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Totalitarismo: - ¿Es el Totalitarismo, un hecho, un fenómeno o un proceso?- (15)

Conclusiones:


El “Totalitarismo” es un fenómeno concreto, se ha intentado crear una serie de tipologías con diferentes marcos teóricos. Su novedad no es tal- su imprevisibilidad lo es menos-, su poder de impresionar a Europa y al mundo fue por tratarse del núcleo de la cultura y de la civilización- sobre todo desde la consideración que hace la burguesía de sí misma, vale pensar en el ejemplo de: La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Max Weber.

Este sin dudas es un mundo –post Totalitario- “por lo menos en la forma clásica- no se puede retrotraer de la globalización sin colapsar” este es un mundo unipolar camino a uno multipolar, donde el autoritarismo podría ser posible a escalas jamás imaginadas, negarse a pensar es ser optimista. El concepto de “democracia” es parte de la reflexión central como lo es también de “dictadura” ya que si el concepto de dictadura de clase es dejado de lado, se puede decir que el proceso de expansión de la democracia en estos últimos tiempos ha sido formidable. El totalitarismo vuelve como comedia o farsa en medio de la lógica del capital, partidos extremos sobre todo de derecha, son excusas y medios afines a lograr intereses particulares en esos estados la xenofobia, islamofobia. La propia Jihad islámica – El absurdo de la “guerra santa”- la Sharia y toda ley que en fondo, termina por ser descolocada, y es explotada por fines muy poco claros, el fascismo como una cara más del estado burgués (un estado liberal que no usa el derecho para proteger a los individuos incluso los criminales de acuerdo a debido proceso)- fuerzas de seguridad, militares-, como la defensa de intereses de clase específico sin respeto alguno por el Estado de derecho- la corrupción como un eufemismo- estados fallidos como Liberia-Haití-Somalia, muy lejos de la atención de los medios de comunicación.

¿Cuál es el destino de un proyecto transformador?, en todo caso subsiste una gran creación superlativa- Los Estados y las Multinacionales-. La gran asimetría entre Estados e individuos, pero también entre empresas e individuos, la realidad de la esclavitud a todo nivel, hace recordar las tristes realidades de los campos de trabajo- a mayor libertad de contratación menos dignidad por lo tanto más explotación. “La liberación parcial” como insuficiente- el cuidado de sí de Foucault, la “libertad política” como irrealizable- de Hayek entre otros; la “razón comunicativa” como un gran faltante pese al planteo habermasiano de la cuestión y su defensa del Estado de Derecho. La exposición a contaminación en forma directa sobre población civil ante la indiferencia de la población mayoritaria, hace pensar en un Estado de derecho de clase- es decir en las formas clásicas de la biopolítica en el liberalismo, dejar morir de: hambre, contaminación, enfermedad, etc., por lo tanto es parcial y autoritario- pese a las “políticas asistenciales universalistas”- ya que estas no pueden cambiar la realidad.

Lo correcto sería pensar, ¿Cuál lejos estamos de una sociedad fanatizada y cegada por metas irreales que sólo dan legitimidad a una puesta en escena? – El totalitarismo no dista en su sed de sangre demasiado que las sociedades burguesas sostenedoras de la guerra, la tortura y la pena de muerte, para connacionales o extranjeros. ¿Cómo puede subsistir el populacho? O qué es el populacho de Arendt, ¿puede subsistir sin el hombre fuerte? Con el tiempo estas ideas de “hombres fuertes” y populachos o masas, van desde un elitismo estéril que suele caracterizarse por ser una crítica intelectual impotente, una parte de un aparato ideológico que busca más bien contener que transformar. El problema además de la dominación mundial se mantiene a través de la existencia del imperialismo, y contra todo pronóstico, de todos los procesos de integración la dominación por la fuerza ha sido el más exitoso. ¿Qué puede hacer un habitante del mundo pauperizado frente al aparato militar-industrial estadounidense, chino, alemán o del país que se prefiera? ¿Qué herramienta tienen los que protestan en las calles versus las agencias de inteligencia?

En este sentido el concepto de “dictadura plebiscitaria” o el de “Gobierno de facto”, lo que hacen es crear un limbo teórico por medio del cual “Pinochet” que tiene un parecido interesante a dictaduras como el franquismo o Stroessner forme parte de un universo separado pese a tener su “plebiscito” en otros casos como el resto de las dictaduras latinoamericanas pese a que se “dividan” en más o menos progresivas ocurre lo mismo. Las categorías de un mundo “desarrollado” no explican del todo bien, el resto de los fenómenos que se dieron alrededor de él. Lo que sí podemos decir es que el totalitarismo fue un fenómeno que comenzó en los 20´ y que se agudizó en los 30´ y en los 40´. También podemos decir que se trataba del momento del capital monopólico por excelencia y de la técnica del fordismo y del auge de la sociedad disciplinaria. Justamente bajo este marco podemos analizar el proceso, claro que esto aleja a toda clase demagogia simple y de propaganda, porque a cada etapa de la producción le pueden incluir tipologías de dictaduras, formas de golpe de estado, agentes sociales implicados y por lo tanto distintas derivaciones en los aspectos clave en la administración del Estado. Por simplemente poner un ejemplo pueril, ¿Los nazis serían más o menos efectivos gracias a la informática? ¿Las tropas de asalto originarias del nazismo como los miembros fundantes del fascismo son posibles en ejércitos altamente profesionalizados que son renuentes a la leva masiva? Estos dos puntos forman parte de un análisis en dos puntos superficiales que ya están demostrando como la evolución de la guerra, la producción, y la cultura hacen imposible una reformulación clara del totalitarismo. Incluso en el enfoque de Hannah Arendt donde esta ponía en tela de juicio la posibilidad de la dignidad humana en el Asia por las luchas de independencia de la colonización europea. Este proceso ya ha finalizado con al creación de Estados Nación burgueses –“independientes”- tal cual lo podrían haber entendido, Hegel, Marx o Lenin como una “astucia de la razón” e incluso dando la crisis póstuma del Estado-Nación.  

