La naturaleza cíclica del capitalismo:
-
La siguiente
afirmación es que el Estado-antes que una relación con un grupo en particular, sino
el resultado de procesos políticos en los cuales las clases sociales producen
subgrupos políticos los cuales ocupan el Estado, esto lo que se siempre se
entiende como el grupo político que se hace cargo del poder “estatal”. Nunca
una sociedad puede estar por completo en el Estado pero un Estado si puede
estar en cada aspecto de la vida. Mientras haya Estado, la idea de una sociedad
que pueda “amar” a su líder jamás genera el apoyo total de sus miembros. Una de
las maneras más sencillas de evitar pensar, el grupo de políticas de los
Estados Totalitarios, ha sido simplemente decir “Totalitarismo”. Los procesos
de terror político tuvieron siempre primero, una reificación del Estado, y luego
una instrumentalización de este. Pensar que otros grandes procesos históricos
no cuentan tácitamente con el apoyo de la totalidad de la población termina por
ser inverosímil. El Estado, no logra por la propaganda sino por la violencia
respuestas extraordinarias de la sociedad, entre ellas la negación de la propia
sociedad. La división entre Estado y Sociedad se mantiene a la par, el conjunto
dirigente utiliza racionalmente tácticas de terror, los genocidios dependen de
una manera o de otra de las formas estatales para ser perpetrados. Esta es la
gran diferencia entre el “caos de una revolución”, y la política instrumentada
por regímenes totalitarios, que al final de una revolución tienen la facultad
de sacrificar lo que creen conveniente.
Primero
y fundamental dando crédito y coherencia a este trabajo resaltar el papel que
los economistas posteriores a Marx le otorgaron a este a la hora definir el
sistema y gran parte de lo que fue el “desacuerdo” de los efectos que este
sistema producía. En este sentido, podemos entender que importante es tomar
como base para la crítica al totalitarismo la economía y el Estado, el
psicoanálisis y cierta voluntad de reinventar la disciplina, si lo hacen, lo
harán como parte de un fenómeno muchas veces secundario a lo que pretende ser
una respuesta omnisciente para todas las preguntas formuladas:
El
sistema capitalista fue denominado “capitalismo” no por un amigo del sistema,
sino por una persona que lo consideraba el peor de todos los sistemas en la
historia, el más grande de los males que había caído sobre la humanidad. Este
hombre era Karl Marx. Pero no hay razón para rechazar el término de creado por
Marx, ya que describe claramente la fuente de las grandes mejoras traídas por
el capitalismo. Esas mejoras son el resultado de la acumulación del capital;
están basadas sobre el hecho que la gente, como norma no consume todo lo que ha
producido, que ahorran e invierten-una parte. Hay muchos malentendidos sobre
este problema y- en el curso de estas conferencias- tendré la oportunidad de
enfrentar los más grandes errores que la gente tiene concernientes a la
acumulación del capital, el uso del capital, y las universales ventajas que
pueden ganarse en dicho uso. Trataré el capitalismo particularmente en mis
conferencias sobre las inversiones extranjeras y sobre el más crítico problema
de la actualidad, la inflación. Saben, por supuesto que la inflación no sólo
existe en este país. Hoy, es un problema en todo el mundo.
Un
hecho sobre el capitalismo, a menudo no bien explorado, es éste: los ahorros
significan beneficios para todos aquellos ansían producir o ganar un salario.
Cuando una persona ha ahorrado una cierta suma de dinero- digamos mil dólares-
y en vez de gastarlos, confía esos dólares a un banco o a una compañía de seguros,
el dinero va a las manos de un empresario, de un hombre de negocios
permitiéndole embarcarse en un proyecto en el cual no podría haberse embarcado
pues el capital requerido no estaba disponible. ¿Qué hará el hombre de negocios
con el capital adicional? La primera cosa que debe hacer es salir a contratar
trabajadores y materias primas como así como una tendencia hacia más altos
salarios y más altos precios de las materias primas. Mucho antes que el
ahorrista y el empresario obtengan alguna ganancia de todo esto, el trabajador
antes desempleado, el productor de materias primas, el agricultor, el
jornalero, están todos repartiéndose los beneficios del incremento de lucro.
