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Totalitarismo: - ¿Es el Totalitarismo, un hecho, un fenómeno o un proceso?- (14)

El papel de Freud, Sade y Bataille: Inconsistencias culturales de la dominación. El papel de lo monstruoso en la cultura:


            Para poder partir de algún en la exposición tomemos la cita clara del punto de vista de lo que sería el pensamiento freudiano, es decir de Freud como autor y no del psicoanálisis como una contra-disciplina frente a la cual estaría en relación compleja contra la psiquiatría:

Lo cierto es que más allá de estas pretensiones revolucionarias del freudo marxismo a principio de los años treinta Freud ya se había pronunciado en contra “La concepción materialista de la historia y la obsesión de las ideologías de los hombres no son más que el resultado y la superestructura de sus circunstancias económicas presentes”, cuando en realidad, “la humanidad no vive jamás por entero en el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición racional y nacional, sólo muy lentamente ceden a las influencias del presente; desempeñan en la vida de los hombres un importantísimo papel, mientras actúan por medio del superyó, independiente de las circunstancias económicas.”

No será el pensamiento de la izquierda europea entonces, sino en la tradición del realismo político en que debe situarse la obra de Freud, en esa vieja corriente que nace con Tucidides, Thomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, que continuarán en el siglo XIX, y principios del XX, un cierto Karl Marx,71 Wilfredo Pareto, Robert Michels, Max Weber, Gaetano Mosca, Karl Schmitt, Raymond Aron y que alcanza su punto álgido en el realismo clásico de la post-guerra con los trabajos de Richard Niebuhr, George Kennan, Hans Morgenteau, Joseph Nye, Kenneth Waltz y Henrry Kissinger entre otros. (Sayago, Freud escritos políticos, p 41-42)

           
            Tomemos una consideración distinta sobre este papel, a partir de cierta interpretación de la obra de Horkheimer:

Según Horkheimer, los psicólogos hedonistas, fueron declarados enemigos de la humanidad o glorificados por ellos, y esto sucedió especialmente con Nietzsche y con la versión del superhombre, a la que se acomodó el deseo inconsciente del pequeño burgués y se hizo del mismo Nietzsche uno de ellos, cuando él sería lo opuesto a estas manifestaciones de sangre y grandeza. A causa de su falta de sentido histórico, no captaría lo esencial en la genealogía de la moral y el cristianismo, en cambio su epicureismo y su descubrimiento del placer originado en la crueldad habrían arrancado ese falseamiento ideológico de la conciencia. Lo que haría, luego, de ese placer por la destrucción un poder mortífero para la civilización no es el aniquilamiento del velo de la ideología y de su base social, sino por el contrario, la incitación y manipulación de las élites por el poder en la guerra y el nacionalismo extremo. La vida pacífica de Nietzsche se debería a su profundo conocimiento de los procesos anímicos y, como él sus precursores en el campo del egoísmo y la crueldad- Mandeville, Helvetius, Sade- estaban por igual exentos de la escéptica resignación de Freud ante la pulsión de muerte.118 Estos psicólogos hedonistas harían pensar que la desactivación de la moral ascética y sus consecuencias nihilistas no le sucedería otra interiorización o regresión a fases psiciquicas anteriores, sino una nueva manera de vivir. (Ríos, Horkheimer una introducción, p. 54)    

Partamos de una caracterización de lo que quiere decir esta posición para poder además portar una respuesta a qué sería el pensamiento Freudiano de acuerdo a esta caracterización y considerando que Horkheimer consideraba que no había una realidad o realismo realmente valedero para hacer esta consideración:

La desviación derechista suprime la filosofía: no queda más que la ciencia (positivismo). La desviación izquierdista suprime la ciencia (subjetivismo). Hay excepciones casos de (caso de inversión) pero confirman la regla. 73

-Louis Althusser respuesta a ocho preguntas.

Los significantes de la lengua son un problema de la lingüística mientras que el problema psi sería como la lengua produce el efecto pulsión. Tal sería la tarea de la teoría psicoanalítica como teoría regional. Para Althusser es necesario dentro del campo problemático de las ciencias sociales funcionen distintas teorías regionales pero no sin, lo que él llamaría, una teoría general o materialismo dialéctico (Generalidades III) Alguien que ha seguido trabajando en una definición propia del discurso ha sido Michel Foucault, y dentro del campo lacaniano, lo que se llamo la (primera) Escuela de Orientación Lacaniana, de la que formaban parte algunos asistentes del seminario de Lacan, […]

El psicoanalisis implica una práctica, y esta práctica está articulada a otras prácticas sociales, así como la relación entre esta práctica y otras prácticas determina una relación de determinación, no de determinación absoluta, pero sí de determinación y condicionamiento reciprocos. El riesgo teórico desde la perspectiva altuhusseriana sería pensar en una dimensión de autonomía absoluta para una práctica específica y en desconectarla del resto de las prácticas y relaciones sociales. (Lezama, Althusser una introducción, p 70-71)          

            Además consideremos una forma no lineal donde la modernidad- que es la que se pone en juego independientemente de la forma en que se piensa la política sobre todo exterior. Poco sentido tiene relacionar o pretender relaciones campos tan ajenos como el psicoanálisis, las relaciones internacionales, la ciencia política y la sociología sin mediar un hilo conductor, en  ese sentido, tomamos otra perspectiva para entender qué es lo que desarrollo y gracias a cual proceso, el psicoanálisis funciona en paralelo a los sucesos fundamentales de la modernidad- no se trata de idealistas versus “realistas”, sino más bien de un racionalismo versus su contratara –irracional-:

Habermas revisa críticamente las posturas de cada uno de los participantes en la conformación del discurso filosófico de la modernidad y toma posición por sus rasgos y su singularidad.

Reconoce que ese discurso empieza a tomar consistencia a partir de las tres críticas de Kant y sitúa a la Revolución Francesa de 1789 como el acontecimiento-umbral que da nacimiento no a una época sino a un proyecto que lleva el nombre de modernidad.

Este discurso está atravesado por los sucesos históricos que, durante doscientos años, causaron impacto en la sensibilidad y en las estrategias de conceptuación de cada uno de los pensadores que Habermas considera importantes en su constitución.

La razón y la relación con su otro- el mito, la locura, la sinrazón, la desmesura, la transgresión, lo sagrado, el delirio, el éxtasis, lo imprevisto- ocupan en todos los casos un lugar de centralidad. 5 En consecuencia, en el discurso convive, inmanente a él, un contra-discurso. La crítica de la modernidad, sobre todo a partir de Nietzsche, se vuelve así crítica de la razón, pero como tal no puede sino mostrarse autorreferencial y hablar, paradójicamente, en nombre de la razón.

Por ejemplo al abordar la Dialéctica de la Ilustración de Horkheimer y Adorno 6, Habermas sostiene que, en el fondo, la obra consiste, en conjunto, en una radical puesta en cuestión de la razón subyacente en la modernidad, pero que lo hace mediante a la invocación de una razón superior.

En su opinión, aquella razón cuestionada es la razón instrumental , es decir, la razón centrada en el sujeto (que actúa en solitario), con arreglo a fines. En la cual la consecución de esos fines, según patrón de medida de lo útil y de lo conveniente, se convierte en el criterio predominante y excluyente de (y en) toda decisión. (Ponce, La modernidad como objeto de indagación filosófica en Jurgen Habermas, p2-3)

            Sobre este punto del abandono de la modernidad, también podemos agregar a Bataille, en este sentido cuando tomamos estos reparos lo hacemos en el sentido claro de mostrar como ciertas formas de argumentación y ciertas de análisis sobre el fascismo, tiene implicaciones de otro orden que muchas veces resultan insospechadas en este sentido. Esto se da a nivel de muchos conceptos en el caso de Bataille en la economía y en el gasto es fundamental:

Según Habermas tal cual lo expresa en su lección número 8 cuyo título es Entre Erotismo y economía general, Georges Bataille (1897- 1962) “da al discurso filosófico de la modernidad una orientación parecida a la de Heidegger; pero para despedirse de la modernidad elige un camino completamente distinto.” 15

Al igual que Pierre Klossowski, Habermas postula que el principal precursor de Bataille es, junto a la mística cristiana medieval, el marqués de Sade, y sus peculiares abordajes acerca del campo de intersección entre la muerte y el erotismo.

Lo que hace distintivo a Bataille y lo hace merecedor de atención como participante- y también como síntoma- del discurso filosófico de la modernidad es, su reivindicación de lo otro de la razón.