Por lo que podemos afirmar que el totalitarismo es un fenómeno que formó parte de la crisis del liberalismo burgués, y una crisis en los gobiernos tradicionales su respuesta fue una serie de operaciones generales donde un partido trato de velar por todos los aspectos de la vida de los individuos que estaban a su cargo- nunca se extinguió el derecho, tampoco el estado sino que estos no funcionaban de forma clara y racional pero los procedimientos burocráticos se mantenían. A la vez un proceso en el cual se trato de mantener el capitalismo y sacarlo de su crisis general de 1930 y de lograr otra forma de controlar la vida humana en torno a las economías de las distintas potencias.

Las masas fueron el gran desafío de los sistemas democráticos del siglo XIX y principios del siglo XX, de allí el nacimiento de las grandes instituciones, y el aggiornamiento de otras como la Iglesia desde el fascismo a la democracia cristiana pasando por distintas formas de autoritarismos, o sus versiones progresistas como: La Teología de la Liberación. Sobre estas se construyo la base de los partidos políticos –democráticos o no-, originalidad del desarrollo de la democracia liberal.

El resultado se basa en al forma final del desarrollo. Con esto se parte de dos supuestos, el primero de ellos, es el control de la “opinión pública” que empieza ser parte de la conducta de las masas y no ya de notables o grupos particulares. Este hecho que es patente a Tocqueville no es para Arendt, podemos decir primeramente que estas diversas transformaciones se van desarrollando con la maduración del capitalismo, las masas, no pueden “rebelión” alguna o crisis del capitalismo, esto queda claro en La Rebelión de las masas” de Ortega y Gasset:

Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora del presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentear la sociedad, quiere decir que Europa sufre ahora la crisis la más grave crisis que a los pueblos, naciones, culturas cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conocer su nombre. Se llama rebelión de las masas. (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, p. 45-46)

Las masas en su homogeneidad son el éxito de la sociedad disciplinaria aunque también son parte de la expansión de la sociedad capitalista y del avance en la agricultura, por más dramático o civilizado que fuera. Este proceso de modernización y expansión capitalista fue con mucho un fenómeno a nivel mundial que no siempre llevó al Totalitarismo pero sí que pudo desembocar en distintas formas de participación ajenas a lo que se consideraba anteriormente.

Los componentes de las muchedumbres no han surgido de la nada. Aproximadamente, el mismo número de personas existía hace quince años. Después de la guerra parecía natural que se número fuese menor. Aquí topamos, sin embargo, con la primera nota importante. Los individuos que se entregan a las muchedumbres existían, pero no como muchedumbre. Repartidos por el mundo en pequeños grupos, o solitarios, llevaban una vida, por lo visto, divergente, disociada, distante. Cada cual- individuo o pequeño grupo- ocupaba su sitio, tal vez el suyo, en el campo, en la aldea, en la villa, en el barrio de la gran ciudad. (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, p 47)      

En ella se es capaz de construir un sujeto dócil, similar y homogéneo, este individuo en las ciudades movilizado forma parte de la parte fundamental de la producción suele formar parte de la clase obrera o de las burocracias estatales o empresariales. Masas se le dijeron muchas veces de manera indistintas a un conjunto de grupos sociales, los cuales formaban parte de una realidad concreta que era el modo moderno de vida, de producción y reproducción. Por eso mismo se pueden producir “individuos” y masas al mismo tiempo sin problema, e incluso la minoría, en peligro o como parte de la élite dominante tiene una lógica de singularidad particular:

En los grupos que se caracterizan por no ser muchedumbre y masa, la coincidencia efectiva de sus miembros consiste en algún deseo, idea o ideal, que por sí solo no excluye el gran número. Para formar una minoría, sea la que sea, es preciso antes cada cual se separe de las muchedumbres por razones especiales, relativamente individuales. Su coincidencia con los otros que forman la minoría es, pues, secundaria, posterior a haberse singularizado, y es por tanto, en buena parte, una coincidencia en no coincidir. Hay casos en que este carácter singularizador del grupo aparece a la intemperie: los grupos ingleses que se llaman a sí mismos “no conformistas”, es decir, la agrupación de los que concuerdan sólo en su disconformidad respecto a la muchedumbre ilimitada. (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, p.48)

            Este punto de la divergencia me parece interesante, Arendt en su carrera por tratar de justificar lo inédito del totalitarismo creyó entrever una cierta necesidad de crisis social y económica que llevaba a las masas a su aparición como la desaparición de todo otro marco de acción. En este sentido esta nueva formulación que buscar ir creando esta masa que fue la madre de la catástrofe es ante todo una deformación, no son las masas en sí las responsables de la seducción por lo peor de la naturaleza humana, este argumento si se quiere es un hecho superlativo de la construcción que cierta política dio al papel de las masas en un espacio político muy violento pero no es un “gusto” de ellas a priori, lo que las masas son ante todo, independientemente de lo –pequeño de los individuos- otra mistificación es una consideración general sobre su papel en la sociedad es decir, su subordinación a lo que existe:

En rigor, la masa puede definirse, como hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan individuos en la aglomeración. Delante de una sola persona podemos saber si es masa o no. Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo- en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente “como todo el mundo”- y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor de sentirse idéntico a los demás. Imagínese a un hombre humilde que al intentar valorarse por razones especiales- al preguntarse si tiene talento para esto o lo otro, si sobresale en algún orden – advierte que no posee ninguna calidad excelente. Este hombre se sentirá mediocre y vulgar, mal dotado; pero no se sentirá masa.

Cuando se habla de “minorías selectas”, la habitual bellaquería suele tergiversar el sentido de esta expresión, fingiendo ignorar que el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino aquel que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores. Y es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad e esta en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí las mismas dificultades y deberes, y las que no exigen nada en especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva. (Ortega y Gasset, La Rebelión de las Masas, p.48-49)   

        
Podemos decir que existe un gran problema hoy para interpretar el fenómeno de las masas. No obstante esta aproximación puede ser corta de visión. Cualquiera que vea hoy la situación en los países árabes o Latinoamérica puede darse cuenta que fácilmente las masas persisten. En este sentido el transfondo de la política “populista” sólo es posible por la posibilidad de masas. Si estas se presentan como un objeto más o menos transparente es otra cuestión. También podemos entender que en la sociedad de consumo contemporánea y con las bases de las nuevas tecnologías de comunicación las masas no se manejan de la misma forma en que lo hacían antes.

