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Aborto, Religión y el abuso de las minorías privilegiadas:


¿Por qué las confesiones pueden ponerse encima de la sociedad? ¿Quién dijo que las necesitamos? Porque preferimos buscar objeciones a cualquier poder menos a este. ¿Habrá en algún momento alguien que piense que su capacidad de ahorro que parece ta personal es tan válida como la de tener hijos o no? ¿Qué países no “islamistas” los cuales dicen aborrecer los empedernidos burócratas de la democracia liberal no hacen un esfuerzo por liberarse de la corta cadena que deja el catolicismo y otros cultos?

Estos casos del abuso de la “Libertad de culto” son maravillosos. No se considera que el principio fundamental sea la defensa de la sociedad. Por esto quedan espacios para las reacciones de grupos que no tienen nada que ver con la ley. Ley que en democracia es positiva, perfectible o no pero hecha por hombres, para bien o para mal y que su única objeción es que no obliguen a hacer cosas que dañen la dignidad humana. Sabemos que es sencillo presionar sobre mujeres embarazadas y no sobre narcotraficantes. Los defensores de la fe, prefieren combatir “rebeldes mujeres” (ya que las ven como enemigos públicos) que “Narcotraficantes” la convivencia policía-iglesia es histórica y es además un orgullo de ambas “fuerzas”. Las víctimas de todo tipo forman parte de un mundo en el cual el tráfico de personas es algo que la Iglesia aliada de Macri no quiere ver, enemigos del galantismo sólo los curas son atacados y luego liberados milagrosamente de sus delitos sexuales. Esta es la Argentina de la Iglesia de la cual los periodistas no quieren indagar.  

Cargados de medievalismo, etnocentrismo, racismo y clasismo, aceptado por parte ominosa por aceptar una “estabilidad social” garantizada por la ignorancia (la cual tiene que convivir con bajos niveles de ecuación y la negación de la divulgación de la ciencia), nuevos capítulos de pseudo ciencia, pseudo ética, y lo que se quiere llamar se usan de cualquier manera para sostener a un genuino bastión reaccionario de la “Santa” Iglesia “Católica” (recordemos que católico es universal). La Iglesia a nivel internacional prefiere seguir consagrando santos, y peleando contra Halloween que buscando alternativas para problemas que ellos mismos reproducen. Demonizar a la “Iglesia” no es contar más que sus propias ideas, sus discursos cuando se siente atacada y no sus otras funciones como la ayuda social que hacen. Lo que ocurre es que es un velo, una mera cáscara para asumir desde siempre el rol de la “beneficencia”, cosa que no es vista como clientelismo quien sabe por qué. La cruz siempre viaja con el beneficio. Qué bien saben convivir la Iglesia y los regímenes patrimoniales de muchas provincias argentinas. ¿Acaso eso no debería ser un escándalo? ¿Por qué luchar contra minorías activas? Simplemente porque se piensa que realmente esta pose es parte de algo que justifica su papel en la sociedad, el “relato” de la Iglesia es parte de su poder. ¿Cuándo Sarlo va a salir a desarmar el relato? Invitamos a los periodistas a que vayan por él. ¿Por qué la iglesia se amparado siempre en el subsidio? ¿Por qué la educación es su predilección? ¿Tiene la Iglesia que dedicarse a educar a las clases altas? (¿acaso no nos damos cuenta?) Nos damos cuenta, que mientras más abortos seguros se hagan en las clínicas privadas más ominoso es el negocio de “matar bebes”, “fetos” o lo que sea. Parte de una idea complicada para quienes consintieron la venta de bebés, o la adopción de bebes. ¿Por qué lucrar con el aborto ilegal está bien? ¿Acaso se piensa que somos idiotas? ¿Cuántas denuncias con condenas hay a los abortistas ilegales? (El hecho de que el relato de La Iglesia sea tan formidable es el tabú). Si nadie “aborta” nadie sabe. Pero sólo se mide con la estupidez. Es más fácil que un abortista comulgue sin ser “detectado” que un homosexual, gay, lesbiana o transexual. ¿Llevará la Iglesia la sagrada comunión a las mujeres presas en los prostíbulos? ¿Dónde está la extremaunción a las víctimas del gatillo fácil? Solamente manejándonos en sus códigos puritanos vemos la comodidad de ver las cajas de estas instituciones crecer. Mientras más terrible sea la sociedad, mientras que el que piense distinto sea un enemigo, mientras que el use su cuerpo como quiere o pueda sea un enemigo, una clientela temerosa tocará la puerta de los templos. El amarillismo del evangelismo que lucra compitiendo con el catolicismo apenas se distingue.

