- ¿Hemos obtenido algo por aplazar el tema de las cárceles
indefinidamente?
La respuesta a primera vista es no. Como se ha dicho con
anterioridad, una cosa es un respeto a ciertas normas y procedimientos, otra
cosa es el papel de la política en la sociedad, pero otra cosa muy distinta es
qué se debate y que no se debate en una sociedad. Ciertamente que un mundo
obsesionado por los relatos, donde las denuncias se han multiplicado raíz de la
capacidad de comunicar. No se ha progresado de manera igual en la organización.
Constantemente son los cientistas sociales los que llegan tarde a los fenómenos
que tratan de definir. Ciertamente por eso, aún no sabemos cuán frágil es la
información hoy en día. Tan fácil como es emitirla es capaz de tergiversarla, y
en el mundo digital de hecho esto puede ser hecho hasta el infinito. El pavor
ya no vendría por un Gran Hermano, sino por un club de “grandotes” que van
modificándolo todo a más no poder. Con eso se piensa que el relato es parte de
una acción debe ser develada por periodistas, en cierta forma es así, esto
tiene sentido en un conflicto ideológico clásico donde la subversión de una
serie de valores sociales era lo que se ponía en duda. Siempre en estas épocas
se buscaba mostrar el horror de los crímenes ajenos para ocultar los propios, o
crear una situación en general donde se mostraba como una sociedad donde no
había escapatoria. Increíblemente esto ya no es más así.
Sí un tema como el de las cárceles y el papel de lo que
piensan los presos llama la atención hoy, debió ser porque algún momento se
ocluyó su posibilidad como si el recluso que saliera a la sociedad casi tuviera
que pedir perdón por haber nacido. Pensado desde este punto de vista, no se
trata de una guerra de valores o no, ciertamente una cosa es alguien que escapa
de una cárcel y comete delitos, ya sea por voluntad de las fuerzas de
seguridad, ya sea por malos controles, en una línea que realmente es muy difusa
que no tiene un buena respuesta, una línea que para peor no es tratada seriamente.
Pero no es mejor tomar a la delincuencia hoy como se tomaban a los herejes en
la antigüedad y en la moderna incluso donde eran el chivo expiatorio. Nada
peor, ya que eso sólo genera una nueva barrera más para la re-inserción.
¿Alguien puede creer que una persona que comete un delito acaso no tiene una
ideología? ¿Acaso se olvida el mundo que existía la propaganda por el hecho?
¿Somos acaso tan naif que creemos que todos los delitos ocurren por las mismas
razones? Ciertamente que gran parte de los delitos de hoy no tienen la
implicación que tenían en otras épocas pero ya que se suele utilizar y mezclar
literalmente en una “bolsa de gatos”, la autoridad versus la “buena sociedad”
sería bueno pensar qué pensamos nosotros de estas cosas. ¿Somos capaces de
saber qué hace la autoridad? Porque en este sentido podemos criminalizar
cualquier cosa, los “valores del orden” como sabemos han sido y son cambiantes.
Con esto no se quiere hacer propaganda, pero ciertamente no podemos decir que
los valores de la seguridad de hoy son los de ayer. Seguramente se piensa que
no viene al caso pero muchas veces “el orden” por ejemplo nos hizo perder
científicos, como en el caso de la
Noche de los Bastones Largos al mando de Onganía, ¿podríamos
entender alguna vez lo que ya hemos hecho en nombre del orden antes de pedirlo
con tanta saña? O tal vez tengamos cierta disposición a pensar que según el
momento el enemigo público debe cambiar. Esto es curioso para cierto tipo de
prensa, para cierta manera de contar las cosas.