Justamente la democracia contemporánea busca no tener que lidiar con las masas. En este sentido, bajo el paraguas de la represión, la cooptación y la institucionalización ha generando una “buena administración” de la cuestión social. En este sentido el resurgimiento de grandes masas que apoyan líderes por buenas o malas razones puede ser interpretada de dos maneras distintas. La primera que se trata de una comedia del tipo de sociedad anterior. La segunda, que existen en estas sociedades pese a su complejidad demandas tan acuciantes en el sistema que siguen llevando a la movilización de estos sectores pese a que el proceso de “modernización” supuestamente habría llegado a su fin con la globalización.

Sobre este punto de vista vale la pena pensar ¿Se trata acaso de un fracaso de las formas de autonomismo? Muchas veces hoy en día, hay una necesaria sobre interpretación sobre el papel de estas masas y el totalitarismo, olvidando a los partidos, al Estado y a la propaganda, sumada también el papel de las burguesías. Como ocurrió a lo largo de la historia reciente de la democracia, la crisis de la representación suele formar parte de una crisis crónica de la democracia. En este sentido todos los diagnósticos de Arendt sobre la desaparición de un espacio común se perpetúan hasta el infinito. En parte porque son idealistas y prefieren tomar como un caso particular muchas veces el concepto de la dictadura de clase. Es decir una forma de gobernar en un sistema dado. Bajo este sentido las masas vuelven a aparecer en la forma de la “anti-política”, no porque ellas sean simplemente anti-políticas, ni porque formen parte de un “populacho”. Estas razones son erradas, en parte se trata de personas que viven en las peores condiciones o que se muestran apáticas en un sistema particular el cual no quiere o no puede reformarse por los privilegios de sus sectores dominantes.

La política demagógica hoy en día en países como Francia no es más ni menos que la de penar a los habitantes de las excolonias (islámicos), y a los gitanos como los causantes de todos los problemas esenciales del régimen político. En este sentido, en una sociedad dividida y tradicionalista que contiene grandes diferencias en temas como el matrimonio igualitario podemos ver como las bases de la nacionalidad, lo biológico y lo clasista han sobrevivido. No obstante estas son por ahora parte de un fenómeno que se explota pero no se exacerba.


Esta es una de las contradicciones más importantes que no se pueden descontar en las sociedades post-industriales. Aunque hoy la economía se base principalmente en servicios en muchos países, y se desarrollen todo tipo de formas informales de economía. Lo que podemos saber es que esta forma de vida en la periferia de las ciudades aumentará y se agudizará a lo largo del siglo XXI.

Sobre este punto queda una garantía. Podemos saber que las masas actuales se conforman sobre la contradicción en el espacio y la necesidad de supervivencia de millones de personas que se encuentran en condiciones de hacinamiento. Sobre este punto, queda claro que la irrupción de las masas en el siglo XIX, y su intento de control en el siglo XX, requería una base para el mantenimiento de la vida a través de los Estados Keynesianos. La sucesiva proletarización de las distintas actividades antes relacionadas con las clases medias y la concentración de la riqueza pueden llevar como tantas otras veces a una aparente homogeneidad que se da en el marco de una forma clara de la desaparición de las clases medias. Las cuales son la base de las democracias liberales. En este sentido cuando esto ocurre quedo claro que el “populacho” puede resurgir. Tal vez esta combinación sumada a conflictos como guerras, conflictos étnicos y otras formas de manipulación puede dar pasos a poderosas transformaciones. Este fin de las estructuras sociales preconizado por Arendt puede volver una y otra vez, por la esencia misma del capitalismo y sus crisis. Sobre este punto se deduce que llega a un punto irreversible pero no apocalíptico, no son otras que las burguesías las que presionan por salidas de acuerdo a sus intereses.

Podemos decir y con razón que esta es una sociedad de la desconfianza. Podemos decir que hoy en día desde el consumo a la producción varían sobre ejes que tienden a individualizar y pluralizar como nunca las necesidades individuales. El problema no es este, claro que no, el problema es la supervivencia general del sistema. Esta clase de sociedades son violentas en formas nuevas, la delincuencia como parte del subsistema legal es parte de una revuelta inútil pero no sin consecuencias. Las masas terminan por ser hoy parte de un alarmante eterno déficit que en relación con un desempleo necesario pero a la vez oneroso para el sistema mantiene en forma permanente una parte excluida de la sociedad. Lo cierto es que esta parte excluida termina organizándose por fuera de las normas evidentes del mundo del trabajo. Muchas veces estas no desarrollan la forma del sindicalismo del siglo XIX pero muestran su fuerza en movimientos sociales, y en partidos anti-sistema y en las protestas puntuales de las clases medias. Sobre estas reacciones los Estados tienen problemas serios. Los movimientos sociales de desocupados cuando existen terminan de instalar una barrera permanente a esa problemática que puede tornarse violenta.
       
            El individuo por otra parte es disuelto hoy en día en la política, criminalizado y atravesado poro la normatividad, sólo funciona como una variable general dentro de una población en un sistema productivo. La sucesiva y exitosa institucionalización de la vida, va ganando espacio y su crisis es decir, el desdibujado de los bordes confirma lo superfluo de muchas existencias. Las grandes políticas hoy tratan con los problemas dignos del totalitarismo, cómo administrar la población, ante esto, en vez de matar se deja morir. El racismo evoluciona para tratar de lidiar con el número, es decir con la presencia de lo que se considera revulsivo por lo no eliminable. Esto genera una crisis importante entre la diferencia de lo que son las expectativas versus la realidad.


