I-
Básicamente se puede decir una cosa, la primera sin duda
particular es que el oficio de cagatinta no ha muerto, es casi un título. En
este país, como en todos los latinoamericanos, y por extensión como todos los
del los planetas pasan cosas. Esta frase sin sentido es importante. Quiero
hacer énfasis en esto porque forma parte del mundo del siglo XXI.
Lamentablemente nos pasa lo que no pasa y la gente vive para escribir lo que se
supone que es el desastre. En este sentido podemos morir en paz, por eso,
justamente por eso, supongo que esto sería una novela si lo tuviera que ser y
hasta sería autobiográfica, si uno quiere creer que en la biografía ante no es
la enemiga de la novela, podemos decir que por otra parte podría ser una parte
de la familia, la más bastarda o la más antigua. Obviamente que el cadalso lo
mereceremos todos, absolutamente todos, pero bueno. Creamos que la opinión es
importante, creamos que no vivimos en un mundo plagado de catástrofes, es decir
tengamos argumento.
Siempre que quise fracasar en una novela intente ser
profundo, filosófico, tener hasta sentido de la humanidad, convencerme que las
cosas tienen un sentido, pero que ese sentido es permanente y además es bello.
Esto es parte, plante a un hombre en una ciudad, darle caprichos, forma de
vestir, hasta sobrenombre forma parte de aquello que nos dirá que es humano.
Por estas razones creo que debe haber gente que sabe escribir, gente que sabe
pensar e imaginar y que además no es comercial que gusta de las buenas cosas, que
tiene la fineza y el instinto felino. Deben ser parte de esas islas afortunadas
a las que no podremos acceder. Sépanlo, ¿qué pasarían con nosotros si estas
cosas fueran así? Probablemente se dan cuenta que este es un libro
reaccionario, en él no se hayan fórmulas claras y explicitas para hacer la
revolución. Esto es parte de la vida, no todos podemos ser revolucionarios en
un sentido relevante al menos en el sentido nuevamente “novelesco” de serlo.
Comp. Arte de todo esto, hay cierta pauta muy negativa. Como se sabe, algunas
cosas pueden dificultarle a usted escribir, desde dolor de manos, relacionado o
no a la masturbación, puede que usted incluso trabaje demasiado con sus manos
en un arte manual que demande mucho, o simplemente chatea demasiado. No se preocupe,
todo eso es parte de la vida, ser un drogadicto aislado en un cuartucho con
maquina de escribir es casi igual a tener PC pero no Internet casi nadie lo
quiere. Por esta razón, hay que ser serios. La vida tiene estas cosas, hay
tantas experiencias desabridas de personas que llegan pensando que van a
encontrar algo que va a valer la pena pero nada. No será nada, como el “humor”
de ciertos diarios locales, hasta el humor que algunos fascinan a otros
repugna. Pero no seamos terribles, hay humor para todos. Hay humor neo-liberal.
Como siempre la gente se pregunta ¿qué es esto de escribir
mucho?, no se pregunta por ejemplo ¿qué es esto de consumir demasiado?
Supongamos que escribir fuera un acto de consumo, o algo así como defecar,
entonces sí, habría consenso. Nadie quisiera ser el gran defecador. Va quien
sabe, hay para todos los gustos. Ni todas las plumas de ganso, ni todos los
presidios, ni todas las fobias, quiero incluir en esta oportunidad a las
siguientes: aviones, tiburones, enciclopedias, universidades, la muerte, la
impotencia sexual y la anorgasmia, hasta ser abandonado de toda red social. Sí
estas cosas podrían formar parte de una novela, ciertamente como dijimos, este
hombre con amores y odios puede ser muerto por un tiburón, si este sale o no
sale de su canilla, ¿importa acaso? Este es el siglo de las palabras y las
cosas, es decir decimos lo que queremos ¿qué más da? Ciertamente que esto es
cansador. Por otra parte la rutina mata al hombre, porque el hombre es un
animal y por lo tanto jamás fue pensado para que produzca y más para que
produzca para otro, el hombre no fue pensado, en este sentido nos cuesta pensar
una novela sin cierta obligación pero hagamos el esfuerzo, pónganos una fichita
al desgano universal. Seamos compasivos de nosotros, aceptemos que la mayoría
escribimos de una manera peor a la que creemos y que somos demasiado severos.
