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Cárceles- la batalla ideológica. III


¿Cómo podemos prescindir de ciertas pautas para tratar de abordar la realidad? La pregunta que nos podemos hacer es si se trata de ciencia ficción o no. Tenemos por lo menos un cuadro de situación. Entonces es el momento donde tenemos qué pensar, recordemos que en la política argentina, la pelea con los medios generó ya de por sí una nueva conciencia sobre muchos problemas y hasta generó nuevas reacciones que por una parte “des-contracturaron” a la política, por otra parte hicieron un eje muy importante en el periodismo y por lo tanto generaron grandes debates sobre el tema que había sido el gran ignorado en la transición a la democracia, el tema de los medios y también el factor de poder más temido, las fuerzas de seguridad. Esta es la verdadera manera de entender una buena parte del análisis que queremos hacer. No se trata simplemente de una guerra de tapas, eso genera cierto hastío que generaliza todo el “asco” que debería usar una política que usa todo los medios para mantenerse en el poder.

Ciertamente que si pensamos de otro punto de vista podemos por lo menos pensar lo siguiente. ¿No será hora de asumir todo el papel del peso de la dictadura en la sociedad? Es común escuchar entonces; tales temas interesan; se tienen que debatir, son en suma apremiantes y tales temas no. Lo cierto es que esto ya configura cierto criterio y conforma las redes del poder. Ciertamente que en esto se ha vuelto todo un problema investigar y que estas cuestiones no sean opacas. Pasamos de un esquema de sucesiva eliminación del enemigo político, es decir la guerra ideológica convencional, descalificación, acusación de criminal, eliminación de la sociedad. Todas las guerras civiles a partir de la segunda mitad del siglo XX trabajaron en este esquema, encima para peor eran guerras de baja intensidad para los imperios y no para los países dependientes las consideraron con justeza revoluciones. Lo importante es que este pequeña visión tiene un punto, el cual tiene que ver con los grandes debates nacionales.

Uno de ellos es el alcance de la organización popular. ¿Hay un delito implícito en politizar la sociedad? ¿Cuál es la institucionalidad? ¿Cómo saber su correcta incumbencia? ¿No es la dependencia internacional uno de los factores importantes para entender una buena parte de la sociedad aspire a participar? ¿Cuántas veces la política quiso entrar en las formas de la opresión. ¿Acaso existe una política total en el abandono? ¿Quiénes son los grupos que deben desarrollar la conciencia? Con esto ya tenemos una buena pauta de lo que es integración. ¿Podríamos acaso relacionar el papel de las organizaciones varias que están en las cárceles con el papel que por ejemplo tiene la Iglesia en el ejército? No hay que ser muy sabio para darse cuenta que una Iglesia que trabaja a favor de un ejército represor poco podría hacer por depurarlo y hacerlo democrático. Nadie abogó aún por la expulsión completa de la actividad eclesiástica de las fuerzas armadas. Curiosamente, hay puntos que son escandalosos. Justamente tiene la interpretación, que según el momento sirve para deshabilitar el reclamo de Malvinas pero no sirve para criticar el papel de la Iglesia Apostólica Romana en la sociedad. Tantas cuestiones quedan entonces por resolver que no se puede decir que la sociedad no es politizada. El