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Corridas de Toros:

I-

¿Tiene sentido ponerse a buscar el sentido de las corridas de toros? ¿Tiene sentido pensar que hay sociedades que aman la sangre? La cuestión es si el fetiche por la sangre tiene que ser satisfecho por la muerte de muchos animales. Es curioso que la cultura nuestra no muestre su fase exterminadora por animales por mera diversión. Hay corridas de toros en México, en España y en algún que otro lugar. La cuestión es saber, ¿Dónde nace esa violencia? Lo cierto es que la sociedad es violenta y la violencia explícita la satisface sin problema. ¿No será ese el problema de fondo? El mediterráneo hace siglos tenía el circo romano, donde: hombres y animales compartían igual destino. ¿Tan difícil es de creer? Con el advenimiento del cristianismo y con el advenimiento de la decadencia del Imperio Romano, esto dejó de pasar. Aunque no fue por las buenas. Las muertes de animales sin sentido y no uno sino cientos en muchos casos dejan mucho que desear. Pero la sed de sangre en la sociedad siempre ha sido algo mayor de lo que podemos imaginar. Es más hoy sigue a través de analogías, de películas violentas con sangre falsa, “hemos mejorado”, ¿Sería mejor grabar una película sobre corridas de toros que matarlo in situ? En parte sí, es obvio, en parte es tan obvio como las “películas de guerra” que te dan esa extraña seguridad de ver la gente morir cómodamente y sin drama. La analogía sirve. Mucha gente dice que la corrida de toros forma parte de su cultura. La pregunta es ¿por qué? La respuesta es simple, las corridas de toros son parte de la sociedad como la violencia en el futbol es una manera autoindulgente de mirar y aceptar la violencia de disfrutarla como espectáculo. No tiene en sí una razón de ser más que la propia idealización de la violencia. La épica en el fondo tiene el lado morboso de la potencial muerte del torero. Si el torero muere, la sed de sangre termina por ser aplacada. Y el ciclo vuelve a empezar el toro se hace terrible, es un desafío, el “vengador” siguiente inicia un rito vacío. Por algo tanto el sexo como la muerte tienen que ser exhibido en sociedades que reprimen. La sociedad oscura de la Inquisición, tal cual nos demuestra la propia vida de España tiene su contra-parte en la Corrida de Toros. El toro degollado, el toro atravesado, el toro sacrificado. Toda esa parafernalia sacrificial sin sentido que solo trabaja para dejar a una sociedad más satisfecha de lo que no debería pensar. “No matarás” se vuelve en “un animal muerto”. Es parte de la manera en que los sacrificios se hacen más “humanos”. La cuestión siempre es compleja por la simbología pero a no confundirse. España sostiene esa costumbre como una vía de escape a su violencia. Tiene tanto de violencia como el Box. Es más son formas distintas. Hay gente que adhiere al Box por razones similares a la que se consume el espectáculo de los toros. Bien digo Espectáculo porque no tiene que ser precisamente bueno y porque justamente no tiene que gustar a todos. No gusta y no es aceptable pero se mantiene. Lo curioso es que el puritanismo no sirve en la lucha contra la práctica de la corrida de toros. Lo que es cierto es que este móvil es el que hace “legítima” la cuestión el problema es que en España tiene más adherentes que en otras partes. Le cuestión es que si es cultural, la cultura puede seguir en los símbolos. No porque seamos cristianos tenemos que andar clavando gente en la cruz para saber de que se trata, de igual manera una cultura que tiene relación con la muerte de los animales puede dejar de matar animales. Y puede si, para bien o para mal recordar eso como que fue parte de su cultura. Un sincretismo más pacífico puede ser la solución a las corridas de toros. Pero no creo que sea fácil. Porque en parte es parte de un gran negocio de entretenimiento que encontrará sus defensores. Justamente que la crueldad en la sociedad está instalada es muy cierto, la pregunta es si esto es excusa para las corridas o no. Se puede vivir sin ellas, sí. La cuestión es que habrá que ser autoritario y eliminarlas para demostrar que de hecho si se puede. Por lo que  tenemos que tener en cuenta que al final la violencia en el entretenimiento lleva al acostumbramiento. Los toros fueron algo que se establece en un punto límite donde a la gente que no le importa se acostumbra. Por lo que finalmente es solo parte de un problema más grande. La crueldad contra los animales es solo la manera en que se resuelve parcialmente el problema. Porque si lo pensamos los juicios de valor a medias no lograr generar la respuesta más adecuada para el conflicto. Primero porque la cuestión ya no es saber si es no patrimonio, sino que este podría ser patrimonio y a la vez pertenecer al pasado. Las conductas que hoy se consideran no muy “humanas” como la Torre de Londres donde se torturaba gente por no ser fiel a la reina o rey de Inglaterra forma parte del pasado inglés. A nadie se le ocurre que por eso haya que seguir y seguir matando gente poniendo sus cabezas en los edificios altos de Londres. No es tan complejo después de todo aceptarlo, simplemente hay que ver hasta qué punto se puede avanzar. Se cree que la barbarie en sí es parte de la representación de la fortaleza y de la hombría. Pero la cuestión es la práctica en sí, ¿cuál es el sentido de esto? ¿Qué designa? ¿Hacia donde quiere ir una sociedad que mata animales solo porque se aburre? Sin revisar el porque de esta necesidad difícilmente se la pueda erradicar del todo. Es más creo que hasta existirán nostálgicos de la corrida de toros no por eso tenemos que pensar que hay que tener tantas contemplaciones. Los espectáculos forman parte de la educación y de la cultura así también como de la censura. ¿Estaremos censurando? La verdad es que sí, pero censurando la violencia explicita. Partiendo de esa base, con nuevas normas sí sería fáctico. Si España tiene una identidad en los toros, es tiempo ya que está en crisis que trate de rever su identidad y entender que tal vez tiene que cambiar. Una nueva España sin toros puede ser una España de otras posibilidades, de nuevos ritos. De nuevos símbolos. Los toros muestran la inseguridad que hay en España de ir en contra del tradicionalismo y el miedo que les da la integración a Europa y a la globalización. ¿Sólo matando toros se protege el patrimonio cultural? Justamente cuando no sabemos cambiar lo accesorio es cuando una sociedad va anquilosando muchas de sus maneras de pensar. Ahí está la clave. A medida que la sociedad piensa en cómo entretenerse es cuando descubre de qué manera piensa muchas cosas. Esta es la manera en que los españoles pueden entender su futuro. Con menos necesidad de explicaciones a medias sobre las cosas. Tradiciones que no se sabe a donde se apuntan son cadenas. Por más populares que se sientan en sí tienen poco sentido. No saber cambiar puede llevar muchas veces al desastre. Justamente es por eso, que frente a las ideas que se sostienen sobre el tema hay que trata de tener un mínimo equilibrio. Es evidente que la sed de sangre es universal, es como la sed de guerra, o tantas otras ambiciones humanas. Lejos de mostrar lo malo que es el hombre, muestran lo violento que es. Por esto debemos pensar qué clase de ejemplo da “Occidente” a los países que juzga atrasados si matan animales cuando les sobran sólo porque están aburridos. Esta es una cuestión sobre el derroche de sociedades ricas y pobres. También es la propia idea de qué es la cultura española. La cultura española es la guerra contra el Islam en la reconquista, pero también es parte de las luchas de los liberales españoles por la república. España avanza sólo donde quiere. ¿Es parte la “monarquía” de España? O fue hecha parte a la fuerza. Por eso reflexionar siempre tiene un coste, es demasiado pedir que toda las sociedad española este de acuerdo con los postulados en contra de los toros, o que este a favor de una separación más profunda del Estado y la Iglesia. Pero lo que sí debemos saber es que el verdadero objetivo es que esas cosas cambien y todo eso son batallas políticas que sirven incluso hoy con crisis económica. Ya que para cambiar una parte de las concepciones arraigadas sobre lo que se puede y no se puede hacer, muchas veces hay que dejar caer los símbolos de épocas anteriores. Si esto no se hace queda siempre la excusa, la fatalidad o el destino para dejarse llevar y arrastrar de cualquier manera.
   