La ética en la política luego del totalitarismo jamás pudo volver a impostar hipócritamente valores como democracia o revolución de la misma forma. La ética dejo de ser una mera colección de valores dados por el sistema. La ética en suma se convirtió en un delicado juego de apreciaciones eruditas, muchas veces impotentes y de reflexiones ajenas a la política. La política profundizó el sentido de la violencia de la modernidad, por lo que no se altero el destino fatídico que en suerte le toco, en todo caso a la ética le queda la reflexión por la ética: “El no matarás”, el “derecho a la rebelión”- es en sí misma una contradicción, el cambio social, la debilidad de la política, y la fuerza de lo político. La caída de un sujeto preferencial capaz de perfeccionar el mundo.

La ética quedo atacada a cuestiones de orden muy superficial. El abuso de la idea de totalitarismo fue el motivo de nuevas injusticias, y la garantía de la desigualdad social como fatalidad. La “Culpa” sobre el totalitarismo fue traslada sobre las mayorías “silenciosas” antes que sobre las minorías dirigentes.

 Como resultado de esto: una de las variantes del post-modernismo es el concepto de post-política. Sobre este se han construido toda una serie de nociones respecto al Estado y la democracia. Profundamente ligado a una burguesía triunfante la imposibilidad del cambio, o el cambio custodiado por la ciencia y la cultura denota como siempre cierto papel en la estructura de la dominación, el no pensar “mal”, el tener que tomar como válida cierta interpretación de la historia es un hecho fundamental, de ello dependen ciertas burocracias y expertos, que sostienen dentro de una cultura legítima.

El olvido de los conceptos fundamentales que dan eternidad a la democracia frente a todas las crisis anteriores, se sustentaría en eventos que poca relación tienen que con el papel ya de por sí “olvidado” de -Revolución- no sólo que se falsifica el papel del desarrollo de las relaciones sociales en Gran Bretaña contra Francia, en una especie de cosificación de los procesos históricos, sino que además queda claro que ante todo, el vacío de una teoría que busque forzar el cambio en la sociedad y la debilidad relativa son lo fundamental. Ante esto quedaría cierta forma de indignación y de crítica, 

Una de las consideraciones fundamentales para entender el por qué del mundo contemporáneo, es de alguna manera bucear en las contradicciones existentes en el nivel de la reflexión. Esta reflexión está mediada en este trabajo sobre tesis, marxistas, liberales y anti-liberales pero no marxistas.

 Tomando en cuenta a Heidegger puede ser interpretado como alguien que quiere criticar al capitalismo, en parte en su fase tecno-científica, pero también como aquel que necesariamente busca una vuelta al origen mezclando deliberadamente ciertos elementos históricos próximos a su vida con elementos propios de la filosofía en general. En este sentido, cabría pensar si esto mismo no hace que Heidegger haya quedado en tensión como tantos otros elementos que se desarrollaron bajo el nazismo.

 En este sentido Adorno razonaba en este sentido:

Si piensan en el nacionalsocialismo desde este punto de vista, verán que en él no se han reconstruido efectivamente relaciones pequeño burguesas o pequeño campesinas, ni nadie lo ha buscado en serio. Por el contrario, el nacionalsocialismo ha perseguido con enorme poder y rapidez ciertos procesos de concentración capitalista y progreso técnico que no hubieran podido hacerse de la misma manera por el camino del principio del laissez-faire de la sociedad burguesa. Y sólo como complemento, o dicho sociológicamente como ideología complementaria, se inventó la teoría de la sangre y el suelo. Así se entiende exactamente y se tiene que pensar el mundo de las autopistas, que en el fondo no pueden ver desde las aldeas los artificiosos campesinos de los que trata Heidegger. No se trata de un ideal, sino sólo realmente de un deseo, que es especialmente funesto porque no permanece simplemente en el ámbito de un consumo cultural de grado menor, sino que se comporta como si se enfrentase al ejercicio de la industria cultural, y lo otro se le opusiese. En realidad es, sin embargo, con arreglo a su función un trozo de industria cultural, y esto lo demuestra que el lenguaje de esa prosa remite de modo inmediato a la de Ludwig Ganghofer y Max Jungnickel, a partir de los cuales habría que interpretar a mi entender la filosofía de Heidegger más bien que desde Braque o Parménides. (Adorno, de “Terminología Filosófica”)

Adorno hace una crítica muy clara a lo que considera que es una mera formulación ideológica del nacional-socialismo. En este sentido marca la realidad histórica de este proceso, y la presencia misma del desarrollo del capitalismo. Además remarca el papel de la burguesía en este papel. La pregunta en este sentido como en tantos otra trata del papel de Heidegger en el mismo nazismo, e indirectamente en Hannah Arendt. Desde este punto de vista, la filosofía de Heidegger con sus consecuencias en el desarrollo de otros filósofos tiene de por sí, un papel controvertido. Pero es importante tener en cuenta que el papel de la filosofía queda entredicho, cuando se analizan estas cuestiones. Desde este punto de vista el nazismo fue una fase del capitalismo y no del “dirigismo”- cómo lo entendería Hayek, esta controversia tiene una productividad. ¿Acaso no es lo mismo que el pensamiento modernidad/postmodernidad?

La persistencia de la acción de la organización de la base material por sobre el papel de la filosofía, en este caso la crítica de Adorno es explícita nos termina llevando a pensar ¿Cuál es la relevancia de Heidegger? La irrelevancia de Heidegger para entender el totalitarismo se hace patente, pero curiosamente se hace patente en el análisis histórico. Lo superfluo entonces de mostrar una y otra vez, que el papel de la “intelectualidad” totalitaria es cuando menos secundario es importante, ya que el si el nazismo tiene en el papel de la intelectualidad una fase secundaria. Podemos decir sin temor a sonrojarnos que la evolución histórica se manejo por reglas claramente distintas, a toda pauta voluntarista. ¿No sería acaso una vida de escape sencilla pensar que se trata de una irracionalidad del sistema? Fácilmente se ha querido extirpar el proyecto capitalista del nazismo y en última instancia del “capitalismo de estado soviético”.

