¿Qué es la democracia? ¿Qué es el
totalitarismo?
Como
parte de una dislocación del sentido de lo político, la ruptura se hace más
profunda en tanto que la capacidad del Estado, la capacidad de la burocracia,
la capacidad de la organización de la producción dentro de estados nacionales,
creaba una forma de control total sobre la población. Sobre este punto hay que
entender que depende mucho el corte espacio temporal para entender cuál es la
novedad del totalitarismo. La pregunta es: ¿Cuándo comenzaron los genocidios?
¿Cuándo comenzaron los campos de concentración? ¿Cuándo fue el auge del
fundamentalismo?- ¿Por qué estos tres elementos tienen que ver con la
existencia final del totalitarismo? En este sentido vale considerar que acercamientos
como lo de Hannah Arendt, generaron controversia desde el punto de vista
histórico- Hannah Arendt construyó una forma particular de ver el fenómeno a la
cual le seguirían muchas. De por sí la polémica sobre Heidegger, que forma una
discusión aparte forma parte de las controversias inocentes o no de las
implicancias de su filosofía. Para la Ciencia Política esto no forma
parte predilecta, sí la forma para aquellos que tratan de encontrar una
“esencia” al Nacionalsocialismo que tal vez no encuentren nunca, ya que el
nazismo es ante todo una experiencia histórica. Porque este es un trabajo que
no dispone de bases históricas tan extensas lo que podemos decir, es que hay un
abuso en la interpretación unilateral de las preguntas que se pueden hacer en torno
al problema.
En
este sentido vale preguntarse una serie de puntos fundamentales: el primero de
ellos, ¿Necesariamente vamos a hallar en la filosofía una respuesta un origen
sobre el cual se podría derivar el totalitarismo? ¿Necesariamente vamos encontrar
en la filosofía una respuesta del mismo tipo sobre la democracia? Sobre esta
cuestión queda gran parte del desvelo de los intelectuales y el debate
ideológico de hoy. Justamente se querido examinar como necesario y suficiente,
ciertos rasgos de ciertas filosofías, como las claves para entender el
totalitarismo. Esto cuando menos es para la política un intento
“bienintencionado”, las obras de Heidegger, o Schmitt, conviven y forman parte
de la realidad de la cultura en ese período histórico. Su supervivencia forma
parte de ese período histórico y forma parte de la producción de ese tiempo.
Probablemente estas obras en otros contextos llevan a otras conclusiones- como
la necesaria apropiación de obras anteriores como la Nietzsche. Sobre
este punto cabe desplegar el argumento más sólido. No se trata de evadirlo,
cada época ha hecho de la lectura y de la comprensión de la obra un aspecto
capital. En este sentido cabe decir que las obras completas de los autores como
su esencia capital no suele ser lo que impacta en la política, este excesivo
racionalismo es completamente inútil. Tanto es así, que el temor se ha vuelto
parte necesaria de la supervivencia en torno al totalitarismo. Un temor que
muestra cuán débil es el poder de la “sociedad” y el “individuo” frente al
Estado y las clases dominantes. No nos ha producido otra novedad, ya que la
confrontación ideológica sigue siendo irracional y no podemos esperar que el
afán de los hombres por la lucha política produzca personas buenas y
desinteresadas. La pregunta por la democracia, por su origen y como fue la base
para la democracia de masas que fue necesaria participe de la crisis en la
sociedad burguesa es un punto fundamental para entender lo que ocurría en
Europa. Ya que el aislamiento norteamericano fue una paradoja en sí mismo. Su
aislamiento de por sí, su papel “secundario” no lo puede abonar a una tesis de
excepcionalismo. Podemos entender esto entre los Estados Unidos y su enemigo en
el pacífico el Japón, y la solución de Hiroshima y Nagasaki.
1- El totalitarismo y la democracia-
no son meta-políticos:
También
podemos entender que el momento fundamental para entender las distintas
relaciones en torno al totalitarismo no se agota simplemente en criticar al
totalitarismo sino en definir la democracia. Podemos además afirmar que
justamente la presencia de totalitarismos o democracias no término con la
política porque en cuanto que la dominación totalitaria jamás fue total- ya que
en ella el sujeto, sería imposible. En cuanto que nunca formo parte de un solo
espíritu universal, en cuanto históricamente estos procesos políticos tuvieron
rivales a derrotar y vencer se vieron constreñidos a ser Estados. Justamente en
este sentido, el “Orden”, termina formando parte de una contradicción
fundamental durante la modernidad. La desigualdad social, como constante, la
eterna postergación de la
Libertad , su reducción en todas sus formas posibles e incluso
su desencantamiento forman el final de la forma en que se desgarrar la sociedad
burguesa. En este sentido, la democracia liberal da la “libertad económica” (ignora la compulsión de mercad- hay que
entrar en la actividad económica) como la forma más alta de libertad,
siendo esta una libertad no trascendente, y que la libertad del totalitarismo
como la “libertad inaceptable” como la más concreta esclavitud. En este punto
cabe preguntarse- ¿Qué fue de la libertad? ¿Qué es lo razonable de ser libre
hoy? -¿Quiénes han sido los no razonables? ¿Por qué ellos serían los que
alteraron la historia?
Sostenido
por un tipo de sociedad, y por cierto excepcionalismo. La democracia liberal habría “triunfado”- tal cual si existiese una
-dialéctica efectiva- Tesis Capitalismo Democrático/ Anti Tesis Totalitarismo,
Síntesis- Capitalismo Globalizado y no
una puja entre sistemas sociales- frente a otras formas de entender el mundo-
es decir el espacio de la totalidad de la experiencia humana. Este triunfo no
se pudo dar sin el éxito económico y militar de Estados Unidos- es decir que el
agente necesario es un agente histórico, y no triunfa una idea porque si
creyéramos esto, dependeríamos de una celebración casi mesiánica del desenlace
de la guerra fría. En este sentido, como formas de poder, siempre fue el
equilibrio- tensión- entre la democracia y el totalitarismo, el que mantuvo en
el siglo XX, la tensión, entre un concepto de historia abierto y sin
resolución, mientras que otro demostraba que la historia avanzaba hacia algún
sentido particular- sobre en el marxismo, socialismo y luego comunismo, ya que
en el Nazismo, esta lógica habría sido bastante más endeble pero podríamos
imaginarla- como un Racismo total- como el nacimiento de: “una especie dentro
de una especie”. Pero esta visión es subsidiaria de una forma de pensar que no
se hace cargo de los problemas clave. Primero y principal, las crisis de la
segunda y primera guerra mundial no permiten sólo decir que son las ideologías
las que hacen su papel, y si lo hacen, lo hacen en forma de abierta
contradicción. Estados Unidos mismo como la “democracia” protectora, siempre
llegó tarde a los dos grandes conflictos. Creer que en Rusia o en Alemania
existían esencias que antes del totalitarismo nos dan credenciales para
entender los sucesos forma parte de una interpretación bastarda.
Neoconservadora en origen, y sostenida en primer lugar por una necesidad
histórica. Una cuestión es la defensa en primer lugar de los derechos
individuales y por consiguiente de los derechos humanos y lo siguiente es
formular que procesos como la “Revolución Francesa”, la “Revolución de
Octubre”, y el nazismo tuvo raíces comunes. Esta interpretación, sólo forma
parte de una no asumida filosofía de la historia –neoconservadora
norteamericana- la cual se mantiene en pie como una utopía tan frágil como el
Reich de los Mil Años.
Pensar
lo contrario implicaría una suerte de poder trascendental de las ideologías y
sobre del marxismo. Por lo que la fragilidad de la historia, el paso de los
hechos históricos y de la contingencia serían dejados de lado. Un poder más
poderoso que el que alguna vez tuvo la Alemania nazi, y la URSS descansa hoy en Estados
Unidos. La única garantía sería el orden interno, su pujanza económica, y su
papel como guardián internacional. La pregunta es: ¿De qué nos protege este
gran poder? Las conclusiones en esta acción bienhechora son contradictorias.
Pero lo cierto es que son válidas. En el debate político-ideológico, la ética
para justificar o no la acción de los procesos totalitarios es muy importante.
El gran problema que contiene es la “propia voluntad de poder” de quien se
constituye a sí mismo como el depositario de la protección del orden mundial.
En este sentido, vale decir, ¿se han detenido para siempre las prácticas
genocidas? ¿Hasta que punto un Estado con el poder de mantener su soberanía es
capaz de cometer genocidios impunemente? La respuesta con el nazismo es más
sencilla, derrotados en la Segunda Guerra
Mundial, los nazis fueron perseguidos. En cambio si estos juicios se aplican a la URSS o a la República Popular
China, jamás se pudo hacer justicia, simplemente estos sistemas se modificaron
y se “abrieron” al capitalismo. En este sentido, cabe pensar si no fue más el
poder del Estado en sí que otra cuestión el que pudo hacer estas atrocidades.
2- La práctica del Genocidio como el
eterno retorno de lo reprimido:
Uno
de ellos es la presencia de la presencia de grandes efectos del genocidio como
una práctica se replicaría en distintas circunstancias- cuando se lo piensa; el
genocidio se comete contra una población en particular. Es la forma más directa
del poder del Estado sobre la población. Las razones en muchos casos, se
“mostraron” como de productividad, de lealtad o “pureza” que en última
instancia serían lo mismo. La capacidad de un Estado de hacer una sociedad a
imagen y semejanza de su deseo. ¿Tiene algo que ver con las masas? La India paradojalmente jamás
desarrollo un “espíritu totalitario”, esto parece responder más a un proceso
político que a un proceso netamente esencial. Podemos decir que en cierto
sentido, justamente es el Estado, y el papel que este produce, la clave. Podemos
decir que la existencia de un líder autocrático o de un “demagogo”, son
difíciles y confusas de dilucidar. Justamente lo que sí podemos saber es que un
“Canciller/Presidente/Emperador”, son figuras que son investidas con un aura
que no tienen de por sin estas instituciones. Si bien ha habido Estados mucho
más chicos como Cuba a los que se les han imputado muchos rasgos de esta clase,
la pregunta se vuelve esquiva. Sobre cuando quedan aislados en la escena
internacional.
