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Donald Trump y los misterios de la política de la derecha.

En este momento superficiales coberturas periodísticas en América Latina tratan de hablar de Donald Trump como un personaje estrafalario, como un personaje poco serio, como un político no profesional, su perfil de empresario nos hace recordar a Silvio Berlusconi, sus principios conservadores pero no muy concretos nos hacen acordar a Ronald Reagan, y sus opiniones y apelaciones generales, nos hace acordar a los nuevos movimiento atrapa todo como Podemos o la última fase de Syriza (modas pasajeras que crecen ante el descontento de un grupo en particular), partidos que porque son “Europeos” son más asimilables a ciertas partes de la región de nuestro continente y justamente a la Argentina, lo importante es que una vez en el poder por debilidad o por ideología no realizan nada de lo que prometieron y que sus discursos se mantienen en parte de acuerdo a la circunstancias. Todo esto es muy intencionado pero tiene sus costos, porque en el fondo, la renovación del conservadurismo del GOP (Grand Old Party), el partido republicano puede ocurrir via Trump, o vía Marco Rubio, lo que sabemos es que no son ya los tiempos de Bush, ni tampoco los tiempos de Clinton. Estados Unidos busca entender quiénes son post crisis de 2008.
Ahora que en los 70´, 80´ y los 90´ el fantasma de la URSS bastaba para por el imaginario de millones de norteamericanos, la Guerra Fría fue uno de los grandes relatos de la sociedad estadounidense, hoy en el amor-odio con la globalización en los Estados Unidos tiene un ala justamente liberal y concreta la que quiere acuerdos de libre comercio- es decir hacer cada más tangible esta realidad y es apoyado por el gran capital-, con el Pacífico para poder contener a China, y con el Atlántico para poder al fin sellar una serie de preferencias con la Unión Europea, cuando se ve que Trump apela a una serie de miedos, a los extranjeros como los mexicanos, chinos, alemanes, estos no son tan delirantes, el FN francés, de Marine por ejemplo, usa la bandera xenófoba y un nacionalismo no muy realista para ir a buscar una derecha no tan globalizada, neoliberal y que compartiría el fin de la historia. Este es el discurso que le interesa a una pequeña burguesía sin rumbo en todas partes del mundo la cual apoya sin razonar demasiado cualquiera de estas aventuras pese a que muchas veces sin mucho esfuerzo, se puede ver lo que pasó con Charlie Hebdo, el sistema de los partidos dominantes se mete al bolsillo este problema.
En este sentido Trump quizá no cometa el error de Romney de hablar de lo bueno de la desigualdad entre ricos y pobres- recordemos que en Estados Unidos pese a no haber decididamente un clasismo, sí hay una sospecha al establishment, al gran gobierno y al 1%, del cual el movimiento Occupy tuvo alguna influencia-, en todo caso apelará a su éxito profesional y demagógicamente dirá que esto mediante la libre empresa estará al alcance de todos, en este sentido, no sabemos cuán afilado es su discurso, porque cuando uno piensa en el capitalismo popular de mercado de Margaret Thatcher el planteo era más bien al revés, era “popularizar” las ideas de gobierno simple haciéndolas al sentido común de la clase media. Por eso una parte del establishment demócrata-liberal, ya se esta atajando, es decir tiene reticencias a lo que podrían ser los cambios culturales, los demócratas saben que los hombres como George W Bush, se pueden imponer sobre los John Kerry, es decir que una vida no tiene que ser muy ejemplar para llevar especialmente a un republicano a la Casa Blanca , porque en el fondo, en los Estados Unidos hay dos grandes coaliciones de centro izquierda y de centro derecha, la izquierda quedó para las minorías, y la derecha para los blancos dispersos por las zonas de Estados Unidos no directamente conectadas con las grandes ciudades y con todo un sistema religioso y de asociaciones civiles de lo más diversas; por esta razón hasta hace poco tiempo el uso de la bandera confederada por parte de muchos estadounidenses del sur era todo un signo de pertenencia a una ideología que no había sido removida por la ampliación de los derechos civiles. Por esto en Estados Unidos, hay en estas épocas desbordes por izquierda y por derecha, Sarah Palin en su momento fue un éxito relativo no porque fuera una gran estadista sino porque se mostraba como una mujer parecida a los WASP que no tiene el gran triunfo de integrarse al moderno Estados Unidos-este grupo fue esencialmente el más privilegiado a lo largo de su historia-, que Estados Unidos haya legalizado el matrimonio gay, que tenga ahora una nueva sensibilidad relativa contra la violencia de lo afroamericanos gracias a los propios afroamericanos no quiere decir que una parte de la sociedad, la conservadora no vea todo esto como errores, desviaciones y decadencia.
