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Masas; revisión luego del empacho:

 Uno de los granes tapones de lo que hemos sufrido en todo este periodo es ver como péndula, la siempre amenazante adecuación del consumidor, frente a la siempre esperanzadora fuerza del hartazgo civilizado. Por suerte, no quedan dudas, hay toda una fuerza que se sigue manteniendo viva tal vez sea la esencia del humano cuando no puede ser intervenido, el cual sin duda sigue siendo conflictiva y que por lo tanto es denominada así por los que observan desde afuera desde la civilización. Las marchas son en el fondo migraciones camufladas, como las antiguas, como las hordas. Sólo que hoy se juntan por motivos específicos cambiando la ruta por el desfile. No por nada, el desplazamiento de personas tiene valor. No obstante hay toda una serie de aprietos que le niegan a la multitud su identidad. Mientras que las fuerzas horizontales se hacen por la simple convivencia física, los obstáculos llegan desde la híper comunicación que comunica a la horda con todos los elementos aledaños. Esta especie de etnografía (falsa) luego del empacho comienza por ese punto. Hay toda una voluntad fiera, y forzada de mantener unidas a las identidades ya formadas a través de los elementos que recuerdan historias, historias que se repiten y que son refrescadas a cada rato.

“Este huir de sí”- podría ser un existir, como también podría ser otra forma de ser. Una forma de ser por lo menos temporal donde se diga, “nosotros” pero no como palabras pero si como manifestación, la idea de un horizonte lleno de humanos que caminan muy cerca. Contrario a la imagen despoblada de la cosmovisión burguesa que ve a la gente como cosa, como geografía. Una parte del entusiasmo que hay se pierde en la contingencia, se sabe que en parte esto esta pautado. Se conocen muchas cosas, la “autoconciencia” inducida desde afuera genera un choque. Alguno dirá que esto no es objetivo, que no vemos a las marchas y las juntadas como la simple avocación de personas para un fin particular. Que no la vemos como eso, sino que usamos una idea propia y nuestra, y usamos el hecho como un ejemplo como una simple reafirmación ideológica. Puede que una parte de eso sea cierta, muchas veces, no sirve explicar algo para que tenga alguna validez, el “milagro” hay que inventarlo. No por eso pierde fuerza ni valor, hay que encauzarlo para algún lugar. El relato que se construye desde fuera, por encima y por debajo de estas aglomeraciones son distintos registros de unos fenómenos que como siempre es contradictorio. Creo que la ciudad de la burguesía por excelencia, gracias a su retrato poético, París, poco tiene que ver con estas hijas bastardas que hoy siguen eclosionando en un proceso que muchos llaman barbarie.

Hay que tomarse el trabajo de contar las otras historias, las historias de lo que los románticos llamaban popular, tal vez era ese sentimiento fuerte que la burguesía letrada no experimenta seguido. El temor de las masas del siglo XX, ahora ha dejado a una orfandad de para las mayorías. Pero esto como se dice esta atravesado por muchas peleas, por muchas técnicas. La policía que muchas veces escolta, que muchas veces hace la vez de perro pastor, hasta que me le mandan a crear un manchón de sangre. Estas cosas que ocurren se materializan de la forma más concreta, la burguesía, crea desconfianza y desconocidos, la idea de la misma vida. La vida líquida es la vida de la burguesía. Hasta que punto esto avanza que se da por supuesto que muchas cosas tienen que escurrirse muchas veces. Por esto la debilidad de las viejas formas de la burguesía pesan como una especie de folclore como presencia de la poesía, de la crítica al sistema. Esto es en el fondo un escollo porque ya engrosa como se dice el germen de una dominación que hará del hombre algo que apenas se puede conocer, la dislocación será tan fuerte que el objeto, su fuerza y su persona serán tres cosas distinta. Todo esta hecho por el manejo del tiempo, y la presión por hacerlo rendir. La presión por vivir, generará esta suerte de incomodidad general que ya sabemos que es gratuita pero que es deseada y deseable por la burguesía. Mientras tanto, la superestructura va ganado un carácter de religión a la vez que la gente ya no cree lo que ve, si no lo que le dicen y el miedo esta en no poder creer más. La masa falsificada se da cuando, ya se supone toda una suerte de relaciones ya extendidas, y un próximo presenta que esta deviniendo en simultáneo entre la masa como tal y el exterior. Por eso una lógica no niega a la otra, el tan deseado y aclamado conflicto se da en un tercero. Porque la comunicación tan deseada del conflicto es procesada y cada cual se queda con su versión. Estas versiones del nuevo amo solo son posibles gracias a la tecnocracia, la cual mata la oralidad, el testimonio, la subjetividad. Por esto las cosas que antes llegaban en una óptica mucho más humana están destinadas a perderse bajo el peso de la calidad tecnológica.