En
este sentido hay genocidas que tienen mandatos cortos, o regímenes de vida
corta como el Nazismo de 1933
a 1945. Con versiones que según lo más anti-marxistas
implicarían de 1917 a
1989. Sencillamente esto ya es un estorbo desde el punto de vista de la
equiparación. China en su subsistencia del PCCH, es una pregunta molesta,
¿podría un totalitarismo transformarse sin fisuras y evolucionar sin la
intervención de la democracia? Es decir ¿evolucionan por su propia lógica los
totalitarismos hacia su final?- estas preguntas nada tienen que ver con el
régimen de muertes sistemáticas. Ciertamente se sostiene que el Estado
totalitario tiene que tener un enemigo interno. Este enemigo hasta ahora, sería
una creación deliberada del Estado. ¿Acaso esto no muestra la contradictoria
situación del mismo Estado? De Hitler sabemos que su poder absoluto coincidió
con diversos atentados, y otros líderes también. Esta “mortalidad” de los
líderes, llevó en la URSS
a diversos cambios. En el caso del Nazismo la supervivencia sin el Führer fue
casi nula. No obstante el “neo-nazismo” pudo resurgir de manera más
preocupante. Si es posible el neo-nazi, ¿No fue por la misma esencia de lo que
fundaba el nazismo? El nazismo por sí mismo, no tiene esencia. Sin una
experiencia política concreta, forma parte de una ideología inerte. En este
sentido cabe pensar, que la sociedad alemana estaba bien dispuesta para poder
desarrollar el nazismo. Pero esto no termina de dar el resultado sobre el
principio mismo del genocidio. El genocidio creo en el enemigo una fórmula perfecta.
El Estado se arrogó el derecho del control de la vida en forma total, y de la
vida de todos los individuos en forma particular. De la antigua cultura
anti-semita sobre todo de base religiosa, nace una nueva cultura anti-semita de
base racial, basada más en el Estado, que en lo que decía combatir.
Curiosamente dos figuras quedan contrapuestas, el Estado- es un padre
despótico, un “Dios” y la
Sociedad la Comunidad de Hermanos queda disuelta. La vuelta a
este escenario primigenio re crea entonces estas condiciones de posibilidad de
este despotismo total con la pulsión de muerte. ¿Por qué surge este nuevo
padre?
La
culpabilidad que le cabría a Alemania, Italia y Japón sería paradigmática, en
igual sentido a Francia, y sobre esto se fundaría luego un nuevo mundo. A
diferencia de un conflicto como el de Roma-Cartago. Europa no fue sepultada
para siempre. La huella de Europa y el totalitarismo prevaleció. Lo que
impresiona sin embargo es que el poder político estatal jamás pudo luego de la
caída de la URSS
entenderse de la misma manera. ¿Acaso no dice mucho de la naturaleza misma del
conflicto? En este sentido, la derrota
del totalitario llevo a su banalización- ¿Acaso desaprecio para siempre? El fin
de la Alemania Nazi ,
pero no el fin del anti-semitismo. Las amenazas sobre Israel, y la capacidad de
destruir el mundo completamente con armas tácticas no forman parte de un
escenario tranquilizador. La pregunta sobre el genocidio responde a la pregunta
por la técnica. En el siglo XX, el GULAG y el campo de concentración, fueron
las formas principales de concepción de la destrucción de una población. ¿Qué
haría del poder de un Estado que como hoy tiene armas nucleares? El nazismo
jamás dispuso de ellas, Stalin mismo jamás utilizó una de esta clase ¿Sería más
seguro un mundo con Eichmann al frente de un arsenal nuclear? Eichmann con todo
no sería un fundamentalista suicida, ¿pero que sería del mundo si el que
estuviera al frente fuera un suicida? En todo caso lo que ocurrió no fue un
simple cambio de mentalidad, muchas veces simplemente se tomo al racismo y al
nacionalismo como una hibrido indiviso que constituyó un monstruo ingobernable-
¿Cuál fue su semilla? ¿Fueron productos espontáneos del pensamiento? Pensándolo
detenidamente, esto mostró un fracaso. El Estado de Israel y su precaria
situación en el escenario internacional (aún hoy) es la constatación que la
comunidad internacional no desarrollo un orden seguro para lo que había
significado el hecho que describió Arendt como el refugiado que hoy se
multiplica por millones- además de la violencia de género y sexual que mantiene
sin aún mostrar una demostración total de prácticas totalitarias pero siempre
en el límite. Estas personas sin patria- les quitan la patria y por lo tanto
los derechos-, son perseguidos por los Estados y son dejadas muchas veces morir
por no tener un status legal legítimo para ningún Estado en particular. Las
sociedades no pueden existir sin Estados. Pero lo Estados no pueden asegurar la
vida de todos sus miembros, e incluso pueden ensañarse con matarlos. En este
sentido, bajo el sistema de las clases sociales, lo que era un simple
dispositivo de dominación puede crecer y multiplicarse de forma asombrosa. En
el futuro ¿Existirá una orden deliberada de un orden político para iniciar el
exterminio o será parte de una serie de políticas que indirectamente llevaran a
millones de personas hacia la muerte?
Como
paradigma en este sentido es la mismísima “Solución Final”. La solución final
como tal formaba parte de un deseo de erradicar al pueblo judío de la historia.
Pero en sentido total, para erradicar la “culpa”, las acciones deberían
disolver, borrar la huella del genocidio, es decir, alterar la historia para
siempre. Este sentido de poder alterar la historia para siempre, si rompería
con la idea de contingencia sin la necesidad de que ninguna utopía se
materialice. Justamente por eso, como desgarramiento de la propaganda misma,
como necesaria conjunción de su necesario motivo destructivo, el nazismo cree
en una doble realización de ganar la guerra y a la vez obtener la purificación
racial. En este sentido la visión total de la eliminación de un grupo
específico en un periodo delimitado, sea la diferencia ante las constantes
purgas estalinistas que nunca tenían fin. La pregunta más inquietante sobre el
nazismo es; ¿Qué habría pasado si hubiese logrado su cometido? Justamente la
presencia de un Estado genocida sin esencia, la presencia de un Estado capaz de
matar siempre, y en cantidades cada vez mayores, quita la necesidad de Stalin o
Hitler. Burocracias enteras habrían sido capaces de emprender más matanzas con
la conciencia tranquila. En este sentido cabe pensar que la caída de Hitler, y
la destrucción del Estado Nazi, los Juicios de Nuremberg, formaron parte de un
bloque. Alemania no dejó de existir. Austria tampoco. ¿Cuánto tiempo soporta
una sociedad la culpa? ¿Cuándo la empieza a olvidar? ¿Qué esta dispuesta a
hacer una sociedad para lograr nuevamente su tranquilidad? ¿La humanidad
aprendió algo en el proceso? – De los victimarios, queda mucho más que
reflexionar. ¿Qué fue del poder? La humanidad fue perjudicada por la humanidad.
Llegados
a esta instancia la pregunta por el prójimo es fundamental. Cuando se lo
considera, los nazis simplemente mataron a otro bajo órdenes. Órdenes que a la
vez eran superfluas. Tanto enfermeras como médicos nazis, estaban tan vacíos de
respuestas como Eichmann como gran parte de los funcionarios nazis. Como hoy en
día, la privacidad, la seguridad y la vida, dependen muchas veces de una serie
de principios que están por fuera del hombre común. ¿Sería el hombre común el
que salvaría la democracia? ¿Sería el hombre común el primero en morir?
Justamente las víctimas terminan por ser parte de la única alternativa humana
sobre la cual se podría decir que habría una ruptura. Pero esto no dependió de
la política nazi. Dependió antes que nada de la resistencia, y del aferrarse a
la vida. – El Otro funcionó siempre negado, la recepción de las órdenes fue
primero- el miedo fue capaz de estar por sobre todo nivel. El miedo herramienta
básica del Estado y el Mal, pudieron operar de las formas más interesantes. El
orden se mantuvo en medio de las contradicciones generales, fueron las
instituciones como islas las que se esforzaron por cumplir. ¿Qué sería lo
extraordinario que les depararía el éxito de su misión? ¿Acaso no tuvieron
éxito? Vale decir que la democracia se construye en su Estado de democracia
liberal sobre una contradicción. El Imperio, bueno o malo, constituye de por sí
una respuesta indeseada, y la desigualdad deseada tendría que descansar sobre
una noción de justicia. Cuando comprendemos que la justicia, termina por
conformar ciertas formas de comprensión sobre la racionalidad del mundo,
podemos entender que ciertas nociones de justicia no toman los problemas como
la explotación, la irracionalidad, la guerra y otros fenómenos. Podemos decir
que el divorcio de Freud con los autores liberales, racionales o razonables es mayor. No
podríamos pensar que la democracia es una simple fatalidad ingobernable so pena
de renunciar entonces a su permanencia. Su permanencia sería tan fatal como lo
fue la del Totalitarismo. En este sentido históricamente ¿cuál sería el borde
necesario entre el mundo de la democracia liberal y su contratara irracional?-
siempre Estados Unidos tuvo que necesariamente compararse con ese otro Gran
Otro, que de alguna manera le sirvió como una explicación.
Podemos
decir incluso que sería una revolución excepcional la americana que habría
fundado excepcionalmente una forma distinta de comprender la historia sobre lo
que habría sido la Revolución Francesa.
Esta búsqueda de la excepcionalidad, Estados Unidos, Israel y otros estados
serían distintos de sus pares basados en la tragedia como Alemania, Japón,
Rusia, y otros tantos. Esta ficción es poderosa, porque permite creer que se
creo en la historia una forma de evitar la presencia misma de lo oculto en el
hombre, porque la idea del Mal, que pone en duda la FE no sólo pone la duda en
Dios, sino en el Hombre y la
Política misma. Peor este es ante todo un problema occidental
que en su paso a ser Universal tuvo que resolver esta contradicción. ¿Fue el
liberalismo el que pudo resolver en el plano de las ideas esta difícil
contradicción? ¿Se pudo re-fundar la sociedad desde cero a partir de la
realidad post-totalitaria?
