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Lobster:


Muchos de los que conocen las historias pueden saber que algunas son hasta asqueantes. No por menos podemos decir que hay un arte, un arte asqueroso. Uno podría pensar en escenas tontas como aquellas donde una persona se queda completamente atragantada. Estas cosas le pasan a gente como Bush, o cualquier otra. Esas muertes a veces son absurdas, la garganta traiciona, la jeta azul. Nada más y nada menos que eso. No se si es la mejor imagen, sabemos que la muerte puede venir de la mano del inocente jamón crudo tal cual si el cerdo se vengará de su asesinato. Hasta podría ser. Un poco de “magia” nunca viene mal.

Todo relato tiene de por sí cierta historia, esta cosa de la lentitud que caracterizaba a la víctima de su eterna despreocupación. ¿Era eso lo que la convertía en langosta? ¿Cómo saberlo? Al fin de cuentas nada de eso tuvo sentido. Pero podría jurar que por eso la historia era hasta graciosa. Todo se tiñe de nostalgia, o tal vez de cruel indiferencia. Es un juego terrible es como comprar una casuela de mariscos como verlos, ahí flotando en el caldo sin que nos digan nada. Algún pesimista desilusionado del alma humana diría que somos primeramente morbosos. ¿Por qué dudarlo? Yo no pensaría tan mal, tal vez fueron esos olvidos, esos descuidos, esos arranques los que terminaron tan mal. Pero todo huele a crimen y molesta. Sobre todo cuando es misterioso, cuando es raro y hasta tal vez patético. Una cosa es pensar si un arma se dispara sola, tal vez por negligencia pero este caso era distinto. No había elementos cortantes en la escena, sino simplemente un cadáver terriblemente hervido.

Sí ciertamente era trillado. Hablar desde un después quita lo más terrible. No era un relato de Lovecraft. No era una mujer langosta que desde el más allá tienta a las personas en la costa a que se muera el mar. Simplemente era una cuestión distinta. Uno podría pensar que la langosta sería una historia trillada como esas de invasiones espaciales podrían creerlo y con razón. Aunque en castellano esto es peor. Porque la langosta puede ser el animal que devora las cosechas, el cual hasta es bíblico, la terrible plaga. Es decir, la idea en suma que viene y se lleva todo, funde la casa, deja a la víctima sin un mango y va por otra y otra. Algo así como una mujer mítica y vividora. Tal vez esta confusión se salva con el título, en inglés, “Lobster”, esas cosas que tenemos por buscar la palabra.

Casi como una mano llena de tinta que en todas partes se mete. Tal cual si tuviéramos pinta de infantes y nos mearamos encima. Ante tan terrible idea se puede elegir. Tenemos que elegir, tenemos que pensar aquello que hacemos. Pero cuesta, cuesta como un moco que nos quiere comer el cerebro, es asqueroso. Cuesta escribir, cuesta buscar las noticias más raras, darle copete, hacerlas comerciales. Pero esto no es noticia es relato, pero maso menos es igual, demasiado moral o demasiado banal termina por ser útil para ser fumada al instante, es droga pura. La chica langosta en suma, es algo así como la langosta de los Simpson, amada en su abulia, amada por ser testaruda sin sentido. Con eso basta, con eso tiene que bastar. Pero la idea era mantener las distancias. La muerte fue ante todo una cosa mala, una cosa incómoda. Algo que no podemos resolver. Pero ante todo si podemos decir que en el sentido de lo más negro que puede pasar. Era como si la hubiesen cocinado.   

Cómo se trata de hacer las cosas de que parezcan otras, bueno como cocinar. Cocinar es complejo más si a uno lo juzgan, ¿Imaginan un dios cocinando? ¿Un dios que nos cocine? Sería una gran parodia, pero buena imagen. Soñemos de más. Podidamente con los dedos cortados, un dios. Un dios que mira una mesada gigante. Algo difícil. Una langostita que es juzgada desde lo alto desde el terror, desde la “oscuridad” que muchas veces fue asociada al bosque, al mar, al borde de la civilización. ¿Por qué no a la ciudad desierta? Porque no la desesperación de no tener dinero o tantas otras cosas.   