Los enunciados de Bataille, centrados en glorificar “lo heterogéneo” lo desmedido y lo sacro, son inseparables de la fascinación que suscita ser testigo del momento de ascenso de los fascismos europeos y de la llamada “democracia de masas”, durante las décadas de 1920 y 1930.

El núcleo de la sustancia del pensamiento de Bataille consiste en un llamado enfático a la transgresión de los valores morales prohibicionistas, el derroche y el despilfarro, y, en el plano estrictamente político, a la ruptura con la legalidad 17 y al uso de la violencia, sobre la base de invocar una supuesta necesidad de liberación del exceso de energía que se acumula en la economía general.18

Aunque parezca sorprendente, al premisa central de Bataille gira en torno a lo que él considera verdadero autoreconocimiento, esto es, reconocimiento de que las posibilidades de acción de un hombre van más allá del marco de acción fijado o permitido dentro de los límites moralmente orientados o fundados. Como si la moral fuera- en concordancia con Carl Schmitt (1888-1985) expone en la Tiranía de los Valores (1979)19- algo así como una manera molesta de cristalizar, como una restricción in-humana, un paquete de prejuicios temporalmente situados. (Ponce, La modernidad como objeto de indagación ,p. 4-5)                        

            ¿Qué fue como parte fundamental el poder entender el papel de las modificaciones del concepto de cultura? Justamente Freud, Bataille y Sade, desdibujan la capacidad de la producción de una cultura que esta desprovista de elementos que perturben las ideas que se tendría sobre lo “bueno, lo bello y lo justo”. Con esto resaltamos que el aporte del psicoanálisis al análisis del totalitarismo queda específicamente resumido a la cultura totalitaria y a la ilusión de la construcción de una utopía:

Sigmund Freud, inventor y máximo símbolo del psicoanálisis y de su método interpretativo, fue el primero en subrayar la relevancia clave y fundamental que adquiere el elemento inconciente en la práctica individual e incluso como en sus textos llamados “sociales”. 9 en la práctica colectiva de los sujetos. Precisamente, el psicoanálisis se centra en la interpretación del inconsciente de los sujetos, situación que se manifiesta simbólicamente en los sueños, lapsus, actos fallidos y chistes. (Freud, 1973ª, 1973b y 1979)

Lacan como continuador de Freud, destacará la relevancia fundamental que adquiere el deseo inconsciente, aunque realizará importantes reformulaciones, en muchos casos, contra los presupuestos de su “maestro”. Una de las más importantes es la afirmación de que el inconciente “se estructura como lenguaje”. ¿Qué significa eso? Significa, a grandes rasgos, que el deseo inconciente se constituye y se manifiesta de manera coherente y estructurada mediante el lenguaje. Recordemos que Freud ya había destacado la relevancia clave que adquiere el deseo inconsciente y su manifestación mediante los sueños (Freud, 1979), actos fallidos, lapsus involuntarios (Freud, 1979ª) y chistes (1979b) El análisis más importante y reconocido de todos ellos es, sin dudas, el de los sueños, en el que Freud construirá, a partir del estudio empírico de centenas de casos debidamente documentados10, toda una simbología particular para expresar su significación cultural. Básicamente, sin centrarse en el detalle específico de este intrincado tema, lo más relevante que descubrió el genio de Freud es que los sueños manifiestan el deseo inconciente mediante una serie de “condensaciones” y “sustituciones”, basadas en la “libre asociación” de símbolos que realiza el sueño del sujeto (Freud, 1979) (Fair, Contribución del Psicoanálisis Lacaniano, 32)             

La caída- simbólicamente del padre y lo material terminaron por general una parte necesaria en la contra-cara de los valores “cristianos tradicionales”, lo despreciado- sobre la base que sería el nihilismo como problema filosófico para la burguesía. La cultura como dominación y la estetización de la vida. La superficie sobre la cual se existe sin saber por qué, el nihilismo en una de sus múltiples facetas. Como fue abordado dentro del Estado y del totalitarismo, ¿qué hace que los humanos sean irracionales? Muchas veces se ha querido que ver que se trata de la imaginación de los ideólogos, esto tiene un sentido particularmente interesante para cierto establishment. La pregunta es si hay algo más, o simplemente se trata de la amenaza de otro simplemente que estaría lejos de la conformidad burguesa, la cual es fundamental en el proceso de dirección de la producción capitalista, aquí justamente revisando la racionalidad, razonando en contra de la “economía” no a raíz de su no existencia, sino de los efectos no deseados de su “eficacia”. La convivencia de esta lectura forma parte de la lectura opaca de la sociedad contemporánea y la raíz de la evolución hacia sociedades permisivas, donde el control muta tal cual hicimos ver anteriormente.

 Esta teorización continúa en formas distintas, en ellas se percibe el problema de libertad en una forma ajena al contractualismo, el psicoanálisis- partió en otra base; no se trata de Rawls, no se trata de la liberación marxista, sino que se trata de un problema persistente ante la imposibilidad de no poder controlar al hombre y la acciones humanas. En este sentido Lacan, termina abordando esto como parte de un problema de la fenomenología; es decir parte de las preguntas que se hicieron sobre el Otro. Es decir cuál es el problema relativo a la libertad, mientras que la libertad muchas veces fue considera como la máxima expresión de la pérdida de las costumbres; y además la pérdida de la base de la sociedad; en este sentido queda claro un punto. Podemos saber que la base fundamental hay una –Libertad- la posibilidad de hacer nuevas acciones es decir, el punto en común entre Arendt y Lacan, que en el fondo parte de una premisa kantiana, no se puede conseguir ni la verdad, ni lo absoluto- es decir “La Crítica a la Razón Pura” en su máxima expresión pero resignificada.

No obstante esto, la gran diferencia el error de Lefort podría venir de la mano del propio liberalismo, esto se basa en la idea misma de libertad económica, la cual es la que se defiende a ultranza como la contraria al hecho mismo del totalitarismo. No se trata de no tratar el horror sino por el contrario de pensar en qué sentido el sistema capitalista fue posible, según la visión de Ludwig Von Misses sin tener que pasar por esa experiencia. En este punto la tentativa realista de Freud se difumina aún más no estaba en la mente de los nuevos propulsores del capitalismo una idea cabalmente freudiana sino un conocimiento de lo que ellos consideraban que era el mercado, algo bien distinto a lo que podría ser un sistema, sino más bien, un orden espontáneo.

Es verdad que la libertad de un hombre puede tener en una economía de mercado, no es una libertad perfecta desde el punto de vista metafísico. Pero no existe tal cosa como la libertad perfecta. La libertad significa algo solamente dentro del marco de la sociedad. Los autores de la “ley natural”, del siglo XVIII,- sobre todo Jean Jaques Rousseau- creían que alguna vez, en el remoto pasado, los hombres habían disfrutado de algo llamado libertad “natural”. Pero en ese tiempo remoto, los individuos no eran libres, estaban a la merced de cualquier individuo que fuera más fuerte que ellos. Las famosas palabras de Rousseau “El hombre nace libre pero en todas partes está encadenado” pueden sonar muy lindas, pero el hombre de hecho, no nace libre. Cuando nace el hombre es un lactante muy débil. Sin la protección de sus padres, sin la protección que la sociedad les da a sus padres, no podría preservar su vida. (Von Misses, Economía Política, p. 16)

            Este concepto además tiene una arista muy particular, que es el papel de la culpa, Misses, opta por una sociedad que pueda y quiere “equivocarse” su visión es la de una sociedad que es libre por medio del error. Esta sociedad es libre por que en el proceso de hacer la historia se equivoca sin ninguna otra naturaleza que la obstruya sin ninguna maldad, sin ninguna bondad o maldad del hombre. Esta cuestión del prójimo queda completamente borrada, se procede por el contrario en asegurar el desarrollo individual al máximo posible confiando en su racionalidad. Lo cual para Freud, sería completamente tortuoso en Misses, y en gran parte de la economía que luego se enfrentaría al keynesianismo, no hay espacio para es clase de “malas circunstancias” sino que se procede en consecuencia con lo que se desea hacer:

La libertad significa libertad de cometer errores. Esto es lo que tenemos que comprender. Podemos ser muy críticos en la manera en que los ciudadanos gastan su dinero y viven sus vidas. Podemos estar convencidos de lo que están haciendo es insensato y malo, pero en una sociedad libre hay muchas maneras en que la gente manifieste sus  opiniones sobre cómo sus conciudadanos deberían cambiar su forma de vida. Pueden escribir libros; pueden escribir artículos; pueden hacer discursos; pueden incluso hasta predicar en las esquinas si lo desean- y así lo hacen en muchos países. Pero no deben tratar de hacer de policía con otra gente, para impedirles que hagan ciertas cosas, simplemente porque desean que la otra gente no tenga la libertad de hacerlo.

