Una dama de porcelana espera en un andén. Pura y extraña,
una forma imposible en una estación de tren. Porque esta es una estación de
tren donde todo esta arruinado. Todo tiene esa serie de vejaciones que hacen
posible esa suerte de mundo mágico tercermundista. Ahoguemos un poco más, era
la única cosa que se podría rescatar de todo ese contexto de basura y falta de
amor por algún ser como dios. ¿Dios? Rían porque este es el tiempo donde la
gente si no es cruel no vive.
¿Podremos ser más injustos? Tendremos otras cosas. La dama
de porcelana es imposible en la sociedad; es una creación que hace el juego es
la antitesis. La llave, no voy a hacer una cosa por encima. No voy a dar
crédito al éxito tal cual es. Ya es lo que sirve para atragantarse, yo tengo la
forma extraña para poder lograrlo. Por algo hemos dado ese paso. El surrealismo
no solucionó nada, gruñe un viejo socialista que no vio pisar un sólo
revolucionario. Llaman al fusil, nosotros, los extrañados solo vemos un helado
que se derrite. ¿Esto es arte? Claro que lo es. Les hablo de la muerte por la
muerte, el helado; eso que es parte de la intelectualidad y no es muy burgués.
Contemplar la basura y el desperdicio. Graciosa manera de pensar. No por nada
la condena del verano, miles de personas se han dado cita en otro lugar.
Estamos donde nadie quiere, la molestia, el sendero de la resequedad. Lo no
deseable, claro ahí, surge el delirio. La mujer de porcelana, fría helada,
imposible. Increíble. Parte de la vida, recoveco por el cual se lograr ignorar
un rato las cosas.
Lo imposible nos signa en la forma cotidiana, claro parece
raro, hay que vivirlo; dejar de perseguir la propia mugre de la uña. Suponer
que algo tiene que pasar, claro, cuando la novedad no llega. Las cadenas de
novedades se debilitan. Entonces vuelve la estática inicial. Por algo esta
mujer de porcelana que espera es eso, banalidad, una suerte de garso que se
seca. Podríamos dejar un poco más, claro que sí. Mientras algunas formas de
vida parecen crecer, la falta de poesía en otros lugares es terminal. Se
desgarra el propio intestino y la mierda invade superficialmente. Somos
blandos, diversión. No esperamos que se venda o que se compre somos una arista
más, la pija rota. La mala pata, no ponemos lo feliz como un regalo. ¿No tiene
esto el aire de mar? No, sólo smog. Sí la literatura negra evoluciona hacia la
desgracia de lo patético sin tocar lo “propiamente terrible” estaremos hechos.
Construye la suerte máldita, no seremos Paul Auster. Carecemos de todo lo
bueno, quizás escribir sea un gran esfuerzo para consagrarse en la mierda. La
cosa gratuita; la compasión del lector ocasional. No hay otra venda. Tal vez la
cercanía moleste, como el helado que continúa derritiéndose en forma
irrefrenable y que continuara así.
La risa pelotuda, la mierda de los que creen que superar la
vida porque han puesto la fotito absurda en la pared sólo hace el juego a lo
que digo. Bueno esa mierda, todo esa mierda, sólo suma a la idea de lo
imposible. Cadenas de miserias, gente busca olerse el culo mutuamente. La
sonrisa de una perra conquista el contrapunto, el mandril que la acarrea se
puede como propia irrealidad; ir diluyendo.
Divertido es suponer, es tanto que ese es el juego de seres
felices, viva el entorno de los evadidos. Pero ellos no ganan porque como la
porcelana es vencida por la mugre, así es el destino de esta gente. No hay
buena diversión que no merezca todo aquello, hay que seguir. Si se ve un muerto
hay que seguir, la suerte de lo relativo es esa verdad. Esa es la manera en
como la porcelana, el helado y todo aquello va desaparecer. En verdad, si no es
de esa manera como la propia infección
ha crecido y benditos seamos; genera otro ser. Un cuerpo corrupto y nuevo; una
suerte de poema que se mueve siempre blanco y brillante.
No hay pecado que nos elimine. Nuestro acto creativo es la
abstención del pecado frente a la inercia. Ponemos a la gente a estrangular y
no logran su cometido. Esta clase películas tipo b llega a la realidad última.
