I-
Hay una pregunta interesante para
entender el funcionamiento de la política hoy en día, muchos han querido, son y
hasta inventan, imaginan por lo tanto tienen ciertas razones interesantes para
entender qué es el sistema y luego de qué se queja la sociedad, o por lo menos
la sociedad vista desde afuera. Se han propuesto soluciones tecnológicas, se
han propuesto sistemas de democracia directa pero que en la práctica terminan
funcionando de manera esporádica, ¿Acaso no debería revisarse ese vacío en la
construcción del poder? El estado en la tecnocracia, administra, cuando se
administra se aplaza el momento político, sólo cada dos años, este proceso
ocurre, las sociedades entonces hacen un esfuerzo real por ir a elecciones.
Líderes que no se unen, fiscales que no se consiguen, y “alianzas” de corto plazo,
estas son las marcas que han dejado años y años de video-política, imagen,
slogan, y un mínimo de atención al procedimiento mismo.
La democracia tiene muchas
limitaciones pero tiene muchas herramientas reales, en un movimiento de reflujo
de protestas, la toma del Estado aún queda en manos de los partidos, la
construcción del poder, la “revolución” y la “reforma” quedan en hacer cambiar
la relación de los poderes establecidos. La transparencia de estros procesos
podría llevar a una mayor cantidad de votaciones populares, la presión por
democratizar podría aumentar, si el acto mismo de votar se repitiera
exponencialmente. En este sentido, es justo pensar que más instancias de
elección más desafíos para la política y para eso justamente se pensaron las primarias,
para facilitar la concentración del sistema, y para ejercitar el papel de
dirigentes de distintos niveles para perfeccionar sus ideas, propuestas y
discursos. En este sentido queda claro que aunque el sistema no sea ideal,
sirve, sirve en tanto que la creatividad por más extraños resultados que genere
va perfilando cierta lógica. Esto además perfecciona la lógica de los frentes,
podríamos decir que suma a la competencia electoral pero además genera una
cierta importante ruptura en las lógicas de la reproducción de la política
profesional. ¿No es momento que la gente comprenda y avance sobre la realidad
de la elección? Si esto ocurre se va a poder pasar de los hechos que signaron
el siglo XX como el aumento de la cantidad de votantes su universalización
hacia el proceso de aumento de la politización en general, democratizar el voto
y la palabra, tienen que ver con el debate político, tienen que ver con las
elecciones, tienen que ver con los partidos, y tienen que ver además con frenar
por la mutua competencia las prácticas regresivas dentro del sistema.
¿Existen las mayorías invisibles?
Puede que estas existan, pero todo proceso de visibilización requiere
activismo, el activismo es la organización de grupos de interés en ONG,
comunidades diversas, partidos políticos, y entre sus conquistas se basa el
brazo de los cambios que se dieron en parte de los 90´ en adelante, el papel de
la diversidad, la lucha por la reforma de los aparatos políticos, la lucha por
los medios alternativos, y también la lucha ambiental. Por raro que parezca
poco sentido tiene la democracia, y el poder protestar, si a la vez no se juega
con la práctica positiva que es poder conquistar poder. Para poder conquistar
poder hay que desarrollar herramientas políticas, para poder desarrollar
herramientas políticas hay que formarse y participar, esta fue la base de los
movimientos sociales, socialistas, nacional populares y otros. Nadie le dijo a
los obreros en el siglo XIX que hiciera un partido, la ayuda no llegó de la
prensa (la cual tenía censura) ni de los nobles y grandes burgueses, ni vendría
hoy de los medios de comunicación, con “ver la tele alcanza” pero con ver la
tele no alcanza, tampoco con la columna de opinión, el ciudadano real, no el
cliente no debe estar ocioso, y tiene que “trabajar” por obtener el “poder”,
porque el poder son prácticas, y los saberes de esas prácticas hacen a una
cuestión interesante, el poder ser más ambicioso en la democracia.
