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Conversar con un nihilista:

Nuestro tiempo, la idea. Los híper-literarios. Nuestra conciencia enferma, llena de esa sin razón pide que imploremos el mundo. Así se conversa con un nihilista, el nihilista es un enamorado de la muerte. La muerte como objeción y como palabra le pide medios y no fines. La nada, lo excita una y otra vez, lo hace acabar; y le pide volver a comenzar. Así el mundo se había creado un ser incorpóreo que amaba desde la tiranía, y así se pedía que en las estrellas no hubiese silencio. Sin embargo este existía. Si estamos enfermos, con la misma pasta, nuestras narices sangren o no, así lo atestiguan. Entre nihilistas todo es inútil, desagitarse es inútil. La fuerza de la irrelevancia. La presión. La pesadilla de Borges, eran las palabras, el reino de lo inerte. Pero Borges no era un nihilista, Borges en todo caso era un contemplador. Nosotros, los hijos de esta colonia, porque así nos imprime el mundo, el destino. Nos quiere decir colonia, somos nihilistas, sabemos que la historia que van a leer nuestros hijos, acá no va pasar. Sabemos que van a mirar con odio hasta sus propios genitales.

Estas son las razones de sus guerras, su idiotez y su consumo. El derrame cae en nosotros como si fuera diarrea. Nuestra culminación un modelo más amplio. Si el hombre no se pudiera confundir cada tanto, el suicidio sería norma. La sensación salva al hombre en la esterilidad de las ideas, no es lo que se puede decir, sino que lo que se necesita. En ese caso, en un mundo que se repite donde lo que se ama respira para vivir, y así muere. En ese momento, en lo inevitable que acontece que es; en eso estamos. Queremos ser, y  no podemos. Eso es lo que nos dice la conversación con un nihilista, nadie más amenazado que el que piensa por sus propios medios. Hundido en la relación, la meditación lleva a una precisión del lenguaje, la inutilidad en la relación consumo-producción se llama angustia. Nuestros odios, e incluso amores, parecen una estela de un destino animal y perdido que se va falsificando con el tiempo. La decadencia no es el retorno de la esencia, esperar en vano no es encontrar. Sale la necesidad de poner en letras, una necesidad de la materia. Pero esta sigue siendo inerte. La cultura esta enferma, el surrealismo ha muerto. La estructura lo mato, la sofisticación de la psicología, la carta y los mapas de la mente. Los asilos, los loquitos encerrados en cuartos blancos. El horror en cuadriculas, eso mato al surrealismo.

Forzados a seguir con la farsa de la propiedad desigual, no se puede pedir razones al capricho. Todo es capricho. La ausencia de magia, la silenciosa espera. Por eso, hay que reaccionar entre la dureza de los forros, de meter la pija o en cualquier lugar, o lo que sea en cualquier lugar, y la idea de que tampoco llegamos a ser nada. Tenemos que hacer el esfuerzo de no caer más allá de nosotros. El infierno, cada vez es más privado, y viene con publicidad. A los poetas, no les gusta sufrir, pero quieren ser, los malos poetas son antes que los buenos. Los buenos, nunca son. Por eso no se gastan. En nuestras pasadas malas, los críticos, se buscan descargar todo lo que pueden sobre lo que esta existiendo. Nuevamente pasión por la nada, si algo ha pasado que siga.

Sólo se puede vivir esperando, y eso es poner a las palabras en los rincones. Desear, desear lo que sea, en una forma imposible. Amar a la vida para caer, pero no ya como se nos quiere vender. Amar a la vida en la forma más invisible, caminando sin tener ideas que nos medien mirando, buscando lo que nunca terminamos de ver. Quitándole el discurso a las cosas. El mundo nunca tiene preguntas, y por eso, es el silencio. El silencio lo que se tiene que oír. La nada, esta en equilibrio, es una entelequia. Porque no se puede definir, es a la vez lo que molesta y lo que calma. Es a la vez la posibilidad de verbalizar, babeantes en el costado de una cama; estos no son los tiempos de Wilde. El sol de la burguesía ya paso. El equilibrio ya esta roto, el pacto para con la masa, la idea de la masa para reinar. La idea de la ficción de una mayoría denigrada, bueno eso lo que se ha pactado. No pensemos ya en quien la tiene con peor suerte. Pregunten si el dios, no es televisivo. Pregunten si al final todas sus profundidades no terminan llenos de verdades consabidas, pregunten si el recuerdo de una Varsovia, de un Moscú; de unas tetas puede más que la versión de un televisor. Sepan distinguir, la extraña esencia del animal su deseo químico de la aberración del alma y sus doctrinas.

No sepan pensar que somos hijos de este estado de malestar. Cultura, basura. Cultura que puede decir lo que quiera menos que fue pensada para el hombre. Hoy no miramos el mármol perfecto y pensamos que el hombre es rey. No decimos, el hombre es más que el sol. Y es más no morimos pensando que nos vamos del mejor lugar de la tierra, del mundo de los hombres y de sus acciones. Parece que los que antes, fue la lucha para desprenderse de la materia y sus pasiones, no dichas y apenas escuchadas. Hoy se hubiese vuelto su contrario.

