. No son pagos, es decir, sacrifican la limosna capitalista del tiempo libre para cambiar la sociedad. ¿Cómo les pagan? Siendo noticias, siendo estrellas para una interna ínter-burguesa. Hay gente que se pone a pensar las razones de la muerte como ajenas a la persona que la sufre. Esto es triste, tan triste que casi da mucha más pena que otras muertes. La de los estadistas, aquellos que sin duda tuvieron notoriedad pero como que en todo movimiento, tuvieron segundas y terceras líneas. Por eso, se puede decir que cosas tan distintas siempre están presentes. Memoria señores, las masas, doblegadas se las borra. Se las borra, mientras algunos tienen biografías, otros se suman al panteón. Mientras algunos se lamentan por las penas de la vida, algunos sufren. Por eso hay que despertar. ¿Existimos? ¿Para qué? Hay gente que la tiene bastante más clara que mucho opinólogo que nos ilustra sobre países ideales o lugares del primer mundo. Que la izquierda haga memoria, memoria, un día muere un griego (por la policía), un día hacen un golpe de estado en  Ecuador (por la policía) y al siguiente en frente de nuestras narices. Después que miren los partidos, después que vean las intenciones políticas para elecciones.

Esto debe llamar la atención. Cuando la gente piensa en la vida, ¿En qué vida se piensa? En la entelequia que se construye de deseos por no cumplir o de lo que efectivamente hacemos todos los días. La vida de millones, la vida del trabajo es aquella que esta en el trabajo. La seriedad de lo que decimos está en ese punto. En el mundo donde la vida se efectiva en las actividades, un militante, es una persona que hace un sueño realidad. Un sueño que se hace de hacer, y trabajar por algo. Por eso, no es un mártir, ni es un creyente, dejen esas cosas para las píldoras que nos van a dar a nosotros en nuestra vejez. Digamos lo que podemos saber; sabemos que el mundo es terrible. Pero entendemos que no se acaba en las noticias. Sabemos que si la gente no cree en la vida, y la vida se pasa no es cuestión de inventar razones inexplicables.

Tal vez nunca descubramos quienes somos. Tal vez no sepamos que hacer, pero debería llamarnos la atención. Demasiado. Deberíamos pensar ¿Qué es sindicalismo? Y de que lado estamos efectivamente. Sino sólo asistimos como televidentes a esas muertes, en un mundo que tiene violencia pero que también tiene razones de la violencia. Algunos prefieren que su vida pase por su ombligo y otros, se yerguen (ya sea porque no tienen opción, ya sea porque optan libremente); estos son nuestros hombres imprescindibles. Ellos forjas posibilidades en un cinismo consumista que todo lo corroe. Porque luchar no siempre es “joda” o quilombo como lo quieren volver. No tiene que ver la inmadurez crónica, cosa tan kantiana y enfermiza que llega a nuestra sociedad y sobre todo a nuestra generación. Debería pesarnos un poco más bolas, o lo que sea. Debería pesarnos en la cabeza, debería preocuparnos, debería llamarnos la atención más allá de la campaña. Porque en esa campaña también se debate entre: “sálvense quien pueda” y “luchar hasta el final”. Si no fuese así, no podríamos pensar que hay posibilidad de cambio en la historia. Simplemente deberíamos asumir que somos poco menos que animales. Que como en muchas partes nos podrían matar como pasa en Palestina y en tantas otras partes. Es más podríamos creer que joder con los setenta esta de moda. Ahora quien mierda puede decir que hoy ¿no hay un muerto por la militancia? Quien puede decir que hoy, que la izquierda desarmada perdió un militante. Los curas no lo van a decir, Ratzinger, está buscando una patrona a las victimas de la pedofilia. Perfil no lo va a decir; porque busca mostrar a este pibe como un pobre cordero inofensivo. Como una izquierda inútil que no era necesario eliminar. Pero que sirve a la derecha le sirve, pasarse la pelota. Pensar que hay veces que suena a que es la ética burguesa la que nos impele a reclamar justicia. Bueno, esto es mentira, en parte es la revelación del sistema lo que pide justicia. Matar a los “comunistas de mierda”; tal cual vocifera la Verde es la orden del día. Pero no quiero creer que es sólo la verdad, la gran burguesía, hambrea al país, y odia al sindicalismo. Ellos mismos compran la complicidad de la lacra que con ellos marchan a descabezar activistas. Por eso, la historia, lo que venden las noticias jamás puede vencer. No puede vencer.

La clase popular, incluso cuando le mientan sufre. Sufre porque no le dejan opción, si la militancia, falla, el crimen, la “violencia de los arriba, vuelve con la violencia de los de abajo”. La violencia, la violencia que limita la democracia, la democracia de verdad es la que se lleva la vida de la “clase media”, la cual es la reserva moral de “La Nación” (sépase vislumbrar la ironía). Hoy se llevan la clave de eso de todo lo que se quejan. Hoy prefieren seguir pensando en la nada misma en la domesticidad. Tenemos que construir, nuestro bloque, nuestra resistencia. Las contradicciones de clase existen. Las contradicciones de clase están presentes. La relación entre trabajo y sociedad sigue, la relación entre clases populares y personas asalariadas existen. ¿Cuánto hay que esperar?

