Nosotros, los no suabos, los que no fuimos germánicos. Es decir, lo nuestro es lo mestizo, mezclar la lechuga con la carne, hacer de nuestra vida una forma hermafrodita y espiritual. ¿Quién nos dice? ¿Ellos?, ¡No! Nosotros decimos, gritamos y olemos que pretendemos ser, caníbales.
Nuestras tintas son verdes, nuestra sangre no es azul. No hay donde encontrarnos lejos, somos en las montañas y árboles, unos espectros. Surgiremos de las fuentes de agua y de petróleo, haremos la sombra al Brasil, nosotros, esos que nos metieron el castellano en la nariz. Nuestra cosa, nuestra forma, nuestro cáncer, el domicilio que nos es propio. Nuestro terruño, nuestra tierra, nuestra mierda, nuestro cadáver, ese que llevamos envuelto en la bandera. Nuestra historia, esa que aún esta empapada de sangre. Nuestro hastío, nuestra histeria, caminamos todos, caminamos sin pisar los pies ajenos. Nos movemos hacia atrás solo para saltar. Nosotros, enemigos de los crucíferos, nosotros estamos reunidos para hacer de las moscas, guirnaldas.
¿Nosotros? Sí los parias. Nuestras cosas son: los parches, las cenizas, las antenas. Un parpado que se desgarra nos hace juego en la postal. Nuestro idilio, la mala sintonización, el ruido, el choque frente al tráfico. Nuestro humo nos hace respirar, nuestro calor agobia. Somos insertados, somos desechados en un punto, somos clasificados. Nos dejan, apaleándonos con piedad, nos impiden que hagamos infección, nos hacemos negros del humo respirado. La tilde nos divide, la tilde nos enseña, el rojo, sobre nuestro verde, un verde oscuro de naturaleza mortecina. Nuestra vida, presa de un tiempo de repeticiones aleatorias donde el modem supera a la maquina de tejer.
Fuimos, somos y seremos, la anteúltima luz en encenderse, mostrando al perro de la calle. Nosotros, en los faroles que extrañas a los árboles para angustia de los perros, nosotros que en el agua nos hemos contaminado, que somos nafta y de multicolores. Nuestra idea, un consumo, una vela, una pila de basura que se hace cada día más grande, una montaña, la nuestra. Coleccionistas somos, apiladores. Apropiadores de las camillas usadas y de las jeringas, nuestras provincias aplastan a sus estados, nuestro pasto crece entre sus ruinas. Europa de rodillas nos pide perdón, pero ¿se lo damos? Jamás, somos el pasto, somos el pasto nuevo para praderas nuevas. Somos edilicios y vegetales, somos maleza incivilizada, somos la progresiva barbarie después del frenesí.
Nosotros, los metalizados, hemos cantado una forma nueva. Matamos a la victoria, la violamos en su vuelo. Nuestras cadenas irán por esos suabos por esas mentiras que nos dijeron, nuestro París, está cercado. Nuestra forma proletaria de ser franceses, nuestra comuna esta atacada por gorilas, por la peor de las burguesías. Nuestra forma de ser tiene las patas en la fuente, y a quien le importa sino nos quitan la fuente. Nuestros ojos, han visto las tragedias de las bengalas. Nuestras casas, dicen nosotros estamos. Nuestros libros, dicen nosotros estamos.
Nosotros, apilados, somos mareas inmigratorias, podemos ser los redentores de nuestra riqueza, de nuestro deseo de riqueza. Haremos de los yuyos, joyas, haremos de las piedras proyectiles. Nuestros vigilantes se suicidarán en el momento oportuno. Una manera nuestra, muy propia. Una nostredad, nos digerirá, nuestros hijos, dirán, nosotros los plateados. Nosotros, los verde plateados, ahorcamos a los suabos, fuimos por los parisinos y les cortamos la cabeza y sin salir de nuestro hogar plantamos el quebracho en medio de los civilizados.
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