II-
El arte de Vende Humo y del Careta. Una especie de secuencia
final la parábola de Jesús. Con un olor lleno de humedad, reflexiones justas.
Cabezas llenas de miseria. Países llenos de odio. Céline, muchos semi-lúcidos,
Borges tomado como vende humo. Si se habrá hablado de él. Pero bueno eso pasa
de lejos, esta Macedonio. Están todos.
Como parte de una gran nostalgia. Un chichón en la cabeza es
ejemplar. Es un dios. La foto de un culo en cualquier parte. Lo mediático hasta
lo documental. Ahora bien en medio de sucesivas pastorales, “Relatos del
Presente”, Héroes/chorros, Genocidas/patriotas. Pibes chorros/violentos, versus
pibes chorros/quemados. Todo eso pasa, y los dividimos. Una piña más y una
menos. Dos pesos, dos pesos será el pago. Todo se trata de una conciencia
auto-suficiente. Un travestismo justo, doble calza. Algunos compromisos en esta
sociedad aún no hacen transpirar la camiseta.
Por suerte, hasta el dulce de leche no carga con arsénico.
En todo lo demás las cosas se mantienen estables. Desde el cobarde que huye de
la realidad jodida, hasta el cobarde que la sueña pero la hace más terrible.
Todos tienen ese punto en común, veinte mil paginas para hacer ochocientas. Una
poesía de la idea de un trabajo interminable. Tiene que ser así. Tiene que ir
al choque. A bancarse. Por suerte existe la falta de fuerza. Existe la idea de
un cuerpo para matar. No importa de quién. La víctima siempre es el ciervo
degollado. Y ¿Degollar al ciervo? ¿No es algo recurrente? Claro que esto sería
un simple himno de tullidos. No se trata de eso. Se trata de salud. Salud al
fin que se puede perder. Todo eso forma parte de un gusto. Un gusto que siempre
late como el amor. Late siempre, y no es una guerra. Es una cosa de pungas,
rateros, escritores y “amanerados” no de los Capote, y no capote en el sentido
de sin huevos. Debe ser eso parte de un odio de exaltados de mierda. O de
exaltados por buenas causas, de lejos y de cerca de los exaltados no se sabe
bien por qué mierda están así.
Los “recuerdos” son piezas preciosas. Ante eso hay que decir
la verdad, la garganta tira del ganglio, además, todos juegan. La mano cortada,
subirse a la pared, escribir una insensatez. Saber que eso pone loca a cierta
monada. Todo como si fueran anillos con dientes para los penes. Podríamos ser
soldados convalecientes para eso hay que ver guerras. Guerras y sus locuras. De
la idea que uno tiene tétanos a ver los anteojos en la vil calle, esos que se
limpian con puto esmero cuando se pueden.
Ahora bien uno que vive y sabe que la yuta hace y deshace.
Apenas puede sentirse mal con que le peguen en la cabeza. Si uno no se sabe defender
y tal vez la police manda a que lo afanen es parte de un impuesto por existir.
Por suerte no tenemos que andar con problemas, “Banderitas para todos” “Abortos
para todos o para nadie”, imbecilidades para esas. Cuando uno después a veces
ve en frascos de café cosas que tienen mucho parecidos a fetos o cosas
irreconocibles. Poesía. Si las vergas enormes son poesía, si las chicas malas
son poesía. Si las tetas enteras son poesía, extendamos la idea hasta los
gusanos de los cadáveres y los fetos. ¿Jodido no? Una sobre carga en la manera
de hablar. Algunos dirían jerga de genocida. Pero ellos suelen carecer de una
jerga que no sea de manual. La prudencia como siempre falta y es ante todo un
rasgo de soberbia sentirse mal. Entonces asumir, parte de lo cornudo, puto,
falso, filisteo, proselitista, orejas peladas y fritas. Culos dilatados que
cagan gillette. Todo eso es parte del mejor lado de la vida, el lado
“Coca-cola-ína” de la vida. Todo el que sepa de psicofármacos podría acompañar
en el sentimiento. Por eso se va puenteando la apariencia, un placer que ya no
tiene dudas.