Obama en sus indecisiones, una de ellas la reforma migratoria-la cual es el tema tal vez más importante de Estados Unidos contemporáneo-, no se juega la última carta para cambiar los Estados Unidos como no lo hace Europa en la actualidad en parte porque el dominio social y los privilegios incluso en las formas de Estado de Bienestar, acceso a la ley, etc; la esencia misma del régimen político no acepta estos cambios, y cambiar la historia sería sepultar ciertas formas de exclusión y volver al mito del “Melting Pot” o Crisol de Razas, en este sentido recordamos que cuando Lincoln, comienza desde el Partido Republicano la guerra civil, gana una gran conquista que hará de este partido, el progresista, el liberal, el del futuro. Obama en este sentido, al no tener esa estatura histórica, sólo ha hecho una pálida política liberal contradictoria- de la cual juzga su papel como débil los mismos republicanos como Trump, de la cual su sucesora Hillary Clinton parece más bien aún menor, Clinton en este sentido no tiene la capacidad de Trump para poder ir con un libreto poco serio por lo escarpado y difícil de su carrera, acompañando a su marido, las mujeres en la política estadounidense lo tienen mucho más difícil, la pregunta que se desliza es: ¿Si Trump fuera mujer tendría este éxito? Claramente el único caso importante para entenderlo es Sarah Palin, la cual tenía que sí o sí integrar su vida familiar como madre y protectora. En este sentido el imaginario de las derechas y de la sociedad general espera que las mujeres al mando sean austeras, más bien sin gestos de gran audacia o por lo menos tan flojos de papeles, esto se ve en Thatcher, Rousseff, Indira Gandhi, y otras líderes políticas, ser hombre y de derecha da un pie mayor a lo que se podría considerar “la incorrección política” . Es evidente que el perfil de los Estados Unidos está en cuestión post crisis de 2008, esto se entiende porque fue una crisis económica muy importante y porque el perfil del neoliberalismo ha cambiado. Es la pérdida de la velocidad en el cambio en Estados Unidos, lo que permite que como ocurrió en el renacimiento neoconservador con la crisis del Estado de Bienestar, se vea que las políticas de Obama forma parte de unas élites impotentes, esto ocurrió con todo lo que fue el New Deal, pero es claro que hoy Donald Trump, Marco Rubio u otro no tiene que destruir el Estados Bienestar y poner al neoliberalismo a la orden del día. el Obamacare y otras políticas no son tan amenazantes, pero sí tiene que dar seguridades en la religión, la libre portación de armas, la familia y muchos otros asuntos. En este sentido Obama no cambió la lógica de la conquista cultural de Bush que fue el miedo al terrorismo, Obama con la muerte de Osama Bin Laden, y con todas sus intervenciones en Medio Oriente, incluida Libia, la úlcera de Hillary Clinton como secretaria de Estado, con la toma de la embajada y la muerte del embajador, no hicieron otra cosa que dejar a la Segunda Invasión a Irak como un recuerdo feliz para lo que fueron los conservadores.
