Ir al contenido principal

Rojo:

Quietismo y viajar al pasado. La ausencia de buenas palabras. La realidad deshecha. La realidad a medio consumir. La realidad justamente dada por el microondas. ¿Por qué la quietud? Será el delirio, el culo del Parménides. Si es el culo de Parménides, hay veces que le ponemos a toda palabra una oposición. Después lloramos como idiotas, idiotas e infelices. Nuestras prosas, nos agitan, llevan la sangre al cuello.

Embrionario como una patada que podría entrar por el maxilar o por el culo. Llaman violador a Perón porque lo suponen: Orden, la muerte. Bueno ¿El orden? No es acaso, Ser, ser en palabras. Bueno, gorilaje. Timideces, no mal atribuidas a los que dicen maricas sino a los académicos. Tendríamos que prender fuego todo lo que escribimos. Se trata de ser ambiciosos. Parece que las cosas se nos quedan por la mitad. El ombligo, como vamos por el ombligo. ¿Hasta cuando? Hasta que se muera la persona llena de cocaína en la nariz. Sí, hasta ahí. Hasta que el Crimen se cague de la risa del ¿Castigo?; sí hasta ahí hasta que se llenen de Keourac, aunque no puedan ir un centímetro más allá de él.

Falso, parece que el mundo es falso. Ahora ¿Por qué rojo? Porque no buscar en lo bizarro pelar la paja y descargarla sobre el papel. Porque esto es burguesía, es la manera en que la burguesía termina por ser cosa. Termina por ser una “cosa” más de su patio de objetos. Una cosa más. Por eso, cuando pensamos, en la pasividad de Dalí, ¿sentimos la aguja de Artaud? La locura, está dada. Peronismo, ideología. Locura, no voy a hablar de Perón pero simplemente por el hecho de nombrarlo, ya surgirá un exegeta, sería lo mismo que decir Maradona. Difícil.

El amor burgués, ¿acaba distinto que otro tipo de amor? Hay veces que pienso en que la gente, la burguesía, dice, “No mí amor –propiedad- no es burgués”; lo cual… es pobre. Si es burgués, todos los humanos a lo largo de la historia llevamos trajes sociales. Incluso cuando se violan mujeres con cuchillos, incluso ahí. Cosa que la burguesía ama en este escape del hastío, casi como si implorará el ano en pensarlo (u otra cosa). Bueno, si es un amor burgués. Perverso, porque la burguesía está enfermiza, porque perdió sus puntitos blancos sobre la sangre fresca. Pero burgués al fin. Hay una falta de respeto a la belleza de la vida, siempre la hay. Esta dada por esperar a que el tiempo tenga piedad. ¿Cómo puede ser que los mocos se nos caigan en la cara? Si somos así, perros. ¡Perros!, perros que escriben. Estos son manuales religiosos. Pero señores, en este caso, la paja esta seca. Demasiado seca, adolorida. No es el mito de una paja imaginaria que hace las veces de varita mágica sino la realmente existente. Es el juego de las palabras, pero que abraza porque es abrazador. No vienen las ideas de memoria sino que por el contrario conquistan el espacio. Siempre andan buscando conquistar más espacio. ¿Dónde queda la vida de los que escriben?

Simplemente quedan en las letras en la perdición de su trabajo. Porque esta es su vida real muy en parte, no vivir la historia, sino escribirla. He aquí su desastre querer vender cosas inútiles en el mercado. Hacer clavos a mano cuando se hacen de forma industrial. Por eso hay que hacer clavos perversos. Clavos raros, y tener victimas nuestros afectos.

¿Cuándo te digan qué es la realidad? Tendrá que elegir entre el Norton o el Resero pero no entre cosas que no puedas comprar. No hagas palacios para dioses que no existen. El mercado castiga con la envidia, con el resentimiento y con la crueldad de la insolvencia, el pavimentar el mundo de diamantes que no existen. Tal aberración es la clave, el norte, escupe y vomita cosas de supermercado.

