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Masas; desarticulación y sensaciones en este caudal reciente:

Mientras los escritores de cafetín, los asentados en el sillón de Nueva York, habitan con fuerza, mientras la negación de todo movimiento se hace popular, y las letras se apiñan por no ocupar espacio. Mientras que los jeques escriben, mientras los plumíferos, escriben con toda su fuerza los pocos espacios ficcionales. Otros vuelven a encontrar con naturalidad a aquel monstruo, aquel que odiaba Miguel Cané en todas partes. Llenos están los espacios de aquella masa, masa que esta ahora, en parte mezclada, y en que parte funciona como mosaico, masa que tiene y no tiene ideas, masa que se empuja hacia el cambio. ¿Qué es el cambio? Bueno esa es una pregunta que el arte no debería obviar, si se valoró tanto las observaciones sobre las transformaciones de París y la entrada del hierro forjado y de las vidrieras, ¿Por qué no ver estos suelos con estas perspectivas?

Las retóricas, ya sean vacías o no, de un gobierno que no se puede adivinar del todo su signo han logrado volver a polarizar a la sociedad en la cuestión política, cosa que no dice mucho más. La contradicción entre empresarios como también su acuerdo es lo que hace que mucha gente se una en núcleos, y vaya como si fuera glóbulos en la sangre; en medio de gente que en completa indiferencia continúa su vida. Pero esta convivencia, no es casual. Dos discursos viven y subsisten con fuerza, el del absurdo por el absurdo mismo, con su consumo prefijado y el del absurdo de tolerar una determinada forma de vida. No por nada, siempre es cuando menos se lo espera, el momento de aquellas explosiones esporádicas que trabajan sobre la masa que ya se ha pretendido normalizar permanentemente. No por nada esto no es un artículo científico, ni mucho menos. Si es una observación, el capital imprime siempre, exclusiones, gente que no madura o es demasiado madura y meditativa, en esa contradicción; nuevamente el arco político se tensa. Y esto se puede ver en individuos que son fantasmas hasta que se unen con otros y así se muestran de una u otra manera.

Aquí el relato de la masa parece el de la sangre que tiene que salir brotando para no secarse, que tiene que moverse aunque parezca que no hace nada, aunque cargue ideas y sea un enjambre. Por lo que, a pesar de una industria cultural basura, todo convive y nuevamente las masas invierten las valoraciones y se vuelven sumamente despiadadas con los hijos del consumo. De alguna manera, parece que el canibalismo que hay entre las bases, tiene cosas que no se ven de forma común. Hay en ellos, toda una suerte determinación, las modas comerciales, rebotan contras las creaciones sui-generis que repiten patrones paralelos. Lo que hay por debajo es un reflejo de lo arriba, no por nada se agota y se resignifica. Ser masa, estar en la masa, viajar en subte es ver muchas cosas a la vez, es entender que la masa esta de traje y alguna otra sin bañar pero son la misma masa. La misma que es bombardeada para ser aturdida. En medio indiferencia, individualismo neo-liberal; rezagos, con sus intelectuales con sus idiotas, con sus plumas útiles. Con sus detallistas, cuando en realidad se entiende que estas formas de la cultura son las cáscaras, porque la masa consume las ideas (si puede gratis) y las descarta si no les sirven y el caudal sigue, la presión aumenta. El sector dominante por eso debe entretener a la masa, para bajarle su pulso y la masa se hace homogénea en la artillería de juguetes que se realiza. No por nada, el estallido esta dado por las contradicciones de una cultura decadente que no genera nuevos sujetos sino que reseca a los viejos. Por eso la labor del postmodernismo no ha sido otra que la de copiar la prescripción médica, largos recetarios lingüísticos tienen por fuerza de repetición hacer parecer que los sucesos son inagotables. Recordemos entonces el peso, como siempre presente y vigente de la cultura clásica con su materialismo, con sus ideas de la caducidad. La poesía de esos momentos apenas contenía algo que pudiese ser considerado descriptivo de aquel tiempo sino que llevaba por otro lado la fuerza de una intencionalidad, profundamente poética, hablar del relato de titanes y dioses, que eran inabarcables.    

