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Relaciones Internacionales, sus vueltas y sus remolinos III:


III-

Hay una buena razón para dedicar una parte del tiempo a revisar el papel de dos conceptos que son fundamentales para entender lo nacional y lo popular. Primero de ellos, está el social, parte de una idea cierta y genuina de un frente ante el imperialismo, en el cual socialismos nacionales, ciertas izquierdas internacionalistas y nacionalismos populares se disputa su definición.

Por otra parte podemos preguntarnos que es una nación, un conjunto de ideas, una unidad violenta por parte de un Estado o una población.

Cuando nos preguntamos las dos cosas en el siglo XXI vamos de cara a la reinvención del concepto. Esto es interesante por dos razones, la primera, “Nacional-popular” es parte de un cierto conjunto de Estados, no todos se denominan a sí mismos nacionales populares, hay algunos que dicen para sí ser “Demócratas-liberales” y otros no se preocupan sobre qué piensan los otros Estados de su sistema de gobierno. ¿Por qué los Estados árabes y los Latinoamericanos comparten una buena parte de lo Nacional-Popular? ¿Tiene alguna consecuencia política común? Podemos decir que sí. La tiene y la tiene desde el procedimiento más cultural al más económico. Las similitudes son importantes. Primero hay que pensar que la “Nación” fue ante todo un concepto manejado por los europeos de sí para sí. “Naciones” como China no lo eran, sino que eran antiguas civilizaciones. Ser una civilización y más una que se “extinguió” es una gran excusa para la colonización. Ser más ingenuos nos llevaría a un cosmopolitismo falso, el cual ni siquiera quiere saber de los otros.

¿Cómo podemos entender fenómenos contemporáneos como los que ocurren en las dos regiones donde la nación y lo popular están en juego, Latinoamérica y el Mundo Árabe? ¿Por qué se habla de totalitarismo? ¿Es ciertamente probable que si Europa no pudiera tener un mercado como el que tuvo hasta ahora se volcara a lo “Nacional-Popular”?

La primera respuesta se da por antonomasia, tenemos en disposición grandes recursos naturales que son vitales para que el margen de ganancia de las naciones en desarrollo se mantenga. Las presiones mediáticas, militares y diplomáticas que crean nuevas factorías alrededor del mundo son prueba de ello. Grandes paradigmas de estas contradicciones en el orden internacional no cierran con las típicas críticas sobre la existencia de regiones que tienen conflictos directos con las “formas civilizadas”. Es decir, la primera pregunta es sencilla, “Nacional y Popular” incluye por lo menos en una declaración de deseos tener cierta relación con los recursos de la nación como se ha entendido en el siglo XX, es decir los minerales, las rentas agrarias, y el petróleo. La idea traída del desarrollismo hacer que el capital crezca aquí como en los grandes centros para emparejar los poderes fácticos que no son otra cosa que la capacidad de los estados para imponer sus condiciones.
Muchas veces se habla de totalitarismo como la idea tan recurrente de pensar que los estados que unen a su comunidad en términos mayoritarios tienden a ser totalitarios ya que quieren dominar la vida de sus individuos. Sin caer en la idea de “Totalitarismo de Mercado”, podríamos decir que hay cierto margen cuando las mayorías consideran vitales cuestiones que sin llegar a los delirios de lo que fue nacionalsocialismo como “Espacio Vital” (curiosamente idea que viene de la mano de una potencia industrial de primer orden y además de la fuerza militar más grande de Europa en ese momento.) Se entiende que la libre determinación de los pueblos no es perfecta y que puede impactar en las vidas de una clase media que está inserta en cierta lógica de la comunidad internacional ante todo en pautas de consumo. Sin estigmatizar, el sueño de vida americano es una pauta totalitaria. No tiene necesidad de ser racional y además no tiene en cuenta como siempre lo estrecho del modo de vida americano para los que no puede acceder a él.

Las libertades civiles como derechos en abstracto chocan con la idea de una igualdad formal contra la idea de una igualdad real que sería aquella del derecho de los desiguales, es decir una comunidad que tiene por fin emparejar la realidad concreta y no la realidad de las posibilidades. Ciertamente que esto implica ante todo un cambio de paradigma en la idea de lo que es el deseo de una sociedad, no es lo que la sociedad desea ser en abstracto lo que le parece lindo sino lo que tiene que hacer por fuerza de una necesidad histórica. Estas ideas chocan con la idea de un mercado que ordena todo por lo menos desde el punto de vista de la teoría pero no choca con la historia real de los mercados realmente existentes, los mercados se dan sólo espontáneamente en ciertos productos, siendo que muchos velan porque los mercados sean de tal o cual manera.

La correlación entre dirigismo y totalitarismo es parte de la filosofía de Hayek pero no forma parte de gran parte de las democracias reales (es decir aquellas donde se revisa empíricamente lo que ocurre).

La pregunta por si Europa se podría volcar a un modelo nacional popular tiene por lo menos algunas respuestas. Primera si la lucha de clases podría ser un factor clave, es decir ¿Va aumentar la solidaridad entre obreros, empleados públicos y sector de servicios en Europa? Por ahora hay pocas propuestas “europeas” de protesta, es decir no se protesta contra una élite europea aunque esta exista de hecho. Sólo se espera que se desintegre. Si se fija uno bien esto tiene un lado chauvinista, países que piensan “solos estaríamos mejor” y otro medio irreal que es la situación de la comunidad es algo artificioso aunque tenga más vida muchas veces que las democracias nuevas que lo desafían, la democracia española real post Franco tiene menos año de existencia que la UE. España tendría de socio comercial a Estados Unidos, China, Rusia pero seguramente a Alemania también y no sabemos si las consecuencias de ello perdiendo su capacidad para controlar el comercio le haría bien a corto y mediano plazo.

¿Cuál sería la respuesta nacional-popular? Pregunta difícil primero hay que saber si existe una idea de pueblo más fuerte que la idea de una mera soberanía constituyente. Es decir si existen demandas de peso irrenunciables que exceden a los derechos ya prescriptos. Esta es la situación que se esperaría de cierta pauta nacional-popular, difícil de entender si se deja de lado el papel de los propios Estados. España hoy tiene problemas por estar invertebrada y por ser una monarquía anacrónica, y no ser una republica federal. El modelo alemán tristemente como ironía le vendría bien a España con un régimen de coparticipación dinámico y eficiente. La ausencia de partidos genera todo un problema a la hora de pensar el frente nacional popular ya que no hay una piedra angular para tener aliados circunstanciales pero necesarios para desafiar la lógica estatal-liberal y tecnocrática.

Francia tuvo una experiencia de nacionalismo de derechas que expresaba la idea compleja de la relación entre Europa y sus naciones. Finalmente el consenso liberal dejó que fuera Hollande el ganador. Este presidente no tiene voluntad de convocar a grandes movilizaciones para presionar en la política europea. Si puede ocurrir que si el intento europeo cae, como consecuencia de muchas rupturas identitarias y de fracturas institucionales sobre todo de entidades de control surjan procesos nacional-populares.   

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