Vale la pena decir que Adorno es mucho más claro en este sentido de lo originario de lo que podrían ser los planteos de Lacan o de Freud en torno a lo que sería en última instancia el proceso histórico. En este sentido cabe decir cuán profunda cuña ocurre entre la crítica al tecno-capitalismo, y la historia misma de la reproducción del capitalismo. En este sentido, Adorno considera que la importancia histórica de esta reflexión políticamente hablando es nula. No obstante, el planteo de una vuelta al origen y la respuesta particular de Heidegger debería ser una reflexión aparte:

Quisiera, sin embargo, para no ser injusto, repetir una vez más que en la protesta contra la civilización técnica que aquí tiene lugar hay también naturalmente un momento de verdad, y yo sería el último en burlarme de esa nostalgia que se deposita en tal pastiche filosófico. Ahora bien, la falsificación empieza con la inversión de esa nostalgia, de manera que vista hacia atrás se estanca en algo inalcanzable e irreconstruible, y por otra parte esboza un cuadro ideal no querido propiamente, puesto que en realidad no es más que una especie de adorno de la realidad que progresa inconteniblemente.

Cuando Heidegger habla en un escrito mucho más tardío de las diferentes posibilidades del ser y pone una junto a otra, como posibilidades del ser en cierto modo equivalentes, la civilización americana, el comunismo ruso, y quién sabe qué más cosas, él mismo descubre, dicho sea de paso, que poco tienen que ver en el fondo estas supuestas concepciones sustanciales con lo pensado por él.

La idea de que se tiene un suelo firme y seguro bajo los pies cuando el proceso de pensamiento puede ser detenido o interrumpido en un determinado lugar, es un sustituto de la verdad, misma. Ahí me parece que radica hoy el error o falsedad de la pregunta por lo primero y originario. Se dice que tal apoyo es la verdad porque no se confía en pensar consecuentemente la verdad, porque la verdad duele mucho como sostiene un viejo mito, y conocer la verdad por completo hoy, implicaría tocar críticamente determinados presupuestos de nuestra propia existencia real, lo que sería muy desagradable. Por eso esas detenciones, esa reflexión angustiada sobre las consecuencias del pensamiento, se convierten en sustituto de la verdad misma, mientras que antes de que realmente se efectúen esas reflexiones, no importa en absoluto si lo firme y primero es también necesariamente lo verdadero.

La legitimación de este planteamiento radica en que se dirige contra la arbitrariedad de cualquier ocurrencia, también contra todo lo efímero que procede efectivamente de la industria de la cultura, por tanto, de todo aquello de que nos alimentamos día tras día, novedades, informaciones, etc., por razones de búsqueda de un beneficio. Todo esto presupone la verdad, siendo así que en realidad es siempre la misma falsedad. Como dice un refrán francés: plus ça change, plus c’est la même chose. En la medida en que la pregunta por un suelo firme se opone a este cambio malo, es legítima tal necesidad, pero como en la actual sociedad se abusa de casi todas las necesidades legítimas y se las pervierte en su contrario, esa necesidad de perforación, a la que sucumbimos en tal actividad, se confunde con el ser necesario, estático, invariable de la cosa en sí misma y con la verdad, considerada como algo firme, inmóvil y permanente. Cierto que esta confusión ocurre en la filosofía desde Platón como el gran engaño. (Adorno de “Terminología Filosófica”)

Sobre esta serie de contradicciones es decir sobre la historia misma, se termina desplegando una suerte de pérdida por la existencia misma del capitalismo. La pregunta no es otra que la necesaria, ¿Por qué la vuelta al origen? ¿El fin de todos los problemas necesariamente debería tener un punto de vista en el futuro? En todo caso más que un planteo idealizado de las condiciones de posibilidad humanas, tiene por el contrario en el choque mismo del despliegue capitalista. Justamente la uniformidad y la alteración de las relaciones sociales forman parte de la violencia intrínseca del sistema. En este sentido al no poder ser alteradas las relaciones de fuerzas de la producción, la irrupción de la historia en estos lugares conforma parte de un imaginario fuerte. Justamente esto desligaría en parte una serie de pautas profundamente: estatales, modernas y capitalistas, Eichmann, Mengele, Himmler, y todos los burócratas que fueron juzgados nada tendrían que ver con el inocente campesino. ¿Ahora realmente fue esta Arcadia la que enamoró al pueblo alemán? Como podemos pensar en realidad, como todo el proceso nazi y del totalitarismo, la realidad de la propaganda política chocaba con los objetivos explícitos del Estado, vale la pena la comparación de estas dos escenas que son relevantes para entender el papel del “Campo/Arcadia”, y el papel de la “Ciudad/Imperial”, curiosamente justamente este contrapunto se daba en el Führer, el cual desfilaba por las ciudades atestadas de masas obedientes para luego retirarse a su casa de campo.

Por el contrario, la memoria campesina tiene su fidelidad sencilla, segura e incesable. Hace poco le llegó la hora de la muerte a una campesina allá arriba. Ella conversaba conmigo a menudo y de buena gana, y me enseñaba viejas historias del pueblo. En su lenguaje enérgico y lleno de imágenes conservaba todavía muchas palabras viejas y diversas sentencias que habían llegado a ser ininteligibles para los actuales jóvenes del pueblo y, así, han desaparecido del lenguaje vivo. Todavía en el año pasado, cuando yo vivía solo semanas enteras en el refugio, esta campesina, con sus 83 años, subía a menudo la abrupta cuesta que conduce a él. Quería ver, como decía, si yo todavía estaba allí y si no me había robado de improviso “algún duende”. La noche que murió la pasó conversando con sus parientes y, hora y media antes de su fin, envió todavía un saludo al “señor profesor”. Tal recuerdo vale incomparablemente más que el más hábil “reportaje” de un periódico de circulación mundial sobre mí pretendida filosofía.

