Gentrificación y delito en la Ciudad de Buenos Aires, ¿Cómo vender la seguridad y ganar el gobierno? (II)
Una polémica inicial- invertir la carga de la prueba para poder
pensar la inseguridad:
Hay que
delimitar una serie de puntos si deseamos avanzar sobre cuestiones que se
consideran esenciales. La primera, explorar las relaciones ciertas entre el
gobierno en general, su plan de gestión, su ideología, y su puesta en acto en
diversos programas y políticas públicas que terminan por delimitar el contorno
de qué es y qué no es, la gestión en general de cada área de la vida de
población que tiene bajo su control.
Para poder
tener una serie de casos representativos basta comprender las áreas de gobierno
y además entender las formas de intervención que combinadas dan la forma al
gobierno de Mauricio Macri en sus dos mandatos y su relación con la seguridad.
Justamente por esto hay que hacer una salvedad, el proyecto macrista esta
incrustado en la lógica de la argentina que se encuentra bajo el kirchnerismo.
En este
sentido podemos primero situar a la capital de la Argentina en relación a
otras ciudades, todas ellas, con relaciones particulares con la inseguridad. ¿Tiene
algo más representativo la capital de la nación? Ciertamente no podemos decirlo desde el punto de
vista de la seguridad o la inseguridad, y si lo hacemos debemos optar por algún
criterio en particular. Cabe pensar entonces, una razón que sea justificación
del caso de estudio. Podemos partir de una realidad, la primera es que la Ciudad de Buenos Aires
dispone en sí misma de algunas de las contradicciones más importantes de la
sociedad argentina. Una de ellas es su “relativa ausencia de autonomía” en el
uso de la fuerza, por lo que en el fondo, el uso de sus fuerzas de policía no
fue una forma contundente porque efectivamente no dependían de esta fuerza.
Podemos
comprender que la realidad especialmente mediática es la más importante a la
hora de elegir a la ciudad de Buenos Aires, a partir de allí la experiencia del
gobierno de Fernando De la Rua
fue paradigmática. No obstante este antecedente tiene que ver con una relación
que es cara al desarrollo de una idea de los medios de comunicación, la
política y la inseguridad. ¿Cuáles son las variables importantes para
poder entender el cómo del combate a la inseguridad?- podemos entender
que hay un mito de una Ciudad de Buenos Aires y de la Argentina como mitos de
la “regeneración”, en este sentido, el paradigma de una seguridad perdida en
una época bucólica, feliz, y en paz en una arcadia, es parte sin duda de un
imaginario poderoso.
Hoy en día
este sentido se ve claramente en políticas de adaptación de diversos edificios
a un nuevo uso político, esto se puede deducir por ejemplo en la exEsma.
Justamente cada política pública tiene por fin una re-asignación de los valores
en el espacio. Grandes transformaciones se dan a la par de una transformación
profunda de la ciudad, productiva y funcionalmente. ¿Cuáles son los proyectos de las
clases dominantes en la capital del país? ¿Quiénes son los que piensan y fraguan
las posibilidades de desarrollo de la política?
La
inseguridad es re creada por cada estrato social, no funciona por los medios de
la socialización de las víctimas sociales fundamentales, sino que es procesada
por aquellos que son expuestos como las víctimas privilegiadas.
Justamente
cuando se considera esto tenemos una visión clave de un divorcio en una mala
comprensión del Estado, justamente el gobernar menos, tiene un sentido claro,
un Estado privado de la “soberanía popular”, un Estado
colonizado, en parte por intereses, el mercado sin duda al menos en Argentina
altera la vida de un mercado que se torna inverosímil sino pensamos esta
relación.
Suele
mostrarse el deterioro de los sectores más pobres para demostrar que el gran
problema está dado en las transformaciones de sus formas de vida y cómo el
Estado los ha condicionado en forma tan terrible que la violencia media entre
ellos, y crea existencias fragmentadas. Cierta suerte de propia segregación se
puede derivar entonces de una comprensión y de una observación centrada en la
crítica de la pobreza, de su naturaleza, de su gobierno y de su existencia, ya
sea para impugnarla o naturalizarla. En todo caso, la clase dominante, los
ricos. Estos se presentan como la contra cara, privilegiados, víctimas más
mediáticas de la inseguridad, los que pueden pedir la “pena de muerte” y hacer
un debate público. ¿Por qué el apoyo de los ricos y famosos puede determinar la vida de
personas que no son protagonistas en la televisión?- podemos afirmar
que esta conexión no es vano. Las clases medias, tienden a identificarse con
las clases dominantes, las clases dominadas, no siempre tiene una relación
clara con estos valores. Lo que si podemos entender es que la cultura dominante
sobre la inseguridad, es distinta que la acción del Estado en el plano concreto
sobre el problema de la inseguridad.
