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Recortes voluntariosos de la realidad (V):


La histeria sobre Laclau alcanza niveles históricamente risueños.

Es algo raro que se tomen algunos temas como reales revelaciones. Primero de todo hay que separar la paja del trigo. Desde que Laclau salió a la prensa a hablar de algo que no tiene que ver con su último libro: La Razón Populista este ya fue demonizado como si se tratase del “Libro Rojo” de Mao, “Estado y la revolución” de Lenin, o si siquiera el Príncipe de Maquiavelo. Lo que sabemos es que en realidad, hay demasiado tinta sobre temas menores. No es justamente Laclau alguien que se queme las pestañas por la política local, sus comentarios cuando los hace sobre teoría política y son bastante vagos. ¿Podría creerse que un libro como la Razón Populista es una carta abierta el totalitarismo? Sinceramente creer esto puede pasar por dos razones, no leer Laclau, creerlo alguien importante en las gestiones de los gobiernos que analiza (lo cual es falso) pensar que está detrás de la organización de los partido realmente existente (lo cual también es falso), sería como decir que Mariano Grondona cumplía el papel de Martínez de Hoz, o de Bussi, este ejemplo grotesco es importante. Hay hombres que se crean excusas para lo que hacen Cavallo es ejemplo de ello. Laclau en este momento al menos no forma parte de ese sistema. Es atacado sin duda por proponer algo que no tiene que ver con la democracia liberal convencional. Llevarlo más lejos es por lo menos no saber de qué se está hablando.

Exagerar las ideas sobre qué es y qué no es la constitución y no sobre cómo se ha negociado sobre ella es parte de un entretenimiento de intelectuales que siempre van a escribir post facto, y nunca van a tratar de preveer nada. Si Laclau es una fuerza invencible la victimización podría ser clave para mostrar lo que se consideraría la mediocridad de una cámara que se debería oponer a una reforma constitucional. ¿Por qué no hablar de ello? La respuesta es simple, una cámara donde la corrupción puede comprar a los legisladores para cualquier cosa, léase “Banelco”, que sirva para permitir todo tipo de atropellos y que al final de cuentas no la respeten ni los “ejecutivos terribles” ni los grandes grupos económicos. Estas son las cosas que por ejemplo nada tienen que ver con Laclau, hay una “Ley de Medios” fue votada y se habla de poder judicial y del poder ejecutivo y se obvia al legislativo donde de hecho están los opositores. ¿Qué esperanza hay en 2013 en estas profecías autocumplidas si toda actividad legislativa es inútil? Gracias a esto la histeria que cree que la política debería ser una teoría divina se mofa de sus autores y consagra victoriosos a los que hacen el arte de lo posible, sea lo que tenga que ser.

Volviendo a Laclau, para terror de esta gente las modas académicas parecen que son una cosa terrible sólo cuando van en contra de ciertas preferencias, muchas veces intelectuales, doctores e incluso muchos otros han estado en contra de las academias eso es común. ¿Cuánto vamos a esperar para darnos cuenta que las academias son espacios políticos que se ocupan? Es contradictorio defender el mérito de los que forman los gobiernos de las facultades para mostrar el “genuino saber” que estos tienen y luego creer que son presas de lo que debería ser un contra poder sobre el Estado. Aunque este Estado no se defina ciertamente en muchos casos por clases, o ideología, por lo que una Universidad para ricos, debería estar en contra de un estado, de un grupo político o de cualquier que atente contra el status quo. ¿Una universidad de pobres debería estar a favor del status quo? Claramente la Universidad Pública sobre todo es poli-clasista, para bien o para mal, parte de un equilibrio deseado o no. Cierto es en suma que su labor es ante todo mostrar y producir profesionales para cierto periodo histórico, esto no ocurre en abstracto y muchas veces falla. Eso no quita su valor pero si muestra sus agujeros, que no se aseguran, ni privatizando, ni empobreciendo más y más las carreras.

Si una universidad premia a Laclau, como premió a O´Donell, como puede premiar a cualquiera no habría que creer que sistemáticamente genere una reacción en cadena sobre la sociedad que haga que la palabra de un autor sea sacrosanta. Nuevamente Laclau es el monstruo para una clase media que lee un par de noticias de un profesor que dice que la “re-re-relección (indefinida) es necesaria como en el caso de Chávez” y aquellos que creen que esto es un horror. Lo cual tiene sentido pero no tiene sentido pensar que eso homologa todas las opiniones, no pasa ni con las alianzas políticas oficialistas ni opositoras. ¿Por qué debería pasar en la realidad de un cambio que necesita una cantidad excesiva de apoyos de todas las clases?