Podemos estar seguros sin duda que mientras haya una
“democracia-liberal” y se entienda que es más liberal mientras más libertad de
prensa haya, la lucha por la veracidad será tanto requisito mínimo de la
verdad. Es en estos casos, donde la pluralidad va crujiendo, donde las
identidades vuelven a aparecer. Identidades que termina por formar el mapa
ideológico real y concreto, con los conocimientos y valores que existen en la
sociedad, no lo que se espera que aparezca. Muchas veces esto es simpático
cuando se analiza gran parte de lo que son las mayorías. No existe ciertamente
en las peleas de las grandes democracias de masas más que discusiones sobre lo
que creemos que es el sentido común. Ciertamente por eso, la invasión maso
menos como la califican del poder político a las cárceles es una amenaza.
Curiosamente, llenar las cárceles o no de presos estrictamente políticos es
mucho más político que ir a visitarlos. La pregunta que tenemos que pensar, es
si la argentina no tuvo un papel especial con las cárceles. Ciertamente que
tenemos que pensar que el delito, que el derecho con temas esenciales para la
existencia de una sociedad política. No podemos decir incluso por más irregular
que fuese un sistema penal que las leyes deben cambiar para acompañar los
defectos más torpes de una institución que depende del primero.
Ciertamente que por curioso que parezca una parte de la
caída de las figuras que supuestamente están barnizadas de un aura de
perfección se modifican. Por esta razón lo que aparecen son los intereses. Intereses
en los cuales podemos reflexionar. ¿Qué hemos hecho con la seguridad en el
siglo XXI? ¿Existe algún proyecto superador de las situaciones de hoy? Tiene
que pensarse que una sociedad que acepta cierta forma de ideología, puede
decirse que una parte de lo que hemos considerado como la caída del sistema del
sistema carcelario. Esto fue lo que generó la idea de que la pobreza, y la
criminalidad podrían ser resueltas parcialmente. Estas resoluciones dieron y convivieron con la
idea del derrame. Porque el derrame no llegó, tampoco pudo llegar la tan
ansiada reducción de la población carcelaria. Por el contrario, existen casos
donde el consumismo se combina con la violencia. Violencia sola nada haría no
es gente que sale a cometer ilícitos, sino que comete ilícitos y a la vez
consigue elementos que les dan status, esto ocurre acá y en el resto de
Latinoamérica. La idea simple de que ciertas cosas se pueden prescindir, y
otras no genera la idea un poco rara, donde el “estilo de vida” puede legitimar
el estilo de vida violento. Por lo que, muchas veces los valores de la
violencia, no van en contra del “éxito social”, para peor, el éxito social en
una sociedad extrañamente competitiva parece que castiga por saltearse las
reglas de la despiadada competencia. ¿Acaso los presos y los supuestamente
iletrados son los que generan una ideología autónoma y monstruosa? ¿Quién los
podría haber instruido? La idea es simple tratar de participar en una sociedad
implica tener los mismos valores de uno y del otro lado de la ley. No hay
valores de bueno y de malo simplemente.
-Ahora pensamos en otra de las partes del sentido común que
nos suele asolar. Si pensamos que no somos capaces de poder resolver nuestra
economía o mejor dicho pensamos muchas veces que las críticas son sólo eso,
mostrar problemas, si pensamos que la mayoría de los servicios públicos no
pueden funcionar mejor, si no creemos que se pueda avanzar en la democracia
sindical. ¿Cómo podemos creer que las cárceles puedan cambiar? Ya hemos
repasado el papel necesario que hay en el propio control de las fuerzas de
seguridad, luego habrá que ver la cuestión tan terrible; el presupuesto se
suele alimentar de impuestos. ¿Un impuesto específico para las cárceles sería
tolerado como un progreso? Se toleraría un fondo específicos para las cárceles,
¿se podría auditar este fondo? Como en el caso de las asignaciones de los
medicamentos a las obras sociales, el dinero que estuviera en esas cajas sería
una tentación. Por lo que terminamos asumiendo que un cuerpo colegiado por
parte del control de las cárceles podría servir, podría ser una comisión
legislativa incluso. Podría pensarse cuerpos políticos específicos para hacer
esta supervisión, por lo tanto las fuerzas políticas podrían ir a los penales.