fundamento de una cárcel sin contacto con la ideología pareciera que tiene que ver más con una sociedad que no quiere o que no quería tener ideologías que otra cosa. Por eso hay que revisar si la parodia de un “pasado incierto” no es terrible. Ciertamente que puede ser que la sociedad derive a una competencia política en la que se incluya una total y completa revisión del pasado. Puede que esta sea la clave de la incorporación de Internet a la prensa. Tiene sentido trabajar tanto en el discurso. Puede que sí tenga sentido si todo lo que queremos hacer es ver qué emisor es inmaculado. Puede que tenga sentido esto pero en el fondo también es poco republicano, que un actor político sea privilegiado por su poder mediático ¿qué podrían hacer los otros? La libertad de prensa obliga entonces a pensar, si existe alguna diferencia entre información y propaganda. ¿Tan delgada será la línea en la batalla política? Cuando una serie de personas consagran sus energías a cierto tipo de actividades entre ellas, “la batalla ideológica” por retrotraer muchas situaciones, podemos darnos cuenta cuánto hemos dado para mantener el consenso las certezas mediáticas. ¿Será por eso el terror de no saber? Nuevamente lo de las cárceles, como lo del pasado de cada persona en particular por lo que nos asusta fundamentalmente es por lo que no podemos acceder. Por lo que nos hace parecer difícil. Extrañamente damos por sentado que lo que ya sabemos es tolerable. Si tolera cualquier clase de violencia por su eufemismo como “enfrentamiento”, ¿Por qué no se podría acostumbrar como de hecho lo ha hacho  ver las situaciones carcelarias sin conmoverse demasiado al respecto? Bueno esta es la respuesta que deberíamos ir pensando. No tiene sentido que la tergiversación llegue de un solo lado. Tiene sentido pensar crítica reales y concretas. Los casos como los de Daniel Solano y Jorge Julio López tienen que ver con las fuerzas de seguridad. Nada es completamente estanco. Por esta razón es necesario poder entender una gran parte de lo que ocurre hoy es entender ciertos mecanismos perversos que se mantiene hoy en la “Seguridad” y su completa ineficacia. Debe ser por esto que los casos donde por ejemplo como en Salta, turistas extranjeras mueran tienen una resonancia distinta a los delitos más próximos. Por estas razones algunos casos como sabemos son enunciados y no mucho más. ¿Podríamos decir que repetir ciertos delitos sobre otros no es propaganda? Podríamos decir que sí, podríamos pensar en muchas cosas. La víctima del delito es retratada de cierta forma especial. Y así tantas otras imágenes, nos cuesta pensar en ciertos casos que podrían tener una importancia mayor. Ciertamente que contar las muertes por accidente, y las de crímenes comparándolas no lleva a conclusiones alentadoras. Ciertamente que eso se suma a tantos otros males, donde la inseguridad termina siendo un fenómeno urbano muchas veces y circunscripto. Curiosamente en este sentido cada país tiene una manera distinta de presentar la información. Hay personas en países como Estados Unidos que se conforman con saber que es seguro el barrio donde viven no están preocupadas por la seguridad en el territorio nacional. Otros países en cambio suelen tratar esto temas de una manera más sistemática. Es sin embargo curioso que el “Terrorismo” sea en Estados Unidos una de preocupación tan importante como lo es la “Inseguridad” entre nosotros.

