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Sobre el peso de estar vivo y su liviandad.

El instituto de pensamiento socialista Karl Marx o (IPS) diría que mi texto es una mera y estúpida, vaciada de contenido, poco válida reflexión y en ese sentido, yo que los leo, además de que suelo disfrutarlos porque me gusta leer cosas de izquierda quien sabrá porque. Ahora bien es cierto que el tedio de la vida a veces se pone denso.

No puedo negar que la mayoría de las cosas y de las horas que transcurren de sol a sol se consumen en miles de banalidades. Que el poco estilo para escribirlas es lo que signa el texto y que es necesario ser muy idiota para ir “progresando” en la mala voluntad de seguir escribiendo.

Por eso como buen “poco valiente” personaje jugaré a ser reformista. Gran parte de lo que pensamos y escribimos realmente existe sobre una arena muy fina y se ha de perder. Pero ¿Qué más da? Si Mitre suspira por la que será su mujer, y Roca se congracia en su amante, jamás podremos pensar que todas las personas son iguales. Entonces las loas a las nimiedades crecen a raudales. Ahora bien luego de siempre perseverar en estas inconstantes afirmaciones, tengo que decir que jamás pretendo ejercer las ciencias. Jamás pretendo ir más lejos que las puntas de mis uñas, y que por lo tanto puedo decir tranquilamente que el hábitat que me he dado por casa es demasiado exiguo. He aprendido sin embargo a ver el pequeño jardín propio en medio de las grandes selvas. Y luego de todo eso, he visto que los jardineros somos demasiados. Mientras que las selvas de pensamientos originales, o de buenas y sistemáticas repeticiones escasean.

No haré búsqueda final del Bushel que me de aliento. Metáfora que no es metáfora siquiera imagen poética. Pero en medio de este juego y resequedad de la pérdida de tiempo ¿qué hacer? No estará yo pensando en la “gente tóxica” o esas clases de terribles injusticias intelectuales de toda estirpe hechas por pastorales miopes. Ahora bien tampoco puedo decir que mis montañas son escarpadas o que hablo con los animales más selectos. Debo entender que en todo caso, lo que ocurre.

Bello es este cántaro que siempre se vacía. A lo que le sumo lo de siempre. La conversación que en mi caso es deficiente e imprime indigencia, mental, sentimental y de toda clase. Tal cual una luz fuerte nos robase la cara. Será del destino escapar de esta triste cada vez más triste suerte. O emocionarse tal cual muestra el film de Milk con una opera sin suponer que la muerte estaría cerca. No aspiro más que a las frasecillas, a las porquerías a las bagatelas de toda especie. A la oferta de la oferta, al reciclón de papel picado. A la siempre elocución boba del performativo.

No se deconstruir nada, no me sale. Tendría que leer Derrida, y eso me va llevar demasiado pero porque estoy sin demasiado sueño en esta noche, iré hacia atrás, trayendo a mi memoria siempre gracias al milagro de Thot, un juego de mi mente que se había perdido.

Sin duda que he sido un romántico y un patético que ronda lo criminal, un ser insufrible e ilegible y para peor no siento culpa alguna en ello. No tengo que pedir permiso para esto. Es parte de lo que me han apuntado hoy una vana y tal vez auto-recreativa reflexión interior. “Un propio mundo” que tal vez sea cómodo u horripilante.

Si de la tarde a la noche hile consecuencias, ahora en medio de la noche profunda, he inventariar de las más vanas conclusiones. 

Nuestra idea siempre es la misma la del amante, que se trata en Platón con el filósofo, esa reacción oligárquica; yo soy el mayordomo de Napoleón llevado a la escala universal y tengo la pestilencia de la época. No obstante me gusta pensar que pese a todo, pese a que no dispongo ni de las garras, ni de los músculos de otros animales si gozo de la invectiva, o tal vez del desvarío. “El amante rabioso y su manera sifilítica de ver el mundo”; titulo pomposo y grasa. Pero es parte de lo que es muy vida, gratitud e inmodestia. ¿Acaso podría conformarme con pasto bien cortado o con votos bien contados en las urnas? Podría pero no es tan divertido.

Sin duda que el amante es un conjunto de mascaras o facetas de cosas que ocurren con la cultura cosa propia de la antropología lugar que suelen pegar porque es barato. Hay mejores cosas que hacer que tratar de entender la cultura del hombre como por ejemplo dominar, engañar y pervertir. Me hago cargo que comparto esa culpa. Esa manera de ver lo irracional se valora, para mí con todo con su fuerza deslumbrante de la cascada tampoco aspira a tanto. No tiene un gran valor, es parte de la misma vida. Aunque la razón ha fracaso también en forma más absoluta. Despeguemos el problema sobre la especificidad y la cientificidad. No busquemos el consenso de los pares, no porque seamos mejores sino porque simplemente queremos perder el tiempo.