Complicado es asumir la realidad del “libre albedrío”, una Iglesia del amor le cuesta o le costaría perdonar a una mujer que aborta pero no a un genocida, o sabe bien que el perdón luego de la tortura sólo llega luego de la confesión. Brillantemente la Iglesia, sabe que su relato es el más poderoso. La iglesia no puede perdonar a la católica que aborta, no puede perdonar a la que no necesita de ella y quiere abortar, y sobre todo no quiere dejar en paz a la mujer violada que la Iglesia jamás mantendrá por medio de ninguna pensión saber decidir si quiere su hijo o no. Es más si lo mata luego en un estado de psicosis pedirá que la encierren, y pedirá si es posible que críe a sus hijos, o los reclamará para ella para seguir cobrando. Sus nuevos “ingresos” vienen así. Mantener a los hijos de la violación y no a las madres parte de un discurso que tiende a la psicosis. El no uso de preservativos. La idea de que la caja de los pobres es de la iglesia. La idea de que cuando un dirigenta de Caritas roba, no se habla de enriquecimiento ilícito. ¿Tan chupa medias nos creen del credo papal?   

Activistas que forman parte de una secuencia de alienados, no cabe otra idea no entienden el funcionamiento de la sociedad moderna. Son capaces de convalidar cualquier otra matanza tácitamente “allí hay desde negacionistas del holocausto, procesistas, hasta creyentes de una cruzada”, fueron capaces de ir a la busca de sus propios fieles “descarriados”. Son capaces de convertirlos en delincuentes y para peor se consideran para sí parte fundamental de un sistema que participan periféricamente.

¿Por qué estar soportando a una burocracia inútil? Una buena reforma del Estado quitaría influencia a la Iglesia Católica de nuestro sistema estatal. Las subvenciones deberían estar condicionadas al comportamiento de estos extremistas, los cuales deberían ser excomulgados no “premiados”. Extremistas que se manejan de la peor manera, cualquier manifestación sindical se comporta con más paz que las reuniones de los defensores. ¿Defensores de qué? Solo la mediocridad y la falta de medios ideológicos, la falta de interés general de la sociedad de escuchar sus normativas de la moral sumado a un amarillismo de poca monta generan una sensación de importancia que tiene que ver más con lobby que con algo representativo de la sociedad. Ellos mismos piden salirse de ella cada vez que pueden, la renuncia del mundo conforma parte de un platonismo falso y decadente.

Sin ser genios podemos entender qué poco importa a la Iglesia tener algo útil que defender en cuanto a cuestiones de matrimonio, adopción y aborto. Pareciera que lo único que desean es que existan mafias de esas que tanto dicen querer combatir. Esto sólo podría ocurrir por dos cosas, una estupidez, la segunda una cuestión dolosa. Es evidente que la segunda es la clave. Cuando las sociedades evolucionan, y si lo hacen para bien las respuestas místicas, la imaginería y los pedidos a un ser que nos guíe para ocuparnos de nosotros mismos se va reduciendo constantemente.

La evolución sin duda es casi espontánea. No es que la gente haya tenido el mérito de haber dejado a “Dios” sino que este no es necesario y no va a serlo porque nunca lo fue, es como si alguien creyese que la peste negra sólo porque ocurrió fue necesaria. Por esta razón podríamos decir que una buena parte de esa corrupción que se quiere combatir tiene mucho que ver con la Iglesia, una institución histórica y sumamente contradictoria no una “fe”. Lo peor es que la Iglesia como tal no quiere reformarse y no quiere dejar siquiera que se reforme ajustándose a la ley. Sin necesidad de desarrollar políticas útiles, funcionan como una simple maquina de obstruir. La ausencia de diálogos constructivos, el combate a toda idea progresista y la interpretación dogmática que sólo quiere proteger beneficios económicos es una parte más de la historia de un credo que no tiene siquiera una sistematización que valga la pena. Se dice que son creyentes un grupo indeterminado de personas de compromiso sui generis.

Solamente vemos extremistas, llamados a la violencia, actitudes de alienados que creen ser los dueños de la sociedad. Personas que no se ponen en la lucha de las cuestiones básicas que hacen a la mayoría de los abortos, gente que cree que pueden hacer de los demás lo que quieran, autoritarios tan serios como aquellos que dicen combatir pero con fundamentación pobre y vacía de sentido que siempre cae en el voluntarismo, la magia, el milagro y el antropomorfismo de la desgracia ajena, “Te ocurrió por algo”. Estos personajes tienen parte de un pensamiento tan totalitario como todo aquello que se dice que es ajeno a la democracia. Su existencia sólo tiene un barniz falso de “Fe” cuando sólo se trata de un fanatismo que va desde lo vulgar a una confusión que no se sabe si es mejor incluirla en los fenómenos de las barras bravas o en el de los grupos de choque. Sin ser procesados ni perseguidos, sus emisiones de violencia en la sociedad, sus mezclas de actuaciones y su actuación que va desde un partido político a una Iglesia, o “iglesias” es particular. Con suerte nos podemos dar cuenta que la Iglesia como tal fuente de corrupción, fuente de autoritarismo es parte fundamental del resabio del atraso general de la sociedad. Las críticas al “Progresismo” tiene espacio en la gran prensa no así los actos ridículos de estas personas, cuando se piensa en ello sólo se descubre una pésima convivencia de los peores intereses. Convencer que las muertes por abortos ilegales están bien es tan grave como cualquier mal manejo, de condiciones laborales o de transporte. ¿Se rasgarán las vestiduras aquellos que piensan que estamos en el peor de los mundos? Como sabemos que la Iglesia es técnicamente incapaz de resolver esto no sabemos cual es su diferencia específica entre ellos y los fundamentalistas de cualquier otra religión. Si hay algo que puede decir Occidente que logró, es el laicismo. Perfectamente la Iglesia se podría modernizar de una manera acorde a lo que dice el discurso imperial que la cabe a las naciones árabes. ¿Si fuera una lapidación sería un escándalo? Pero se asume que se trata de ignorancia, ¿Cuándo se persigue a mujeres con saña pero pudiendo disponer fácilmente de la ciencia? ¿Somos simplemente negligentes? 