Nuestro esplendor es la manera de escalar en la necesidad mientras el coro de
millones de opiniones irrelevantes se agolpa por ser algo. Esta es la era donde
escribir es muy inútil claro difícil de entender cuando la literatura masiva
hace millones. En esto no nos vale la crítica, perder es ganar
desencadenándose. El destino de aquello tiene por objetivo trama terrible, todo
lo que se inventó condena a los extraños que pretenden inventar y que añoran el
lubricante. Los nuevos cieguitos, los que no pueden alucinar porque ven
demasiado claro. Justamente a estos, llamo a que busquen a la dama de
porcelana. A todos nos espera, un error de edición, una falta, pecado original
redentor. Esto para quienes se les este haciendo difícil pasar el rato. La
necesidad se incrementa y el ritmo también, este es un camino corto, una trama
particular.
Puede que siga perdiendo la cordura y que la miseria me haga
decir peores cosas. No será en vano, su lugar, el espacio donde digo encontrar
las cosas será el mismo. Si el desencanto no hace vivir ¿por qué se sigue
arrastrando la bolsa? Sí la cobardía es justificar, también la idiotez no es
pretender ir más lejos. Esos que llegan bien a casa son otra pila de mierda con
distinta configuración. Miseria, más de la misma miseria que cansará cuando
repita.
Porque nosotros, ustedes y yo, buscaremos en la risa y en el
engaño final de todas las filas, sirviendo a todos los creyentes; las mejores
mentiras. Todos estos seres malcriados e increíbles son fijados por asalto. La
dama de porcelana tendrá motivos, será una sirena hija de la misma muerte. Jugará
con el azar de toda esa gente que este como los delirados, y los idos presos de
las alucinaciones. Ya sabemos que ese lugar no esta en otra parte que en las
mentes. Sí la visión de lo imposible como llave entre las llaves, lo inhumano
desde el deseo de lo humano de pertenecer, lo inútil. Arte para las masas, arte
para el individuo no, arte para la conciencia. Cosa que arruina. Última de las
pastillas aliados de la religión.
La palabra que se usa de arma contra las palabras frente a
los códigos muertos. Nuestra manera mecanicista es un regalo para pocos. Podemos
sentirnos por encima de nosotros, miremos. Las cosas se nos hacen un poco
extrañas, el eco. Si todo eso, el calor, las moscas que te rodean, la forma en
que el agua te falta. El cansancio que lleva a un sueño que tiene que ser
profundo así evitando el sueño y la pregunta ajena, si su opinión y sin
condena. Hundida irás. Orgullo en la libertad de quien no sabe otra cosa que
tener secretos, sí secretos, formas de no ser entendido cual si eso no fuera
más que la meta. Segundo a segundo, prometiendo una invasión futura, la mente
torcida se va por los caños, por allá en los límites. Desechos todos, los que
antes se decían presentes se van. Los que antes decían decir se atragantan, y
se ven así mismos en la misma porcelana. Una suerte de idea, una suerte de
pretensión. El engaño, el engaño; una suerte de conquista inhumana. Un forma
más de huir, una manera más.
Es entonces cuando todos los otros relatos te parecen
ajenos, y el propio cuento se va destripando con el fin de tener idea de porque
las cosas son. El propio narrador anda encerrado, parece que el mundo rechaza y
eso es lo que menos importa. Porque como verán esa suerte de apariencias
derretidas, de arte negado, de aborto. Una declaración de olvido aún puede
servir. No será en el humor y en el humor propio en sorprenderse de lo que
ocurre donde el sujeto se verá de nuevo. Sino por el contario la mente que se
hace ágil en la edición lo tendrá por siempre repetido. Esta es la manera en
que se siente quieto, libre de conquistar cualquier altura, este mundo es
permeable para él.
Por aquello que le parece repetido, en su forma de egoísmo
pegado al fondo de ese lodo. El recluso que ama la cárcel, el mono de la
convicción. La convicción de no estar convencido, el escepticismo lleno de
militancia. El ruido, el ruido de la interferencia entre los principios y los
fines, un mundo de miles de causas. Una forma en que el insulto refuerza lo
dicho, pero ya nadie se ofende de más. Así llegan después de todo a morderse
las propias caras, ¿esa es una clase de histeria? Claro que lo es. Siempre hay
espacio para la histeria en esas formas. Es la idea de la pena por un helado
que se derrite, si se entiende la forma. Es la pena de los miles que se mueren
pero que pensamos con “gran muerte”. Es
esa manera de pretendernos humanitarios, esa es la manera. Las cúpulas, las
divinas cúpulas no entienden que hacen lo que hacen sólo porque quieren. Los
demás, la línea de trastornados sólo reproducen una y otra vez. Pareciera que
tienen horror de ver sus propios pies, y por ello no habrían de envidiar a los
insectos pero lo hacen. Las hormigas se trepan al helado, ellas caminan sobre
él. Nadie va limpiar ese helado, esa cosa ira pasando las horas allí, cual la
dama de porcelana sólo poblando la imaginación de algún idiota con malas
intenciones.
