La última gran rebeldía. La sacrosanta necesidad de Lucifer,
el mearse en la demonología. El placer de cagar en una santidad que sólo puede
conmover a fanáticos, personas que creen en la verdad y en la mentira como
gente de seis años.
Los juegos más licenciosos, valores que no se ponen de
acuerdo. Lo bizarro, el tener memoria corta, como un día que puede suplantar a
otro con guiones opuestos. Así puede decirse que algo perdura. Los que están
más allá de todo se quedan justamente por ahí.
El odio a la lectura en cantidades y la escritura, al
escribir en dosis. Gente que se aburre porque espera ser público. Abulia
inmunda, desnudez como no sorpresa. Son los opiómanos los que le cuentan a la
gente que ellos están sedados. Son aquellos que no pueden darse cuenta. Por
eso, ante todo, las teorías más mal aprendidas. Academicismos rebeldes falsos,
antinomias estúpidas, genuina falta de frustración académica. Desconocimiento
del Artaud, una utopía de drogas, una distopía de drogas. Un cenicero para nos
metan a todos juntos. Estas son realidades justas y deliciosas.
La vergüenza de saber lo malo de los valores. La idea de que
los chinos mataban nenas porque las consideraban inútiles. Un genocidio de
estado de una sociedad que no le importa. ¿Para qué pensar en la pena ridícula?
¿Quién terminará con el culo al aire como un girasol? ¿El arte es un caramelo
ya chupado y envuelto perfectamente? Es un forro por inflar, es una especie de
desecho re usado pero vuelto a usar de una manera inútil incluso para quien
intenta hacerse de él. Amor.
Cuesta leer la prosa. Cuesta tener un kiosquito para tener
política para siempre. También en suma cuesta no tener un tribunal para caretas
sí, y caretas no. Los hijos de puta no toman té todos juntos. Mentir siempre es
un negocio a largo plazo, los cobardes, los torpes, los malformados, los que
quieren saben decir la verdad. A nadie conmueven se dejan estar, engañarse a sí
mismo es algo tan romántico como vivir apasionadamente. Pasión por irse. Ante
eso quedan dos caminos, el cultivo o la depredación. Ideas tan simples que
asquean, asquean, y seguirán asqueando. Como siempre esto es una conversación
de muchos. La desnudez que no es pornográfica, hasta puede ser aburrida
anatomía. Podría ser hasta una burocracia, una personalidad más para un
psicólogo.
¿Cuánta mierda puede tragar un psicólogo? ¿Cuánto veneno?
¿Cuántos locos irredentos hay? ¿Cuántos fingen locura para no aceptar
estupideces de sus pares? Los pares prefieren abandonar a la loca, y al loco,
que ellos coman sus heces. Que ellos se dibujen las caras con ellas, que hagan
sus pajas. Será terrible pero es la constante rebelión de la materia. Ante la
imposibilidad de mejores materiales, de mejores medios, de falta de mejores
herramientas, conversación con meros signos prestados, desvarío. Sino por el
contrario como en una guerra prestada, con indiferencia ante la senilidad de
jóvenes y viejos sólo queda trabajar con la mierda. Sin la jovialidad del
africano que la ve como algo que es material de lo que haga su casa, de lo que
hará un repelente.
Con eso la mierda se huele mejor. Mierda, pero no tan grave.
No será un juego seguro. Mientras que las ideas sobre lo que esta bien o está
mal pueden tener un valor. El cello como instrumento será redentor. Será la
muerte de una ballena para su grasa. Entiendan que esta clase de cosas serían
el sinónimo de esfínteres vencidos. Si otras veces las ideas eran las de las
tormentas. Ahora son la idea justa de la miseria de la clínica o de la casa, o
la persona que ya no se puede mover. Será visto como un punto del goce. ¿Habrá
quien coma mierda? ¿Habrá quien piense en ella? Habrá quien necesita fundirla
con la carne. ¿Será que ídolo nace en su mentira de la mierda y de la sangre?