Un dios podría viajar en metrobús simplemente para crear parábolas, un dios podría hacer colas interminables, un dios podría hacernos sal como a la mujer de Lot. Un dios en suma podría multiplicar las recetas y combinarlas al infinito. Pero dios no existe. El mundo es triste y sombrío. Los “infieles”, son fieles a su fe, una fe más. Nadie camina para atrás cuando gasta plata. Es el momento clave, ahí se despierta uno. Va duerme, el culo se le frunce del frío.

¿Qué carajo tiene que ver esto? Bueno como sabrán el que come gente sería caníbal, tendría que serlo, lo es, Lecter lo era, Jodie Foster lo miraba en silencio y con horror. Él conocía la mente del criminal, el buscaba compensaciones jugaba con sus captores. Supongamos que uno conoce a un caníbal supongo que si uno lo conoce podría forma parte del menú pero digamos que uno no es parte de este y que no es el propio caníbal. ¿Sería un gen de Torquemada el querer cocinar a una persona viva?

Uno puede escribir historias estúpidas como de parillas donde se asesina gente pero eso no irá a crear la idea. Carne trozada y sangre por doquier, un clásico, moscas sobre las bocas abiertas de los cádaveres. ¿Qué más da? No somos nada, podemos ser una tuba si que mata gente porque se aburre que pide guillotinas, un poco lo de siempre. No se. La chica, la tenían por langosta. Tal vez por crustácea, por silenciosa, suculentamente deliciosa, digna presa. Desperdicio del lujo más complicado. Sí entonces, sí era la langosta. No me digan si eran culos o piernas, o tetas de langosta eso no hace a la cuestión. No tiene sentido buscar el parecido entre un mamífero y un crustáceo, Linneo ya nos arruinaría el eterno juego de espejos.

Muchos podrían decir que este relato es negro. No podría negarlo, esencialmente es así. Tampoco podría decir que es un dato menor. Como conocemos las personas, su carácter muy especialmente tiende a ser ridiculizado. Así porque no pensar en esta idea de la langosta como una analogía poco feliz, y a la vez razón extraña de lo que fue su extraña desgracia. Tan extraña era después de todo que al fin de cuentas generó una historia.

Como entenderán la vida de la chica langosta, era normal, desamcomplejada tal vez sin demasiada necesidad de un gran sufrimiento, sin problemas, sin grandes problemas, el encanto en suma de un rostro relajado, de estallidos de ira esporádicos; nada del otro mundo. Molesta y cansadora de a ratos. Podríamos decir que los hechos de una vida muy pocas veces nos pueden hablar de algunas causas de muerte o de golpes de la fortuna. Estas cosas suelen ser las extrañas, las que dejan sin duda de presentar una gran molestia. Por esta razón no llevo demasiado tiempo gastar y reinterpretar lo que fueron sus últimos días.

Muchas veces se podría hablar de la idea de una “bañera asesina”, o tal vez contar con la idea tal vez ya gastada hasta el infinito de ese primer plano donde un cuchillo entrando en escena corre la cortina de la ducha y allí el horror. Cuenta ser imaginativo y bizarro sin caer en la ciencia ficción o la fantasía sin que aparezca el duende malo, los cuatro jinetes del Apocalipsis o entidades similares, sin que las hornallas de la cocina vuelen. Esta fue una muerte rara, tan rara que es como todo lo raro importa cinco minutos, la gente no sabe si reírse, temer o llorar pero a fuerza de estar tranquila, deglute y caga. Así es vivir en la modernidad tan instantánea como un caldito.

 Todo eso es cierto, pero no es este caso que a fuerza de desgracia o de extrañeza se presentó de otra manera. Lo podemos decir con tranquilidad. Ciertamente que la vida enseña que los enemigos si es que se los puede llamar así aparecen en muchos lugares de maneras diversas, desde el que se afana los cambios hasta el que te hace cornudo hasta el final, lleno de credenciales. Tal vez sea eso, lo que condujo a una muerte tan rara, o tan racionalizada. La cuestión es que el “delito o accidente” quedó como accidente como extraña casualidad como un juego errado y mal pensado. No fue pensado como una conspiración o similar. Ya que podríamos pensar que había conspiraciones para todo. Tal vez el mundo sea terrible y la gente prefiere pensar que el plan maestro es más malo que la incompetencia, la codicia, los errores, las medias verdades y sobre todo las ideologías de los que intervienen.  

