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Patética intervención de la Iglesia, el 7D y los “bandos irreconciliables”:



                                                                                  I-

Podemos decir muchas cosas de las ya siempre dichas sobre la Iglesia Católica pero vale siempre recordarlas. Primero, son parte de una organización que esta fundamentalmente en contra del cambio social, segundo por consiguiente si demonizarla más que otras instituciones dentro de nuestra sociedad tienen intereses demasiado particulares, tercero sin lugar a dudas usan golpes bajos de toda clase de moralinas que en otros contextos se acusarían de relatos, mentiras, exageraciones, autoritarismo o lo que fuere.

Sepamos de quienes hablamos. Hoy en día, lo que vemos es que son los feudos provinciales donde la Iglesia funciona como una maquina de devorar subsidios y es allí donde sus tesis reaccionarias están a flor de piel. Enquistados en todo el sistema educativo, única garantía de su supervivencia como “mayoritarios” si cabe esta idea, la secularización de la sociedad argentina está incompleta. ¿Importa volverlo a decir? Precisamente en esto andamos. Curiosamente, en un país donde se levantan todas las baldosas para saber qué es lo que está pasando la Iglesia aún goza de muchas prerrogativas. En este sentido vale la pena señalar que sólo es ella la que desde la “Fe” aconseja al Estado Argentino. ¿Qué país serio toma en “serio” a estas declaraciones? En todas partes del mundo, lo reaccionario, lo delirante, el “creacionismo” viene de la mano de los iluminados prelados de siempre. Sus críticas son funcionales a otros sectores del establishment. Ya no se trata siquiera de re-pensar qué tienen o no qué hacer en torno a los verdaderos problemas de la sociedad. Reaccionarios inútiles en toda forma y sentido, sus declaraciones sólo recuerden qué cómodo es tener una moral impracticable tanto adentro como afuera de su institución. No abogar directamente por la violencia de género, y no abogar por otras luchas como la defensa de los pueblos originarios es algo que a la Iglesia, le queda cómodo, unas porque tiene que responder a cierto modelo de familia, y otros porque son infieles, y los no “catequizados”, directamente no importan.

Nos hace bien tener en cuenta el papel permanente de la Iglesia en la vida de la sociedad para poder y saber combatir el atraso en todas sus formas. No es que accidentalmente la Iglesia está en contra puntualmente de muchas cosas, sino que son decididos defensores del Proceso, negacionistas del avance científico, defensores de principios anticuados y se enquistan en sus propias instituciones pagas y subsidiadas siendo funcionales claro a un clasismo inmaculado.

Ahora podemos ver que la suerte está de su lado. Pueden seguir recaudando a diestra y siniestra y pueden forma parte de ese escándalo que son las provincias donde supuestamente existen feudos. Debe ser por eso, que la Iglesia, amante del medievalismo y del feudalismo siempre mira hacia la Rosada y no mira dentro de las provincias. Ante tal gracia nos preguntamos si sinceramente, muchas veces la Iglesia no es el gran olvidado a la hora de ajustar cuentas.

Claro que sería excesivo decir que tienen toda la culpa, esta es la frase y la manera en que se excusan automáticamente pero tenemos severas y buenas razones que están a favor de que en realidad ellos contribuyan con gusto a mantener su papel oscurantista. Solamente pueden sobrevivir adaptándose o negando la evolución de la sociedad. Lo que tenemos que entender es que básicamente la sociedad mejora cuando la iglesia deja de tener injerencia en la vida social y no al revés. Siendo esto así se hace evidente que las declaraciones vacías y para peor que forman parte de una debilidad en un sistema educativo que tiene que tener puntos claros en la democracia. No en la democracia donde la Iglesia puede hacer lo que quiere. Es muy curioso y repetitivo que la Iglesia si puede decir qué sociedad quiere pero la sociedad no puede decir qué “iglesia” quiere.

Poco importa si tienen o no más presencia social y barrial si después de todo la Iglesia misma es la que defiende las jerarquías y justamente son sus propios fieles los que no saben como cambiar ese “detalle”. Desde la defensa de todos los argentinos, los que no creen y los que creen en otras cosas deberíamos tener muy en cuenta lo que son estas declaraciones. Muchas veces viciadas, y muchas veces conforme a principios absurdos.

Forma parte del desarrollo de la conciencia política entender sin medias tintas que se de discute toda una serie de principios ideológicos. El primero de ellos, sin duda es el derecho a ser ciudadano y no tener por qué aceptar como un factor de poder un credo que no tiene nada que ver con el papel de la vida de los ciudadanos cívicamente y que si se hiciera un partido político seguramente tendría un desempeño mediocre. Ahora bien sí no niega su poder de lobby en los poderes establecidos es decir, que sí busca infiltrarse en los poderes existentes y a nivel provincial hace de “venta de votos” en medio de un resabio de moral puritana. Si no fuera porque el miedo y la mediocridad es lo que los mueve habría que sospechar de qué clase de personas estamos hablando.