Tantas pocas importantes se han dicho. O eso se supone. Dije, que el hombre este es el que vive las 24 horas del día sobre excitado y creo que en parte yo soy parte de ese mismo calibán al cual le atribuí a un “enemigo”, luego de parecerme a él entendí que en su condición tal vez sus medios y sus fines no eran más que los mismos de la naturaleza humana y el “mal radical” (es decir el mal que no cambia en el hombre el necesario egoísmo que pondera en la frontera de la personalidad).

Siendo esto así, ¿Quién podría pedir algo más? Mi bloggerismo apenas lo permite y mi cuestión es muy difusa. Suelo darle demasiada importancia a cosas que a la gente le resbalan. Y eso es parte de la situación paradojal y ridícula que encuentro en esta cultura. El juicio de execrable no me queda mal. Pero debo seguir, creando esas “bases”. No se si recuerdan o olvidan mis palabras al dedillo. Soy un pobre tipo creo que es una conclusión común o lo seré de acuerdo a lo que ellos piensen. Tal vez sea un ribete de una cultura demasiado liberal a la conclusión que estoy llegando.

El amante rabioso, que no es ni será Artliano, tal vez tenga eso del fracaso del hombre nuevo. Aunque es demasiado proponer eso lo mío es más de veredas de buenos aires y de pocas personas. Pero he de decir que ha veces, la mente falla y tira fuera de foco. Los ojos se van quemado, pero no cambia demasiado. Lo importante es que el dolor de manos y pies no se lleve todo el crédito. Cuando escribí sobre el amante rabioso supongo que no entendía la rabia ajena, la mía frecuente me es demasiado propia para andarla evadiendo. Aparte la cosa era partir de la idea de la sociedad de la desconfianza, sí era una idea sobre lo post-industrial sobre las burdas relaciones híper comunicadas. Entre las grasas y sin vejaciones que presentándose bajo una actriz sexy podrían ser contradictorias. Sé que hay gente pensando mejores cosas allá afuera, y mucha otra quemando sus neuronas en pelotudez, más o menos similares. Pero es cierto que se puede extrañar de maneras aberrantes y que se puede delirar. Aunque mantengo la idea de que se puede resistir y de que siempre se puede vivir después de cualquier cosa. Y eso es siempre que la muerte no encuentre a uno en forma patética la única y genuina vocación de la dignidad humana.

Ahora bien las experiencias por catalogo apestan a mierda. Lo sé pero no puedo escapar a la tentación de escribirlas. Esto no es una cuestión meramente moral ni revanchista es más bien un desafío a la imaginación a volver a ser la araña que tejía grandes túneles siempre interminables. ¿Por qué digo esto? Porque he aprendido a ver los límites de nuestros laxos relativismos, nuestros despotismos mediocres y no por eso he cambiado de opinión. No tiene sentido pelear por la gente tal cual si fuera un pedazo de carne no importa cuanto diga que este pedazo es rico. No sé si la cosa será morir de hambre o pasar el ridículo. Pero tengo que decir que nos vamos devaluando como ola a ola tratamos de resistir el cambio. ¿Importa ya buscar al cambio una burguesa y siempre tímida dimensión interior? ¿No será que aniquila? Tiene que ser así.

Fuera del tiempo, embriagado de la esperanza siempre confusa de perder la dignidad el amante rabioso sifilítico puede ser el que más lo crítica. Si consternadas felicidades pasadas hacen caer por las escaleras sin fin. Alguien dirá que esta es una moralina de mierda y puede que lo sea. ¿Quién no dijo que esta que escribe no sea una oveja llena hollín? Hoy me apuntaban bajo la luz naranja que ser artista muriendo de eso, era mejor que ser un simple servidor del capitalismo. ¿Qué habría querido decir? Supongo que era defensa romántica y no social del asunto. La caminata entre lo naranja y lo siempre antiguo del centro puede ayudar a pensarlo. Yo soy hijo de ese consumismo y hay que decirlo que sin culpa nos mantiene vivos como el deseo de hacer grafitis con marcador al culo de una puta. No hay que caer en la facilota “tradición decadentista”, cuando muere algo otra cosa puede nacer. No que resucita sino que efectivamente nuevas formas surgen. Por cobarde o por pesado jamás me imagine persiguiendo demasiado a nadie, creo que esta soledad es justa de esta naturaleza. Y por eso, sin duda que por más generosa que se presente cualquier imagen no es la perdición de los sentidos sino la mediocridad del sentido lo que no termina por sumar. Las palabras van y vienen con ese mal sabor de boca. Una vez pasado, hay veces que hay gente que solo le convencen mirar, contemplar, el baldío, el vacío.

