Laclau tiene un gran déficit en sus teorías sobre las
explicaciones en cuanto al papel de los indígenas en las sociedades
latinoamericanas. Su teoría formalista excede por mucho a ciertas
consideraciones que deben a una fuerte cuota de institucionalismo formalismo y
estas se resumen en los siguientes puntos.
El primero de ellos, el liderazgo populista que une demandas
deja por fuera algunas demandas que no son sólo los de las élites sino las de
aquellos que son electoralmente despreciables en este sentido mientras que el
populismo de Evo Morales es fuerte indigenista por razones obvias, la base
popular de Bolivia es indígena, así y todo la COB , desafía a Evo Morales mostrando un problema
cierto en este frente y cuestiones étnicas en cuanto al papel de la continuidad
del presidente boliviano en Argentina la cuestión termina por ser peor. ¿Por qué?
Laclau no es Mariategui, no explora las dimensiones subnacionales de los países
latinoamericanos y por lo tanto olvida que en ciertos lugares los
patrimonialismos, y las oligarquías no tienen competencia electoral seria, por
esta razón el partido preponderante y la oligarquía agropecuaria, más el poder
político del gobernador no tienen distinción alguna, Capitanich y Gildo Insfrán,
van por esta dirección e incluso esto ocurre en Venezuela cuando bandas armadas
que matan también indígenas.
Necesidades poco lícitas llevan a predominios en el Senado y
en lugares de bajo nivel poblacional como cotos de caza exclusivos del partido
dominante. Por lo que no sería otra cosa que la rémora más pura del
neoliberalismo y el patrimonialismo lo que allí impera. Porque históricamente
la ruralidad de baja densidad de población es el igual más difícil de acceso
para la lógica populista más cuando hay una inexistencia de un campesinado, en
parte por la expulsión sucesiva y salvaje del latifundista en el siglo XIX y
XX, y del agronegocio del siglo XXI; el etnocidio es un negocio más del
capitalismo salvaje el cual Laclau y los post marxistas no deberían olvidar, es
tan duro y tan salvaje como la persecución de gitanos en Europa o de mexicanos
en el sur de los Estados Unidos. Una parte de la perspectiva de la lógica del posibilismo
choca con la lógica de la represión y del sentido más reaccionario, hasta por
qué no decirlo del efecto del derrame. Por esta razón, con el tiempo por más líderes
progresistas que haya en la región los conflictos subnacionales o serán una
tragedia con el exterminio de minorías, o serán una lucha que se profundizará
con la independencia de esos sectores de la sociedad.
Ahora mismo los indígenas se auto-organizan con más o menos presencia
del Estado que los persigue, ¿será momento de entender otro de los límites de
la lógica populista? ¿Habrá que esperar a un estallido social? ¿Qué lógicas
emancipatorias reales hay para los indígenas en esta democracia actual? Si
estos temas son abandonados, se pasa a cierta red informal de clientelismo y
rutinización que debilita la raíz misma que es la raíz del populismo a priori,
no detenerse nunca a la hora de incorporar “nuevos sujetos” a una alianza
electoral que tiene un líder vacío y vaciado en medio de una crisis orgánica
sin precedentes en diez años de kirchnerismo.
Con todo como idea final, los derechos de los pueblos
originarios o serán explotados por “oposiciones mediáticas” como un problema de
los indefensos o será la lucha real por la emancipación de pueblos originarios.
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