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Multi-vitamínico:

Me dijeron que fuera al abordaje de la burguesía, entonces, pensé ¿De qué demonios hablamos? Tuve la sensación de estar en medio de una sandez sin remedio. Pero se esta a salvo, uno acelera sobre rieles; no se sale de contexto. Nuevamente ¿Qué es esta cosa que se nos pasa como un hilo de ideas? La respuesta está en la manera en que las ideas se nos vienen, una configuración en que se piensa el pensamiento. Mi cadena, tiene defectos, muchos defectos. A veces parece que tuviera la necesidad de ser otra cosa.

El horror de la libertad, las cadenas de las convenciones mercantiles. La manera en que ellas calan en su dimensión material. La carne fraterna, mojada en la sangre de los enemigos se come mejor. Un día pienso que no voy a poder pecar, un día pienso en eso. Pienso que nuestros pecados contemporáneos están regidos por ese cosmos, industrial y cultural. Eso me divierte, uno se siente absurdo.

Siempre envidio, la idea de lo absurdo, el verdadero poeta del consumo es el adicto. Importa poco lo que digan los domesticados, las indignaciones no sirven al mercado. Por él somos y por el dejaremos de ser, así por lo menos nos lo hacen creer. La maquina no va parar, siempre se puede hacer una remera nueva con un mártir de la humanidad. No importa que el revolucionario sea una fría maquina de matar, el héroe se derrite en el mercado. El aliento de tantos, la caminata, el pegarse. Todo eso derrite al héroe. Por mi parte, cuanta hipocresía que llevamos de a ratos, quisiera ser más bueno para parecer más humano. No obstante concibo las cosas a mi manera, no tiene mejor idea uno que buscar lo que esta mal. Creo que siempre uno ve eso que esta mal como una razón más que suficiente para entender al mundo. Tal cual si fuéramos pibes con los juguetes, hay que romper, hay que matar. Eso es jodido, uno tiene la idea, pero los demás dicen que eso es silencio. Lo es, vanagloria, cosa que amamos, apología a un cristianismo inexistente. Los valores de la vida se ponen en juego porque le mercado es la fuerza mordaza, y no ya yo en el algo que me cambie. Mi delirio, no incluye el dinero, incluye cualquier cosa. Incluye lo peor de lo peor, pero no necesita dinero. Voluntarismo reaccionario, jamás, prefiero que los quemen a esos libros que uno pueda generar a que los sumen a bibliotecas estériles. Estamos escribiendo novedades, pero sólo son eso novedades.

Pero ¿no devaluamos nuestra vida? Hay un falso esfuerzo por vivir al máximo una especie de voluntad elemental de ser, eso que no se sabe que es. La tragedia es imposible, es el tiempo de la comedia negra. Es el tiempo donde la gente se hunde con sus amigos y enemigos en la misma salsa. Por que caminando, las rectas se hacen más largas. Veo caras temerosas, hay cosas que son distintas pero por allí andan. Puede que tengan que ser así, puede que te miren como si estuvieras muerto. Puede que los vasos, sean grandes amigos, cada día uno quiere más al aditivo. No se puede pedir otra cosa, la mente interroga demasiado. Odia saber, odia entender, quiere morir, morir en un impulso como quien va en bicicleta hacia un barranco. Un testamento sobre la lucidez, sólo quedaría para el bien informado un pesimismo sin brillo, no es el estoicismo sino la simplicidad doméstica la que te va disciplinar.

Hay certezas, valentía, señores, vivan como si no fuese pesado. Porque no es, y sabemos que no lo es. Sabemos que hay que hacer todo un esfuerzo para ponernos nuestros roles. Lo sabemos nos cuesta ver ese deseo que no tiene nombre metiéndose en cualquier agujero. Ahora volar, es gratis. Volar es gratis, y eso no nos dice nada. Porque sería paradójico pensar que no tener un pie en la tierra pudiera dejarnos algo a que atarnos. El tiempo pasará en marcha, la aguja decapita a las imágenes, segundo a segundo la gente respira y se conecta con todo eso que no puede decir. Eso que no puede decir es el consumo del paquete, la suma de sus vicios, el no poder esperar otra cosa que disolverse. Toda la trama, todo el esfuerzo se cruza a tientas aún viendo. Lo percibo sin tener otra cosa un par de anteojos.

