Las “aventuras” del Canario Carter:
I-
Un canario cínico, una no paloma, claro que se trata de algo
que no es del todo animal. Se trata de un no-abogado, se trata de muchas cosas.
Canario Carter, cagón, poco meticuloso con lo importante, con ocurrencias berretas.
Un “genio”, ¿qué se trata después de todo? Nada peor que no tener relevancia,
como un conjunto de personajes y el hijo de un proceso que no tiene fin. Entre
nomenclatura idiota, y el establishment del cinismo bien pago. Pareciera que se
trata de un “archipiélago GULAG”, pero creo que no, acá el vicio del hijo de
puta pervive siempre. Canario, o no canario, uno vivirá así, tengo que decir,
ciertamente que con encanto, con gusto a película, con amor y con placer.
Lo babeante que no es erótico, el no voto positivo por nada.
Me gusta pensar, en este desteñido, todo ha sido en vano. Todo es juego, y
azar, careta, que se cae, todo es juego, todo es pasar. La flacidez, el cagarse
con el frío literal, con el sorete con fuerza de que se escapa, en este mundo
decadente. Pero ni tanto. Todo tiene que ver con la fuerza del decir, de los
cretinos, de las amebas, de los adictos a decir la verdad que no forman más que
el ejército de los radicalizados pelotudos, al menos así nos lo tienen como:
“Apacigua a mi ovejas”. Perder el fin de la moral, con gusto como con la muerte
con el culo aire, con lo mojado. Hundiendo la galletita ante las heces que
flotan.
Todo recuerdo vale, el canario también es ese ser que se
tiene que morir antes que la cosa se ponga del todo jodida. Podría ser una
novela, pero no saber escribir novelas y asumirlo es lo mejor. Lo perversito
del asunto. Como llanto de un chiquilín, todos somos un poco ese pendejo ante
el sistema, cuando nuestras fuerzas, quedan por debajo de lo que debería cuando
muertos somos la excusa para que otros se sientan bien. Cuando los billetes
hacen la diferencia, con todo mientras la historia como arma de lo ridículo
conquista el espacio, cuando la tara de ella se hace periodismo. Que lindo es,
incluso cuando pensamos lo peor de lo peor, cuando todo huele a coloniaje y
fascismo, ¿Soldado francés sabe usted que cuando mata al musulmán esta siendo
un valiente para Celine? ¿Sabe que ser un valiente para Celine es ser un
genuino come mierda?
Qué buen léxico. El problema de las lealtades a los ideales,
todo tiene su sentido y donde citarse en medio de eso, como si fuera algo más,
algo de más, algo lleno de Sarduy, incluso si las locas como Sarlo no les
gusta, ¿Qué podría saber un canario de Constitucionalismo? ¿Qué podría saber de
1933? ¿Qué podría saber de las vanguardias? Siempre hay un meta, y un mete y
saca, vulgarcito, y ese lugar de la meta-teoría, la Betty la tiene clara, del
cetro del poder al que le imputan botox, a la estrella periodismo reciclado.
¿Quién ha vendido más y mejor a su familia? Sequen los soretes para que al fin
tengamos la infusión, sorete instantáneo. No hay médico que no haya vendido a
un laboratorio que no quiere sumarse en la cruzada. Tengo ese gusto a toz
crónica, incluso el mundo sigue siendo bello. Pero el porno no es claro, no
tiene la fuerza justa. La fantasía fascista, tiene ese dejo histórico. Tengo
“Fe”, pero el barbudo de la cruz no se deja querer. Y una, o uno, según el
caso, si muestra lo que tiene que mostrar apenas hacen algo.
La “literatura” de alguna manera es un ejercicio de memoria,
incluso cuando un hombre o una mujer poniendo el brazo frente a la cara se
saquen el semen al toque, incluso cuando eso sea bizarro, incluso cuando, la
idea siempre será pensar qué cuerpo, y por qué la idea viene “acabada”. Tanto así
que es un arte, en este empaste hay garantías. Es una actividad para dejar al
delirio cantar, es el pájaro azul. Tiene la dificultad de no tratar de
delatarse del todo. Como si fuera una gran simulación, a la vez una creación “heroica”,
pero del anti héroe, ni calco ni copia. Rezando como si fuera a caer meo, una
especie de bautismo, como gran parte de las fuerzas de la luz, de lo material,
como el embutido que se llena de moho. Como la garantía de los parásitos
adentro de los fiambres, como el “Amor de los Arrabales” que según Borges pecaba
de idiota, como la enciclopedia del lavado, del curro y de la estafa, como la
pobreza, y la pobre iluminación, como la fascinación auténtica por el
conurbano.
Chapándole la estría a San La Muerte , todo lo que ha
quedado por hacerse. Con gusto, con rockeros que van con los “políticos” o
rockeros siendo políticos, o como públicos que son masas asesinas, como las
bolsas del súper que pagas con la promesa que hagan menos mierda el planeta. Como
la cadera que se sorbe de la que no se sorbe, de los chistes de las minorías,
por minorías, cosas de tribus. Y la acción melosa de las frases necesarias, el
juego de la asamblea punk, el pelito sequito lleno de garzo. Chorreante pero no
porno, nadie ahí estaba tan a punto de irse por el caño. Y el sueño, la paz,
pero el esfínter se liberaban en trascender. La magia de la maldición del
mundo, en lugares donde todo es una forma más de dictadura. Obligados a pensar
e imaginar, el residuo, el pancito pasando en la mesa de mármol más sucia de
las gente que hicieron de todo con sus manos, que hicieron la pastita que luego
con mayonesa y pan terminan en la mejor de las gargantas posibles.
Canario sería un bastardo para decir qué es Buenos Aires, y
sabe que lo imbécil no quita lo cobarde. Con toda la indignación moral es un
cheque en blanco, y con eso puede que sea un buen inicio a un oficio
interminable.
Nada.
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