Será que el arte de la repugnancia genera un amor sadomasoquista. La cara de
los héroes de las masacres. Asqueroso es, pero no negado. Ahí tendrían si
pudiera el cadáver que violarían cien veces ya que saben que el tiempo ha
pasado. No teniendo alternativa, la coprofagía, sería una eterna masturbación
negada. Ah sí, eso lo llamarían resurrección.
Tan así que las pasiones más puras tienen el mismo sentido
de la mierda que se adhiere tan bien a las manos a la piel que todo sabe teñir,
aunque no degrada. Sin hacerle guerra a la mierda, sin tener que luchar con
ella, como lo sangre, como el semen, como lo que tenga que aparecer. Siendo un
estomago el que tiene que ser derrotado. ¡No comerás!
¡No recordarás! ¡No lamentarás! Los mocos de las personas,
sus vómitos, sus pajas, lo que venga, todo eso será un No. Ese no, tiene que
dar la idea de un Shopping. Entonces verás en la distancia una nueva isla
“perfumada”, no sabemos si para eso ese momento será cuestión de ser mosca, y
el perfume sea mierda, o sea jazmín. Será un perfume, porque calará y querrá
ser jalado. En la imagen desencajada del pibe que aspira está sin duda la
imagen marchita perfecta que ha quedado afuera de un tango para eventos
oficiales y mediáticos. Esto no se trata de una compasión universal.
Entonces sí necesitamos de un actor. Deseando encontrar un
recordador que no sea perfecto sino que haga creer. Que le podamos dar
latigazos, y que algunos le quieran creer. En este caso es una suerte, el
sentimiento no se trata de ponerlo en alto. Se trata de que sea una infección.
Una infección que como el amor, cuando se tiene no se puede rechazar algo que
ha saltado defensas como una nueva arma. Ahora bien no se trata de competencia
son toneladas de mediocridad sin pesimismo sentimental, es pasión por la forma.
Por fin se llega, entonces sí, el recuerdo. Un par de cuestiones, el saber que
ha quedado allí. La muerte como la mejor amante, su idea como potenciadora, que
lleva a todas las mujeres y a los hombres de la mano, incluso a los hijos y a
los justos enterradores que han de llevarse, flores, pasto, lápida para que
sean vendidos.
Siendo una cosa ajena al dolor, siendo parte de un siglo XX,
que se reinventado reaccionario. Puritanismo de los procedimientos, el correcto
olvidar. El no tirarse pedos al paso, el no tener deudas. El no saber bien si
está bien o está hacer sufrir. El disfrutar en suma todas estas cosas, ¿será
que la gente quiere ver morir más seguido? No será que la gente quiere ver más
partos. ¿Será que las persignaciones sobre los buenos entretenimientos son una
sola pequeña parte de la vida? ¿Qué haremos con nuestras furias, con nuestra
voluntad de orgía? ¿Sería una buena orgía una que jugase con la mierda como
Sade jugo con los falos poniéndolos en todos los agujeros?
¿Será que nos reiremos de la tesis de los judíos que mataron
al salvador? Será que vamos abandonar de una vez esas ideas. Esas profundas
ideas sin sentido, será que algunos haremos una secta. Será ese amor el de los
semejantes que no pueden rechazarlos ni en las peores mañanas, y cuando vomitan
terminan de sorber de las encías lo que sus duodenos no pudieron conjugar. Como
la música, romance, de cosas patéticas, de malas erecciones, de cosas que salen
mal. La pornografía como el sol, iluminando todo de lejos. Las polémicas sobre
quién debería ser el homosexual o no. La paz de ciertos corderos, y la mierda,
el amasijo, las calles estrechas, el balar furioso, el más contestataria.
Ovejas que llegado a cierto punto son inseminadas mecánicamente, idea de que eso
es elevarse. Elevarse sin duda, pero seguir como ovejas alejadas de sus
ovejitas. Antivalores, graciosos antivalores que son parte de la naturaleza
humana.
Con suerte esta idea se entenderá como una contraparte más
del afecto. Si no es entendida así, será un mal, será que el enojo mal
entendido será visto como un mal. Tal cual si hablásemos de seres salvajes o
malignos, cuando no de educados, y sí educados de la peor manera. ¿Qué harán de
vuestros cadáveres? Barrer.
