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Cárceles- la pelea ideológica: (I)


I-

Podemos sacar algunas conclusiones sobre una serie de cuestiones muy variadas sobre el tema de las cárceles. Primero cómo funcionan, segundo como se fundamentan, tercero si cumplen o no los objetivos para los cuales son supuestamente creadas.

La idea primera, no es menor, si las cárceles funcionan bien y esto es, que la gente, que cada persona que entra a ellas tiene que reintegrarse a la sociedad, el error de que haya reincidencia no debería ser solamente del delincuente sino del sistema carcelario mismo. Cómo sabemos el discurso de la seguridad y la idea privatista del bienestar es suficientemente contradictoria y por eso existe sin duda la cárcel de privilegio como la que tuvieron los genocidas de la última dictadura. Extrañamente, los que crearon literalmente campos de concentración no toleraban las cárceles que supieron conseguir. A lo que vamos es si ciertamente somos concientes de aquellos que estamos prometiendo o no. Invisibilizados, forman parte de una sociedad que sigue deformando una parte de su realidad.

Como sabemos las cárceles fueron un dispositivo discrecional para no matar a los reos y no tienen un origen mucho más santo que ese. Su solución es una combinación de técnicas de represión. Por esta razón las cárceles son en suma como toda institución una serie de conductas que se hacen sistema. ¿La cárcel como lugar de humillación permanente no conduce a un clasismo? Ciertamente que cuando la cárcel se convierte en la escuela porque re-socializa mal a la sociedad para los que están adentro y afuera, no hace más que crear esa idea de que tanto el desempleo como el crimen son naturales y que por lo tanto sus consecuencias deben ser contenidas y no erradicadas. ¿Suena a idealismo? Habría que pensarlo mejor, cuando se lo piensa detenidamente, las cárceles son un servicio a la comunidad y si este funciona mal, toda la idea de transparencia “republicana” se pierde en un pantano de difícil resolución. Hay que tener en cuenta que esta relación entre estos elementos no es menor. Curiosamente en un país que prefiere pensar en el emisor antes que en el mensaje admitiendo que la verdad no tiene nada que ver con el enunciado es una sociedad que renuncia a tratar de conseguir las mejores metas posibles para el conjunto.

Si las cárceles son sólo una cuestión partidaria, no podemos decir que la “inseguridad” no lo sea. Si las cárceles tienen un sentido tienen también un costo, tienen que ser financiadas, tienen que ser vigiladas y tienen que ser transparentes. La pregunta por la calidad de vida del preso parece un tabú en la sociedad de consumo. Lamentablemente hemos visto casos donde la criminalidad administrativa del poder judicial mete a un ciudadano inocente a las cárceles el cual no debe sólo sufrir, el error-incompetencia de todo el sistema judicial sino que además debe padecer el hecho de sufrir por las malas condiciones de vida. ¿Por qué tanto temor a pensar  la cárcel? Será porque instantáneamente creemos que no podemos estar allí. Esto tiene un cierto sentido para quienes pueden costear procesos penales, los cuales con ello se pueden garantizar la libertad, incluso si son demasiado culpables y que todo el mundo sepa sus delitos. La idea de que la cárcel sea el peor lugar del mundo tiene algunas ideas similares al terror de la pobreza donde la “Villa miseria” tiene que ser el mismo infierno. Donde nada puede ser positivo, las personas que son privadas de la libertad y a la vez son privadas del acceso a los derechos reales no tienen un buen lugar donde vivir a lo largo de su vida, ¿puede que esto no tenga que ver con la seguridad? Si no lo tiene que ver habría que ver que piensa la gente que no quiere forma parte de ninguno de esos dos lugares, por algo es. Esta precisa muestra de sentido común muestra cuán lejos hemos avanzado en la desidia, y cuán poco hacemos por las instituciones. Con esto queremos decir lo que es obvio, lo que se tiene que caer de maduro. Una sociedad es un todo, en el cual cada parte de la democracia se tiene que ejercer de manera real y concreta.