Este el siglo que ama irse, ese el siglo que haría pedazos
el cuerpo por darle a la mente otro soporte, el pecado es hoy ocupar espacio,
no ser información pese a que cada día lo intentemos con más fuerza. Aún no
podemos, la pesadez de la materia nos frena, así se vence al tiempo y al
espacio, siendo relato, siendo una cosa que no tiene sentido de ser más que en
las mentes de los otros. La inmortalidad de lo inexistente, ninguna creación
teme desaparecer, este es el pánico del hombre frente a Dios, cuando nosotros
no estemos. Él ¿seguirá? No hay otra pretensión que supere en paranoia tal
hecho. Tener que ser dichos es cuestión de vida o muerte, sino no existimos. La
existencia para nosotros implica la idea de hacernos de objetos, fagocitando,
es el reino de la necesidad de un dicho de un impulso, incluso cuando este sea
el cántico de las mil desgracias.
Ver no es nada sin decir. Digan y esperen. Verán sólo habrá
más dichos, no hay respuestas, no hay cosas que no podamos decirnos sin que no
sepamos cual es su fin. Nosotros, el cerco no es tan fuerte, la realidad se
deshace cada vez que dudamos de lo que decimos y entonces los demás parecen ser
demasiado. La suerte del misterio es el silencio, donde puebla el propio
relato, donde el no ser vive. La dama de porcelana en medio de una estación
tercermundista en pleno verano, mirando un helado repleto de hormigas, es decir
la mirada de quien no mira. La manera de pensar que otro mira lo que se ya se
ha mirado, poner un objeto a una idea, darle un sentido. Tarea inconducente,
discurso de discurso. Un anzuelo, eso es escribir, o decir, esperando que nada
pase como debería. Esa manera de pensar que el interés es la propia
multiplicación en los miles de casos posibles.
La cosecha es la realidad, los discursos que se muelen y se
comen por otros. Otros que los utilizan, otros que quieren ver, pero dicen,
“Así es”. Parece que el discurso lo escriben los que pierden, no se puede estar
en todos los lugares. Nuestras pretensiones divinas se van secando con el
tiempo. El objeto del objeto, eso que usaremos para alabar, no es más que una
manera de agitar el avispero. Sí, es la manera, una manera quizá pobre. Aunque
funciona, es parte de una forma de entender todo. Incluso la mujer de porcelana
del principio. Sólo se sabe de una fuente interminable, las propias ideas, las
ideas que no mueren en nadie que no son de nadie. Ellas pueblan en soportes
orgánicos, ellas viajan entre los cerebros. La mujer de porcelana al igual que
dios, al igual que todo relato es una manera más de ir atando cabos. Mientras
más complicados estos parezcan más cerca estamos de ver lo relativo de todo
aquel pensar. Justamente allí nos ponemos al filo de la violencia. Nuestro ego
se ve tan ficticio que se pregunta por su fin, no lo encuentra, entonces se
pregunta si tiene sentido saber que pase lo que pase, sabrá de ideas. Empieza a
sospechar, se hace de neurosis irrelevantes que sólo traban esa fuente que sólo
da novedades, eternas novedades, las cuales incluso en medio de la reflexión asaltan
la mente.
Esta es la mente que pone fin al hombre, esta es la mente
que no sabe porque vive, esa es la mente que se pregunta por el placer
constante, esa correntada que premie al cerebro. Esa es la razón por la cual
había que vivir para el cuerpo, el que no entienda que empiece a entender, no
se habla de otra cosa que limitar. El filosofo tiene que ser su mente atada a
un pensar que parece conquistar, y así va destripando cosa que se le aparezca.
Nuestras historias más geniales entonces se hacen de la propia manera de dudar
de la propia mente que las dice. Cuan preciosa es la convención, cuán útil es
la histeria sobre ella. El que quiera salir de sí verá la cara de locura, el
que quiera saber porque las cosas pasan, encontrará la locura. ¡Incluso entre
ilustrados!