(Von Misses, Economía política ,p. 12)
Antes
que nada partamos de una visión neoliberal de Von Misses, en ella veremos como
en el caso de Hayek la explícita voluntad de explicar qué es el capitalismo
desde una mirada no marxista y como es esta definición explícitamente la que
ordena la discusión política en la que nada tiene que ver por ejemplo la
cuestión del psicoanálisis o de la filosofía política:
Los
términos descriptivos que la gente utiliza son a menudo muy engañosos. Hablando
de los modernos capitanes de la industria y de los líderes de los grandes
negocios, por ejemplo, llaman a dicha persona “rey del chocolate” o “rey del
algodón” o “rey del automóvil”. Su utilización de dicha terminología implica en
que no ven prácticamente diferencia alguna entre los modernos líderes de la
industria y aquellos reyes, duques o señores feudales del pasado. Pero la
diferencia, de hecho, es muy grande, ya que un “rey del chocolate” no gobierna de manera alguna, sino que
sirve. No reina sobre un territorio conquistado, independiente del mercado,
independiente de sus clientes. El “rey del chocolate” – o el “rey del acero” o
el “rey del automóvil” o cualquier otro rey de la moderna industria- depende de la industria en la que
opera y de los clientes a los cuales sirve. Este “rey” debe mantenerse en
buenos términos con sus súbditos, los consumidores; pierde su “reino” tan
pronto no pueda dar a sus clientes un mejor servicio, y proveerlo a un menor
costo, que lo otros con quienes debe competir. (Von Misses, Política Económica
,p. 8)
Frente
a ciertas posiciones:
Rudolf
Hilferding, considerado la inteligencia más brillante del austro-marxismo,
acuño en la primera década del siglo pasado el concepto de capitalismo
organizado para demostrar que cuando más crece y se desarollan las fuerzas
productivas, mayor será la concentración económica y más lejos nos
encontraremos del modelo de competencia perfecta y concurrencia de los
orígenes; rechazando las teorías apocalípticas de la escolástica soviética que
profetizaban el derrumbe del capitalismo como consecuencia inevitable de las
leyes de la historia, Hilferding augura el advenimiento de una sociedad
organizada en sentido patronal y no democrático, la reconversión del
capitalismo industrial en capitalismo financiero y la concentración del poder
en una pequeña capa de técnicos y burócratas. Este fenómeno que Marx llamará
crecimiento de la composición orgánica del capital (C.O.C), se origina cuando
la imposibilidad política de lograr el aumento de la plusvalía absoluta que
surgiría de la extensión de la jornada de trabajo ante el nivel alcanzado en la
lucha de clases, se hace necesario el aumento de la plusvalía relativa que
resulta de la incorporación de tecnología, de la racionalización del proceso
productivo, es decir de la administración científica del trabajo a la manera de
Taylor; se incrementa de este modo el capital constante […]
sin
embargo, se confundió la crisis cíclica del capitalismo con crisis final del
sistema, crisis cuyo impacto no quedará limitada al plano de la especulación
filosófica o sociológica, ya que el proceso concluirá con el derrumbe de la
democracia permaneciendo incólume el capitalismo, pero adquiriendo el carácter
de dictadura totalitaria que liquidará las libertades burguesas conduciendo a
las llamadas tragedias del movimiento del período de ínter-guerras. (Sayago,
Freud escritos políticos, p 18-19)
Curiosamente el neoliberalismo toma como consideración
ideas muy distintas de la no-democracia que ocurría en el mundo, y en este
sentido, consideraban que la gran industria no tenía ninguno de los elementos
desarrollados por el “austro-marxismo”:
Este
es el principio del capitalismo tal cual existe hoy en todos los países en los
cuales existe un altamente desarrollado sistema de producción masiva. Las
Grandes Empresas, el objetivo de los más fanáticos ataques de los así llamados
izquierdistas, producen casi exclusivamente para satisfacer las necesidades de
las masas. Las empresas que producen artículos de lujo solamente para los ricos
nunca alcanzan la magnitud de las grandes empresas. Y soy, son los trabajadores
de las grandes fábricas los principales consumidores de los productos hechos en
esas fábricas. Esta es la diferencia fundamental entre los principios
capitalistas de producción y los principios feudales de las épocas anteriores.