El mundo de la ciudad está en peligro de sucumbir a una falsa creencia corruptora. Una impertinencia muy ruidosa y muy activa y muy delicada parece, a menudo, preocuparse por el mundo y la existencia del campesino. Pero con ello se niega precisamente lo que ahora sólo hace falta: mantener la distancia de la existencia campesina; abandonarla -ahora más que nunca- a su propia ley; ¡fuera las manos!; para no arrastrarla en una falsa habladuría de literatos sobre lo popular y amor a la tierra. El campesino ni quiere ni necesita en ningún caso esta exagerada amabilidad ciudadana. Lo que ciertamente necesita y quiere es el tacto reservado respecto a su propio ser y a su independencia. Pero muchos de los procedentes de la gran ciudad y de los transeúntes -y no en último término los esquiadores- se comportan a menudo en el pueblo o en la casa del campesino como si se “divirtieran” en sus salones de recreo de la gran ciudad. Tal ajetreo destruye en una noche más de lo que puede fomentar jamás un adecenamiento científico de varios decenios sobre lo popular y las costumbres y usos del pueblo. (Heidegger, ¿Por qué permanecemos en la Provincia?)

Uno de los ideólogos del nazismo del nazismo Rosenberg lo veía de la siguiente manera:

En el vikingo nórdico, en el caballero germánico, en el oficial prusiano, en el hanseata báltico, en el soldado alemán y en el campesino alemán reconocemos el concepto del honor plasmador de vida en sus distintas manifestaciones telúricas. En poesía vemos aparecer desde viejas epopeyas, pasando por Walter von der Vogelweide, cantares de los caballeros, hasta Kleist y Goethe, el motivo de honor como contenido y el de la libertad interior como más importante ley configuradora. Ahora bien: aun hay otra fina ramificación más, en la cual podemos perseguir la actuación del ser nórdico: es el misticismo alemán. (Rosemberg, el Mito del siglo XX, p. 80)

Vale decir que en el nazismo la idea de un hombre nuevo convive con múltiples aseveraciones místicas, es decir el nazismo más que una serie de pautas de un plan asesino diseñado de forma perfecta era una mezcla de elementos trataron de ser una ideología pero en el cual hay una gran bastedad que se da por sobre un marco de fondo, la cultura alemana pero de la cual se pueden obtener resultados completamente diversos. En este sentido, el combate contra el nazismo muchas veces opto por no contraponer estas realidades.

En el místico alemán se manifiesta por primera vez y de forma consciente- aun cuando en el ropaje de su tiempo- el ser germánico nuevo, el resucitado. Ni en la época del llamado Renacimiento, ni en la llamada Reforma se consuma el nacimiento de nuestra cultura- esta época es la eclosión exterior y una lucha desesperada- no, es en los siglo 13 y 14 que la idea de la personalidad anímica, la idea básica en nuestra historia, llegara a ser por primera vez religión y doctrina vital es también anticipada concientemente la esencia de nuestra filosofía crítica, y más allá de ello es proclamada la eterna confusión metafísica del Occidente nórdico, la que, aunque actuó a través de las almas de múltiples generaciones, no pudo ser solucionada en forma general hasta que el tiempo hubo madurado en ello. “Los pozos más profundos tienen las almas más claras”; nuestro tiempo ha sido destinado a hundirse hasta la más profunda profundidad para, alcanzar a la luz lo más elevado. Si se mostrará digno de tal misión, depende de él mismo. (Rosemberg, el Mito del siglo XX, 81)

Es importante tener en cuenta que llegado a cierto punto, el totalitarismo como ideología como reacción a la modernidad burguesa, a diferencia del fascismo italiano, el cual tuvo en el futurismo una punta de lanza y manejaba tal vez otros conceptos, el nazismo desarrollo cierta aversión a todo aquello que podría ser una desviación de una perfección que era profundamente hermética y profundamente racista:

La ciudad mundial comenzó su labor destructora de razas. Los cafés nocturnos del hombre del asfalto llegaron a ser talleres, la dialéctica bastarda teórica llego a ser la oración acompañante de siempre nuevas “tendencias”. El caos racial de alemanes y judíos, generaciones de la calle olvidadas de la naturaleza, cundía la consecuencia de un arte mestizos.

Vincent Van Gogh, un hombre lleno de anhelos pero quebrado, se traslado a las afueras para pintar. Volver a la gleba quiso él: la figura del “campesino en su labor” sería realmente moderno, el “corazón del arte moderno”, aquello que ni el renacimiento ni la escuela holandesa, ni los griegos han hecho.” La consecución de este ideal lo atormentaba y confesó: “si antes hubiera poseído la fuerza necesaria, hubiera pintado “figuras sagradas”, hubieran resultado seres humanos como los primeros cristianos. “Más Tarde” quiso a pesar de todo retomar aún la lucha. Hoy este pensamiento lo aniquila. “Solamente pintar, no pensar, pintar lo que sea, una col, lechuga, para tranquilizarse. Y Vicent pintó manzanos, coles y adoquines hasta que enloqueció.

Gaugin busco un ideal de belleza en el Pacífico sur. Representó a la raza de sus amigas negras, naturaleza melancólica, hojas policromas y mares. También era el interiormente decadente y como todos aquellos que rastreaban el mundo buscando una belleza perdida, sea que se llame Böcklin, Feuerbach, Van Gogh o Gaugin. Hasta que esta generación se cansó de la búsqueda y se entregó al caos. (Rosenberg, El mito del siglo XX ,p. 107)

Además la consideración termina por relacionar al Arte, con la religión, la intuición y el instinto:

El país de Jauja ha llegado a ser algo serio en religión y en el marxismo judío, al mismo tiempo también su casi completa carencia de fuerza creadora genuinamente anímica y artística. El elemento primigenio religioso falta, la creencia extrínseca en la inmortalidad fue solo una adaptación superficial de concepciones foráneas, nunca una fuerza impulsora determinada intrínsecamente. Por consiguiente el “arte” judío no será nunca estilo personal, pero tampoco nunca estilo realmente objetivo, sino que revelará meramente destreza técnica y artilugio subjetivo que sólo busca el efecto exterior; por lo general asociado a ingredientes puramente sensuales, cuando no orientado puramente a la inmoralidad. (Rosenberg, El Mito del siglo XX, p. 131)                                    
      

Sobre este contraste queda pensar la siguiente imagen:

En todo Berlín, las campanas repicaron en iglesias adornadas con esvásticas, convocando a la gente a una observancia triunfal del poder y la gloria del hombre que se había propuesto redimir a Alemania. Como dijo aquella mañana el mariscal de campo Hermann Göring, principal lugarteniente de Hitler, ante un Führer atento y varios miembros prominentes del régimen, aquél era un día para que los alemanes reafirmasen su fe “en la palabra de Adolf Hitler. Dios nos lo ha enviado en el momento ideal…, ahora le pedimos a Dios que le proteja y bendiga su trabajo.”

