Había una vez (principio bien cursi), una mujer que no
quería hablar. Era así, no hablaba, cuando sentía que la iban a descubrir no
hablaba. Cuenta justamente la historia esta, que conocía a mucha gente,
ciertamente una mujer simpática; de valor.
Cuenta como decía, sin vueltas, ¡santa especulación formal!
(extracción plena de la burguesía) que ella justamente no hablaba, habría que
ver cual fue la bala que le había quedado incrustada en el marote. Porque
justamente y con razón estaba en la boca de muchos y no justamente su sangre,
proviniese de su entrepierna o de su lagrimal lo que estaba en juego. Era otra
clase de locura, la oclusión del habla. Fascinante, como quien quiere ahogar
alguien con una bolsa de plástico pero al final por lástima, la termina
liberando para ahorcarla con las propias manos y al final por la misma lástima,
la terminando con vida. Esa es la vida bohemia que ha elegido, ese olor a sudor
que no se explicar en todos los lugares donde la gente se aglomeran no son lo
que me molestan sino el crujir de las voces humanas una sobre otra. Como me han
dicho; y sobre todo un versado músico, “nada peor que no tener aquello que se
dice que no tiene nombre”. En realidad, la frase del individuo era mucho peor,
más “vulgar”, porque la vulgaridad es parte de nuestro tiempo y de nuestra
manera de ser como decirlo “sinceros”. También otra tendencia por demás absurda
es la dejar todas las cosas por sobre entendidas hasta el punto del solipsismo;
como diciendo: “No se si me van a pegar un tiro, espero que me interpreten.”
Igual se ha hecho creíble, tal cual el relato de los prostíbulos que había en
Avenida de Mayo a principios del siglo XX, y no necesito referencias históricas
porque viene de una fuente real y concreta, una fuente oral y un relato.
A lo que decía y lo que se piensa. Lo que se cuestiona
cunado se piensa es que uno al final termina aceptando lo que sea. Desde que se
desoyen en el propio baño en una especie de salida hacia una dignidad
discutible, hasta que hagan dieta comiendo plástico. Todo tiene el mismo poder,
cuando algo se dice tantas veces, llega el punto que los apelativos, fallan, y
uno falla también todo hace agua. Porque la vida de la miseria, es así, panza
arriba, panza arriba esperando un subsidio de nuestro señor. Una especie de
mirada hacia la nada, uno a veces quiere palabras, palabras para que esta
persona pueda ser inmortal para siempre. Pero no se puede, la obstinación en la
inmodestia condiciona con mucha fuerza. Entonces, siempre queda lo mismo, la
gente queda escindida, no importa cuan miserables sean, porque los miserables
se los compra consagrados por la gente que hace culto a las letras miserables.
Por eso, cuando una clase de miserable, uno nuevo, uno que se ha revestido en
cagarse en los intentos de las miserias que se cultivaban, hace un texto con
una losa especial. Entonces, si, todas piernas son el paraíso.
¿Quién quisiera ser perfecto? Hay veces que la baba pega los
cables, y las palabras salen escupidas. Los adictos son así, cagan, vomitan, la
pasan mal, terminan antes su cometido, se joden se quedan atados a las peores
imágenes. Se los puede engañar fácilmente, no se cuidan y no esconden. Por eso,
hay tanta mierda pululando en nombre de una persona en particular incluso
cuando no se hable y pareciese que hiriéramos una fila para mear, o
estuviéramos en un putero esperando. La óptica sería la misma, temer, morir,
vivir, ser el “judío errante”, bueno eso ya no se. Creo que no vale la pena
esta clase de estigmatizaciones, si vamos a ser igual todo eso que no
deberíamos. Ahora claro que esto no tiene sentido. No lleva consigo el valor
del circulillo, esta casi de hecho de lo que no se lee, esta hecho de espacio
abierto, de pizzas llenas de aceite. De cuestiones sobre parásitos en los
culos, movilizaciones sobre asuntos a medio resolver, pajas mal hechas. Pero no
se trata de chocar, no se trata de caminar sobre pisos mojados, no se trata de
lugares, poco ventilados, no se llama de ir mangando de seca en seca. No se
trata de la piedad. Sin embargo, la guacha, no larga el buche, parece que
tuviera un tumor en medio de los intestinos. Pero eso no importa, porque el
baile, sigue como un tango, en un tango donde la gente se va meter unos cuantos
cuchillazos, por lo menos en sus mentes. Todo se codicia, y todo se trafica,
todo se huele, mucho se busca aspirar. La gente es infiel a todo, y esto asquea
a los absurditas, sensibles, porque al final se dan cuenta que sus evangelios,
sólo llevan a que sus seguidores se pongan la camiseta de estas cuestiones.