Cuando las personas suponen, o alegan,
que hay una gran diferencia entre los productores y los consumidores de los
productos de las grandes empresas, están gravemente equivocados. En las tiendas
por departamento de los Estados Unidos puede oírse la consigna “el cliente”
tiene siempre la razón. Y este cliente es la misma persona que produce en las
fábricas esas cosas que son vendidas en la tienda por departamentos. Las
personas que piensan que el poder de las grandes empresas es enorme, también
están equivocadas, ya que las grandes empresas dependen totalmente de la
voluntad de los que compran sus
productos: la más grande de las empresas pierde su poder y su influencia cuando
pierde sus clientes. (Von Misses, Política Económica, p.9)
En este sentido Von Misses sabe diferenciar la política
de la economía como lo harían los post-marxistas pero en sentido inverso, hace
que la economía subsuma toda la política dentro del marco capitalista:
En
1864, hablando frente a la Asociación
Internacional de Trabajadores, en Inglaterra, dijo que la
creencia que los sindicatos pudieran mejorar las condiciones de la población
trabajadora mera “absolutamente un error”. A la política de los sindicatos
pidiendo salarias más altos y más cortas horas de trabajo la denominó conservadora – siendo el
conservadorismo- desde luego- el término más duramente condenatorio que Karl
Marx podía usar. Sugirió que los sindicatos se pusieran un nuevo, revolucionario objetivo: “eliminar
totalmente el sistema de salarios e “instaurar el socialismo”- el gobierno
propietario de los medios de producción- para reemplazar el sistema de
propiedad privada.
Si
estudiamos la historia del mundo, y especialmente la de Inglaterra de 1865, nos
daremos cuenta estaba totalmente equivocado. No existe un país capitalista,
occidental, en donde las condiciones de las masas no hayan mejorado en una
forma sin precedentes. Todas estas mejoras de los últimos ochenta o noventa
años se realizaron a pesar de los
pronósticos de Karl Marx, ya que los socialistas marxistas creían que las
condiciones de los trabajadores nunca podrían mejorarse. Eran seguidores de una
falsa teoría, la famosa “ley de hierros de los salarios”- la ley que establecía
que el salario del trabajador, bajo el capitalismo, no podría exceder el monto
que necesitaba como sustento de su vida para servir a la empresa.
Los
marxistas formulaban su teoría de esta manera: si los niveles de salario de los
trabajadores van hacia arriba, y los salarios suben por arriba del nivel de
subsistencia, los trabajadores tendrán mas hijos; y cuando estos hijos ingresen
en la fuerza laboral, incrementarán la cantidad de trabajadores hasta el punto
de que el nivel de los trabajadores caiga llevando otra vez a los trabajadores
hacia abajo a un nivel de subsistencia, el mínimo nivel de subsistencia que
escasamente evitará que la población trabajadora se extinga. Por esta idea de
Marx, como las de muchos otros socialistas, en un concepto de nombre de
trabajador precisamente como aquel que usan los biólogos- correctamente- en el
estudio de animales. De ratones por ejemplo. (Von Misses, Economía Política, p.
13-14)
Las consideraciones así planteadas no son completamente
ajenas al proceso desarrollado por el propio Marx en la relación con el capital
constante en el desarrollo de los distintos procesos productivos, en este
sentido vale decir:
En
la agricultura y en la industria extractiva donde es fácil comprender el
descenso de la productividad del trabajo y, por tanto, el aumento del número de
obreros empleados este proceso, dentro de los límites de la producción
capitalista y a base de ella- se halla vinculado no al descenso sino al aumento
del capital constante. Aún cuando el descenso de C más arriba indicado
obedeciese a una simple baja de precios el capital suelto sólo podría operar del
paso I a II en circunstancias muy excepcionales. En cambio tratándose de dos
capitales independientes invertidos en distintos países o en distintas ramas de
la agricultura y la industria extractiva, no tendría nada de sorprendente de
que en el caso que se utilizasen más obreros (y, por lo tanto más capital
variable) y trabajasen con medios de producción menos valioso o más escasos que
en el otro caso. (Karl Marx, el Capital, Tomo III, p. 40)
Este sentido es desafiado completamente por ciertas otras
formas de irracionalidad de la cual se desprende como los cruces entre los
campos pueden ser necesarios, -¿qué otra clase de planteo se puede hacer frente
a lo que se considera simplemente una discusión sobre la producción y la
ausencia de una contradicción que lleve a la bancarrota capitalista?, en primer