Esta es la diferencia entre esclavitud y libertad. El esclavo debe hacer con su superior lo que este le ordena hacer, pero el ciudadano libre- y eso es lo que la libertad significa- está en posición de elegir su propia forma de vida. Desde ya, en este sistema capitalista puede haber abusos- y en efecto los hay- que cometen ciertas personas. Es ciertamente posible hacer cosas que no deberían ser hechas. Pero si estas cosas reciben la aprobación de la mayoría de la gente, el que desapruebe siempre tendrá la manera de cambiar la mentalidad de sus conciudadanos. Puede tratar de persuadirlos, de convencerlos, pero no puede tratar de forzarlos usando su poder, el poder de la policía del gobierno. (Misses, Economía Política, p.17)             

Por eso mismo hay una base para entender el –psicoanálisis- como una superposición entre el carácter la filosofía normativa y política, típica de la reflexión marxista sobre el Estado y como la libertad tal la negación de opresión por este y otra forma de compresión de la libertad como indeterminación.

Pensar la libertad a través de la casualidad no le impidió a Lacan, sin embargo plantear la cuestión del libre albedrío, de un modo fugitivo y en un marco teológico, a través del problema del mal. En el libro VII del seminario Ética del psicoanálisis (capítulo IX) se aborda la problemática, sin nombrarla, refiriéndose a la creación ex nihilo dentro de la tradición judeo-cristiana. Interpretando la tradicional metáfora del alfarero y su vaso (creador y creado), Lacan apunta a la idea de un agujero vacío que quede en el objeto creado, bajo la forma de “centro vacío”. Ese vacío sería residuo o la marca dejada en lo creado por el caos que precedió al acto de creación. Haciendo del vaso una metáfora del significante en la lengua, Lacan aplica el mito de la creación del eje horizontal y sincrónico del lenguaje para decir: así como la creación ex nihilo implica una idea del arrancamiento al caos o a la nada, así también el significante, que no corresponde ningún significado o referente previos (ya que no es ningún símbolo) conserva el “vacío central” como marca de su origen. El mito de la creación ex nihilo diría, pues, en términos de ficción, una verdad acerca del significante. Si la creación deja huellas, en la criatura, de ese surgimiento a partir de la nada, el libre arbitrio como posibilidad del mal no sería otra cosa que la marca en la voluntad y deseos humanos. (Vasallo, Sartre una introducción, p. 45)                       

Trazamos la necesaria línea entre los choques y reuniones entre Freud y Marx, y la interpretación posterior:

Este sería entonces el error del marxismo vulgar, se desconocimiento entre normalidad psicológica y sexualidad plena, es decir la dependencia entre salud sexual y potencial orgásmico que hace de la liberación sexual la condición previa a la liberación social, pues la carencia libidinal internalizar la dominación económica y el sometimiento político; será necesario transformar a estos seres desdichados en personas aptas para el goce y con este objetivo Reich creará la Asociación para una política sexual proletaria (Sexpol), un sistema de dispensarios y de talleres donde además de facilitar la vida amorosa de los jóvenes se pretendía desentrañar la causa emocional de es “peste emocional del fascismo rojo”, no a partir de la personalidad del Führer, ni su ideología revolucionaria, sino de la miseria psicológica y sexual de las multitudes que estas fueran engañadas por la propaganda nazi, sino que en la realidad fueron las multitudes mismas las que desearon el fascismo. (Sayago, Freud, Escritos Políticos. P. 30)      


Una primera muestra de la existencia del giro existente en lo político, la prueba del producto de la existencia de la evolución sofisticación de las tesis freudianas ha sido el trabajo de Lacan y luego por cierto el papel de Laclau y Zizek entre otros, justamente ellos darían por superada una serie de preguntas como la que habría hecho Hannah Arendt, lo cual es un escándalo de por sí si seguimos todas las relaciones trazadas hasta ahora por Freud y sobre todo por los críticos al totalitarismo.No obstante esto no todos han coincidido en hacer este derrotero de la misma forma. No todas las críticas –asociadas a la modernidad han tomado el mismo carácter- en este sentido vale resaltare otros puntos de vista:

Los partidos desde los días de los jóvenes hegelianos continúan la competición en torno a la correcta autocomprensión de la modernidad convienen en un punto: los procesos de aprendizaje a los que el siglo XVIII dio el nombre de Ilustración atañen a una importante dimensión ilusiva. Convienen en que los rasgos autoritarios de una Ilustración caracterizada por unas miras un tanto estrechas tiene su origen en el principio de autoconciencia y subjetividad. […] En la discusión acerca de la modernidad los acusadores hacen una objeción que no ha cambiado desde Hegel y Marx hasta Nietzsche y Heidegger, desde Bataille y Lacan hasta Foucault y Derrida. La acusación es contra una razón que se funda en el principio de subjetividad y dice que esta razón sólo denuncia y socava todas las formas abiertas de represión y explotación, de humillación y extrañamiento, para implantar en su lugar una dominación inatacable desde la racionalidad misma. Y como ese régimen de una subjetividad que se ataca a sí misma a falso absoluto trueca los medios de concientización y emancipación en otros tantos instrumentos de objetualización y control, se crea a sí mismo en forma de dominación solapada, una siniestra inmunidad. (Burello, Habermas una introducción, p. 59)

            Justamente en este sentido la lectura actual de Freud ha sido en parte forzada políticamente desde distintos lugares y conforma una cierta lectura sobre la política en general que luego desarrollada junto con la idea del “Totalitarismo” conforma una realidad completamente distinta, es decir, un problema totalmente ajeno. ¿Es la crítica a la modernidad de Freud proveniente de Nietzsche y Schopenhauer suficiente? Podemos decir que el post-modernismo tomo y se nombro a sí mismo como el sucesor simplemente por medio de lo que era una vacante clara de sucesos posteriores a los totalitarismos del 30´-40´ lo que hizo en su lugar fue tomar como válida cierta idea de la política, y cierta de la sociedad que en ese momento está considerando ajena a los análisis anteriores.

En esa alocución la facción enemiga- a la que el autor regala los epítetos de “irracionalista” y “antimodernista” – se encarnaba en la última bienal de Venecia y sobre todo en la reciente Condición Postmoderna (1979) de Jean François Lyotard, una especie de manifiesto donde se definía muy bien por cierto nuevo clima espiritual y cultural, signado por el escepticismo y el fragmentarismo1. En su alocución, Habermas proponía “distinguir brevemente el antimodernismo de los jóvenes conservadores del premodernismo de los antiguos conservadores y del postmodernismo de los neoconservadores” (EP, 1982), diferenciando meticulosamente a quienes pretendían censurar y, al mismo tiempo, homologándolos brutalmente. Pues tanto quienes piensan que en los últimos siglos no se ha logrado nada bueno como quienes piensan que sí se logró, pero que ese proceso se ha detenido para siempre, en el fondo son antimodernos y conservadores.

El filósofo retoma posición beligerante en el marco de su obra más ambiciosa y extensa, la Teoría de la acción comunicativa (1981) en cuyo prólogo admite que “desde fines de los años setenta, las sociedades occidentales se aproximan a un estado de herencia del racionalismo occidental ya no resulta incuestionable” (TAC-I,II) y por ende esa obra crucial ha sido escrita para replicar a los neoconservadores, enrostrándoles la existencia de una innegable racionalidad no coactiva en la interacción social. […] Habermas explota la vigencia del ideario ilustrado y racionalista y le contrapone una prolija enumeración de sus adversarios (mayormente francófonos pero de filiación germánica), dividiendo violentamente las aguas. Esas lecciones más un par de textos ad hoc integran luego El discurso filosófico de la modernidad (1985), un prodigioso volumen destinado a convertirse inmediatamente en un clásico contemporáneo por su enorme capacidad de esquematizas posiciones y trazar linajes filosóficos, ofreciendo una elaborada contraofensiva de frente a sus no escasos rivales y críticos. (Burello, Habermas una introducción, p. 57-58)                  