“La
burguesía nacional”, en este sentido es representativa, rentista,
dependiente del Estado, construye su ganancia a la par y de acuerdo al capital
internacional. Son la primera línea de acción a la hora de administrar los
grandes territorios del país, entre ellos la capital federal. Este es el sector
social, con la mejor representación mediática, con la suma de los patrimonios
culturales, simbólicos y políticos. Por eso su éxito en el progreso en la
extracción de riqueza lleva a la desposesión real de millones de personas.
Ciertamente que no se puede dividir si no se quiere replicar la moralina entre
pobres malos y buenos, ni entre ricos buenos y malos. La burguesía nacional en
este sentido en su sentido más claro habita en las mejores zonas, construye
para sí su propia ciudad a expensas del resto de la sociedad. ¿Dónde
quedan los espacios para los pobres?
Si podemos
pensar en la concentración del consumo en el Shopping con su forma especial del
control del delito, el pequeño delito, donde menos ocurre la violencia, donde
el acto de consumo se puede dar sin pena ni remordimiento. Es verdad que esta
es la realidad de una contra-cara, la cárcel, allí la desposesión es máxima,
sin propiedad, sin casa, sin alimento, sin seguridad por la propia vida. En el
medio orbitando barrios, calles, museos, iglesias, policías. Mientras que los
delitos más complejos no tienen territorio, no ocurren en un punto en
particular, y sus consecuencias y víctimas fácilmente se ocultan, el caso de la
trata de personas es ejemplar en este sentido; el delito callejero es lo
contrario.
Poder
invertir la carga de la prueba, es en primer lugar analizar el lugar del
privilegio ante la ley, el privilegio ante la policía, el privilegio en suma
ante la cárcel. En una suerte de existencia superflua, lo leve se da en torno a
la presencia puntual pero a la vez distante de la sociedad de todo aquello que
es lo más privilegiado por excelencia.
La
inseguridad de los ricos y de los pobres choca una sobre la otra, y la
iniciativa tiene que ser a la fuerza de las clases dominantes. En este sentido,
el Estado argentino mantiene una coherencia. ¿Por qué la simple crítica
teórica del liberalismo bastaría para poder entender la realidad de la Argentina contemporánea?
Argentina se integra al liberalismo a la par de la globalización, sacrificando
el nacionalismo que había formado una parte del ideario que en distintas
versiones habría contenido una suerte de imaginario, el cual sin nunca llegar a
ser “welfarista”
contaba con la esperanza de la vía desarrollista o populista para poder lograr
sus objetivos. El estado keynesiano en las formas europeas es imposible en
Argentina, los derechos sociales son en acto menos capaces de paliar la
situación particular de la clase obrera en Argentina.
La clase
dominantes transnacionalizadas, comienzan a idear una política penal a la par
de la experiencia predominante la estadounidense, que en cierto sentido como en
Europa comienza por la elección de sus víctimas privilegiadas para el sistema
penal. En Argentina, una pretendida consignación de raza, tiene una Argentina
europea, blanca, culta, porteña, frente a una Argentina negra, o mestiza,
americana, y de la periferia. En este sentido, los migrantes internos funcionan
siempre como la primera forma a castigar y su necesaria asimilación a los
inmigrantes principalmente latinoamericanos.
Justamente
para negar a la ciudad fea, la cual no se invierte, no se dedica ni el tiempo
ni el esfuerzo, la cual no vale la pena gobernar, o mejor dicho la cual se
gobierna sin que valga la pena hacerlo, crece a la par, la ciudad, gobernada
por los que merecen gobernar. La paradoja es sin duda alguna la maximización de
las tesis propias del liberalismo democratizante del fin de la dictadura
militar. El Estado evoluciona a la par
de particularidades. De estas se derivan una suerte de axiomas sencillos, a
mayor desigualdad, más importante es sostener los valores de la
buena sociedad. Como proceso circular, el sentido común introducido en
las clases populares, luego es utilizado por las clases dominantes para
presionar sobre la dominación.