Todo tenía sentido, va algún sentido extraño pensemos en lo que era ese baño. Viejo, lleno de sarro, con azulejos rotos y vueltos a pegar, con un techo lleno de hongos que tenía una mancha negra, en la cual el mismo Satán podría habernos visto con ojos gatunos. Algunos que desentonaban aún más y lo volvían más extraño. Arriba de todo como un mal oficio, había una gran campana o plancha cóncava de metal. Todos los días, el bañarse cuando pasa, tiene que ver con este sometimiento a una bañera bastante vieja y grande por cierto en este ambiente. Todos los días, el agua de la ducha hierve, porque bañarse en lugares fríos demanda de ese calor potente y derrochador de un termo tanque que trabaja en su máxima potencia. Ese condimento del vapor que da esa imagen confusa de un cuerpo desnudo o de cincuenta da igual. Todo eso tiene su correlato, un culo que se ve por un espejo. Alguien que entra y el vapor lo repelen. Eso es un baño más si no tiene ventana, es decir que el baño el selvático que la baranda si no se lo lava es aún peor. Un nido de plagas terribles. No era el caso de este baño, este simplemente era grande y gélido. Apoyar el traste en la madera del inodoro era un suplicio, era parte de un chiflete que entraba por las puertas. Era parte además de un agujero en la pared, pequeño donde el viento hacía estragos, donde los trastes parecían que se metían a un freezer.

¿Una estufita tal vez? Podría ser. Pero no siempre la estufa tiene la potencia, hay veces que sería casi menester tener una estufa, pero la estufa eléctrica es otro peligro mortal. Claro que si uno esta en un inodoro no pasa nada. Pero cuando uno se baña, la radio, es tostador, ¿la plancha?, el I-pod por suerte no. Generan terribles peligros a la vida humana. Enchufar una heladera con los pies mojados puede matar. Tanto así que bueno, lo terrible de ese baño es que era calefaccionado a fuerza de agua. Agua que a mucha gente literalmente desquiciaría por lo fuerte que estaba. Un calor que dejaba las pieles rosadas y oliendo a jabón. Los cuerpos que muchas veces vienen chivados de un largo día de recorrer con millones de humanos una cadena sin sentido que va de un lado para otro en horas arbitrarias. Donde los pedos quedan encerrados en los subtes y los aspiran todos. Es medio asqueroso pero es real. El sebo crece, el hambre también. Pero la langosta es cara comer. Uno come arroz o fideos, o guiso, o lo que sea. Quizás un paty. Con toda no basta para superar esta mezcla de principios de siglo remarla en ese dulce de leche. Porque si uno escribe tiene ser serio. Es más un escritor de talento jamás diría que la víctima se rascaba el culo mientras la estaba a punto de ahogar. Pero no es el caso.

Hoy por hoy la crueldad de la sociedad es tal que estas comedias negras se estrenan, y nosotros pobres angelitos, las vemos. Esto de lo Gore, sanguinolento, de escupir leche con colorante como si fuera una pornografía barroca. Aunque seamos justos, como expresaba Bataille, todo eso que se hace sacro porque hay un fiambre. Como decía Heidegger eso de andar creando nociones como fiambre para no hablar de la verdad y como nosotros contaremos la historia de la langosta de la mujer que muere como tal. Como una persona que vive en la pecera de la propiedad, de su morada y ahí es raptada por Hades (que no es jugo, hay veces que temo que sobre-entendamos demasiado las cosas, patetismo obsesivo). Sí, así fue, como el amor, pasó.   

Costaría pensar que se trata de la vida real pero así fue, la vida es rara es como la gente que uno se cruza varias veces sin saber, es como el timo de la comida cara. No se trata de que seamos buenas personas los que conocemos la historia después de todo no hemos luchado para saber qué paso, y por qué paso, acá nadie ni un solo vecino escucho nadie escucho. Sería una mala reedición de una casa poseída, ¿habría vivido un banquero allí antes? ¿Sería un bulo que tenía? ¿Por qué tan extraña cosa? No se nada de demonología así que apenas puedo explicarlo.