Cuando se considera que hay una ruptura sin retorno sobre la teoría política, los escritos originales de Freud quedan como los de Marx completamente sepultados, si una sociedad y sin un individuo, ¿podrían decir algo directamente estos autores en la actualidad? A esta pregunta concierne un peso importante de la carga de la prueba. Ya que justamente, ¿Qué interpretación justa se puede hacer de Freud? Cabe pensar entonces que lo único que es posible es ir abordando en nuevas formas, distintos planteos desarrollados por Freud, para poder entonces evadir, no ir hacia la misma desembocadura que el planteo de Zizek y Laclau, habría que erigirse sobre conceptos distintos. En este sentido, cabe pensar entonces que el estructuralismo y el post-estructuralismo y su impacto en las ciencias sociales es un punto muy importante porque nos familiariza con una serie de concepciones sobre las cuales se parte para poder entender la realidad.
A partir de allí queda un planteo simple, ¿Qué otros abordajes pueden “suplementar” el enfoque que Laclau y Zizek, como “discípulos” de Lacan han hecho? Sobre este punto se pueden hacer muchas críticas todas ellas, son las que enturbian nuestras nociones políticas sobre Freud, la primera de ella, es desandar el camino hasta Lacan, ¿habrá sido esta interpretación la correcta?, la segunda, la pregunta por la Ciencia Política, ¿Fue la ciencia política realmente conmovida por la presencia de la teoría lacaniana?, estas preguntas quedan por fuera del trabajo, pero son caminos válidos para pensar otras variantes, lo que en este caso hará es, pretender encontrar otro origen en el que Freud se asentó, ¿Acaso no es momento de preguntar lo político en Freud? Si tratamos de psicoanalizar la política llegaremos a conclusiones como las que Zizek y Laclau han querido dar como la realidad política actual, como el papel de lo que está siendo la política, la post-política, y dan por sentado, sepultado y anulado, el interrogante freudiano y de otros filósofos que abordaron el tema. ¿El post modernismo sepultó a Freud y a Marx? Sabemos que la subsistencia de marxistas, o al menos que se declaman tales da un espacio para pensar esta alternativa, la pregunta sería sobre los freudianos, o sobre lo que sería las reflexiones sobre qué es el destino de las interrogantes de Freud, que sólo pueden ser tenidas por válidas si se las toma como originales y puntos de partida.

Tomemos a Nietzsche como referencia clave en la imposibilidad de hacer de la política una moralización, y por lo tanto recuperar, el campo de la violencia en todo su tenor. Para esto, justamente tomar a Freud como el gran crítico de la moral, el crítico de la moral, como moral impuesta, y por lo tanto frágil, para abandonar el equívoco planteado por parte de los “mejoradores post-modernos de la Humanidad”.
           
Los “Mejoradores” de la Humanidad:
            1-
            Se conoce mi exigencia de filósofo de colocarse más allá del bien y del mal, de tener debajo  de sí, la ilusión del juicio moral. Esta exigencia se deriva de una concepción que fue formulada por primera vez por mí: que no hay en absoluto hechos morales. El juicio moral tiene en común con el religioso el hecho de que cree en realidades que no son tales.
La moral es sólo una interpretación de ciertos fenómenos, más precisamente, una interpretación falsa. El juicio moral, al igual que el religioso, corresponden a un estado de ignorancia que todavía carece incluso del concepto de lo real, de la distinción entre real e imaginario: de modo que “verdad” designa en este estado muchas cosas que consideramos “fantasías”. En consecuencia el juicio moral nunca debe ser tomado literalmente: tal como siempre solo contiene contrasentido. Pero en tanto semiótica sigue siendo inestimable: al menos al que sabe le revela las más valiosas realidades de culturas e interioridades que ellas no sabían lo suficiente como para entenderse a sí mismas. La moral es un lenguaje se signos pura sintomatología: hay que saber de antemano de qué se trata para poder sacar algún provecho de ellas. (Nietzsche, p. 123-124)

Consideremos además como este principio la contradicción del pensamiento ante los distintos elementos que van ganando parte a las ideas en torno a las cuales se construye esta forma de reflexión, cuando Freud escribe, en realidad forma parte de un eslabón de una contra-modernidad. La gran diferencia cabalga sobre el divorcio claro entre la biología y la economía que avanzan en otros sentidos sobre la posibilidad de la construcción de los sujetos, y los límites de las disciplinas constituidas sobre el papel necesario de esta forma de pensamiento. Arendt como Lefort han sostenido contra toda esperanza que la historia- los hechos- principalmente el genocidio- forman parte de una forma de entender la deshumanización, es decir toman el efecto por la causa y tomar el efecto por la causa es negar que este problema no es una simple conjunción del racionalismo, sino se que trata de una especulación que quiere evadir ciertos mojones anteriores. Nacen nuevos “mejoradores” ahora investidos de un nuevo poder constituyente que no es otro que el de la democracia, la cual no pudo ser perfeccionada pero su vuelta al origen sería más bien el fracaso de la misma burguesía y del mismo imperialismo.

 En cambio, Marcuse y Nietzsche, vuelven a pensar el papel de la moral como algo negativo, en este sentido Freud es conservador, pero conservador en lo ontológico, relaciona la concepción misma de cultura y política- cuál es su naturaleza, del poder a una relación justamente de Moral, porque esta es la Ley, la ley que no puede ser modificada, sus mitos tienen ese sentido, y en este sentido debemos tomar como una correcta apreciación del problema, Freud no crea una teoría ad hoc para hablar del origen de la sociedad, tampoco crea dos “ordenes diferentes”, la puja está en el individuo. Por eso mismo vale tener en cuenta la noción de Moral en Nietzsche, la cual tiene que ver a la fuerza con la política, justamente por eso mismo, donde, Nietzsche ve una acción directa, una intervención, la teoría actual de la democracia crea una nueva “mano invisible”.
                       
2-
Un primer ejemplo, totalmente provisorio. En todas las épocas, se ha querido “mejorar” a los hombres: esto, antes de todo se denomina moral. Pero bajo la misma palabra se oculta la más extraordinaria variedad de tendencias. Tanto la domesticación de la bestia hombre como la cría de un determinado género de hombres han sido llamados “mejoramiento”: sólo estos términos zoológicos expresan realidades; realidades, obviamente, de las del típico mejorador, el sacerdote nada sabe: no quiere saber nada… Llamar a la domesticación de un animal mejoramiento, es a nuestros oídos, casi una broma. Quien sabe lo que sucede en los zoológicos duda de que la bestia sea “mejorada” allí. Se la debilita, se la vuelve menos dañina, el afecto depresivo del miedo, mediante el dolor, mediante las heridas, en una bestia enfermiza. No hay diferencia alguna con el hombre que ha sido “mejorado” por el sacerdote.
Pero ¿Qué aspecto tenía un germano mejorado, seducido hacia el interior de un monasterio? El aspecto de una caricatura de hombre, de un aborto: se había convertido en “pecador”, estaba enjaulado, se lo había encerrado en un montón de conceptos terribles. Allí yacía ahora, enfermo, raquítico, pérfido consigo mismo; lleno de odio contra los impulsos vitales, lleno de sospechas contra todo lo que era fuerte y feliz. En breve, un cristiano… Hablando fisiológicamente, en la lucha contra la bestia la única forma de debilitarla puede ser enfermarla. La Iglesia entendió esto: arruinó al hombre, lo debilitó, pero pretendió haberlo “mejorado”….  (Nietzsche, p. 125-126-127)
 
            ¿Cuál es el papel de la política en esta clase de interpretación? Sobre estas formulaciones alternativas que se acercan a la irracionalidad alcanzan un nuevo punto de reflexión. Sobre este cabe pensar que existe una forma especial cuales son las formas más claras para poder entender la interpretación de la economía que dista ser una parte de la que se organizó el pensamiento político.