Entonces la gente tiene menos miedo de sacar la pija para que se la chupen que
de hablar, y no digo de intercambiar cosas, pero la gente no se conoce. Es casi
un tema monetarista, lo importante es la velocidad de cambio.
Pero el relato no se puede quedar así, los locos y los
perversos, con los amigos, los degenerados, no son liberales. A diferencia de
ellos, libertinos, no creen en el éxito social de aquellas cosas, no creen en
el rol del ganador, creo que van a la sangre. Según me dicen que el relato
viene por ese lado. Mientras que claro, hay “santos” nihilistas, que importan
las razones, hay nihilistas reales, que llevan el culo que les pesa por las
veredas, pero no tiene ese toque que emociona. No son tan copados, no están tan
actualizados, y están llenos de grasa de cocina y de motor, huelen mal, andan
con zapatillas rotas porque no quieren comprar otras. Son así, mierdas. Pero
siempre quedan cosas en el tintero, un tintero pesadito, porque muchos
prefieren de buscar el héroe, el levantador de minas, o el fracasado que la
mujer lo salva como si fuera, el último misionero de una especie en extinción. Claro
que estas son las dos puntas, podría existir más gente, la cual será agregada
en un “patético libro pseudo etnográfico” en donde en el futuro, un infeliz,
lucrará con una descripción de tribus urbanas para crear nuevas etiquetas
necesarias para que una sociedad bien burguesa, tenga un plato caliente de
mierda que comer.
Sin dudas, que todos por lo menos alguna que otra vez hemos
ido a buscar ese plato de mierda por más rechazo que nos cause. Sin embargo
esto se trata de hablar como siempre de los relatos que están mal. No están mal
que porque tengan algo de malo sino porque no funcionan no hechizan, no logran
prender fuego la casa. Y lo peor, como me dicen, la gente no habla, una vez
logre hacer que alguien se le piante un lagrimón, pero luego nunca más. Parece
que uno anduviese condenado a una especie de circo permanente. Esta clase de
cosas pintan bien. Aunque no siempre tienen el efecto, pero escribir siempre
hace bien, la locura crece, se dice locura por la incomodad vivir las
ocurrencias. Mientras que por un lado seguimos viendo la eterna preservación de
las formas estilizadas entre lo etéreo y lo apolíneo. Queda una parte
desconocida, la de los hijos de puta que andan por ahí sin tener base ni
sustento, los recién llegados sin onda. Hay gente que así, y es probable que
los miren con una buena dosis de respeto, ¿Qué leyeron? ¿Qué saben? La
categoría de lo patético recae entonces, y de la “tiren a matar” pero lo peor
es que no llega el que actúa a victimizarse y sigue emitiendo esta clase de
olores sólo por ocasión. Pero sin embargo no importa ya que piense, el mundo ya
esta preparado para todo lo que se le ocurra, para título estrafalarios, para
cultores de la droga, para santos de folletín. También cuenta con sus tipos
duros y los aterrizados, pero dejemos de lado un poco la etnografía que se
critico antes.