lugar pueden revisitarse pasajes como estos:
Debemos
señalar además que el gasto improductivo, la destrucción gratuita de bienes, y
en el caso de la poesía la dilapidación del bien por excelencia, la pérdida
buscada de la expresión de uno mismo, de la propiedad del lenguaje para darnos
un lugar y un nombre no son simplemente el reverso de lo útil, del mundo
productivo y de la transparencia comunicativa, antes bien la destrucción es el
fundamento y finalidad última de la producción. De modo que Bataille podrá
decir que una sociedad no vive para la producción de los bienes que llevan a su
conservación, sino para destruir el excedente y llegar hasta el límite de la
miseria con tal de que un símbolo brille antes de la extinción. Por lo tanto el
valor otorgado a las cosas no estaría en función de su utilidad, sino en su
investidura simbólica que las hace ocasión de gasto. La economía se basa en el
exceso no en la escasez. (Mattoni, Bataille una introducción, p.56)
A partir de ahora veremos que Freud en sus crítica al
comunismo, si tal cosa cabe en forma específica tiene como tantos otros, sus
suspicacias sobre el régimen de la propiedad privada y la posibilidad de su
extensión pero en esta cita al menos no se piensa como en otros casos otras
consecuencias que se derivan de “expropiación” de los medios de producción que
pasaron a manos del Estado, de la relación de los trabajadores para con la
producción, el papel del Estado y del partido. Freud simplemente cree o al
menos así algunos lo han interpretado que la naturaleza humana, es la que
termina determinando cómo es la forma de producción, y se superpone en este
sentido a los campos de lo que sería la supervivencia de las personas desde el
punto de vista económico:
A
casi ochenta años de El malestar en la cultura su actualidad no deja de
sorprendernos, pues medio siglo antes de la imposición de la Unión Soviética Freud ya había
analizado con rigurosidad aquel gran relato emancipatorio del comunismo y a
pesar que admite que no le concierne su crítica económica no duda en reconocer:
“como vana ilusión su hipótesis psicológica”, Freud interpreta que: “Los
comunistas creen haber encontrado el camino hacia la redención del mal, el
hombre sería bueno de todo corazón, abrigaría las mejores intenciones para con
el prójimo, pero la propiedad privada habría corrompido su naturaleza
concediendo a unos el poderío, y con ello la tentación de abusar de los otros,
por lo que los excluidos de la propiedad deben sublevarse hostilmente contra
sus opresores. Si se aboliera la propiedad privada, si se hicieran comunes
todos los bienes, dejando que todos participarán de su provecho, desaparecería
la hostilidad entre los seres humanos, pues al estar satisfechas todas las
necesidades, nadie tendría motivo de ver al prójimo en un enemigo y se
plegarían de buen grado a la comunidad de trabajo”. 134 Sin embargo
si se suprimiesen estos y todos los derechos económicos, subsistirían recelos
mucho más ancestrales y violentos como aquellos “derivados de las relaciones
sexuales, que necesariamente deben convertirse en fuente de la más intensa
envidia y de la más violenta hostilidad entre los seres humanos” y si también
se avanzara decretando la completa libertad de la vida sexual, “suprimiendo la
familia, la célula germinal de la cultura… sería imposible predecir que nuevos
caminos seguiría la evolución de esta; pero cualesquiera que fueren, las
inagotables tendencias de la naturaleza humana tampoco dejarían seguirlos.” 135
(Sayago, Freud escritos políticos, p. 73-74)
Consideremos además cierta caracterización de lo que
Freud toma como el socialismo, como lo que quiere modificar como lo que añora y
ciertas caracterizaciones sobre la construcción del socialismo atravesado por
las propias ideas de la burguesía, es decir la recepción del
socialismo/comunismo desde el punto de vista burgués y pequeño burgués:
Empecemos
señalando que es un error pensar que toda crítica al capitalismo es progresiva,
o que abre una perspectiva social superadora. Ya en El Manifiesto
Comunista Marx y Engels criticaron varios tipos de socialismos. Entre
ellos, el socialismo pequeño burgués, que trataba de "defender la causa
obrera desde el punto de la pequeña burguesía", y denunciaba
contradicciones del sistema, pero en el balance general era "reaccionario
y utópico", ya que buscaba "restablecer los antiguos medios de
producción y de cambio, y con ellos las antiguas relaciones de propiedad y la
sociedad antigua, ... encajar por la fuerza los antiguos medios de producción y
de cambio en el estrecho marco de las antiguas relaciones de propiedad, que ya
fueron rotas, que fatalmente debían ser rotas por ellas".