Esta
paradoja reviste una forma muy particular de política, el Estado interviene en
formas claras en pos de asegurar una ideología clara, entre ella, sostiene un
estatismo, su articulación conviene decirlo es la tutela de clase obrera por
parte de los sindicatos burocratizados, la policía en los barrios populares, la Iglesia y la escuela como
cortes transversales. En este sentido, la tradición profunda de la Iglesia y su relación con
el Estado se disputan el sentido de la pobreza. Derechos o asistencialismo, el
Estado argentino mantiene una tutela sobre las poblaciones más pobres.
Las
reformas del Estado han sido antes que nada fiscalistas, cada descentralización
ha trasladado los costos sobre bases inverosímiles de impuestos, y esto a su
vez conduce a una realidad dislocada. La precarización de la vida, es ante todo
una medida económica, la base del extractivismo actual, base del modelo sojero
y minero, y la disputa por la renta exhibida en las retenciones, conserva una
suerte de permanente idea sobre la renta.
Es en este
sentido importante entender que el propio desarrollo de la sociedad conlleva a
una fuerte aseguramiento de la –inseguridad- la violencia, y la asimilación de
los sectores subordinados a través de ella es fundamental. La seguridad
jurídica, si se quiere no es una impugnación simple a los derechos de terceros,
es la materialización, de la reproducción del capital. El capital ordena el
territorio.
Casos clave
son el desarrollo del Shopping Dot por ejemplo, y su relación directa con el
barrio adyacente. Un mismo efecto que se ve en la gentrificación que ocurre
en la zona adyacente al Abasto por el proceso de instalación del Shopping. Esta
historia tiene extrañas correlatividades, la salida de la prisión ubicada sobre
lo que hoy es un parque a escasas cuadras del Alto Palermo muestra como desde
hace un tiempo prudencial cada intervención tiene por fin, arrancar un pedazo
de tierra, alrededor de la inversión capitalista. Cuando consideramos que hay
futuros shoppings proyectados. Si además analizamos la forma en que se colocan
los gastos fundamentales y los festejos masivos de la población en la zona neurálgica
de la sociedad, comprendemos como por ejemplo el Bicentenario del país, fue una
prueba más de la concentración simbólica, de la acción del estado diciendo
donde y cómo deben ocurrir los eventos más significativos. En este sentido,
invertir la carga de la prueba es exponer que la
Casa Rosas y el Congreso de la Nación hoy tienen rejas.
También es
conocer directamente el auge de las torres como unidades seguras para vivir,
que varían enormemente de acuerdo a cada zona de la capital. En este sentido el
Pro no tiene una existencia esquizofrénica sobre una Argentina que se
resistiría por todos los medios sino que por el contrario se alza como una de
las tantas variables, de la propia burguesía.
¿Por qué el
Estado debería cambiar sus políticas sin una presión por parte de las bases
sociales? ¿Acaso no fue la crisis del 2001 y su restauración en 2003 la base de
este proceso? Cuando se lo considera, la recomposición de la burguesía
nacional, viene de la mano de la noción de “País Normal”. País normal de acuerdo
a lo que era el 2001, en una crisis profunda de la hegemonía, pero a la vez en
una oportunidad de ganancias extraordinarias. El fin de la gran recesión de
1998 que termina en 2001, muestra como la inseguridad, con De la Rua tenía una cara, con Duhalde
otra, con los Kirchner, una tercera, ¿Qué eslabón representa Macri en esta
cadena?
Esta idea
es importante, ya desde el slogan de “Buenos Aires Ciudad” imitando el “New
York City”, Ciudad de Buenos
Aires queda reducido a una voluntad política de hacer sonar lo que termina por
ser cacofónico. Pero en este proceso de aculturación, se sostiene una nueva
breca entre ricos y pobres. Puerto Madero fue sin duda una gran especulación,
una posible muestra de lavado de dinero a gran escala, la consolidación de un
nuevo barrio para ricos, el avance drástico sobre territorios inútiles de la
ciudad y una experiencia piloto, en este sentido el menemismo sienta la base de
la gentrificación.