La “política ficción” que no es el relato sino otra cosa peor, que ya no es de qué te quiero convencer o no, sino qué problema te inventaré para que los cucos sean aquellos que no muestren los medios necesarios para las transformaciones sean cuales sean. La política ficción es aquella donde Binner es un héroe, un día y luego es un villano, donde la historia de un comisario cuando aparece en la prensa hace que la opinión pública patéticamente cambie de idea. Pobres de aquellos que creen que el periodismo es perfecto, entonces, sí columnistas y periodistas pecan de cientificismo. Cientificismo que no cita siquiera a Laclau, que piensa que todo es lo mismo. Ciertamente que esto puede ser por opiniones sobre sus teorías, su persona o lo que sea. Lo que no es cierto es que todas las cosas se traduzcan mecánicamente. La reciente Ley de ART, los conflictos con Moyano, la inflación y otros no se pueden explicar por la Razón Populista. Si se pueden explicar los cacerolazos, si se pueden explicar los apoyos cambiantes de los movimientos sociales, es decir de aquellas cosas que no están comprendidas en la democracia liberal.

El papel de los intelectuales no forma parte de la obra de Laclau. Podría ser la de Gramsci, Trotsky, Jauretche, Weber y otros, por ejemplo Dewey. Todo esto genera parte de la idea de lo que hoy configura una realidad concreta. Demonizar a los que integran el actual Estado. No importa si dentro de ella, hay centros de estudiantes que no opinan como Laclau, no importan las diversidades de cátedras,  es decir no importa demasiado ya qué hace a las universidades públicas ser lo que son. Si una universidad se opone a los agro-negocios es enemiga, si una universidad se opone a que la sociedad se “reconcilie” a la manera que quiere editorial Perfil es enemiga, ahora si una Universidad en cierta forma política elige a Ernesto Laclau, las alarmas del “librepensamiento” se encienden. Todo eso forma parte de una ridiculez. No porque uno sea brillante con el tiempo uno se sorprende lo corto que es. Pero se sorprende más que nos vendan que estas cosas son importantes.

“Salvo el poder todo es ilusión” Lenin.  

Entender estas sencillas ideas no son cosas que nos revelen nada. Pero nos dicen mucho, pocas veces se dedica tiempo a entender que pasa en la universidad. Más cuando la única universidad que siempre se cuestiona por deporte es la pública, no se meten las narices en las usinas privadas a menos que sea necesario. Por esto la realidad, el totalitarismo, y la idea de lo republicano parecen no tener un correlato con la ficción porque una cosa es dudar de lo que dice el gobierno y otra cosa es creer que hay enemigos tan buenos, tan puros y tan santos que esperan sólo dar la libertad. Patéticamente, llegamos a conclusiones como esta, se persiguen intelectuales de unos a otros, algunos no forman parte de la feria del libro porque algún personaje quiere resaltar y otros no quieren que se premie a Laclau. Todo esto no forma parte de lo más grueso ante la realidad de la libertad de expresión ni de los debates fundamentales. Si lo forman sería sólo cuando se piensa que es una conspiración perfecta orwelliana y sin defectos. Subestima también a la historia política de argentina, o los grandes grupos económicos ya cambiaron completamente entonces el autoritarismo es inevitable, cosa que paso en varias dictaduras pero se va haciendo cada vez más claro hacia el final del siglo XX. También se puede pensar otra cosa, negociaciones cerradas por el poder en la sociedad.

“No banderas políticas” versus “Totalitarismo”, no puede una sociedad que espera ser republicana incluso en las ficciones más esforzadas de un liberalismo que cuando no está en el poder recrea para sí un infierno dantesco que no toma como síntoma cuando la regulación económica es inexistente. Nadie pide que se crea que esto es necesario, si se pide repasar estos puntos. La universidad no tiene que enemistarse con el estado porque sí. En todo caso lo hará por sus propios intereses de grupos, típicas luchas denostadas por la educación o lo hará a favor de algún sector. “Si la universidad caceroleará en Callao y Santa Fe” todo sería más cómodo. Ciertamente que eso choca con las ideologías menos combativas que sólo creen en la eficiencia de la Universidad.