Por eso hay que polemizar con los sabios de nuestro tiempo. La literatura sin sentido pero cargada de dolor. El animal que al que ellos violan la conciencia. ¿De qué se trata  esto? Nuestro nexo con la realidad, nuestro cuerpo parece reflejar el deseo. Imaginación casados y unidos, encamados, uno encima del otro y viceversa. Coger para estar cogiendo. No para estar en otra parte, comer para estar comiendo y no en otra parte. Tal vez si lográsemos que todo tome la velocidad suficiente si seríamos dioses. Pero eso no pasa, preferimos relatar. Y en el relato perdemos. Ver un cuerpo no es contarlo, cuando uno lo cuenta la imagen se empobrece. Por lo tanto hay que tirar las líneas más duras, palabra por palabra, palabra contra palabra. Muchos, quieren en todo caso escribir la dorada píldora. Y así somos adictos a esta vida, a esta vida friccionada, el debe ser se convierte en el me gustaría que fuese. Cerremos las escuelas, abramos las ventanas, nademos. Comamos en medio de la playa, estemos, impelidos a no pensar.

Palabra por palabra, el mejor lugar donde las palabras viven es en la conversación donde buscan morir. Allí son como la música. Por eso, señores, cuidemos, el culo. Pero no porque nos lo puedan romper sino por la timidez del cagar. Con eso se dice mucho, nosotros, los culturosos. Cada día más, somos lo peor de la burguesía, los santos criminales de la burguesía. Somos la imagen de lo que ellos no pueden vivir porque tienen que producir, porque tienen que amueblarlo todo. Jesús, no les sirve porque Jesús era el pobre. El que se dejaba matar. A ese buen invento nos lo van a poner cuando nos gatillen si les antoja cuando salgamos a molestarlos. Por eso las letras de nuestro tiempo son cómplices, nuestra estupidez se suma a todo. Copula con todo, y acaba cada vez con más dificultad. ¿Necesitamos inocencia en el orgasmo? Por supuesto que sí.

Nuevas ideas, ideas desprovistas. Ideas para que digan que somos hijos del rigor, para que los súper-intelectuales (que ya toleran esto que vomitamos); opinen que hemos llegado a la cima de la miseria. Pero claro esta que sí. Este mundo esta encallándose a base de creer que las palabras lo van a redimir. Cuando será la materia, la producción. La cual con suerte algún día antes de que este mundo sea consumido en medio de la mierda que le es contingente. Antes de que eso suceda el hombre puede soñar con un mundo de libertad aunque sea esclavo. Y en ese sueño, en esa espera conoce el hombre, la razón de sus palabras. No hace otra cosa que prometer, tender la mano para que lo maten. No hace otra que cosa que dejar de ser. El que escriba para ser se cofunde, hay que escribir para dejar de ser este “mito” que tenemos implantado y para ser fatalmente nosotros. Nuestras letras, nuestras palabras como virus nos enferman pero a la vez, si sabemos padecer, si estamos a la altura. Superamos.

Cuando se van a volver a la lastimar y a llorar en silencio. Cuando van a comer azúcar desesperadamente. Apaguen a las palabras. Ellas volverán cada vez con más fuerza, ellas cuestionarán todo. Ellas, harán el trabajo. Ellas son las abstracciones que nos agobian en un mundo que hace cadenas en una forma de consumo. Pero si no son adictos del mundo, imposible que lo sepan. Esto es una tarea de amor, ser dominados por el mundo será para ustedes poesía. Ya que no hay sentido no hay dicción, ustedes escriben la abstinencia o no escriben nada. Lo que los ayude a atarse a estas cosas, a buscar lo más perverso de las cosas, bueno a ello desciendan. Así entenderán que la falta de piedad, no tiene sentido. Un mundo sin piedad, es la indiferencia. Sepan tirarse al tacho. No esperen morir en un solo punto. La única ventana con la naturaleza, será su final. Escriban, escriban como si fueran la propiedad de la mierda misma. Aquella que sirve para que todo lo demás pase. Sean los santos, los santos de mierda de una conciencia absurda. Hagan el favor de pensar por ellos, sean condescendientes. Funden la religión, eviten el desfile de desgraciados que despiertan para saber que su vida no es otra cosa que repetir, el comer y el cagar hasta que desfallezcan. Intenten que ellos amen a sus necesidades a sus imposiciones y que envidien a los locos. Llámenlos, para que nunca vayan. Sepan construir, ese lugar solitario.

Entonces de ustedes con suerte dirán que son genios. Dirán que gozan de un talento. Dirán que ustedes incluso siendo ciegos pueden ver. Serán cultura, libro inerte. Serán la trampa de sus sucesores. Pobres ojos, jóvenes que serán violados por sus palabras. Para que ellos sean incluso peor que ustedes. Tal cual se los chuparán como cadáveres. Tal cual si a ustedes, ya no les pudiese importar. Por ellos sus hijos, sus palabras, rescritas harán de la vida una segunda naturaleza. Repitiendo y repitiendo, desesperadamente. Las letras para ellos serán un rezo. Cuando los miren en los espejos, y cuando los vean la gente que nos quiere, evitará que los mire. No querrán ver que en el espejo, la locura y la nada esta allí presente con ellos. Por eso, cuando el sentimiento esta punto de morir. Escriban, para mentir para hacer creer a esos que no soportan aquellos. Escriban, las mejores excitantes, historias. Ese será su sacrificio.

Entiendan que esta es su presa. Su presa, hasta que la gente se olvide; la posta sea pasada. Y en un tiempo nos miren como una de las épocas oscuras donde preferíamos modernos a conocernos. Cuando eso pase, los jóvenes de la nueva tierra. Aplastando lo que hemos escrito, nos harán sangrar nuevo. Allí por fin moriremos. Pero sepan, que la tarea es larga. Larga como caminar siempre en el vacío. Despreciados al fin.

Sepan que lo peor; no es que no tenga sentido sino que es inútil. Sino que vemos que las cadenas, las “cuestiones sociales” aún nos normalizan. Pobremente, y sin anhelos. Hemos despertado para ver, que salir de la caverna; nunca valió ni valdrá la pena.

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