Ciertamente por eso, cuesta demasiado no emocionarse con las
propias ideas, el novelista es como el profeta pero a diferencia del profeta no
tiene fans. Si se hace famoso si, y esto es lo peor, los profetas no son más
que mentirosos, psicóticos auto-convencidos, nadie mejor que un loco para
convencernos. Este sentido es fundamental, uno escribe demasiada mierda, si la
gente sólo pudiera escribir y no hablar uno se daría cuenta de toda esa
miseria. La editorial es aquella factoría donde mucha mierda, cartílago y tanta
otra cosa, gana un aura u otra según la ocasión. Es por eso que hay tanto para
decir, es por eso que se puede escribir como hablar y vivir, como cagar. Aunque
no con talento y pureza con perfecto uso de comas y de elipsis, eso no, ahí hay
dramas, llantos, es como la novia perfecta no existe. Hay tantas que bien
cumplen el objetivo que la angustia termina por ser un capricho para no pensar
en mejores cosas. Pero es cierto que todos debemos ser fariseos. Tenemos que
pensarlo, esta es una guerra de fuerzas, es una guerra de poesías, de
repulsiones. Es una guerra fundamentalmente gastronómica, este es el campo de
batalla. Y escribir de batallas que no sean aburridas es difícil. Es como
tratar de vivir de aquello que no se es, todos queremos pensar que no vivimos
en medio de batallas, soñamos en mundos sin miserias pero las damos bien por
sentadas. Eso de ser olímpico es absurdo, como es absurdo negarse, como el
absurdo se da en esa supuesta visión clara de las cosas. ¿Sirve acaso ser un
genio? Es sin duda una mofa, una moda entre las modas como fue el Santo, como
es el Rockstar/Popstar, es una tragedia. Lamentablemente la vida es compleja, y
para peor hay gente que no sabe resumir. No resumir, no tener el buen gusto de
mostrar la pasta ya hecha, el tener que mostrar cada error, el tener que casi
llevar a la mesa el paquete de fideos con los fideos, ese asco para con la
incompetencia, eso es lo que hacen los malos escritores.
Pero bueno, uno lo es, es casi un comentador compulsivo. Por
esta razón casi debe dejar de pensar en uno. Podría decirse que uno tiene ganas
de escribir una novela, y en cierto sentido lo hace, podría ser la novela del
fracaso de la novela o de la novela que nunca es novela. Porque pensar que una
novela es una sucesión de capítulos de algo coherentes es una ocurrencia
superlativa. Solamente ebrio podría uno creer tales cosas, pero bueno eso
podría funcionar, por ejemplo ponerse en la piel de un ebrio por eso se usa
tanto es como el aceite en la cocina, es como el aceite lavado en los peores
lugares, para volver a freír siempre lo mismo. Con esta secuencia pude pensar
tantas cosas, tantos posillos de café vacíos, casi podría tratarse de una
guerra intestina con Jorge Asís y sus post lo que sea. Pero no creo que tenga
ese sentido de la decisión, soy una de esas ratas cobardes, tengo que serlo, no
soy Ratatouille, no fui tocado por un ángel. “Cualquiera puede cocinar”,
“cualquiera puede escribir”, para ponernos más imbéciles y reduccionistas;
“cualquiera puede ser Charly García”, pero supongo que estas cosas no gozan de
ese talento. Es por eso que gran parte de lo que se escribe es insufrible el
buen Laiseca que sabe tanto como el escritor promedio que es bueno, lo dice, yo
lo entiendo. No todo en la vida es 6,7,8 o Duro de Domar, o PPT, hay otras
cosas, aún quedan paisajes. Aunque con el crecimiento de supermercados, mega
mineras, y otras cosas, la gente empezará a creer que el paisaje es otra cosa.
Los seres humanos podemos vivir casi de cualquier manera.
Ustedes pueden creer que escribir y leer es al pedo, como lo
es ver televisión, como pueden serlo muchas cosas. Lo sabemos lo sufrimos, lo
padecemos. Todo es parte de la misma existencia, es cierto que el escupe contra
su sociedad espera que la sociedad maso menos le eyacule para compensar. Es el
costo, y en parte el rechazo al fin es premiado cuando la sociedad ha
compensado la ofensa. Todo es admitido residualmente, y así pasa a la historia.
Por eso es importante escribir, es parte de la vida, es parte de la comedia
humana. Es difícil leer Balzac, es cierto, el tipo tenía voluntad, quizá fue el
Maquiavelo de los novelistas, sabía que por fuerza del buen sentido se llega,
tarde pero se llega, ¿qué mas se puede pedir?, el 99% de los escritores son
Balzac, incluso la que escribió Potter si sudo la gota gorda era una especie de
Balzac.