La verdad es que no. Esta actividad es una rémora como la religión con entusiastas pero una rémora al fin. ¿Por qué no desaparece? Porque como tantos otros ritos algunos sienten que son parte de su vida. ¿Tiene sentido perseguir al que lo disfruta? No demasiado, solo sería perseguir a alguien que está amparado para hacer algo por parte de un estado. Si España primero no prohíbe las corridas, poco podrá hacer después. Porque ¿para qué decirle a la gente que va que lo que hace está mal si el Estado cree que esa gente es la que representa a su país? ¿Quiénes son los que deberían presionar políticamente por soluciones concretas? Los ofendidos pero si estos se quedan esperando a que sea la propia voluntad de la gente la que cambie y luego del consenso se llegue a la solución la verdad que se percibe como realmente muy difícil por no decir imposible.  Por esta razón en última instancia no es tanto el criterio de quien lo pone en duda sino aquel que piensa que esto hace a la calidad de su vida. No tiene sentido a esta altura que se piense que esto tiene que ser a la fuerza enriquecedor. Entonces, la cuestión continua al parecer interminable pero es un falso debate. Simplemente es parte de una autoindulgencia que se aplican un conjunto de personas sobre cierto punto en el cual no hay demasiadas razones para matar y que sin embargo ellos dicen que es lo de menos, porque hay “problemas más importantes” pero problemas que no se van a resolver. 

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