Ante esto la histeria, los premios y los nombramientos, podrían ante todo demostrar que estos no son tan importantes. Los estudiantes que son la gran parte de la universidad y los profesores no siempre comparten las decisiones de la gestión. La chatura nos ocurre cuando queremos hacer la universidad de una sucursal más del “sentido común” (ideología dominante).      

Por estas razones se debe entender antes que nada que lo primero que se debe separar hoy en día es el papel de un intelectual, de un grupo de intelectuales y de un medio de comunicación. La ideología, o está o no está derrotada, o es un mero oportunismo o es un plan maestro. Si la prensa no se pone de acuerdo, si los columnistas no se ponen de acuerdo pasará lo que suele ocurrir con estas cosas, escepticismo. Este escepticismo es tan bueno o tan malo como lo que suelen llamar “El Relato”. Cuando esto ocurre se pervierten las ideas, entonces si la lógica de amigo enemigo no es por algo sino porque no se sabe cuales son los objetivos. Se sospecha que los otros están en nuestra contra pero cuesta decir por qué, el sindicalismo es mucho más realista que los medios a la hora de mostrar intereses. Los burócratas van por un lado, las comisiones de base por otro, y las centrales obreras se van dividiendo. Para peor sólo el ombliguismo de Clarín, el miedo de algunos puede pensar que la reforma constitucional va ser negociada en términos de lo que dice Ernesto Laclau. Este sería un bolazo demasiado grande, no tiene sentido la comparación y además en cierto sentido no tiene nada que ver con las reformas del 1949, 1860 y 1994, las cuales fueron exitosas porque cumplieron su objetivo. El poder legislativo como farsa o no, fue parte de eso, y si fue parte no tiene nada que ver con el populismo como identidades. Un líder puede ser popular y puede fracasar grandemente en obtener cargos legislativos el caso de Yrigoyen y sus intervenciones provinciales es paradigmático. Solamente quienes gustan comparar algunas cosas y otras no, creen que: “La causa contra el régimen” es una consigna más republicana que: “Vamos por todo, nunca menos”. La historia de los movimientos políticos no es exactamente la historia de los partidos, ni acá ni en toda América, porque se puede incluir tranquilamente a Estados Unidos y sus presidencialismos. A saber, los partidos demócrata y republicano, tuvieron poderosas hegemonías. Hegemonías que terminan siendo parte de los grandes procesos, cosa que con los conservadores británicos fue visto con normalidad. La oposición a un régimen parlamentario incluso como experimento creativo lleva a estos debates de la “Re-re”. Una teoría sobre un parlamentarismo sería tan buena y útil, hasta institucional sobre la continuidad de un partido mayoritario que la del populismo, la mala voluntad, la comodidad, el tener que mantener el status quo, el poder de condicional a presidentes débiles, los ciclos, el escarnio de Clarín a: “De la Rua y Alfonsín” forma parte de aquellos que no supieron negociar con el multimedio, el idealismo llevó a lo patético, de la Rua consultaba al diario para saber quién tenía que ser ministro. La SRA y la CGT, al no ser alteradas por la ley de medios y tener con dictaduras y democracias gravitación propia pueden hacerse sentir siempre pero en formas muy distintas a los medios. La ley de medios afecta a medios amigos y enemigos de Clarín, Laclau no habla de esto. De cara al 7 de diciembre, la idea será si los partidos políticos serán inteligentes y podrán sobreponerse a los medios de Cristóbal López, Pierri, Hadad, Manzano, Fonteveccia y Magnetto, sólo que Magnetto tiene los negocios más rentables. Tal vez sean los que mejor saben del negocio pero eso no quita que sea un negocio y que todos deben desinvertir.

Laclau y las universidades poco afectan hoy las editoriales que la semana pasada, sólo pudieron comparar a Néstor con Cristina Kirchner sin ninguna originalidad. No le echemos la culpa ni a la Universidad de Córdoba, ni a la Católica de Córdoba por dar un premio que no tiene que ver con la puja con el dólar, la evasión impositiva, los problemas de la UCR versus el PRO, la inflación, la fragata libertad o lo que sea. 

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