En
este sentido, la democracia termina pasando por un doble tamiz, el de la
soberanía, es decir la lucha a muerte por el Estado, donde la democracia en su
expansión politiza absolutamente todo. Schmitt y gran parte de la teoría
europea, siendo el clivaje, el necesario conflicto insoluble pero convertido en
parte del sistema. Es decir que para los europeos siempre fue el Estado la base
de la contradicción fundamental. Mientras que para los sajones la sociedad fue
la respuesta y el acuerdo. ¿Habría sido posible la “Revolución Americana” en el
régimen francés? Ciertamente que el fatal revisionismo sobre la historia
francesa podría ser una extraña operación para tratar de explicar el
totalitarismo por una simple concepción ideológica de la relación de la política
con el Estado. Esta relación es compleja, Estados Unidos, con el tiempo
demostró que su razón de Estado fue volviéndose más poderosa. Este sentido, el
gobierno supra-nacional, y el Estado generan una extraña superposición. ¿Cuál
es el destino de la democracia ante esta situación? Si bien todos fueron
optimistas sobre el fin de la
URSS , esto no fue sinceramente sobre la base misma del éxito
de los Estados Unidos en expandir su democracia sino el fracaso mismo de la
URSS. En este sentido cabe pensar si el
Estado en Estados Unidos no es por su poder, capaz de erradicar algún día la
democracia de todo el globo. Como súper poder, Estados Unidos rivaliza con
China en el control de grandes porciones de la economía mundial. Hoy en día
parece que fuera la interdependencia y no el logro particular de alguna
experiencia histórica lo que contendría los conflictos. Pero esta realidad no
quita el papel de la crítica liberal y la reconstrucción de la democracia. La
democracia hoy se basa en una serie de contradicciones de Mercado y Estado.
Pero estas contradicciones se basan en la propia idea de sujeto. Un sujeto que
a la vez no puede ser freudiano. El sujeto freudiano si es razonable tendría
que coincidir con la base misma de lo que es hoy, el hombre, uno que es hombre
a pesar de todas estas vicisitudes. Por eso mismo el post-marxismo descanza
sobre cierto fracaso, el cual Leffort y otros, habrían considerado al poder
mismo como aquello que se fracturo de la posibilidad de ser transformado en una
herramienta de liberación. En este sentido, la realidad concreta es que el
liberalismo anglosajón y la experiencia norteamericana, abreva en una respuesta
completamente distinta. Justamente cabe tomar en cuenta esto para entender que
las sociedades no tienen un espíritu particular ni una fatalidad en particular.
En este sentido, la tradición liberal norteamericana, profundamente
influenciada por Locke no ve conflicto alguno, ni presupone que el dialogo
tenga que ser lo esencial del modo de vida en democracia. Esto hace justamente
un punto de partida importante para entender que hablamos de “democracias”
versus “totalitarismos”. Nos cuesta pensar en un ente ideal superior, en una
completa formalización del totalitarismo. Vale entender esto para poder
dilucidar algunos de los conflictos fundamentales, el valor de la “Justicia”
(responde a la sociedad y a los individuos) es un principio completamente
distinto a la de la soberanía- (responde al Estado y a la Nación ):
[…]
la justicia política en una sociedad democrática; a saber: ¿cuál es la más
apropiada concepción de la justicia para especificar los términos justos de la
cooperación social entre ciudadanos considerados libres e iguales, miembros de
una sociedad con la que cooperan plenamente durante toda una vida, de una
generación a la siguiente? (Rawls, Liberalismo Político, p. 29)
Justamente por esta misma justificación de la Justicia , y de la
tolerancia, y de la no existencia de valores sustantivamente trascendentales,
el liberalismo anglosajón que no sea neoconservador, pondría como fondo la
discusión de los valores más altos de la vida humana como la discusión
predominante de la filosofía política y no el poder. Justamente esta no
problematización del poder, y no problematización del conflicto y una misma
problematización sobre la capacidad misma de poder acceder a una convivencia de
valores que sean a la vez la realización humana de los ideales particulares. Es
lo que genera esta relación distinta de objetos a reflexionar. Justamente una
pretendida huída de la metafísica que no es una búsqueda pragmática ni
utilitaria de la democracia por la democracia misma es la gran diferencia entre
los liberales racionalistas de raíz kantiana y lockeana de los
“Liberal-Conservadores”.
El
liberalismo político supone que las enconadas luchas se entablan por los más
altos valores, por lo más deseable: por la religión, por los más altos valores,
por concepciones filosóficas acerca del mundo y la vida, y por diferentes
concepciones morales de bien. (Rawls, Liberalismo Político, p. 29)
En este sentido vale hacer una aclaración importante, la
verdadera comprensión del liberalismo anglosajón, no puede ser Arendt,
desplazar y pensar que el hombre, que la sociedad sea cual sea, no estaría
luchando por algún valor supremo parece ajeno a la visión del liberalismo.
Justamente es cuando el “Bien” se pone en cuestión que la crisis, que la
ideología, que la moral entra en crisis. Cuando el “Mal” se toma como
referencia, se entra en el campo del derecho, de la criminalización. Tanto es
así, que el Mal parece ser un concepto más atractivo para el tema del
Totalitarismo. Pero no es el mal sino el bien la base de la sociedad liberal, y
es la base de la utopía totalitaria. Justamente la articulación “Bien/Mal” y la
necesaria supeditación del Mal al Bien son importantes. Justamente serían los
incapaces, de toda forma y tipo que abandonando la sociedad son seducidos por
el crimen y la violencia. Justamente ellos serían enemigos fatales del orden
social. Justamente este necesario contrapunto más moral que político sería la
salida del problema. Pero no es una buena fundamentación. Los críticos de
Arendt tienen razón, ¿Qué puede decirnos el valor del mal banal? ¿Acaso no es
el bien banal? Justamente la fidelidad a esta tolerancia forma parte del
sistema, forma parte en suma a lo razonable, es decir a que los medios sean
aptos para los fines. Son aptos para ello porque nunca la racionalidad puede
liberarse, nunca la racionalidad puede especular políticamente más allá.
Eichmann es tan “responsable” de ser nazi como un buen ciudadano de ser un
“buen demócrata”. No se trata en este caso de pensar en una forma de
pensamiento que se trate de la naturaleza del pensamiento, de la vida de
Eichmann.
Si
enfocamos la atención en la primera pregunta fundamental, el curso del pensamiento
democrático en los últimos dos siglos, o algo más, nos demuestra llanamente que
en la actualidad no existe ningún acuerdo en la forma en que las instituciones
básicas de una democracia constitucional deben ordenarse si han de satisfacer
los términos justos de de cooperación de ciudadanos considerados libres e
iguales. Esto lo demuestran las muy controvertidas ideas acerca de cómo los
valores de las libertades e igualdades se hallan mejor expresados en los
derechos básicos y en las libertades de los ciudadanos a fin de responder a las
exigencias de la libertad y de la igualdad. (Rawls, Liberalismo Político, p.
30)
En este sentido podemos entender que las “instituciones”
frente a la “Justicia” son un valor importante y caro al racionalismo. La
posibilidad misma de que existan instituciones de por sí capaces de tener
lógicas ajenas a estas pretendidas no forma parte del planteo liberal. ¿Será
por esto que el liberalismo en este nivel que puede hacer convivir las
exigencias de Mill y Kant es ante todo un estado velado en el cual se presupone
las condiciones ideales de una democracia? Desde este punto de vista, la
democracia se formaliza en extremo. Esta democracia formalizada en extremo, es
el resultado mismo de pensar en la presencia misma de individuos que no se
comportan por fuera de ella. La democracia como orden es un orden coercitivo en
última instancia. La gran diferencia existe entonces por medio de la cual no
hay masa superflua, no hay elementos que estén por fuera de este pensamiento.
Nada hace escapar a esta formalización de la vida democrática. La democracia se
hace una filosofía política en particular. La respuesta de Rawls es una
respuesta total al totalitarismo.
a-Cada
persona tiene igual derecho a exigir un esquema de derechos y libertades
básicos e igualitarios completamente apropiado, esquema que sea compatible con
el mismo esquema que sea compatible con el mismo esquema para todos, y en este
esquema, las libertades políticas iguales, y sólo esas libertades, tienen que
ser garantizadas en su valor justo.
b-
Las desigualdades sociales y económicas, sólo se justifican por dos
condiciones: en primer lugar, estarán relacionados con puestos y cargos
abiertos a todos, en condiciones de justa igualdad de oportunidades; en segundo
lugar estas posiciones y estos cargos deben ejercerse en el máximo beneficio de
los integrantes de la sociedad menos privilegiados.
(Rawls, El Liberalismo Político, p. 31)
(Rawls, El Liberalismo Político, p. 31)
En este sentido queda delimitado que el Estado no es un
problema. El Estado al no ser un problema queda delimitada toda la acción
política. La acción como tal delimitada deja en el modelo ideal, a un Estado
que se ciñe al derecho en la práctica porque defiende el más débil. ¿No es esta
la más cara idealización liberal? ¿Hay que soportar que el Estado a cualquier
costo haga lo que haga? El liberalismo cree en este sentido que el derecho a la
“rebelión” nada tiene que ver con la revolución misma. Esta es la razón por la
cual el “autoritarismo” sería distinto del totalitarismo. El estado contenido
en la forma autoritaria no excedería en excesos a los Totalitarismos. Sería una
cuestión de grado de reacción por parte del Estado. En este sentido, la
evolución del liberalismo no sería una evolución de la cultura, se trata en
todo caso de una evolución necesaria de la política misma. La evolución de las
convicciones políticas. Estas se darían en forma clara por la aceptación de las
condiciones de la libertad. El marxismo, y el leninismo en particular. Ni el
papel de Sorel, ni el papel de los filósofos continentales de la política
europea tendrían algo que ver con esta clase de reflexión. El problema de
Lenin, y el de Marx era la esencia misma del Estado, porque la justicia como
valor, estaba por fuera del derecho, por fuera del estado, por fuera de cualquier
“constitución”. En este sentido, queda entonces por escindir que el mundo
contemporáneo la justificación, no es convergente, la contradicción entre los
“demócratas” subsiste. Justamente por eso, creo que es importante valorar las
formalizaciones últimas del Estado liberal moderno y que preferentemente
provengan de los Estados Unidos.