No andar tocando objetos que no se quiere, verdad mentira,
mentira verdad. Ovejeros alemanes asesinados. Los locos que aprenden a pasar el
invierno. Como el sentimentalismo. La misma idea, ideas pérfidas de un comensal
romántico e idota. La fijación de ciertas personas como objeto como si tal cosa
tuviera efecto. Y la gente vive, caga, mea, mea en bocas, caga en bocas,
vaguea. Gusanea. Pancho Villa recordaba que Emiliano Zapata si mal no recuerdo,
frase bastarda e inventada que no debían los hombres ser como gusanos si
esperaban vivir como tales. Por suerte en estos casos, esas cosas no pasan. Que
las vergas fluyan como canillas. Todos somos como el portero de alguien. En fin
cosas que pasan, no hay libertad. Sí se trata de otra cosa cuando no hay
dólares se trata de otra cosa, cuando hay dólares pero no hay blanca se trata
de otra cosa, cuando hay blanca, hay dólares, hay globos y hay forros se trata
de otra cosa. Cuando el tiempo sobra hay otras cosas.
Lo ilegible. Lo mierda, lo mierda de lo mierda. Un placer,
toda la forrada, no mide. Se sirven de las ideas cuentan, y dicen. No será que
las forradas están compuestas de lo mismo. Los dedos con la punta de la mierda
ajena. La imagen no es tan fuerte. Podría ser de Arjona si tratase de la
menstruación. Un Sade naif, para vender en el subte. Un higienismo mortal. ¿Nos
preguntamos si se trata de la imagen fugaz? ¿Nos preguntamos por la miseria?
¿No brilla acaso la mentira?
La piña en la naciente del maxilar es ideal. Ideal para no
moverlo. Tiene seguridad como la presencia de la carie. Como el pasar el mismo
tema cien veces, como el dolor de espalda. Como la forrada, como el cuarto que
primero es un hervidero casi preparado para las llagas. Luego convertido al
invierno polar. Como decían: “Facilidad de palabra”, “Pasividad de palabras”,
“Falicidad de palabras”. Todos reflexionamos sobre carnes sudadas blancas a la
brasas en pelos rubios. Dislocados, corren a toda velocidad con sus bocinas, y si
el “futurismo” con su fascismo era grasada, Buenos Aires es un eterno futurismo
desarrollista. Es un Alberdi gozado desde atrás tomado de sus tetillas. Es un
problema que la sobriedad apenas puede resolver. En todo eso hay un sueño de
ciertas pieles trigueñas. Y de ciertos olvidos y de hábitos como trenes que
cruzan la noche y donde el pasar de las vías se puede oír. Con los parpados
rotos como si se tratase de arcilla. Sin argumentación. ¡Fascinante!
Un poco de rouge para más labios. Ciertamente una vez
pensando en todo esto, unos labios eran rojos y eran perfeccionados. De todas
las veces los préstamos no eran tan malos. Como buena burocracia del texto, la
cosa se engorda. No editen jamás. Toda la existencia va desde la carne más
fresca hasta los dientes casi rotos, hasta el incesto de tres generaciones.
Pero en la opresión se logra con música para cadenas. Lo frágil de esto,
melancolía. Un barco que cree que supera olas en vano. El tiempo entonces sueña
con las orgías aún no realizado. Con la muerte en el bolsillo. Bebés con madres
y bebés tirados a las bocas de las villas. Buenas y malas estrellas, digamos
estrellas clasistas, guerra de clases metafísica. Agujas de tejer que van
buscando vida y sangre.
A todo esto, ¿tememos perder la tradición? Hay que desear
dar miedito. En una cultura del miedo se da miedo. Hay un poco de gusto en no
ver problemas del futuro. Se odia con valor, se odia más y mejor. Se sabe que
sin odio no hay mañana. Sin amor no hay ayer, como prescindir del odio. Nada ha
de valer la pena. Perdido el tiempo será cuestión de volver. Los que no
escriben pueden ser los que tienen que ser redimidos o lo más zánganos hijos de
puta. Tal vez en su goce no necesitan testamento.
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