La cuestión es que esta idea de la alegría se va tornando tétrica, digamos que cuando todo el departamento sea agua, y esa agua salga para afuera y los vecinos quieran llamar a la dueña para decirle que era básicamente incapaz de dejar que su casa se inunde, justamente entonces es cuando nadie contestaría. Los vecinos cómodos, primero buscan al portero, el cual nada quiere hacer, no quiere romper la cerradura. Esta extraña inundación al no ser un incendio era algo que le parecía secundario y no era justo entrar al departamento. Una casa entonces, no puede matar a nadie, menos aún una casa donde nadie nos quiera matar. Estas estupideces aparecen en la mente de una persona que empieza a dudar que esta historia no sea un asesinato, uno al no ser un sicario de profesión no sabe si esto de matar es complicado o no. Como toda muerte la gente toma dos posturas o se horroriza o la banaliza por lo cual no sabemos qué pensar. A mí en parte me la contaron y me la contaron mal.

Podría contar entonces lo que pasaba en esos momentos. Entienda uno que la casa tenía un pasillo que daba a ese baño, ese pasillo tenía grandes ventanas por lo que como efectivamente se encontró, había que cambiarse allí y no afuera, a lo que se suma que la puerta queda abierta para que el vapor pueda irse por le ventana del pasillo. No podría decir mucho más, cámaras no habría en la casa. Por lo que imaginar qué hacía en esa casa es demasiado. ¿Quién sabe que haría? Eso podría decir una vieja morbosa que quiere proyectar fantasías sexuales de cualquier clase o cualquier persona que ratonará con cualquier cosa. Entendemos lo raro de esto, fue un accidente, es raro, un accidente es caerse como pancho por un jabón. O mismo romperse la cabeza con la bañera, eso es un accidente puede pasar, tiene sentido. Es también ya que hablamos de morirse con electrodomésticos morir con un amable secador de pelo, nada de esto pasó.

No fueron los ovnis, ni las energías raras, malas buenas, “ocus-pocus”, el familiar triste rasgo de la ignorancia o algo así lo que generó esta calamidad, ni las ratas las que intervinieron en este suceso. Tal vez todo será parte de la misma historia como una serpiente que devora a otra sin mediar necesidad de explicación ya que como sabemos las serpientes no hablan y a veces el documentalista tampoco habla entonces, ¿quién podría decir que unas serpientes que se devoran se tienen que hablar? Es absurdo, estúpido y ridículo pensar eso, aunque a veces nos gusta pensar que vale la pena que exista una razón, la serpiente ni va decir: “Tengo hambre”, las serpientes no tienen Factbook, no tienen Twitter, los asesinos seriales serios tampoco, los demonios sin duda que lo evitan,  quizás “#partusa infernal” @ soy- re-malo (estamos hablando de una entidad maligna que además sería Hipster, un horror a la vez terriblemente post-moderno, es decir un horror que deja el catecismo medieval) sea algo más relativo al porno que al mundo del completamente imperfecto, tengamos miedo, nada peor que la bestia del anticristo, Flavio Josefo no pensaría lo mismo, pero que puede hacer un historiador romano del siglo I versus los predicadores niños y otros taimados que salen en televisión para vendernos la salvación.

No sólo destruyendo este ser terrible, el mundo sino posteando en las redes sociales las desgracias, sería algo como una CNN, o un TN que supiera todo desde toda la eternidad, encima no sería que Abaddón haría otra cosa que comentar sobre esta terrible tragedia que se llevaría a la humanidad. Disculpen el delirio la cuestión es si lo haría con citas bíblicas o no. Todo eso sacado de todo sentido, de todo principio, en la soledad, en la idea tonta de que vendrá un movilero a la puerta de la casa, ser famoso tal vez incluso después de haber sido. Ellos se quedaron con la idea de la langosta, la volvieron “popular”, leyenda urbana. Las teorías eran delirantes, pero ¿falsas? ¿Quién podría decirlo? Había un grupo que pensaba que por Caballito había un caníbal. La descripción era de un pelado, algo demasiado genérico que tenía una ferretería o que tuvo una ferretería. Ni siquiera era del barrio sino que hacía visitas al barrio para ver parientes. Jamás se pensó o quedo huella alguna del supuesto agresor. Mientras más lo pensamos podríamos creer que era una chica tonta pero por el contrario, esto es más un relato de terror que de risa. No era que tenía antenitas ni que estaba disfrazada de langosta no era como esos casos de personas disfrazadas de empanadas que suelen ser jocosos. Aquí se trata de una muerte y la manera en que es contada. Podríamos pensar, que se estaba bañando apurada para llegar alguna parte que sería fundamental no prestar demasiada atención, ¿Alguien presta demasiada atención a su propia casa? Yo diría que no lo que molesta de esta extraña muerte es su relación con todos los demás factores.