¿Los presos dejan de tener intereses por estar presos? La respuesta es no. Clásicamente fue la manera para quitarles derechos a muchas personas. Con eso podemos relacionar varias tradiciones distintas y su papel con las cárceles. Lo que tenemos que entender es que eso no termina por definir nada, antropológicamente no hacemos la etnografía de los habitantes de las cárceles no queremos saber su mentalidad preferimos pastiches comprimidos de prensa. ¿Dónde está la pena por el Estado de las cárceles? Pena parece que sólo hay para los pobres que se encuentran en la forma más desvalida y total, curiosamente este es un discurso terrible y tautológico, se expone a la muerte, el “reo” ya no puede ser el sujeto que es inocente hasta que se demuestre lo contrario, ya que como sabemos, que una persona potencialmente peligrosa este libre es para la sociedad hoy mucho peor que una persona que puede ser efectivamente inocente.

La pregunta es si se puede creer en que podemos tener una política sustentable de DD-HH si a la vez no tenemos una política real y concreta de cárceles. La gente que piensa que la idea de los derechos humanos fue bastardeada sistemáticamente debería pensar en qué punto mejorar las cárceles sería una ola nueva que se debería expandir a lo largo del mundo. ¿Hay tanto miedo? ¿Por qué no se desea ser de primer mundo en cárceles y si en Shopping? ¿Será que una serie de vergüenzas que muestran el estado general de ciertas condiciones de vida material son las que nos develan la impotencia de algunos temas que aún no hemos resuelto? Todas estas cuestiones ya ha sido abordadas a lo largo del siglo XX, y lamentablemente la mala vulgarización de ciertas formas de consumo de información y las ideas de: “La tolerancia cero soluciona todo”. Terriblemente hay muchos discursos que pueden rozar la imbecilidad pero no por otra cosa que la misma demagogia que tratan para con el contrario. Si pensamos fríamente lo que son políticas de estado, si estamos obsesionados por la cara de un billete y la prensa gasta tinta sobre qué dice y qué no dicen los funcionarios. ¿Por qué no bajar un poco a la tierra y pensar? ¿Se ha debatido algún problema no sea “tipo de cambio”, “Corrupción” y “Delincuencia”? ¿Por qué se prefiere ver la alquimia de la encuesta al infinito y no observar el papel de la institucionalidad real y concreta?

Como estamos pensando, estas ideas son tan comunes como aquellas que decían que el derecho a los trabajadores a los aguinaldos y a la agremiación iba a poner en jaque a la sociedad. ¿Podemos sostener esto hoy? Solamente ciertas formas de pensar tienen esos resultados. Pero para peor, esto si es divertido, nadie piensa que las personas privadas de su libertad forman parte de ese binomio contradictorio de “perjudicadas por el Estado”, si están siendo perjudicadas, y ellos claramente no tienen “cacerolazo” y cada vez que hay motín, se entiende que este tienen malas razones, ¿cómo podremos hacer para las darles visibilidad en el mundo real y concreto? Ahí está donde debemos descender de las excusas que tenemos siempre para pensar que el estado perjudica a las personas que sólo tienen expresión.