¿No pueden acaso los militantes políticos presenciar juicios relevantes como el
de Mariano Ferreyra en Comodoro Py? No hacen acaso más amplia la democracia
llamando a las personas a participar de la manifestación relacionada, esta lo
que hace es hacer puntualmente democrática. Por estas razones, es la que
festivales culturales, y diversas manifestaciones políticas han empezado a
convivir como parte de la vida política. ¿O acaso debería ser la cultura
simplemente un divertimento abstracto sin contenido? ¿No es acaso esto un suceso
claramente ideológico? Ciertamente que no se puede pensar que la “cultura” es
distracción. La dimensión que ciertas consideraciones sobre el papel de las
cárceles para ser ante todo sobredimensionada. Como siempre el terror es la
aparición de las manifestaciones de los sectores sociales, cada uno de ellos de
ellos ha sido interpretado como “cultos a la personalidad” o “a la debilidad de
las masas” o al peligro de lo que supuestamente se lleva a la sociedad puesta
rompiendo su normalidad. Si esto fuera parte de una novela delirante podría ser
tomado por mejor objeto pero no es así. Si la sociedad y las grandes empresas
que hacen gala de transparencia, responsabilidad empresarial, apoyo a la
cultura y demás tareas, creyendo estas que la tarea es buena, ya debería haber
muchas fundaciones que ya ayudasen a los presos. Sabemos que estas
intromisiones como serían la de Mac Donald´s
en los hospitales públicos proyecto de una cierta mala administración
genera publicidad que violenta los espacio públicos, esta idea pareció una
noticia menor. Si las cárceles se llenasen de: “Coca-cola, Nike, Quilmes,
Pepsico, Monsanto” (entre otras), ¿sería esto mejor? ¿Serian integrados a la
sociedad? A menos que sea un tema tabú si lo es, el financiamiento de las
cárceles es un tema de administración pública. Como se dice se podrían hacer
grandes leyes para su reforma, ¿se va a intentar? O es sólo un parche.
Recordemos que este fue un país que no podría imaginar matrimonios del mismo
sexo. ¿Estaremos imaginando un miedo que no tiene nada que ver con la
inseguridad? ¿Podría crecer la peligrosidad por simple política? ¿O sería un
intento de subversión? No parece ante la evidencia un plan tan terriblemente
complicado que su mera implementación suena a absurdo. ¿No sería mejor
reclutarlos secretamente? Extrañamente el país como siempre ya mostró
conspiraciones abiertas como el golpe contra Illia, ahí una buena parte de la
sociedad decidió que nada valía la pena. Lejos estuvo de interpretarse como una
conspiración misteriosa. Podemos pensar entonces que hay dos escenarios
posibles para esta serie de campañas políticas, el primer escenario es una
sociedad verdaderamente más amplia, donde los multimedios muten menos, es decir
no se creen constantemente. También una sociedad donde los contenidos se
produzcan de una manera novedosa, es impresionante pensar que una sociedad
llena de medios, un libro como “Wiki-leaks” genere tanto impacto. Nuevamente es
una sociedad que convive con una gran serie de secretos la que no sabe que
ocurre y a la vez apuesta o cree que apuesta por la inmediatez de la
información.