O es que acaso, ¿esta en pelotas encadenada? ¿Unas esposas
le sujetan los talones? O ríe al final de lo que sabe que es pura historia, ríe
porque prefiere la vida real. Hay una persona sensible en el final, una persona
sensible en la empuñadura del arma de un hijo de puta, la revisión constante
del concepto casi lleva a la crisis. Es una obsesión, la obsesión siempre
produce frutos. Claro que estas cosas, quedan dichas y van al espacio perdido
en ese lugar donde todos se contradicen que es la propia biografía. Muchas
veces es un esfuerzo pensar en términos como estos. Pero se tiene que hacer,
hay que buscar la manera de estar siempre en ese vilo. Claramente el tipo este
que no instruye en la historia sobre la mujer que no habla casi pierde la
paciencia, parece que esta en medio un gallinero. Un lugar lleno de olor. Pero
no es así, esta pensando en las mismas perversiones de siempre entre las que
tiene sus favoritas, las más recurrentes, siempre en esos casos asume esa gran
intranquilidad, esa gran desesperación de ser defraudado, es parte de la manera
en que las cosas caminan. Aunque el tiempo no es claro ni en el tiempo ni en la
forma. Ilustra más otras sentencias, parece que fuera una verdadera señal de
respeto, buscar tener las palabras, entender y conocer. Pero parece que esta
era se fue por el caño, acá las cosas tienen que salir a los bollos y con
suerte, salió todo bien. ¿No se da cuenta acaso? Debería. Supondría que
debería, siempre hay gente que espera, y gente que se harta un día, Haffner
vive. Espera su espacio para hacerse la puta a medida pero esa es una parte que
no se quiere tener en cuenta es una especie de miseria de la vida. Algo a
ocultarse, mientras se vierten litros y litros de mierda, y al final los
iluminados, piensan que la paja, o que el exilio de la patria de los nuevos es
un pecado. Bueno, puede que se equivoquen. Puede que los días de todo eso
terminen, tiene que pasar. Cada tanto, la “vanguardia” esta un poco por detrás.
En estos casos, la minita que no habla, no de la que hablamos de los pelos de
la concha, no de la que pensamos que puede tener una suerte de nihilismo que no
se decide en una vida pavimentada hacia ninguna parte. Hablamos de combinar, de
conocer para poder interactuar, jugando y jodiendo al pedo. Pero hay gente que
se recluye no quiere saber nada de ponerle la propia firma a la vida. Eso tiene
su peso, allí, nace el imaginario del excluido porque tal es tal para no ser,
ese otro, el paria. Pero esta gente no sufre, amigos, no es la idea de hemos
sobrevivido de la cascarita cruel. Hay una tosquedad que pesa mucho más, es mucho
más elemental. Por eso este degradador del género humano, el que les cuento que
me trajo la historia, me explica esto una y otra vez. Pero dice que no sabe que
hacer, ante el silencio todos somos extraños y cualquiera es alguien. No hay
espacio para el capricho, y este vuelo a corto plazo se arruina. Se termina
yendo a la mierda. Es esta suerte de propuesta de que hoy se la pasa muy en
boga pero sin miedo, no se habla de igualdad, de chatura, de vencer toda la
serie de imbecilidades que suelen inculcar. ¿Dónde queda la promesa? Es
complicado.
Por eso, no tiene sin embargo un cuchillo en la garganta,
aunque imaginen un vaso lleno de su sangre. No sería “Gore”, sería una especie
de costumbrismo basura. Por eso, ante todo se prefiere, conversar, se prefiere
decir, como espera ese imbécil, porque en parte quiere cosas raras, espera que
un día le toquen así el timbre sin aviso. Sin amenazas, sin chicanas. Porque
esta gente ama la libertad de expresión, cuando digo esta gente, hablo de esta
suerte de pedido de silencio. Bueno, es parte de esa manera de respetar, nada será una manipulación este tipo esta
esperando al pedo. Pero espera, espera y a veces, le da ganas de irse a la
mierda, dejando toda la película por editar. Le coparía hacer eso, le
interesaría mucho hacer eso. Pero después cae como imbécil si cada época tuvo
su condimento, su historia de egoísmo que suena bien. Esta no va quedar entre
esos lugares, es sólo una suerte de expresión delirante. No espera como se dice
que un día llegue a su casa, y bueno, entre, se ponga en pelotas, así un buen
rato, y que los ojos de sapo del servidor se queden mirando en plena
estupefacción. No ya por la paja, o lo que sea, ni por el culto pornográfico
precedente o por la supuesta carencia de valor de las palabras. Ni por el culto
a la descripción de unas tetas, que podrían ser solares, o un chicle que va a
ser despedazado. Esto es lo que molesta cuando camina, por todos los lugares a
este hijo de puta, porque cada persona despierta en otras muchas cosas, en
algunos casos, se despierta melancolía, cursilería, y uno se pierde en el
laberinto de palabras sin respuesta. No se trata de mirar los actos como si
fueran inevitable, esto es el sueño de una perversión que duerme como un perro
en la misma cama. Así respirando y que va por calle. Es una suerte, si esto es
una declaración de principios entonces es una especie de anzuelo, por eso quien
se jacte que se enamore de la miseria. Que se chupe el cenicero, toda da igual.