En “La conjuración sagrada”, suerte de manifiesto inaugural de la revista Acéphale en 1936, aparece, entre Sade y Nietzsche, un epígrafe de Kierkegaard que dice: “Lo que tenía un aspecto político y creía ser político, un día se descubrirá como movimiento religioso.”23 Por lo tanto, la conjura que se emprende- y toda la revista a tal punto gratuita se asemeja a una conspiración secreta, una tentativa de modificación del mundo- pareciera desprenderse de las actitudes políticas, buscando más bien un pensamiento de comunidad alguna base para otro tipo de sociedad. […] El mundo en que se está disfrazado de civilización ilustrada, enceguece con sus luces solo para alumbrar las líneas de montaje, las cajas, la circulación de un punto a otro, desde el suplicio de perderse hasta la perdición del tiempo laboral. Ese mundo que no puede ser amado, donde lo único amable es la insuficiencia, la fragilidad de cada individuo, “representa solamente el interés y la obligación del trabajo. Si se compara con los mundos desaparecidos, resulta el más odioso y resulta el más fallido de todos. En los mundos desaparecidos era posible perderse en el éxtasis, lo cual es imposible en el mundo de la vulgaridad instruida. (Mattoni, Bataille, una introducción, p. 45)

            Freud analizará una parte importante del papel de lo pulsional y de la energía de la relaciones sexuales, sobre este punto propulso la imagen de que incluso la posesión sexual estaba en relación tal vez más definitiva que la propiedad, aunque esta definición de propiedad como la vemos es limitada y burguesa, y es a la vez una definición que parece, propia de ínter-expropiación de la burguesía, pero no se trata de la teorización del amor libre, sino por el contrario de la idea necesaria y sobreviviente de la pulsión general de la sociedad en la cual aparece como “ingobernable” esta forma de la economía que no puede impedir el desperdicio. Como la “mierda” la cual tiene un significado importante para Freud, en un mundo donde, lo más preciado podría ser el combate contra el igualitarismo la distopía, la imagen tergiversada el carnaval es una imagen propicia. ¿Una sociedad en crisis que hace grandes demostraciones de fuerza? ¿A costa de quiénes? ¿Por qué? Profundas metáforas recorren este espacio y forman parte de lo que Freud/Reich y otros vieron originalmente, sobre el peligro en el cual Nietzsche se habría perdido, sobre la naturaleza dionisíaca, la cual ya no podría tener sentido en el mundo moderno y esta condenada a morir. Pero no puede morir, no solo por la superexplotación, no sólo por el dominio sino porque la humanidad aún no puede ser cosificada completamente aunque es dominada por las tecnologías y las técnicas, que hacen a la cultura, junto a los “altos valores”.

Los planteamientos acerca de lo que Bataille denomina “economía general”10 dan coherencia a gran parte de sus elaboraciones. De ahí que el erotismo adquiera sentido referido a dichos planteamientos. La economía general pone de manifiesto en primer lugar, que en la naturaleza se producen excedentes de energía que por definición, no pueden ser utilizados. La energía excedente no puede hacer otra cosa que consumirse sin la menor finalidad, tiene que gastarse.

Pero el consumo mismo impone una dualidad11 que afecta, por una parte al consumo relativo de la fuerza de trabajo, (consumo necesario para la supervivencia) y por otra, el gasto improductivo (consumo de la energía excedente). Este último es considerado, desde la perspectiva empresarial, como una pérdida que no contribuye a la maximización de lo útil. Pero desde la perspectiva batailleana, ese gasto “pura perdida” presente en toda la historia humana confirmaría la existencia de otro ámbito (au déla raison) que habla de un mundo tan humano como estrictamente racional. La idea de que la condición básica de la vida es la exhuberancia, el exceso, el “gasto” la expresa la proposición general según la cual: no es la necesidad sino, su contrario el lujo, el gasto inútil, lo que le plantea a la materia viva y al hombre sus problemas fundamentales.

Bataille se centra en el gasto y en su uso improductivo. De ahí que los análisis de Bataille aborden, no tanto las condiciones objetivas, como los aspectos-psicosociales. Estos aspectos de la vida afectiva (lo heterogéneo) constituyen para Bataille, el elemento fundamental para analizar los fenómenos de la vida social e individual, que, desde planteamientos teórico-científicos, no se logran entender, optando por su exclusión, su “ocultamiento”, pero sin lograr hacer desaparecer la fuerza de sus movimientos.

Estos elementos heterogéneos no se explicarían tampoco desde el marco teórico del psicoanálisis. Su fuerza es más profunda no puede ser reducido a lo inconciente ya que estos elementos no permiten ser domeñados con la fuerza analítica de la reflexión personal, sino que su ser es el “exceso” y éste sólo se reduce rompiendo límites. (con conductas excesivas)

Lo “heterogéneo” tampoco puede ser subsumido dialécticamente en una actividad posterior, porque no es la negatividad hegeliana; es lo que Bataille denomina negatividad sin empleo; no representan un elemento contradictorio frente a otro asumido en una síntesis posterior, sólo que son elementos contrapuestos independientes y la negatividad de uno no puede ser subsumida en una superación lógica, sino que, según Bataille tiene que desarrollarse y expresarse en conductas excesivas, desmesuradas, porque forma parte constitutiva del ser humano, cuya vida es un “vaivén” entre ambos ámbitos. (Nuñez Tomás,Erotismo e Identidad de Genero en Georges Bataille,p.4-5)                          

            Vale para pensar desde este punto de vista que Freud, aceptando las ideas de la irracionalidad y dando crédito a las posiciones que demostrarían la incapacidad del hombre para poder asumir la correcta administración de ese mundo, es decir como la imposibilidad en la práctica de poder asumir otro papel que el supuestamente asumió hasta ahora. Podemos decir que Freud, lejos está de un filosofo del orden como puede ser Arendt, lejos está de una idea general sobre un desarrollo donde la acción humana tenga una papel relevante, y qué sería en el fondo el discurso sino el encubrimiento de algo más, algo que tiene que ser más profundo- o al menos así lo pretende, en este sentido cabe decir que la idea de Bataille pese a que no es tal vez la idea la de la economía que habría desarrollado Freud, tiene en el papel del goce, y de la represión a través de la cultura un atractivo especial:

La contradicción entre las concepciones sociales corrientes y las necesidades reales de la sociedad se asemeja, de un modo abrumador, a la estrechez de mente de un padre que trata de obstaculizar la satisfacción de las necesidades del hijo que tiene a cargo. Esta estrechez es tal que le es imposible al hijo expresar su voluntad. La cuasi malvada protección de su padre cubre el alojamiento, la ropa, la alimentación, hasta algunas diversiones anodinas. Pero el hijo no tiene siquiera el derecho de hablar de lo que le preocupa. Está obligado a hacer creer que no se enfrenta a nada abominable. En este sentido es triste decir que la humanidad consciente sigue siendo menor de edad; admite el derecho de adquirir, de conservar, o de construir racionalmente, pero excluye en principio, el gasto improductivo.

Es cierto que esa exclusión es superficial y que no modifica la actividad práctica, del mismo modo que las prohibiciones no limitan al hijo, el cual se entrega a diversiones inconfesables en cuanto deja de estar en la presencia del padre. La humanidad puede hacer suyas unas concepciones tan estúpidas y miopes como las paternas. Pero en la práctica se conforma de tal forma que satisface necesidades que son de una barbaridad atroz e incluso no parece capaz de subsistir más que al borde de lo excesivo.

Por otra parte, a poco que un hombre sea capaz de aceptar plenamente las consideraciones oficiales, o que puedan llegar a serlo, a poco que tienda a someterse a la atracción de quien dedica su vida a la destrucción de la autoridad establecida, es difícil creer en la imagen de un mundo apacible y coherente con la razón pueda llegar a ser para él otra cosa que una cómoda ilusión. (Bataille, La noción de gasto, “La critique sociale, 1933.)                   

Comencemos por la parte primera, que es cómo proponer la base sobre la cual la posición kantiana forma parte necesaria de la contraposición que se realiza con Freud. Sobre este punto pesa la respuesta sobre la cual se piensa la democracia- porque antes se había pensado el Estado de derecho, es decir la Republica. Esta democracia entonces se puede re-pensar sobre esa misma base; la misma base sobre la cual la obra freudiana va en contra de la seguridad que se supuso a ese orden:

Los objetivos que proponía Kant son difíciles de describir brevemente. Pero pienso que Kant considera el papel de la filosofía como una apología: la defensa de la fe razonable. No es éste el viejo problema teológico de demostrar la compatibilidad entre la fe y de la razón, sino el de demostrar la coherencia y la unidad de la razón, tanto de la teoría como de la práctica, consigo misma; y cómo hemos de considerar la razón como la suprema corte de apelaciones, como la única competente para dirimir todas las cuestiones acerca del alcance y los límites de de su propia autoridad. Kant en sus primeras dos Críticas intenta defender tanto nuestro conocimiento de la naturaleza como nuestro conocimiento  de nuestra libertad a través de la ley moral; también intenta encontrar un método para convencernos de que la ley natural y la libertad moral no son incompatibles. Este es el punto de vista de la filosofía como defensa rechaza cualquier doctrina que no defina la unidad y la coherencia de la razón teórica y de la razón práctica; se opone al racionalismo, al empirismo, y al escepticismo, en tanto que tienden a ese resultado. Kant desvía la carga de la prueba: la afirmación de la razón esta enraizada en el pensamiento y en la práctica de la relación humana ordinaria (sólida), a partir de la cual debe empezar la reflexión filosófica. Hasta que ese pensamiento y esa práctica no parezcan estar en conflicto, no necesitan defensa alguna. (Rawls, Liberalismo Político, p. 110)