Los nuevos hombres, los póstumos de esta era, van caminando por la calle entre medio de los oficinistas y muchas veces ríen de cosas que a todos los demás les parecen problemas serios. Aunque no se observa por ello construyan nada de forma especifica. Sin embargo, son muchas veces lo sé lo que se nos quiere vender que todo esta prefigurado que los medios de comunicación son más y mejor que la propia manera, de comunicar (es decir que la simple espontaneidad humana). Esto es falso, este es el límite del caudal. La era de oro de burguesía acabo, ella misma expone su decadencia (en medio de lo que dice y argumenta como el fin de todo intento del hombre, de toda cultura como la oclusión), y quiere que el tecnócrata la reemplace (ya que este no piensa en lo que hace y por lo tanto es el grado de alienación más grande, conquista los entes sin saber porque, su deseo vacío además es irreal), del otro lado, los otros, son miles (la resistencia) y si están unidos por algo es porque no terminan de ser satisfechos por los entretenimientos actuales. Lo peor de todo ni siquiera son entretenidos intelectualmente. Por eso hay que volver a ver las propias masas, aquellas cosas que escandalizaron a Cané, que sirvieron para ver Baudelaire, el cual dio paso a este hombre que después entendería que la arcada era inevitable. Hay que ver como la nueva cepa de miseria, luces y microelementos de información, lleva también al hastío, uno que, ni los narcóticos contienen. Hay que estar en los lugares donde pasan las cosas para que estas observaciones puedan ser llevadas a cabo, en la televisión solo se puede observar un triste simulacro carente de fuerza. Una simple razón vacía, esta razón es la misma que los mueve a pensar que no se hace nada. Porque son los medios los que cocinan estas sensaciones y lo peor la venden como la realidad, esta micro-masa, que escapa a los dispositivos tiene Poder. Porque esta micro-masa, quiere escapar de las vallas aunque no pueda hacer mucho más, aunque naturalmente busque la frontera de lo social para poder ser masa, (es decir que busque el vallado). Esta es la micro-masa, que la gente asume bajo las mil formas de fanatismo; lo que los medios quieren vender como relaciones partidarias, creencias religiosas, músicas descontroladas, o pasiones toxicomaníacas. Por algo cuando la horizontalidad se da en la masa, los individuos entran en uno de los estados de socialización mas parecidos a la sociedad más elemental. Cuando se ponen a reventar de expresiones que se comparten a toda velocidad, cuando las uniones no mediatizadas crecen sobre las mediatizadas, cuando el extraño no importa que lo sea, ahí se abre una verdadera verbalización. Un ser que parece encerrado sale, y puede ser este un “estar”, es decir compenetrarse brevemente y totalmente en una situación. Este es el miedo que se dio en el liberalismo con respecto a las mayorías y que podría volver si la gente se expone a sí misma y se compone mediante los medios horizontales a grandes encuentros espontáneos. Frente a la estructura, el evento; de esta manera, una no-institución resiste, la “juntada”, la juntada no es más que eso. Algo que puede ser eventual, que se puede dar incluso con policía alrededor pero que no configura, la idea de una burguesía que deambula por el desierto de la ciudad.

Solamente si criticamos a fondo los cuestionamientos de nuestras letras en cuanto a que cuentan la sobredimensionada individualidad que casi vomitan constantemente las imágenes contradictorias con las cuales lo han inundado. Se verá que pocas cosas sobreviven. Estas masas, estos grupos pequeños son pequeñas resistencias que chocan contra otras, en una escala que supera los cuerpos individuales, aquellos marcados a fuego por el mercado y la educación. El caos de las palabras, el caos del acuerdismo y la llamada a la violencia que puede dar el número. Poder de la masa, miedo que en el siglo XX, llamo al capitalismo a crear los circos más grandes, ahora ha dejado de tener un peso específico. Mientras se mueven con flujos y reflujos, si hay conciencia de que hay puntos de apoyo. Lo malo de esto es que se juzgue con los valores de desde arriba cada uno de aquellos puntos de cortocircuito de estas redes. ¿Hasta donde? Vale hacer la pregunta el capitalismo hizo que el marxismo quisiera resistir por medio de su estructura, que generó una jaula de hierro de la cual huyeron muchos para caer en la locura actual (otra jaula). En estos casos, debemos ver que la “ideología” no es lo más importante, sino el encuentro, siempre móvil y de nuevos elementos. Estas son las micro-masas, las sociedades apenas eventuales que se forman y que duran muy poco tiempo. Sobre las cuales, no existe protocolo social que pueda ser efectivo. Si podemos ver esto podremos salir de la miseria de un individualismo agotado y disciplinario que exhala un “Spleen” universal. Podremos observar para bien nuestro que la humanidad, aquella que porta en su ser un cambio esta viva no en las postrimerías de una reflexión que busca preservar al individuo en medio de un bosque. Sino en la presencia efectiva e inevitable de los otros como nuevos, siempre nuevos que llevan a la socialización.

No por nada, ya que estamos, un título tan vacío como el que he puesto a este texto. Este texto se basa en la crisis que todos podemos ver al querer replegar sobre la propia necesidad un modelo de consumo agotado que busca crear el personaje, destrozando el rol. Este que se tiene que dar en la relación horizontal y que por lo tanto salta a la vista en una forma muy distinta a la que podría ser vista por cualquier otra mediatización. Si esto es así, solo a pie, y en medio de las “existencias reales” podemos ver la efectivización de la unicidad, el quietismo que vemos conciencia adentro de cada individuo. Es el triunfo de una forma de dominación desarrollada como la sociedad de la desconfianza y que lleva a que los individuos tiendan a pensar que nada tiene sentido y que los otros, están más pendientes de lo que hacemos a lo que ellos hacen. Esta suerte de preocupaciones absurdas, rompen con las ideas más propias de la sociabilidad humana y logran poner a la masa en carriles. Logran callar subtes y colectivos, logran hacer extraños a millones, logran hacer a los humanos, más ficciones que acciones.