                                                                                  II-

Por otra parte debemos entender como hemos fundamentado muchos de los fracasos carcelarios. Cuando pensamos que los presos entran y salen con facilidad por que no ir a la cárcel concretamente. ¿No es acaso un problema delicado el de las fuerzas de seguridad? Cuando se piensa que estas organizadamente mataron más personas que cualquier otra organización, ¿no debería saltar a la vista que existe un serio problema de percepción? Claro que si vamos a tomar pseudo-definiciones, llegaremos a pseudo-conclusiones. Si decimos como se dice en tanta editorial que supuestamente cree en la “libertad de la ley” (su no obstrucción por ninguna interpretación humana), y la vez consideramos lo en vano que es manejarse en los términos de “buenos y malos” entonces hay que convivir con cierta policía que “sabe hacer su trabajo” si su trabajo es torturar, hoy lo hace con alguien que robó mañana con un ambientalista y pasado con quien sea. Pero este liberalismo que en el fondo es conservador no cree en aquello, nadie con el dinero suficiente jamás va tener que pasar por eso. La administración de las cosas (en el peor sentido del término) tiene que ir por encima del gobierno de las personas que no son personas, en fin son estadísticas que resultan en más desidia cuando se ven cifras. Algunos dirían que este enfoque es entre estúpido, y falto de conocimiento sobre lo que es el país, que hay miles de excepciones. Lo cual tiene sentido y es cierto. Cada proceso histórico tiene muchas excepciones, más si quiere modificar unas ciertas pautas. La pregunta será cuán capaz es un grupo de personas de influir en tal o cual cuestión.

No tiene sentido pensar si nos negamos a ver los problemas más graves que nos ha dejado el final del siglo XX. Es más cómodo pensar en ciertas cuestiones abstractas de la economía y luego “ideologizarlas” en el peor sentido alienarlas al infinito. Cuando se sabe que el Estado tiene una producción ideológica y esta a la vez es suicida porque pone en conflicto social en el mismo estado. ¿Cómo se puede hacer respetable? (Si es que tal cosa es posible) el papel de estos mecanismos que se ven como el remedio como el efectivo control social. Claro que si llegamos a la conclusión rara y delirante que las cárceles que funcionan bien, y hay mejor calidad de vida terminan por parecer mejores que las viviendas de las personas más excluidas, no estamos hablando de un acto de injusticia de: “los presos no merecen tener todos estos derechos cuando nadie más los tiene”, suponiendo como se dice que el derecho a la Libertad es el mayor de ellos y no otros. Esto en todo caso demostraría lo que hay que hacer por las condiciones de vida más precarias. Es curioso eso y se puede ilustrar de una manera brillante cuando pensamos en la precariedad de muchos recicladores que trabajan junto a los vertederos de basura gigantescos, y pensamos en la gente que come de la basura muchas veces se nos plantea si estos “espacios abiertos” no tienen la misma lógica de la cárcel. La humillación y la exclusión tienen en síntesis una buena parte de ese “resentimiento” que algunas personas creen que aparece de la nada. Lo peor es lo poco humano que se ve esto, si las personas que tienen con qué son capaces de cagarse a trompadas por un choque de un auto con otro, ¿cómo no va ver furia en las personas que no pueden cambiar una buena parte de su vida? ¿Tiene sentido pensar esto?