Ahora, sí. Entre las pasiones incorrectas, una que sobresale. Un pelotudo que se disfraza de intelectual, un dandy que no tiene un peso, y un violador debajo de una sotana comparten una línea media. Cuestionan que podamos tener en frente algo más que prejuicio sobre los sujetos. Por eso, los culos desnudos, en paredes donde proyectan sombras y nadie las ve. Esa es la patria que todos quieren escribir, pero justamente es la que se pierden. Estas son las cosas que acompañan al caminante y a su sombra hasta el final. Mucha cosa, folletinera. Delirio. ¿Cómo si las letras fueran la cima? ¿Cómo si fuera un cuestión de matemática? Nunca.   

¿Qué pasa cuando uno piensa de cualquier manera?.... cualquier cosa. ¿Olvida acaso quien es? No sería maravilloso que así fuera. Como si tragásemos mierda. Ahora esto no es una queja, no es una mesa de disección. Palabras, cosas, palabras; cosas. Teman, teman a ser un poco ulcerosos. ¿Quién los mira? Pero si esperan verlos defecar, y verlos copular. Pero si esperan llenarlos de policías. Tienen policías adentro. ¿Quién quiere morir de hambre? Pobreza, sexo, muerte, marginalidad, apestar. Sudor…. moscas.

Piden el fin de la burguesía para morir de la forma más post-industrial. Se aferran a los comprimidos, y así podríamos terminar todo en las bolsas útiles de la basura. Las cuales se apilan y de la que efectivamente se podría ver traslucir una cabeza. A la vez, un vidente. Perversión comerse a los muertos, copular con ellos. Todo esto, es mierda, mierda, y pose, de mierda, aunque podría pasar. Siempre hay alguien que cumple nuestras inconfesadas pasiones. Por eso la muerte y el orden, la razón.

La razón que cuando se llena de dinero termina yéndose de contexto. Porque parece que la razón no fuese otra cosa que una herramienta contra la escasez. Una herramienta para sobrevivir pero incapaz de hacer mucho más. Sólo cuando nos tiraron la estructura por la cabeza nos dimos cuenta de aquello. Aún nuestros grandes cerebros se preguntan si hay una vida más allá de los individuos. Puede que sea la misma vida de su conjunto de su yuxtaposición de ellos.

La moda hace del sufrimiento un formato y de la vida… un infierno; un Shopping. Por eso hay gente que ni llora ya cuando se le ríen en la cara (a menos que cuente aquello que pensaba valioso). La dignidad es lo que se ha ido por el caño; definitivamente es eso, cuestión discepoliana interminable, en un mundo mejor y más terrible. Nosotros los discepoliano, sin saber bien qué mierda quería Discepolo pensamos que el Camus del sentimiento. Y su huída, esta dada por nuestra suerte.  

Por eso las letras vuelven a la vida; se desea el sufrimiento actualizado (desde lo absurdo y lo profano) y su belleza actualizada (de lo abyecto y lo sublime). Odian los nombres, pero odian a los que odian los nombres, los snobs, entran en guerra contra los falsos espontáneos. En el medio un terreno, inerte tan reseco como pueda ser posible parece que nunca se escribe lo suficiente. Cuando se lo hace, se escribe demasiado porque todo es basura, sobre-explicada y sobre-explicativa. Toda la paranoia de la industria cultura en un mazo de cartas (no queda de otra). Toda ella, porque si es de todos, es de nadie. Acaso, Zaratustra, no era el preludio de la crueldad del best seller.

Tristeza, una nueva forma de ella. Una mezcla de paz con desazón, y un corazón que sólo bombea sangre como siempre. Por lo que debe buscarse en lo blando del cerebro la respuesta. Aburre… el mundo aburre, aburre siempre y de una vez. Después, desde la conducencia a esa perdida de la conciencia; a esto se lo llama locura.