Para señalar la importancia de la ocasión, el gobierno nacionalsocialista había concedido a los trabajadores del país un día festivo pagado, garantizando una concurrencia masiva para el gran desfile que remataría las cuidadosamente preparadas festividades. Durante días, los periódicos alemanes se habían deshecho en elogios al Führer y exhortaciones al pueblo para que se regocijase y diese gracias. A la Cancillería habían llegado regalos de todos los rincones del Reich […]

La prensa alemana aclamó el espectáculo como el “más grande desfile del mundo”. Como señalo Goebbels en discurso radiado, la exhibición de armas proclama el principal éxito de Hitler: el renacimiento del poderío alemán. “El Reich descansa bajo la sombra de la espada alemana”, dijo jubiloso el pequeño ministro de Propaganda en su brillante voz de barítono. “El pueblo alemán siente que gracias al Führer, ha sido elevado a la posición que le corresponde en le mundo”. Nadie sobre la faz de la Tierra, declaró Goebbels, podía mantenerse indiferente frente al nombre de Adolf Hitler. […]

Para reforzar la imagen de Hitler como padre de la patria, la eficaz maquinaria propagandística de Goebbels no dudaba en publicar fotografía del soltero Führer rodeado de adorables jovencita. Aunque la prensa nazi colmaba a los alemanes con estos reconfortantes íconos de su líder, ofrecía escasa información sobre el hombre que estaba detrás de la fachada… y por buenas razones. (El Tercer Reich, en el centro de la Telaraña)

Comprender que las imágenes de un mundo sin problemas no eran un fin en sí mismo, sino una forma de evasión concreta forma parte de todos los procesos políticos del siglo XX. La pregunta es cuán profunda fueron estas dos vertientes en el nazi-fascismo. ¿Qué predominio?; ¿Fueron acaso las tendencias biologicistas?, ¿Fueron las tendencias de encontrar la belleza esencial del alemán del interior?, ¿Fue una interpretación del vitalismo, del idealismo y del “modernismo reaccionario”? ¿Fue simplemente un brote exorbitante de chauvinismo frente a la derrota militar?  

Justamente para evitar profundizar las continuidades del mundo contemporáneo, se ha dejado de lado que justamente el Estado, el nazismo y la URSS, necesitan implementar constantemente las bases de su legitimidad. Jamás las masas habrían tenido en sí mismas el plan del odio sistemático pero a la vez frío que formaba parte de la política de la muerte en hospitales para discapacitados y en los campos de concentración hacia los judíos. En este sentido, las masas si fueron excitadas, lo fueron en formas más burdas como el incendio del Reichstag, y la “Noche de los Cuchillos Largos”, ya allí podemos ver la demagogia propia del nazismo. Una demagogia que con la guerra se fue extinguiendo. ¿Podríamos creer que el orden en la guerra era simplemente la fascinación? Con el tiempo, la burocracia se rigió de acuerdo a los valores de lealtad/traición como una política de Estado. En este sentido, jamás se dejó de lado el orden social. Fueron los funcionarios, y los empresarios, los que pudieron “salvar” pero no alterar el régimen, en este sentido, lo paradigmático fue que jamás algún otro líder trato de arrebatar el poder. No obstante esto, los atentados contra la vida del Führer muestran que no se trataba de una homogeneidad, fue el partido el alma del nacionalsocialismo, Eichmann tenía la lealtad a Hitler sumada a la lealtad de las SS. La lealtad a Himmler, las excusas, reiteradas del poder relativo del Estado. No obstante el totalitarismo como tal no determino el fin de las contradicciones sociales, para algunos marxistas y post-marxistas, sólo se agudizó el papel de la ideología como resultado de un proceso constante de integración entre lo humano y el capital, es decir, por qué no suponerlo un triunfo de la “Cultura” tal cual lo entendía Freud, aunque no tal vez en el modo que lo había formulado, en este sentido Zizek, casi bordeando lo apocalíptico se expresa de la siguiente manera:

La separación entre ellas está volviéndose más radical que las divisiones de clase tradicionales ( uno se siente tentado a afirmar que está alcanzando proporciones casi ontológicas, que cada grupo desarrolla su propia “visión del mundo”, su propia relación con la realidad: la clase simbólica es individualista, ecológicamente sensible y a la vez “posmoderna”, conciente de que la realidad misma es una formación simbólica contingente; la clase media se apega a la ética estable tradicional y a una creencia en la “vida real”, con la cual las clases simbólicas están perdiendo contacto; los excluidos oscilan entre el nihilismo hedonista y el fundamentalismo (religioso, étnico) radical…)

¿No estamos nuevamente ante la tríada de lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real? ¿Los excluidos no son “reales” en el sentido del núcleo que se resiste a la integración social, y la clase media no es “imaginaria”, aferrada a la fantasía de la sociedad como un Todo armónico corrompido a través de la decadencia moral? La cuestión principal de esta descripción improvisada es que la globalización debilita sus propias raíces: ya que puede percibirse en el horizonte como conflicto con el principio mismo de democracia formal; puesto que en determinado punto “la clase simbólica” ya no podrá contener “democráticamente” la resistencia de la mayoría. 11 ¿A que salida de este atolladero recurrirá entonces esa clase? No debe excluirse nada, ni siquiera manipulación genética, para volver más dóciles a quienes no se ajustan a la globalización…