Otras formas de socialismo recibían una
caracterización aún más dura. El "socialismo verdadero", con sus
especulaciones acerca de la "realización de la esencia humana", o el
"socialismo burgués", con su programa de remediar males sociales
"con el fin de consolidar la sociedad burguesa", no
representaban salidas progresistas para los trabajadores. A lo largo de la
historia del movimiento obrero y de izquierda, se han repetido los programas
del socialismo reaccionario y utópico. Su común denominador ha sido oponerse al
capitalismo desde la perspectiva de volver atrás la marcha de la historia:
regresar a una idílica pequeña comunidad perdida, oponerse al avance de la
tecnología y de la ciencia en aras de conservar los viejos métodos de trabajo,
las relaciones artesanales y pequeño burguesas. En particular, los populismos
campesinos han exaltado estos ideales, resistiendo a la proletarización y a la
creciente extensión de las relaciones mercantiles, que acompañaron la expansión
del capital. (Astartita, Anti Globalismo Reaccionario, diciembre de 1999)
En este sentido la contradicción puede ser constatada
desde otros lugares y puede ser vista como una contraposición a otras tesis que
consideran que el capitalismo es esencialmente dinámico y que es un proceso en
constante transformación al ser un sistema económico y social:
“La
acumulación de la riqueza en un polo- escribió Marx setenta años antes que
Sombart- es, en consecuencia, al mismo tiempo acumulación de miseria,
sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia brutalidad y degradación
mental en el polo opuesto es decir, en el lado de la clase que produce su
producto en forma de capital.” Esta tesis de Karl Marx, bajo el nombre de
“Teoría de la Miseria Creciente ”,
ha sido sometida a ataques constantes por parte por parte de los reformadores
democráticos y socialdemócratas, especialmente durante el período de 1896 a 1914, cuando el
capitalismo desarrolló rápidamente e hizo ciertas concesiones a los
trabajadores, especialmente a su estrato superior. Después de la Primer Guerra Mundial, cuando
la burguesía, asustada por sus propios crímenes y la Revolución de Octubre,
tomó camino de las reformas sociales anunciadas, el valor de las cuales fue
anulado simultáneamente por la inflación y la desocupación, la teoría de la
transformación progresiva de la sociedad capitalista pareció completamente
asegurada a los reformistas y a los profesores burgueses. “La compra de fuerza
de trabajo asalariada- nos aseguró Sombart en 1928- ha crecido en proporción
directa a la expansión de la producción capitalista”. En realidad, la
contradicción económica entre el proletariado y la burguesía fue agravada
durante los períodos más prósperos del desarrollo capitalista, cuando el
ascenso del nivel de vida de cierta capa de trabajadores que era más bien
extensivo, ocultó la participación del proletariado en la fortuna nacional.
(Trotsky, El pensamiento vivo de Karl Marx- La Teoría de la Miseria Creciente ,
1939)
Podemos entender que el punto de vista de Freud es
puramente subjetivo, y no sólo eso, no trata de la idea fundamental de la
organización de la sociedad. Su sospecha forma parte de un punto de partida
fundamental que pretende de alguna manera entablar relaciones necesarias y
naturales donde podría no haberlas:
[…]
el hombre sigue estando presto a percibir en su prójimo alguien a quien
“explotar su capacidad de trabajo sin retribuirle, aprovecharlo sexualmente sin
su consentimiento, apoderarse de sus bienes, humillarlo, ocasionarle
sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus…” ¿Quién se atrevería a
refutar este refrán después de todas las experiencias de la vida y de la Historia ?”, solamente
bastaría recordar, “los horrores de las grandes migraciones, de los mongoles
bajo Genghis Khan y Tamerlán, de la conquista de Jerusalén por los píos
cruzados y aún en las crueldades de la última guerra mundial, tendrá que
inclinarse humildemente ante la realidad de esta concepción.” (Sayago, Freud
escritos políticos, p. 78-79)
No obstante, podemos considerar el papel de otra clase de
interpretación:
Dentro
de una sociedad dominada por la producción capitalista, hasta los productos no
capitalistas se hallan bajo el imperio de las ideas del capitalismo. En su
última novela, Los Campesinos, expone
Balzac de un modo verdaderamente magnífico, con una concepción profunda de la
realidad, cómo el pequeño campesino, para ganarse la buena voluntad del
usurero, se cree obligado a realizar diversos trabajos gratis para él, sin
creer que con ello le regala nada, puesto que su trabajo no supone ningún
desembolso de dinero. El usurero por su parte, mata así dos pájaros de un tiro.