Dioses del olimpo, racionalistas seculares, conocedores de
los idiomas antiguos, ¿no seremos terribles enemigos? Es complejo, hay que ser
muy profundo conocedor. Eso pasa por ejemplo cuando se entienden de estas
cosas, si los novelistas pudieran hacer papers imaginarios sobre sus novelas no
hechas, entonces sí, podrían romper el síndrome de Balzac. Como saben querer
hacer útil en la sociedad puede ser parte del sentido de nuestras vidas, el
tema es que ser útil, qué es ser parte, ¿Nelson Castro se ve como yo? ¿Mi
personaje se vería como yo? ¿Los que lo leen pensarían eso? Acaso que triste es
meter el gol de pedo de mitad de cancha y asumir ese éxito sin saberlo.
Entonces llega el momento donde el ser por más repugnante que sea no logra su
objetivo. Podría decirse que ahí es justamente cuando se entiende lo terrible
de los valores, sé que Onetti dijo una vez que le importaba muy poco porque
dejaba las cosas casi sin publicar el hacía la de él. Lo demás al carajo, como
ven la salud de un escritor no tiene que con su responsabilidad corporativa.
Siempre termina entonces, aceptando uno personaje que escritor, que no quiere
serlo, que prefiere ser un “playboy” o revolucionario, o un jugador de futbol,
o un director de cine, o un “escritor” pero otro, ese “El escritor” el que
todos sueñan ser. Ese que nadie fue en su momento un mito, un ser casi
inobjetable, una maquina de frases bellas, un Camus hasta cuando se está
meando. Una profundidad insondable como el Pacífico. La otra claro está en ser
una chanta, en mentir, en haber fajado a las mujeres, en ser un chorro. En no
laburar, y pensar que eso es ser escritor, tal vez algún que otro abogado pasa
por eso. Como siempre digo, es parte del mundo de ficción, ¿uno crees que es? O
simplemente lo es.
Piensen que tan terrible destino implica tener un relato,
por eso nos introdujimos en una época de crisis, nuestro personaje bien podría
hacer un paper bien armadito de la novela perfecta. Tener una idea fuerza, un
personaje, un recorte, plagiar ideas de otros, pero poder citarlas, como decir:
“en verdad me gusta esta parte del Hombre la Rosa , así que la transcribo y la emparcho”.
Sinceridades así serían como cagar clavos para un lector que no le interesan.
Es como una empanada rebosante de mierda, un asco, una molestia. Alguien lo
tiene que pensar, un editor es una madre que rezonga y se da cuenta que su hijo
es marmota, como marmota su hijo es lo peor, es bobo, estúpido, malcriado no
quiere hacer caso, no quiere ser vendible ni decente, no quiere dejar de ser
él.
¿Tanto amor? Puede que sí, tal vez es una mera burocracia
gris. Tal vez como leer el diario. Tal vez usando muchas veces, “tal vez” sea
una forma degenerada de Dadaísmo ya senil, ya con el “ano” dilatado. Es parte
de esa visión del mundo, pero se sienta a poner teclas a la obra. El mundo es
eso, es una catedral, cada piedra permite delirar un poco más al espectador. Es
una construcción lenta que no siempre tiene los deseos que se esperaban,
entonces se modifica. Los parches con el tiempo se hacen estilo. Cervantes no
temía por la Universidad ,
temía por la Inquisición
pero no por la Universidad ,
no se iba a topar con doctos en el buen gusto. Así que deberían temer a los
teólogos, o a los jefes de partido, a las policías secretas. Podríamos decir
que para hacer una historia interesante en suma hay que tener una vida
interesante. ¿Podría motivarse acaso un hombre que sólo come helado de
vainilla? Podría sin duda, un Lewis Carol acaso no estaba motivado por una
chiquilla, sí era un pedófilo, es lo de menos. No estamos acá pensando en lo
peor de nuestro sistema, para eso pensamos en los balances y vemos los fríos
números ofenden más que las novelas de mierda. Si los congresos de la lengua
tuvieran consecuencias económicas brutales quizás la gente les prestaría
atención. Ron Paul dirían que rompen la constitución. A los escritores sólo se
les pega cuando quieren decirle la sociedad que pensar fuera de sus libros,
ejemplo, un escritor quiere convencer a alguien que no le ponga el perro a
cagar en la puerta de su casa, ahí el escritor es un mortal. Un pobre mortal y
esta jodido tal vez hasta lo matan.