Por eso consumimos personas para salvarnos, amamos idolatrar, y nos arrastramos por puro y mero narcisismo, no vamos a cambiar. Solemos preferir, lo más vano y es lo más justo. Entonces si sin dureza no me interesa pensar que pierdo siempre contra el mundo. Kafka lo decía, y así en esa perdida. De nada me sirve ser hincha. No me sirve tener por motivo ni una imagen justa ni una pasada. Que sea todo regalo. Nada ha de cambiar esta cavilación.

Hay cierto valor necesario para la vida y hasta bueno para alejar la depresión que nos dice que tal vez, el deseo nos lleve a la otra orilla, el sobrevivir y el producir, el consiguiente desear y consumir se cruzan. Pero se puede decir que las clases y las conciencias, el drama de la gente de las pequeñas violencias es la clase media. Más o menos trabajadora, la clase ilustrada, la que se desempeña en aquellas funciones. No es mejor que otras violencias. El amante rabioso quería ser sacado de contexto pero después de todo era la justificación más y más plena del mundo donde surge. Podría decir que yo mismo he escrito imbecilidades de tal grado y calibre que tal vez hasta un millón de pedidos y reclamos, siempre perfectos rindan poco. Así que juguemos a la psicopatía, total soy ignorante. Esa manera de tener esa enfermedad venérea del capricho y del “afecto” se va conjugando en la manera enfermiza de pensar que nuestro bienestar está efectivamente por encima de todo y eso es lo que solemos buscar. Desde el déspota hasta el quiosquero quiere eso.  

No le voy a negar este peso a la melancolía este es uno de esos años que suelo considerar oscuros donde las fronteras morales han cedido aún más. Y el sueño siempre se va destrozando y a la vez recobra el dormir. Lo demás es sentimentalismo que en parte queda muerto frente al drama. Lo que captura es el drama, lo que se puede compadecer, cosa que en el sentimiento meramente descriptivo a veces surge efecto y a veces no. Pero siendo la dramaturgia donde se prueba la autenticidad “habbermasianamente” hablando; lo que queda es decir que sí efectivamente los pingos se prueban en la cancha. Pero eso no hace mejor a nadie por el contrario casi lo hunde más en la misma idea. Sin embargo luego de meses y meses, de sentir esa presión en el fondo del cráneo por mediocridad y por auténtica carencia. No sé que definiría mejor. La mediocridad sería la causante de las dudas siempre vigentes sobre la propia biografía, lo cual hoy es una cantera extraordinaria. La carencia llevaría a ese famoso… “nada más amado que lo perdí”, no estamos hechos para morir. Somos siempre chiquilines infantes. Bueno, no soy un hombre que diga que triunfa la razón pero si entendí que hemos dejado siempre de lado las mejores cosas que se podrían hacer. Aunque tal vez eso sea el sueño más estúpido el deber de ser feliz. Aunque sin ese deber tal cual dice Ibsen no hay rebeldía posible. Una imbecilidad no podría torcer la mueca para ir hacia mejor, o hacia el cambio para nada. El cambio que ocurre, mero acontecer, simplemente nos arrastra.

“Rush” divino de consumo. Jugamos siempre que queremos creer con la naturaleza humana. No hay escapatoria. No tiene que haberla. Lo que existe son enormes continentes de palabras. Más o menos poco importa, Ludwig; tenía y tiene esa forma de dar pocas impresiones agresivas y abrasivas para designar ese sentimiento siempre en fuga. Y otras tantas personas siempre dicen que en ese estar pasado esta la única manera en que alguien puede levantarse a la mañana mirarse los genitales y pensar que es ser humano. Sin duda que es una buena manera de pensar. Hay que decirlo, porque nada es banal en la fluida conversación donde esta el deber de descubrirse para soñar comunicar.

Miren, sin duda que a veces jugamos a ser irónicos y crípticos, hasta a veces la constipación de la pelotudez juega a desmarcarse para ser gran teoría. Por eso los grandes, los “monarcas” tal cual le gustaba a Lacan, los “maestros”, los “amos”; son aquellos que se miden entre los iniciados. Los que saben jugar, este amante rabioso sabe y no sabe. Salir a emparcharlo a penas mide. No se puede celar esta realidad. No es necesaria. Pero tampoco es justo pensar y hay sí grados de imbecilidad que rayan todos los discos y todos los platos que afirman que uno tiene que arruinar porque esta arruinado. Cosa que es muy mediocre importa poco si tiñe una cana, dos, mil, cien mil.