Se ahorra el pago del salario, y al mismo tiempo, va envolviendo cada vez más
en la red de la arañe al campesino, cuya ruina acentúa a medida que tiene que
dejar de trabajar su tierra para trabajar la de otro. (Karl Marx, el Capital,
Tomo III, p. 25)
La interpretación de Hayek
sobre este fenómeno:
Desde
por lo menos 25 años antes de que el espectro del totalitarismo se convierta en
una forma de amenaza real, nos hemos estado alejando de las ideas básicas que
han servido de fundamento a la sociedad occidental. Hemos renunciado
progresivamente a la libertad en los asuntos económicos. Sin embargo, sin esa
libertad en los asuntos económicos, la libertad política y personal nunca ha
existido en el pasado. Aunque hemos sido advertidos por los más grandes
pensadores del siglo XIX como De Toqueville y Lord Acton, de que el socialismo
significa esclavitud, nos hemos estado moviendo en dirección al socialismo.
(Hayek, El camino de la servidumbre, p. 3)
En esta forma se
basa en un punto fundamental, porque trata de una forma de contradicción entre
el “orden espontáneo” y el dirigismo, el cual es explicado por la forma en que
se ordena la totalidad de los asuntos de la sociedad a la hora de la
producción, para Hayek la transformación de la base material, la economía tiene
una forma clara de modificación:
En
este cambio de perspectiva tuvo un lugar decisivo la transferencia acrítica al
terreno social de los hábitos intelectuales engendrados por los hábitos del
ingeniero. Desde hace tiempo se pretende desplazar los ánimos impersonales
mecanismos de mercado por la dirección “consciente” de toda la fuerza sociales
para poder alcanzar objetivos deliberadamente escogidos. En este proceso, ha
sido muy importante que Inglaterra haya perdido la hegemonía cultural alrededor
de 1870 y que esta fuera pasando a Alemania. Hegel, List, Marx, Sombart y
Mannheim en los pensadores más influyentes del mundo interpretando las ideas
liberales como simples racionalizaciones egoístas. (Hayek, El camino de la
servidumbre-resumen, p. 5)
Si tomamos en cuenta estos principios podemos a la vez
considerar como interpreto el neoliberalismo naciente la historia del
socialismo y la historia de la alteración de la economía y de la libertad, esta
clase de libertad es muy distinta a las que se interpretaron por ejemplo desde
la fenomenología, u otras vertientes filosóficas:
Para
acallar estas sospechas y convertir el poderoso anhelo de libertad en un
aliado, el socialismo comenzó a hacer cada vez más promesas de la “nueva
libertad”. Era la libertad económica sin la que, supuestamente, la libertad
política “carecía de significado”. Sólo el socialismo era capaz de hacer
culminar la vieja lucha por la sociedad humana, en que la libertad política no
era sino un primer paso. Por supuesto, hubo que cambiar el significado de la
palabra libertad para hacer plausible este argumento. Para los creadores del
concepto de la libertad política, esta ha sido siempre la libertad de la
coerción, la libertad del poder arbitrario de otros hombres. Pero la “nueva”
libertad era la eliminación de las circunstancias que limitan nuestras
opciones. En este sentido venía a ser un sinónimo de poder y riqueza.
La
promesa era que las disparidades en las opciones de la gente iban a desparecer.
La demanda de la nueva libertad no era sino otro nombre para la vieja demanda
de la distribución igualitaria de la riqueza. Esta promesa llevó a muchos
liberales por el camino socialista, cegándoles el ineludible conflicto entre
socialismo y liberalismo. Engañados, abrazaron el socialismo como si fuera el
heredero legítimo de la tradición liberal. (Hayek, El camino de la
servidumbre-resumen, p. 6)
En este sentido la naturaleza misma de la interpretación
–“filosófica” del capitalismo y de la economía es fundamental porque de ella se
interpreta una buena parte de la especificidad de la sociedad, ya que antes de
las tesis actuales sobre una naturaleza estricta de lo político en la
existencia misma de lo social, era plausible pensar en otras formas, no es
justo superponer el pensamiento post-marxista a las cuestiones que consideraron
relevantes los que atravesaron las crisis capitalistas post primera mundial y
agravados por la Gran Depresión
o Crisis del 29´ en este sentido podemos decir que la caracterización del
marxismo y del liberalismo se da en parte en estos términos que no son de hecho
exhaustivos:
Dicho
en lenguaje marxista- sin más el que emplea Horkheimer-: la producción dividida
en industrial y agraria, la ciudad y el campo, las tareas directivas y
ejecutivas, los servicios y los trabajos, las actividades manuales intelectuales,
no son algo eterno ni natural, sino la resolución de un modo de producción en
una determinada sociedad. En consecuencia, la sociedad burguesa de sujetos
económicos aparentemente libres la ilusión de que ciertas ocupaciones
corresponden con la naturaleza misma del objeto, cuando forman parte del
sistema social históricamente producido. Esto es: la producción produce la
unidad social, y ella se produce a sí misma como producto. 124 La falsa
conciencia del científico, quien cree obrar de acuerdo a decisiones privadas y
servir a una ciencia suprahistórica y suprasocial, en el extremo transmutaría
segmentos de sus enunciados teóricos en un logos eterno y universal. El
conocimiento de los hombres por ellos mismos, para Horkheimer, no debería
atenerse a la ciencia matemática de la naturaleza, sino a la Teoría Crítica de
la sociedad burguesa que tiene por fin instalar frente a la irracionalidad del
capitalismo, una comunidad racional. Por consiguiente, esta teoría no se
originaría en la realidad hipotética de la concordancia entre las proposiciones
teóricas y los hechos; antes bien se coloca en una posición de interrogar al
sujeto cognoscente en general desde el punto de vista de la praxis social.
