Argentina, discusiones entorno a lo políticamente correcto.
Si algo caracteriza al siglo XXI es la velocidad con la que
se dan respuestas en política. A esto debemos sumarle ya de por sí el papel de
aquellas cuestiones en un plano más amplio, a saber, ¿qué es lo que estamos
discutiendo? Suele formar parte del problema que hoy nos incumbe pensar el rol
de la sociedad con sus propios valores. De allí se podría sacar una buena serie
de conclusiones que son importantes.
Lo políticamente correcto aparece como una conclusión
general que termina por mostrarse interesante a medias. Por eso termina por
darse por sobre entendido los errores garrafales que hoy en día se manejan en
parte porque no se quiere que se entiendan una buena cantidad de los problemas
que hoy nos aquejan. Podemos tener por cierto que no es por nada que hoy se
discuten muchas cuestiones en diferentes registros, que van desde el ideológico
hasta el estético. Gran parte del mundo da hoy por sentado cosas que hacia un
par de décadas parecían difíciles de procesar. Entre ellas el hecho de que la
vida de las comunidades nacionales está en relación con una comunidad
internacional. A su vez entendemos que las ideologías están vivas en relación a
las fuerzas que aún componen la sociedad pero que a la vez se han hecho mucho
más heterogéneas. A partir de allí empieza el juego de espejos entre lo
política y lo políticamente incorrecto. Entre lo cual para nuestra desgracia
tenemos cenagosas discusiones que muchas veces aportan poco.
1-
Las antinomias regresan con nuevos discursos:
Seguramente han muchas personas que desearían preservar
cierta comodidad que existía en cierta zona difusa de lo que se consideraba la
“sociedad civil”, la cual ante todo como primera premisa tenía el hecho de que
se criticaba sin tener como punto fundamental la posición en la que se estaba.
Sin considerar esto se ha generado cierta satisfacción de una sospecha hacia la
política y los políticos, solo compensada con cierto nihilismo que en el
mercado alcanza una cierta cuota de “libertad” en el consumo.
Como esto forma parte de gran parte de nuestra
superestructura no es raro que ello forme parte del sentido común. Lo peor es
que este “saber” se ha solidificado para dar aire a la gran parte de la apatía
para con la cual se olvidan muchas cuestiones de peso en Argentina. Con esto se
quiere decir primero, no querer pensar, ¿cuánto depende de esa sociedad civil
el futuro de la argentina? A lo que va la idea de la propia disolución de lo
que era el pueblo en este esquema. Ahí es cuando la vida de las personas puede
prescindir de la política. Lo cual tiene un sentido profundamente unido a una
forma impersonal de hacer la vida en sociedad donde la mercancía prima sobre
otras relaciones sociales incluso el conflicto. El no poder disgustar, el no
poder rechazar cierta cantidad de bienes, el no ser feliz y parte sin ellos.
Ese status quo, es parte de lo que la sociedad argentina tiene por valorado, y
va desde el periodismo hasta la indumentaria. Pareciera que esta “coherencia”
fuese algo natural pero fue de lo más antinatural hasta que se supuso entre
otras cosas que ciertos proyectos de sociedades distintas eran imposibles. Esto
va desde el comunismo, al peronismo, o cualquier experiencia histórica donde el
conflicto fuese parte de la lógica instrumental.
Por fuerza de experiencia esto derivo en una secuencia peor.
La cual implicaba sin menor duda la idea de que una conflictividad se hace más
y más densa. El progreso de una sociedad la lleva a la politización. Lo
increíblemente extraño es que esto se de cómo una excepcionalidad en argentina.
Por esta razón es que las palabras como “República”, “Mercado”, “Pobreza”,
“Desarrollo”, “Honestidad” entre otras tantas cargan con un dramatismo más
fuerte. Justamente el país ideal es una
estafa que se hace desde el mercado. Una estafa que consiste en construir
cierta fantasía de corte hedonista donde el sujeto no tiene que pensar sobre
sí. Por lo tanto no piensa su libertad ni su limitación, piensa si la ausencia
de algunas restricciones en primer lugar de su satisfacción inmediata. Esto
hace que la política se disuelva. Justamente una buena parte de los reclamos
cruzados de la propia política es saber hasta qué punto podría ser o no
representativa.
En cortas palabras, la política destruye para poder
construir. Hay que optar y eso quita la idea de una historia donde se pueda dar
un gran salto sin asumir los costos de aquello sobre todo el costo de fracasar.