Fiscalizar en suma permite la existencia de nuevos partidos,
amplia el sentido de las bases, crea posibilidades para unidades más pequeñas
de trabajo político, amplia la capacidad de la autorreflexión de la sociedad,
qué hace ser a las campañas lo que son. Mientras que se ha cultivado de 1976 a 2001 un sujeto
pasivo, mucho más pasivo que el seguir tildado de “populista” el que cree en un
líder, nadie ha visto lo ruinoso del asunto. Primero, pierde el sentido el
votar, es más pierde el sentido los programas más ambiciosos y osados, ya que
el papel del pueblo con la elección es bajo. Esto sólo deja al líder político
con una capacidad de manipulación mayor, mientras menos tiempo se pase en
relación con la elección, menos se sabrá de que se trata, reforzando el útil
efecto “alica-alicate”- de un rentista serial de la política como Francisco de
Narváez. Hay que acabar con la recolección de votos de acuerdo a consignas
fáciles, hay que disminuir la idea de trámite, hay que quitar la idea de que el
gobierno simplemente se controla en la gestión, hay que aumentar el poder de la
expresividad de la organización política, esto fue el ideal “abortado” de la
poliarquía (muchas democracias), según la cual, el voto en todo ámbito incluido
las empresas (el mundo de la producción) algún día quitaría a la autoridad todo
sesgo “autoritario” desde allí el neoliberalismo creo una democracia de los
desiguales que igualo la votación de un conjunto de accionistas a la votación
de millones de personas.
No hay que esperar a que el país se prenda “fuego” para ir
avanzando en la construcción de una contra-hegemonía, los momentos de calma
relativa son importantes, nadie podría creer que va estar protegido del Estado,
o de cualquier otra forma mientras una vida “privada” si tuviera una intensa
vida cívica, después de todo la política, es la traducción y el conflicto de la
vida en sociedad, y la reflexión sobre la base de esta. Podemos perfeccionar
con el tiempo los mecanismos de la democracia, practicando la democracia, e
impulsando que el papel activo político llegué a más personas.
Salvador Allende, Chávez, Kirchner, Correa y distintas
figuras comenzaron como formas minoritarias que se expandieron en la totalidad
de la representación, la base de esos partidos en cada época se debatió en el
como la conciencia se ejercitaba en el labor de buscar una democracia cada vez
más necesaria, una democracia con participación popular, referéndums, elementos
revocatorios, y propuestas populares como la junta de firmas (que también es
importante) ¿Por qué sirve entonces aceitar las elecciones? Porque en suma,
contra el escepticismo llevan a que se procesen más proyectos democráticos y
que los opinadores mediáticos, aquellos que tienen que hacer aceptable la
agenda de las mayorías pierdan espacio. ¿Podríamos pensar en un día donde ya no
se dependa tanto del poder de cierto ente que controle las elecciones, de las
encuestas de boca de urna y similares?
¿Sería necesario que todos los partidos tuvieran fiscales?
La respuesta es sí, poco sentido tienen reclamar o no fraude en muchos casos
cuando el elemento de la fiscalización se halla ausente, para peor como
profecía autocumplida elementos despotizados jamás intentarán la política real,
parlamentaria o no parlamentaria. También es cierto que el poder de un nutrido
grupo de personas con conocimiento de fiscalización haría que en parte estas
relaciones fueran más difíciles, el poder popular, viene de asambleas,
reuniones, propuestas, acciones inmediatas y el papel de las elecciones
“representativas” por lo menos por ahora. La Contra-Democracia ,
el arte de impedir, tuvo un papel importante, pero fue sólo como la crisis
general de la auto-organización de las masas populares, poder manipular el
sentido de las protestas es más fácil que poder manipular la acción de las
masas en la medida que se organizan, se pasa de un momento esporádico a un
rutina recurrente presión, recordemos que la base de la reforma neoliberal fue
el sistema, el capitalismo tenía muchas demandas porque la “sociedad estaba
demasiado organizada”, y esos eran los beneficios obtenidos en aquella época.
Ciertamente la comodidad, la malversación, el desánimo y no
querer participar de la democracia realmente existente, dan espacios “cómodos”
para poder no hacer nada, ciertamente la tradición del abstencionismo no
funciona correctamente bajo el sufragio universal y sin veto (Aunque votar no
sea “peligroso” porque no este prohibido, si sirve para una forma recurrente de
legitimidad ¿Por qué habría que simplemente descartarse?) durante la corta vida
de la República Española ,
la gran polaridad entre derecha a izquierda (se ponían más temas en juego, se
discutía más profundamente la sociedad) vino de la mano del voto de las mujeres
y de la participación y el cambio, la demonización de esa rápida serie de
conquistas llevó a una contradicción que era la esperable, la decadencia del
modo parlamentario, y el fin de las reformas ambiciosas; esto se ha aprendido
post crisis de 2001, por primera vez en la historia, pese a que Duhalde fue
presidente por la -“representación” de la representación- con todo lo que eso
significa, eso no quito que entre octubre de 2001 y marzo 2003 no se mantuviera
una continuidad en el funcionamiento de las estructuras políticas, había
elecciones, y había contradicciones. Por esta razón cuando llega el momento una
sociedad que quiere cambiar sus partidos, reformar la sociedad o basarse en
dinámicas nuevas debería tener fiscales para que las elecciones de partidos, y
fuerzas nuevas no tuvieran que depender de los antiguos sistemas.
