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El peronismo según Fidanza, el peronismo a pedir de boca de Cambiemos

Es interesante ver las crisis que se le diagnostican al gobierno desde las encuestas. Cualquiera podría creer que los analistas de la  opinión pública se toman revancha cuando pifian en los tiempos de calma chica lo que no suelen prever en cambios electorales importantes.

El peronismo tendría una crisis terminal y Macri no sabría como llevar adelante su ajuste. El papa en Chile “metería miedo” y hay que creer que estamos ante la audacia de un político ante la re-elección sin enemigos en frente. La verdad es bastante diferente.

Recientemente me llamó la atención que se tomen diagnósticos sobre el peronismo en base a sus resultados de 2017 y que en realidad se tomen como diagnósticos del peronismo en sí y no de la administración del estado nacional y provincial. Si alguien hubiese estado en coma habría creído que hay un país radicalmente distinto al que existía con el kirchnerismo pero la verdad que tan así no es.

Fidanza está haciendo lo que Clarín puso en boca de uno de sus columnistas Macri cae pero nadie más sube. Tienen razón, el sistema de medios ya sea para demoler un presidente o para mantenerlo en pie; toman al primer mandatario como el centro de la vida nacional. Luego se sorprenden cuando se hacen las encuestas que muchos no tengan presentes líderes opositores. Seguramente se sorprenderán cuando la gente sepa quien es Balcedo, Bebote Alvarez, o Quitana. Porque en el fondo la política es la TV, y las encuestas son mejores captando la TV que otras cosas.

Gran parte de la crisis del peronismo es una la teoría de Fidanza que se basa en una esencia del peronismo, lo cual es infaltable a una postura gorila, no por lo progresivo del peronismo, sino por lo falto de sentido de sus juicios de valor, “antiperonismo” a secas. Considerar que Menem y Montoneros son desviaciones del peronismo y que los sindicalistas son ingenuos que han quedado presos del cambio de los tiempos sólo muestra como Fidanza quiere una Argentina a la medida de Cambiemos.

En realidad esto flaco favor le hace a la verdad. Si bien puede ser irritante son varios sectores los que apuestan a muchos cambios sociales que no tienen que ver con lo electoral. Los presos que salen como Caballo Suarez, Boudou y etc, son la cuerda que no termina de ahorcar. Una justicia dócil pero que no es esclava, una justicia que acompaña pero que no se juega.

Esto es importante porque Cambiemos no sólo baja por la cuestión previsional, baja por cuestiones de política económica, caída del poder real de los salarios y la datos sobre el bienestar no son convergentes. Esto forma parte de una visión mucho mayor que es la ecuación entre popularidad y consumo, el fantasma de todos los que sucedieron a Menem.

Cambiemos como el kirchnerismo usaban las facultades del ejecutivo para que por medio de decretazos, y leyes por iniciativa del ejecutivo la oposición parlamentaria no pudiera hacer nada.

Los sindicalistas atrapados en una trama que tiene que ver con sus grandes fortunas actuales no saben qué hacer. Sólo pueden ser útiles como un mero tapón del movimiento obrero. La ideología de dividir jubilados, clase media, obreros, católicos, etc, es la misma que se le achacaba al kirchnerismo, la famosa grieta. La CGT no termina de hacer uso de los paros generales porque sabe que tanto en este país de cara un liberalismo en el signo de los tiempos como en uno de una conflictividad mayor ellos deberían desaparecer.

Actualmente el gobierno con menos éxitos que los mejores años K, apuesta a un nuevo Grupo A, es decir massistas y kirchneristas separados. Las presiones son entendibles, si bien el gobierno podría ganar tiene miedo. Eso pasaba con el kirchnerismo anteriormente con varios fracasos de todos los formatos el cual el más espectacular fue el 2011, una oposición dividida naufragaba.

Fidanza cuenta con que los obreros con mejores salarios voten a Cambiemos, los pobres más pobres a Cristina y el peronismo desaparezca. Es interesante, podría ser tranquilamente esta realidad, pero en este sentido el “Kirchnerismo” y el peronismo tienen las mismas chances de “morir”. Se está suponiendo que el peronismo es una serie de cuestiones relativas a los movimientos sociales y ciertas franjas que reciben beneficios sociales.

En realidad lo que estamos viendo es un éxito dispar del peronismo en muchos distritos, y el avance de Cambiemos en muchos de ellos. Hay que recordar que hasta casi 2 años atrás todos se reivindicaban a sí mismos peronistas. Este era el nombre por antonomasia de quienes podrían gobernar, este adjetivo perdería sus poderes. Si uno considera casos relevantes en la historia reciente, el ejemplo que se viene a la mente es el PRI.

No hay partido en Latinoamerica que haya ganado más que el PRI, no obstante el PRI estuvo fuera del poder, las consecuencias fueron que el PRI regreso de sus cenizas y no obstante carga con su crisis de no ser invulnerable. El peronismo post 2001, carga con la misma suerte, post 1989 ya era un partido que abarcaba a sí mismo, el PJ de Menem y a una rama el Frepaso que fue parte de la Alianza su nemesis, el honestismo. La síntesis del kirchnerismo, frepasistas más menemistas con duhaldistas y un collage diverso. Esta fue una alianza de ciertos sectores de la burguesía apenas el país apuntaba un repunte que tuvo a las tribus peronistas reorganizadas en torno a Nestor Kirchner.

En este sentido durante mucho tiempo se pensó al radicalismo muerto. El partido centenario con 3% en una elección para presidente no podría hacer una buena elección nunca más, el radicalismo sigue sin tener candidato a presidente, y es un aliado menor en Cambiemos en cuanto a las candidaturas de peso. En el peronismo todavía no hay derrumbe equivalente, si bien Fidanza y otros ya fantasean con una provincia de Buenos Aires con partido único.

Por esto en realidad, consideran que el peronsmo tiene que basarse solo en su fuerza para triunfar y no en la crisis de el gobierno. Error grosero eso no es entender el oportunismo de Duhalde en la crisis de 2001. Segundo es pensar que el peronismo en realidad es sólo la provincia de Buenos Aires, el peronismo sí cada vez más depende del Estado y su espacio en la sociedad civil está más en duda. Ningún oficialista cree que el PRO pueda volver al llano pero ¿realmente podría sobrevivir como el radicalismo, el peronismo y el socialismo?

Si bien el peronismo y el kirchnerismo pueden desaparecer, los que juegan a fondo por el “cambio” quieren un cambio de base; estructural y de composición de la masa de trabajadores; y no simplemente de superestructura: partidos, estado, democracia-, y esta “Ley Mucci” por otros medios es interesante porque muestra un polo liberal.

No por nada los críticos por derecha temen al gradualismo donde el empate entre los viejo y lo nuevo, genera monstruos. Las últimas crisis de deuda no resueltas dentro de los planes dieron con Chávez, y toda la ola de “pos-neoliberales”. El cesarismo que pone orden cuando todo salió mal y hasta los desposeidos empiezan a descreer de todo orden.

Lo que todavía no muestra es que el partido que puede imponer la reforma, “Cambiemos” termine heredando la conducción permanente de la Argentina. Carlos Saúl fue un tiempista feroz que supo superar al Plan Austral con la Convertibilidad, ¿Quién dice que no hay un plan aún peor en ciernes? ¿Quién dice que el cambio social que se reputa profundo va a tener a los mismos personajes al final del camino?

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