Esto parte de un objetivo bastante incierto pero si dado, la idea de un ser que tiene que consumir. Consumir no es compartir y tiende a forzar una pretensión absurda sobre las cosas y objetos que en casos donde la compañía y las necesidades dan por sentado las idea de compartir pueden ser dejadas de lado. ¿Hasta que punto estas distinciones deseadas entre los hombres no son el gran obstáculo para el resurgimiento de la masa? La respuesta es parte de cómo vemos a los humanos y como entendemos las relaciones que se dan donde se pretende que el caos reina y es entonces donde la batería del psicologismo habla de salud y de la enfermedad. Por lo que, la desaparición de los lazos amigo-enemigo que se nos plantea además de que nos bombardean desde el miedo hace a la masa. A la masa-blanda, a la masa liquida que puede tanto permear como golpear según el momento al individuo que esta desorientado. Masa que tiene que ser atacada desde sus unidades individuales. Masa que tiene que ser alterada desde los efectos anti-sociales de la educación y profundamente economicistas.
La mejor manera de apreciar esto es en la manera en que esto se podría ser imaginario de una nueva fugacidad, y principio de la decadencia. Decadencia que esta atada necesariamente a la ruina de estos nuevos “falsos” liberales, que son solo estelas de las normalizaciones estructuralistas brutales. Los sucesivos fracasos en este proceso por la misma necesidad de la evolución del sistema lleva a la orfandad cultural, y por lo tanto a la creación de una cultura reactiva, a una verdadera cultura paralela que podría carcomer a la cultura oficial a diferencia de lo que era la contra cultura que quería reemplazar. La creación efectiva de esta fugacidad de los encuentros fugaces, de las personas fugaces, de las expresiones de los detalles de personas que veamos una sola vez y que con el tiempo olvidemos son aquella cosa “particular” sobre la que hay que posar los ojos. Este pasado que se hará presente es lo que mostrará los fantasmas de las bibliotecas infinitas frente a las enormes ciudades concretas, la destrucción de las conceptualizaciones burguesas tiene que pesar. De la especulación apenas transmisible al minimalismo real solo muestra hasta que punto es anti natural la relación en que el sistema y la cultura de aquella han sometido al conjunto. Por lo que como siempre es en la periferia donde la caricatura, el choque de la civilización contra la barbarie muestra un lado que se escapa a los pesimistas sobre las ideas de que las izquierdas no pueden reinventarse. Tal vez lo que puede pasar y a pesar de la era de los gigantes universitarios es que el estallido de las quejas no sean dadas por principios puramente teóricos. Sino por la fe en que estos principios teóricos asegurarán la transición. La vulgarización de la postmodernidad podría ser subversiva si se convierte en un elemento de combate frente a los símbolos propios del sistema, las burocracias y el mercado. Cuando se habla de burocracias no se habla de cualquiera sino más bien la de las empresas. La contradicción es tan fuerte que las empresas avanzan y diferencian por fuera a los individuo a las vez que los vacían. Siempre parece haber espacio para que el intercambio construya. ¿Dónde esta entonces la observación?

Bueno la idea reside en dejar de lado la pureza de un libro como objeto, o la de una descripción como el cuadro cientificista, para pasar en todo caso si a una suerte de romanticismo social, aquel que se entregue a ver la infinitud matices en lo que la ausencia de progreso se esparce y muere continuamente. Si esto es así, no habrá necesidad de sentirse desamparados ante la crisis de la ciencia como una literatura más sino que por el contrario habrá que poner a la literatura como una vanguardia en la percepción como unos nuevos anteojos. O por lo menos una muleta, ya que no es la dimensión del sueño sino la de la vorágine la que interesa remarcar.

Este efecto de describir a la masa, y ponerla en contra de la novela que aparenta tener al hombrecillo (porque no necesita siquiera a un hombre concreto y social como protagonista) no tiene por fuerza, vencer la anécdota general, la crónica. La crónica, como forma decadente de la “Historia” será la manera en que con poca objetividad empezará a retornar al medio de la cuestión la idea de una apología de la sociedad. Una apología de la sociedad que se va haciendo cada vez el discurso fundamental de la naturaleza humana.

Siendo esto así, la reflexión (si se puede llamar así), ha querido servir como un punto de proyección hacia nuevas maneras de pensar lo escrito. Pensar lo escrito como las interrupciones de la trama, como lo singular que tiene que ser desecho, como la ausencia de una presencia general. Como la idea de la exposición y reunión de relaciones que muestran el caos que es la despreocupación por el hombre. No es la biblioteca infinita en la mente de un poderoso, bibliotecario que conversa con una deidad sino la realización de un enjambre que entre libros y cultura, escribe y reescribe cada vez mayores cantidades de historia y cultura. Ahora si los pasillos, derruidos, son recorridos por miles de criterios, y el orden el infinito entra en el caos. Se Cuestiona el poder, el poder de uno para con los otros. Estalla la idea de la soberanía pero a la vez, se cuestiona la idea del límite de lo ajeno. ¿Hasta que punto no participan todos?

Todas estas cosas no pueden ser resueltas en una concentración en un punto en un hombre desamparado. Sino en el caminar de muchos de ellos, en como se sostienen y continúan una tortuosa y por que no mágica travesía.

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