(Ríos, Horkheimer una introducción, p.58)
Estas consideraciones son importantes, a lo largo del
trabajo se tratará de unir los distintos niveles para demostrar cómo ciertas
formas de producción de la ideología consiguen adaptarse bien a las formas
estatales de su tiempo. Esto se hace más claro en la medida que por lo menos se
puede entender que pensar la sociedad desde la “Rebelión de masas” de
Ortega y Gasset y “Psicología de las masas y
análisis del Yo” pueden tener alguna similitud.
Vale decir entonces cómo se consideran estas cuestiones
para poder interpretar otras facetas del pensamiento y cómo se defienden las
necesidades de estas élites:
La
división de la sociedad en masas y minorías excelentes no es, por tanto, una
división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir
con la jerarquización de clases superiores e inferiores. Claro está que en las
superiores, cuando llegan a serlo y mientras lo fueron en verdad, hay
verosimilitud de hallar hombres que adoptan el “gran vehículo”, mientras que
los inferiores están normalmente constituidas por individuos sin calidad. Pero,
en rigor, dentro de cada clase social hay una masa y una minoría auténtica.
Como veremos, es característico del tiempo, el predominio, aún en cuyos grupos
la tradición es selectiva, de la masa y el vulgo. Así, en la vida intelectual,
que por su misma esencia requiere y supone cualificación, se advierte el
progresivo triunfo de los seudointelectuales incualificados, incalificables y
descalificados por su propia contextura. Lo mismo que en los grupos
supervivientes de la “nobleza” masculina y femenina. En cambio, no es raro
encontrar hoy entre los obreros, que antes podían valer como el ejemplo más
puro de esto que llamamos “masa” almas egregiamente disciplinadas. (Ortega y
Gasset, La rebelión de las masas, p. 50)
Sobre esto queda claro que la caracterización de la
sociedad, y de las aptitudes, no sólo forma parte de una ingeniería social sino
que además conforma una visión de la sociedad burguesa de la época. Cuando esto
se considera preferentemente se puede entender por qué cuando se da por sentado
que el Estado no puede ser conducido por las masas, y que este no puede
desaparecer, sólo queda espacio para las élites gubernamentales. ¿Extraño? No
una simple muestra más de interés de clase. Lo que se hace masivo va perdiendo
su brillo, y en este sentido la crisis de los sistemas educativos, y el papel
del conocimiento por el conocimiento en la sociedad burguesa y capitalista con
el tiempo va perdiendo peso de una forma pasmosa. Queda entonces interpretar
qué clase de capitalismo a lo largo de sus crisis era el que se estaba
desarrollando para dar la base de sustentación para el totalitarismo y su
alguna ideología de por sí por simple especulación podría impedirlo:
Marcuse
señala la fragilidad conceptual de estas altisonantes declamaciones cuando
señala las frecuentes oportunidades en que la política librecambista tomó
idénticas medidas totalitarias o dirigistas y que esas aplicaciones no son
esencia contradictorias-sino al contrario- con el modo de producción
capitalista. Resalta más las semejanzas de ambas concepciones, a saber: la
defensa de la propiedad privada, el trabajo asalariado y el capital, aunque lo
hagan en forma diferente y hasta puedan aparecer antagónicas.