¿Qué le estamos dando a esa sociedad que decimos repudiar? ¿Mierda? nos quejamos, de nuestra propia gente de nuestras bases. De las costumbres populares, pero inundamos desde arriba con la mierda. Llenamos las cabezas de mierda, vencemos a los laburantes hasta que al final sólo les dejamos lo que hay para entretenerlos. Así se queja la gente de la democracia. Muchos partidos y momentos populares, conocen la fatalidad. Conocen la fatalidad por la misma razón por la que la gran burguesía sabe olvidar, la gran burguesía no le importa nada. Nunca le va a importar nada para ellos nunca hay historia. Porque el futuro, el futuro debería ser el de las mayorías. El de la libertad, libertad para los hombres que trabajan, libertad para los que sostienen el sistema. Eso es lo que estamos perdiendo. Sino tendremos una cultura del infinito, una cultura del misterio. Pero los muertos, no conocer el misterio. Los militantes se enfrentan al misterio y lo vencen, aceptan la historia.

La cultura, se podrá inventar, pero la vida no se puede. No inventaremos la vida de un militante que se ha ido. No le harán película. Más si deberíamos recordar que es la injusticia, y que la lucha contra la injusticia. Hemos asistido a lo peor. Lo peor de lo peor, la efectivización del fascismo.

Por eso la burguesía nos siguen perdiendo. Nos siguen perdiendo en el sueño de una vida mágica de una vida intima en un mundo cruel. Esta es la vida, la vemos. Por eso, seguiremos recordando, algunos desde la “cultura” desde la “contra-cultura”; lo que a Leuco no preocupa. Lo que a Carta Abierta no terminó de molestar. Pero bueno, ahora no se trata de decir quien lo tiene que decir, sino decirlo.

Lo que tiene que pasar es que sepamos defender la democracia conociendo su precio. Ese precio no es otra cosa que la lucha. La lucha que se efectiva por no volver atrás. Las publicidades no frenan gorilas, ni golpes de estado, son los militantes, las personas decididas. Son las fuerzas que se enfrentan. Cuando se quiere escapar un poco de la especulación política ahí podemos ver las razones de los caídos. Pero acá justamente también aunque esto sea extenso hay que saber tributar a lo mejor de la política. Lo mejor que el “éxito” de un plan económico que no tiene que ver más que el temperamento de la burguesía. La cual nos terminamos dando cuenta termina pudriéndola de la mejor manera cuando se le antoja. Por eso; que les digan de todo; vagos, piquerías, basuras e incluso asesinos. Incluso digan que son todo el mismo cuento. Digan que se tuvieron que defender, sigan que no tuvieron otra opción.

Por eso no hay partido que se pueda quedar con un ejemplo de democracia, un ejemplo de democracia de verdad, algo de lo que es el “gobierno del pueblo”. Si eso se olvida, habremos dado un paso más para que los “otros” lo cuales prefieren cualquier cosa vuelvan. Debemos saber, debemos conocer, tenemos que lograrlo. La pelea por la producción en cualquiera de sus lugares es la pelea por la sociedad toda. Es la pelea por la seguridad porque regula manera en que trabaja la sociedad entera; es la manera en que la gente accede a su rol no en la sociedad sino en los medios para liberarse. Ahora, con frialdad, sepamos decir. No existe algo que se coma el papel de este pibe. No existe otra verdad, no existe otro sentido. No existe otra lucha contra el absurdo mentiroso de este sistema. Que esto. La lucha. No haremos remeras, no haremos un icono. Pero él esta más cerca del Che que cualquiera de lo que pueden declamar en su nombre. Así se conoce, ¿Qué es la vida? ¿Qué es el mundo? A diferencia de una simple alabanza, o una chupada de medias o lo que sea. Con los muertos, con la gente que no se conoció en vida con aquellos que no pueden retribuirnos, esto es imposible.

De Durruti a Walsh, la masa jamás pide grandes nombres. La masa no pide recuerdos, no pide cuadros, no pide epopeyas. Pide entrega. Pide silencio, pide marchas, pide seguir y seguir. En eso. Nada existe, ni siquiera un partido que lo pueda contener. Por eso la hipocresía sería no buscar la verdad. La hipocresía sería pensar, en si solamente tenemos que buscar aun responsable. Y no buscar las razones para que ese responsable exista. O acaso, la lucha de nuestro pibe, estaba dada por que no lo mataran. Todo lo contrario estaba dada por el cambio social. Este cambio fue lo que no vio quizás ninguno de nosotros lo vea. Sin embargo sepamos decir. ¿Qué es nuestra justicia?

La justicia que necesitamos es la que encuentre al culpable pero que no cese en su celo. No cese en la búsqueda de las reivindicaciones.  Que no piense que estamos haciendo una venganza, sino que estamos poniendo un punto para saber que se ya ha hecho. Esto es la contra-hegemonía, la posición antagónica. ¿Acaso al final nuestra opinión no vale nada? Bueno ahí tenemos que decir, “¡Nunca más!”

El pibe del que hablo se llama (porque su lucha sigue) y se llamaba (porque lo bajaron de un tiro); Mariano Ferreyra.

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