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Vos tenías un reloj:


-Momento irrelevante-

Hay necesidad y hay dolor, tiene la mano que escribe dolor a raíz de golpes duros sobre sus propios huesos. Esto pasa para disciplinar naturalmente al escritor. Ahora sí perdido de todo contenido. Un día un transeúnte medianamente conocido le dice: “Vos tenías un reloj”.

- Momento irrelevante regular-        

Cuando estaba en el diván el analista mientras hacía una historia psicológica de su nuevo paciente, se dio cuenta que pese a nombrar miles de veces a un reloj e incluso describirlo. Ahora carecía de él. Pero eso no era lo importante el analista quería saber que era eso de no tener idea de lo que era esa relación tiempo objeto, con su delirio persecutorio bastante histérico.

-Momento relevante-

En ese momento, en el momento que se disponía a arreglar el reloj. Bueno justo ahí lo pierde. Se le cae del bolsillo mientras camina jamás lo volverá a ver. Perdió a la vez un par de fotos. En ellas también iba su pasado por lo que perdió justamente en el mismo tiempo y para disfavor de su existencia, su tiempo y su pasado.

-Vacío-

Por alguna causa que apenas podría entender, estaba haciendo cosas que poco se podían explicar. Su analista creía en parte que era un leve síntoma o de una demencia temprana o de esquizofrenia. No obstante, nada era lo suficientemente grave para que llamase la atención en forma tan absoluta que parase su vida normal.

Podría ver su casa, y tendría la idea de que algunas cosas había tirado. Además de un par de portarretratos, tenía que tirar, muchas pruebas. Toda clase de asuntos a medio resolver y papeles que estaban llenos de anotaciones que ya habían perdido su sentido.

-         Aumentaba el lente-

Claramente fijaba la vista en una tasa que no lavo durante años. Era una cosa asquerosa. Olvidada detrás de muchas cosas, no tendría ahora una molestia generalizada pero si se daba cuenta lo complicado y difícil de estar relacionado con sus objetos de una manera tan errática.

Por otra parte los libros que tenía más a mano en ese momento eran todos de psicología. Tendría que ver si alguna vez terminaba su tesis. El mismo que iba a un analista quería ser analista. Pero siempre terminaba las cosas por la mitad, lo cual era dejar las cosas incompletas, pero le sonaba mejor terminar por la mitad. Aunque de esa manera se daba cuenta que sus problemas para tener una vida coherente no era una cosa que se solucionaba. Ahora, en un pobre instante necesitaba del reloj. Pero este ya se había perdido y no sabía qué hacer, como reemplazar el tan extraordinario reloj que había estado en todas partes.

-Momento irrelevante regular-

Su analista ha notado que desde el diciembre de hace un par de años, él solía perder alguna cosa justamente para no poder estar en pensando en fechas, todas molestas y extrañas para su persona. Esta manera de evitar su tránsito por las penosas ocasiones era lo que generaba esta necesidad, de ir perdiendo cosas a medida que justamente llegaba fin de año.

Por esta suerte de extraño conjuro sus anécdotas eran pilas y pilas de medidas inconexas. Era demasiado molesto de pensar aquello pero sumamente ilustrativo. Él mismo en parte se puso en plan de estudiarse. Compró un grabador y fue tomando las ideas de sus pensamientos más recurrentes en el día.

Sentía melancolía crónica, una dependencia a la cafeína marcada. Tenía por suerte la mala noticia que lo que quedaría de vida era escuchar las vidas de las personas. Y esto no era tan malo porque por algo había elegido la vida de analista. Y esto debería ser parte de lo que haría con la mayor parte de su tiempo.