La
crítica al sujeto total-autoritario no se centra en los resquicios del sujeto
comerciante, el tipo de pequeño burgués gobernado por estrechos ideales y el
puro afán de ganancias, sino que expande sus enfoques hacia ese “otro
hombrecito endiosado”: el sujeto antiliberal, que se maneja a través de una
interpretación normativa de datos antediluvianos que acceden o pertenecen a su
espíritu. Su justificación es necesaria, aunque sus presupuestos residan el más
allá, y mientras que el hombre de la modernidad no se le sean dados, esos dones
herméuticos; a la concepción optimista de una felicidad social se opone una sublimación ética de la pobreza, del
sacrificio y del servicio. Y la concepción del Estado contrastará contra el
Estado liberal autoritario basado en los imaginarios de un realismo heroico
popular. (Kaminsky, Marcuse una introducción, p. 21)
Ya de por sí comprendemos la lógica interna de cómo se
plantea una sociedad, el papel de cada individuo, su “predestinación” típica
relación teológica del protestantismo y en el lenguaje explicito del
capitalismo, es decir, en otras palabras –naturaleza humana- en el sentido
más pérfido, su invención para la dominación que a la vez no respeta una
división de: liberalismo/anti-liberalismo, sino que se trata de una
contradictoria limitación en tanto y en cuanto permite pensar una cierta
realidad, lo primero; qué clase de sistema político-económico tiene que existir
para que puedan ser posibles ciertos sujetos con su naturaleza humana. Es decir
sospechar de las condiciones de posibilidad ante que de su naturaleza, por lo
que se deduce lo siguiente, desde La República de Platón, hay una pretendida
idea de la verdad que a la vez organiza todos los órdenes donde se da la vida
misma, al menos desde el punto de vista de una construcción ideal, y este
sentido cabe pensar. Todo hombre es ante el lenguaje nada más que un artesano
que usa las palabras como herramientas para comunicar algo. Con este algo cabe la posibilidad de que siempre
se este en deuda, cabe la posibilidad que ni el fugaz inconsciente ni el
espesor material de la experiencia de ese algo
se presenten del todo. Pero es justamente esto lo que restituye el presupuesto
de la igualdad entre los hombres: manipular las herramientas con las que
contamos para aproximarnos del mejor modo a lo indecible. Probar, conjugar, repetir
o modificar esas herramientas que el esfuerzo perpetuo por traducir aquello que
por una parte se nos sustrae.
Es
por esto que la actividad del cuerpo sobre la materia no se separa en lo más
mínimo de la experiencia del espíritu que allí tiene lugar, es por esto que el
desafío del artesano se halla en no entregarse maniatado a la mudez de un
trabajo que otros se apropiarán por medio del gusto, la interpretación, el
capital, etc., sino hacerse de las palabras que requiere para quedar en
propiedad de la aventura de su cuerpo sobre las cosas. La emancipación del
artesano es ante todo la conquista poética de la aventura sobre la materia
amorfa de las cosas, la conciencia que tiene de que su actividad sobre esta
materia no es discernible de la actividad del discurso sobre la materia díscola
de la experiencia.
El
artesano “comunica poetizando, como
un ser que cree su pensamiento comunicable, su emoción susceptible de ser compartida”. De esta
experiencia de la comunicación él mismo ha sido separado por la ficción del
régimen de desigualdad desde el comienzo. Este comienzo, producto de la lógica
social de la distribución de las posiciones, es el como decíamos más arriba,
Rancière remonta aquella sentencia platónica según la cual “los artesanos
tienen que hacer su trabajo y ninguna otra cosa porque el trabajo no espera”.
Si llamamos emancipación a lo que justamente se opone a este presupuesto, es
por medio de la poesía a través de la cual el artesano se apropia de su
actividad sobre la materia el trabajo mismo puede esperar puede ser desplazado
por otro trabajo, el de la elaboración de un texto o de un discurso, probándose
que no existe ninguna “aptitud” específica y exclusiva de los artesanos. Hay
emancipación allí donde se quiebran los lazos de necesidad que anudan una
ocupación a una forma de inteligencia. (Galende, Ranciére una introducción,
60-61)
En este sentido hemos abordado el punto de vista general
de la economía y de las formas en que las variantes burguesas, tomaron el
problema del capitalismo y como fue la idea de intervención la que fue la
dominante, y la misma naturaleza del Estado a partir de las crisis post primera
guerra mundial.
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