Pero… ¿A quien le importa? Estamos muertos en vida. Muertos en letras, y las letras viajan por encima de nosotros. Por eso, algunos buscan en los libros, en los otros, en sus bolsillos respuestas. Otros se copan más leyendo lo terrible de sí mismos. Otros quieren que los miren y que los sonrían como si fuera la primera locura que vieran. Quieren pensar que el dolor es un engaño y los ojos, las risas, los dientes, todo debería estar sincronizado. Que apenas, las pieles aguanten, las muecas. Terribles muecas. Nadie entiende lo que existe. Pero eso es lo de menos, creo que allí se quiere sin palabras. Incluso cuando te habla de la panadería (pero en ese caso sería el frenesí por la palabra, el idilio de lo literario).

Es difícil querer a una persona por una panadería más cuando esta no es algo que podamos recordar y si recordemos, la manera en que entro a su conciencia tamaño edificio; diciendo “¡Ay! Mirá esa panadería”. Porque la crítica no tiene piedad, destroza los textos felices, y crea a los héroes después de que ha matado gente. La cultura explota todos los espíritus que puede. La cultura en el capitalismo es la esencia de la perversión, es la química olfativa de un Dios muerto. Filósofos revisionistas conjurados son sacerdotes de los modernos, pero anti-modernos. No pueden poner la tapa, todo esta hecho, menos los nuevos tipos de celulares y programas informáticos. No se para que se teme tanto después de todo hoy en día el holocausto nuclear. ¿La humanidad o el mercado?

Cuestión por demás complicada. Muy complicada, creo que necesitamos de la humanidad, aunque la burguesía nos educe en la misantropía, para ser masa y odiar la masa. Recordemos que somos los hijos de las chimeneas, que nuestros abuelos no eran militares como los de Borges sino que eran asalariados. Estuviesen donde estuviesen. No digamos que somos las blancas palomitas. Pero sepamos que nuestros virus, ese que nos esta llegando de Europa. Aquí se va a perder como todo y ser otra cosa. Seremos nuevos. Como siempre los fuimos, mestizos existenciales. Porque nos hablarán de lo gratuito de la vida acomodada y nosotros, en parte lo creeremos aunque miremos nuestras billeteras y no tengamos un peso. Nosotros, somos los Orfeos del látex. Nuestro destino no conoce norte. Nuestra estaca, es esta. Teman por no tener otra cosa que un vida peor que una novelita Lumpen, acá no viene una edad como la cristiana, a menos eso esperamos. A menos que los ecologistas, no den un credo universal animista, acá lo viene son años de Apocalipsis para cineastas under, y urnas para nuestros antepasados muertos.          

Es difícil querer a una persona cuando camina al lado de uno más difícil es no quererla sabiendo que vamos ambos hacia el desastre informe. Uno que no tiene idea ni sentimiento.

Es imposible pensarlo. La ridiculez, estaba ya dicha en Capusotto. Pero quisimos, castrarnos con pastillas negras. Así era el momento en que por última vez vi lo que siempre se escapa. Costumbrismo estéril. Después, preguntan, si se lima demasiado y la respuesta es que no; nunca se lima demasiado.        

Pero hay un mito, hay un mito que dice que se puede querer bien y que se puede querer mal. El existencialismo de pinacoteca, cáscara, en vez de dar entrada a lo que sí somos. Caos y crisis. Quieren quitarnos definitivamente de la historia, de la peor manera. Quieren que perdamos lo que somos de una vez por todas, y todas sus arácnidas técnicas buscan entrar por nuestras orejas. El enojo, la ira, la baba, se resisten. Pero conocen ustedes, la Ira de los Dioses. La tijera esta del lado de los grandes edificios, los cuales cargan con geniales destinos. 

 En parte, comentario, y comentario. ¿Por qué no hay acción? Por eso el libretillo de los amigos, con sus libritos, chiquitos. Ellos… amigos, somos todos, en un café que se llama Club de Poetas, o Sindicato de Peluqueras. Vamos cayendo de lado. Vamos cayendo. Pero queremos eso. Hay veces que uno se esta por morir en la espera y eso es la realidad, del mundo de la Internet (lo cual sigue sin decir nada)

 Terrible y revertida, tal vez, sea eso. La vida, absurda, la vida del personaje. No el personaje de la vida. Eso puede ser lo que estemos entendiendo. Con esto no zafamos de la vida, la prisión que nos han hecho nos deja allí. No hay felicidad posible, nuestros juguetes son armas. Esperamos que nos cocinen para poder intentar envenenarnos, con un poco de amargura que nos redima. La ausencia de todo, incluso de las palabras ajenas es una condena al silencio de las propias. ¿Por qué este texto no tiene cuatro manos? Porque sus manos más chicas y más finas, no siguen a las mías. ¿Por qué se resisten? Porque no se invitan a unirse aquí.