Por eso y en parte porque Estados Unidos tiene que cambiar la lógica de su ejército para poder combatir contra China, reforzar una marina de guerra y no contra miles de pequeños grupos mediante operaciones internacionales, la política de los Estados Unidos, está cambiando, Donald Trump apela a la nostalgia por la unipolaridad de los 90´ cuando Estados Unidos era el líder indiscutido. En este sentido sin saberlo, tanto el tema de la Unipolaridad, la Guerra contra el Terror, son temas recientes que no son tomados seriamente por Trump pero si son parte de la cultura norteamericana. A diferencia de otras campañas, dónde por ejemplo en la reelección de Obama, Romney hacía notar que se había abandonado el control sobre América Latina y especialmente la Venezuela de Hugo Chávez-Maduro, Trump no se está metiendo claramente con discusiones reales sobre la prepotencia de Estados Unidos para hacer sino que está buscando imagenes sencillas, esto se ve con respecto a ISIS. Mientras que por izquierda se toma que la no desaparición de Isis es un problema para Estados Unidos, ¿lo es realmente? Trump hace gala que lo que mejor que podría pasar es que Estados Unidos con sus petroleras se queden con ese petróleo. Estos detalles como lo de los mexicanos, los acuerdos de libre comercio “beneficiosos para Estados Unidos”, y otros temas muestran que Trump tiene en claro que los miedos de una parte de Estados Unidos, las personas menos globalizadas son muy concretos. Además los medios pueden construir periodismo amarillista más fácilmente a partir de esto. La pelea con el conjunto Latino tiene por fin pelear con las élites latinas, y en este sentido, es claro que la intelectualidad latina, especialmente el periodismo es presa fácil para una interna conservadora. La agresividad desde ciertos espacios conservadores se puede ver en grandes cadenas de televisión, su irracional de la libertad de expresión, también se confirma como la forma correcta de apelar a su electorado.
Podemos entender que Estados Unidos en otros sentidos evoluciona en dirección muy diversa, de esto se deriva incluso el paternalismo que Trump quiere aportar sobre los propios mexicanos que son sus empleados y los ama. Uno podría pensar en la paradigmática demonización del Clan Kennedy especialmente de Joe Kennedy como el origen irlandés sería la causa de sus profundas convicciones hacia la realpolitik y la búsqueda de ascenso social. En este sentido, el ascenso de los latinos genera problemas en la conciencia de la derecha que va desde la integración como Jeb Bush, el cual domina español, hasta el hecho de que Obama actualmente le da la espalda la población que se exilió de la Cuba de la revolución. Ciertamente el caso, conforma parte de una realidad más compleja. Ciertamente la islamofobia en los Estados Unidos es una marca dominante como fue el odio a los japoneses, pero debemos decir que la carta sobre la exclusión de ciertos grupos sociales termina siendo hoy tan importante como en su momento el enfrentamiento a los sectores obreros, pareciera que lo más importante hoy fuera mantener, desorganizada y en apatía a una gran parte de la sociedad norteamericana.
Obama en sus discursos en sus “storytelling” hace grandes esfuerzos por traer casos de personas que han podido superar la adversidad y sentir que estaban siendo integrados al sistema. En cambio Trump y el partido republicano en general apelan a lo contrario y esto se puede ver en otros episodios, donde Bush padre, construyó mediante un hecho delictivo una idea de “cárceles con puertas giratorias”, y entendiendo el papel que tienen las minorías en la composición de las cárceles, es claro que el tema de la seguridad ciudadana, el empleo, y la exclusión en general van de la mano. El discurso de Trump no es muy distinto del orgullo Böer y otras formas de exclusión. Lo que sí es cierto es que esta xenofobia hoy no se sostiene en las variantes clásicas, eugenésicas y racistas pero sí en los perfiles securitarios, en el miedo al desempleo, y en la idea del privilegio ante la ayuda estatal, y en este sentido el hecho de que se discuta la ciudadanía estadounidense de los hijos nacidos en el país es muy importante. La posibilidad crear y reforzar dos ciudadanías es una forma capital de reorganizar los Estados Unidos.