            Pero Kant no se halla solo en su tarea por medio del desarrollo de su obras otros filósofos han intentado darle un papel fundamental al amor al otro, al prójimo es decir sosteniendo las tesis no de Kant pero si de una antropología positiva. En este sentido la obra de Kierkegaard trabaja una parte de esas problemáticas. Sobre eso cabe hacer una pequeña referencia:

[…] Kierkegaard se detiene a analizar minuciosamente cada término de la expresión: el amor, el prójimo, el sí mismo, el hacer del amor del sí mismo una medida para amar al prójimo. El cuidadoso análisis del amor y la pregunta por las obras del amor- es decir, por la dimensión práctica que implica, por “los frutos” por los cuales se reconoce el amor- cuestionan expresamente las nociones tradicionales asentadas a lo largo de los siglos aquello que el sentido común terminó por cristalizar como una idea banal. […] El amor al prójimo, a diferencia del amor de preferencia, no se determina por el objeto amado, es decir por las cualidades que reúna el objeto nuestro amor. Al prójimo se lo amar por amor. (Cuervo, Kierkegaard, una introducción, 112-113)

             Justamente es vital contraponer estas imágenes que va a la fuga de la racionalidad para a la vez entender cuán lejos profundizaron las posiciones del siglo XIX sobre los problemas que Freud iba a tomar en su obra y como estos de alguna manera implican grandes problemas políticos que a su vez parecerían ser sepultados por los acercamientos a primera vista.

            Pensemos que desde esta perspectiva la tensión entre Humanidad y Pueblo, algo tan común y tan caro a la idea del Nazismo tiene que ver con el cristianismo y con sus mandatos sobre los cuales la sociedad se fundó de alguna manera por sobre una base de las creencias generales. ¿Sería esta diferencia este problema de la universalidad tan importante? Este punto es digno de consideración y tal vez una lectura que sólo se centre en el problema desde el punto de vista de la búsqueda de la liberación de la angustia no lo puede entender, o no lo ha abordado:

En ese antiguo pasaje se lee: “No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra la vida de tu prójimo. Yo, Yahveh. No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo para que no te cargues pecado por su causa. No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

En este pasaje, el Antiguo Testamento parece remitirse a una relación de proximidad: “los tuyos”, “tu hermano”, “los hijos de tu pueblo”. Amar al semejante, al amigo, al hermano, en suma al que es como yo. ¿Esto implica que el amor se agota en los “míos”, los cercanos, los próximos? Se trataría entonces de un amor de preferencia: prefiero a mi hermano antes que a un desconocido, prefiero al hijo de mi pueblo antes que a un extraño, a mi amigo antes que a mi enemigo. Así el prójimo sería alguien que tengo que amar debido a su semejanza conmigo. Pero unos renglones más abajo el texto dice: “Cuando un forastero resida en vuestra tierra no le molestéis. Al forastero que reside junto a vosotros le miráis como a un forastero, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a vosotros mismo pues fuisteis forasteros en la tierra de Egipto. (Cuervo, Kierkegaard, una introducción, p. 116-117)

La cuestión del pueblo entonces se convierte en un elemento que en el cristianismo tiene muy distintas acepciones, sobre todo en esta clase de filósofos burgueses, incluso acusando a Marx de burgués no  estaría esto sino continuando las complejas relaciones dentro del mundo europeo de la modernidad cuando trato de entender este papel del proletariado redentor, pero esto no es lo importante lo importante es que en la escritura según su lectura o hay un pueblo o una fe que proteger que parece ser el mandato, “el gran mandato que da el cristianismo” o hay un Estado, una política de la religión que inspirada en San Pablo, y toda la Patrística comienza como crear una institución que es la Iglesia que al igual que el Estado y ciertos fundamentalismos hoy tiene una voluntad de verdad, de saber y de poder que no puede rehuir a la idea de dominación. Cuán caro fue a los Estados europeos el antisemitismo cuán caro fue a la Iglesia, el anti-semitismo. Freud tan burgués como Marx, tuvo sus problemas para dar en el blanco de las buenas intenciones de los filósofos más idealistas, en este sentido queda decir; ¿No se ve que está tratando políticamente la esencia misma de la sociedad en la que se habita? Esta persistencia en cuanto a las intenciones, y la presencia o no de la Utopía parece en parte formar parte de una contradicción que fue parte del pensamiento burgués, y que lo llevó a pensar cuál era la razón de semejante desencuentro.

Como tratamos en Zizek el problema de la caída del Gran Otro en la sociedad contemporánea, problema que Lacan y Freud ven en la caída de la figura del Padre, que se ve entonces en la crisis del Estado burgués, podemos decir que frente a la idea de un Eichmann, se plantea su contra cara, su necesaria contra cara, es decir, el pensamiento sobre la necesaria búsqueda inacabable por el sentido del amor y de la existencia. Este planteo basta para entender que clase de necesidad de encontrar ese otro existió al menos en ese momento histórico. Kierkegaard con la idea de “Cristiandad”, estaba “presagiando” las ideas capitalistas que progresivamente irán llevando al “holocausto”, el gran otro antes de disolver en la sociedad contemporánea quiso ser “eliminado” mediante el totalitarismo.

El reto dirigido a un amor fundado en las ventajas comparativas del objeto amado, radica en el mandato de amar al enemigo, es decir, aquel que me representa ninguna ventaja interesada, a aquel quien puedo amar porque es mi prójimo, aunque él no me ame. En esta figura del enemigo amado vuelve a presentarse el problema de Ejercitación del cristianismo: ¿porque razones habría que amar a Jesús?, ¿porque era elocuente?, ¿porque hacia milagros? Anticlimacus dice que Cristo es el incógnito, el hombre insignificante, que no tiene ningún atributo exterior para que pueda ser reconocido como el Amor. Y sin embargo, este Cristo, el prójimo, es el Amor. No hay manera de reconocerlo sino amándolo. […] Si lo amas, entonces ahí procede el prójimo. El amor en cierta forma precede al amante y al amado. (Cuervo, Kierkegaard, una introducción, p. 118-119)                    

            Justamente por esta razón es por medio de la cual debemos tomar este tema en profundidad, se ataca muchas veces en forma indiscriminada, usando abusando de los anacronismos con intencionalidades políticas muchas tesis marxistas, y muchas tesis que quedarían por fuera de la comunidad “bienpensante” de la política, y cada uno de estos ataques tiene finalidades particulares, a saber re-unir, re hacer una cultura siempre acorde a la forma de poder vigente, esto es lamentablemente lo que ocurre entre la verdad y el poder. Cabe decir que entonces tendríamos que considerar el efecto que tuvo el avance ya presagiado por Freud sobre estas cuestiones respecto al “humanismo”. Muchas veces cuando se lee y se considerar que se puede atravesar el siglo XX de manera muy veloz, se puede creer que es pasible de comprensión una guerra transparentemente entre democracia y totalitarismo, y que además es fácil distinguir las filosofías totalitarias de las que no lo son:

Tal vez el punto más insistente de estas críticas sea la denuncia que detrás de las buenas pretensiones prácticas del humanismo se esconde la ingenuidad teórica, según la cual el hombre sería un sujeto libre que construye su propia historia mediante una conciencia totalmente transparente de sí mismo y del mundo. Por el contrario, la tarea de una teoría realmente seria radicaría en pensar las estructuras económicas, lingüísticas, cognitivas, etc., que están más allá de la conciencia explicita de los hombres. Sobre este punto Foucault señala que el hombre es una invención reciente, un producto de la episteme moderna, y anuncia su próxima desaparición. Levi Strauss, por su parte, denuncia que detrás del humanismo hay una visión etnocéntrica y lineal de la historia y la cultura.11 Finalmente, Althusser sostiene que hay al menos dos Marx: uno humanista impregnado de nociones hegelianas y feuerbachianas- fundamentalmente de los Manuscritos y otro que habría comenzado a abordar el proceso de estructura en -El Capital-.