En este sentido, hay cierta idea encontrada entre lo que sería el “oficialismo
y la oposición”, ciertas veces este juego es parte de una situación que crea
vacíos, espacios donde la política no puede ser la primer arma. Muchas veces es
la propia sociedad la que por coyuntura económica al fin puede dar al conflicto
político un lugar que valga la pena. Pensar hoy en día estas reacciones tiene
que ver con los problemas que se afrontar como país: impuestos, políticas de
subsidios, gasto e inversión publica (muchas veces el estado gasta y no
invierte porque no encuentra la mejor manera de hacerlo), política industrial,
situación geopolítica. Estas palabras en minúscula son claves para habilitar el
poder de las anteriores. La redistribución de ingreso tiene que ver con la
carga tributaria, y si tiene que ver con ella tiene que ver con el rol de la
propia sociedad para con sus propios pobres. ¿Acaso pensamos que es ser pobre
en términos de costo para la gran mayoría de los contribuyentes? Si alguien
piensa el problema que existe en una persona de clase media con la pobreza y el
de una persona de clase alta verá que la segunda necesita menos pensar en la
pobreza que la segunda. El bastardeo de las clases bajas y las clases
trabajadoras y sobre todo las informales sólo deja como resultado un frente
mayoritario partido. Difícil pensar en república sin pensar en impuestos,
difícil vencer un poder económico si no se lo combate por medios económicos. La
renta de cada sector es su poder.
Neo-liberalismo en argentina es entonces muchas cosas. Es
creer que existe una buena parte de la sociedad que está decidida, entender que
estamos viviendo en parte una sociedad que no tiene problemas graves, (lo cual
es una contradicción para el nivel de quejas) es decir ¿Cuán difícil es para
quien le cuesta hacerse notar sus molestias? Muchas zonas oscuras de argentina
no tienen respuesta porque una buena parte de las castas más privilegiadas han
decidido que hay problemas que pueden molestar más que otros. Cuando el
neo-liberalismo creo un mercado laboral feroz, creo también una buena parte de
lo que hoy conocemos como el mundo en el cual nos movemos. El IVA es su piedra
angular. Cuán complicado es en Argentina vivir por culpa del IVA; este fue el
método para poder generar un Estado que fuera sostenido por los que trabajan.
Casi se podría decir invirtiendo la lógica empresarial, que si, nos dieran una
parte de la sociedad en consignación a los aportes individuales que damos al
Estado a lo largo de nuestra vida. Son las personas de menores ingresos las que
deberían ser las dueñas del Estado. Lo cual es obvio, pero no es tan obvio
cuando ser perjudicado o beneficiado por el estado parece algo difuso.
Pero nada de esto es tan difuso. El colonialismo
contemporáneo necesita que la gente pague por mantener estados que no sean a la
vez capaces de hacer muchas cosas. El IVA del 1 a 1, era fenomenal. Un Estado
que pagaba a la deuda externa millones de dólares usaba, un marco altísimo para
sostenerse. Era uno de los Estados más caros de la historia y a la vez era un Estado Mínimo. A su vez, el
mercado que todo lo regía era más chico, y la lógica de la miseria, se puede ver
hoy en Europa pero en África también era la lógica de la miseria es decir,
¿Cuánto puedo consumir? Las razones negadoras son aquellas que nos hacen creer
que el estado bajo Menem pesaba mucho menos, cuando no era así. El Estado
Argentino, era de los más caros tanto así que sus préstamos para su
sostenimiento eran monstruosos. Con ese Estado mínimo muy pocas cosas se
podrían hacer. La lógica de la miseria termina por darnos a entender que la
contención del problema tenía sentido. Lo cual fue otro error, el problema no
estaba en los efectos sino en las causas. Las multinacionales fueron vaciando
de sentido la propia idea de un Estado que se pudiera reproducir. Curiosamente
los valores de un progresismo pervertido serían los más fuertes de un
“neo-liberalismo triunfante”, la ostentación fue un valor por excelencia del
neo-liberalismo y más cuando este era parte de una ley como la de la
convertibilidad. “El argentino que tenía
dinero” era como de “Primer Mundo”,
esta es la cuestión que hoy se discute en Europa. ¿Cuándo se pierde el status
de primer mundo? ¿La Unión Europa era o es
el primer mundo?, la respuesta es contradictoria. Lo que podemos saber es que
en cierto punto, el neo-liberalismo se explica a sí mismo por medio de su