Uniremos
a esta pregunta fundamental un segundo interrogante: el referente a la
tolerancia, entendida en su acepción general. La cultura política de una
sociedad democrática siempre esta marcada por una diversidad de doctrinas
religiosas, filosóficas y morales opuestas entre sí e irreconciliables. Algunas
de estas doctrinas son perfectamente razonables, y el liberalismo político ve
en estas doctrinas razonables el inevitable resultado, a largo plazo, de las
capacidades de la razón humana y su actividad en el trasfondo de doctrinas
libres y duraderas. (Rawls, Liberalismo Político, p. 29)
¿Qué
se ha hecho de esta noción?- quién se pregunte a fondo, lo que se ha logrado es
convertir al imaginario totalitario en un suplemento del sistema existente. La
carga del sentido de lo “Totalitario”- la experiencia histórica sobre todo del
final de la URSS
impacta en la forma actual en que el mundo se organiza. En el caso del
Totalitarismo suelen ser los crímenes que se le imputan es decir, que se suele
tomar como esencia un resultado histórico, reducido, especialmente “modelos ideales”, sobre esta
endeble necesidad de mantener una sociedad post-totalitarismo, la maquinaria de
la verdad en torno al Totalitarismo supo construir, un “poder”.
La
gran revelación en torno a esto es que el
fracaso de la racionalidad, del proyecto moderno como se le imputa tuvo
pérdidas más graves que las que se podría pensar a primera vista. Es falso que
las “democracias” no puedan convivir en un mismo sistema con los
totalitarismos, también es falso que vamos hacia un mundo más pacífico. Lo
único que se ha logrado hasta ahora es cambiar la naturaleza de los conflictos,
y en parte relativizar la crisis general. Cuando consideramos esto podemos
comprender que la idea misma de masas en el siglo XX, cuando la
industrialización de Europa termina alcanzando todas partes del mundo queda en
sí misma como un producto de la sociedad que se moderniza. Incluso cuando esto
es pensado, nos damos cuenta que el proceso general incluyo no sólo oleadas de
anti-liberalismo sino que también favoreció la implantación del capitalismo en
todo el globo, ya sea de Estado o de Mercado, el capitalismo se expandió,
confirmando las propias ideas de Marx o Rosa Luxemburgo. Vale la pena tomar una
referencia:
El
fascismo y el estalinismo utilizaron y extendieron los mecanismos ya presentes
en las demás sociedades. No sólo esto, sino que a pesar de su locura interna utilizaron
las ideas y los procedimientos de nuestra racionalidad política. (DE,
IV306:224) transferencia de tecnologías y prolongación, con la salvedad, de la
enfermedad, la locura y la monstruosidad. También continuidad en el estalinismo
y en el fascismo en las biopolítica de exclusión de políticamente peligroso y
de lo étnicamente impuro: biopolíticas establecidas desde el siglo XVIII, por
la policía médica y asumidas, en el siglo XIX, por el darwinismo social, el
eugenismo, las teorías médico legales de la herencia, la degeneración y la
raza. (Defender la sociedad, FCE, p. 248)
Como podemos entender se trata de una serie de
transformaciones en torno a las políticas sobre las poblaciones y las formas de
producción de la vida. En este sentido, el Totalitarismo no tendría nada de
extraordinario, sino que habría sido parte de una evolución casi necesaria de
las transformaciones de las sociedades civilizadas. La pregunta reside
entonces, sobre el por qué de estas transformaciones en la sociedad y sobre la
continuidad de esta en todos los órdenes de la vida. No obstante esto debemos
considerar un punto importante a tener en cuenta sobre el tema del
totalitarismo que no escapa a la idea más clásica de Estado:
Los
Estados no pueden subsistir sino a condición de que haya una voluntad soberana,
considerada como expresión de la voluntad individual. La voluntad del señor es
la ley. ¿De qué sirven tus leyes, si nadie las sigue, tus órdenes, si nadie se
las deja imponer? El Estado no puede renunciar a la pretensión de reinar sobre
la voluntad de individuo, de contar y especular con ella. Le es absolutamente
indispensable que ninguno tenga voluntad propia; al que la tuviese el Estado se
vería obligado a excluirlo, (aprisionarlo, desterrarlo, etc.); y si todos la
tuviesen suprimirían al Estado. No se puede concebir al Estado sin la
dominación y la servidumbre, porque el Estado debe querer necesariamente ser el
dueño de todos sus miembros, y, esta voluntad lleva el nombre de “Voluntad de
Estado”. (El Único y su Propiedad, Max Stirner, p.198)
Claramente las preguntas que se hace Stirner, que no
son más que la pregunta que cualquiera se haría por el Estado mismo, hace que
el Totalitarismo al no poder no tener Estado, podríamos decir, que el
Autoritarismo es la piedra basal, la firme base de sustentación, luego los
crímenes que cometa el Estado serán de acuerdo a sus fines, y la pregunta por
los fines, sí habilita a una pregunta que disocia la forma del fondo. Es más
interesante preguntarse por la naturaleza humana y su necesario suplemento
institucional. El totalitarismo no es un Estado de Naturaleza, hobbesiano, sino
su reverso. Es un terrible Leviatán, la imagen de Cronos, devorando a sus hijos
podría ser el mejor mito, el del padre despótico, pero este padre despótico es
especial porque no piensa en el sentido contractualista. Por eso mismo vale la
pena hacer la siguiente aclaración:
La
estructura del Estado nacionalsocialista no se describe, completamente, no
obstante, por la soberanía tripartita de la industria, del partido, y de las
fuerzas armadas, con el Líder representando la sede de la conciliación final.
Las fuerzas rivales ejecutan sus decisiones a través de una burocracia que es
una de las administraciones más altamente racionalizadas y eficientes de la era
moderna. Es, al mismo tiempo, el elemento menos nuevo del Tercer Reich, siendo
bastante idéntica a la burocracia de la republica de Weimar, expurgada de sus
miembros no confiables. El terror que mantiene a la sociedad nacionalsocialista
no es solamente el de los campos de concentración, prisiones y pogroms, no es apenas el terror de la
ausencia de la ley, sino el terror legalizado menos visible, a pesar de no ser
menos eficaz, de la burocratización. (Marcuse, Estado e Individuo bajo el
nacional socialismo, p.63- Marcuse, Una Introducción)
Cuando se considera que una parte de los logros
anteriores del Estado, si tal cosa cabe son esenciales para poder tener el
totalitarismo, su excepcionalidad se derrumba. El intentar simplemente
comprender tomando el caso como algo distinto a lo que ocurre con el resto de
la historia humana tiene una sola justificación y esta es ideológica. La
tensión entre un hecho en la historia, con una supuesta continuidad inexorable
es válida pero la fantasía en torno a tiempos que serían tan extraordinarios
donde el ser humano sería naturalmente distinto a hoy tiene sus
contradicciones. En este sentido, uno de los problemas más importantes a
resolver es esta misma cuestión y cómo se aborda. Vale decir que es importante
tomar otros registros sobre todos artísticos sobre el fenómeno, es importante
saber que la asociación fascismo barbarie, y del “buen arte” y la “buena
cultura”, son ante todo una aspiración burguesa que no acepta su
responsabilidad en formar parte de un proceso histórico:
-¡Les
Temps! ¡Ese sí que es un gran periódico1- dice Arthur Ganate, para hacerme
rabiar-. No hay otro como el cuando se trata de defender la raza francesa.
Y yo le devolví la pelota para demostrarle que estaba
bien documentado:
- ¡Y bien lo necesita la raza francesa puesto que no
existe!
-¡Que
si, que existe! ¡Y bien hermosa! –insistió. Te diré incluso que es la raza más
hermosa del mundo. Cornudo quien lo niegue.
Y
entonces se puso a injuriarme. Yo me mantuve en mis trece.
-¡No
es verdad! La raza, esto que tu llamas raza, no es mas que un revoltillo de
infelices de mi estilo, legañosos, piojosos, muertos de miedo, venidos de los
cuatro lados del mundo, y que han llegado aquí vencidos, perseguidor por el
hambre, la peste, los tumores y el frío. No podían ir más lejos a causa del
mar, eso son los franceses.
[…]
Tu
pequeña muestra no vale nada ante la vida. Yo estoy por el orden establecido y
no me gusta la política. Y, además el día que la patria me pida que derrame la
sangre por ella, me encontrará dispuesto a dársela sin perdida de tiempo.
Precisamente
eso contesto Arthur. (Céline, Viaje al fin de la Noche , p. 12)
Contar
con algunas referencias es necesario, porque se trata ni más ni menos que ir
dividiendo lo necesario de lo superfluo. Como venimos enumerando, el
Totalitarismo como imagen es el suplemento necesario del poder actual, la
problemática es tal, que se trata de hacer farmacopeas que supuestamente
evitarían que la sociedad volviera a incurrir en esta clase de defectos, en
esta clase de excesos que serían los totalitarismos. Es decir nuevamente
borrar, y ordenar todo lo que lleve a la entropía en la interpretación de la
historia. En este sentido cabe explicar que llegado a este punto, más que
pensar o no pensar en qué es el totalitarismo, lo que se ha hecho es una serie
de fuertes generalizaciones, y toda la necesaria condena por el fracaso
histórico del totalitarismo. En este sentido cabe decir que no sólo Stirner y
Foucault, estaban convencidos del papel del Estado, en el gobierno de todos,
sino que además el mismo Hobbes, sostiene que el arte del gobernar reside en:
Digo
la semejanza de pasiones como deseo, miedo, esperanza, etc., que son idénticas
en todos los hombres, y no la semejanza en los objetos de las pasiones, que son
las cosas deseadas, temidas esperadas, etc. En estas varían tanto la
constitución individual como la específica educación, y se ocultan tan
fácilmente a nuestro conocimiento que los rasgos del corazón humano, ya
manchados y difusos por el disfraz, la mentira, la falsificación y las
doctrinas erróneas, sólo resulta legible para quien investiga corazones. Y
aunque efectivamente a veces descubrimos por las acciones de los hombres sus
designios, hacerlo sin compararlas con las nuestras y sin distinguir todas las
circunstancias capaces de modificar la situación, implica descifrar sin una
clave y estar equivocado para lo fundamental, bien por excesiva confianza o por
excesiva desconfianza, porque quien lee es un hombre bueno o malo.