Por eso mismo Trump al no respetar el protocolo molesta a demócratas y republicanos- esta idea muchas veces es defendida como mucho más que lo que es como si fuera realmente una rebeldía antisistema-, la idea de dos pesos pesados pero aburridos, Hillary Clinton y Jeb Bush, iba a ser una guerra de aparatos; de maquinarias como se dice en Estados Unidos, de spots, muy serios, muy medidos para lo que es Estados Unidos, en este sentido Obama-McCain puede ser un buen ejemplo, esta campaña tenía a un héroe de guerra republicano contra un abogado que era un self-made man y progresista; dicho sea de paso con una campaña innovadora, en el caso de los clanes Bush y Clinton,podrían verse como la “experiencia” y la seguridad de haber estado en el poder, a la vez como la sospecha de un país sin novedades dónde todo parece estar ya escrito. En este sentido nada asegura que siendo presidentes no tuvieran escándalos pero no se trata de eso simplemente sino de cómo Estados Unidos ve a sus propios políticos. La idea del fin del bipartidismo, casi es un imposible en Estados Unidos, pero lo que es cierto es que cuesta mucho a esta sociedad poner a otros referentes, cuando falta a un año para la campaña y la primaria presidencial lo es todo, porque es lo que hace posible hacer verosímil al candidato, Trump sería mucho más representativo si ganara la interna republicana. Bernie Sanders por izquierda muestra que en Estados Unidos, está habiendo una crisis para poder contener a todos los sectores, ¿Está intacto el paraguas demócrata? en parte depende cómo se financian miles de jóvenes en la educación superior- es decir la salida eminentemente individual-, en parte porque el centro-político se ha vuelto muy abstracto en parte por el fracaso del partido republicano de reformar la derecha. Esto ocurre en todos países, como Alemania, dónde la SPD al perder peso le dió a Merkel un espacio de maniobra inédito, hoy Merkel se da el lujo de abrirse de par en par a la inmigración como fatalidad. El partido republicano no sabe como ir por nuevos votantes sin perder sus votantes tradicionales, su base “popular”, por eso, la velocidad de las declaraciones de amor y odio hacia el extranjero no es una mala manera de manejar esa tensión. En realidad, es una campaña populista por derecha, como Le Pen dice que Francia perdió su peso relativo en el mundo, Trump dice lo mismo, al igual que Le Pen dice que la proximidad a la OTAN; a Bruselas, y a Estados Unidos lleva a la debilidad, Trump dice que la ayuda a Alemania por el tema de Ucrania, la no negociación con Rusia como intentó y mantuvo Bush con Putin mostrarían que no se busca un férreo aliado contra el terrorismo.
La gran diferencia es que el espacio progresista se cree más plástico que el espacio propio de las derechas cuando es más bien al revés, el progresismo suele claudicar la línea a la derecha y no discute principios, la ferra y amarga rivalidad entre políticos norteamericanos por temas raciales tiene larga data, esto es esencialmente contrafáctico, Beppe Grillo por ejemplo llegó al poder de la mano de ex-votantes berlusconianos, por lo que cuando se entiende esto y se ve que en todas parte del mundo hay partidos de derecha muy adaptables, el PMDB en Brasil, el propio partido gaullista UMP; hoy los “Republicanos”, todos ellos hacen de esta derecha una cuestión mucho más refinada, y en este sentido Trump tiene una veta explotable para sí mismo. No es el Tea Party, no es Bush, no es un gobernador, y como en muchos casos, sus votantes no van a escuchar a Krugman, Chomsky y no esperan sorpresas ultraliberales como la de Rand Paul, juzgado de poco realista, en este sentido, es claro que la crisis en el sistema de partidos de Estados Unidos comenzó con el propio Obama un outsider que terminó siendo el presidente por ser negro, y generar una gran expectativa, Trump es la variante conservadora de este fenómeno, un dique de contención, Hillary que se considera a sí misma más allá de su condición de mujer y quiere ir primero como estadista está siendo bombardeada por esto por parte de los medios, preocupa mucho a cierta parte de la sociedad norteamericana que un negro y una mujer formarán parte del panteón de los Estados Unidos. Warren la senadora de izquierdas la cual ahora podría ir de vice de Biden- otra forma de centrismo peligrosa para el futuro del partido demócrata-, ella opuesta a los acuerdos de libre comercio que impulsa Obama se muestra como la otra mujer de la política estadounidense. La gran diferencia entre los Republicanos y los Tories, es que en Reino Unido, David Cameron ha ido a buscar los inmigrantes exitosos y las comunidades enriquecidas por medio de su progreso en Reino Unido, y tuvo la inestimable ayuda del Partido Nacionalista Escocés, en el caso del GOP, bien le vendría que por izquierda que el partido demócrata tuviera un Bernie Sanders en ascenso, un rival débil que bombardease el centro.