Da lo mismo la suerte de escepticismo que dice llamar
fortaleza, o la clase de cinismo que proponga una suerte de sistemática
venganza. Todo esta atado. Es el sujeto que quiere pensar, es el sujeto que
quiere decir algo que no se pueda decir. No es acaso, esa cosa que se premia
cuando se pretende ser sublime. ¿Bendición? Bueno véanlo, es la misma dama de
porcelana. Esa misma cosa que damos por valor pero que en el fondo sigue siendo
soportada, que sigue siendo recordada.
Relato del relato, sí actualización de la religión. Esa
manera de estar ocupados hasta el final, se entonces que el litúrgico no era
tan imbécil. La condena de estos creativos es no poder parar, incluso en los
momentos de miseria. Por eso no pueden ya con la eternidad. No existe tal cosa,
si parece que cuando se la piensa se antoja contraria a quien la dice. Bien,
entonces, hemos dado con la idea. El que sufre es que el se sabe que ha dicho
pero que no ha dicho cosa que le cambie ese que esta sólo y que no puede
engañarse. Bajo esa forma no es el solipsismo ideal pero si uno muy mecánico el
que nos pone casi en el borde nuestros propios pies. Claro esta manera de
pensar es desarrollada por un ser amateur. No se trata de una suerte de
complicadas elaboraciones lógicas. Porque estas que dicen conducir al
pensamiento “bueno” no son más que esas liturgias sobre las cuales no podemos
escapar. Haciendo de la propia manera de leer una forma de escribir, no se
sorprendan. El accidente es común, es como el helado. Una cosa que esta ahí, la
mente es la que genera, sorpresa, no previsto. Bueno, una suerte de colocación
desafiante. Todos los elementos se pierden.
Si entonces nos ponemos con todas nuestras malas voluntades
a ver al que mira nuevamente hacemos el juego. Nuevamente imaginamos,
nuevamente hacemos un objeto que podemos tener a nuestro alcance. Hemos
premiado a la mente con un fin, una forma de poder poseer algo, una cosa que no
puede tener excusas. Su liberación implica, su paso al discurso de los otros, a
la tendenciosa transformación. Podemos pensar en todos, pero todos no pueden
pensar en nosotros, aquello es la manera en que constatamos el propio límite.
Nuestra falsa filantropía helaría la sangre si fuera autentica, el refugio por
el todos, es la manera en aún defendemos nuestro capricho. La manera en que la
dama de porcelana puede ser imposible. La manera en que se puede tener “fe” en
lo que sea. En las personas, en los árboles, en el espacio.
Nuestro momento enigmático llega luego, ¿dónde esta el peso
de lo que vivimos? Allá afuera, si allá afuera, en nuestra mente. La realidad
es la que importa un comino, la propia miseria hace que se haga un espacio de
una idea azucarada. Las únicas causas que nos importan son las nuestras, y
nuestra forma de ver ha llegado al punto de hacer la causa algo más que un
dios. La causa es la posibilidad de que pueda haber algo.
¿Por qué la dama espera? Porque esa forma de exasperación.
Simple la dama es algo así como nuestro propio testigo esa manera de intuir el
afuera. Una manera de lo más radical de jugar a decir la verdad, eso que esta
existe porque yo lo he dicho. Lo contado es lo que se pone para que contar sea
posible. Pero sabemos que vamos a matar a nuestra dama y a nuestro dios eso es
lo elemental fatalmente cambiaremos de opinión. Nuestras cosas no pueden ser
más profanas, la moral esa manera tediosa de busca un filtro. ¿Esta bien esto?
¿Puede existir? Por eso la moral era pura ontología.
La sentencia que debería divertirnos, “el mal no puede
existir sin el bien”, condenadamente absurdo. Por tanto si esto es así, no es
que la moral hace al dios, y este no es más que ese observador que debe existir
para que eso que no deberíamos criticar exista. Dios es asistido por su moral.
Todo humano es moral, lo que no todo humano llega a ser es moralista. Cuando
quisimos hacer de nuestra mente un terreno fértil, empezamos a matar a los
fantasmas. Pero claro, nada aparecía eso era obvio. Dijimos hagamos el discurso
de la “nada”. Un discurso el cual no se puede sostener. Lo no pensable nos
refrena.