Pero
por muy perfectamente que un hombre pueda conocer a otro en sus acciones, sólo
le sirve esto con sus conocidos, que son siempre escasos. Quien ha de gobernar
a toda una nación debe leer en sí mismo a la Humanidad , no a este o
aquel hombre en particular, cosa más difícil y más ardua que aprender cualquier
lengua o ciencia; con todo, cuando haya expuesto de modo claro y ordenado mi
propia lectura, desbrozando así el camino, sólo necesitamos considerar si
encuentra o no lo mismo en sí propio. Pues este tipo de doctrina no admite otra
demostración. (Hobbes, Leviatán, p.40-41)
Justamente por eso mismo, la idea de la Utopía , no pesa más que la
idea de Estado, no sería necesario problematizar esta parte importante del
imaginario sobre el totalitarismo. En este sentido vale tomar en cuenta como
las formas de la gubermentalidad subsisten, y por eso mismo el poder total
sobre el género humano se adapta:
“Pero
yo no quiere confort. Yo quiero a Dios, quiero a la poesía, quiero al verdadero
peligro, quiero la libertad, quiero la bondad, quiero el pecado”. Aldous
Huxley.
Dentro
del género de las antiutopías que se escribe Un mundo feliz, sorprende el aire
burlesco y desenfadado con el que Huxley aborda la descripción de un mundo
deshumanizado, en contraste con el modo desangelado y triste de otras obras del
mismo género. Como la mayoría de estas participa de la opinión de que la
ciencia y la técnica, al servicio de los intereses del poder, conducirán al
mundo de reformas sociales de dominación absoluta, a instituciones opresoras a
las que nada quedará al margen, de las que nadie escapará. No obstante,
introduce un nuevo elemento: la genética. En efecto, las posibilidades que la
genética ofrecía al poder para enriquecer su deseo de poder absoluto y que en
los últimos años hemos visto confirmados, fueron ya intuidos por Huxley en
1932.
Un
mundo feliz, viene a ser la réplica de las utopías del primer Wells, en las
cuales la creencia en el progreso científico permitirá el desarrollo libre y
feliz del hombre constituía el núcleo central de la trama. A este respecto,
Huxley en una carta referida a la señora Kethevan Roberts, fechada el 18 de
mayo de 1931, nos dice: “Estoy escribiendo una novela sobre el futuro (Un mundo
feliz); sobre el espanto de la utopía welleseliana, y una rebelión contra ella.
Es muy difícil apenas si dispongo de la imaginación necesaria para tratar
semejante tema.
[…]
“Las
doctrinas del nazifascismo, el comunismo, el nacionalismo, etc, son
manifestaciones idiotas; mas quienes creen en ellas logran caldear sus
corazones a través de sus creencias, y esta excitación inmediata les hace
olvidar los desastres que a largo plazo que son la consecuencia de semejantes
creencias.”
[…]
En
el curso de la próxima generación, creo que los amos del mundo descubrirán que
el condicionamiento infantil y la narcohipnosis son más eficaces como
instrumentos de gobierno que los garrotes y los calabozos, y que la avidez de
poder tan cabalmente si mediante sugestión se hace que la gente ame su
servidumbre como si a latigazos y a puntapiés se le impone obediencia.
[…]
Huxley,
huyendo de la ideología política de occidente, de los valores en nombre de los
cuales se ejercía la más brutal y a la vez sutil de las violencias, llegó
reposando al oasis de la filosofía taoísta.
[…]
En
el siglo de los intelectuales “comprometidos”, Huxley nos ofrece un modelo
distinto. Antecesor de posteriores concepciones y actitudes tomadas por los
movimientos estudiantiles de los años setenta, constituyó un ejemplo de la
renuncia a la civilización de la seguridad a cambio de la libertad porque
intuyó que no puede organizarse una sociedad humana de manera encomiable,
porque sin libertad no hay vida. (Un Mundo Feliz, introdicción Ignacio de
Lorrenz, p. 12-13-14)
Sin
embargo esto no basta se tiene que decir que algunas de sus consecuencias no
tienen nada que ver con el papel de cierto “redentor universal”, no fue que las
democracias ganaron una batalla épica por la salvación de la humanidad, este
concepto del fin de los conflictos, y de la “democracia conflictiva” o que
procesa conflictos son eufemismos simpáticos pero no reales. Lo que hay que
preguntarse es que clase de conflictos se trabajan hoy y cuales son
sistemáticamente dejados de lado. Esto no es ocioso, ya que de por sí, la
negación de las clases, la negación del capitalismo, pero la omnipresencia de
este, combinados con la negación sistemática a reconocer la “base material”
forma parte de las grandes contradicciones contemporáneas. Al menos si el
destino es “inmodificable”, deberíamos tratar de entender cuáles son las causas
de este proceso. Claramente este ha sido un proceso de propaganda que ni
siquiera se ciñe a la necesidad real de entender el fenómeno. Arendt, cuando
expone la necesidad de hacer el juicio sobre Eichmann se ciñe al derecho burgués,
y al liberalismo. A diferencia de otros propagandistas como Fukuyama, Arendt
tomo al totalitarismo en dos obras diferentes en forma diferente, la primera: “Los
Orígenes del Totalitarismo”, y la segunda “La banalidad del Mal/Eichmann en
Jerusalén”, la pregunta por el mal, termina generando una respuesta más
compleja, la gran diferencia entre los planteos de Arendt y la de otros autores
depende del tipo de reflexión filosófica de fondo. La banalidad del mal, bien
analizada, describe las contradicciones de la sociedad burguesa sin decirlo:
Las
irregularidades y anomalías del proceso de Jerusalén fueron tantas, tan
diversas y de tal complejidad jurídica, que oscurecieron durante el
procedimiento al igual que lo han hecho en los textos, sorprendentemente escasos,
publicados tras el juicio, los centrales problemas morales, políticos e incluso
legales, que el proceso inevitablemente tenía que plantear. El propio Estado de
Israel a través de las declaraciones formuladas antes del juicio por el primer
ministro Ben Gurión, y también mediante el modo que el fiscal realizó la
acusación, creo una mayor confusión al formar una larga lista de finalidades
que el proceso debía alcanzar, todas las cuales se hallaban más allá de las
finalidades propias de la aplicación de la ley mediante proceso legal. La
finalidad de todo proceso es hacer justicia y nada más. Incluso los más nobles
propósitos ulteriores- “registrar el testimonio del régimen de Hitler que pueda
resistir el análisis histórico en el futuro” que Robert G. Storey, dijo que era
una supuesta finalidad superior de los juicios de Nuremberg- únicamente pueden
servir para obstaculizar la finalidad jurídica principal, a saber, sopesar las
acusaciones dirigidas contra el procesado, juzgar y aplicar el castigo concensuado.
(Arendt, Eichmann en Jerusalén, p. 152)
La gran diferencia y crítica que va a recibir Arendt
sobre el tema de la banalidad del mal se da desde el comienzo, ya que la
persistencia de criterios ajenos al derecho, la democracia, y hasta de la racionalidad
laica, estaban conviviendo con el juicio a Eichmann y en este sentido valen
aclarar dos cosas:
Sean
cuales fueran los fundamentos de lo anterior, lo cierto es que la ingenuidad
con que la acusación pública denunció las infames leyes de Nuremberg, dictadas
en 1935, prohibiendo matrimonios e incluso relaciones sexuales
extramatrimoniales entre judíos y alemanes, causó en el público una impresión
de desagradable sorpresa. Los corresponsales de prensa mejor informados se
dieron perfecta cuenta de la paradoja que las palabras del fiscal entrañaban,
pero no lo hicieron constar en sus artículos. Sin duda no creían que fuera el
momento oportuno de criticar las leyes e instituciones de los judíos de Israel.
(Arendt, Eichmann en Jerusalén, p. 10)
La obra de Arendt trabaja bien este contra punto y
demuestra cuán difícil es para un Estado la crítica a lo totalitario y cuán
difícil es para un Estado la contradicción entre Nación y Humanidad. Hay que
poner una acotación importante cuando pensamos en Eichmann en Jerusalén,
podemos entender una serie de cuestiones relacionadas; la primera de ellas es
la que tiene que ver con el proceso sobre la construcción excepcional del
Estado de Israel, la segunda es la que tiene que ver con el orden
internacional, la democracia, la justicia como instituciones burguesas. En este
sentido vale la pena pensar, ¿Existe una forma técnica preexistente que haya
tratado de emular esta clase de “tratamiento” ante los hechos inéditos que
podrían poner al borde de la supervivencia a la sociedad, esto ocurrió sobre el
papel contradictorio que tiene Eichmann y el papel contradictorio que tiene el
Nazismo, no eran elementos aislados sino paridos en medio de Europa, vale la
pena esta pequeña incorporación:
Los
anormales son tanto individuos peligrosos presentes como los futuros. De allí
que la psiquiatría identifique figuras de la peligrosidad, y no exclusivamente
a individuos peligrosos. Desde este punto de vista lo anormal desborda a
individuos peligrosos, no porque lo considera desde el poder de normalización
que se relaciona con él, sino porque construye una tipología de individuos
peligrosos. La categoría de los
anormales formaliza el plural de los individuos peligrosos. Esa formalización
se obtiene en base a la anomalía. El anormal es aquel que en su comportamiento
deja ver una anomalía. Esta genera, una continuidad, reclamada por el
psiquiatra entre la visibilidad de los comportamientos y la invisibilidad de
una psicología. Es la anomalía, como visibilidad de un comportamiento trastornado,
la que permite identificar focos de peligro y remontarse a perversidades
sepultadas en psicologías de apariencia corriente. Para Foucault, tres figuras
constituyen el mundo de la anomalía, el monstruo humano, 64, el individuo a
corregir 65 y el niño masturbador 66. Estas tres figuras de la anomalía que van
desde los confines de la humanidad captada en su margen natural hasta la
humanidad más corriente (el niño), dan sentido a la figura amoral del siglo XIX
es el descendiente de estos tres individuos que son el monstruo, el
incorregible y el masturbador. El anormal del siglo XIX hereda las tres formas
de la anomalía. Este encierra al monstruo humano, al indisciplinado y al
onanista en otra configuración del saber y el poder; descripta en el
advenimiento de la psiquiatría moderna. (Le Blanc, El pensamiento Foucault, p.