Ahora mismo estaba pensando si descubriría algo significativo en ese mundo. Pero claro era cosa demasiado trillada para alguien que ni siquiera podría llegar a finalizar una tesis. Su analista pensaba que el mismo quería vivir en la inconstancia por un miedo muy fuerte al cambio por lo que esa necesidad de no terminar nada, era la búsqueda sincera de la negación del movimiento. Aunque claro que en ese punto ya tenía las cosas aclaradas. ¿Cuántas historias de vida había allá afuera? ¿Cuántas historias felices de vida había allá afuera? Y el quería agregar como una pregunta tonta pero poética, ¿Cuántas vidas que valían la pena había allá afuera? Igual esto no se lo decía al analista, era parte de su especulación.

-Momento irrelevante-

Se fija que tiene que juntar cuentas para pagarlas. Lo hace. Prepara dos huevos fritos con demasiado aceite, después de todo hay que morir de algo. Los come de la sartén. Graba la idea de que en su vida, no es lo peor el inicio sino el final de las cosas, y que por más sorprende o extraña, loca o malvada que una persona pueda ser. Lo peor es dejar de permanecer en contacto. Ya que eso, invita a pensar que todo lo que nos pasa, en parte ocurre en una soledad bastante operativa.

 
-         Correo-

Las noticias de mierda, llegan. Por fin los negocios del padre, van mal. Entonces, tiene que apurarse a terminar su carrera, y así ser analista. Teniendo una nutrida y amplia biblioteca para impresionar. Pero por otra parte y para no ser menos. Su madre también anda mal. El negocio de ella (de bienes raíces) se acerca a una buena ruina es decir a una ruina total.

Por otra parte, se le acabo la suscripción de la National Geographic. Pero había otras cosas en qué pensar. Tampoco habría botellas enviadas a fin de año. Menos vino. Triste, melancólicamente triste. Pero no entregado a un destino ya digerido. Tomaba entonces sentido en su pensamiento una constante. Pero esa no era tan mala sino que demostraba como efectivamente se puede perder el tiempo. Lo perdía preocupándose por esas cosas, pero al ser estas muy próximas eran en parte más importantes que un par de páginas de tal o cual libro. La razón de esto estaba todo en sus mails. Los cuales llegaban por montones y con suerte por semana, abría dos o tres.

-alimentación-

Como en el resto de sus actividades, la inconstancia era lo que llevaba a que él no tuviera una dieta específica ni que tampoco presupuestará lo que iba a gastar en alimentos. Por esa razón, terminaba siempre a fin de mes consumiendo cualquier cosa. No tenía otra duda que esa cualquier cosa, era la sal de la vida. Porque le demostraba el poder del ingenio para sobrevivir comiendo, restos, condimentos, y cualquier cosa que podría comprar por ahí.

-         Conocidos-
Su analista detecto que el mismo decía perder un amigo por año básicamente, la mayoría de sus amigos, le duraban en promedio cuatro años. Menos uno, pero los demás tenían la suerte en la frente, pasados cuatro años desaparecían completamente sin dejar huella. Este destino también estaba dado por la inconstancia, y casi una tendencia hacia lo esquizoide que desarrollaba en las relaciones a largo plazo. Donde según el analista, el hombre que perdía el reloj, terminaba que asumiendo que lo bueno que se tenía por decir ya había sido dicho.

Por otra parte, la única amiga que le duraba más de cuatro años vivía en España y no era ciertamente una persona con la que pasase efectivamente mucho tiempo. Era lo relativo de la amistad. A lo que escribía: “Puede considerarse amigo a ese interés que proyectamos de nosotros mismos sobre otros que a la vez lo satisfacen sin esfuerzo.” De alguna manera, estaba en plena faena. Muchos papelitos. Pero compró como gran inversión para su existencia un escritorio enorme y desde allí construía su imperio. Todo su poder, terminaba donde esa madera que estaba a una altura de ciento cuarenta centímetros llegaba a su fin.