Barrer, que placer barrer. Frente a la idea de unos héroes
ennegrecidos paridos por los soretes del orden establecido. Mientras que el
amor fuese un deber cívico, una salvación de aquellos queridos en el martirio
donde siempre el débil es meritorio. Este es el amor del psicópata. El neurótico
entendiendo, apenas pudiendo va poniendo la cabeza en el cadalso. Las venas de
quien ha de cortan la cabeza laten, placer sin duda. Sin duda el placer del
burócrata. Por eso en estas tierras, las razas de los multi-violadores hijos de
puta aparecen por partida doble. De los que violaron de su inocencia, de su
pedigree hasta lo que violan por gusto de haber sido violados. Una violencia
así, que debería ser una histeria de la venganza sin fin. En parte con
melancolía, con la foto, con la foto ultrajante no sacada. Unos meros modismos
discursivos que al fin ponen silencio a los golpes a los débiles. Ante la idea
de un sensible destrozador, de un perforador de lo que sea, la quietud. Será
entonces que los árboles familiares pueden morir de pie y petrificarse. Será
que ahora, podrá vivir el sexo en paz. Será que toda la pantomima sobre las
perfecciones es el paisaje.
Cuanto amor pecaminoso ante el arrastre, virtud del caos.
Entender esto se hace con música clásica, con maldita música clásica y oído muy
vulgar. Tan vulgar que la pone a la altura de todo lo demás con salvaje
eclecticismo. Las lágrimas de un dios, las lágrimas de un santo inventado por
televisión. Cuan fascinante es ver quienes no deberían sentirse mal. Ternura
contradictoria frente a lo descartable. Será entonces que se trabaja desde un
lugar que terminará de ser patético, pero se labrará sobre mares y tierras
fértiles de miseria. A los que pidan dramas, tendrán que olvidar la tragedia
ante la quietud de lo establecido. El drama es que escapa el recuerdo, incluso
aunque fuese insultante. Ante que estuviésemos tragando las miserias de los
otros, aunque fuesen perfectas cascadas. Es por esto que este recuerdo será un
poco más imperecedero porque tiene la plasticidad de la manteca y estimula la
boca de la misma manera. Siendo una de las formas supremas de la grasa.
Anti-romántico. No espera la maravilla de ningún ser humano.
Para bien o para mal tiene un poco de orfandad de eso. Su sentido de la
humanidad, nos dice que seguiremos conviviendo. Vivir en un duelo sacro-santo y
permanente puede que sea una forma más, una formalidad puede que nos estemos
masturbando con la idea de la muerte, como la suprema castración. Es jodido
pensar que la idea de mantener los recuerdos y a los muertos en el recuerdo nos
diera una patética forma infantil de impersonal inmoralidad. Debe ser por eso,
que tendemos a no poder explicar la mortal felicidad. Porque una cosa es que
nos duela perder y otra es que nos sepamos comportar. ¿Qué haremos para redimir
la materia? ¿Qué haremos para redimir la materia? ¿Tenemos pasión por abrazar
cadáveres?
Ese no futuro, ese no futuro que no se pueden dar porque
saben como termina la historia. ¿Ahora bien será fatal? Hay gente convive bien
habiendo matado, todo es educación. Locuras, vodka, metanfetaminas, libertad
química pero libertad. No creamos que las libertades no tengan muletas. Tenemos
la hoguera, la prisión el violador enamorado de la justicia, la violencia de
nosotros como reclusos. ¿Acaso nos usamos para tirarnos? ¿Quién acabará
primero? ¿Quién acabará mejor? Filosofía con martillos para algunos de nuestros
amaneramientos los que consideramos imprescindibles. Los otros, podrían
ofendernos con chiquilinadas qué más da. Siendo así, la pasión en este caso es
un recuerdo de todo lo que es bello asquerosamente, es decir de nuestra
humillación final en el goce, masoquista ante el miedo de no acabar igual en un
relato o en lo que sea.
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