Muchos dan a la producción y a la tecnología un carácter análogo pero he aquí una de las trampas generales. El titiritero es el amo de las tecnologías, y la masa no puede con él. Ya que pese a que se diga que luchar contra la tecnología es imposible (lo cual es un punto a discutir) si hay que luchar para forzar a que no seamos mediatizados. La mediatización pone en riego la esencia misma de la base social. Le crea imágenes donde no están diferencias que empiezan a tener sentido sólo por la repetición. Esto es una amenaza pese al hecho de la misma propia asociación que ataca las raíces de la manera en que tenemos la lógica de conocidos y desconocidos. La idea de las relaciones sociales evidentes en una forma de vida social y socializante, pueden ser roídas si a la vez le sumamos, otra “sociedad”, una sociedad fantasma donde todos, participan, un reflejo, una ciudad “celeste”. Esta segunda ciudad es la deseada por la burguesía, porque esa la ciudad de los creyentes donde la acción queda delimitada. La acción ahogada en su registro no es acción, la acción que tiene que ser exhibida no tiene la fuerza de una acción que es ciega. La racionalidad con la que se evoca el tener que ser visto declara una manifiesta jerarquía entre, al actor y espectador.
El espectador es el amo por excelencia, es el que juzga es el que advierte, es el que tiene la última palabra en estos eventos de falsa contemplación. Pero esto es parte de una enajenación mayor, una copia de una copia. Una falsedad que dice no tener autor, como si no hubiese sujetos que editasen como si no hubiese mentes que se esfuerzan para procesar y resumir la sociedad. Esta sujeción, es un hecho social y de dominación. Un hecho que es difícil de ver si no se camina buscando todos los contrastes. Los asuntos que siguen delimitando los canales de comunicación entre las partes. Gracias a estas operaciones fenomenales, no estamos discutiendo entre individuo y sociedad, sino entre discursos, el discurso entre “individuo y sociedad” ya que se termina naturalizando, dejando de ser una comunicación hasta llegar al “discurso híper-real”. La desgracia de esto, es que minimiza la acción y la historia humana. La masa no esta en condiciones de tener la fuerza que tenía un siglo atrás cuando no le importaba nada de nada. Esta suerte de “religión” es la que esta generando una “historia”, pero no ya una historia ni sobre eventos ni sobre batallas (por pequeñas que sean) sino sobre la propia “literalidad”, un así sea, esta marcando los asuntos. Los que terminan siendo ocultados, son los ejercicios del poder en espacio no públicos, donde el secreto abunda y cada adía más. El interior burgués crecido fenomenalmente, el interior del gran burgués, que se maneja de cúpula, en el caso absurdo de “estar ausente” en la historia pero gobernar.

Los gobiernos, están ocultos, ocultos están sus designios. Pese a que son confrontados todo el tiempo. Pese a que se los lleva a su contradicción, la intelectualidad envejecida de la izquierda dice “faltan ideas”. La pregunta es ¿cómo puede ser? Que algo que antes era un proceso transformador de la realidad humana, algo lo que le carezca sea una de “planteos”. Esta realización del punto de la irracionalidad del hombre vuelta contra sí mismo, su propia necesidad de afirmarse en un medio que se lo dificulta esta despegando a la sociedad de su sustento. La búsqueda de ideas de nichos de la “conciencia” demuestra el desapego que va generando la acción sucesiva de generaciones tras generaciones de cultura de masa. Esta masa que ahora se ve masa y no se ve más que como masa. No podría ser elemento que por propia acción llegue a convertirse en la fuerza que destroce a la burguesía, y si es que esto ocurrirá, tendrá que borrar gran parte de los rasgos que hoy la han hecho posible. Esta es una masa que tiene que desear el fin de sí misma. Una masa que tiene que desear su ocaso, una masa que de todo para una nueva época. Si esto no ocurre, poco haremos en pensar en que nos hemos enseñoreado de la historia.

Por que esto no es ciencia, no se pretende que tenga demostración, no se pretende que sea método. Se pretende que ataque una forma de percibir, una forma de ser “efectivo” que suele cargar parte de lo que consideramos lo mejor, porque sino entraremos a un juego distinto. A una vía distinta y quizás sea este el ocaso que estemos viendo. La fuerza poética de ese ocaso tiene un rasgo fuerte, como todo lo que es tardío, con lleva en parte muchas historias a medio resolver. Conlleva mucha claridad en las cabezas, y mucha liviandad porque como si fuera el final de una tormenta. Todo lo que se tiene por amenazante cae. El silencio que entonces se puede percibir esta en lógica que plantea dos sendas.

Una el principio de algo nuevo, una generación casi milagrosa de unos sujetos que devoran que devoran todo una nueva forma de barbarie que se roerá la civilización porque engendrará los medios del desprecio general a los valores del sistema y otra es la contraria, la última cepa de un mundo que una vez regularizado no encuentre distorsión alguna y haya dejando los miles de canales y tribus listos, para que la gente se pierda en miles de laberintos, entre unos y otros. Tal cual si fuesen confesiones religiosas.

Este es el problema de la narración, no existe, el elemento que aglutine la dirección. No existe la poesía que hable del fracaso o del inicio. Estamos carentes de esa idea, y esa idea es lo que nos esta vaciando, una y otra vez. Porque quiere significar quiere estar y no puede.

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