Por esta razón es importante pensar que el escritor puede
ser un paranoico. Mi escritor, no el que sueño que soy, sino que el haciendo
escribe, su prefiguración como una especie de bollo de pizza es lo que tratamos
de invocar. Sí es como Fausto pero en el subdesarrollo, para eso habría que
leer no sólo Fausto sino saber Alemán, estamos más cerca de haber visto
películas de Jack Black que de tener la profundidad de un Fausto que además es
Opera. Por eso, ciertamente por eso he tenido la inspiración como Vargas Llosa
que se fue inspirando de lo que pudo. Pensemos que el mundo es complejo,
pensamos que Vargas Llosa no nos quiere pero nos regala sus libros, el tema es
¿para qué los queremos nosotros? Ahí somos pedantes. Para este personaje que
quiere vivir la gran vida que no sabe que es, puede que sea sólo un sueño. Sí
podríamos desear que el personaje en nuestra mente anduviera con una Eva Green.
Esto sería bueno, sería una ruptura con la idea de un personaje que siempre nos
enamora a medias. A veces uno quiere encontrar en el personaje, alguna cosa que
es de uno. La ficción lo deja así. Esto está mal. Debemos ser concientes de lo
que hacemos. Podríamos pensar en Jennifer Conelly, o hacerlo gay. Ahora bien si
soñamos con personaje gay, debemos no sólo pensar su manera de ser, sino que
debemos pensar si no estamos yendo demasiado lejos. Si nuestro público espera
que nuestro personaje sea gay pero además quiere llenarlo de prejuicios que lo
llevan bien por su moral más o menos postmoderna entonces será un drama. Digamos
solemos decir estas cosas, solemos pensar en la ciudad que tenemos nosotros
mismos. Entonces claro el personaje suele tener mucho de ella, sin quererlo lo
hacemos. Es como que devora la ciudad nuestra conciencia con cuchara. ¿Es acaso
imposible pensar así?
Podemos decir que no, tememos que absolverlo. Muchas veces
por ejemplo, el escritor y a su vez el personaje tienen sueños, es decir que el
escritor sueña el sueño del sueño, es decir que Dios es un escritor, se
acuerdan es un profeta, un taimado. Un dios creador. Pero dios es un concepto
complejo como Fast food, un dios celoso de amor. O un dios celosamente amoroso.
Una figura moral que sea un fiasco que sirva para que la gente pueda creer. Eso
dirían algún ilustrado, sería bueno llevarse bien con la ilustración y la postmodernidad
es decir algo así como el café y la mayonesa, superar la etapa Dalí snob de
nuestras vidas ser mucho más. Entonces si como siempre, la gente cambia de
parecer. Un escritor puede mentir su vida, y vivir libre en sus personajes,
puede decir que es un amante de los animales pero a la vez fantasear para que
todos odien al vulgar cazador. Entonces sí, vulgar cazador malo, hombre bueno.
Dios es igual. Hombre malo, creador bueno. Y encima voy a arder en el infierno
por esto. Sé que estamos condenados. Al menos eso debería pensar el personaje,
podríamos darle sangre en ese momento, y que una bella lánguida nena preciosa
lo acaricie. Sí mucha gente dirá ¿qué complejo tiene este?.... ¿Qué les puedo
decir? Como les tengo que hacer entender, la vida de un escritor es su no vida,
lo miran como un autista, ¿acaso se masturba en su fantasía, y para peor en la
fantasías de aquellas curiosas combinaciones textuales? Casi tan contrahecho
como un cura. Claro que eso hace ganar enemigos, hay novelitas de Jesús que conmueven.
Sepan sin embargo que este es el mundo de las margaritas marchitas y no somos
darks es más bien otra cosa. En términos pelotudos, “una misteriosa mala onda
universal”, uno piensa y dice, “bueno, ok…” es la misma reacción de extrañeza,
si uno piensa demasiado se vuelve loco. Por eso los personajes locos cautivan,
podría ser Joker, podría ser uno de estos imbéciles marca cañón que matan en
cines, tal vez, no sean tan imbéciles, quizás creen que tienen que hacerlo.
Como saben en la historia de la infamia, los casos suelen ser más que nada algo
bien marcado, algo de la
Infamia como “LA
INFAMIA ”, no la infamia como cagar adentro de una
hamburguesa. O hacer una torta a base de mierda, o vender noticias falsas, o…
como se dice y es terrible, cancelar la leche asignada a los comedores para
chicos por conveniencias políticas, esas son infamias más palpables.
Los personajes malos fascinan, lo que pasa es que es difícil
ser malo sin quererlo. Es complejo, hay veces que las lectoras miran a los
escritores como aquellos seres con las bolas marchitas que a nadie pueden
impresionar, y lo mejor hacen bien. Nada mejor, nada puede ser mejor, este es
el fin de la versión cuidad que siete veces se revisa. Este volumen es no
revisar, es baja calidad, mala estofa. Por eso nuestro personaje es de mala
calidad, sus cuestiones son triviales, ¿va o no va a comprar agua al super?
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