Sería imposible dar una respuesta terminante a estas críticas, pero al menos aquí podemos señalar dos cuestiones. En primer lugar, que las mismas son efectuadas desde un punto de vista epistemológico/metodológico. Por el contrario en este trabajo hemos abordado el humanismo marxiano desde sus implicancias prácticas ético-políticas. Esta aserción podría ser el modo de evitar un problema, y que en cierto modo, lo es, porque escapan totalmente a este trabajo las cuestiones metodológicas planteadas por los estructuralistas. Sin embargo, hay una segunda cuestión relacionada con la anterior que tal vez si pueda constituir un inicio de respuesta, o al menos un intento de replantear el problema, a saber: ¿Cómo es posible una filosofía práctica si la historia es un proceso sin sujeto y si las estructuras no tienen fisuras? Este problema, por supuesto, no lo inventamos aquí, ya que es la crítica más corriente que se les hace a los estructuralistas. Sin embargo, entendemos que desde Marx podemos repensar la cuestión a partir de lo que serán las últimas preguntas de este trabajo: ¿De qué manera la noción de trabajo vivo puede servir para fundamentar las prácticas ético-políticas en un contexto- el postmoderno- en que la misma función del fundamento se ha tornado sospechosa? ¿Hasta que punto esta visión podría contribuir a reconsiderar la posibilidad de un humanismo después de la decretada muerte del hombre? ¿Podemos contestar estas preguntas? ¿Es al menos posible pensarlas? (Pagura, ¿Existe un futuro para el Hombre?, p.10)                                  

            Esto a su vez genera una crisis:

Harry, personaje alter ego de Hesse, describe nuestro mundo cultural como un cementerio. Jesucristo, Sócrates, Mozart, Dante… [nombres borrosos sobre lápidas de hojalatas llenas de orín]. (2) Cuando Harry es invitado a una agradable velada se produce una mínima revelación ante un retrato de Goethe. Ante el retrato del poeta, Harry no lo reconoce. Pero cómo puede él reconocer a Goethe, si jamás ha visto su rostro, si nadie podría saber como puede ser el rostro del venerable autor. A pesar de no conocerlo, Harry cree que aquel retrato necio no le hace justicia, aquel retrato que lo representa “almibarado y peinadito”. Lo peor del asunto es que Harry entiende que no hay comunicación posible con personas que creen que Goethe es aquello. Con aquello “se acaba toda la confianza en esas personas, toda amistad con ellas y todo sentimiento de afinidad y solidaridad.”

Lo que Harry descubre es cómo la cultura,- la burguesa en este caso, la de masas hoy (3)-, o la industrialización cultural, convierte todo en producto de venta, despoja toda obra, a todo creador de sus aristas y contradicciones, de su peligro; lo lima y rasura todo para que sea accesible a todos. Accesibilidad inocua. Se acabó el entender que meter la cabeza en un libro puede ser meter la cabeza en la boca del lobo, y que el lobo puede morder y masticar y escupir nuestra estúpida cabezota por haberla metido donde no debíamos. Se acabó el riesgo de lo imprevisible. Lo que la industria de la cultura hace hoy es aplica la cultura de la comprensión. (4) La globalización de los libros, la música, del pensamiento, consiste en despojarlo de todo peligro, de toda verdad.

Para que la obra se transmute en producto es necesario que el consumible sea previsible, del todo esperable, que no provoque sobresalto, sino modorra. No narcótico, sino más bien anestesia. La cultura de masas es la igualación para abajo. No se esta ofreciendo cultura a todos, sino que se les está negando a los pocos que la demandan. De lo que aquí se trata, es de la desactivación del contenido de la obra. Y esto es también un crimen kitsch. Cómo confiar en alguien que cree que Las estaciones de Vivaldi son las que proporcione Karajan; (5) cómo comunicarse con alguien que cree el Código Da Vinci del señor Brown, es literatura. Quizá nos encontramos ante un prejuicio clasista, pero cómo confiar en alguien que nos invita a cenar y nos coloca sobre la mesa un cubo de basura. (Segovia, p.2)              

            Hay una fuerte tradición idealista en la política que responde a un idealismo ajeno al materialismo presente en el desprecio de lo que termina siendo la realidad última de las cosas sobre todo cuando se las considera históricamente- esto se trata de la búsqueda en la forma en que son realizadas las acciones históricas en torno a la toma del poder. Pero esto además termino politizando la misma idea de cultura para convertirla en una de las dimensiones más importantes del análisis posterior a la primera mitad del siglo XX, allí la cultura formaba parte ya del capitalismo y el tejer sus relaciones terminó siendo la parte más fundamental a la hora de hacerse con la idea de cómo y por qué ocurría la dominación, en este sentido vale decir, Freud en el Malestar de la Cultura fue un precursor. Estaba abriendo el camino a lo irracional en la política, desde el resultado del efecto de la producción de la sociedad como cultura y sobre esto planteo la dominación como la consecuencia y no la causa de la cultura. La cultura se iba plegando y se iba metamorfoseando a la par que necesitaba del hombre su control para poder hacerlo vivir en sociedad, ya no se trata de un pacto originario sino de un proceso dinámico y originario que no tenía fin y que cada vez dejaba menos espacio a lo espontáneo en el hombre.

Partiendo de estas perspectiva, en Nietzsche, Schopenhauer y Freud; se repite un planteo que es clave; sobre este punto se tiene una constancia es retomado por Rawls cuando se considera las bases del liberalismo político, sobre esta base se plantea a la vez el cuestionamiento de la “inevitabilidad” del egoísmo es decir la puesta en duda de la posibilidad de la formulación burguesa de un ideal de esta clase. Este pesimismo se basa en este punto, la caída de los ideales de la burguesía, es decir los sucesivos desencantos que se dan post-Revolución Francesa, en este sentido es clave la comprensión profunda del problema. No se trata sólo del proceso por el cual se habrían vuelto violentas las revoluciones sino por el contrario se trata del proceso por el cual la burguesía abandona la racionalidad con la cual habría dado ideales universales a toda la humanidad, este es uno de los efectos de la obra de Freud:

Para mostrar la importancia de este hecho, considero una objeción semejante a una crítica que hizo Schopenhauer a la doctrina de Kant del imperativo categórico.14 Schopenhauer sostenía que, al argumentar a favor del deber de la ayuda mutua en situaciones de peligro (el cuarto ejemplo que se da en Grundlegung [ Fundamentación…], Kant recurre a lo que los agentes racionales, como seres finitos con necesidades, pueden coherentemente querer que sea una ley universal. En vista de nuestra necesidad de amor y compasión, por lo menos en algunas ocasiones, no podemos desear que haya un mundo social en que los demás sean siempre indiferentes a nuestras súplicas de auxilio en tales casos. Basado en eso, Schopenhauer argumentó que el punto de vista de Kant es en el fondo egoísta, de lo cual se colige que, al fin y al cabo, esto sólo constituye una forma de heteronomía.

Aquí no me interesa defender a Kant de esta crítica, sino señalar por qué es incorrecta la objeción paralela a la justicia como imparcialidad. Para este fin, observemos que hay dos cosas que inducen la objeción de Schopenhauer. La primera es que piensa que, cuando las máximas se convierten en leyes universales, Kant nos pide que las pongamos a prueba a la luz de sus consecuencias generales para nuestras inclinaciones y necesidades naturales, consideradas estas de manera egoísta. La segunda consiste en que las reglas que defienden el procedimiento para probar las máximas son interpretados por Schopenhauer como restricciones externas, y no como derivadas de las características esenciales de las personas en tanto que seres racionales de las personas en tanto que seres razonables. Por decirlo así, estas restricciones se imponen desde el exterior por las limitaciones de nuestra situación, limitaciones que quisiéramos superar. Estas dos consideraciones inducen a Schopenhauer a decir que el imperativo categórico es un principio de reciprocidad que acepta astutamente el egoísmo el egoísmo como un compromiso. Como tal principio, puede resultar apropiado para una confederación de naciones-Estados, pero no como un principio moral. (Rawls, Liberalismo Político, p. 114)       
         
            Vale la pena tener en cuenta esto para acceder esta reflexión:

“Cuando escucho la palabra cultura, echo mano a mi pistola” se supone que dijo Goebbels. “Cuando escucho la palabra cultura, echo a mano mi libreta de cheques”, dice el cínico productor de la película de Goddard “Le mepris”. Un lema izquierda invierta el refrán de Goebbels: “Cuando escucho la palabra pistola, trato de buscar cultura”. La cultura, según este lema, puede servir como una respuesta eficaz contra las armas de fuego: una irrupción de violencia es un pasaje al acto originado en la ignorancia del sujeto. Pero la noción es socada por lo que se podría llamar el “racismo postmoderno”, cuya característica sorprendente es su insensibilidad para la reflexión- “cabeza rapada” neo-nazi golpea a los negros es conciente de lo que hace, pero lo hace de todas maneras. (Zizek, Tú puedes, p. 4)