He conocido un cerebro que podría tener mi desgracia, pero justamente por eso teme compartirse conmigo. Por eso, por fin después de tanto tiempo, me empieza ser difícil escribirle. Porque se que no me va a leer…., porque se que este es un texto que se muere sólo. Uno que termina en el olvido. Por fin he visto mi alma en patas ajenas, y finos pantalones. ¿Por qué me dijo que la muerte no la quiere? Si sabe irse sin dejar huela, parece adicción sutil. Parece locura ajena. Parece que sus ojos y su vida no le pertenecieran. ¿Dónde halla la fuerza? Para que con el silencio, hacer estremecer olas. Olas de tinta que se chocan contra el borde de nuestras cabezas. Después se pregunta si no será en vano que en medio de esta gran desgracia, no sepamos donde esta. Ni cuando se esconde ni porque no nos necesita. No pensamos que sea egoísta sino que esta fugada.

La verdad es que es el amor a la opinión sobre la vida vale poco. Volvamos a la musa, paja mental de la burguesía. Pero ya que se pide confesiones hay que verlas así. Porque no pensar en el sudor. En lo simple y llano. Pensar que algo puede ser objeto de deseo sin problema es un objeto, allá afuera y mientras más civilizados peor. Por que al final no podemos dar crédito a nuestras buenas intenciones. Por eso, la puta suerte, llama a decir. Amor, en lo rojo que se quiere extender como una mano por las tetas. Que falta de respeto. Pero busquemos el lado descuidado. Cornudo, perverso, mal parido. ¿Y? si después de todo si quisiéramos pensar que nos importa tanto el placer, lo que hace el cuerpo fuera de nuestro espacio no importa nada. Pero hay temor, y a veces, hay soledad. El deseo ciego puede mandar, pero estamos educados, y eso es irreversible. Querer volver a ser animal es imposible. Es nuestra pena.  Nuestra pena de mierda, es no saber que hacer cuando lo que decimos que somos, se pierde en un fetiche cuando le faltamos el respeto a las personas y por eso las terminamos queriendo. De una manera que a mucha gente le parecerá una mierda. Pero bueno estamos escribiendo de una manera un poco familiar. Como aquel relato, donde el médico pedófilo, decía que le gustaba ver como el niño lloraba luego de él mismo le rompía el culo. A la vez que sabía que eyaculaba. Ahí estaba la pérdida, vencida la psicología por la violencia. Podríamos decir hoy desde el infiero…. ¿Quién sabe? Pero cuidado, acá no se habla de la maldad. Queremos contar lo sórdido nada más.

Ahora en verdad, ahora en verdad. Tenemos que descansar. Siglos, y siglos, de tener leídos que lo saben todo. Mientras que las clases que abajo están los siguen. Después llamamos a la libertad, y no sabemos de qué se trata. Por eso, creo que se necesita seguir pensando, y cuando se quiere dilucidar aquello. Todos nos sorprendemos.

Un poco de nuestra brutalidad conoce una fuerza de la contra-cultura. Sólo en la locura, se puede querer de la manera que en estamos esperando querer. Pero hay que ulcerarlo todo. Hay que estar en lo peor de lo peor. Pero señores, no hablamos de la maldad, ni siquiera de los hijos del desastre. Contamos con el apoyo sincero. El apoyo de lo que será el odio. Pero esta es la clase de viento que hace perder las mejores hojas de los mejores libros. Que no son otros que los no escritos. Nuestros bigotes mal cortados, en las entrepiernas. Ellos son la clave. La clave fija y violenta, donde el tiempo se iré entre un olor a marihuana y tabaco. En un olor a birra y vino. La miseria que no existe cuando se esta animado para ir de combate en combate. Sobre la misma tierra que Prodan, le cantó a la vida.