Quien analice el día de mañana la política de cárceles,
quien sepa y entienda que algunas situaciones no tienen solución y son
expuestas una y otra vez, mientras que otras generan denuncias automáticas,
quién entienda que la judicialización de la política no muestra la abulia del
poder judicial sino una lucha más por buscar un resquicio para la
arbitrariedad. ¿Cómo se podría imaginar que estamos hablando de un mundo que
tiende a ser una distopía? ¿Cuánto se podrían maximizar los derechos de los
individuos? No tiene sentido ser simplemente inocentes, los individuos
necesitaron incluso con la “Declaración de derechos del Hombre”, unas ciertas
pautas para poder llevar adelante los cambios en la sociedad. Por estas razones
parece ser obvio que un Estado al cual es difícil de acceder no puede ser a la
vez un estado en el cual se puedan preveer muchos de sus resultados. Por esta
razón, sería interesante saber hasta cuando dejaremos que las irregularidades
en las causas, en sus datos, en sus pérdidas fortuitas no son parte un folclore
que sólo hace dudar y dudar sobre el papel de todos los procesos penales. No
podemos pensar que vamos a vivir en una Arcadia (lugar ideal antes del tiempo)
donde en un punto cero se podrán hacer geniales reformas. Eso no quita que
sigan existiendo condiciones necesarias para pensar cuál será la manera de
hacer posible la seguridad de la vida de todos los que se encuentran bajo
situaciones de presión por los factores de poder. Sino cada persecución se
naturaliza cuando el triunfador puede decir que al fin dado con la destrucción
del enemigo. Para peor no estamos tan lejos. Lo que podemos sacar como
conclusión es que en primer lugar, una parte de nuestra atención pide una
delegación excesiva en alguna forma de tecnocracia. Sus procedimientos no
sabremos como funciona, esta manera de interpretar a la sociedad deja sin mucha
capacidad de respuesta por parte de la misma sociedad. ¿Cuántos efectivos
serían necesarios para una seguridad total? Luego de que ellos ocupasen todas
las calles ¿saldrían de ellas? Terriblemente vemos como en muchos países, las
policías son las que ante ausencia de ejércitos relevantes son las que inician
golpes, golpes más blandos pero golpes al fin. Toda persona que fue entrenada
pora el uso profesional para armas de fuego y otras facultades tiene de por sí
una mayor capacidad para capacidad para poder cometer ilícitos. No considerar
que esto sea una posibilidad también es ingenuo. No se pueden entrenar policías
como se entrenan otra clase de funcionarios. Esto genera nuevamente problemas
para gobernar a la propia fuerza. La independencia de la policía es un
problema. Cualquier factor de poder superdesarrollado puede poner en jaque a un
Estado. Un estado no es la suma de cualquier conyunto de fuerzas sino de una
donde debería por lo menos coincidir su cabeza política formal y el factor de
poder fundamental, es decir que la verticalidad pueda funcionar. Ahora bien,
con esto nos hacemos un cuadro de situación más. Podemos entender como fue
posible que ciertas formas de criminalidad puedan proliferar. A la vez
entendemos causas fundamentales del problema, fuerzas de seguridad que se
forjaron con ideas propias de autonomía absoluta y marginalidad que no
encuentra maneras de ser representada. Recordemos que pese a todo que cualquier
protesta o corte de calle demuestra el conflicto social de una manera que no es
un delito. A lo cual debemos sumar que no se trata sólo de un ataque a la clase
media, como si tal cosa fuese posible sino que la violencia incluso en las
villas ataca a la clase trabajadora y a los más pobres, dificultando más su
integración.
-¿Existe
entonces demagogia por lo menos en plantear esto?-
Tal cual debe existir un Estado Laico para que todas las
religiones puedan existir sin perseguirse unas otras, y estas a su vez forman
parte del mundo de las personas que perdieron su libertad. Tiene que existir
igual capacidad para que puedan conocer el mundo de la política, aunque sea por
primera vez. La pregunta claro esta es la manera de regular estas acciones. Ni
que hablar cuando Argentina ya hecho como hizo, poner parte de sus fuerzas de
seguridad a participar como hizo durante tanto tiempo a ser formadas en países
como Estados Unidos. ¿Se preguntó alguna vez y se debatió tan intensamente
aquello? La respuesta es no. Por lo tanto deberíamos pensar cuán soberanos
hemos sido, y cuán soberanos somos en muchas decisiones. La instalación de una
base norteamericana en el país no hubiese sido mucho más beneficiosa para
nuestra seguridad interna. ¿Por qué simplemente pensar que la articulación de
la violencia va a ocurrir por parte de estas experiencias?