¿Acaso una sociedad va ser más moral por pretender ser más hipócrita?

La miseria de la filosofía de esta gente es ejemplar. El pensamiento mágico más brutal que ya no sólo inventa este mundo sino el que viene sólo puede estar emparentado con las peores distopías modernas. Su uso por parte de la gran burguesía reaccionaria es notable. El infierno al que no irá nadie de los que tienen doble apellido sirve para hostigar a mujeres de clase media, y clase baja, cuando no personas que apenas pueden consigo mismas. La Iglesia elige bien a sus enemigos siempre, lo mismo pasaba en la dictadura. Para peor siquiera no es toda la Iglesia, la Iglesia es tanto toda una institución con muchos canales. Es un reservorio sin duda de “buenas intenciones” (al menos en declaraciones verbales, no mucho más) uno llega a pensar que en realidad forma parte de una forma más de la reacción tabúes inútiles. Todos aquellos que quitan el peso de las discusiones políticas y económicas sobre las que si realmente la gente aborta o no.

¿Cuánto tiempo se le dará a la Iglesia un estatus falso? Acaso una ONG podría salir a golpear gente, un partido podría salir a golpear gente. Cuando pasa, por lo menos no se lo ve como un acto normal sino que se dice, y hasta se defiende la estabilidad de la sociedad. Cada año, el choque entre la Iglesia y los otros agentes que luchan por tener sus propios derechos civiles se repite. ¿Es necesario repetirlo? Ante lo que podría ser una mejor sociedad, si realmente tuviera valores fundados en prácticas y no es discursos inútiles y anacrónicos tenemos la suerte de que la Iglesia opera de formas “misteriosas”.

Si los propios curas, obispos y personas que viven del Estado, llaman a no respetar las leyes, ni los partidos, ni la participación pacífica, si no intentan convencer a la gente por medios lícitos. ¿Cómo podríamos creer que se trata de algo que tiene un sentido de normalidad? Es más como podríamos creer que respetan la ley si usan el termino justo e injusto de maneras que: “obreros, indígenas, estudiantes, y sindicalistas de base” (grupo que tiene que ver realmente con una clase social) podrían terminar presos o muertos. Esto es la Iglesia, sus fuerzas de choque, el exceso de ideología en la educación religiosa, la búsqueda de la infiltración en todo el Estado. Con la idea de que no hay política en ella, esta maquina de propaganda ideológica se ha infiltrado más que cualquier otro organismo en la vida institucional del país. Cada lucha contra la Iglesia ha sido pírrica, la lucha por el divorcio, la lucha por el matrimonio igualitario, y cada nueva lucha que implique alejar un poco a la gente del “Opio y oprobio de los pueblos”. Por esto los Obispos y arzobispos, cardenales y otros funcionarios, no se comportan como tales. Mantenidos por el estado en un estado de ñoquis, forman parte de un gasto irracional. Sus pastorales y otras creaciones “literarias” sólo conforman parte de su manera de negociar con los partidos políticos y extorsionar a ciertos sectores de la sociedad.

Sin duda que esto forma parte esencial de su forma de ser. Forma parte de la manera en que se venden a sí mismos. Lo que es mejor, es que ante todo, no sufren los embates de la prensa, las víctimas de la presencia y la necesidad de la Iglesia de mantenerse con poder tienen que sufrir su acción por simple obra y gracia de la inacción del Estado, y de los partidos políticos. Lamentablemente Argentina no puede disciplina a esta corporación. Mientras que la Iglesia se asusta de la captación por parte otras organizaciones no se llama a silencio por su participación en todos los gobiernos. Podríamos decir sin duda que en el tiempo que lleva la democracia, La Iglesia es el fiscal de los otros credos, de los otros partidos, y de la moral de la sociedad. La libertad de expresión es algo que la Iglesia no conoce, y sus seguidores menos. Esto es lo que hemos aprendido de la convivencia con ella. Si ni siquiera pueden convivir con el derecho liberal, ¿No es otra cosa que fascista?

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