Justamente esta no es una historia de detectives sino que por el contrario de gente frustrada que casi se siente simiesca, como el partido de ajedrez a tablas entre dos papagayos. No vamos a resolver el caso, no sabemos si el caso existe, ya no hay abogados interesados y se ha perdido en medio de una burocracia que no tiene ni principio ni fin. Por eso tal vez esta muerte sea cómicamente negra o tal vez sea ruín sin gusto, sin brillo alguno.

Como si fuera una publicidad de “Shampoo” (que uno lee Champú), hay toda una canción de cumbia que hace una fina elipsis sobre el tema como sabemos de hacer referencia a la cabeza y a la concha al mismo tiempo. Genialidades que nos llevan desde un Hörderlin a lo que podría ser el Pitty, y otros tantos poetas. Cuestión finalmente como contamos que un día de frío muy terrible y de trabajo sumamente cansador, una situación de stress que es casi imperdonable lleva al siempre común baño. Por los días eran fríos, ella la chica, había subido hasta el tope el termo tanque que parecía que respiraba como dibujo animado cada vez que entraba en uso, eso podría ser porque era viejo. La vetusta maquina tuvo que ver con el amargo final. Para ser exactos según lo que suponemos de una vieja que vive del otro lado del pasillo y aparentemente sólo escucha lo que pasa en el pasillo ha abandonado la radio, y la televisión, la chica llegó cuando el sol se cae o se va por la boca calle a eso de las seis, seis y media. Nada raro paso, no había bolsas del súper, no había nada. Ella ese día como siempre miraba por su cerradura así que lo sabe. La puerta como a todos los curiosos se le cerró en la cara ahí empieza el misterio.

Digamos que tal vez encendió la radio, o podría haber comido un sándwich, con  mortadela si es que había. No tengo información sobre la heladera y quien sabe si cuando entraron los vecinos alguno no se tentó y se bajó lo que encontraba. Otros podrían creer que este extraño accidente es resultado de extrañas técnicas de masturbación. Pero dudo que se trate de eso, se trata en todo caso de algún misterio más grande. Cuando la gente no tiene deudores ni acreedores aclarar un deceso es más fácil. Por lo que en esos últimos momentos, tal vez, eligió mirar una revista o llamar por teléfono lo cual como le podría haber llevado media hora. Con toda la resolución esta cerca. Nada podría cambiar este destino, saben así maso menos se plantean las tragedias. Pocas veces se opta sin embargo por tragedias terribles y mínimas. Toda tragedia para ser tal tiene que ser dramática y extensa, el concepto de agonía es fundamental. No es el caso, esta persona se va a morir. No va defender nada, no va a pensar últimas palabras. Yo creo que fijarse sobre la extraña cosa de su baño podría haber servido. El mantenimiento siempre es un dilema, ¿Para qué arreglarlo? ¿Tiene sentido gastar en eso? La cuestión es que tal vez los tornillos uno imagina se aflojaron, a menos que creamos la teoría de un demiurgo (dios) que con una manota bajo la plancha de metal. Por lo que terriblemente no habrá llantos, ella se mete al baño como siempre, no cierra la puerta, las ventanas de afuera están abiertas.  El “chucho” es un horror, tanto que se apura, abre al máximo la ducha y la canilla las cuales hacen verter un líquido caliente, inodoro e incoloro (conocido como agua), agua caliente y a presión.

