72- Alejandra.

Servida la mesa. Tener el hambre a mano. Os digo comensales, no tened otra cosa que baba. Supongamos, resolvamos, instiguemos y propaguemos la demagogia. Yo por mi parte no conozco otra cosa que el tedio del mundo humano. El delirio muchas veces se ha metido en la vida como un simple esparcimiento.

No obstante, Alejandra es Alejandra. O Ale para los conocidos. Como pasatiempo no la miraba. Las pocas veces que la interferencia entre otras cosas hizo que la mirara. Vi una serie de expresiones completamente retorcedoras del cerebro, la glosa no se cura. Intuyo en la mujer una posibilidad de maleabilidad alta. La pregunta es. ¿Alfarería? Mi pregunta toca lo enfermizo de las posibilidades. Si la tironeamos de punta a punta si la arrastramos por media cuadra ¿tendría el mismo sabor? No lo sé. La indefinición en lo dichos de Alejandra es más que suficiente. Todo lo que pase con ella será una mezcla entre la misericordia, más una suma de cristales que se rompen. La suma de lo atonal. No una observación de lo anatómico sino un intento de romper la separación de los dos hemisferios. Entonces en medio de la sangre en pleno hipotálamo, donde es posible que allí tengamos con fuerza de decisión para poder decir eso que quiero decir (habremos llegado al principio de toda  nuestra conciencia, iremos al circuito básico. Al centro más allá del bien y del mal).

Sí en medio de ese cráneo arruinado (o tal vez descubierto); una flor, una flor de carne, una suma de nervios arremolinados me dirán sus insensateces. Tendremos allí todos los escondrijos de sus vergüenzas, pervertiremos de adentro hacia fuera. Nos pondremos a vivir en ese punto. Tendremos la malicia por sobre todas las otras cosas. Es decir sobrevolaremos la conciencia y si es posible, iremos invadiendo centímetro a centímetro. Seremos barrocos por pasión mal resuelta como quien se queda sin aire a mitad de la carrera. 

Conquistaremos la mente. ¡Sí! seremos impúdicos. ¿Cómo si fuese posible ser hoy impúdico?  La pondremos a colgar cabeza abajo en plena indefensión y constaremos si el cordero ¿es tan bueno o tan malo?

Ale tiene esa tranquilidad que puede ser terrible, el silencio posterior a Hiroshima. La complicidad de la muerte en una morge. El crimen cuando sale bien. La moral que se desarticula. Esa manera en que una total maquinaria de matanza podría expandirse sin parar sin captar fin alguno. Esa cosa que podríamos negarle lo sublime, ese espíritu. Esa manera de caminar en medio de las brasas. Una forma de quererse morir junto a ese que se busca matar. Esa droga que se consume en medio de risas. La manera en que se pueden apilar cuartos. Conjuntos de cardumes, sinónimos, timbres y pezones. Todo eso es lo que declaro que Alejandra puede contener como si surgieran del aplastamiento de sus vértebras. Podemos decir que en su receptividad en su silencio, una horda, una verdadera horda puede cruzar a pleno llenando el desastre de color y ruido.

 No podemos decir nada todo es baratija, pura baratija. Una manera de dar con el cochino contra el suelo perdiendo todas las monedas, mearse en media tonelada de poesía y no poder decir nada más. Rayar, y seguir rayando. Tomándola por los dos brazos para que se quede quieta que sus pies jueguen en el aire. Rajando poco a poco el tórax, viendo la manera de encontrar la copa para la sangre. Delirando en un acto violento y sin sentido, voluntad de poder corrompida. La imagen de una persona que se ahoga en un mar azul claro en pleno mediodía. Imágenes violentas que no tienen sentido, signos de una narración que degenera pero que puede contener. Esta es la propiedad de nuestra mujer y del papel, una extrema receptividad una compresión para con las cosas, un no rechazo inmediato.

Ahora, huir del hogar en llamas, llevando cuchillos en la bicicleta. Tirando hacia atrás una lagrima de nitroglicerina (melancolía que no puede existir). Esperando que en medio de una noche estrellada, el delirio de misiles se calme. Toda paz por razonar tendrá su precio. Es hora que lo sepamos. Nos acostumbramos a esas cosas. Hoy tenemos un barrio, pasando dos manzanas un valle de cadáveres. Nada dice de todo esto, verdades sobre Alejandra. Tampoco dice mentiras, juega con desconocidos o semi conocidos. Se dibujan contornos. Se hacen proyectos que no tienen solución. Por eso tal vez uno podría encontrarla justamente allí, mirar por dos segundos. Tener una fantasía fugaz que durase casi nada y terminar en la misma terrible e insufrible fatalidad de la vida cotidiana. ¿Y si no quedan teclas para el piano?