139)
No resulta para nada extraño tener que elaborar este
pasaje, ciertamente cuando pensamos en la forma en que entendemos el
Totalitarismo desde la “Ciencia Política”, la Filosofía Política
y la Economía. Entendemos
que casi como una rama separada, este campo funciona como una parte de las más
complejas para tratar de abordar lo que sería el “régimen” monstruoso, esta
sería la gran diferencia entre la democracia representativa actual y el
“Totalitarismo”, a diferencia de las tradicionales formas de gobierno donde
había formas “desviadas” donde Aristóteles las consideraba formas incorrectas
de formas correctas de gobierno ejemplo: Monarquía/Tiranía, la base sobre la
cual se quiere “criminalizar” a la sociedad totalitaria, el Líder Totalitario,
y la masa totalitaria parece ser muy distinta. Esto tiene que ver con la
necesaria construcción del régimen que vendría a resolver estos problemas. En
este sentido Arendt adhiere a una crisis que no termina de ser resuelta sobre
qué base pasó. Arendt parece que con la “banalidad del mal” quisiera fundar un
campo nuevo sobre el papel de los “nuevos criminales” que a la vez al hacer
crímenes relacionados con la política de resultados incalculables no pueden ser
juzgados por el derecho burgués. Sobre este punto hay una cierta similitud,
¿Cuál fue la creación de Arendt frente a este hecho? ¿Se dio un cambio parcial
en parte de muchos de los que luego irían girando hacia el liberalismo
posteriormente? Este nuevo liberalismo o los nuevos liberalismos tuvieron una
parte importante en el estudio del totalitarismo. La gran diferencia entre el
papel de Eichmann – es que podría ser cualquiera, es decir iría en contra de la
razón del anormal pero a la vez no puede escapar de esa imagen. ¿Fue en este
sentido una debilidad del poder médico? ¿Fue una debilidad de la justicia? ¿Fue
que la justicia estaba subvirtiendo en ese campo las reglas generales de la
sociedad?
Justamente por eso, cuando la disciplina médica no
termino de solucionar el papel del crimen nazi, fue la economía, y la política,
sumadas a distintas interpretaciones sobre el humanismo, las que fueron
cercando el “misterio totalitario”, justamente con la crisis de la sociedad
disciplinaria, o la crisis en cierto plano, se sumó de alguna manera, una serie
de cuestionamientos sobre lo biológico que harían parte de obras posteriores.
La diferencia entre el “Bios”- la vida- y la “Zoe”- lo vivivente- como vida en
el sentido amplio, biológico. Esta es la diferencia fundamental que volverá en
Arendt en otra forma la forma de la diferencia entre la vida política (activa)
y la filosófica (contemplativa) es decir que la vuelta a la división en torno a
la política, la disolución de la –filosofía de la praxis- forma parte de una
re-conversión dentro del papel que había sido inaugurado con Kant del filosofo
como alguien que interviene en la escena pública. Podemos decir que los ataques hacia Hannah Arendt tienen un
fundamento en este sentido, entre un viejo y un nuevo liberalismo. En este
sentido, el sentido del monstruo, y la necesidad del apoyo de la explicación
por parte del fiscal por medio de una escenificación forma parte de lo que
estaba supliendo a la vez que era una especie de gran psiquiatra, porque explicaba
la anomalía del Nazismo en Eichmann, y la anomalía de Eichmann en el nazismo.
¿Podría haber un asesino que no necesitará tener que manejarse con cadáveres y
con lo que se consideraba matar? Si a esto le sumamos las condiciones
adicionales, podemos ver que lo que se hizo con cada jerarca nazi especialmente
con Hitler fue hacer uso de la psiquiatría, o de pseudo-psiquiatría. Esto fue
justamente lo que terminó quedando como el mito en torno al totalitarismo, lo
que no forma parte del análisis más importante, poco importa si se trata de un
cabo, un arquitecto como Speer, u otro, lo importante es entender el resto de
las disciplinas tratando de metabolizar esto.
La evolución del “populacho” de los orígenes
del totalitarismo a Eichmann, es un giro propio y necesario de la comprensión
de la misma práctica genocida- no se trata de un simple gusto por el crimen por
parte del pueblo-. La reflexión por parte del liberalismo tiene que ser
individual, y no grupal, esto tiene sentido en la forma en que los juicios que
se hicieron a los nazis, quisieron dar espacio al derecho, la moral burguesas y
condenar sobre el derecho, la injusticia, en los “tiempos oscuros”, ahora bien,
esta elección es ideológica. Pensando desde este punto de vista, lo banal en el
mal, el peor mal que sería hecho por la negación de pensar, ¿acaso tiene que
ver con alguna seducción ideológica en particular? Constantemente las fuerzas
de represión en regímenes autoritarios, totalitarios y democráticos, deben
preguntarse patéticamente esta pregunta que no hacen porque sería absurda. ¿La
ley que sigo es la correcta? ¿Está en relación con la justicia? Esta pregunta
que es la de se formularon los griegos con respecto a la diferencia entre la
ley y la justicia, entre la fuerza y el dialogo. Por eso mismo hay que pensar
que el Totalitarismo en el caso de Eichmann puede ser interpretado dentro de la
sociedad burguesa. Claro que bajo esta óptica Arendt nos acusaría de
ideológicos, pero claramente el giro dentro de su propia obra muestra una
evolución ideológica, la cual tiene que tomar que no existe tal cosa como el
mal universal- ya que esto iría en contra de la libertad, ya que se trataría de
una necesidad en el hombre. No por nada, la banalidad del mal le valió tantos
conflictos irreconciliables con muchas autoridades del Estado de Israel. Es más
en este sentido debemos considerar que ciertos elementos hacen entender que el
no poder olvidar lo sucedido e interferir políticamente en la creación del
Estado de Israel y la política de Ben Gurión, le valen una persecución que se
ha mantenido hasta hoy. Nuevamente “La razón de Estado”, tiene un
efecto improbable que en otra época histórica. La razón de Estado de Israel, el
Mossad, el secuestro de Eichmann, el deber sagrado del pueblo judío de
encarcelar y juzgar a los nazis. El Mossad es una gran metáfora, mientras que
Arendt se mantiene en el verdadero liberalismo, sus contrincantes, la acusan de
nazi por sobre todas las cosas, para poder construir su relato. En este sentido
el Estado democrático de Israel, termina en una contradicción con la misma
Arendt. Pero esto no es lo más importante pero ya forma parte de lo que ha sido
la propaganda anti-totalitaria versus la crítica anti-totalitaria. Las
concepciones son diferentes. Cuando se entiende esto, se puede entender las
razones de real-politik. Las lecturas de Mein Kampf en las mezquitas del Cairo
mientras Eichmann era enjuiciado formaron parte de un clima de época.
Pero
estas cuestiones forman parte de un dispositivo complejo. El Estado de Israel
forma parte de la garantía del Estado Judío, como tal aunque no todos los
habitantes de Israel lo sean, y contradictoriamente la política interna de
Israel lleva a que esta garantía no sea siempre la primera prioridad- los
estados sacrifican sus habitantes a voluntad-. Esto fue lo que ocurrió con la
misma Arendt cuando fue acusada de nazi simplemente por oponerse,
“intelectualmente” a la política de Ben Gurión. No obstante la banalidad del
mal, sobre la nueva clase de crímenes, no es más que chocar contra las contradicciones
del derecho burgués. ¿Cuándo un preso muere en cualquier cárcel del mundo hoy y
la impunidad acompaña a las fuerzas de seguridad qué clase de ser pensante está
de detrás ello? ¿No nos sorprendería que si ponemos a muchos represores contra
las cuerdas encontremos más y más Eichmann claro que podríamos encontrar una
clase de fanático distinto. Pero el problema mismo del Estado de Israel era
tratar de combatir la idea misma del enemigo fácil de derrotar y de vencer.
Ciertamente el campo de concertación, el GULAG, son lugares que llevan al
extremo una característica de la sociedad moderna, de la impersonalidad y el
desprecio de la vida humana. Pero no debemos pensar que esta institución,
porque eso fue lo que termino siendo sí tenía nada que ver con la sociedad
moderna. Esto fue parte de un fenómeno no estrictamente alemán sino japonés en
china y que sigue replicándose en extrañas formas en todo el mundo, tal cual la
relación entre los Hutus y los Tutsis. Claramente que lamentamos que China no
haya podido pedir sus justificaciones y poder llevar en idénticas condiciones a
algunos de esos jerarcas japoneses. Curiosamente el ejemplo japonés y la
ausencia de juicios iguales sobre la situación china muestras terribles
consecuencias del papel de la propaganda en plena guerra fría. A partir de allí
podemos ver lo que queremos analizar del totalitarismo, su simple enumeración
no alcanza, se trata además no caer en las simples ideas de u buen sistema o un
mal sistema. Lo que no se puede olvidar es que el Estado esa creación moderna
está en el centro de la discusión. Hoy en día sabemos que el negacionismo es un
arma política de peso. También sabemos que el negacionismo no es puramente una
creación delirante sino que tuvo por fin, combatir ciertas posiciones generales
sobre la política en Europa y Medio Oriente especialmente. No por nada, el
Frente Nacional Francés en pleno siglo XXI, puede ser tan negacionista como el
presidente de Irán. Por eso mismo la islamofobia y el “nacionalismo francés”,
hacen una justa combinación, la civilización Occidental porta la contradicción
en sí misma. Por eso mismo, la maquina negacionista y anti-semita necesita
siempre de la anuencia de ciertos poderes permanentes. Cuando estas cuestiones
ocurren, queda pensar si realmente, hemos superado el “Totalitarismo” o si
simplemente este ha desaparecido por un tiempo. Claramente hoy en día vivimos
en un mundo menos mesiánico pero esta apariencia podría ser ingenua.