Es común pensar que en una sociedad de consumo tanto los
desempleados y los presos queden por fuera de la atención del conjunto de la
sociedad, lo que implica que la sociedad ya está previendo un papel poco
importante para ellos. La razón es explicita no conforman parte de lo que es
necesariamente productivo, ya que de alguna manera se está pensando en el lucro
por sobre todas las cosas. La burguesía tiende a pensar que estas formas de
exclusión, son formas de auto-exclusión, el no ser apto para tales formas de
vida debería aceptarse racionalmente. Todo fracaso, en la educación por ejemplo
debería ser por una mala política, una mala política que en abstracto no
sabemos qué es, no sabemos ¿cuál sería la perdida de motivación? Sabemos que no
es la escuela la maquina que genera más “motivación”, el periodo donde la
escuela hacía mecánico el ascenso social ha pasado, la pequeña burocracia, del
empleado, el maestro de primaria y otros, ha pasado por lo menos en cuanto al
nacimiento del Estado como tal. Ya tenemos instituciones como tales ahora la
cuestión es comprenderlas. Pareciera que las formas en las que el poder existe
fueran tan sólo decisión de unos pocos, pero esto no es así. Podemos preveer
sistemas clasistas de educación, y podemos darlos por sentado. Podemos decir
que esta exclusión genera una competencia mayor a medida que abre más y más
brechas. ¿Qué trabajos con limitada instrucción hay? ¿Qué empresas están
dispuestas a crearlos? Sin duda que estas son buenas preguntas. Obviamente que
no tiene que ver esto con el papel de ciertas usinas ideológicas en particular.
La reducción a la servidumbre no implicaría avance en la educación. Tendemos a
dudar demasiado de las personas que no tienen una legitimación social. Por eso
parece que es menester tratar de ver donde está el buen honor de un periodista.
Es parte de un folclore que muchas veces se hace inútil. Lo cierto es que esto
nos muestra lo frágiles que son las concepciones de la información. Cuesta que
ciertos saberes lleguen a la sociedad. Si la mayoría de los programas
económicos dedican tiempo a la economía, y a la política, pero no dedican nada
a la sociedad en tanto tal. ¿Por qué habríamos de sorprendernos por los
resultados? Tendría que re-pensarse una buena parte del papel en le cual
creemos que hay una lucha real o irreal por los puestos de trabajo. La toma de
fábricas y el desarrollo del cooperativismo son algunas de las respuestas. Pero
extrañamente estas personas que en malas condiciones en desventaja hacen una
fuerza extraordinaria para mantenerse en un sistema y poder evitar ser una
carga para el estado y la sociedad, además de no delinquir parecen ser un
enorme problema. Terrible razón entonces no querer avanzar con estos temas.
¿Puede un trabajador con conciencia convertirse en un delincuente? Siempre
tenemos un excelente rosario de las personas que no encuentran trabajo y de las
generaciones de familias que no encuentran trabajo. Estos casos se muestran
como una cara insoluble y cruel. ¿Qué pasa con los que luchan para mantenerlo?
Convivimos con ideas realmente abstractas. A la vez no vemos los peligros de
olvidarnos del papel que les damos a las personas que se encuentran en
situaciones límites. Tendríamos qué pensar por ejemplo lo que ocurre con las
condiciones ambientales. Mantenernos en una intermitencia sobre el valor del
trabajo y el poder del trabajador termina creando una fisura en los papeles
reales de las fuerzas sociales.