Tendremos entonces menos dedos, no la veremos corriendo como figura apenas visible. No sospecharemos que podría cambiar de parecer en cualquier momento. No dudaremos de ella. No levantaremos falso testimonio. Sólo captaremos de los pies a la frente. Sólo nos daremos esos lujitos, pretenderemos ser cobardes. ¿Quién sabe? ¿Se puede estar seguro? Cuando se escribe se comprime siempre. Y ni dura esta la letra, la cara o el miembro para que eso sea palabra completamente cierta. Alejandra es entonces el delirio número uno de este año que revela el grado de desintegración de cosas, la oda a la desintegración en el silencio. El nombre es la excusa porque es la palabra y para eso se usa para matar a la realidad.

Una visión de la propia carnicería. ¿Una comprensión profunda de la realidad?, más allá de la distancia y la honestidad. Les aseguro que no sabrán si hablo de una momia o una mujer, eso no les importará. Lo que les costará poco creer son las ideas que se traen desde allí. Apretados van los comentarios, encendidos. Suerte de fisura pero no su gloria. Manera un poco apagada de ver las cosas, podría haber hablado de su culo pero me impresione por la cara. Injusto lo sé. ¡No escupas!, ¡no escupas!, estamos hablando de un espíritu en un siglo que no tiene alma. Estamos en ese camino de sabernos sujetos que narran cosas que se llenan de lo irrelevante. Pero ¿no la podes oler, no podes aspirar un poco de su piel? No podremos guardar la sensación de otra manera. No podremos ser infames de otra manera. No se podría decir que con buscarla basta eso sería trivial cuando se es una persona parafílica. Todo debe ser entonces; el relato del relato. Te apagan, te prenden. No por su voluntad sino por la tuya propia. ¿No la mataste? Era hora….

 Será su manera tranquila ya les dije lo que los desesperará, creo que es justamente eso lo que hace que se inflame demás en los momentos de éxtasis; así son las personas que se enroscan como serpientes sobre los árboles esperando una cosa para consumir.

En el fondo de su alma hay cosas agridulces, una lengua con llagas que las pruebe terminaría en cortocircuito. Una manera más en la parafernalia profunda. Un método. ¿Un sistema? Sí de esta manera es posible. Conforme a que al fin han lamido el cerebro y se han impreso todo eso que hace que las lágrimas sean de nitroglicerina y profundamente innecesarias.

Servida la mesa, devórenla hasta médula para tratar de descubrir de qué se trata. Lejos estamos de las ofensas. Creo que la extralimitación no hace bien, si poblar las células una a una sin tener miramientos. Esta forma de conocer siendo por demás extraña no es tan ineficiente quizá hasta es metafórica. Revela que en el centro de las personas se haya una suerte de tormenta que no pueden comprender. ¿El incendio? La manera de prender incendios, los caminos de un gran espíritu que no ha hecho otra que mirar al mundo con su paz. La expresión que no negó el movimiento tal cual es sino que por el contrario puso de manifiesto que su propia manera de ser esta anclada de forma pacífica.

La irrelevancia será el mal de nuestro tiempo, es hora que se entienda que todo lo que se vierte allí es parte aquella realidad. Una realidad que nos parece difícil de pasar, una realidad que no es tan terrible. La expresión la violencia en el lenguaje no es la violencia del hecho, sí es una estética del suceso. Porque podemos decir que las cosas imposibles en sus descripciones más trilladas conquistan esa posibilidad al fin de ser pensadas. El rush yo lo supongo como parte de su propio drama, es decir su realidad es la del testigo que no quiere otra cosa tiene una especie de estoicismo orgánico. Preparado para soportar el cambio de la mejor manera sin excusas. Esa propiedad, sumada a las lágrimas de nitroglicerina es lo que permite que las cosas sean mejores. Todo silencio profundo, todo saber escuchar es una cosa que se nos suele escapar. La manera en que se absorbe.

¡Misterio! Una campana que quieta que suena, un pájaro que vuelva para enterrarse.