Habría seriamente que preguntarse por muchas de las paradojas que existen en el mundo de hoy, esto vale para Guantánamo una cárcel donde tampoco se respetan los derechos humanos. ¿Tendrá sentido creer que los terroristas de por sí pierden los derechos? Extrañamente cada país utiliza sus energías para combatir su inseguridad de una manera distinta. Mientras de forma recurrente hay masacres en Estados Unidos la última fue la de Denver, ellos no buscan una solución a largo plazo, pareciera que nuestros problemas tiene una relación con aquello. Cuando pensamos en el consumo de drogas duras y delincuencia en parte volvemos sobre las mismas conclusiones. Como siempre tenemos una conclusión ambigua porque a la vez que tenemos un medio que nos relata, lo que ocurre tendemos psicológicamente a pensar que es cierto. Lo que a la larga o la corta nos condiciona severamente. Parte de esto hace pensar en cierta idea, ya bastante obvia del equilibrio entre el poder económico y sus distintos sectores. Las quiebras fraudulentas y las amenazas por parte de las patronales no conforman parte de la inseguridad, cierto tipo de delito conforma parte de la inseguridad. Sería raro pensar que personas como Barreda estén matando gente o sean reincidentes, eso no quita que fueron asesinos. La pregunta como siempre está en qué queremos combatir. Si queremos pensar que ciertas formas de violencia se pueden tolerar y otras no, entonces entenderemos que sólo es la violencia relacionada con robos, seguidos de asesinato la que suele preocupar a la sociedad. Las otras son demasiado específicas para generar reincidencia. Es decir que el problema está en una persona que lucra robando y que además mata. La cuestión está por supuesto en que se confunde el galantismo como las debidas medidas que un juicio debe tener para ser justo y no cometer errores a la procedencia de cierta persona. Con eso se logra por ejemplo mostrar como peligroso a un asesino que hizo una acción criminal contra una persona en particular y además se dice que de esta manera se incita al delito. Extrañamente contar los delitos continuamente debería alentar al delito, la posibilidad de escapar debería alentar el delito. Como hemos dicho anteriormente el delito como tal podría aparecer por muchas razones. Distinto es cuando la policía saca a los delincuentes a robar, ¿acaso piensa alguien que eso alarga sus condenas? Cuesta pensar que las causas más densas las más relacionadas con el poder son las que más fácil tienen la salida. Jamás se duda de un delito obvio como un asesinato pero los grandes delitos típicos de las estafas, las defraudaciones y las dádivas tienen extrañamente una tipificación distinta. Lo fácil de ciertos tipos de delitos es que tienen una víctima y un victimario específicos, eso las hace atractivas para un relato, donde la justicia “funciona”. La pregunta como siempre es si se vulnera la condición de que inocente lo es. Cada inocente no tiene que pensar en su inocencia como cierta forma de presión sobre esta minoría, por más que esta minoría haya incurrido en el delito. Buscar su exclusión sistemática es seguir una lógica de gettho, ¿A dónde podría volver a vivir el que paso por la cárcel? Esta es la cuestión, como siempre gran parte de la criminología y de la eugenesia, (política comercial relacionada con la salud) tuvieron sesgos racistas y clasistas los cuales no hacían más que reforzar las divisiones dentro de las sociedades burguesas. Alo que siempre vamos es que el “delincuente” padece la permanencia de la exclusión en algo parece que reivindica dudosos valores, muchas veces este punto es el que no se pone en discusión. La cárcel como una esperanza abstracta de justicia es por lo menos una ingenuidad, si fue una manera pragmática de castigo. Hay que recordar que la cárcel como tal es vista con una moral del “beneficio” y como un principio del estímulo. Ciertamente que la cárcel como tal busca ante todo ser un elemento disuasorio para el resto de la sociedad. Curiosamente este efecto es relativo de acuerdo a los individuos por lo que muchas veces su finalidad principal queda bastante en duda. Huelga decir que el derecho al acceso al trabajo de los presos, tiene sentido sólo sí tenemos en cuenta al derecho al trabajo de todos. Por esta razón es fundamento más que suficiente para explicar por ejemplo que si aspiramos a que no haya delincuencia la tasa de desocupación tiene que ser del 0%, no hay tasa natural casi posible del desempleo, no hay posibilidad de poder convivir con la indigencia. ¿Estamos dispuestos a pensar en esos términos? ¿Cuánto le sale a una sociedad vivir así?  ¿Cuánto hizo el Estado mínimo por compensar esta situación? Si bien es cierto que personas como Margaret Thatcher subieron el dinero a los policías su único fin era mantener su papel represivo en nombre de la re-organización del capital. ¿Será deliberado decir que el que antes torturaba al sindicalista luego fue reconvertido en esto que conocemos hoy? Lo siguiente es obvio, cuesta tanto entender el papel de la argentina en sus tareas represivas que nos cuesta pensar que el país de la Patagonia Trágica y la Liga Patriótica, el país de la triple A, se preocupe tanto por ciertas salidas de presos. Si esos fuesen sobreseídos, serían considerados parte de la corrupción judicial pero en pocos casos se ve que la opinión pública dedique tanto tiempo. Esto es curioso para lo que fue la libertad del policía asesino de Fuentealba. Es curioso que la policía privada de Blaquier pueda disparar ante una ocupación. ¿Es además curioso que el pánico actual de este desplazamiento de presos haya sido parecido a lo que paso en el Parque Indoamericano? Si lo es y con razón no siempre se puede pensar que todas las situaciones sean “ingobernables” y cuando lo son, ¿por qué lo serían? La excusa para el abuso de autoridad es mucho más generosa mientras más se lo piensa. Una amenaza sin nombre, eso es un relato mediático y por lo tanto como se acusa a de proselitismo a todo lo que ocurre, no deberíamos dudar que ciertas tareas indolentes de muchos legisladores sobre temas cruciales deberían tener un sentido más claro y más sencillo sobre el accionar propio. Es decir, llegar a las conclusiones de qué es la emancipación. ¿Acaso no hay que emancipar de los poderes corrompidos? Si esto es así no quedan espacio para dudas de método, reivindicaciones generales necesitan de un compromiso activo. Esto seguirá ocurriendo mientras naturalicemos muchas cuestiones que no terminan de cerrar, si la policía tiene que ver las redes más grandes de secuestro, ¿tiene sentido pensar en que una banda de secuestradores particulares incidirá en los grandes números? ¿Cuántas desapariciones de mujeres serán llamadas así y no secuestros? 

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