Si la política no entra en la fábrica y en la cárcel lo que
se logra es la alienación. La cual conlleva a que las personas que deberían
convivir mejor por su situación se traten cada vez peor. Esta alienación ha generado
y genera grandes dosis de miseria humana. El desarrollo del crimen como tal es
parte de la institución cárcel. Por alguna razón pensamos que esas personas en
medio del encierro no van a hacer nada. Curiosamente esto es subestimar
nuevamente como siempre a los presos. Para peor cuando se quiere sumar más
cantidad de personas en un sistema del cual no se puede controlar las
consecuencias no se sabe qué se consigue. Es decir cada vez se confía más a que
no puedan escapar. Estamos apostando a una serie de pautas que no tienen nada
que ver con la ideología, o mejor dicho apuestan a que la ideología sea la de
un poder. El autoritarismo genera a la larga incapacidad para poder estar en
situaciones mejores, es decir genera la incapacidad para la adaptación al
momento donde supuestamente la extrema vigilancia debería desaparecer. Sino
claro está que el sistema carcelario debe crecer indefinidamente, y para peor
cada vez es más complejo y violento. Porque a mayor cantidad de presos más
posibilidad de su colapso. Es decir crear un gasto tal, generar una situación
tal que como tantas otras veces, una buena parte de la clase trabajadora pague
por mantener a la gente que tuvo menos oportunidades tras las rejas.
Más en un sistema impositivo como el actual, no es que se
gasta en cárceles porque los impuestos los pagan los que más tienen, las
personas que no llegan a cubrir su subsistencia pagan cárceles y otros gastos. Podríamos
decir que hasta que se llegue al momento donde se reduzcan todos los gastos,
aún queda demasiado por cortar. Pero no estamos seguros que aunque eso cambie y
las partidas para las cárceles crecieran de manera exponencial, estas
necesariamente funcionarían mejor.
El negocio parece ser, y digo “parece” porque no sabemos
para quién lo parece que la idea fuerza ha de ser que la política no puede
hacer un cambio en términos reales sobre la situación de la delincuencia. ¿Qué
partido haría de la reforma de la cárcel su emblema y no del aumento de
efectivos en las calles la solución? Podemos saber que la muerte de Luciano
Arruga por ejemplo fue parte de ese paquete de medidas que salió mal, podemos
entenderlo, lo que no podemos entender es cómo podemos convivir con la idea de
que se pueden crear comisarías para reclutar gente que robe para que vaya cárceles
si es que los atrapan y sigan en un círculo vicioso que no eligen. ¿Acaso
podría alguien querer con el uso de razón esto? ¿Podría alguien creer que es
resentimiento? ¿Cuántas personas están racionalmente vulnerando la propiedad?
Luciano Arruga sigue sin ser un punto relevante en estos manejos de la
seguridad. Lamentablemente los desaparecidos o muertos de la democracia tienen
que ver con gente de clases populares muerta a manos de policías. Ya no se
especuló repetidas veces con el papel del fin del gobierno de Duhalde y del
caso de Kosteki y Santillán, la
Masacre del Puente Pueyrredón forma parte de la historia,
entonces ya no podemos decir que estamos en manos de una legalidad que nos
asombre. Podemos decir que hay ideología, que hay problemas, que gruesos
errores, podemos entender que hay grandes espacios vacíos. Poco se dedica
además del amarillismo a la reparación de gran parte de las víctimas. Es más
hasta se crea una nueva identidad que es interesante, el criminal condenado con
el crimen más horrendo es una prueba descalificatoria de todos los demás. Estas
declaraciones de infamia tienen el mismo mentado sonido que las entrevistas a
Videla donde su opinión por alguna extraña razón parece que tiene el canto de
la sirenas de su parte. ¿Queremos creer o no queremos creer en los criminales?
O acaso esperamos querer creer lo que ya sabemos, así claro, no hay sorpresas,
hay una inseguridad muy “insegura” nos conformamos con la mofa de lo que no
podemos resolver. Tal cual las épocas donde cuando se llevaba a una persona a
un cadalso para matarla, el pueblo podría sí vengarse de este hombre reducido.
Es así como parece que hemos creado una nueva “vergüenza”, un estigma que tiene
que mostrar que estamos en lo cierto. Si crear esta idea no es por lo menos un
relato, es cuanto menos parte de una incoherencia que tenemos que estar
dispuestos a aceptar como sociedad y a ver como se resuelve.
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