Cuando
entendemos esta relación podemos entender el poder de la verdad sobre el saber
en general. Al mundo occidental desarrollado le ha resultado cómodo crear un
discurso que le calce completamente bien. En este sentido, muchas veces lo que
ha imperado es una verdadera fuga del problema. ¿Será que Arendt en este
sentido a diferencia de Freud si quiso al menos responder desde la burguesía al
problema? Curiosamente Freud, nunca se preocupó demasiado por entender lo que
había ocurrido a nivel subjetivo como lo haría Arendt, para Freud sólo se
trataba de naturaleza humana. En este sentido, la contradicción en el nivel de
la conciencia, tal cual la entendía Marx, es retomada por Arendt, la
conciencia, el “poder pensar” estaba en juego. Hay una burguesía que no piensa
y este es el horror de Arendt. Curiosamente en este sentido, en vez de andar
con moralismos propios de los vencedores, la obra de Arendt es filosófica, si
el intento es sacar a Eichmann su culpabilidad y si el derecho burgués no puede
decir más, bien estaba por Arendt recordar el límite del Estado burgués. Los
Estados burgueses no pueden juzgar lo que no son aptos para juzgar, y en este
sentido lo esquivo de la criminalidad del Eichmann, es lo mismo que ocurre con
el totalitarismo en general. El motivo particular del totalitarismo no cambia
la esencia misma de la base del sistema, se pudo sobrevivir al totalitarismo.
Por eso mismo, Arendt, podría hablar de la banalidad del mal. Curiosamente eso
saca el papel de las víctimas del centro de la escena. La pregunta es, ¿la
comunidad internacional hizo realmente lo que debía como en tantos otros casos
o simplemente prefirió conservar sus beneficios? En este sentido, curiosamente
lo terrible de las ideas que se pusieron en juego con Arendt eran todas las que
subsistían en torno a Eichmann, y las que subsistían en torno al gobierno nazi
y el soviético. ¿Un totalitarismo para derrotar a otro? ¿Era esta una buena
respuesta? El “Tío Joe”, necesario para derrotar a Hitler es una respuesta
compleja frente a lo que fue el final de la segunda guerra mundial. ¿Cómo fue
el que mundo libre tuvo que aliarse a un totalitarismo para derrotar a otro? –
si a Arendt se la parafraseo de hacer
una defensa de Eichmann y decir que el pueblo judío, termino presa de la
degradación nazi, cómo olvidar lo que estaba ocurriendo en la URSS. Claramente el pacto Alemania
Nazi-URSS es un hecho tan necesario como el pacto Aliados-URSS, los giros
“sagaces” de Stalin y su supervivencia hasta su muerte nos hace dudar. No
porque iguale las acciones pero necesariamente quita de en medio una cuestión
que era la excepcionalidad de esta condición. El destino de Polonia misma, es
en sí misma un paradigma.
La
existencia de Hagana en 1920, ya marca un indicio de que no todos los judíos se
encontraban en la misma situación, el Estado de Israel es una acción conciente
de un grupo de judíos creadores del Estado de Israel, no es un acto reparador
de la comunidad internacional luego del Holocausto. Podríamos decir que todos
estos estados convivieron de forma clara, lo curioso es que ya con la misma
experiencia de Guernica, los nazis, mostraban que las siguientes acciones
serían parte de una negación sistemática de la humanidad del enemigo. El hecho
que fue olvidado junto con las operaciones japonesas en China, y el papel
necesario de Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, da la razón a Arendt, los
pilotos que incineraron a dos ciudades enteras tuvieron la “confianza” de hacer
el bien, si hubieran sido cazados a muerte, y encerrados para luego se
ahorcados, sus respuestas no hubieran sido distintas que las de Eichmann. Arendt,
en este sentido estaba describiendo el papel de muchos hombres poderosos de hoy
en día, muchos poderosos burgueses, tienen que decidir sobre cuestiones que le
son ajenas en su vida diaria y a su responsabilidad legal. En este sentido
Eichmann fue una muestra no cínica- de lo que ocurría-, de un estado de
situación de la sociedad contemporánea, la gran diferencia entre estos hechos
es muy importante para entender que es el capitalismo hoy en día. Ya que por
más que se quiera invertir el orden de los factores, Eichmann resalta el papel
de la “educación autoritaria” por sobre el papel del Tercer Reich, ser un buen
nazi sin ser anti-semita, genera una extraña reacción. El abuso de esta
categoría fue aplicado de manera estúpida sobre los ideólogos por ejemplo:
Heidegger; quien quiera pensar que la inocencia de Heidegger tiene algo que ver
con la de Eichmann se equivoca son posturas diametralmente opuestas. Pero claro
que a la propaganda neoliberal necesita tener una garantía de que pensar sea un
delito es decir, crear buenos “Eichmann”. No necesariamente la historia pone a
estos hombres que no piensan frente a un genocidio. Pero es claro que la
sociedad cuando niega la muerte de sus semejantes, tiene una deuda para consigo
misma. Donde todo el mundo espera “coraje civil” o la negación de la
imbecilidad tal cual el fiscal israelí pretendió hallar en Eichmann sólo va a
encontrar negaciones. Esto nos dice mucho de lo que hoy en día, hace el Estado,
ciertamente la complicidad activa es mucho peor que la pasiva, pero es muy cierto
que la complicidad pasiva es casi requisito necesario para que para que pueda
haber cómplices activos que no piensen.
Claro
que esto va en contra de la manera en que burguesía concibe el Estado. Arendt,
termino re-creando la noción de Mal, si el mal no tiene que ver con el egoísmo,
la crítica de Arendt choca frontalmente con Freud. El pensar de raíz,
heideggeriana, de la obra “Qué significa pensar”, es lo que opera aquí, o al
menos no es clase de interpretación que luego Leffort, y otra de clase de oportunistas
harían bandera para cuando los “totalitarismos” estuvieran en decadencia. Esta
es la gran diferencia, el concepto de la banalidad del Mal, lo que generó
escándalo es profundamente heideggeriano, porque pese a las acusaciones ciertas
de Heidegger como nazi, sus problemas fueron los de la sociedad burguesa.
Al
ámbito de lo que se llama pensar arribamos cuando nosotros mismos pensamos.
Para que nuestro intento sea coronado por el éxito es menester que estemos
dispuestos a aprender a pensar.
Al
someternos a tal aprendizaje, ya hemos admitido que todavía no sabemos pensar.
[…]
El
hombre puede pensar en tanto tiene posibilidad de hacerlo; más tal posibilidad
no es garantía que seamos capaces de realizarla, ya que solamente somos capaces
a aquello que tendemos. (Heidegger, ¿Qué significa pensar?, p. 13)
Curiosamente si consideramos que el papel de la reflexión
del pensar sobre hechos graves que deberían llevar a una no indignación sino a
una profunda reflexión de las acciones humanas encontraríamos un papel distinto
a la reflexión de Arendt, porque lo que hacia es poner en tela de juicio no el
papel de un hombre que se opone ideológicamente al nazismo, no se pregunta por
la pregunta del partisano. Si no que se pregunta por la ausencia del pensar. Esto
es se pregunta por la contradicción misma del que está en medio de las “redes
de la ideología”, pero no ideología en el sentido de una ideología particular
como el “comunismo, anarquismo, liberalismo” sino por el contrario sobre la
imposibilidad de hacer tal acción por sí mismo. Es decir, no poder ser capaz de
poderse responder lo grave de su situación. En este sentido, ¿Hay una brecha
grande entre la filosofía marxista y la ideología marxista? Desde este punto de
vista, si simplemente queremos mantener el debate vivo podemos decir que sí, la
ideología marxista, la ideología nacional-socialista, son criticadas
indirectamente por Heidegger y aquí se haya una interesante paradoja.
El
que se dé muestras de interés por la filosofía, no atestigua todavía ninguna
disposición a pensar. Es verdad que existe en todas partes una serie
preocupación por la filosofía y sus problemas. Existe también un loable
despliegue de erudición en orden a la investigación de su historia. Nos
aguardan en este campo tareas provechosas y loables para cumplimiento los
mejores no resultan lo bastante buenos, sobre todo cuando se trata de
presentarnos los modelos de los grandes pensadores. Pero tampoco el hecho de
que nos hayamos abocado intensamente y por el espacio de largos años a las
disertaciones y los escritos de los grandes pensadores nos da una garantía que
nosotros estemos pensando o que estemos dispuestos a aprender a pensar. Por el
contrario el ocuparnos de la filosofía es lo que mas persistentemente pede
sumirnos en el engaño de que estamos pensando, ya que estamos “filosofando” sin
cesar. (Heidegger, ¿Qué significa pensar?, p. 14-15)
A medida que vayamos comprendiendo esta diferencia
podremos entender el papel necesario de ciertas críticas al totalitarismo por
sobre otras. Además podemos entender que el papel del totalitarismo, el papel
del burgués, el papel del genocidio, y el papel mismo de la política, se hacen
más opacos en la medida que Arendt trabaja el concepto de la banalidad del mal,
el hombre que podría ser cualquiera es una fatalidad histórica y a la vez es
una fatalidad de clase. En este sentido, ¿Arendt no está dando a entender que
la razón de estos sucesos sigue desafiando nuestra manera de entender la
naturaleza humana? Muchos han querido ver en esto un giro kantiano posible,
¿Qué hacer sin la moral justificada por imperativos como mandato burgués? ¿Qué
hacer sin leyes universales? Justamente esta crisis de la metafísica que con
tanta intensidad se dio en Europa, fue tomada por el mismo Heidegger, porque en
él estaba la pregunta misma de la naturaleza del “pensamiento” o lo que es lo
mismo la acción de pensar.