Se trata de quedarse en la imagen no llamada, involuntaria, el no invento. La
no invención, se trata de no creer en los milagros. Se trata de que hable
aunque sea para que nos meta un tiro para que lo abandone sin ropas ni
justificaciones.
Se trata de las acciones que hacen la crítica amable de los
grandes autores. Se trata de que no seamos siempre los mismos personajes. Pero
incluso cuando no queremos serlo fatalmente no pedimos nada a cambio. Se nos
vence el cerebro se nos pudren las ideas, al final; quedan dudas. Todos piensan
que da lo mismo, si ser puto o ser extraterrestre y da lo mismo. Pero en este
caso, como se dice, el silencio aquello que cuesta aquello que ha cosechado
versiones de textos en todos sus formatos. Vuelve, en una pauta casi
publicitaria, estas son las cosas que se tienen que conservar porque son una
parte de lo que se va la vida y por lo tanto no pueden ser breves. Son una
incomodidad, son mala literatura, es decir, la mierda. Demasiada puteada que
demuestra la frustración de lo inexistente pero con los mismos vicios de
siempre. Con la convicción de que la mujer que no habla es lo mejor. No importa
como se lo diga, no importa como se lo presente.
Estas escenas poco sacras del sexo, ni siquiera con el
encuadre necesario, deben ser esa clase de cosa a medio coser, y a medio cocer.
Pero no queda otra, esto ya no se trata de una poesía decadente de un tiempo
imposible de recuperar, donde la lluvia tenía peso especifico. Esto se trata ya
del timbre de una voz, de un gusto por los defectos, de una molestia muy
grande. De una incapacidad enfermiza para no poderle una tapa de un cajón, una
razón poco lógica para atarla a una silla. De una construcción de un discurso
que podría escalar a la dimensión de forrada. Porque el mandato es que estemos
destrozados en los sofás, después de fumar porro, y no se quita esta parte. Se
quiere seguir metiendo carbón en la caldera para que las cosas no sean fatales
para poder tener un souvenir para la existencia. Sino todo el esfuerzo sería
absurdo. Yo se que acá no puede haber demasiados ofendidos. Pero bueno, se trata
de una especie de dilación en la existencia que un día podría ser leyenda, no
se trata de que culo estuviéramos mirando ese momento. No se trata de la
sinceridad entre las partes, se trata de meterse en un tejido que se empape. Se
trata de un voto de confianza integrador,
o al menos eso demanda. Romper los silencios que se codician son lo
mejor, en el fondo en interés es la azúcar pura. Casi por fin, podría pedirse
un poco menos. Pero dicen que esto es la libertad de expresión, parece que no
sirve para un carajo, parece que es igual que defecar en un cubículo para hacer
una especie de muestrario.
Hay una especie de amor, pero no una cosa que uno pueda
creer sino una cosa que se vive como una necesidad como el hambre a la
madrugada, de esa forma. Una especie de necesidad que sigue recreando en el
infectado la sensación de estar incompleto y de que todo lo demás importa un
carajo. Los que terminan teniendo el cuchillo en la garganta son otros, los que
no saben que hacer al final. Todo será una mierda pero parte de esto esta atado
a una manera de estar metido en una especie de gran duda. ¿No se ha consumido
ya demasiado esfuerzo?
No es cortito, no es bueno, no tiene alma, no tiene nada, es
una especie de carta de intenciones. Un fardito para repartir, una piedrita. Un
olorcito, pero es otra cosa que apenas hemos probado. Este es el mito, el
misterio, la metáfora que no llena. La mejor de todas, la mejor de todas, es la
que no habla. La que siempre tiene la punta de la circunstancia, la que engaña
a todos los pelotudos que la orbitan cerca. Esa misma, la que actualiza el
tango porque pare desgraciados. Bueno de esa hablo, sin música claro.
Mordisquito en el culo y una postal, donde esta la guacha en
Nueva York. Una postal que todos tenemos por ahí, incluso los que se quedaron
el camino y lo lamentan, eso confirman las versiones. ¡Amén!
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