Un día tu poesía se va a morir, porque como digo, esta no es la sordidez del tráfico. No es el placer de la simplicidad de enumerar, esto es un problema, es una idea un poco molesta. Es en sí, una pregunta. Un día estará muerta la lengua que me diga cosas que no se pueden concebir. Un día se habrá cosido el destino a las personas. Esta es la libertad que mas me gusta, la del vacío. De repente todos los muertos se hacen benignos. Por suerte, hay esa cosa. Pero antes, si temer, veo que una rubia que es demasiado conocida que no puede ser, por cosas que la vida no dejan que sea. Pero será si la posibilidad lo permite, la excusa para jugar a ser un poco el diablo. ¿Cómo puede ser?
Te dicen “genio” para dejarte una propina, y te dicen absurdo para destacarte entre los idiotas, y ambas son mentira. No pueden ser la misma cosa. Porque estamos juntos en esa soledad, así por lo menos se plantea esta serie de solidaridades.

Creo que tenemos un poco merecido lo que hacemos, hay una parte que nos encanta que es salirnos con la nuestra. No podemos esperar otra cosa, no se trata de alguna salvedad, la otra vez, hable del culo. Hoy quiero jugar con un criterio más absurdo que es el alma. Gran discurso si los hay, ideal para cuando uno se queda sin fuerza y negado en la plena potencia. La vida se pone en contradicción con lo que debemos pensar que nos conserva. Por algo deseamos hacernos mierda con tanta obstinación, cada vez que uno se hunde en alcohol piensa que esta respirando mejor. Por lo menos eso voy sintiendo quizá sea el diario de una persona que se va encaprichando con una sustancia. Pero nada mejor, la clarividencia llega en esos estadios. Lo lindo, no tener idea. Aunque es el pecado de nuestra era, hacemos esas cosas, huyendo de todas las demás. No hay lugar para decir, volver.

Algunas veces las cosas se pierden, no hay trauma. Porque como alguna vez, escuche; la sangría de la guerra vive en la paz. Esperan esa ola de sangre, la consumen pero a la vez necesitan que no se los borre de una sola vez. Me dicen que esto es producto alucinatorio, si hable de días catedralicios. Pero también pensé en la cara aplastada contra un subte. Hice espejo con los huesos que sostienen una espalda, me han contado que los gemidos no pueden durar tanto tiempo. Así se van cosechando esas cosas que la gente llama alma. Tenemos ese miedo, una especie de perdida de todo, algunas personas temen quedarse sin alma, y formar parte de esa cadena, en ese desfile. Todo tiene una fuerza incomprendida. Por eso, uno habla como si no tuviera respuesta, quizás hace abuso de la idiotez. Creo que es un juego justo, lo es y lo será siempre. Este es el tiempo donde ese juego se va a poner a prueba, señores, ya no vale ser ateo, ser algún discurso es más difícil. Hoy valdrá poder decir algo. El que no pueda decirse, el que no pueda susurrarse cosas en la soledad, términos que le cuenten que la vida siempre es otra. Cosas que irán por la noche como la luz artificial. Cosas que nos van dejando locos. Ya no hay un gran crimen que contar. Lo que se espera es la pérdida, un aborto del ego. ¿A dónde va ese amor propio?

No lo sabemos. Las palabras siempre parecen ser complicadas, y a veces son desenfadas. No hablo de otra cosa que de esta molestia de la burguesía, molestia que no tiene el que no lo indigna otra cosa que el vivir. El que tiene que revolver la basura, a ese le roban el alma. Porque el alma era esa cosa que debía tener en sí esas grandes ideas, donde tendría que ocurrir la revelación. Yo no veo eso ahora, veo otras cosas. Y lo mejor mientras más busco, más encuentro que la gente vive de una manera en que la tiene que alzarse sobre su propia necesidad. La necesidad, la amplia necesidad de poder tener un algo que decir. Todos parecemos iguales, y todos nuestros dientes se nos presentan en sonrisas de abanico. Nuestras vidas con miles de fotos en un banquete que nos llena de esa sensación tan llana de repetición. De repente, ya no hay alma, la foto no la puede robar. No hay momento. Hay secuencias, secuencias completas y llenas, secuencias que uno espera ver. Tan lindo es ver que los envases los cuerpos por fin hoy pueden hablar con soltura, no podría decir lo mismo de las contradicciones emocionales de otros tiempos. Hay algo que me dice que las cosas se están secando.

La necesidad del silencio, se dijo que todos seríamos de todos, pero a la vez no se nos dijo que no seríamos de nadie. Porque nadie sabría de lo que estamos narrando. Durante eones, se vio a esas personas, a ese fenómeno, el cual explicamos hoy en todos sus cristales de una manera misteriosa. Hoy, tenemos la verdad en la punta de nuestras narices. El caos es deseable, porque vive en uno, el discurso, la carga del alma. Choca con las viejas ideas, el dios que se he ido. No puede volver los creyentes, se ponen a pensar si pueden tal vez hacerse ellos sus propios profetas. Quiero la inocencia del mundo, quiero el alma humana, esa cosa que no existe, quiero que me cuenten las idioteces de los ilusos. Quiero ironías de las castas exitosas para atacar a este ser de oro. Quiero ese platonismo como un sedante, no como una negación de los nervios, lo necesito como un freno a estas ideas. Las grandes ideas nuevas, las que me hacen preguntar, ¿Sabemos que podemos saber? ¿Por qué pido por el alma? Señores, la pregunta parece absurda, lo sé. Pero hemos perdido el gusto por el crimen, hemos perdido el sentido de la indignación.