¿Quiénes
nosotros? Nosotros los hombres de hoy, los hombres de hoy que va perdurando
desde hace mucho y que va a seguir perdurando todavía mucho por una extensión
para la cual no hay ninguna cronología histórica. […] No da bastante que pensar
el que somos un signo y que esto indescifrado? (Heidegger, ¿Qué significa
pensar? P. 20)
Justamente
cuando nos ponemos a pensar qué es el “Totalitarismo” debemos detenernos con
mucha paciencia a saber qué ha sido y qué fue de sus epígonos, es decir de
aquellos que tuvieron que lidiar o lucrar con él. Lo que no es poco. La ciencia
política, lamentablemente no dispone de verdades bellas, su análisis es el
poder, o al menos eso pretende declamar. Sobre estos puntos vale decir que
hemos de entender que la visión de Arendt no puede ser la de Popper, no puede
ser la de Hayek, no puede ser tampoco la de los thinks tanks norteamericanos,
su distancia con ellos es grande, y su crítica distinta, Leffort mismo, quién
sabe si el junto con los post-marxistas pretenden discutir siquiera en el mismo
plano, justamente para separar y entender qué fue aquello que se dijo, y qué es
eso que se dice hoy, nada mejor que seguir indagando.
En
esta forma todas las ciencias se originaron de la filosofía de doble manera.
Las ciencias provienen de la filosofía en cuanto la tienen que abandonar. Las que se
originaron por sus propios medios y en cuanto a ciencias, no pueden nunca más
desandar lo andado, para retomar con un salto a su punto de origen. Se quedan
ahora entregadas al ámbito de una esencia donde sólo es capaz de hallarlas el
pensar, siempre y cuando este último pueda aportar lo que es de su parte.
(Heidegger, ¿Qué significa pensar?, p. 25)
Justamente
en este tramo mismo, podemos entender la característica capital de un divorcio
profundo, y casi necesario que no es más ni menos que la interpretación de la
obra misma de Nietzsche. Algunos como Carl Schmitt lo consideraron un romántico,
y por otra Heidegger rompe frontalmente con ciertos puntos que al divergir de
Freud rompen necesariamente la unidad de la crítica anti-totalitaria. E incluso
dejan en la filosofía preguntas que siguen siendo intrigantes y peligrosas, ¿No
será que justamente el psicoanálisis como tal es capaz de interpretar a los
burgueses normales y no a Eichmann? Mejor dicho que el análisis serio de
Eichmann daría al psicoanálisis una respuesta incómoda, ¿qué es lo que debería
tener al hombre? ¿Qué clase de Súper-Yo se vuelve superfluo hoy en día? Claramente
esto le sale caro, el poder como tal, forma parte de una forma de ser, una
forma de pensar el mundo, Heidegger crítica al tecno-capitalismo, a la
conquista del ente por el ente, los medios que tienen que ser correctos para
los fines correctos, los medios son los fines mismos, el pensamiento tecno
capitalista puede reproducirse sin mediación filosófica- el fin del
pensamiento- . ¿Acaso no empieza ya de por sí demostrando que se trata de una
superación de la política moderna? (La violencia es el arma capital de la
reflexión del Estado burgués)-¿Qué ocurrió acaso con las dictaduras? ¿Acaso
desaparecieron? Vale la pena pensar, y continuar sobre la historia del concepto
clave, el Estado, el cual gracias a muchos altercados y creaciones
fantasmaticas, queda como si fuera un simple prestador de servicios- lo cual es
mostrar su cara más chata. El engaño es simple, ¿Cuánto cuesta a la sociedad la
libertad de un individuo? ¿Y qué clase de individuo es libre? Sobre estas dos ideas
se basa el principio jurídico del Estado, el derecho con sus garantías y las
formas de propiedad. Será completamente torpe, ir ley por ley, procedimiento
por procedimiento, tortura por tortura, burocracia para entender esto. Lo
cierto es que ante todo, el Totalitarismo quizá fue el cénit de una sociedad,
la disciplinaria y a la vez el inicio de la sociedad bio-política, tanto que el
producto del victimario como de la víctima responden a un tercer fin, el
fantasma de la Alemania Nazi ,
la voluntad del Führer o la excusa que sea. Hoy la muerte se administra mejor,
la muerte ya no forma parte de un “problema insoluble”. Sobre este hecho,
triunfaron las formas de dominación. La negación de la muerte en la política es
muy importante, sólo así se puede superar la contradicción de Orwell:
«El lenguaje
político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades,
el asesinato una acción respetable y para dar al viento apariencia de
solidez.»
Fuente: “Politics and the
English Language”, Horizont, abril 1946, incluido en: The Collected Essays,
Journalism and Letters of G. Orwell, vol. IV
(1945-1950), Secker & Warburg, Londres 1968, pp. 127.140
Podemos entender fácilmente que Orwell intenta dibujar
cierta línea de lo imposible de lo político lo cual, ya formaba parte de las
preocupaciones de Hobbes, el problema de Orwell es profundamente retórico, y en
este sentido, el problema es no poder aceptar que el lenguaje hace un saber que
luego será un poder. Si además ese poder es una producción permanente jamás se
despierta de la pesadilla. ¿Cuáles serían las verdades eternas que nos protege
el poder hoy frente al Totalitarismo? Esta especie de cuento, por más terrible
que parezca forma parte de la historia del poder mismo. Que el sistema haya
mantenido su eficacia, su colonialismo, y que las contradicciones y la carga de
la prueba queden en las “revoluciones” como hechos no inéditos, como la
negación de la “indisciplina” en la historia dice mucho de lo que es hoy la
burguesía.
En Orwell, negar esta indisciplina, pensar que
las catástrofes colectivas no siguen ocurriendo es parte de una ridícula
pretensión- sería negar la historia humana-. Lo que debemos hacer para evitar
esta simple idea de una política escindida de todo lo demás, es quitar
“político”: “El lenguaje está diseñado para que las mentiras parezcan
verdades, el asesinato una acción
respetable y para dar al viento apariencia de solidez.” Ya violencia
simbólica, ha tenido un proceso de constante perfeccionamiento, el no poder
escapar de ello, el tener que saber que hay una verdad, incluso después del
Holocausto, que el negacionsimo puede sobrevivir, más la presencia persistente
del anti-semitismo debería ser prueba más que suficiente que la obra
“purificadora” de la humanidad quedó corta. Cuesta separar qué es la sociedad
burguesa, de las excusas redentoras del totalitarismo como el “Juicio de Nuremberg”, el mismo “Eichmann en Jerusalén”. Quizá se podría
ser demasiado optimista sino se creyera que, el mundo sobrevivió a la guerra
fría más por una ambición y real control de la situación que por una simple
“conversión” a la idea de dignidad humana. Incólume queda el “socialismo
chino”, que sin derrumbarse, y sin ser derrotado militarmente desde 1949,
cuestiona a Fukuyama. ¿Hay que tener DD HH para simplemente adaptarse al
mercado internacional? Debería haber una fatalidad acaso “fantasiosa” ¿no es
acaso por el contrario que formas de vida totalitarias y autoritarias subsisten
y empiezan a convivir con formas de interdependencia con las democracias?
Solamente se hace posible pensar la verdad, dejando de lado, las posibles
alternativas. Procesos históricos pusieron fin a las republicas socialistas
europeas, batallas ideológicas ganadas, hicieron triunfar una forma sobre la
otra. Lo que no podemos decir es que los Estados, la base del reducto final de
la muerte, y de lo reprimido de la política se haya alterado. La política,
sigue estando allí, el lenguaje da un aura contradictoria, ¿Quién desearía
vivir bajo un Estado luego del totalitarismo? ¿Cuánta gente puede dejar morir
un Estado antes de ser considerado totalitario? Dentro de la persecución total
a homosexuales, gitanos, y judíos, la sociedad mantiene incólumes gran parte de
sus prejuicios, y esto ocurre bajo las democracias. Curiosamente esto importa
menos, que el sistema económico. Morir de hambre en un Estado Fallido es para
la comunidad internacional menos grave que morir de hambre por la acción
deliberada de un Estado. Esta es la gran diferencia. Pero a su vez muestra un
lado ejemplar, la acción deliberada de un Estado para matar con el apoyo de la
sociedad hace de ella, un digno espectáculo de lo terrible. Se ha querido ver a
la “revolución”, como la gran culpable. Pero quien sino otro que el Estado el
que siempre es capaz de hacer la tarea ordenada de matar gente, tal cual el
genocidio es. Son justamente burócratas, ajenos a las ideas “idealistas”,
ajenos a motivos extraordinarios los que hacen los genocidios, Eichmann, sería
el éxito de los hechos sociales por sobre las personalidades, sería en suma la
jaula de Hierro ataúd de hierro sobre el cual, el genocidio puede
vehiculizarse. Pero hay otras formas de matar, las formas colonialistas forman
parte profunda. Esta que sostiene las formas necesarias de las nuevas formas
capitalistas de fracasos, el antisemitismo del siglo XXI, se clona tristemente
entre el anti-semitismo y la islamofobia.
La represión a homosexuales, cristianos, judíos, y otros
grupos muestra que bien se combina el capitalismo con las formas más extremas
de irracionalismos. ¿Acaso alguien podría culpar a Irán de dictadura comunista?
Como país subdesarrollado, sin armas nucleares aún, subsiste como prueba
fehaciente de qué es lo necesario para “Impedir
el progreso de la historia”. El resultado ha sido, en análisis ha sido
recopilar como las formas del Estado subsisten y las épocas varían, la gran
heterogeneidad, incluso el Islam como enemigo esencial de la civilización
termina por tener la forma del totalitarismo, pero esto nada tiene que ver, la
democracia y el totalitarismo aspiran a disolver el conflicto pero el Estado y
la violencia lo mantienen latente.
Comentarios
Publicar un comentario