La muerte y la heroína, la perdida de las ideas coherentes. Eso es el rojo de una tela que viste a una mujer. Eso es, algo que pasará de moda. Algo que dormirá a un crítico que quiere una perla de nitroglicerina o que sueña con la vuelta de Rubén Darío o la resurrección de Fogwill. Bueno he aquí nuestra mala suerte, “el Pájaro de sangre” que es el cuerpo, por un abad. El mar, el ruido de los escudos, vencer a Cervantes con Góngora, comentar antes de saber. El encomio de Helena como técnica. El Terror de Borges, la secta de los escritores hijos de puta, los goliardos que crecen de la educación fascista ahora. Cantan sus amores irrespetuosos en una marea de sin sentidos. En un afecto, que tiene poco de sano. Uno que molesta a la salud, a la buena vida pero que a la vez, siendo confidentes con Artaud, contiene más verdad que cualquier sistema metafísico.

No hay torre Eiffel. No hay anillo. No hay nibelungos. Locamente perseguidos con el beso de la muerte se arrancaran las bocas.       

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica a “Las 21 leyes irrefutables de liderazgo” de John C. Maxwell.

II- 1-Ley de tope: La capacidad de la organización está determinada por la capacidad de líder. El líder reclama la gente con más habilidad, y estos reclutan a la gente con la misma capacidad. Suponer este punto como una mera formalidad plantea muchos problemas. La capacidad de un líder puede variar de un momento a otro con formidable rapidez. No es lo mismo un líder de grupos pequeños que uno de grupos grandes. No es lo mismo una mesa chica a una plaza pública. Muchas veces un líder sólo cuenta con el apoyo indeterminado de adeptos que no termina por conocer. Esto es la clave en el espacio público. La potencia de un líder por fuera de una organización se mide por parámetros diferentes. Muchas veces no es la admiración, o la camaradería lo que lleva al poder. Muchas veces es el temor y el respeto, otras una devoción que no tiene mucha relación con quien la genera. Un líder es líder de los suyos y de su contrario. Un líder tiene que forzar a tener un enemigo necesario. El liderazgo sino

Praxis política, organizaciones y democracia:

No hay que ser superficiales. La cuestión de la actividad política tiene que ver con el sistema político en el que se vive, es decir en la democracia de carne y hueso. Hoy en día, Argentina tiene una interesante mezcla de armados políticos. ¿Cómo se hace política? La respuesta es un justo equilibrio entre movilizaciones e instituciones. En este proceso debemos interpretar que la acción es la política es la que puede dinamizar a la sociedad. Transformar a la sociedad depende de la política, los límites de la sociedad a lo largo de la historia tienen que ver con las propias organizaciones políticas. No con una sino con todas. Es decir que a partir de la organización se implementan políticas, con ellas se pueden materializar gran parte de los objetivos que se proponen. Por esto el esfuerzo, el trabajo en la política existe. No existe de por sí una relación que no sea política en todos los procesos de producción de un país, o territorio cualquiera.                                      

Panes y circos: (1)

1-Sobre las facciones: T engan por bueno y por seguro, tengan por doblemente seguro que hay cierta clase de comedia que no sirve para las facciones. Esto es querer ser de todos, querer ser mayoría, hay que tener mil caras, pasar por varios abortos y trasnochar por varias fronteras. La ausencia de facción descansa sobre una verdad y una mentira, la verdad que a la mayoría no le gusta que le lleven la corriente, la mentira que con eso basta para tener la razón en todas las cosas. 1-      Sobre la alcahuetería: Para ser genuino alcahuete no se necesita más que aceptar que uno no tiene que pensar ni confrontar, que todo lo que hace el otro está bien. Que este es una especie de sol, de bien absoluto, conocer esa verdad ajena. Dormir con verdades ajenas, predicarlas con mala conciencia. Para esto se necesita la sapiencia de que la verdad se construye pero a la vez una pasión por la arquitectura por el poder. El alcahuete es el número dos más necesario del político, es el que diseña sus de