Inmediatamente surgió la idea de que el mundo se podría
modificar, pese a las dudas que habían tenido con el gran espíritu, ese que
decían haber matado. Allí los otros, se hicieron una imagen más fuerte. La
posibilidad de no ser nada esta en los otros, esos que pueden distraerte, esos
que puedan quitarte de allí. Los que te roban la utopía.
Ser libre es poder
estar en parte en plena búsqueda. Pero el contexto empezó a pesar, nuevamente
el hombre que le quito el poder a dios, le hizo lo mismo al mundo, era la hora
del hombre sobre su propio ombligo. Hasta ahí la dama como tal no era
necesaria, hasta ese momento uno se vestía en una suerte de promesa. Sí la
promesa de ser sí mismo. Ese fue el momento donde pecamos peor. Dejamos de
pensar en la posibilidad de pensar las cosas moralmente, dejamos ya de pensar
en un querer. Pensamos en un supuesto querer, ¿éramos capaces de arruinar al
querer? Por supuesto, ahí vimos que estábamos llenos de ideas prestadas,
supusimos que hasta la más propio venía de otra parte. ¿La libertad? Muerta, el
querer mata a la libertad. Ahora el hombre es como tal espectáculo de otros
hombres, es una cosa que acontece.
Era el tiempo de la ficción, la divina edad de los terceros.
Esa manera de ver, esa manera donde la obra es más que el autor, la obra, la
idea soporta si es posible más. Porque ella no tiene otra cosa que hacer. Esta.
Es. Muerte. El horror del arte se volvió pasar de moda, pasar y pasar, morir en
cada segundo, morir en cada volver la mirada. El delirio se apiado de las
personas. Por eso se acepta con tan facilidad un discurso que llega a todos.
¿Dónde esta el poder? En ese que sostiene a la estación frente a la dama, ese
que dice que las cosas sean, frente al que pretende el ser de las cosas.
¿Buscan piedad? Bueno vean, antes sólo bastaba con cagarse
en la moral, era la manera de hacer que las cosas siempre fueran ciertas, era
la forma en que la realidad podría ser. Hoy no, hay que negarse a ser pensados,
hay que negarse a pensarse como pensados, hay que verse como esa cosa que es
nueva en cuanto es imposible. Hay que verse como la ficción, es decir un todo
por hacer, una cosa que en sus reglas se hace a sí misma. La propia moral es la
manera en que el mundo se te aparece, son tus nuevas gafas. Hoy tenes que poner
límites. La dama de porcelana es tu propio límite ¿Hasta dónde iras por lo real?,
¿Hasta dónde dirás que eso es imposible para hacerlo realidad?
La promesa de cambiar el mundo es la promesa de hacer un
mundo, es la manera en que la verdad se dice no ser. La verdad hecha realidad,
la verdad que ya no es ficción. Esa es una voluntad ciega de tratar de dominar
a los otros, todos los otros que quieren ser, que hacen que el mundo sea
imposible. La guerra de las versiones termina por asfixiar, la trivialidad
invade. Es el tiempo de los que escriben es el tiempo de los que dicen es el
tiempo de los que se hacen parte de algo que no va tener fin.
¿Serás tu propio testigo? Serás el testigo que no se
arrepiente de serlo. Sólo ahí, estarás más cerca. Un día dirás quise poner una
dama de porcelana en medio de una estación aunque fuese imposible, quise amar a
un mundo aunque fuera imposible. La suerte de idiotez, es parte del primer
momento. La comedia nada, la tragedia se destroza, ¿No ves? ¿El merito se
escapa? No te necesitamos, no te necesitas. Haz y solo verás que en eso, en esa
suerte de risa sobre la vida misma irás en medio de creyentes. En medio de
pretensiones, pero serás un comediante, un ser que hacer de actor. Un testigo,
porque estarás viendo a tu publico. Tratando de confundirlo para que te den eso
que quieres, tú verdad.
Estás hecho. Has sido el primero que ha sabido decir, “es
imposible pero eso pasó”. Lo mejor no tuviste nada que ver. Porque sos un
comediante, una persona que tiene por lo gratuito, lo sentido. Verás que tu
risa es migratoria. Verás que tu mente es migratoria. Verás que eso que nadie
quiere es tu espacio. Irás de una punta a la otra, cargando sin tener peso. Así
cuando empieces a escribirte poco sabrás del valor de lo que escribe, ni el
sentido de lo que vives. Será todo una suerte. Será un imposible, puede
entonces que en una estación puedas poner una mujer de porcelana en medio de un
andén. Esperando a un tren para que la destroce.
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