-Cosa jocosa-

Una vez que ordenó sus cosas pese a pensar y a saber que su reloj estaba perdido. Creía verlo en todas partes. Lo veía, lo pensaba. Lo veía en insólitos lugares como el tanque del inodoro. Pero luego se daba cuenta que era una cuestión demasiado simple, estaba allí como un idiota pensando en cosas sin sentido. Por eso movía la cabeza de un lado para otro en señal de reprobación se negaba a sí mismo conductas tan estúpidas.

Ahora bien se daba cuenta que sus problemas eran más grandes lo que él pensaba, la vida no podría pasar por un reloj. Definitivamente eso no era bueno. Pero tendría que sopesarlo de alguna manera, tratando de pensar en otras cosas. Pero si llenaba el tiempo se daba cuenta que era una mera estrategia funcional para distraerse. Había entregado entonces su tiempo a estas actividades y así logró tener ese plus que le permitiría tener otras cosas que disfrutar, ya sea saber, o ya sea hacer pequeñas actividades irrelevantes. Por lo demás no tenía muchas opciones, era tener un buen pasatiempo.

Un buen pasatiempo es eso. Ir tercerizando obsesiones y manías para tener tiempo de libremente irlas cambiando con el tiempo si eso logra desestructurarse se consiguen maravillas. No obstante, el reloj tal vez algún día sería su ruina.

-Momento irrelevante-

Una serie de imágenes, sobre todo de la textura de una puerta. Le dispararon la idea de que, estaba atado a una serie de rechazos constantes que habían marcado su vida. Pero por otra parte había dejado espacio para tener siempre una soledad que le había permitido no tener que depender de nadie. Eso no era para nada feliz pero era una buena característica, así lo asumió. Justamente por eso lo graba.

Por lo demás, la vida era completamente insípida sólo el movimiento de la mente sopesaba lo pesado de todo lo demás. Por eso, se consagro a pensar con todas sus fuerzas, ya que nada le había quedado como alternativa. Bajo este signo no muy auspicioso se empezó a desplazar de un lado para otro, todo eso que conocía y en su mente jugaba a hacer cajas. Ahora si para su ausencia de desgracia, siempre podría volver a unir hechos de la forma más descabellada y aprovechar esa vida como si fueran cien o mil vidas distintas.

Una vez cuando era más joven. Lo consideraron un poco “genio” eso le decían para estimularlo pero eso termino cesando. O se volvía una cosa mecánica y hueca, el mismo optó por esta actitud, y de esa manera tan extraña asumió lo desagradable de aquella manera de pensar. Pero cuando un genio se normalizaba dejaba de ser genio para su suerte, pensaba irónicamente, nunca se sentía del todo parte del montón y gustos hubiese dado por haberlo logrado. Por eso, su esperanza era tan absurda como patética si seguía siendo raro podría que tal vez fuese genio.

El problema de la ambición no siempre se resuelva fácilmente. Por eso prende el grabador, y cuenta todas sus ambiciones frustradas, ya sea sexual, laboral, o lo que pudiera ser hasta meramente fantasioso. El desgravado supera las diez hojas, eso es demasiado pero esta acorde a su manera de ver las cosas. Él concebía el mundo como insatisfactorio.

-         Reflexión perdida-

Según su propio relato el martes o el miércoles a las 3 AM. Se levanta pensando en lo extraño de la soledad de pensarse pensante en las actividades cotidianas. Es para él una gran incomodidad saberlo pero en parte es el aseguro de la existencia, pero siempre anda develando la soledad de nuestra vida psicológica como su poca capacidad de emanación.

Final extraño.

El hombre el que perdió el reloj. Lo ha recuperado pero esta muerto.

-         La muerte-

La muerte fue por una cosa bastante natural se ahogo mientras comía. Con jamón crudo. Lo descubrieron al día. Esto es lo extraño, y lo nuevo. Por lo menos para el antiguo difunto que pensaba morir de una trágica y terrible enfermedad en la vejez.

-         El cajón-

Negro y sobrio. Una lápida escueta. Irónico epitafio- “No pierdas ni un minuto, sino, pregúntame a mí”.

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