Sino uno piensa sobre el origen de la chapa, el chapa en sí es el lugar donde las cortinas se fijan, aparentemente esas cortinas, eran circulares ergo, pesadas cortinas cubrían de todos los ángulos antiguamente el baño. Esto tiene sentido y hace posible que en una casa, se pueda bañar una persona y otra pueda lavarse los dientes, las manos o lo que sea. Por lo que esto ahora sin cortinas, funcionaba como antes. La plancha era sin dudas el enemigo. Nada mejor para pensar en la relajación del agua caliente, la cual más el shampoo, el acondicionador, (hay gente que se lava los dientes mientras se baña, la razón…. Desconocida), pero no tenía en sus manos un cepillo y una pasta. Lo que sí sabemos es que esta chapa sería la culpable. Sí era eso, la chapa, una chapa que tenía que caer. Podríamos decir, según otro vecino que miraba siempre por la ventana de su esperando que un día la puerta estuviese aún más abierta y así poder mirar algo. (No tenemos la culpa de que el departamento este lleno de Voyeur, pero el relato no era claramente omnisciente), que estaba canturreando alguna canción según el bastante mal. Se oyó entonces un ruido seco.

Dejó de cantar, el vecino que seguía mirando, tuvo que atender el teléfono, se fue. Ciertamente la chapa golpeo, y metió a esta mujer bajo el agua. Este golpe desorientador, el peso de la chapa. Y el agua, generaron algo así como el pánico. Cuando se ve la cara se puede aducir que un ojo quedo inhabilitado por lo menos temporalmente de mirar. Siendo justos debió luchar contra esta chapa que parecía la tapa de una olla desesperadamente. Golpes secos sobre una ducha que ahora mojaba la chapa y una canilla que seguía haciendo su trabajo. Por lo que se estaba cocinando en una sopa de jabón y shampoo. Si esto estaba forzado por alguien no lo sabemos no se puede saber y aparentemente nadie se sentó sobre la chapa para hacer imposible su salida. Tal vez se ahogó. Tal vez lo caliente del agua empeoró las cosas, tal vez esos vecinos metidos no fueron suficientemente metidos. En quince minutos sabemos que la chepa, va imaginamos no se movió más. Al tener la autopsia no sabemos mucho más, se ahogó rápidamente o golpeó. Eso no lo sé, si golpeo, ¿pudo gritar también por socorro? Terriblemente estas cosas son las que no saben. La teoría del perverso era el que tipo la iba a hervir viva, y para eso, la iba dejar calcinarse bajo el agua. Luego la sacaría y se la morfaría. Si esto iba a ser sin asco, sin meditar demasiado. Sin problemas.

Como final, el caño se tapo y la bañera empezó a rebalsar. La tapa no se movió pero el agua empezó a escaparse y ciertamente una buena de ella estaba sanguinolenta pero no toda, y así fue invadiendo los ambientes. Todos los ambientes y el calefón que siguió su faena infernal continuaron trabajando y arruinaron el piso de madera por cierto. Hasta que llegaron al pasillo por lo que la vieja vecina se dio cuenta y llamo al portero. El cual no quiso subir y por lo tanto lo tuvieron que llamar varias veces. Cuando al fin subió no quiso intervenir, luego el otro vecino mirón se extraño. Así que promediando las ocho, si tal vez las nueve, por la “velocidad” con la que policía metropolitana o federal, eso no lo sé fue al domicilió ya estaba efectivamente no calcinada pero si hervida. Tan pasivos fueron todos los que intervinieron que un hecho que era remediable fue un desastre. Cómo ven, es mejor siempre inventar causas imbéciles que tratar de dar una solución concreta y rápida. A veces respetamos la propiedad y la intimidad a medias, sin hacer moralejas claro está. Nadie esta obligado en ver que le pasa a su vecino o vecina, porque después de todo si la están moliendo a palos o similar, mucha gente puede asumir que se lo merece o quién sabe qué. Eso es el problema de los vecinos, las leyendas, las apariciones, etc., etc. Nos aleja de la vida real. Lástima que no salió en el noticiero, así me lo contaron, así se los cuento yo, que nunca tuve talento para contar nada.   

        


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