Si las cárceles responden al mercado, las cárceles tienen que ver con la cantidad de dinero que estamos dispuestos a “invertir” en ellas. Curiosamente se piensa o… cosa interesante que se podría privatizar eso. Es decir que las cárceles pueden ser parte de un servicio, si tenes dinero podes hacer que las cárceles encierren a ese delincuente que te robo a vos (si lo atrapan claro está), la pregunta es si eso tiene una solución real y concreta. No imagino una empresa/cárcel que se encontrase fundida, cosa que ha pasado demasiado seguido en argentina, ¿Liberaría a sus reclusos? ¿Habría que salvarla? ¿Sería esto más racional que la interpretación que se ha hoy de mucha cárceles superpobladas? Verbitsky mal que les pese a muchos desde el CELS ha generado situaciones concretas para entender una buena parte del fenómeno. Curiosamente eso se lo tiene por partidismo y con más razón estamos diciendo que lo es. Entender el papel de las comisarías es parte de eso que los medios no quieren resolver. Estos datos no son menores, cuando Argentina se da cuenta que muchas violaciones (las cuales tienen poco que ver con ideas que no sean otra cosa que intimidación), las cuales tienen tan poco sentido que los “suicidios” que inventan los propios policías con los reclusos. Ahí es cuando tenemos que rever el papel general de la sociedad. Si la sociedad acepta que va a usar o pretender ser negligente con elementos propiamente terroristas de la sociedad es probable que generara indignación. ¿Por qué tantas madres que son víctimas de la inseguridad son testimonio de un drama que no está en la madre de reclusos o no, que son incorporados y asesinados por razones poco claras? Tiene poco sentido no aceptar eso. Tiene poco sentido pensar que ciertas muertes son mejores que otras, ya que ello hace que la gente que no puede acceder a la buena sociedad crea que está excluida para siempre. No debemos caer en las situaciones reaccionarias de toda clase. Justamente cuando se crea la imagen de enemigo público se deforma toda la discrecionalidad de los poderes del Estado. Ni que hablar el papel que tiene la misma policía muchas veces en los desalojos violentos de la comunidades indígenas. ¿Acaso estas formas de resolución violenta no tienen nada en común con el delito? Esto tiene que ver con ese binomio que se da entre la cultura de la resistencia y de la identidad de los sectores excluidos de la sociedad, no excluidos porque no forman parte de ella sino porque no se les quiere dar derecho alguno y las formas de explotación. Terrible es pensar en suma que la gente que encuentra en un taller clandestino de costura por ejemplo no se encuentra “virtualmente” en una cárcel y que esta es privada. ¿Acaso no son amenazadas las personas que deben trabajar en estas condiciones? Extrañamente esto sería parte de esa extraña “manía garantista”, con ella se olvida que una buena parte de la convivencia de otras formas de reclusión no parecen tan malas. A lo que vamos en suma es pensar si lo peor que le puede pasar al país o a los países es la politización de las cárceles. Si se piensa política desde el sentido aristotélico (este filosofo no era precisamente un progresista), una cárcel politizada es una cárcel que puede tener gente interesada en el resto de la sociedad y que para bien o para mal interactuará concientemente con ella. Mientras que las iglesias si han podido y pueden ideologizar, con las creencias que pueden las organizaciones civiles. Recordemos que organizaciones políticas que no forman parte de los sistemas institucionales no son ONG pero tampoco son el Estado mismo mal que les pese de pensar a algunas personas. Con lo que llegamos a la conclusión en suma que no se está justificando lo injustificable. El celo correcto por los presos es parte de una política que puede ser una política de estado y que puede formar y tener la misma carga ética que la erradicación de la desnutrición y de las enfermedades. Sólo que sin caer en un higienismo del siglo XIX, esta aporta una solución propiamente holística, una sociedad que tienen conciencia de sí misma es una sociedad democrática. No estamos perdiendo el tiempo cuando “descubrimos” problemas que no creíamos que teníamos. Tal vez nuevamente haya que seguir urgando en la historia de la humanidad y del derecho, para entender qué fue y qué es el progreso en cuestiones penitenciarias y legales. Ya que ha cierta forma de derecho, cierta forma de castigo y no al revés. Curiosamente porque la mayor parte de las sociedades humanas, repuesta filosófica después de todo: “Ninguna sociedad castiga sin sentido” castigar sin sentido sería la fórmula ideal de Orwell en 1984, la cual quería decir que ciertas formas de autoritarismo anulaban la personalidad humana. ¿Qué situaciones en la sociedad actual anulan la personalidad humana? ¿No serán aquellas mismas que no permiten el acceso a los derechos fundamentales? Beccaria cuando propone un código de leyes racional estaba haciendo en su época lo mismo que se hace hoy con la integración de los reclusos, avanzar sobre el tabú de que “Justicia es Venganza”. Si la justicia es venganza siempre parte y será parte de lo que podríamos considerar de lo privado y de lo que es más fundamental de lo que es no es político porque no es polémico. Si no es polémico no tiene sentido decir que un estado tiene una política carcelaria, en todo caso tendrá procedimientos carcelarios alguna política más grande que se podría llamar seguridad o la que sea. Pero no es parte del foco de mayor importancia.

          
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