Claro está
que la gentrificación presiona las fronteras sobre los barrios, y experiencias
que no tienen el poder adquisitivo. La burguesía nacional, emprende como
emprendió en 1880, el diseño y la gestión de toda la ciudad de Buenos Aires. La
restauración del orden público, llego con condicionantes claros- la
descentralización de la administración de la Ciudad de Buenos Aires, fallida aún hoy, una
política selectiva con el sur de la ciudad. En este sentido las carreras de
autos por avenida del Libertador, son un ejemplo particular contando la ciudad
con un autodromo. Pero estos nuevos usos del espacio son parte de una puesta en
escena, ciertas formas de recuperación del espacio urbano, demuestra una forma
particular de concebir la totalidad.
La
totalidad ha sido reconvertida por fenómenos que tienden a ser convergentes, en
todo proceso de gentrificación ocurren fenómenos de muchos niveles diferentes.
El primero de ellos es el avance la gran burguesía.
La
transformación por medio de la inversión del gran capital, afectando las pautas
de consumo y aspiraciones afectan en última instancia a la seguridad. Seguridad
que tiene aireaciones poco realistas también a ese nivel. El “delito
aspiracional” como síntoma derivado del delito callejero, la relativa
combinación de un imaginario común. Las nociones entorno a una vida
privilegiada que a la vez tiene que ser segura.
La
inseguridad y algunas de sus manifestaciones políticas, van de la mano de la
crisis de la movilidad ascendente. Una movilidad que refleja una cierta pérdida
en la fe de la propia sociedad para poder darle “solución” a sus problemas.
Esta consolidación de la desigualdad del ingreso combinada con una presión por
el consumo que se ha mantenido en la década del 90´ y en la actual, da una
línea de continuidad de la cual el macrismo no es ajeno. La paradoja de una
ciudad con más autos que disputan el espacio con las bicisendas, y esto a su
vez en la presión de dejar los autos en la vía pública a falta de cocheras,
todo gira en torno al espacio público, cuando aparece el “trapito”, las ideas
en torno al uso del espacio se han maximizado al máximo. Incluso cuando se
quiere por fuerza como intento débilmente el Pro ampliar el uso del
parquímetro.
Todas las
intervenciones del macrismo, desde la bicisendas, al metrobús, pasando por la
usina del Arte, los contenedores plásticos de acuerdo a la basura, la política
cultural, el reciclado del Teatro San Martín y el Teatro Colón, todos conviven
con transformaciones a la par de la gentrificación. El espacio público,
principio del valor inmobiliario crece en importancia, no así en escuelas y
hospitales, los derechos civiles cuidados versus los derechos sociales, tienen
una batería de políticas que los sustentan. La necesaria parida de embellecer
los parques a la par que se los enreja, tiene por sentido la asociación de
calidad de vida y seguridad.
Valores
convergentes desde el punto de vista inmobiliario, desde el punto de vista
político y desde el punto de vista estético, que terminan por ser la
comunicación institucional de Macri en su propia campaña. En este sentido se
debe considerar que a las experiencias asamblearias de 2001, le han reemplazado
las técnicas de un gobierno de proximidad superficial. El control político y
administrativo está de la mano de la no independencia de las comunas en la
ciudad de Buenos Aires. Las comunas por sí mismas podrían haber sido la ventana
para la “gentrificación”, la seguridad, y otras variables, habrían dado un peso
más importante a las variables locales y civiles. No obstante el Pro ha
preferido mantener su control previo de las grandes decisiones de la ciudad.
La ciudad
carece de un planeamiento urbano relevante. No respeta en gran parte las
propuestas de planeamiento, por su acción la infraestructura no acompaña al
resto de las políticas. Las tradicionales políticas de seguridad, como el alumbrado,
o el enrejamiento conviven con otras prácticas.
El
reflexionar sobre las prioridades cambiantes del gobierno de Mauricio Macri en
la ciudad de Buenos Aires puede ser una buena pauta para poder comprender,
polémicas generales de estas consecuencias, la propia victimización de este
como parte de una extorsión, muestra como hay una suerte de espejo entre la
realidad del vecino, y la realidad de la máxima autoridad política que no es
real.
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