La constancia hace al poder popular, todos los partidos de
Latinoamérica, todos los movimientos, dependen en parte de la constancia, y de
las luchas internas y externas que hay entre los elementos democráticos y de
los elementos corporativos. La desconfianza general sobre el sistema es una
sombra siniestra, lo mejor que podría pasar es que las derechas no tengan la
capacidad de agruparse y de tener mayor poder de fuego, para esto, la
conciencia política, la fuerza moral de un habitante tiene que tener un asiento
en la política real, no bastan una formación elemental entre tres poderes.
Tenemos derechos constitucionales para ejercerlos, si “gobernamos a través de
los representantes” hay que forzar a la toma de conciencia de ese sistema, al
derecho de votar, se le suma el derecho y deber de fiscalizar, se lo quiera
ejercer o no. No sería raro ver que llegado cierto punto, mientras más derechos
y facultades ejerza el pueblo en cada uno de sus individuos menos privilegios
hay para los representantes.
Tanto es así que cuando se propone democratizar el poder
judicial, ni cuando se propone pensar grandes procesos políticos se opta por la
politización; la chicana, la apatía, y el sentido errado generan que sólo la
burocracia y la “tradición” sin genealogía deciden el orden general, algunos se
divierten sacándole el cuero a los candidatos que no pueden derrotar en la
política, y en ese sentido la moral se escinde de la política, hay que tener
los medios para los fines. Los que dicen “temer a la politización” son aquellos
que desde el discurso del Amo ponen las cartas en la mesa. ¿No sería hora de
aceptar que en la tarea más elemental de la lucha contra la corrupción mucha
gente no está dispuesta a hacer la labor más elemental para cambiar la base del
sistema? La apatía, el voto castigo han sido las “fórmulas del mal menor”, este
sentido incluso ha sido el predominante por los medios de comunicación,
entonces, ¿para qué pensar en otra sociedad? Lo vimos con el deprecio casi
inquisidor sobre el voto a los 16 años, lo vemos con la justicia, lo vemos
siempre, en este sentido, la gente que duda de las elecciones, tiene un doble
papel o impugna la totalidad del sistema político, o simplemente asume una
posición falsa, que no tiene correlato con los grandes números. Es obvio que la
politización de la vida en sociedad es consecuencia de la democracia liberal,
ahora bien cuando esto se vuelve en contra de la lógica minoritaria ya hay
reacciones, ¿No es hora que el conocimiento real de los procesos políticos
llegue al pueblo? La soberanía en abstracto sólo sirve para ser defendida
tristemente como vemos ahora, donde hay ciertos individuos que valen más que
otros.
¿Por qué se imputa el hecho de que haya militantes rentados?
Cuando luego se rentan fiscales que terminan dando a los partidos con dinero
pero de minorías; ventajas que jamás tendrían si los que mantienen esas ideas
tuvieran que hacer el trabajo por ellos mismos. Claro que es mejor sospechar, y
mantener “una beligerancia absurda”, ciertamente que esto forma parte de una
situación. Esta se basa en la falta de fuerza de la democracia en el punto de vista
más básico el del ciudadano, el real no el imaginario. Opositores a este
gobierno buscan fiscales en “general” y esto debería ser fácil, los fiscales
como tales como reserva de los partidos que tienen que formarlos y encuadrarlos
forman más parte de un déficit que de una virtud en la democracia Argentina. No
obstante es cierto que las estructuras más viejas arrastran las formas antiguas
de fiscalización que en algún momento pudieron haber tenido sentido. Ahora bien
la pregunta, es si se puede dar un salto, y tener más conciencia de los
procesos, puede que en este sentido, sea más sencillo de lo que se piensa, y
que un pequeño aporte haga a la diferencia.
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