fatalismo. La supervivencia a una crisis debe desencadenar a su vez, cierta
supervivencia del más apto, el cual curiosamente por eso, solamente lo
descubriremos como más pudiente. “Las
oportunidades en medio de las crisis económicas suelen ser la rapiña y la
especulación”. Esto suena mal, pero ciertamente que una tragedia se vuelva
un hecho de un “sacrificio” pseudo-religioso forma parte de la debilidad de la
democracia para explicar ¿Cómo se sobrevive en una sociedad democrática? Esto
es, ¿solamente basta con trabajar? ¿Solamente basta con portarse bien? Nos
damos cuenta que no. Entendemos entonces que la vida en la sociedad de consumo
implica que vivir es consumir, pero no consumir quiere decir la muerte y para
peor, todos los servicios públicos están ordenados por cierta pauta económica
que puede dejar morir. El neo-liberalismo mata cuando ejecuta el ideal lockeano
de reprimir al irracional que violenta la propiedad, caso contrario puede dejar
morir pasivamente es decir previendo que cierta gente en ciertas condiciones no
va a poder vivir. Una falta de políticas de Estado para sostener a la sociedad
no tiene que implicar el ascenso de un Dictador, tampoco del totalitarismo si
de la muerte de cierto sector de la población que pasa a la nómina de no tener
“posibilidades” una especie de diagnóstico clínico. El neo-liberalismo si cree
en los individuos como millones de ellos tienen fue en su reproducción y tiene
fe ciertamente en sus “ganas de vivir”, tan así que en cierto sentido apuesta a
alentar el consumo, no así la manera de satisfacerlo. Esto genera una sociedad
donde prima la insatisfacción y en ella, la vida es ante todo, una negación de
la muerte una muerte que cuando no llega tiene que tener un premio. Ese premio
es el regocijo en pertenecer. Una comunidad agresiva premia a la gente perteneciendo,
reforzando ciertas dependencias clasistas, imitar a cualquier costo al rico. No
es que el pobre quiere ser rico sino que quiere dejar de ser pobre primero, ahí
es cuando, muchos piensan que cierta acumulación del poder lleva a un amor exagerado
por la riqueza cuando este se da en la sociedad neo-liberal. La demagogia no es
más que encandilar los deseos antes de tiempo, su incorrección es aumentar los
deseos de igualdad. Porque el neo-liberalismo cree en el consumo esto termina
por ser gasto, justamente son los que gastan los que meten miedo. Cuando las
oportunidades llegan a estas nuevas personas que serían incluidas se las
consideran llevadas por cierta pauta negativa y delirante. Es así como se dice
por ejemplo que ciertas personas creen en cierta política porque les da
beneficios concretos. Esto es tan evidente como cualquier cosa, tan humano como
la misma humanidad, no hay nada más indócil que aquel que empieza a disfrutar.
“No sufrir de la indiferencia del rico” eso es parte del mandamiento que pone
en jaque al neo-liberalismo. Si el rico cree que el mundo es demasiado chico
que hay gente que sobra que quieren vivir, que van a pedir más y más dinero ahí
es cuando, el rico empieza a razonar y razona bien que las personas excluidas
entran a la pelea por razones elementales. Políticamente incorrecto sería
pensar que va a haber concordia con más riqueza, cuando más riqueza hay en una
sociedad las peleas son mayores tanto así que la idea de justicia se desarrolla
más. Nadie se preocupa de las constituciones hasta que aparecen líderes con
apoyo popular que dan espacio a una cierta calidad de vida a la cual no se
pueda renunciar. Ahí esta la cláusula de perpetuidad, ahí la sociedad liberal
deja de tener adversarios para tener enemigos. Los enemigos son esos muchos que
disputan el fundamento de lo social. Es decir, no quieren vivir peor. “No
querer vivir peor” es ya el deseo de igualdad tan particular e intimo que lleva
a las luchas auténticas por la igualdad, la fatalidad es parte del sentimiento
íntimo de quien no puede desear más. Una sociedad que no esta consustanciada
con lo debería ser, simplemente demanda más, ahí es cuando tiene que cambiar su
naturaleza. Ahí surge el elemento disolvente, el individuo se pierde un poco de
sí, y es más, vive mejor. El riesgo de una sociedad en la cual el capital pueda
ser amenazado eso es lo que es políticamente incorrecto. Hoy en día cuando la
gente piensa que no quiere estar peor de lo que está es parte magnífica de cómo
se ha roto con la idea de qué cada cual está como está por alguna mano
invisible.
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