Trump como líderes latinoamericanos se jacta de no prestar atención a los detalles y creer que puede eminentemente hablar de todo, cosa que Hugo Chávez, Carlos Saúl Menem, Cristina Fernández de Kirchner, y otros por ejemplo han tomado como modelo de comunicación, la comunicación sin mediación con el periodismo. En este sentido la falta de seriedad con el tema de la vacunación es un ejemplo, no importa acaso pensar que los medios de comunicación no llegan a los votantes que no quieren “razonar” intelectualmente estos miedos, es decir, creencias que no van a ser modificadas fácilmente. Estados Unidos, está saliendo de su crisis muy lentamente y esto da pie a las interpretaciones más diversas, porque el partido demócrata no logró demonizar al partido republicano por este fracaso. En este sentido, los demócratas mientras Obama gobierne, tendrán una unidad que hasta ahora parece imperturbable. De hecho el papel de Israel, y el acuerdo con Irán, quizás dónde Obama haya llegado más lejos- la ambición internacional es reducir sus antiguos rivales históricos, y esto se ve también en la solución de los dos estados: Palestina-Israel tal cual las fronteras de 1967-, y este movimiento es claro, la llegada del primer ministro israelí al congreso de los Estados Unidos; en su intento de apelar al pasado no tuvo el éxito que pensó, y por esto, pese a lo que se pueda creer la oposición en el congreso no está siendo tan efectiva como se pensaba. O mejor dicho que Trump sea un conservador que toda la vida tuvo sus ideas pero no tuvo que hacer política está mostrando que tal vez los Estados Unidos no espere que sea una buena solución un gobierno dividido y trabado.
Donald Trump es una muestra de lo que son los políticos en campaña pero a la vez las necesidades de la personalización de la política, porque gracias a este fenómeno existen políticos de corta vida, Marina Silva en Brasil, hoy casi imposible de imaginar en el panorama político brasileño, y casos por el contrario de adaptación al régimen luego del debut como Alexis Tsipras que en caso de resultar ganador, sería un “extremista” vuelto parte del sistema en este sentido durante los 90´ ya se había delimitado que el éxito llevaba a la profesionalización y a la moderación. En este sentido, Trump, podría terminar siendo un representante muy marginal de una camarilla como lo fue Bush con Rumsfeld o Dick Cheney; por esto si eventualmente el GOP optará por él, un vicepresidente experimentado, y un halcón de amplia trayectoria en política exterior, resucitarán las condiciones que hicieron a la era Bush posible, una gran oposición a nivel internacional, una anti-popularidad creciente y un liderazgo negativo.
Gran parte de la época de Bush la idea más importante fue la paranoia en torno a los recursos naturales y el petróleo. ¿Será hoy la posesión por tierras raras, el dominio de china meridional, o la resolución de la crisis Siria? La puja por el dominio de Eurasia y los grandes espacios marítimos no suele ser un móvil claro, tampoco el papel del salario mínimo, o los subsidios a la energía renovable, o muchos otros temas, ¿existe una necesidad oculta en la sociedad estadounidense que lo podría impulsar a sus grupos dirigentes a dar un giro de 180 grados? Si esto fuera así, habría posibilidades de un Trump en el poder, pero es probable que en parte, esto sea difícil, y que la campaña deje de lado a Trump como lo inverosímil, y una vez en su cauce, no tenga grandes emociones, todos esperan una baja en la popularidad de Trump para olvidarlo definitivamente.
Este es el resultado de una democracia sin grandes novedades que busca lo espectacular, también de una sociedad que antes que proponerse metas grandiosas como fue la llegada del hombre a la luna, la carrera espacial, hoy se pregunta sobre cómo no caer y no fallar. El vuelo que tuvo Kennedy como el “líder del mundo libre” sería imposible que lo tenga Donald Trump pero es evidente que este tipo eventos son tan comunes como lo es hoy las preguntas por el perfil del Laborismo en Reino Unido, el revisionismo por parte del Partido Liberal Democrático japonés en asuntos de defensa, o la evolución del Partido Comunista Chino, todos escapan a los esquemas convencionales, no es la información lo más importante, tampoco la ideología, ni siquiera lo programático, sino más bien como “representan” su papel eventualmente en el poder, y lo difícil que sería para ellos cambiar la realidad, en este caso, ¿Trump podría cambiar la marcha de los acontecimientos en EE UU? la respuesta es no.

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