            Justamente más que la persistencia de la naturaleza humana lo que se confirma es la persistencia de los prejuicios y los síntomas de la cultura y la sociedad que terminan dando una imagen de inextirpables. Más que la idea de una naturaleza a priori lo que hay es una cultura que parece ser irreversible y que suma elementos que presentes en la sociedad re aparecen perturbadoramente una y otra vez. Zizek va a tomar este sentido el debilitamiento de la cultura, por sobre la idea misma de la cultura, es decir esta sociedad auto-reflexiva ya no cuenta con las limitaciones que Freud le aplicó a la sociedad de su tiempo. Lo que es más el Malestar termina por ser algo plástico y el malestar se mantiene pero en una perspectiva sui generis. Se trata de pensar como si cambiaron históricamente las interpretaciones y las bases de la cultura está tiene un efecto tan particular. Sobre esto quedaría interpretar como lo Freudiano en la crítica a la idea de la Utopía no haría más que critica en parte al dispositivo privilegiado del mundo burgués, la escuela burguesa y la familia burguesa que hacen pasible la idea del fin de los conflictos y pasibles receptores de esta clase de propaganda. Es decir, cómo fue que la imaginería religiosa, la forma paternalista del Estado burgués, dio paso a una sociedad bien disciplinada que pudo creerse la historia. Freud en este sentido con su escepticismo era la respuesta que el no podría hallar en sus pacientes sobre aquellos postulados que para él eran sin duda artificiales.

Parece cosa ridícula de hacer,  pero hay una versión generalmente aceptada y “políticamente correcta” en el cual las minorías- étnicas, sexuales, y otras- escriben su nuevo pasado de un modo más positivo y autoafirmativo (algunos afroamericanos claman que los imperios africanos tenían sofisticados conocimientos científicos y tecnológicos mucho antes que la Edad Moderna Europea). Imaginen la nueva escritura del Decálogo con el mismo criterio, ¿Es demasiado severo uno de los mandamientos? Pues, regresemos al Monte Sinaí para escribirlo de nuevo: el adulterio-¡aprobado!- puesto que es sincero y sirve a los intereses de la autorrealización. Lo que desaparece no es un hecho concreto real de un encuentro traumático cuyo papel organizador en la economía psíquica del sujeto resiste su reinscripción simbólica. (Zizek, Tú Puedes, p. 5)

Justamente por esta razón en la cultura permanecen bellos los proyectos irrealizados. Sobre este punto se va construyendo una crítica distinta a la que se desarrolla en otras formas de conceptualizar. Podemos decir entonces que algunos conceptos sobre la realidad lo bajo, lo prohibido, el tabú no terminan formando parte fundamental del análisis político. Incluso cuando se critica y cuando se analiza la sociedad muchas veces se suele contraponer a lo que sería el mundo deseable. En este sentido Bataille y Sade forman parte de una tradición que no sería esta imagen para la mayor parte de la población. En este sentido cabe entender que el fin de la cultura, es re pensar cuáles fueron los resultados de la producción freudiana en el mundo contemporáneo:

Los nuevos fundamentalismos no son una reacción contra la ansiedad que produce la libertad excesiva que acompaña al reciente capitalismo liberal, ellos no proveen de enérgicas prohibiciones en una sociedad inundada por la permisividad. El cliché de “escapar a la libertad” dentro de un refugio totalitario, es profundamente engañoso. Tampoco lo explica la clásica tesis Freudo-Marxista según la cual la fundación libidinal de los regímenes (fascistas) totalitarios es la personalidad autoritaria, alguien que encuentre la satisfacción de la obediencia compulsiva es la personalidad autoritaria, alguien que encuentre la satisfacción en la obediencia compulsiva. Aunque, en la superficie, el Maestro totalitario también da órdenes estrictas que nos compelen a renunciar al placer y sacrificarnos para alguna causa superior, su mandato efectivo discernible entre líneas, es una llamada a una irreprimible transgresión. Lejos de imponer en nosotros una firme colección de estándares para la conformidad, el maestro totalitario suspende el castigo (moral). Su mandato secreto es: Tú puedes. Nos dice que las prohibiciones que regulan la vida social y garantizan un mínimo de decencia no tienen valor, no son más que un mecanismo para tener a la gente común a rayas- nosotros, por otra parte somos libres de liberarnos, matar, violar, robar, pero solamente mientras sigamos al Maestro. (La Escuela de Frankfurt destaca este rasgo distintivo del totalitarismo en su teoría de la sublimación represiva.) La obediencia al maestro te deja transgredir todas las reglas morales: todas las cosas perversas con que soñabas, todo a lo que tuviste que renunciar cuando te subordinaste a la ley tradicional, patriarcal, simbólica, ahora te es permitido entregarte a ella sin riesgo de castigo, igual que puedes comer salame desgrasado, aún sin riesgo para tu salud. (Zizek, Tú Puedes, p. 11)

            Esta es la explicación por la cual cambiaría completamente las acciones sobre las cuales se constituyeron las revoluciones del siglo XIX, ¿acaso esto generaría un líder? ¿Acaso el líder mismo pesa más que la ideología? Genera la fuerza del siglo XXI de imponer una alternativa, la cual es en el fondo la tendencia totalitaria sin objetivo. Sobre esto queda que la democracia es incapaz de rebasar las limitaciones de la democracia. Sorbe este punto se construye la nación en el siglo XIX y la relación con el goce forma parte de la relación freudiana. Sobre este punto cabe pensar que llegada a esta forma lleva a una conclusión, el principio freudiano, la vuelta del nacionalismo vuelve de por sí, vuelve sobre las bases, es decir la irracionalidad termina sobreviviendo y en esta interpretación la negación de la democracia liberal contemporánea es que esta constituye un modo de vida integral del individuo. Queda claro entonces que el comportamiento, la única rebelión posible ante la imposibilidad de la revolución de clase vuelve sobre sí misma.

La misma remarcada suspensión de las prohibiciones morales es característica del nacionalismo pos-moderno. El cliché de acuerdo al cual es una confusa, secular, sociedad global, la identificación con la pasión étnica restaura un firme conjunto de valores, el fundamentalismo nacionalista funciona como un pobremente encubierto: “Tú puedes”. Nuestra post-moderna sociedad reflexiva que parece hedonista y permisiva está saturada de reglas y regulaciones que pretender servir a nuestro bienestar (restricciones sobre el fumar, el comer, reglas contra el hostigamiento sexual). Una apasionada identificación étnica lejos de refrenarnos, es una llamada liberadora del “Tú puedes”: tú puede violar (no el decálogo, sino) las reglas estrictas de la convivencia pacífica en una sociedad liberal y tolerante; puedes comer y beber lo que quieras, decir cosas prohibidas para la “corrección política”, aún odiar, pelear, matar y violar. Es ofreciendo esta pseudo-liberación, que el superego suplementa la estructura explicita de la simbólica ley social.

La aparente oposición entre placer y deber es superada de dos modos diferentes. El placer totalitario, va aún más allá que el tradicional poder autoritario. Lo que se en efecto no es, “cumpla con su deber, a mí no me importa si le gusta o no”, sino: “Tiene que cumplir con su deber y tiene que gozar haciéndolo” (Ese es el modo en que la democracia totalitaria funciona: no basta con la sociedad siga a su líder, deben amarlo.) El deber deviene en placer. Segundo, esta la paradoja invertida del placer convertido en deber, en una sociedad permisiva, como si fuera un deber y por consiguiente se sienten culpables si no son felices. El superego controla la zona en que estos se superponen, donde el mandato de disfrutar cumpliendo con tu deber coincide con el deber de disfrutarlo. (Zizek, Tú Puedes,  p. 11) 

            Los aportes desarrollados en esta sección tuvieron por fin tratar de dar con un acercamiento epistemológico alternativo a) sobre la naturaleza del pensamiento freudiano, b) sobre el legado de este pensamiento en el caso especial del post-modernismo. Sobre esta base enriqueciendo la noción del otro, y buscando contraponer algunas nociones extra sobre el papel de la ciencia y el psicoanálisis podemos tomar como referencia que una definición alternativa de Freud, como la que hemos tomado en este trabajo “restringiendo su papel” pero considerándolo necesario como el elemento clave de la contramodernidad, servirá para apuntalar nuestras nociones finales en la conclusión.  

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