“Bandos irreconciliables”, podríamos citar a la Guerra Civil Española y a la Revolución Mexicana como muestra de algunos de los conflictos en los que la Iglesia toma partido por el carácter reaccionario. Como buena secundadota de dictaduras como tantas otras instituciones. Después de todo su “reino” en parte son “legislaciones civiles” laxas y no la defensa ante el abuso de la autoridad. Por esta razón, podría ser imposible no pensar en qué pasa hoy. La Iglesia tiene muchos foros, universidades, radios y otras expresiones de la vida cultural que nada tienen que temer al 7D, tampoco nada tienen que temer a los juicios a los Genocidas ya que la Iglesia no perdió un solo centavo en este proceso bastante doloroso pero necesario de entender lo que es un “Estado Terrorista” y considerando que si tomamos la dictadura de Onganía, la implicación de la dictadura desde el 60´ en adelante llega a ser tan explicita que se la podría tomar como una de las herramientas clave del paraguas donde lo que sería la defensa hemisférica. ¿Acaso las Iglesias fueron perseguidas en forma deliberadas en las últimas leyes civiles? La respuesta es un rotundo no, son sólo derechos que cualquier liberal bien pensante debería aceptar, ya que menos que su enunciación, ya que muchas veces no se cumplen, léase: “Ley de Educación Sexual Integral”, por eso casi irrita la idea de que se dice que se defienden derechos de por sí. Gracias a las formas paupérrimas e inútiles de cierto cultivo de actitudes sociales por parte de la Iglesia podemos entender cuán lejos estamos que muchas leyes sean tomadas como signos del Apocalipsis más que lo que son respuestas a una realidad concreta.

Una “Iglesia” que le gusta rezar por la paz pero le cuesta condenar la guerra, una iglesia que le gusta condenar los “socialismos” pero le cuesta demasiado condenar las exorbitantes ganancias de los sectores concentrados, una Iglesia que pide por el trabajo pero no quiere saber de democracia sindical y de justas retribuciones. Una Iglesia que reza por la Patria pero no se ocupa defenderla en todos los foros posibles, que no le pide a sus hermanos católicos ingleses que intercedan en la cuestión Malvinas pidiendo por el fin del imperialismo. Así es fácil ser católico. Católicos para condenar pero con un ojo en la Realpolitik para el resto de sus actividades.

Es tan grosero esto, tan oneroso que un periodismo independiente que ha criticado casi todo lo hecho no ha querido ver las relaciones Iglesia-Estado. Este olvido es caro a periodistas como Lanata, a columnistas como Pagni y a editorialistas como Mitre, que se jactan de que decir: “Marxista” y “Judíos” son males menores y que nadie les tiene qué decir qué decir pero creen que otros periodistas llaman a la violencia colectiva. Estas afirmaciones parecen ser parte de una idea ya abigarrada del mal gusto. Una Iglesia que no puede llamar al “hermano” Blaquier al arrepentimiento y confesando de una vez hacer más ágil el proceso y que no saca extensas y precisas cartas exhortando a la entrega de los torturadores por propia voluntad es una Iglesia apática ante la idea de juicios. ¿Quién mejor que la Iglesia para ayudar a reconfortar a los dictadores como Videla para que encuentren su camino a la salvación? Solamente manejándonos con su cinismo maniqueo podemos llegar a entender los gajes de la administración del “Santo Oficio”. Por estas razones, tenemos que ser los que formamos parte de la sociedad quienes tengamos una buena respuesta a aquellos que creen en la frase “Religión o Muerte” pero niegan el “Patria o muerte”, solamente la psicosis y cuantas tesis delirantes pueden creer que no forman parte de un espectro curioso del autoritarismo. Para mejor, la lucha contra la perfección moral no viene de las mismas cúpulas, si ellas entregan los datos necesarios, los juicios serán más cortos y más convincentes. Su colaboracionismo activo en mantener la teoría de los dos demonios pero a la vez mantener la idea de la independencia del poder judicial que no es más que mantener el poder judicial del Proceso no es más que la muestra de la idea de la mediocridad intelectual. Para peor toman de idiotas a los propios creyentes, si la Iglesia no tiene prestigio hoy no es por su persecución sino porque la gente la ve menos necesaria en su vida, y a la vez porque nada hace por mejorar.  

La comodidad de ser un árbitro de quien es parte de los conflictos sociales, el hecho de huir de debates frente a la ciencia y no aceptar que son sólo una parte de la sociedad es parte de lo que termina por ser el ridículo que hoy se sigue cultivando en la Argentina.  

   

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