Lo sagrado, esa manera tan ridícula de asustarse y de hacerse un poco menos pretencioso. Hoy no existe más. Si alguna vez desearon ver esa quimera, si alguna vez desearon cargarse en las patas con una gran revelación saben que hoy es imposible. Aunque señores, esta perdida del alma, esta lucha sufrida por una autenticidad que tiene que tener credenciales. No es otra cosa que un deseo ahogándose, me gusta el palabrerío. Pero lo se, veo esas caras, las veo siempre. Las palabras se les escapan, el impulso no basta no hay un terror, no hay una cosa que pueda ser querida hasta la muerte. No hay una fuerza tan terrible, la verdad no esteriliza. Lo veo en las palabras en los horarios. Lo veo en la nausea contenida, si entiendo y sé que nada mejor. Puedo suponer que este es el despertar. Pero este mediodía, obliga ver horizontalmente. Cada vez que entiendo que las vidas se hunden en los recursos, y estos recursos se deshacen. Esta gente que no tiene herramientas, ahora usa a las ciencias como muletas. El sueño es de plástico y aluminio, las androides y los robots, los humanos por imagen. Lo sentidos desafinados. El pasto, los pies, los pies. Todo esta prendido de una suerte de disposición. Hay sospechas sobre todo, entonces, la gente no se ve más en los espejos. Se describe a sí misma con elegancia, se sabe como es, pero no se sabe ser. No se sabe mirándose una sola vez. Ahora les digo que la belleza, el poder, el dinero, la injusticia, la verdad, el saber. Todos existen, lo que no hay es esa necesidad de oírlos, ya están. Porque como he dicho antes, el interlocutor esta desaparecido. Hoy se emite y se colecta. Difícil es que nuestra mente acceda, difícil es, cuando este virus esta entre nosotros. El versito se nos pega y entonces adaptados, casi la pasamos bien. Pero es fatal, es tan fatal como todas las cosas. Y no existe tormenta, no existe, desgracia que nos vuelva a encontrar, perdemos, esa fuerza, esa manera de ser quienes éramos. Gente que no sabía otra cosa que ser, que estar ahí, que pasar, que pasar sin criterios, sin medidas, sin verdades, sin comentarios. Éramos más egoístas, y éramos más ingenuos. Antes valía ser ignorante, hoy conocemos el punto cero. Estamos allí, la superficialidad de nuestras palabras.

Nunca antes fue tan difícil usar las frases simples, y que ahora nos crean. Eso se ha ido. Por más que nuestras abigarradas creaciones, a veces molestan hígados de dogmáticos.

Necesito un silencio grande, un silencio que me pueda decir algo que hoy no me dice nada más. ¿Puede ser? No es una búsqueda por la sensibilidad, la cual hoy parece hipertrofiada en un hedonismo que necesita un poco de dolor para llamar al espíritu. Creo hablar de la peor manera, lo terrible es liviano. No hay muerte, señores, somos inmortales. Pero no nos damos, cuenta somos objetivos, ajenos por objetivos. Al fin el alma esta muriendo y de repente el humano, es algo que no tiene sentido. El sentido de esa gran palabra, humanidad se esta yendo. Queda si este sentido de lo múltiple. Miles que se diferencian para contrastarse. La masa es nuestra divina propiedad. Conocemos lo que hacemos en la multitud. Que mejor entonces que hundirnos un poco en el alcohol para entender de ese silencio. Yo sólo lo encuentro en el alcohol, sólo encuentro ese silencio en ese tiempo.

Busquen esa gente que tiene que haber, esa que nos cuente cosas que no se pueden decir, busquen criminales y santos nuevos. Busquen esa nueva cepa que no tiene porque defenderse. Busquen y no tengan piedad en perderse en el camino. Con suerte sean nuestros hijos, con suerte sean los que empuñen nuestra destrucción. Nuestro progreso si no, nos va dejar un día con esa sensación de que ya todos están ausentes.
No está dios, no están sus creyentes, no están otros que sus consumidores, sus cazadores de limosnas que han partido ya al cielo. Dominados por grandes versiones de las cosas, harán su lecho en el sueño. Pero buscarán el negro, un negro que no podrá tener respuesta en este mundo. Se cerrará entonces la puerta, y en el vacío, más precisamente en el silencio. Un hombre que no hace tendrá por virtud del accidente, desaparecer.

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