¿Cómo debemos pues responde ante el concepto actual predominante, según el cual, la era de las ideologías- de los grandes proyectos ideológicos como socialismo o el liberalismo- terminó ya que entramos en la era posideológica de la negociación y de la toma de decisión racionales, basadas en la compresión neutral de las necesidades económicas, ecológicas, etc. ? este consenso puede adoptar distintos disfraces desde la negativa neoconservadora o socialista a aceptarlo todo y consumar la pérdida de los grandes proyectos ideológicos por medio de un adecuado “trabajo de duelo” (diferentes intentos de resucitar proyectos ideológicos globales) hasta la opinión neoliberal según la cual el pasaje de la era de las ideologías a la post-ideológica forma parte del proceso, triste pero no obstante inexorable de la evolución de la humanidad. Así como un muchacho debe aprender a renunciar a los grandes planes entusiastas de la adolescencia e ingresar a la vida adulta cotidiana de las concesiones realistas, el sujeto colectivo tiene que aceptar que languidezcan los proyectos utópicos globales y entrar en una era postutópica realista… (Zizek, Contingencia, Hegemonía, Universalidad, p 325)                  

Es importante destacar un punto que debe ser considerado de forma fundamental. Lo primero que debe decirse es que la división política y lo político se mantiene y se profundiza. Como paradigma están los partidos políticos, - los partidos políticos- fueron el arma clave del totalitarismo. Ningún líder del siglo XX se pudo alzar sin un partido, y este pudo estar antes o después de su llegada al poder, o sufrir enormes transformaciones en el camino. Incluso cuando se consideran los Estados Unidos, los dos grandes partidos; Demócratas y Republicanos, lo cierto es que en la cultura europea; esto tenía un papel fundamental.

Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia. La familia es un “interior” en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales etc. Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando la puerta. Son las sociedades de control las que están desplazando a las sociedades disciplinarias.

“Control”  es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como nuestro futuro próximo. Paul Virilio no deja de analizar las formas rápidas de control al aire libre, que reemplazan las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema cerrado. No se trata de invocar las creaciones farmacéuticas extraordinarias, las formaciones nucleares, las manipulaciones genéticas, aunque estén destinadas a intervenir en el nuevo proceso.              

El papel paradójico de la “superación de los partidos” se hacía desde partidos. En este sentido cabe decir, ¿no fue este el instrumento ideal de la política del siglo XX? Curiosamente no serían los Eichmann las almas clave de estas instituciones, serían otros como Goebbels, las herramientas necesarias para poder dar a estos procesos de su sustento. Como en todo momento histórico, una sociedad con un Estado es eficiente cuando asegura la obediencia de sus ciudadanos. El totalitarismo en este sentido, hacía de la obediencia un rasgo más fundamental. Curiosamente sobrevivió en forma contradictoria este legado. ¿Qué fue del mundo de la propaganda? Hoy podemos decir que una buena parte de la “lealtad” al sistema político no se trata de razonabilidad de las personas, sino de la propaganda más o menos leal con la verdad que los poderes económicos y políticos despliegan sobre la población.

La gran diferencia entre el Estado totalitario y el Democrático, es que la cultura ha sido modificada completamente. La épica que no es necesariamente “revolucionaria”, si forma parte de un proceso importante para darle un sentido a una sociedad en la cual se tenían objetivos específicos. Construir un horizonte para la totalidad de la sociedad parecía ser la “resolución” de la cuestión social. Desde ese punto de vista hubo reacciones políticas de todas las clases donde las masas tenían un lugar preponderante, la “Tiranía de la Mayoría era el resultado natural de la democracia liberal clásica. ¿Qué ocurre hoy con esta noción? La tiranía de la mayoría como gran obstáculo convive con un poder resueltamente enquistado en un grupo reducido de personas que toman decisiones sin consulta democrática. El poder queda como a lo largo de los procesos autoritarios y totalitarios en manos del Estado. Sólo que hoy el fracaso de una política no es como en el pasado, una suficiente molestia para generar su caída. Con el tiempo, el poder de las ideas para mantener sujetos a los ciudadanos se ha ido degradando. Hoy en día, la propaganda, el consumo es más importante que una motivación en particular. En este sentido, una sociedad de valores materialistas de mercado ha reemplazado utopías anteriores. Esto para bien o para mal, desplaza el eje. Podemos decir que la “Eugenesia” y la gran esperanza del diseño de la sociedad se ha abandonado en parte, y se ha pasado a la administración de la sociedad, y a su gestión.

Lo que podemos estar seguros es que hoy en día el Estado no puede asegurar ni la salud, ni la educación de los habitantes, y cuando hace esto en parte lo hace por medio de la propaganda. Pero esta propaganda hoy en día de “gestión” poca potencia ideológica tiene en comparación a lo que eran propagandas de otros momentos de la historia. A diferencia del siglo XX, y de los procesos totalitarios, los hombres del poder son “repudiados” superficialmente por la sociedad pero a la vez no pueden contar con el fanatismo de estas para poder llevar adelante sus planes. El gobierno del mundo puede ser resuelto si una gran escena total, y en este sentido, cabe decir que este fue el gran logro de la integración de las distintas naciones por buenas o malas razones al sistema internacional. El fin de la Escuela, el fin del Estado, el fin del Partido, son parte de un fin de la política en los términos clásicos. El esfuerzo del estado burgués de hacer creíble la democracia representativa formaba parte de su necesidad de mantenerse en el poder. En este sentido cuando esto ocurrió y cuando la crisis se llevó puesta la primera forma de democracia universal, hubo un espacio para el fascismo de Mussolini y del nazismo de Hitler. Las masas no se enamoran de los líderes totalitarios porque sí. El culto a la personalidad, el culto al status y las imágenes irreales de felicidad forman parte de ese sustrato profundamente religioso que impera en las sociedades que parten del capitalismo o que se mantienen en él. Cabe decir que no se trata más que de problematizar estas relaciones. Cuando estas son tomadas con detenimiento podemos entender, que el culto a la personalidad fue tomando parte de una posición y operación política que en el Stalinismo se dio como una respuesta inequívoca a la necesidad de la supervivencia del Estado Soviético.

Como nota final, tomamos partido por una necesaria reflexión del totalitarismo como un hecho histórico y al papel del psicoanálisis como uno de sus posibles abordajes. A partir de esto decimos que el fenómeno existió pero que finalmente las condiciones de su posibilidad han desaparecido, por razones que poco tienen que ver con el funcionamiento de la psiquis de acuerdo a como lo entendía Freud. 


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