Claro que los imbéciles de clase media, los más leídos los que no han llegado a superar eso, los que rondan las familias tipo de los 10.000 pesos. No pueden expugnar dilemas de la clase media alta. Pero saben a mi eso no me importa. “Lumpen proletariado” sentimental es lo mío, ocioso, aliado de putas, hombres mediocres y risas. De alzamientos de botellas de coca-cola con vino. De no poder decir que la droga tiene que ser recreativa. Sin poder vencer a los profesionales del saber. Ahora te veo como aliado y amigo, tal vez todos tenemos un poco de ese “Bôn Sauvage” (no se si esta bien escrito). Los pocos conocimientos sociales que tengo que suelo emplear mal me llevan a esto. Y por eso no cargo con la idea del que amante rabioso sea el único, el neurótico y el idiota egocéntrico no se quedan atrás. Pero debemos entender que la ira cuando existe solo se justifica por sí misma. Y por eso, si al final triunfa la fuerza no hay derecho y esa es la clase de idealismo romántico tan suizo y roussoneano que me gusta pensar. Y es cierto que es una gran aridez. No me importa, no quiero ser ese “gaucho malo” que un día sale que si el mundo es malo él será peor.

Aunque ahora mismo seamos justos, tal cual brasileros y argentinos caen en Curapaití, y no rebasan las fortalezas que diseña López. Bueno hagamos un drama en medio de balas de cañón. La pelea valía la pena. Era más que algo sentimental por mi parte ahora que lo pienso perdí el interlocutor por excelencia tal vez “divinizado” de mi vida. Pero se vive. El barro lo que salpica nos permite seguir, conociendo o no conociendo a Milan Kundera. Entendiendo que la ilusión que masturba los cerebros no ha distinción como un juego del pin Ball nervioso que se posa por nuestras terminales, nariz, ojos, boca.

Yo soy sarmientito en la manera de escribir, escribo para mis intereses y no para los de otros. Y me gusta la propenda, el auto bombo. Sepa usted que puede ir lejos. Pero no que no llegará a dar con el blanco. No soy de esos que saben que van a hacer letras, ni fruición del conocimiento. Jamás pasearé con nuevas teorías. Ni me pasaré de varias cordilleras. No me exiliaré pero si se una cosa. Limitado seré un poco violento tal vez en la poca iluminada prosa. Pero recordando y sabiendo que no es la mísera manera de vivir lo que hace que sea un deber la unión, o acaso siempre tiene que ser el espanto.

Ese deber estar ahí, esa presión sádica, esa entrega masoquista con sangre de hostias troqueladas, nos enferma a todos a mí también que creo que muchas la vida antigua tiene que ser sufrimiento e ir hasta el final. Me gustaría que mis textos tuvieran la sonoridad que tiene la música de Sergio Tiempo. Eso no va a pasar, y por eso hay que resignarse. Recuerdo esa imagen como tantas otras que se escriben como muestra de la constante decrepitud humana cuando se cree que no se puede mejorar o que las cosas son porque no hay nada mejor. Esta clase de cosas, de moralinas historiadas que no buscan tomar aire fuera del tiempo. Estas estadísticas que llaman batallas a las cotidianas rencillas y puteadas no tendrán gran palco. A-históricamente, me divertí ridiculizando a quien se quedaría o no con el botín. Suele pasar que el vencedor de se vuelve idiota y el esclavo siempre sigue soñando la “Igualdad”, “Fraternidad” y  “Libertad”.

Todo idilio vale la pena, incluso aunque se quiera dudar, perdonar u olvidar. Siempre nos tentamos con las formulas ajenas y con la buena amargura cristiana e inútil que no hace fiesta del lenguaje. Si tan solo pudiésemos dejar a la gente ser y conservar las bellas formas, estetizante y afeminado puede sonar, tal cual la “Voz del Puto” de Barcelona. Pero ciertamente ahora si tengo que decir rompiendo un poco el orden que valía la pena el enojo. Solamente sería justo, bah, justo, divertido, bello, pretenciosamente poético que este bien. No es un mero deseo va si lo es. Tiene que serlo ojala que este bien. No vale la pena que el hedor, surja siempre del resentimiento.

Porque el dolor es la imagen final de la naturaleza percibida pasivamente. ¿Quién no percibe más pasivamente que el cree que ha perdido el amor? El sentimiento devora a su víctima y este cree que su vida es más genuina porque cree que la pierde.

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